Miguel Capítulo 28

DANIEL

Coque me había mostrado todo el internado… habíamos pasado los últimos días juntos y estábamos terminado el último recorrido esta tarde. Le pedí que me lo enseñara en vista de que llevaba tanto tiempo en este lugar, pero en realidad lo que me interesaba era su compañía, no el internado.

– Esas últimas salas de allá atrás  ya no las usan … eran unos laboratorios pero ahora hay laboratorios nuevos 

Coque siempre estaba en movimiento, era terriblemente inquieto y divertido, muy ágil y su mente captaba mil cosas por segundo.

El chico me tenía… fascinado, creo que es la palabra adecuada… una cierta especie de atracción total… no habían sentimientos intensos involucrados, apenas si lo conocía, pero desde que chocó conmigo en la cafetería hace unos días atrás, no nos habíamos separado. Coque también parecía disfrutar de mi compañía. No estábamos en las mismas clases pero en cuanto sonaba el timbre, nos buscábamos instintivamente.  La parte en que ahora estábamos era bastante solitaria. Terminamos de bajar la escalera y en vez de seguir caminando a su lado me senté en los últimos peldaños. Coque se detuvo y volvió sus pasos hacia atrás para sentarse a mi lado

– ¿Ya te cansaste abuelo? 

Me preguntó riéndose.  

Si, me había cansado… de esperar… quería algo más. Miré a mi alrededor…  al fondo del pasillo se alcanzaba a ver el jardín y en la distancia algunos chicos jugaban futbol, otros conversaban pero nadie se dirigía hacia nosotros o nos prestaba atención

– ¿Cómo que abuelo, insolente? 

Moví mis manos hasta hacerle cosquillas y Coque se retorció de la risa…  me hizo mucha gracia… tenía una risa alegre y contagiosa. Quité las manos de su cuerpo… se sentía rico a través de la tela de la camisa del uniforme… cálida… atrayente. Me quedé pensativo mirando a la nada

–  ¿Tienes novia Coque?

Habíamos conversado de muchas cosas estos últimos días pero ese tema no lo habíamos tocado. Coque se sonrojó levemente… desvió la mirada y también contemplo la nada

– No…

– ¿Cómo no?, eres un chico guapo y tienes 16… de seguro tienes novia… 

Insistí en preguntar… estaba buscando una respuesta… una señal que me indicara que si daba un paso con el chico no me equivocaría… necesitaba un indicio

– No.. no tengo novia… ¿de dónde quieres que saque una chica aquí en este lugar? 

Nos quedamos un rato en silencio sin mirarnos…  lo pensé bastante antes de formular la siguiente pregunta… pero tenía que hacerla

-. Entonces… ¿un novio, tal vez?

Ninguno de los dos nos miramos… seguíamos mirando al vacío, sumidos en nuestros propios pensamientos. Coque no me contestó de inmediato… ¿era eso una señal??

– Ya no… – respondió muy bajito ruborizándose completamente

– ¿Ya no tienes novio? 

Repetí confirmando si había escuchado correctamente… esta vez mirándolo de frente y comenzando una sonrisa en mis labios. Coque no movió su mirada pero negó con la cabeza 

– ¿Qué pasó con él?

Simple curiosidad… quizás para romper el pequeño hielo de incomodidad que se había instalado entre nosotros.

-. Peleábamos todo el tiempo…  nunca me dejaba tranquilo, quería saber todo de mi…

Su voz seguía siendo bajita, como si estuviera avergonzado de contarme

– ¿Un celoso terrible?

– Demasiado… me estaba haciendo la vida imposible así es que me alejé de él antes de matarlo 

Terminó su frase con una sonrisa,  Coque no sería capaz de dañar a nadie. Si algo había aprendido sobre él en estos días es que era una muy buena persona.  Finalmente se volvió hacia mí. No necesitaba más señales… había recibido letreros luminosos que me indicaban con total claridad el camino a seguir. Me acerque a él despacio y le tome la cara con mis manos… la sostuve delicadamente… el chico era delgado, frágil, bonito, alegre… me encantaba… quería conquistarlo… quería tenerlo a toda costa

– Coque… me gustas mucho- lo miré con mis enormes ojos verdes… el chico respiró muy rápido y jugó con sus labios mordiéndolos y chupándolos… estaba nervioso… no respondió… por primera vez desde que nos conocíamos Coque se había quedado sin palabras.

Posé mis labios despacio sobre los suyos… tanteando… buscando… sólo un leve roce. Coque respondió de inmediato… primero con un suspiro profundo y luego movió sus labios para responder al beso. Me sentí sobre terreno seguro… sostuve con ambas manos su pequeña y delicada cabeza y lo besé con ganas… un beso suave, dulce pero a la vez intenso y prolongado. Recordé otros besos… en otros labios y sentí esa maldita puntada fuerte en el corazón pero no le hice caso.

– Daniel- suspiro el chico abrazándose a mi cuerpo.

Sentí el calor de su pequeño cuerpo a través de la tela… lo abrace…. Sujete su cuerpo delgado y delicioso… sonreí…  Estaba aprendiendo y muy rápidamente.

MIGUEL

Desperté sobresaltado… toda la noche había dormido a saltos… sabía que había llorado en mis sueños… debí haberme tomado esa pastilla que Lidia me daba todas las noches pero Gonzalo las tenía y no iba a pedírselas.  Miré el lugar donde me encontraba… ya sabía dónde estaba… no me impactó tanto como la noche anterior. Gonzalo aún dormía cerca de mí en un sillón. Me levanté sin mirarlo y me dirigí al baño… no al del dormitorio de Gonzalo sino al otro… en mi mente pensé y me propuse que nunca más en mi vida iba a volver a entrar a ese cuarto así me costara la vida… nunca más.

Me quede en el baño con la puerta bien cerrada, al verme al espejo pensé en ducharme y arreglarme un poco pero entonces recordé que no tenía ninguna razón para hacerlo. Hice lo que tenía que hacer. Justo cuando me enjuagaba los dientes escuché el grito de Gonzalo y golpes en la puerta

-. Miguel! 

No le contesté, ni siquiera me inquieté… seguí enjuagándome y sólo cuando estuve listo abrí la puerta para encontrarme de frente con él. Reconozco que me sentí turbado…  su presencia me sobresaltó. Gonzalo me miró intensamente, algo molesto pero no me habló. Solo hizo un gesto de desesperación con las manos…  Pasé por su lado como si no existiera y volví al sofá. Nuevamente me acurruque, cerré los ojos… posiblemente no iba a dormir más aunque estaba cansado… pero al menos así evitaba verlo. Aunque estaba con los ojos cerrados supe que Gonzalo estaba a mi lado de nuevo.

– ¿Qué quieres de desayuno?-

Gonzalo, puedes sentarse a esperar la respuesta por mucho rato porque de mi no vas a escucharla

Miguel!!.. ¿Qué quieres para desayunar?.. voy a pedir que nos lo traigan hasta acá… – repitió la pregunta varias veces… primero con suavidad, luego suplicando… y finalmente con rabia. Si no hubiera estado tan triste y desanimado me habría reído del tinte de desesperación que se notaba en su voz… pero mi cara no reveló ni un gesto.

Escuché como Gonzalo hablaba por teléfono y ordenaba un copioso desayuno.  No me moví del sofá… como mucho cambiaba de posición cuando me cansaba pero no abrí los ojos. Lo escuché mover cosas en la cocina y luego el aroma del café recién preparado… por unos instantes recordé cuando tomábamos ese café juntos en las mañanas… dormíamos y despertábamos juntos en este mismo departamento… pero entonces éramos otros… o eso creí yo al menos… los ojos me escocieron… la garganta se me volvió un nudo apretado…  por suerte Gonzalo no estaba cerca. Rápidamente me borré las lágrimas del rostro… no tenía que pensar más en eso… ni ahora ni nunca más

– Miguel… ¿quieres café?- me preguntó cuatro veces, luego maldijo un par de veces jurando no sé qué cosas y me dejó una taza de café en la mesa, al lado del sofá. No lo toqué.

Rato después escuché el timbre, uno de sus hombres le habló bajo.  Cerró la puerta. Varios minutos después lo escuché llegar a mi lado

-. Levántate y ven a comer algo!! esta vez sentí como empezaba a temblar muy despacito… un leve temblor en el estómago… la voz de Gonzalo era tan autoritaria que me hizo volver a sentir algo de temor pero no me moví ni abrí los ojos. Respiré profundo y me acordé del lugar secreto en mi interior. Busqué refugio ahí y no presté más atención a sus palabras. Puedes gritar todo lo que quieras… no estoy para ti.

 

GONZALO

En algún momento va a tener hambre y entonces vendrá a buscar algo de comer…

Esperé… esperé malditas horas lentas y cansadoras. Saque mi computador, intenté estudiar… mi vista se iba hacia él a cada instante… ¿Qué mierda Miguel?… ¿por qué mejor no te levantas e intentas golpearme o gritarme o hacerme algo?… fueron horas imposibles… no minutos ni instantes… sino malditas horas.  El mocoso de mierda simplemente no se movió del sofá. Después de suplicarle varias veces que viniera a comer algo no supe qué más hacer… tenía todo el día para dedicárselo a él… le había pedido a Andrei que se hiciera cargo de algunas cosas importantes por este día mientras tanto yo intentaba comunicarme con Miguel pero… no estaba avanzando hacia ninguna parte… Intenté pasarle las medicinas que Lidia me entregó pero fue como hablar con una estatua… Me tenía los nervios destrozados… me había arrepentido mil veces de la promesa que le había hecho de no tocarlo. Le hablé… le insistí en que me dijera lo que quería… pero ya no sé que mas hacer… nada lo hace reaccionar.

Estaba comenzando a anochecer y Miguel no se había movido ni un pelo del maldito sofá más que para ir al baño ignorándome completamente. Cuando salió del baño me cruce frente a él impidiéndole continuar… obligatoriamente tenía que dejar de ignorarme. Se detuvo y pensé que iba a mirarme y a decirme algo… pero simplemente se movió hacia el lado y siguió caminando hasta volver al sofá….  por Dios! Debía tener hambre, cansancio, dolor… que se yo!… pero seguía porfiado en su actitud de pretender que yo no existía.… a ratos se dormía y entonces me pude dar cuenta que despertaba a saltos… dos veces incluso había lágrimas en sus ojos… me dio pena… lo sentí frágil ¿Cuándo diablos había sentido pena yo por última vez?… no lo recordaba… pero ahora sentí una enorme pena al verlo así… asustado creo…, ojeroso, pálido y sus ojos levemente aguados…  en verdad quise abrazarlo pero… maldita la hora en que dije que no lo tocaría… y más maldita aún la hora en que lo toqué dañándolo.

El sabor de la culpa era amargo y se sentía horrible

Estaba sentado en el sillón frente a él… Esta era una guerra de voluntades… pero yo tenía la culpa de su dolor… así es que eso hacía la guerra bastante dispareja… me estaba ganando, me estaba desesperando… nunca supuse lo terco y orgulloso que podía llegar a ser.

Pasaron un par de horas más… sabía que Miguel estaba vivo porque notaba su respiración pero 24 horas sin moverse, ni comer ni beber…  de acuerdo mocoso… tu ganas este round pero ni te sueñes que estas ganando la guerra.  Aún frente a él tomé el teléfono, estaba de espaldas a mí pero sé que estaba despierto y escuchándome. Marque el número. Me contestó muy rápido

– Hola.  Necesito de tu ayuda

¿Sabrás alguna vez lo que me costó pronunciar esas palabras Miguel? Peor aún fue escuchar su respuesta y tener que quedarme callado porque en verdad la necesitaba

– Sabía que me ibas a llamar. Voy de inmediato

 Lidia me cortó sin despedirse. Fijé mis ojos en su espalda

– ¿Escuchaste verdad? – por supuesto no obtuve respuesta –Acabo de rogarle a mi hermana que venga a ayudarme contigo…

Me levanté del sillón y me acerque hasta él. Me senté en el suelo a su lado

– No recuerdo la última vez que pedí ayuda Miguel… – ni un solo movimiento de su parte … pero sabía que me estaba escuchando – debo haber tenido 10 años… pero no sé qué hacer contigo Miguel… no quiero seguir viéndote así…. Dime algo…– Me quedé en el mismo suelo… muy cerca suyo… – por favor, háblame!!! no me respondió. Estire mi mano… estaba tan cerca pero a la vez tan lejos… la retiré antes de tocarlo… lo había prometido, maldita sea!!!

Lidia tocó la puerta pocos minutos después. Entró hecha un torbellino 

– ¿Dónde está?- le indiqué el sofá

– Miguel? 

Se movió… el maldito mocoso se movió… débil y todo, se sentó y la miró. Ella sonrió… el mismo tipo de sonrisa que le dedicaba a Daniel 

– Hola

– Hola  

Escuché por fin la voz de Miguel. Lidia estiro los brazos y lo envolvió… Miguel la abrazó de vuelta… si hubiera tenido algo a mano lo habría roto con los puños… tuve que contenerme para no tirar algo y estrellarlo contra la pared… supongo que eran celos… rabia. Con ella si reaccionaba, a ella sí le hablaba.  De acuerdo, ya me quedó claro que estás enojado conmigo y sé muy bien la razón.

-¿Cómo estás? – le pregunta Lidia bajito

– Bien– contesto tranquilo

¿Cómo bien?… ¿Cómo mierda estas bien?!!! No has comido ni bebido ni te has movido… siento que la sangre se me calienta pero no puedo hacer nada… Dios!! Como me cuesta controlarme

– No puede estar bien 

Intervengo tratando de que mi voz suene casi normal. Lidia me mira molesta

-. No ha comido ni bebido desde ayer.. apenas si ha respirado…

Ahora lo mira a él. Miguel no se inmuta

– Tienes que comer algo Miguel

Lo toma de la mano y ambos se levantan y caminan hacia la cocina, pasando muy cerca de mí… Miguel camina normal… todavía ignorándome, con toda su atención centrada en ella.

-¿Qué tienes de comida?- me pregunta Lidia.

Le indico lo poco que hay en mi escasa despensa y ella rápidamente le prepara algo fácil. Juntos… los muy malditos, se sientan juntos en MI mesa a comer… en MI departamento… Miguel come y bebe despacio pero no me toman en cuenta. Lidia le comenta sobre algunas tonterías de la tienda y otros temas sin importancia. Miguel no habla mucho pero le presta su atención. Con calma doy media vuelta y aprovecho los minutos de paz que me brinda la presencia de Lidia en el departamento. Me voy al dormitorio, cierro la puerta y me tiendo sobre la cama… el cansancio me tiene muerto… diez minutos… necesito sólo diez minutos de sueño y tranquilidad. 

El timbre de la puerta me hace saltar de la cama. Salgo del dormitorio… ninguno de los dos se ha atrevido a abrir la puerta. A fin de cuentas no sé si enojarme o echarme a reír… es Andrei, él único que falta para complicar aún más las cosas.

– Vine a ver cómo estás y si necesitas algo

Debe ser el enorme cansancio y la tensión, pero me alegra tanto verlo. Siento el impulso de abrazarlo pero no lo hago. Solo abro más la puerta y le indico que entre. Por supuesto al cruzar el umbral la ve… y ella a él.  Lidia salta de su asiento y ambos se quedan mirando fijamente. Andrei me mira… preguntándome…

– Pasa… está todo bien. Ya conoces a mi hermana, ¿verdad?

Lamento ser irónico en este momento pero estoy al borde de asesinarlos a todos… de tomar a Miguel y obligarlo a hablarme y a reaccionar conmigo como lo hace con ella… 

Andrei está completamente desconcertado, pero Lidia se acerca a él y frente a mis narices lo abraza… Dios!, la cara de Andrei es de desconcierto total… me sigue mirando esperando que le diga qué hacer

– Está bien Andrei  mientras sea en privado está bien

Solo entonces rodea con sus brazos a mi hermana…  se funden en un abrazo como si quisieran ser uno solo… miro a Miguel… está emocionado por Lidia… siento envidia nuevamente, quiero abrazarlo de la misma manera que ellos.

Lidia terminó ordenando más comida y los cuatro nos sentamos en la mesa. Miguel no habló pero al menos comió en la misma mesa conmigo.  Lo miraba a cada rato tratando de que sus ojos se cruzaran con los míos… quería una reacción… cualquiera… aunque fuera una mirada de odio… pero nunca la hubo. Comí sin ganas. Lidia y Andrei comieron tomados de la manos… no hablaban mucho tampoco pero irradiaban una energía que no necesitaba palabras para entenderse. Mi hermana, a pesar de Andrei, estuvo pendiente de Miguel todo el rato. Al terminar de cenar era bastante tarde. Me levante y me alejé de ellos para fumar tranquilo un cigarro. Cuando estaba terminando se me acercó Lidia. Me condujo hasta el balcón. Nos quedamos solos… la felicidad le salía por cada uno de los poros… brillaba entera como si estuviera conectada a una fuente de poder

-. Cumpliste tu palabra Gonzalo… Gracias

– Solo en privado Lidia… no los quiero ver juntos en ninguna parte pública… es mi cabeza y sobre todo la de él la que estamos arriesgando

– Lo sé… te prometo que seremos muy cuidadosos

No puede evitar sonreír y estar feliz.  La miré esperándome que me hablara de Miguel

– Bueno… no sé qué decirte Gonzalo… Miguel está decidido a ignorarte por completo

– Vaya!… creo que ya me había dado cuenta

– Pero… DiosNo puedo creer que voy a ayudarte… Hay algo que puedes usar para lograr que deje de ignorarte

– ¿Qué? – traté de no parecer ansioso

– Miguel está muy preocupado por su familia… quiere saber qué pasó con su mamá y su hermana

– ¿Quieres que lo lleve a verlas?!! Imposible!!

-. No… pero puedes hacer que se comuniquen… ¿no?

¿Cómo no se me ocurrió antes? Si llevaba a Miguel hasta su familia probablemente se derrumbaría y su mamá se daría cuenta… es decir, no lo volvería a ver más, pero si le permitía hablar con ellas, entonces… eso era diferente. Mi mente funcionaba rápidamente, si no fuera tan tarde habría hecho los arreglos ahora mismo pero a esta hora imposible… sin embargo, tenía un motivo para lograr que Miguel me hablara…  en un acto totalmente impulsivo abracé a mi hermana… fue extraño, creo que ambos nos sentimos extraños pero bien… hacía tanto tiempo que nos habíamos alejado. Nos miramos y sonreímos sin dejar de abrazarnos.

-. Vas a tener que usar toda tu paciencia Gonzalo

– Lo sé

-¿Por qué lo trajiste aquí?.. al mismo lugar en que lo…

– No lo pensé…

Grandísimo imbécil!! ¿En que estaba pensando cuando decidí traerlo aquí?? Con razón Miguel temblaba anoche

– Llévatelo a otra parte… no lo vuelvas a traer a este departamento 

Asentí con la cabeza

-¿Algo más?

Lidia me miró un buen rato antes de contestarme

– ¿Cuánto te gusta Miguel?

Ahora fui yo el que me quedé callado un buen rato…

– Mucho – fue todo lo que le respondí.

De pronto recordé que Lidia siempre estaba del lado de Daniel, aunque mi hermano menor estaba bastante lejos de nosotros en este momento

– Miguel está muy dañado… dale tiempo y espacio, no lo agobies

– ¿Qué quieres decir?

– No puedes estar todo el día encima suyo… va a terminar odiándote aún más de lo que… – no terminó la frese

– ¿y qué me sugieres?

– Me tienes a mí y tienes a Andrei, no? 

No sé si me convencía la idea de dejar a Miguel con ellos. Pero tal vez Lidia tenía razón… no podía estar todo el día encima suyo. Respire más tranquilo. Lidia si me estaba ayudando, Me había ayudado a aclarar mis ideas respecto a qué hacer con Miguel.

Entramos. Andrei y Miguel conversaban aún sentados en la mesa… parecían llevarse bien… Miguel se veía más despierto y ágil luego de comer, escuchaba con atención lo que mi amigo le hablaba… mierda!, hasta con Andrei podía conversar.

Cuando volvimos a quedarnos solos, sentí que Miguel estaba más tranquilo. Estuvo un rato sentado en la mesa y luego se fue de vuelta al sillón. Fingí no prestarle atención y concentrarme en la pantalla del computador. Dejé que pasara un rato y me acerqué hasta quedar al frente suyo.

– Esta bien… Ya entendí que no quieres hablarme… ¿podemos negociar al menos? – no movió un músculo ni abrió los ojos. – Tengo algo que proponerte– Me agache hasta quedar a su altura – ¿te interesa? 

Nada… ni siquiera se alteraba su respiración. Entonces decidí jugarme una de mis cartas bajo la manga

– ¿Quieres saber de tu familia?

El efecto fue inmediato. Abrió sus ojos y me miró interesado.

– He hablado con tu mamá varias veces. Le dije que estabas haciendo un curso de especialización de la empresa. Me creyó… 

Baje la vista…no pude continuar mirándolo… en alguna parte de mi sentí vergüenza… creo que tampoco había sentido eso desde que era niño… la forma en que Miguel quería a su familia…

– Están bien… las dos… les entregue… le dije que tú les habías mandado dinero

Volví a mirarlo… no sé si se daba cuente que estaba llorando. Nunca me había costado tanto no tocarlo como en ese momento. Solo un abrazo… me paré alejándome

-Mañana te voy a pasar un teléfono para que hables con ellas… pero te voy a pedir algo a cambio…

Me quedé en silencio esperando… ahora tenía que hablarme… tenía que hacerlo.

– ¿Qué? 

Suspiré aliviado… una maldita preposición saliendo de sus labios me estaba haciendo tan feliz

– Deja de ignorarme…

Volví a su lado. No me respondió… solo me miró un rato largo. Muy… pero muy levemente asintió con su cabeza… un gesto casi imperceptible. Luego se levantó y entró al segundo dormitorio. Cerró la puerta.  Bueno había avanzado algo… a fuerza de chantaje, de acuerdo, pero al menos había accedido a dejar de ignorarme.

Encendí un cigarro y miré la puerta cerrada. La hubiera preferido abierta y conmigo adentro… pensé en las posibilidades de que se hiciera daño pero creo que ya habían pasado… tuvo toda la noche anterior para dañarse si lo hubiera querido…

Cerré la puerta del departamento. Antes de apagar las luces vi los remedios sobre la mesa. Llené un vaso con agua y me acerqué a la puerta cerrada. Golpeé despacio y esperé… Miguel abrió… se había duchado, tenía el pelo mojado… se veía precioso a pesar de no sonreír.

– Las olvidaste

Le pasé los remedios y el vaso con agua. Los recibió cuidando de no tocar mi mano.

– Gracias

Fue una respuesta mecánica, sin mirarme pero me volvió a alegrar. Cerró la puerta de inmediato.

Me fui a mi dormitorio y me acosté más tranquilo. Tenía que buscar un nuevo departamento… un teléfono para Nali que había roto el suyo… tenía que asistir a clases mañana para dar un test importante… tenía que aparecerme por la oficina a trabajar… y por sobre todo, tenía que recuperar la confianza de Miguel…  casi nada.. me esperaba un día simple como cualquier otro. Cerré los ojos, la última imagen de Miguel recién duchado y con su pelo mojado bailó antes mis ojos… estaba ahí, a unos pasos de distancia… mierda! Como si estuviera en otro planeta.

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