Miguel Capítulo 24

MIGUEL

Miguel seguía temblando… habían pasado ya dos días desde que había comenzado a recibir medicinas y alguien se encargaba de curar sus heridas dos y hasta tres veces al día, pero no podía evitar el temblor que a veces tenía su cuerpo y lo estaba comenzando a odiar.  Respiró profundo, tenía que aprender a controlar ese maldito temblor que le cansaba los músculos y lo dejaba agotado. Poco a poco se fue relajando, concentrándose sólo en respirar con calma, hasta que el movimiento desapareció.  Miró las paredes del pequeño cuarto en el que se encontraba… pintadas de un alegre color lila pastel. No había ventana en la pieza así es que la luz estaba constantemente prendida, pero era comprensible, después de todo nunca fue diseñada como dormitorio sino como sala de prueba…  era una de las salas en el fondo de una tienda… donde se suponía que las costureras y las modelos trabajaban juntas antes de los desfiles armando y ajustando de mejor forma las tenidas a exhibir. Solo que ahora la ocupaba él… sobre un sillón grande que hacía de cama, reposaba Miguel. Su cuerpo vestido con una especie de túnica blanca, suave, suelta y delicada. No tenía más ropa que eso… no tenía nada más; debajo de la túnica, su maltrecho cuerpo… Solo una vez se miró en detalle… lo que pudo ver era horrible, en sus caderas estaba claramente marcada, en morado y carmesí, la mano de Gonzalo… en  el resto del cuerpo había de todo un poco, golpes y marcas en variada intensidad y colores, todas dolorosas…. sobre todo en la parte que no alcanzaba a ver… la parte sobre la cual Gonzalo se había ensañado. Aún dolía mucho, a pesar de las medicinas y lo que fuera que, para su vergüenza, le aplicaban cada día.  Desvió sus pensamientos… y se concentró en la salita nuevamente.  Aparte del sillón había una pequeña mesa con una botella plástica llena de agua fresca y desde un gancho en la pared colgaba una bolsa llena del líquido que pasaba por su brazo a través de una vía hasta dentro de su cuerpo. La doctora y ella se lo habían dejado bastante seguro y le habían dicho que podía moverse con tranquilidad… solo que no tenía fuerzas ni ganas de moverse.  Ni siquiera sus propias medicinas se las dejaba a la mano… se las traía de a una cada vez que tenía que tomarlas. Eso, una silla y unas cuantas revistas de moda era todo lo que tenía… pero estaba vivo, dormía mucho, uno de los remedios que le daban era para sedarlo  y a pesar de eso tenía horribles pesadillas… y temor…  pero estaba vivo.

LIDIA

Lidia requirió de todas las fuerzas que jamás había tenido para no echarse a correr hacía él…  gritándole, cuando vio a Andrei…  Andrei!!!… Dios!!…  Por Dios!!   Andrei estaba de vuelta!!!… fue tanta la sorpresa que sólo se quedo con la boca abierta, el corazón congelado…  las ganas de correr, colgarse a su cuello y gritarle lo mucho que aún lo amaba… lo vio desaparecer esa madrugada en el edificio donde vivía Gonzalo. Lo entendió todo rápidamente. Andrei había vuelto y estaba trabajando con Gonzalo. Solo que… ¿por qué no la había buscado de inmediato?… ¿por qué mierda no había corrido donde ella?… lo supo sin tener que pensarlo mucho, Gonzalo y su padre debían haberle prohibido verla. No se explicaba otra razón por la cual Andrei no hubiera corrido dónde ella …  jamás se le ocurrió pensar que él hubiera dejado de amarla… aunque hubieran pasado mil años… sabía que Andrei la quería tanto como ella a él. Se recuperó un poco de la impresión y entonces, todo el asunto este de Miguel, que la tenía tan molesta, adquirió un significado completamente nuevo ahora que Andrei era parte de ello. Siguió con cuidado y distancia cada uno de los pasos que él y Gonzalo dieron durante la noche y al día siguiente. Sabía perfectamente que era lo que habían transportado y donde lo tenían… después de todo Daniel parecía tener razón; Gonzalo no estaba jugando con ese pendejo sino que pensaba deshacerse de él. Durmió poco, pensó mucho y al día siguiente dejo a su asistente a cargo del negocio.

No perdió de vista la bodega donde estaba Miguel.  Estaba buscando la oportunidad…  si todos ellos, su padre, Gonzalo y Andrei, pensaban que ella se iba a quedar sentada esperando que otros decidieran por ella se estaban equivocando y mucho. Ya habían decidido en el pasado y la habían convertido en lo que ahora era… y no era feliz. Tenía una nueva oportunidad. Ella había decidido tomar las riendas de su vida y eso incluía a Andrei… no  importaba lo que tuviera que hacer para recuperarlo, lo quería de vuelta en su vida. Y el imbécil de Gonzalo le estaba dando la oportunidad ahora mismo… solo bastaba un pequeño descuido… necesitaba encontrar la  manera de arrebatarle ese pendejo a Gonzalo… ella había visto la forma en que lo miraba y babeaba por él… no tenía exactamente claro que era lo que había pasado… se habían peleado con Daniel… Gonzalo se había enterado de lo de Daniel y el pendejo ese…  aparentemente Miguel no sabía que ambos eran hermanos… ¿sería verdad?… tal vez el pendejo solo estaba tratando de obtener dinero de ambos… no importaba… en este minuto Miguel, por donde lo mirara, significaba la posibilidad de chantajear a Gonzalo… ya fuera que después quisiera recuperarlo para matarlo o besuquearlo… no le interesaba… lo que ella quería era tener al Miguel ese para usarlo como moneda de cambio y poder exigirle a Gonzalo que los dejara verse a ella y a Andrei, tendría que aceptarlo y protegerlos frente a su padre si quería a su Miguel de vuelta…  tú tienes lo mío, pues yo tengo lo tuyo… sería el pasaporte que necesitaba y usaría para su beneficio…  jugaría el juego que ellos jugaban… solo quería que los dejaran verse y amarse…  volver a ser como antes… Dios!, volver a tener a Andrei cerca de ella…  se emocionaba de solo pensarlo  y por ahora, la única forma que se le ocurría para hacer que todo eso sucediera era a través de Miguel… si tan solo se descuidaran un momento.   Se tomo todo el tiempo que quiso, vigiló el lugar casi todo el día…  necesitaba solo unos cuantos minutos…  estaba preparadísima, tenía todo lo que necesitaba para robarse al pendejo…  había visto como lo sacaban envuelto… ¿estaría drogado??… tenía claro que muerto no estaba porque entonces no habría venido a parar a esta bodega sino a otro lugar… zapatos bajos, sin tacos, herramientas necesarias para soltarlo en caso de que estuviese encadenado o algo por el estilo… un arma… el arma que había aprendido a usar bien hace muchos años atrás…  cuando Andrei le enseñó.

Estaba terminando la tarde cuando vio llegar a Gonzalo y Andrei nuevamente… observó escondida desde la distancia todo el movimiento que allí se desarrollaba… vio luego como Andrei y el hombre que había estado ahí todo el día desaparecían rápidamente en dirección a la ciudad… luego, minutos más tarde vio salir muy apurado a Gonzalo… era ahora… ahora o nunca, lo habían dejado solo… no volvería a tener una oportunidad igual… ¿y si la encontraban?.. Gonzalo no sería capaz de matarla… solo habría perdido la posibilidad…  nada más, el riesgo no era su vida sino que Gonzalo se enojara… no importaba. Aceleró a fondo saliendo de su escondite y se detuvo con una brusca frenada frente a la puerta de entrada, no apagó el motor… tomo el bolso pesado con todo lo que creyó que podría necesitar, el arma en la mano en caso de que Miguel no quisiera venir por voluntad propia y entro corriendo, con el arma por delante, absolutamente decidida a encontrarlo.  En  la tercera y última puerta del lado derecho del pasillo lo encontró… definitivamente no era lo que esperaba encontrar… se asustó mucho al ver al chico en las condiciones en que se encontraba… pero no tenía tiempo para lamentarse de él. Se acerco y trató de hablarle para que corrieran juntos… seguro Miguel no querría quedarse con quienes lo habían golpeado así… pero no obtuvo reacción alguna de él… tocó su piel para moverlo, ardiendo!!… el chico iba a morir… estaba enfermo, golpeado y sangrando… Daniel tenía toda la razón en lo que le había dicho… Gonzalo si iba a matar a este chico. Estuvo a punto de dar la vuelta y correr; una cosa era robarse a un chico pero otra diferente era robarse a un casi cadáver y llevárselo para verlo morir…  no quería la responsabilidad de un muerto en sus manos… pero entonces Miguel se movió y habló… pidió agua… agua?. Lo volvió a mirar… vio las esposas en el suelo… lo habían liberado… Sin demorarse más lo levantó como pudo y lo llevo a rastras hasta su vehículo, no era una mujer fuerte sino más bien frágil pero hizo uso de todo lo que tenía ya que en esto se estaba jugando la vuelta de Andrei en su vida. Lo tiro todo despachurrado en los asientos posteriores, se aseguró de tener consigo todo lo que había bajado y apretó muy fuerte el acelerador para escapar con su trofeo lo antes posible.   No tomó el mismo camino de vuelta a la ciudad. No quiso correr el riesgo de cruzarse con Gonzalo. Se fue hacia el lado contrario y volvió dando una gran vuelta. Ya sabía dónde iba a llevarlo, en su casa era demasiado peligroso… además Daniel podría ser un grave problema, pero a nadie se le ocurriría buscarlo en la parte de atrás de su tienda… solo ella entraba ahí cuando no tenían desfiles, prohibiría el acceso del personal, les daría vacaciones a la mitad de ellos, su familia jamás visitaba la tienda, recordó que a veces pasaban meses sin que nadie entrara en esa área.  Estacionó por la parte posterior, lo más cerca que pudo de la entrada, se bajó con calma mirando hacia todos lados y cerró con llave el portón de acceso. Estaba ubicada en una zona exclusivamente comercial, no tenía vecinos cerca. Debido a la hora las tiendas cercanas estaban cerradas. Abrió la puerta posterior con calma y luego se fue a buscar a Miguel. Esta vez le costó mucho más bajarlo, el chico era un peso totalmente muerto. Como pudo lo cargó casi arrastrando y lo dejo sobre el primer espacio que encontró despejado. Miguel quedo en el suelo, el cubrecama se abrió… los ojos y el corazón de Lidia se detuvieron… no podía despegar la vista del cuerpo del chico… tan dañado, moreteado y ensangrentado que se le revolvió el estómago y se mareó de la impresión… Algo muy fuerte le pasó en ese momento… era mujer… se sintió terriblemente apenada y triste por Miguel… recordó al hermoso adolescente que había visto la última vez y no pudo encontrar similitud con lo que veía frente a ella.  ¿Cómo… como habían podido hacerle eso? Por Dios!!  Pobre chico… Daniel tenía toda la razón….  Agua!!.. había pedido agua.  Lo cubrió rápidamente con lo que encontró a mano, y fue a buscar agua sintiendo que estaba a punto de llorar. Lo sostuvo por la cabeza… levantándolo un poco lo hizo beber… aún podía tragar agua por su cuenta pero estaba en tan malas condiciones, apenas si respiraba. Se sentó sobre unas cajas y por solo unos minutos analizó la situación, con el corazón tan dolido de pena y lástima…  muy pronto se dio cuenta que no tenía mucho que analizar… no lo podía dejar así. Se iba a morir si no hacía algo.  Sacó su teléfono y marcó el numero de una de sus buenas amigas, Janet, doctora…, gracias a Dios, de esas amigas de la infancia, habían crecido juntas y  podía confiar de verdad en ella, era un riesgo involucrarla pero era uno mayor dejar que Miguel muriera. Su amiga moría por la ropa de diseñador… bien podría sacrificar unas cuantas prendas a cambio de intentar recuperar a Andrei en su vida.

Janet esperó a que Lidia regresara de comprar todas las medicinas y otros implementos que Miguel requería. Lo había revisado e invertido una buena cantidad de tiempo y palabras maldiciendo a quien le hubiera causado ese daño, lo había anestesiado, limpiado, curado y reparado las heridas y las había dejado protegidas, le había inyectado lo que parecía una interminable cantidad de líquidos y antibióticos…  le dejo puesta una vía para que pasaran otros cuantos más. Honestamente habría preferido tratar a Miguel en una clínica u hospital pero entendía que no era posible. Janet no preguntó quién era, ni que le había pasado… sabía bastante respecto de la familia de Lidia y prefirió no involucrarse más de lo que ya hacía. Le dio un abrazo fuerte antes de irse y le dijo que volvería a revisarlo. Lidia se sintió muy agradecida, ni los trajes de diseñador podían pagar este tipo de amistad.   Lidia se quedó sola con él. Era ya pasada la medianoche.

No tenía mucho tiempo que perder así es que rápidamente se puso manos a la obra; desocupó una de las piezas pequeñas del fondo, movió el sillón grande y la acomodó lo más parecido a un dormitorio… recordó las palabras de Janet…”no le dejes nada cerca con lo que pueda intentar quitarse la vida”… Lidia había abierto mucho los ojos y se había asustado, pero era comprensible, Miguel había sido abusado… horriblemente abusado y el suicidio era una de las posibilidades. No podía permitir que eso sucediera… ni por sus planes ni por el chico. Dejó sólo las cosas más básicas y aseguró fuertemente la vía de Miguel en su brazo. Antes de trasladarlo a lo que sería el dormitorio provisorio, le limpió cuidadosamente todo el resto del cuerpo, le habría gustado tener una tina grande donde meterlo y lavarlo con cuidado pero sólo había una ducha en su baño privado y estaba al otro lado de la tienda. Llenó de agua tibia un recipiente y con una toalla pequeña limpió todo el cuerpo de Miguel… sintió mucha pena de ver las condiciones en que se encontraba… estaba sedado y no se quejaba pero debía doler todo aquello. El estrés pudo más y Lidia se descubrió derramando lágrimas de pena por el chico mezcladas con sentimientos de rabia y odio contra Gonzalo.  Una vez limpio, buscó algo con qué cubrirlo, recordó la colección de túnicas que estaban en alguna de las cajas y buscó hasta que encontró una. Ya abrigado y limpio, lo dejó con cuidado sobre el sofá, chequeó nuevamente la temperatura… había bajado… ¿Qué debía hacer ahora?.. ¿irse a su casa o quedarse con el chico?… optó por lo último. No quería despertar sospechas. Además, necesitaba saber que pasaba con Daniel y sobre todo… que mierda estaba haciendo el malnacido de Gonzalo. El solo hecho de pensar el él fue suficiente para sentir una profunda rabia… primero había golpeado a Daniel, su propio hermano!! y luego se había desquitado tan abusivamente con ese pobre chico… se detuvo… se dio cuenta de la forma en que estaba pensando sobre Miguel… hasta ayer era un pendejo que posiblemente quería sacar dinero de sus hermanos y ahora… ya había cambiado de opinión… ¿sería verdad lo que dijo Daniel?, ¿que Miguel no sabía que eran hermanos?… verlo así le había dado tanta tristeza y lástima…  tenía que andar con cuidado, no lo había rescatado para ayudarlo sino para usarlo.

Revisó una vez más que todo estuviera bien, cubrió a Miguel con una manta y cerró la puerta con llave. No se sentía segura dejándolo solo… podía despertar y gritar como loco, podía empeorar, podía mover su brazo y sacarse la vía… pero por ahora no podía hacer más… si, si podía hacer algo más. Se detuvo y juntó sus manos, bajo la cabeza y cerró los ojos… como cuando era niña, le pidió a Dios que cuidara de Miguel mientras ella no estaba.. no quería dejarlo solo así es que por favor que Él lo acompañara mientras ella volvía.

Se despertó muy temprano con la alarma. Ella generalmente se levantaba temprano todos los días, pero jamás un domingo a las 7 de la mañana. No le importó, ya inventaría algo. Se arregló rápidamente y salió en dirección a su tienda. En el camino se detuvo varias veces, la primera para comprar alimentos especiales y las otras para chequear que nadie la estuviera siguiendo. ¿se estaba volviendo paranoica?… posiblemente, pero después de haber visto hasta donde podía llegar Gonzalo no se sentía tan segura de salvarse de un castigo por el solo hecho de ser su hermana… lo creía capaz de cualquier cosa.

Encontró a Miguel aun tendido sobre la improvisada cama pero despierto, los ojos abiertos y una muda expresión de miedo y desconcierto…  a la defensiva, como un animalito herido y acorralado. No se había quitado la vía. Se miraron fijamente y Lidia cerró la puerta de inmediato.

– Hola Miguel  

Le habló despacio… él la reconoció… no entendió nada

– Tú eres Lidia… la hermana de…

Lidia asintió… la hermana de… ambos. Miguel no le quitaba los ojos de encima, aún nervioso y asustado

-¿Dónde estoy? – su voz aún era baja y muy ronca

– Estas en la parte posterior de mi tienda… yo te traje aquí 

Aun no se movía… Miguel aún no bajaba sus defensas…

– ¿Por qué?– pregunto en un susurro… temeroso de escuchar la respuesta…  pero tan esperanzado

– Daniel me lo pidió

Técnicamente era verdad, no estaba mintiendo… solo estaba omitiendo parte de la información real.

Miguel la estudió con los ojos muy fríos. De a poco se fue relajando y soltando… de a poco se le llenaron los ojos de lágrimas y miedo… de horribles recuerdos. Lidia lo vio cambiar, pasó de ser un animal dispuesto a atacar a volverse un chico asustado y adolorido, quiso abrazarlo… se había vuelto un niño pequeño que desesperadamente necesitaba consuelo. Caminó hasta él y se agachó a su lado en la cama, muy cerca de su rostro… sintió pena por él… mucha pena… Por Dios!!, no podía dejarse llevar así por los sentimientos.

-¿Cómo te sientes? 

Miguel suspiró profundamente para controlar las lágrimas… el temblor volvió a su cuerpo con más fuerza que antes…

-. Estoy bien– dijo entre temblores… pero no era verdad.

Lidia sonrió apenas. De su bolso extrajo algunos alimentos muy suaves que dejó en la mesita cerca de Miguel, cucharas y luego, uno a uno saco de las cajas los remedios que Janet le había recetado a Miguel.

– Tienes que tomarte estos

– ¿Qué son?

– Medicinas… te vio una doctora anoche

-¿Una doctora?

Lidia sirvió un poco de agua y le pasó uno a uno los remedios que Miguel se tomó entre lágrimas y temblores incontrolables.  Abandonó un momento la pieza y volvió con varios cojines que ubicó con cuidado para ayudar a Miguel a levantar su cuerpo… eran los cojines de seda bordados a mano del sillón blanco de su oficina… caros, delicados… pero no le importó en lo más mínimo, se alegro de que fueran suaves para no dañar más la piel de Miguel. Lo miró detenidamente… ¿Qué tenía este chico? ¿Por qué ella también estaba cayendo bajo el embrujo de su personalidad?…  no lo deseaba, no lo quería besar, no era ese tipo de relación….  solo quería acurrucarlo y consolarlo…  curarle sus heridas y que volviera a ser el muchachito buenmozo y atractivo… había despertado algo muy fuerte en su instinto maternal, no le gustaba este animalillo herido, y tembloroso en su sillón… le habían cortado las alas… de raíz… el idiota de Gonzalo lo había hecho… ella quería devolvérselas, más fuertes y más grandes para que volara más alto… y Andrei?.. Dios!!, ya pensaría en ello más tarde, buscaría la forma… ya la encontraría. Se enfrentaría con ello cuando tuviera que hacerlo.

Miguel respiraba profundamente y a conciencia, tratando de calmar el temblor de su cuerpo… Lidia se descubrió imitando su respiración… intentando ayudarle. Abrió uno de los yogurts y despacio lo fue alimentando mientras le contaba todo… sin omitir ningún detalle… lo que había pasado desde el momento en que lo sacaron envuelto del departamento de Gonzalo hasta ahora mismo… absolutamente todo lo que ella sabía. El resto sólo lo podía suponer.  Lo seguía intentando alimentar pero a Miguel le costaba tragar… le dolía la garganta y además no tenía hambre… no quería comer…solo sed… pero llevaba muchas horas sin comer, tenía que alimentarse… le explicó Lidia, pero él solo tenía sed. Escuchaba el relato pensando que era un cuento… una historia que le había sucedido a otra persona… no a él… Gonzalo… Dios!!… se atraganto… el llanto brotó con fuerzas, giró su cara… no quería que ella lo viera… Gonzalo… ¿Cómo es que pudo…?… en verdad.. ¿Cómo pudo…? ¿iba a matarlo?… ¿de verdad Gonzalo iba a matarlo?

Lidia lo dejó llorar, sollozando, sin atreverse a tocarlo aún… si cruzaba esa barrera iba a llorar con él… tenía que evitar sentirse más cercana de lo que ya se sentía… no iba a resultar si seguía así.

-. ¿Do… donde está? – pregunto entre sollozos…

Sin necesidad de preguntar detalles ella supo de quien hablaba

– No lo he visto pero supongo que está en la casa o trabajando

Asintió lentamente… la miro preguntando con los ojos… quería saber si ella iba a protegerlo?, a ayudarlo?

– No te va a encontrar aquí… estas bien protegido por ahora 

Miguel echó la cabeza hacia atrás intentando respirar con calma. Aún se notaba que los movimientos le causaban dolor.

– Miguel, tienes que alimentarte… tienes que cuidarte hasta que estés bien

– ¿Todo esto solo porque Daniel te lo pidió?

– Es mi hermano pequeño… ya sabes que lo adoro

Evitó responder la pregunta directamente, no quiso pensarlo, no quería sentirse mal.

-. ¿Cómo esta Daniel?- Pregunto en un hilillo de voz

Al principio le molestó que le preguntara… no quería que Miguel siguiera teniendo algo que ver con Daniel… pero luego recordó la desesperación de su hermano pequeño… ¿sentiría por Miguel algo parecido a lo que ella sentía por Andrei?

– Estaba muy golpeado, sabes, no como tú… pero está muy afectado también

Por el tono de voz que usó, Miguel se dio cuenta de inmediato de lo mucho que le había molestado a Lidia.

– Yo… no sabía…- comenzó a temblar nuevamente, incontrolablemente, mientras la miraba – yo no sabía… no sabía… en serio no sabía..- el tono de voz fue subiendo y parecía estar repitiéndoselo para él mismo… tratando de auto-convencerse – no sabía…-fue perdiendo el control…

– Esta bien Miguel- pero el chico no dejaba de temblar y repetir que no sabía– ¿en verdad no sabías? –

– No.. noooo, yo conocí a Daniel en el gimnasio… nunca supe… ¿cómo iba a saber?

El temblor aumentaba… el rostro de Miguel se había vuelto pálido y reflejaba dolor…  se veía tan frágil… su rostro hinchado y moreteado… los ojos húmedos… Entonces Lidia no pudo más. Traspasó la última barrera emocional y lo abrazó, con delicadeza al principio, y lo fue estrechando hasta comenzar a llorar con él.

-Ya Miguel… tranquilízate, te creo 

Se descubrió pensando que en verdad le creía… quien sabe por qué, quizás porque nadie sería tan estúpido de tratar de jugar y engañar a Gonzalo a propósito… menos aun con su propio hermano.

GONZALO

-Nadie puede desaparecer sin dejar al menos una maldita huella!!

Gonzalo gritaba como loco… Andrei lo miraba, callado. La verdad es que no habían avanzado en encontrar a Miguel ni un centímetro más de lo que sabían la noche anterior; él y su gente habían barrido el antiguo barrio de Miguel y visitado cada lugar posible… sus enemigos y sus amigos, los informantes y los buscadores… pero nada… Miguel no había sido visto, ni nadie parecía tener idea de quién podía ser el chico ese. En todo caso, habían dejado claro que era valioso y cualquier información verdadera sería bien recompensada…  más recompensa aún, si alguien sabía el paradero.

Estaban de vuelta en la bodega…  la habían revisado ya infinidad de veces y tenían claro el camino que había seguido el vehículo en el cual se llevaron a Miguel; de seguro había estado aguardando por bastante tiempo entre medio de unos arbustos cercanos a la bodega que le habían permitido ocultarse…  suficientemente lejos para no ser visto pero si para alcanzar a ver lo que sucedía en la bodega…  pero ¿Quién?…  ¿Quién mierda, aparte de Daniel, podía tener interés directo en Miguel?

  • Tal vez no es Miguel lo que les interesa… es algo contra la familia– sugirió uno de sus hombres.

Gonzalo se giró intrigado. Tal vez tenía razón… tal vez alguien lo seguía a él y descubrió su relación con Miguel y por eso se lo habían llevado… ¿Qué querían a cambio?… ¿Quiénes estaban molestos con su familia?…  Él sabía, conocía de las relaciones de su familia con las otras pero en este momento todo estaba en calma… ¿sería tal vez relacionado con el nuevo proyecto?… No, él había hecho las cosas bien y se había preocupado de informar bien y no perturbar a nadie…

No tenía ninguna pista que seguir… la impotencia lo consumía y se desesperaba… ¿y si se trataba de alguien que dejara morir a Miguel?

-. Hospitales y clínicas – grito de pronto y todos entendieron. Rápidamente desaparecieron sus hombres, con los teléfonos en la mano, organizando la búsqueda. Andrei se subió al jeep con él, en el lado del chofer. Gonzalo no estaba para manejar. No lo había dejado solo ni un segundo.

– Háblame de Miguel- le dijo mientras conducía

– ¿Qué quieres saber?

– Todo

– ¿Para qué?

– Tal vez puedas darme una pista de donde encontrarlo… algo en lo que no has pensado o no te has dado cuenta

Gonzalo suspiró profundamente. No le importaba contarle absolutamente todo a Andrei… lo que le molestaba era hablar de Miguel…  le dolía…  sólo pensar en él ardía como el mismo infierno. Comenzó a decirle… aunque le costaba hablar y se le aceleraba la respiración…  se quedaba en silencio largos minutos juntando el coraje para seguir hablando…  desde el minuto que lo conoció, pasando por la propuesta… hasta cuando llegaron a buscarlo al departamento.

– Daniel?!!.. ¿Tú hermano chico… Dani? 

Andreí no lo había visto en años

– Ya no es un niño… tiene 17

Andrei percibió la rabia tan clara como si fuera sólida

– Miguel no sabía que éramos hermanos

Andrei no dijo nada más. Si Gonzalo afirmaba eso, por extraño que pareciera, él le creía.

Buscaron en los hospitales, con mucha delicadeza o con franca prepotencia y violencia cuando les negaban la información…  pero tampoco encontraron nada.

Cerca de la 1 de la madrugada Gonzalo estaba exhausto, física y emocionalmente agotado. Andrei lo dejó en su departamento, se ofreció a acompañarlo pero Gonzalo no quiso. Se volvió a su nueva casa preocupado, repasando mentalmente toda la información que le había entregado su amigo respecto de Miguel…  sabía que en alguna parte tenía que estar la respuesta.

Avanzaba por la avenida principal de la ciudad. Los letreros luminosos y las decoradas vitrinas de las elegantes tiendas llamaban su atención. Había averiguado un poco más y sabía que Lidia tenía su tienda en esta zona de la ciudad…muy cerca del lugar por donde iba…  su Lidia.

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