Miguel Capítulo 32

GONZALO

Cuento los días y ya son muchos, son demasiadas las horas que llevo esperándolo… mirándolo sin que se de cuenta… dándole tiempo para que me permita acercarme a él nuevamente… me desconozco… nunca me creí capaz de sentir lo que siento y aguantar lo que le tolero al mocoso… cada día caigo un poco más en esta espiral que parece no tener fondo… no tengo de que sostenerme… cada vez me enamoro un poco más, lo encuentro más atractivo… más deseable. Sus facciones no sólo se han recuperado sino que se ha vuelto aun más atractivo… su sonrisa aún no ha vuelto completamente, al menos no ha vuelto para mi aunque a veces lo escucho reír con Andrei o Lidia y apretó fuerte mis puños tratando de evitar el pinchazo de los celos… nunca es para mí,… claro!, yo perdí el derecho a recibirla … muy de vez en cuando recibo una mirada directa de sus ojos oscuros pero fríos… su pelo sigue siendo un imán… largo, brillante… recuerdo que su pelo fue lo que me hizo desmoronarme aquella maldita noche…

Ha cambiado y mucho, gracias a los consejos de Lidia y Andrei… atrás quedaron las ropas de chico, sin forma ni color, ahora solo viste lo que ellos le indican y no sé si da cuenta el efecto que produce…

-. Te ves bien hoy día

Es temprano y estamos desayunando… atrás quedo también la costumbre de no desayunar en casa… ahora es importante porque es uno de los pocos momentos que compartimos y podemos hablar, aunque siempre soy yo quien inicia un corto dialogo al que Miguel responde apenas

– Gracias

Bebé su café algo avergonzado…pero frío y distante

– fue idea de Lidia

Lidia disfruta esta transformación, para ella es el perfecto reemplazo de Daniel… lo consiente y lo malcría como hacía con mi hermano… se enorgullece cada vez que logra crear un look nuevo para Miguel y me mira en secreto esperando mi aprobación… no sabe lo que me hace… o tal vez si lo sabe y lo está disfrutando…

Miguel se ve precioso y yo quedo idiotizado y desconcentrado… aunque no se lo demuestro, ni a él ni a nadie… mi sufrimiento es solo para mi… quedo pegado en su cuerpo y en sus movimientos, recordando cuando era tan fácil… solo tenía que estirar mi mano y tocarlo… tenía total y libre acceso a cada partícula de su cuerpo… a su risa, a sus labios, a su piel… a todo el maravilloso mundo que estábamos logrando…  Mierda!!!  Hay ratos en que simplemente deseo que no esté cerca de mí vista porque mirarlo sin poder tocarlo me parece insoportable, quizás la peor de las torturas que me ha tocado vivir hasta ahora y hay otras veces, en que es tanta mi necesidad de él, que invento la manera de pasar casualmente a su lado solo para sentir su aroma… no puedo rozarlo, no puedo tocarlo… es mi castigo, pero me estoy volviendo loco y solo yo soy el testigo de esta locura… sé que Andrei percibe parte de lo que me pasa y a veces intenta hablar conmigo… pero no quiero hablar, no tengo nada que decir… yo me busqué este problema, yo lo resuelvo.

Aparte de los cambios físicos Miguel también está diferente… más maduro, más despierto y bastante más seguro que en los primeros días… ha recuperado ese aire de hostilidad hacia mí que tenía cuando recién lo conocí… ahora se atreve y con pequeños gestos me desafía, gestos que sólo yo noto y que sé, van dirigidos a mi… la indiferencia intencional con que espera a Andrei cuando está en mi oficina, el leve aire de superioridad cuando pasa a buscar agua o algo en el departamento… pasa frente a mi sin mirarme, deslizándose tan seguro y tan… deseable… y aunque esté muy concentrado estudiando en el computador u ocupado en alguna otra actividad, mi vista y mis sentidos se quedan embobados en él…  ninguno de los dos dice nada pero la tensión se siente.   Él tiene el poder…  en sus manos está la expresión máxima de poder que es el maldito sonido de la puerta de su habitación que se cierra cada noche… dejándome afuera.  He llegado a odiar ese momento… he pensado tantas veces, mirando esa puerta cerrada, en simplemente abrirla y obligarlo a recordar… yo sé que él también tenía sentimientos por mi… no me puedo quitar de la cabeza la imagen de Miguel totalmente entregado… mío… completamente mío… ¿cómo mierda fue que no supe darme cuenta de lo valioso que tenía entre mis manos??

He alterado mis horarios y evito en lo posible salir de noche, a menos que forzosamente, sea un asunto de trabajo… si es así, Miguel viene conmigo… es trabajo, no? Tiene que acompañarme. Y no, no es desconfianza ni temor… es solo que no quiero que esté solo… Miguel es fuerte… creo que está saliendo adelante pero… recuerdo lo que hice… recuerdo su cuerpo tirado casi inconsciente… no quiero que este solo… eso es todo. Me he saltado varias veces ya la cena familiar de mi madre los días sábados… eso la enfurece aunque luego llego con flores y una buena disculpa, apoyado por Lidia y el enojo se le esfuma. Me cuesta dejarlo solo… me cuesta mucho más no saber dónde está o qué hace.

– Tienes que dejar de tratarlo como si fuera de tu propiedad – me repite Lidia cada vez que se da cuenta de mi impaciencia – tienes que darle espacio para que vuelva solo a ti… sin forzarlo

– ¿Más espacio aún? – no puedo evitar el sarcasmo… es una forma de ocultar lo que me duele.

– Se querían, ¿no?… déjalo que recuerde las cosas buenas… ¿hubo momentos buenos entre ustedes?

– Muchos – a mi mente vuelven las sonrisas de Miguel y su cara llena de satisfacción después del sexo…

– Entonces dale tiempo… por ahora solo recuerda el daño… está traumatizado, tratando de recuperarse… en algún momento se va a acordar de lo bueno que hubo entre ustedes

Tiempo, espacio, paciencia… nunca pensé que formarían parte de mi vida diaria.

Lidia y Andrei son nuestros únicos visitantes habituales. Al  menos un par de veces a la semana nos acompañan a cenar… destilan felicidad y amor por cada poro de piel y he llegado a agradecer su presencia, de otro modo, Miguel simplemente no cena y se encierra en su habitación. Pero cuando ellos aparecen lo veo reaccionar y comportarse casi como era antes… con ellos, nunca conmigo. Aún así, me da gusto observarlo

– Se ve precioso, ¿verdad?

En un rincón de la cocina nos hemos quedado solos mi hermana y yo en uno de esos momentos de conversación que se han vuelto tan normales últimamente; Andreiy Miguel atentos al futbol en la televisión. No le contesto.

– Me encanta como ese color resalta los rasgos de Miguel, ¿no crees lo mismo tú?

– Lidia… no sigas

Ella solo sonríe… sabe bien lo que me causa

– Lo siento… Mañana voy a llevarlo de compras de nuevo… quiero regalarle un perfume que…

– NO…

La tomo fuerte del brazo y la giro hasta que queda frente a mis ojos

– Perfumes no

– ¿Por qué? – se suelta de mi brazo que la aprieta incomodándola.

– No le compres perfume… nunca, ¿está claro?

El enojo en mi voz se percibe claramente

 Okay, okay… perfumes no entonces

Estamos bien con Lidia, nuestra relación actual es más cercana, conversamos y hemos vuelto a recuperar parte de nuestra relación de hermanos aunque no llega a ser ideal aún… hay cosas pendientes entre nosotros… no me perdona el daño causado a Miguel y mucho menos lo sucedido con Daniel, pero está agradecida por Andrei y de alguna forma, también me agradece y se compadece de mi actual situación con Miguel… a veces odio sentir esa compasión de su parte y en otras ocasiones se lo agradezco. Pero aún no tenemos la suficiente confianza como para contarle… no puedo explicarle a ella algo que a duras penas puedo explicarme a mí mismo sin sentirme como un estúpido…  sucedió hace unos 10 días atrás. Miguel salió temprano del departamento. Andrei lo esperaba. Al salir, pasó cerca de mí… mi nariz fue violentamente invadida por el aroma de Miguel… levante la cabeza buscando más de ese olor… mi mente, de inmediato, se llenó de recuerdos… Miguel desnudo abrazado a mi cuerpo mientras nuestras bocas se fundían en una sola, Miguel riendo con ganas mientras intentaba arrebatarme el teléfono, pequeñas gotas de sudor deslizándose por su sien mientras su boca gemía mi nombre embriagado de placer y dolor… un torrente de emociones me sacudió… muy fuerte… casi  con violencia…   lo necesitaba urgente, como a una droga, quería más de él… al menos su olor. Sin saber cómo, abrí la puerta de su habitación y entré… su aroma estaba en el aire… respiré profundo tragándomelo todo…  de la silla tomé las ropas que había usado el día anterior y las llevé a mi nariz… Miguel!!!… el olor de Miguel me envolvió y los recuerdos volvieron con más intensidad… risas, cariño, dolor y placer, su boca abierta esperándome, sus ojos en los míos….  era doloroso recordarlo pero no podía evitarlo… me sentí débil, cansado… me senté en su cama y durante largos minutos contemplé el lugar donde cada noche dormía él solo mientras yo, en la cama de la habitación contigua… pensaba desesperadamente en él…  De pronto me sentí idiota… un estúpido… traté de pensar racionalmente… ¿Qué diablos estaba haciendo en su dormitorio con sus ropas entre mis manos??!! Qué actitud de adolescente enfermo de amor!!!… Pero no pude soltarlas… tenía al mocoso metido hasta el centro de mi ser… completamente dueño de mi voluntad y mi corazón…  ahí estaba yo… como un idiota, sufriendo por su rechazo… por mi estupidez… apreté aún más sus ropas en mi mano… amor…  rabia y amor al mismo tiempo… ¿cómo pueden mezclarse tan fácilmente dos emociones tan diferentes y tan fuertes??

Yo también he cambiado… he cambiado mucho a causa de él, a veces no me reconozco; este ha sido el periodo más largo de abstinencia desde que era adolescente. Una tarde sintiéndome particularmente excitado por la actitud de Miguel me fui al “Red Carmine”. Al poco rato encontré un chico… sin querer me fijé en alguien parecido a Miguel… pero la sensación de vacío y frustración que me dejó fue peor… ahora tengo un lado débil que a ratos llego a odiar… Miguel se ha vuelto mi debilidad y cada día crece en vez de disminuir.   En mi trabajo, en la universidad, soy el mismo de siempre… puedo concentrarme y olvidarme de él mientras cumplo con todas mis obligaciones…  es solo que donde quiera que voy o estoy llevo a Miguel bajo la piel y eso me hace tal vez, un poco más duro… parece una contradicción pero no puedo demostrar frente al resto el dolor que siento… se disfraza de poder, de dureza, de control, de la misma indiferencia que recibo de su parte… cuando en realidad, al verlo sentado en mi oficina, esperando a Andrei, sin prestarme atención alguna… quisiera mandar todo a la mierda y forzarlo a recordar lo que tuvimos, lo que sentíamos… llenarlo de besos y caricias hasta que recuerde, hasta que sienta lo mismo que antes… Miguel maldición!!! sólo necesito que me des la oportunidad de demostrártelo mocoso… tu sentías Miguel, tú tenías sentimientos por mí, no pueden haber muerto… no puede ser que yo mismo haya hecho que olvidaras todo lo que sentías por mi…  Me dijo que mi amor es dañino… pues yo voy a demostrarte que no es así… puedo ser diferente,  lo que quieras o necesites. Entiendo las reglas del juego y estoy haciendo lo posible por seguirlas… sin violencia, sin forzar ni presionar… esperar tu consentimiento… creo que puedo seguirlas, aunque eso no evita que a veces quiera tocarte y mandar todo al mismísimo infierno…

A solas he pensado mucho en lo que le hice, he revivido cada uno de los momentos de aquella noche… también he recordado que solo un par de noches antes estábamos juntos, ambos asustados de lo que estábamos sintiendo, tratando de convencernos de que solamente era sexo… y luego… entonces… la maldita pulsera, Daniel… los malditos celos… traición… fue una traición, pero no debí… nunca debí tocarte más que con cariño y amor… enloquecí… no tengo otra explicación más que esa… enloquecí de celos y rabia… actué como un animal… no debí hacerlo contigo Miguel,

Quiero hablarle… explicarle… convencerlo… seducirlo nuevamente… quiero que me permita llegar de vuelta a su corazón…  lo intento pero ni siquiera me da la cara para iniciar una conversación. Paciencia, espacio y tiempo… mierda!!!  Duele su indiferencia… más que si me gritara o me golpeara…

Cuando le dije que podía visitar a  su familia, no sé si se dio cuenta que me sonrió… me sentí feliz por su sonrisa.  Nunca, nunca más volvería a dañarlo… él es quien tiene el poder de devolverme la tranquilidad…  tengo la seguridad absoluta de que él es perfecto para mi… y yo soy lo que él necesita… es amor… es este  amor que me tiene la vida toda complicada pero que, a la vez, me da fuerzas para seguir… el objetivo es claro… recuperar lo que tuvimos… y no voy a detenerme.

 

LIDIA

Salimos juntos del departamento de Gonzalo como muchas veces lo hemos hecho… antes de llegar a la planta baja nos despedimos con un beso cariñoso y cada uno sigue su rumbo por separado, aparentando no conocernos y rogando que nadie nos vea … Las primeras veces, cada pequeño momento que estábamos a solas nos buscábamos apasionadamente, el corazón latiendo fuerte y las manos inquietas en el cuerpo cercano… pero nos hacía daño… cada uno sintiendo la frustración propia y la del otro… la intranquilidad recorrernos enteros. Sin conversarlo ni ponernos de acuerdo, ambos decidimos cambiar los besos apasionados y las caricias atrevidas por un beso cariñoso que nos dejaba, al menos, sintiéndonos tranquilos. Pero ya me estoy cansando. Nadie tiene derecho a manejar mi vida privada ni tampoco los sentimientos de Andrei… yo no pertenezco a esta jerarquía que tienen Gonzalo y mi padre… amo a este hombre con todo mi ser y estoy decidida a que sea el compañero de mi vida… estoy frustrada, quiero más, lo quiero a él… todo el día, todos los días y completo, entero, todo para mi. Solo puedo imaginarme cómo se debe sentir Andrei al respecto… no dice nada, nunca se queja ni nunca maldice ni grita como lo hago yo… él es tan leal a Gonzalo que a veces quiero patearlo y abofetearlo… soy yo, soy el amor de tu vida!!!quiero verte desesperado por mí. 

Gonzalo me lo advirtió la primera vez que estuvimos juntos en su anterior departamento… me dijo que solo en privado y en su lugar… pero

-. Necesito hablarte 

Del brazo lo llevo hasta el balcón… estamos desarrollando una eficaz comunicación entre los dos… cada vez que necesitamos hablar en privado nos miramos con un pequeño gesto especial y a los pocos segundos nos reunimos en el balcón o en un rincón apartado de la cocina donde podemos hablar a solas.

– ¿Qué pasa?

Okay… de acuerdo, el tema es delicado… más encima es mi hermano… ¿necesito su permiso? Que absurdo!! no lo sé. Pero necesito hacer algo porque ya… ya estoy al borde de la histeria.

– Gonzalo… ¿cómo te sientes cuando ves a Miguel y no puedes tocarlo?- me mira molesto…

– ¿A qué viene esa pregunta tan idiota?

– Solo responde – insisto.

Saca un cigarro y lo enciende. Se toma todo el tiempo del mundo en responderme

– Frustrado, enojado… herido – exacto… exactamente así es – ¿me explicas ahora por qué lo preguntas?

– Bueno… quería saber si te sientes igual que yo…

Me quedo expectante a su reacción… al principio me mira algo confundido… luego mira a Andrei y me vuelve a mirar. Ha entendido.

– No Lidia… no puedo – rotundo… definitivo.

– Gonzalo… no te estoy pidiendo permiso… te estoy advirtiendo lo que voy a hacer

Segura y tajante

– Lidia… no estás jugando con fuego sino con su vida–  

Diablos!… por qué tenía que recordármelo

– Entonces ayúdame… ya sabes lo que se siente y como duele… por favor Gonzalo, ¿cómo crees que se siente Andrei?… ¿lo pensaste alguna vez?

Su mirada se detiene en Andrei, es su amigo… se conocen tan bien y luego se pierde sobre las luces de la ciudad… no creo que haya pensado mucho en nosotros, está demasiado consumido en su propia frustración y dolor… El comportamiento de mi hermano me tiene sorprendida… ha tenido más paciencia y tolerancia de la que jamás le habría concedido… ya me ha convencido plenamente del amor que siente por Miguel y como no si es adorable… Estoy admirada de la forma en que se comporta y se contiene cuando antes habría usado fuerza y violencia para conseguir lo que quisiera… Gonzalo es insondable… no habla de Miguel y se lo queda todo para él… quisiera ayudarlo pero no puedo hacer nada más por él…. Nada más de lo que hago… Gonzalo sabe que mi primera lealtad va a ser siempre con Daniel… nunca me ha pedido que interceda por él ante Miguel… aunque por otro lado, creo que sería inútil, Miguel no quiere ni escuchar hablar de Gonzalo más de lo estrictamente necesario.

Sin decir una palabra sale del balcón y vuelve a los pocos minutos

-Toma- en mis manos pone un juego de llaves – son del otro departamento – sostiene fuerte mis manos- entiendes el riesgo que estamos corriendo todos, ¿verdad?

No puedo evitar mariposas en el estomago y una tonta sonrisa en mi cara… Oh Dios!! Andrei… por fin.

– Si… lo entiendo. Te prometo ser muy cuidadosa y no abusar

En un arranque de alegría y emoción me cuelgo de su cuello y lo abrazo como no lo hacía desde niños 

– Gracias Gonzalo… gracias

Luego del desconcierto inicial… me abraza de vuelta, con ganas, sin la timidez y la frialdad de antes. Siento que Gonzalo necesita cariño y nos lo estamos entregando. Nos pasa algo curioso, nos causa risa volver a abrazarnos como cuando éramos niños… tanta risa que Andrei y Miguel se vuelven a vernos sin convencerse de lo que están presenciando.

– Oye…- me dice bajito, aún riendo – no se te ocurra embarazarte, eh??

– Cállate tonto!!

Volvemos a reír y a abrazarnos ante la estupefacción de los otros dos que no entienden que nos pasa..

DANIEL.

Era un canasto grande, elegante y delicado, cubierto con papel trasparente y decorado con unas cuantas orquídeas… lleno de las más deliciosas y exóticas frutas frescas… muy difíciles de conseguir, pero internet y una buena tarjeta de crédito lo pudieron lograr. Las instrucciones que había dado eran bien específicas: debía ser entregado después de las horas de clases, personalmente a Nicolás, a nadie más que a él, a pesar de las estrictas reglas del colegio. Fue llamado a la Inspectoría del internado y recibió el canasto de manos del mensajero.

Casi todos lo vieron pasar a esa hora, con el hermoso canasto hacia su dormitorio y una inmensa sonrisa de sorpresa y emoción en el rostro. Aun no sabía quién lo había enviado pero por su rostro, se notaba que estaba feliz. Lo acompañaban dos de sus amigos… por suerte Alex no se encontraba a la vista. Dentro del canasto había una tarjeta blanca, muy simple “Para celebrar la buena salud de tu hermano”… sin firma, sin nombre, sin nada muy comprometedor… pero yo sabía que Nico iba a entender de inmediato quien le había enviado el regalo. Me habría encantado ver su cara al leer la tarjeta pero no había ninguna posibilidad de que eso pasara. Así es que tuve que conformarme con verlo pasar, orgulloso, luciendo su regalo frente a todo el resto del internado.

– Un poco exagerado, ¿no crees?

Coque también lo había visto pasar. No respondí… no quería mentirle ni engañarlo más de lo que ya lo estaba haciendo… Me limité a abrazarlo disimuladamente

– ¿Tú también quieres uno?- pregunté.

Se dio vuelta rápidamente, riendo ante lo que suponía, era una broma de mi parte

– No… no podría comerme ni la mitad de todo eso

Posiblemente Nico tampoco podrá, pero no me importaba mucho esa parte, ese no era el objetivo.

– Además… si lo quisiera solo tendría que llamar y pedirlo, no? 

No lo dice en forma arrogante sino con total tranquilidad… posiblemente sea cierto

– ¿Tiene mucho dinero tu familia?

Coque siempre me habla de la poca atención que recibe de su familia por ser el menor de 7 hermanos pero el tema del dinero no lo hemos tocado jamás. Se encoge de hombros al responder

-. Si… mi papá tiene empresas y además maneja gran parte del puerto

Todos sabemos que es el puerto… la mayoría de las mercancías entran y salen del país por ese camino… deduzco que la familia de Coque debe tener mucho dinero

– Entonces podrías regalarme algo tú a mi… ¿verdad?

Coque se ríe y estira una mano para tocarme muy disimuladamente

– Te puedo regalar lo que quieras… un Porsche??…  un Ferrari??…

Le hago cosquillas y lo desarmo rápidamente. Me encanta sentirlo retorcerse contra mi cuerpo

Era la hora justo antes del anochecer, cuando las tareas están hechas y tenemos tiempo de pasear por los jardines, ver televisión o hacer cualquier otra actividad que nos parezca… debido al calor, los jardines estaban llenos de chicos desparramados en grupos sobre las bancas o sentados sobre el pasto, tal como estábamos los dos, muy juntos.

 Bueh… yo también te podría regalar algo si quisieras…

– Tonto… me basta contigo

Me sentí un poco mal… no por estar engañándolo con mi interés por Nicolás, que no tenía nada que ver con mi relación él… sino por no haber pensado en regalarle algo a él… nunca me pide nada y siempre parece feliz solo conmigo… se me iban las manos por tocarlo…  tan pequeño y delicioso, siempre respondía algo que me hacía sentir bien.

– ¿Sabes que quiero hacerte?- murmuré nuevamente cerca de su cuello…

Coque rió despacito

– Si… si sé lo que quieres hacerme – se volvió hasta que nuestros ojos quedaron frente a frente -¿quieres que me escape esta noche?

Asentí con mi cabeza… anticipando el momento.

– En el laboratorio… a las 10 

Estábamos corriendo un riesgo pero era un riesgo tan pequeño comparado con todo lo que había vivido… lo consideraba una materia de astucia… solo se necesitaba ser un poco más listo que los inspectores encargados de cuidar a los alumnos durante la noche.

Pocos minutos después de las 10 de la noche… nuestros cuerpos estaban desnudos… en el suelo del laboratorio, sobre una manta y bajo uno de los antiguos mesones, hablábamos bajito aunque nadie nos podía escuchar… todavía hacía calor y la noche estaba iluminada por una inmensa luna que hacía parecer luz de día en el lugar

-. Algún día te voy a hacer el amor en un jardín con la luna bañando tu cuerpo… eres tan lindo Coque

Me mira con su cara preciosa, paso mi dedo por sus pecas y comienzo a besarlo desde el cuello bajando hacia su punto más sensible… muy suaves al principio, escucho sus quejidos que me enloquecen… Cielos!! Como puede gemir así??? Puse más esfuerzo en la tarea hasta que sus gemidos me envolvieron completamente… Coque me hacía perder momentáneamente el sentido de la realidad, me olvidaba de donde estábamos, de lo que temía o necesitaba… me rodeaba de un aura de cariño y tranquilidad… solo él… excepto que…  justo en el minuto antes de correrme me pasaba lo mismo de siempre…  lo recordaba… mezcla de miedo  y amor, atracción y odio… ¿Qué será de ti Miguel?… recordaba su sonrisa, su expresión de placer y entrega que se mezclaba con la última vez que lo vi… atado y a merced de Gonzalo… esa imagen me acosaba en mis sueños y era la fuente más poderosa de excitación… acabé dentro de Coque pensando en Miguel… siempre creía tener el control de mis emociones pero invariablemente, en el último instante, era Miguel el que mandaba… el que dominaba lo que sentía y el que me hacía sentir más fuerte…

Al día siguiente me costó concentrarme en clases, soy buen alumno y he mantenido un excelente rendimiento… pero estaba pendiente del momento de encontrarme con Nicolás. Al sonar el timbre de la última hora me demoré más de lo habitual en salir de la sala… hasta que fui el último.

Mi sorpresa fue grande al encontrar a Nicolás justo afuera de mi sala, afirmado en la pared. Con una pierna doblada y apretando sus cuadernos contra su pecho con una mano, mientras en la otra sostenía un manzana muy roja. Me miró y sin moverse de donde estaba me sonrió a través de su cortina de pelo rubio liso y sus ojos claros…

– Hola…

Saludé… solo habían algunos pocos alumnos que caminaban rápido hacia la cafetería sin prestarnos atención. No me contestó pero me devolvió la sonrisa

– ¿Te gustan las manzanas Daniel? 

Me preguntó ofreciéndomela con su brazo estirado… nuevamente me encantó escuchar mi nombre en su boca

– Si… – la tome rozando lenta e intencionalmente su mano

– ¿Cómo supiste?

– Nunca comes más que frutas

– Entonces es verdad que me has observado

– Te lo dije…- se levantó de la pared y se acercó

– Gracias… me gustaron mucho…

– Un placer Nicolás – diablos!!… me encantaba este niño rubio tan frio y dueño de la situación

– Y… ¿Qué más has observado sobre mí?- ahora estaba coqueteando conmigo…

– ¿Quieres la verdad? una pequeña sombra de duda cruza su rostro… pero volvió a sonreír de inmediato

– Claro… solo la verdad

– Bueno… comes muy poco, no eres muy sociable, creo que tienes un poco de temor de la gente… te aferras a Alex como si tu vida dependiera de ello…

– No me aferro a Alex!!  se defendió. Lo miré dándole a entender que no le creía  – ¿algo más?

– Si… Creo que estás muy solo Nicolás… me gustaría ser tu amigo

– ¿Mi amigo?… ¿solo eso?

– bueno…

– Los amigos no se envían regalos como el que me enviaste- me interrumpe… se ha recuperado de mis palabras – Solo tengo una duda

 empezamos a caminar juntos, muy lentamente, hacia la cafetería.

– ¿Qué duda? – pregunté curioso. El no dejaba de sonreír

– ¿Lo hiciste para molestar a Alex o para poner celoso a Coque? 

Su voz se ha vuelto fría y sus ojos también. Siento que el suelo se mueve un poco y mi respiración está un poco más pesada.

– Lo hice para darte un gusto… ninguna de las respuestas anteriores

Me toma del brazo y me clava los ojos. Durante unos minutos es solo silencio mientras estudia mis ojos

– ¿Y qué es lo que quieres, entonces?

– A ti

Mi respuesta tan directa lo descoloca… me suelta, traga saliva y debía su vista… lo he vuelto a poner nervioso y se le notan sus cortos años de edad

– Tú estás con Coque…

Cielos!!.. no dijo que no sino que está analizando las trabas… sonrío internamente… este chico ya es mío

– Y tú con Alex… pero ese no es el punto – ahora soy yo quien lo toma a él de ambos brazos –el punto es si tu quieres estar conmigo – Nicolás completamente sonrojado y sin saber que decir… no lo creería si no lo estuviera viendo con mis propios ojos. Aprieto levemente sus brazos, lo justo para que sus ojos vuelvan a fijarse en los míos 

– Me gustas mucho Nicolás… dime qué quieres hacer

– Yo… no sé… tengo que pensarlo

Lo suelto bruscamente… no es la respuesta que esperaba.

– No te demores niño lindo… no te voy a esperar mucho tiempo

Y sin decir más doy media vuelta y lo dejo solo… estoy seguro que nunca en su vida le habían hablado así o tratado de esta manera… lo tengo… sé, con total seguridad, que va a volver a buscarme.

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