Miguel Capítulo 25

Lidia les pagó a los maestros más de lo necesario pero habían terminado el trabajo en tiempo record y exactamente de acuerdo a lo que ella había pedido. Le informó a su personal que haría algunas remodelaciones en la tienda. Le había dado vacaciones a la mitad de ellos así es que los que siguieron trabajando estaban casi siempre cortos de tiempo, a ninguno le alcanzaba para ir a curiosear en la parte de atrás ya que estaban sobrecargados de trabajo. Cuando cerró la tienda ese día y se quedo por fin sola, sonrió con anticipación, Estaba segura que a Miguel le iba a gustar mucho la sorpresa.

Abrió con cuidado la puerta. Miguel se sobresaltaba con cualquier ruido y luego de casi una semana, ella había adquirido la costumbre de moverse muy lentamente y hablar tranquila frente a él para no alterarlo. Miguel estaba mucho mejor, físicamente al menos. Pasaba todo el tiempo que podía en su compañía y habían aprendido a conversar… Lidia extrañaba a Daniel, aunque hablaba con  él por teléfono casi todos los días, pero le gustaba la compañía de Miguel; él se alegraba de verla, necesitaba de su compañía, era la única persona que había visto durante la última semana, con excepción de Janet que lo había vuelto a revisar una vez más. Miguel le había relatado a Lidia exactamente el tipo de relación que había tenido con cada uno de los hermanos…  parecía un pésimo chiste cruel…  tan descabellado y retorcido que tenía que ser real. Lo había escuchado explicarse…  Miguel necesitaba ser entendido… nunca tuvo ninguna mala intención… era una maldita broma cruel del destino.  Lidia había llegado a entenderlo y constantemente estaba luchando para evitar encariñarse más con el chico…  se veía tan solitario, tan castigado.

Lidia esperaba que la sorpresa lo ayudara a tranquilizarse un poco más…  el chico, ahora que se sentía mejor, estaba realmente desesperado por ver a su familia y por volver a clases… Lidia sabía que ambas cosas iban a ser casi imposibles pero aún no se armaba del valor suficiente para decírselo.

-Hola… ya se fueron todos

Miguel dejó de lado el computador que Lidia le había pasado. Solo tenía películas y juegos… no tenía conexión a internet   

-. ¿Cómo te sientes? 

 Su cuerpo aún mostraba  rastros de golpes y daños pero ya estaban mejorando. Miguel podía ponerse de pie y, cuando se quedaban solos, salía a caminar por todo el espacio que ocupaba la tienda. Lidia lo acompañaba y se alegraba de su mejoría…  pero invariablemente volvía a cerrar con llave el improvisado lugar que le servía de dormitorio cuando se iba. Miguel nunca le había preguntado por qué.

– Mejor

Ya habían terminado las curaciones en sus zonas íntimas y eso lo tenía más relajado; se había sentido muy incómodo con Lidia curándolo; entendía que era necesario pero eso no evitaba que fuera vergonzoso. Aún le molestaba pero menos. El daño físico estaba esfumándose… pero la otra parte  necesitaba de mucha más ayuda para sanar. A veces, de la nada, estallaba en arrebatos de llanto incontrolable y el temblor de su cuerpo lo llegaba a desesperar…

– Llora Miguel… solo llora y deja que las lágrimas se lleven toda la pena y el dolor

Pero no era así. Parecía que mientras más lloraba más le dolía.

Esperaba con ansias cada una de las visitas de Lidia y quedaba muy triste cuando se iba, su humor era de lo peor… a ratos estaba tan enojado consigo mismo que le gustaría poder azotarse la cabeza contra la paredes y al minuto siguiente lloraba como si las lágrimas no fuera a terminar nunca de salir… la mayoría del tiempo estaba en blanco… tratando de no pensar, no sentir, no recordar… no quería recordarlo, aún no podía pensar en Gonzalo sin sentirse completamente fulminado por todo el rango de emociones que lo invadían… miedo, pena, dolor, ansias, rabia… sentía de todo e invariablemente comenzaba a temblar como gelatina y tenía que recurrir a sus ejercicios de respiración y autocontrol para poder calmarse.

– Te tengo una sorpresa

Lidia le estiró la mano indicándole que se pusiera de pie. Finalmente ella le había traído algo de ropa decente. Posiblemente ropa barata comprada a la carrera en algún supermercado pero al menos no eran túnicas de seda sino pantalones y camisetas de algodón. Miguel se levantó, curioso. Recordó que debía moverse con cuidado y la siguió un poco hipnotizado por la misteriosa sonrisa de triunfo en la cara de Lidia.  Avanzó por entre las cajas y las interminables colecciones de ropa hasta llegar a una puerta en el fondo de la sala.

– Ven.. ven..

Lidia reía feliz. Miguel cruzó la puerta… Así es que este era el ruido que había escuchado durante los dos últimos días… se había asustado mucho pero Lidia le dijo que no se preocupara…  el baño!!, el pequeño cuartito que usaba de baño era ahora un baño, completo, ampliado… hasta con tina de jacuzzi incluida… Genial!!!

– ¿Te gusta?

Ella tenía las manos juntas cerca de la cara y sonreía como una niña pequeña esperando su reacción. Miguel no había vuelto a sonreír… los músculos de su cara simplemente no respondían al gesto de la sonrisa… si, le gustaba mucho, pero no podía sonreír.

– Un baño completo…

En vez de la sonrisa que Lidia esperaba, lo que apareció en la cara de Miguel fueron lágrimas y un inesperado temblor en los labios y en la barbilla. Miguel se afirmó de la pared como si se hubiera mareado. Lidia se apresuró en llegar hasta él. Miguel la detuvo 

– Estoy bien.. es.. solo.. que.. –tomo una gran bocanada de aire– me gusta mucho

– Bueno… es todo tuyo Miguel 

Se acerco hasta las llaves de agua y comenzó a llenar la tina. De vez en cuando lo miraba y sonreía. Miguel se había sentado y esperaba.  Cuando estuvo llena, Lidia le dejó a mano las toallas. El baño tenía un delicioso olor al limpio y a vapor fresco.

– ¿Puedes solo o quieres que te ayude?

Sonaba extraño pero Lidia conocía el cuerpo de Miguel de memoria de tanto curarlo.

– Puedo solo- le contestó tranquilo

 Lidia le dio un pequeño abrazo al pasar por su lado. 

– Voy a estar en mi oficina un rato, ¿de acuerdo?

Miguel asintió con la cabeza. Se quedó solo. No escuchó la puerta cerrarse con llave… no importaba, aunque no tuviera llave no tenía donde mierda ir… había entendido el peligro que significaba buscar a su familia o volver al antiguo barrio de sus conocidos… Gonzalo podría encontrarlo en cualquier parte. De alguna manera se sentía protegido por Lidia… estaba de parte de Daniel… pero tampoco quería ver a Daniel… ni a Gonzalo… ojalá no volviera nunca más a ver a ninguno de ellos. Se iría lejos…  tan lejos que jamás volvería siquiera a pensar en ellos. Empezaría de nuevo, todo limpio y en forma correcta. Luego se llevaría a su mamá y a su hermana…  Dios!!Como le dolía no saber qué había pasado con ellas… pero estaba seguro que Gonzalo podía haber llegado hasta el punto de intervenir el teléfono de Nali… no le quedaba nada más que hacer que usar el tiempo que le estaba dando Lidia y mejorarse pronto para poder irse… alejarse de todos ellos.  No sabía si Lidia lo dejaría ir, nunca se lo había preguntado…  le llamaba la atención que lo dejara con llave cada día pero en cierto modo lo tranquilizaba saber que tampoco nadie podía entrar a su lugar de descanso mientras dormía. Le preguntaría… cuando estuviera mejor le preguntaría y de seguro ella le diría que si, a pesar de estar del lado de Daniel… Miguel sabía que a ella no le gustaba su relación con Daniel.

Se quitó la ropa y caminó hasta el borde de la tina… se giró despacio hacia el espejo… vio su cuerpo y se quedo helado… sintió pena… estaba tan delgado y débil…  su rostro, ceniciento…  pálido, enfermo… los huesos sobresalientes…  los moretones tardarían varias semanas en desaparecer…  Cerró los ojos fuertemente y caminó adentrándose en la suavidad del agua de la tina. Maravilloso… se sentía tan bien volver a tener su cuerpo completo rodeado de agua… el agua siempre había tenido un efecto especial sobre él.  Ahora parecía aligerar sus dolores y permitirle moverse con más libertad.  Tomo la esponja, jabón y todas las otras cosas que Lidia le había dejado a mano… era una lástima que no pudiera abrir su cabeza y lavarse también el cerebro… restregar fuertemente todos los recuerdos de Gonzalo y borrarlos para siempre de su memoria… dolían demasiado y cada vez que lo recordaba invariablemente temblaba. Creyó que tenían algo… pensó que de alguna manera habían traspasado una barrera inventada por ellos mismos y habían logrado comunicarse… mentira… todo había sido una mentira inventada por su estúpida cabeza de idiota demente… no había nada!! solo un acuerdo…   un negocio…  Solo las ilusiones que había estado soñando y alimentando… Gonzalo era cruel… solo había sido un objeto para él… nada más.

DANIEL.

Lo estaba esperando un auto del colegio cuando llegó a la estación. El chofer le ayudó con las maletas y le explicó brevemente por donde iban. Estaba dispuesto a contestar todas sus preguntas pero Daniel no tenía ninguna que hacer. Se mantuvo en absoluto silencio. Luego de circular unos veinte minutos llegaron a los grandes portones que presidian la entrada al colegio.. se veía elegante, señorial y seguramente muy costoso, pero Daniel apenas lo miraba. Fue recibido por uno de sus futuros profesores, le explicaron el sistema, su horario de clases y varios otras cosas que escuchó con absoluta indiferencia. Lo llevaron brevemente a la oficina del director que le dio la bienvenida. Lo condujeron a los dormitorios. Un largo pasillo lleno de puertas con dormitorios muy parecidos unos a otros. En algunos había chicos que lo miraban con curiosidad y otros aun estaban vacíos. La hora de llegada final al colegio era a las 8 y apenas eran las 5 y media.

-. Este será tu dormitorio Daniel, lo compartirás con un chico de tercer año, Carlos Jergens. Aún no ha llegado 

Finalmente quedó solo. Observó con la misma indiferencia el dormitorio, no era nada especial pero tenía suficiente espacio para compartirlo y una ventana grande que daba a los jardines y a lo que parecía una cancha deportiva.  Abrió el closet del lado desocupado y despacio acomodó sus cosas. Instaló el computador en lo que suponía sería su lado del escritorio… miro de reojo las fotos que su futuro compañero de habitación tenía en el mueble… familia.  El no había traído fotos, ninguna. Traía muchas otras cosas… casi todas ellas en su mente, quizás demasiadas, pero fotos? ninguna. 

Lidia había desayunado con él esa mañana. Se había presentado cerca de las once de la mañana con su torta favorita… había salido temprano a comprarla. Desayunaron solos en el comedor pequeño. Daniel le contó que Miguel ya no estaba con Gonzalo, que se había escapado… que él andaba como loco buscándolo. Lidia le mintió… no sabía que mas hacer, pero quería… necesitaba, que Daniel se fuera tranquilo, al menos un poco más tranquilo. Le dijo que lo había visto salir… que Miguel se había ido solo del departamento de Gonzalo… esa noche, cuando ella le prometió que se aseguraría de que estuviera bien. No le gustó mentirle, pero por otro lado… Miguel ya no estaba en manos de Gonzalo, estaba mejorando… suponía, al menos se veía un poquito mejor y Daniel se iba… quería que se fuera al menos, más tranquilo.

– Nunca lo voy a perdonar Lidia – no parecía el mismo niño de hace sólo unos días – te juro que me va a pagar todo lo que me está haciendo

– Dani… chiquito, mejor olvídalo, concéntrate en lo que tienes ahora.

-Tú no entiendes… no estuviste ahí, no viste ni sentiste lo que el idiota me hizo sentir… lo que le hizo a Miguel… me alegra tanto que se haya escapado

Pero si, Lidia entendía, sabía… mejor que él, ella sabía lo que había pasado, pero Dani sólo tenía 17 años… no podía, a esa edad, estar tan lleno de odio y rencor… aunque pensándolo bien, ella también sentía algo parecido por Gonzalo.

– Voy a volver a ver a Miguel… no sé cuando, pero voy a volver a verlo

Daniel aún estaba choqueado… la forma en que Gonzalo tenía a Miguel… había repasado esa imagen en su mente un millón de veces… choqueante… excitante… Dios!! Era lo que Gonzalo hacía con los otros chicos… pero con Miguel??… con SU Miguel??… se le revolvía el estómago, se sentía mareado… mezcla de repulsión y tal vez… solo quizás, un poco de excitación también.

Almorzó con la familia, excepto Gonzalo que no apareció en todo el día. Su mamá estaba furiosa con él. Ya había desaparecido de la cena familiar del sábado y ahora tampoco había llegado para despedir a Daniel. Ni Lidia ni él dijeron una palabra al respecto. Siguieron como si todo fuera normal y luego tomó sus cosas, se despidió de su familia, escucho las recomendaciones de su padre respecto a que esto era lo mejor para él, que aprovechara su tiempo y lo que le estaban ofreciendo… Subió al tren con los ojos levemente aguados y saludó a su hermana desde la ventana. Le habría gustado decirle que buscara a Miguel, que le dijera que… no sé… que le dijera que aún lo quería, que nada importaba, que en su corazón seguía siendo el mismo… pero no era cierto… no lo era. Era diferente ahora. No sabía bien que pensar ni que sentir… todo estaba enredado en su mente. Por eso se calló. No le dijo nada y partió en silencio, con la cabeza llena de miles de extraños y revueltos pensamientos.

-. Hola, soy Carlos

Su nuevo compañero de dormitorio interrumpió sus pensamientos. Carlos era un poco más bajo que el, parecía amistoso, de su misma edad, moreno, de buenos modales y agradable trato, como todos los que estaban en ese colegio. Se estrecharon las manos y rápidamente entablaron conversación. Carlos le contó del colegio, de las reglas no escritas y de lo que sucedía normalmente. Daniel seguía escuchando todo con indiferencia pero aparentando frente a su recién conocido compañero. No quería parecer pesado, pero su mente seguía estando ausente… seguía pensando en lo que había dejado atrás. 

En tan solo unos cuantos días, casi una semana,  Daniel pudo darse una clara idea del lugar donde estaba; todos eran niños ricos, no importaba de donde viniera el dinero, solo que todas las familias lo tenían y mucho; en general se podían dividir los más de 300 alumnos en dos categorías; estaba el grupo de alumnos que se interesaba en estudiar, aprender y prepararse para el futuro, y estaban los que sabían que aunque no movieran un dedo tendrían la vida tranquila y asegurada por el resto de sus días… no eran desordenados ni belicosos, el colegio era bastante estricto en sus reglas, no se admitían peleas, sino mas bien eran chicos indiferentes frente a los estudios; algunos vivían pendientes del PC y el celular, otros, de los audífonos en sus oídos, los libros o cualquier otro interés que no fuera el estudio. Entre los primeros estaba Carlos; era un buen alumno y una buena persona.  Daniel ya había decidido en que grupo encajaría él. Seguía pegado en sus recuerdos pero poco a poco estaba haciendo el esfuerzo para despegarse y seguir adelante. Tenía que hacerlo, iba a estar entre los mejores, tenía que volverse fuerte, desarrollar sus habilidades y ser mejor… ¿mejor que quien? Lo sabía perfectamente bien. Tenía que aprender a superarlo en todo y para ello no solo necesitaba ser un buen alumno.

Estaban en el comedor almorzando mientras Daniel pensaba todo esto. Disimuladamente levantó la vista y recorrió los rostros de los cientos de jóvenes del lugar. Aún no tenía un objetivo claro, pero lo estaba buscando, lo necesitaba… sabia que necesitaba aprender cosas que no se las enseñaría ningún libro, tenía la mayor parte de la teoría en su mente… solo necesitaba alguien con quien ponerlas en práctica y perfeccionarlas. 

Terminó de almorzar y se dispuso a salir. Entonces algo lo golpeo en la espalda seguido del ruido de platos al estrellarse. Se giró molesto y vio a un chico nervioso que intentaba recoger lo que había caído, luego de golpearlo a él. Lo miró fijamente… era un poco menor que él, delgado, de pelo trigueño y ojos claros, sonreía un poco estúpidamente mientras trataba de explicarse… con una sonrisa preciosa en una cara dulce y llena de pecas.  Daniel dejó el enojo de lado y bajo hasta quedar a la altura del chico

– ¿Te ayudo?

– Discúlpame por favor.. yo, soy un torpe y… bueno. Gracias

Daniel sonrió por primera vez desde que había ingresado al colegio. Lo volvió a mirar y la sonrisa se volvió más amplia y confiada.

– No te preocupes. – le ayudó a limpiar el desastre – Soy nuevo aquí, me llamo Daniel

– Ahh.. yo llevo aquí como mil años… soy Coque

Daniel sonrío encantado ante el gracioso nombre-

-Jorge… me llamo Jorge pero todos me dicen Coque

Explicó el precioso pecoso como si Daniel fuera un retardado. Dejaron las cosas y siguieron caminando juntos hacia la salida del comedor

– ¿Qué año Coque?

– Segundo  y tú? Tercero? 

– Si.. ¿por qué llevas aquí mil años? …

Se alejaron por el pasillo rumbo a ninguna parte en especial y conversando de todo en general. Solo hablando y conociéndose. Coque era divertido y le gustaba contar cosas de manera chistosa. Era un chico encantador y muy abierto. Después de un buen rato a Daniel le pareció que la búsqueda había terminado y ahora empezaba una etapa diferente.

GONZALO

Andrei se despidió de Gonzalo y cerró la puerta.  Lo dejo sólo…  completamente solo en su departamento. Ni siquiera se molestó en encender las luces. Estaba muy cansado… le dolía la cabeza de tanto pensar… camino directamente al sillón y encendió un cigarrillo… Miguel, … Miguel… desde que desapareció su nombre se había convertido en sinónimo de salvación y perdición… se sentiría tan dichoso de encontrarlo… salvado… saber que estaba bien… tiene que estar bien… no puede haberle pasado … no.. no… y ahí es donde llegaba el punto de perdición… Dios!! ¿Qué mierda haría si llegaba a encontrarlo?…  ¿Cómo iba a volver a mirarlo?… ¿Qué diablos iba a hacer cuando lo encontrara?… posiblemente sólo alegrarse de que estuviera vivo y conformarse con verlo desde la distancia de vez en cuando… no… patrañas!!! él no era así… no podría ser así con Miguel… no sabía ni cómo ni cuándo… pero haría lo que tuviera que hacer para no dejar que Miguel se alejara de él… si le daba la oportunidad de alejarse de seguro no lo volvería a ver nunca más…  el peso y el dolor lo estaban volviendo loco… necesitaba hablarle… decirle… explicarle…  fue una traición… fue una traición y   Miguel tenía que entender… tenía que aparecer… donde mierda estaba???!!!.

Se había exprimido el cerebro esta última semana pensando en él… había dejado todo botado. Su padre lo había llamado en varias ocasiones y se había disculpado en todas ella aludiendo algo más urgente e importante… ya mañana tendría que ir a conversar con él, no podía seguir inventando excusas o su padre empezaría a sospechar algo… Incluso habló con la madre de Miguel… el trabajo se había extendido… Miguel estaba en otra ciudad…  les había enviado un sobre con dinero… notó la cara de preocupación… con el mayor de los cinismos le pregunto a Nali si Miguel se había comunicado con ella… la respuesta de la chica parecía real, genuina… el teléfono que Miguel le había regalado se le había caído y no funcionaba… Ah! Sonrió Gonzalo con cinismo, de seguro había tratado de llamarlas pero no había podido contactarlas… se quedaron tranquilas… él se quedo preocupado; ellas tampoco tenían ni la más mínima idea de dónde podía estar Miguel…

Terminó el cigarro y se dirigió al dormitorio… no debería seguir viniendo a este departamento, le recordaba tanto a  Miguel… la cama, el sofá… el mocoso en todas partes… su risa, su rostro… mierda!!  Lo cruel que había sido con él…. Cerró los ojos y retuvo frente a su vista la última imagen que tenía de Miguel… horrible, dolorosa… afiebrado, casi muerto, sediento… Dios!!! Hasta cuando iban a seguir saliendo estas estúpidas lágrimas de sus ojos!!!  Cualquier día de estos iba a terminar llorando frente a Andrei!!!  No sabía dónde más buscarlo…  estaba comenzando a desesperarse de verdad…  a tal punto que estaba pensando en pedir la ayuda de su padre…   Le daría un día más de plazo… Miguel tenía que aparecer sino iba a convertir esta maldita ciudad en un baño de sangre hasta que apareciera… alguien lo tenía… y él lo quería de vuelta.

Salió del baño y se metió en la cama. Abrió el cajón del velador…  tomó el brazalete en sus manos… aún tenía manchas marrones oscuras y resecas…  sangre de Miguel… lo apretó fuerte en su mano… sabía que era muy estúpido, ese brazalete se lo había regalado Daniel a Miguel… pero le recordaba al mocoso… recordaba su brazo delgado y el brazalete moviéndose mientras le hacía el amor..mientras bailaban o jugaban… ¿por qué nunca le regaló algo?… ¿cómo fue tan estúpido?… debería haberlo colmado de regalos, cubrirlo entero de cosas bonitas…  Se durmió con el brazalete enredado en sus dedos.

Andrei pasó lentamente frente a la tienda de Lidia por tercera vez esa semana… era una tienda grande, elegante, fina… al igual que su dueña. Todo parecía igual que siempre… excepto la luz prendida, reflejada en una de las ventanas. Andrei detuvo el vehículo. ¿Quién estaba a esa hora en la tienda de Lidia?… ¿sería ella? A las 1 de la madrugada??  Si era así ni siquiera debería detenerse… mucho menos bajarse. Pero ya era tarde… ya se había estacionado y esta fuera del automóvil… no pensaba hablarle, solo iba a mirarla desde la distancia. Caminó sigilosamente hasta la parte posterior de la tienda y con la agilidad y la astucia que lo caracterizaban en sólo unos segundos había cruzado el límite y se encontraba en el estacionamiento de la parte posterior de la tienda. Miró hacía el local… había otra luz prendida en la parte posterior… ¿estaría trabajando con alguien más?. No podían verlo… tenía que ser doblemente cuidadoso. Chequeo el perímetro asegurándose de no ver cámaras de seguridad y sigilosamente se acercó hasta las ventanas de la tienda.

LIDIA.

Miguel estuvo casi media hora en el agua y no se quedó más tiempo porque sus heridas comenzaron a reblandecerse y a amenazar con abrirse. Realmente lo había disfrutado. Lidia, sonriendo cariñosa, lo abrazó con una toalla grande y llevó de vuelta al dormitorio, le pasó sus últimas medicinas, entre ellas la pastilla para dormir, aunque quizás esta noche no la necesitara porque estaba muy relajado y cansado con el baño. Se alegró tanto de haberle podido entregar ese pequeño gusto. Le habría gustado ver una sonrisa en su rostro pero parecía que Miguel había olvidado cómo sonreír. Se estaba volviendo más fuerte cada día, recuperando del daño causado, pero no había vuelto a sonreír. Esperó un rato hasta que Miguel se durmió y luego cerró la puerta. Apagó las luces. Conectó las alarmas y salió hacia el estacionamiento en busca de su auto. 

La noche estaba fría así es que apuró el paso y apretó el botón para abrir las puertas. Estaba a solo unos pasos de llegar al vehículo cuando escucho lo que le pareció un sueño…  lo que tantas veces había esperado escuchar…

-. Lidi 

Andrei salió de las sombras, casi al lado de ella, dentro de su recinto.. al lado de su auto.. Andrei… su Andrei.  Se quedo inmóvil mirándolo… no era un fantasma ni una aparición… era Andrei. Se llevó ambas manos a la boca para no gritar pero no pudo evitar que sus ojos lloraran y que sus pies siguieran avanzando hasta quedar al lado de él… tan cerca que podía volver a sentir su olor

-. Andrei…

Su voz temblaba… se cerraron sus brazos alrededor de su cuello… se sintió débil. Andrei la abrazó también con ambas manos y se quedaron así… con las mejillas juntas… enlazados apretadamente por largos segundos, respirando agitados… tratando de sobreponerse al impacto de volver a estar juntos. Fue Lidia la primera que retrocedió… algo no estaba bien.

– ¿Qué haces aquí?

Se alejo solo un pequeño paso y se secó los ojos. Andrei la miraba emocionado… quería retenerla, abrazarla, besarla… quería todo con ella… pero no podía. Apretó fuertemente los puños…

– Lidi… ¿podemos hablar?- su voz suplicaba

– ¿Hablar?

A la defensiva. Andrei no dijo nada pero su vista se dirigió a la puerta de la parte posterior. Lidia sintió el peso de tener que proteger a Miguel…  pero era Andrei…  no podía fallarle… era su Andrei.

– Si… está bien

Dio media vuelta y desanduvo sus pasos. Volvió a abrir la puerta posterior de la tienda. Andrei caminaba tras ella, el corazón le latía tan fuerte y no se explicaba cómo podía mantener la calma y coordinar sus movimientos. Lo hizo pasar rápidamente hacia la parte de adelante… hasta su oficina. Estaban solos… completamente solos en su oficina. Se sentó sobre el sofá blanco. Andrei se sentó a su lado. Despacio él estiro sus manos y tomó la de ella, con cuidado y cariño

– ¿Cómo estás Lidi?

Su voz era tan dulce que Lidia tuvo que hacer un esfuerzo para no ponerse a llorar nuevamente. Sonrió con tristeza. Nunca iba a estar bien sin él

-. Trabajando… viviendo… y tú, ¿cómo estás?

Andrei la miró largo rato. NO podía… no debía.. no, no.. se puso de pié muy bruscamente. Moría por tocarla.

– Estoy de vuelta… trabajo con Gonzalo

Lidia se quedó en silencio… ¿que podía decirle? ¿Qué lo amaba? ¿Qué sabía que no podía buscarla? ¿Qué lo tenía prohibido?…

– Que bien… estarás feliz, supongo

 Andrei se volvió a mirarla

– No juguemos así Lidi…  no lo soporto. Sabes que no puedo… si quiero recuperar lo que alguna vez tuvimos tengo que aceptar lo que me impongan

La sinceridad de Andrei era apabullante…

– ¿Te lo prohibieron… verdad?- pregunto muy despacio.

El asintió con la cabeza. Lidia se puso de pie muy decidida y se acercó hasta él. Tomó su rostro entre las manos y lo beso con desesperación

– A mi no me prohibieron nada

Andrei no era de piedra… se derritió al contacto con los labios de ella. La abrazo estrujándola y volviéndose un poco loco en aquel beso inesperado y repitiendo su nombre sin cesar..

-Lidi… Lidi…

Suspiraba y se ahogaba en ella…  los segundos y los minutos avanzaron… ellos no se podían separar… con furia, con dulzura, con pasión, con llanto… con pena seguían besándose interrumpiendo el contacto solo para tomar aire justo antes de ahogarse.  Se abrazaron fuertemente.  Se calmaron… Hasta que sus respiraciones volvieron a ser casi normales. Entonces Andrei la tomó de los brazos y la alejó solo unos centímetros de él y la miró directamente

– Tenemos un problema Lidi 

Ella se puso tensa de inmediato. Sabía exactamente hacia donde iba Andrei

– No… tu y yo no tenemos ningún problema

Dijo muy decidida. NO quería nombrarlo, NO quería reconocerlo… quería que Andrei pretendiera no haber visto nada.  El bajo la vista… no podía hacerlo… le debía la vida… le debía su lealtad a Gonzalo… aunque su corazón le perteneciera a Lidia, tenía que hacer lo correcto con Gonzalo… no le cabía pensarlo de otra manera. Le hablo muy despacio, mirándola de frente y totalmente decidido.

– Lidi… tengo que llevármelo 

Lidia se giro bruscamente…  protectora… nadie iba a quitarle a Miguel! Nadie iba a arruinarle su gran oportunidad.

-No… no te voy a dejar

Lo miro suplicando.. Andrei no entendía… no sabía que ella estaba haciendo esto por ellos… posiblemente no lo entendería pero no iba a dejar que se lo arruinara… era su Andrei y ella lo convencería.. Andrei movió la cabeza negando

– Gonzalo está desesperado

– ¿Por terminar de matarlo?!!, ¿por volver a abusar de él??!! No me digas!!!  

Se plantó brazos en la cintura y la frente bien en alto delante de él… esperaba ver a Andrei avergonzarse o al menos arrepentirse de haber ayudado a Gonzalo… pero vio algo totalmente diferente.

– No, Gonzalo no va a matarlo ni a abusar de él… te doy mi palabra Lidia

Lidia?? La había llamado Lidia?? Solo usaba ese nombre cuando estaba molesto con ella… Se quedó en silencio un momento, pensando… no iba a dejar que se lo llevara… o si?… necesitaba a Andrei en su vida… Le estaba dando su palabra de que Gonzalo no iba a intentar nada malo contra el chico… Claro!! Eso era!!

– No me digas que él idiota ya se dio cuenta de lo  mucho que babea por Miguel??!! – lo dijo con aire triunfante… le gustó tanto la idea de imaginarse a Gonzalo sufriendo por Miguel… –¿ya se arrepintió el muy imbécil??!!!-

Andrei apretó los dientes… no contestó. Estaba haciendo un gran esfuerzo por no tirar a Lidia sobre la alfombra y satisfacer de una vez todos los sueños húmedos y de todo tipo que tenía con ella… de abrazarla y no soltarla más… la amaba hasta con el ultimo pelo de su cabeza… pero ella se estaba portando tan difícil…  no entendía que de su lealtad hacia Gonzalo dependía que pudieran estar juntos en el futuro… Gonzalo era su amigo…  ¿Qué había pasado entre estos hermanos que estaban todos en guerra?

. Gonzalo quiere a Miguel de vuelta

Fue todo lo que dijo con absoluta seguridad. Lidia se acercó. Le tomo las manos y lo miró a los ojos..

– Júrame aquí mismo que es verdad… que Gonzalo no lo va a dañar

Andrei sostuvo su mirada… limpia, clara.

– Te lo juro Lidi

le apretó las manos y con cuidado las levanto y besó cada una.

-. Bien… Dile al idiota de mi hermano que mañana voy a ir a hablar con él y veremos cómo le devuelvo a Miguel

– No puedo Lidi… se supone que no puedo verte ni hablarte… vas a tener que hacerlo tú misma

– Entonces olvídalo!!… olvida que lo viste y que me viste…  déjame tenerlo unos días más hasta que mejore bien… tú no sabes en el estado en que estaba ese… mierda!!!… si lo sabes, verdad?… lo sabes y no te importó!!!

– Yo.. yo no sabía quién era ni lo que significaba para Gonzalo. Lo supe demasiado tarde

Lidia aceptó su explicación, movió la cabeza entendiendo. Andrei continuó

– ¿Lo que significaba?.. ¿Qué significa? 

Quería saber.. mientras más le importara más poder de negociación tendría ella

– Eso tendrás que preguntárselo a él… 

Dios!! Andrei era tan terco… Nunca iba a abandonar su lealtad a Gonzalo??? No… nunca iba a hacerlo hasta que lo perdonaran… 

– ¿Por qué lo tienes tú?… ¿por qué te interesa Miguel?-

-Eso lo vas a saber cuando yo hable con Gonzalo

Buenp… ella también mantendría el misterio…  no podía decirle aunque se tratara de él mismo…  la maldita lealtad era tan fuerte que Andrei hasta podría intentar impedírselo.  Se miraron fijamente a solo unos pasos de distancia… midiéndose, deseándose… queriendo comerse con los ojos y el cuerpo… Andrei se rindió antes de haber empezado a pelear con ella.

– ¿Cuánto tiempo Lidi? 

se acercó a abrazarla como para no soltarla más

– Unos días… sólo déjalo recuperarse unos días más

– ¿Dos días?

Le hablaba en su oído… como si fuera un profundo mensaje de amor

– Dame más días… por favor, Los necesita

– No puedo… Gonzalo está desesperado, va a iniciar una guerra… 

La besaba…  intensa y dolorosamente…  le entregaba el alma en ese beso, ella le devolvía la vida… no debían… no podían pero ahí estaban ambos tan juntos y compenetrados como si nunca se hubieran separado. Andrei la acariciaba entera, su pelo, sus brazos… la volvía a abrazar una y otra vez y la apretaba fuerte contra su sólido pecho… ella pertenecía a su piel… ellos eran como uno solo.

– De acuerdo… dos días – se alejaron un poco

– Estoy confiando en tu palabra, Andrei 

– Te la vuelvo a dar… créeme que no va a dañarlo más

Andrei sabía que tenía que irse… pero no podía… estaba clavado al suelo frente a ella. 

– Lidi, espérame un poco más – la voz le salió del alma… con pena, dolor y sentimiento- te juro que vamos a volver a estar juntos… voy a hacer todo lo que pueda… nunca he dejado de amarte

era una promesa, eran esperanzas para el futuro

– Lo sé Andrei… yo tampoco he dejado de amarte…

y también estoy luchando por nosotros pensó Lidia pero no lo dijo… estoy luchando con garras y dientes por ti mi Andrei.

Les costó mucho separarse, pero finalmente después de un largo rato de besos y caricias, Andrei se alejó… antes de salir de su oficina se volvió hacia ella

-. Fue un buen trabajo Lidi…

– ¿Qué cosa?

– Robarte a Miguel – sonrió Andrei orgulloso  -supiste hacerlo bien

Volvió a besarla una vez mas y con el sabor fresco de su amada aún en los labios y el corazón henchido de felicidad y esperanzas desapareció tan sigilosamente como había aparecido.

Lidia estaba agotada… cayó de golpe en el sillón. Hasta antes que apareciera Andrei tenía todas las intenciones de irse directo a su casa, a su cama, a dormir…  ahora estaba toda confundida… traidora… se sentía que estaba traicionando a Miguel, pero ya no tenía escapatoria. Podría intentar llevarse a Miguel a otra parte… pero Andrei estaba confiando en ella también… Dios!! Que difícil… ¿cómo le diría a Miguel??  Porque al menos iba a tener un último gesto de respeto hacia él e iba a informarle que lo iba a traicionar.

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