Miguel Capítulo 35

MIGUEL

Cuando abrí los ojos estaba en mi cama… la habitación estaba casi a oscuras y podía escuchar las voces de Lidia y Gonzalo en la sala… estaba algo mareado y no podía despejar mi mente totalmente… no me moví… de golpe, recordé lo que había sucedido… y los sentimientos… sensaciones que no quería pero que ya estaba sintiendo…  escuché sus voces

-. No. No voy a dejarlo

Gonzalo sonaba cabreado, molesto

– Sólo por un tiempo Gonzalo… Es lo que necesita

– Tú no lo conoces como yo!!! Tú sólo has visto a Miguel débil y recuperándose, pero yo sé como era antes… como realmente es, sé lo fuerte que es y la capacidad que tiene… no voy a dejar que te lo lleves

Entendí de inmediato que yo era el centro de esta discusión. ¿Dónde quería llevarme Lidia y por qué?... Gonzalo… solo de pensar en él me sentí empequeñecer… instintivamente mi respiración se acelero…  Gonzalo…  mi protector y mi victimario… dos caras… una misma persona… era al mismo tiempo el que me había dañado y el que me había hecho sentir tanto y tan intensamente… suspiré profundamente sintiendo que me faltaba el aire… Dios!!! Cómo me había hecho sentir…  me quede quieto sobre la cama… intentando controlar mi respiración y dejé de prestar atención a la conversación que ellos sostenían… concentré mis pocas energías en prepararme para recordar… para lo que iba a sentir… sabía que estaban ahí, todos los pensamientos y sentimientos que había bloqueado en mi mente… con algo de miedo los dejé fluir… despacio, asustado pero finalmente dispuesto a recordar y sentir… con los ojos bien cerrados recordé el principio, cuando recién nos conocimos… cómo había comenzado todo y como de a poco nos habíamos ido acercando… mis miedos y mi obstinación… Daniel… el dulce Daniel, que terminó siendo el hermano de Gonzalo… se me mezclaban las imágenes y como golpes de electricidad recordaba el instante en que Gonzalo había golpeado a Daniel mientras me mostraba como su trofeo atado en la cama… esa imagen y la de Daniel y yo, mientras aprendíamos juntos lo que era hacer el amor, se me mezclaban en chispazos incontrolables en mi cabeza… ¿era mi culpa?… Daniel me buscó… en los baños… con toda su inocencia y la mía… jugamos con fuego sin saber qué estábamos haciendo… luego… sólo fue él… me recordé asustado ante su imponente figura… dominante al principio… cómo fue cambiando… recordé nuestras conversaciones… lo mucho que le gustaba hablarme sin que lo interrumpiera… las risas que compartíamos… recordé… trague aire rápidamente en cortas bocanadas… su preocupación por mi… su atención puesta en mi durante días… ahora, que conocía bien sus exigentes horarios y su forma de ser, entendí lo que debió haber significado cambiar el programa de sus días para dedicarme tantas horas, tanto tiempo y tantas atenciones… recordé lo que era hacer el amor con él… la forma en que me tocaba…  al principio yo era su juguete… me usaba y no… no era totalmente cierto eso… creo que yo sentía que me usaba pero nunca fue así… Gonzalo supo adivinar desde el principio mi verdadera naturaleza…  me negué a darme cuenta y a aceptarme…  pero él supo ver más allá de la cara que le mostré y me guió para conocer una parte mía que me asustaba y me complacía al mismo tiempo… sexo?… era solo sexo… las lágrimas comenzaron a resbalar de mis ojos… tampoco eso era cierto… lo dijo, pero no era verdad… la verdad era que ambos estuvimos asustados de lo que estábamos sintiendo en ese momento… no había sido solo sexo… nerviosos… miedo de reconocer y aceptar lo que estábamos sintiendo…  casi tanto como lo asustado que estaba yo ahora de recordar… sentí a fondo lo que había sentido aquella vez… me deje llevar por la sensación… sin pensar, sin preguntarme… finalmente sin luchar ni dudar… entregado en sus brazos porque ambos lo queríamos… y porque se sentía tan bien… Dios! Había sido el mejor sentimiento de mi vida…  aquella vez fue lo mejor… con un miedo atroz di forma en mi mente a la palabra adecuada para calificar aquello… amor, ¿sentía amor por Gonzalo?… respiré muy agitado de solo pensarlo… y si así era… ¿por qué nunca me quité el brazalete hasta ese día?… el brazalete que luego desató la locura…  ¿puedo entender lo que me hizo?… Recuerdo su imagen descontrolado, furioso, herido…  ¿herido?…  respiro profundo…  recuerdo las instrucciones de la doctora amiga de Lidia y trato de calmar mi corazón…  ¿puedo entenderlo?… si, Dios!! Si puedo… estaba herido… sufría…  a pesar de toda la ira recuerdo sus ojos y Gonzalo sufría Dios!!… si puedo…. Me cuesta reconocerlo y aceptarlo… pero ahora que conozco más el mundo en que se mueve, si puedo entender lo que me hizo…  traición…  nunca planee que fuera una traición… yo solo quería… que no fueras el primero… traición… basta!!… traición… la palabra sigue repitiéndose en mi cabeza una y otra vez… ¿estoy aprendiendo a pensar como ellos?… traición… fue una maldita traición… de acuerdo… de esas que se pagan con la vida… pero yo no quería… yo no pensé que… de nada sirve ahora… ya pasó. Y estoy vivo porque Gonzalo no pudo terminar conmigo… y también se porqué… dijo que me amaba… aún, todavía, ahora, hoy día, aquí…  me ama…  no quiero este dolor que estoy sintiendo… esta necesidad de él…

Pasan los minutos mientras ellos siguen hablando y no los escucho, mis pensamientos y sensaciones me absorben por completo… me siento incapaz de moverme… ¿puedo perdonarlo?… Me quedo en silencio mucho rato… perdonar…  me recuerdo a mí mismo, todo golpeado y casi muerto… ¿cómo sé que nunca más volvería a hacerme pasar por lo mismo o peor?  miedo… tengo mucho miedo de todo lo que acabo de descubrir y sentir… ahora tengo miedo de mirarlo y que pueda ver mis sentimientos… no quiero…  no puedo…  ¿Cómo puedo volver a confiar en él?, ¿cómo sé que nunca volverá a dañarme?

En la sala, la conversación sube de tono y me distrae… pero está bien, ya no quiero pensar más.

 

GONZALO.

Lidia sigue frente a mi insistiéndome en que deje que Miguel se vaya lejos de mi unos días pero no puedo darle en el gusto…  mi hermana no conoce a Miguel de la forma en que yo lo conozco, no sabe el guerrero que hay dentro de él…  el chico que se crió en las calles…  obstinado, porfiado, astuto y belicoso.

– Necesita cambiar de aire!!!  me grita comenzando a desesperarse.

No puedo creer que por un minuto lo estoy pensando…  Lidia ha acertado en casi todo hasta ahora… si bien no conoce a Miguel como yo, le tiene mucho cariño y eso la hace querer protegerlo… sus indicaciones si me han ayudado con él…  ¿dejar que se vaya lejos unos días?

-. Gonzalo… haz estado con él día y noche… déjalo respirar tranquilo unos días… sabes lo nervioso que se pone contigo… ya ves lo que pasó hace un rato

– Eso no fue porque se haya puesto nervioso

De eso estoy seguro… lo que le pasó a Miguel hace un rato atrás fue algo diferente…  Lo pude ver en la forma de mirarme y buscarme… “ era así?… creo que se refería a nosotros… antes… creo que Miguel recordó lo que teníamos antes…

-. Bien… como quieras. Solo te digo que si lo quieres tanto deberías preocuparte de lo que le hace bien a él… deja de ser egoísta

– Lidia!!– tomo su brazo y la sujeto – tú sabes bien cuanto me importa… tu sabes lo que yo siento por él… Nunca antes me había pasado esto…  Miguel…  él es diferente, me importa más que nada

– Entonces déjame sacarlo y que cambie de aire, que haga algo distinto unos días. Tú no lo has visto cuando se pone a dibujar con Tony… le cambia la cara y es otra persona, alegre y…

– ¿Tony?

¿Quién mierda es ese y por qué Miguel dibuja con él?… ¿Qué es esto?

¿Quien es Tony? 

Lidia se calla. Metió la pata… se entusiasmó demasiado hablando y ahora está asustada.

– Lidia!!. ¿Quién es ese Tony?!!

Estoy alterado y no puedo mantenerme calmado… Tony?… no conozco ningún Tony

– Está trabajando conmigo en la tienda… es un diseñador y decorador famoso y..

– ¿Desde cuándo?

Quiero controlarme pero me está costando mucho. Mi hermana está muy complicada tratando de darme respuestas correctas y tranquilizarme.

– Desde hace unos diez días… pero solo han trabajado juntos Gonzalo, no hay nada más

Diez días… Miguel ha estado llegando más tarde estos días… mierda!!… el sentimiento quema como el infierno… malditos celos… no lo conozco pero quiero que desaparezca de la faz de la tierra. Lidia mira mi cara y puede leer lo que estoy sintiendo.

– Estas exagerando!!!

– Despídelo

– Estas loco!!!, ¿sabes cuánto cuesta conseguirlo??!!! Es famoso y solicitado a nivel mundial, no voy a …

– No volverás a ver a Miguel entonces- sentencio.

Así es que el tal Tony más encima es famoso… ¿para qué necesitaba a Miguel?… ¿por qué dibujaba para él?

– Gonzalo!!! Escúchate a ti mismo!!! Por el amor de Dios, pareces un celoso demente…  te estoy diciendo que sólo trabajaron juntos… yo estaba presente

Quizás Lidia tiene razón… estoy actuando como un celoso compulsivo y maniaco… si ella estuvo presente… en todo caso, no volverá a repetirse

-. ¿Nunca estuvieron solos? 

Pregunto un poco más calmados mirando fijamente a Lidia… antes que me responda sé la respuesta… la veo dudar

–Mierda Lidia!!! ¿por qué lo dejaste?

Me consume el sentimiento… ahora lo reconozco claramente… celos… celos y la intención de acabar para siempre con ese imbécil

– Gonzalo…

Lidia intenta recurrir a la calma. Se sienta y me indica que me siente a su lado… estoy furioso pero… es Lidia… estamos comenzando a ser hermanos nuevamente… accedo y me siento aguantándome la ganas de salir corriendo a buscar a ese…Tony.

– Tony es una buena persona… necesitaba explicarme algo con dibujos y se enteró que Miguel podía hacer…

– ¿Cómo se enteró?- interrumpo… la miro.. mierda!! ahí está de nuevo, Lidia dudando su respuesta  -¿estaban solos conversando, verdad? –

Lidia no responde… lo tomo como un si

– No puedes controlar la vida de Miguel

Respiro profundo… tengo tanta rabia… imbécil, estúpido, preocupándome y volviéndome loco por él… evitando tocarlo, aguantándome las ganas de todo mientras él estaba con ese desgraciado…

– ¿Por qué no fuiste capaz de decírmelo antes? – mi voz es fría y dura

– Por esto mismo!!! me grita – mira como te has puesto… energúmeno descontrolado… y solo han conversado… nada más!!! 

Lidia también se ha alterado  

– Es una persona… – indica el dormitorio donde descansa Miguel – no es un mueble de tu propiedad… yo entiendo que lo amas pero no puedes mantenerlo bajo llave y controlar todo lo que hace!! 

– ¿Quieres apostar?

– Gonzalo… eso es enfermizo… no es esa la clase de amor que quieres… ¿lo quieres contigo por su voluntad o lo quieres contigo porqué lo obligas y lo amenazas?

Mierda… mierdaaaa… solo sé que lo quiero de vuelta conmigo… y que de solo pensar en que pueda estar con otro… en verdad podría matarlo. Lidia me ve dudar

-. Lo has hecho bien hasta ahora… yo sé cuánto te ha costado controlarte, no lo eches todo a perder por celos… totalmente infundados… Tony no es competencia para ti  

– Lidia… no soportaría verlo con otra persona

En mi voz hay una mezcla de confesión y de amenaza… nos miramos fijamente. Un sonido diferente interrumpe nuestra discusión. El cachorro cruza corriendo por nuestro lado y se detiene frente a la puerta del dormitorio de Miguel… mierda!!… ahí, parado en la oscuridad, esta él… mirándome fijamente.

– Miguel!!!

Lidia y yo lo llamamos al mismo tiempo y ambos nos acercamos. Miguel coge al cachorro en sus brazos, se gira y vuelve a internarse en la oscuridad de su habitación sin prestarnos atención.

– Mierda!!.. 

De inmediato intento ir tras él

– Gonzalo…

Lidia intenta detenerme. Me giro

– Ahora no, Lidia… ahora no

Lidia entiende por el tono de mi voz que no voy a hacerle caso. La veo tomar su cartera y alejarse hacia la puerta. Luego la escucho salir y la puerta se cierra.

El dormitorio de Miguel está a oscuras… no enciendo la luz pero dejo abierta la puerta para que entre algo de la iluminación externa. Sobre la cama, su espalda apoyada en el respaldo, muy encogido sobre sí mismo, y sosteniendo firmemente al cachorro, Miguel me mira para luego prestar toda su atención al perro…

-. No me ignores. Quiero hablar contigo

No me contesta… sigue haciéndole cariño al cachorro. Luego de unos minutos me mira… pero desvía sus ojos rápidamente. Me siento en la cama, a su lado… es lo más cerca que he estado de él desde hace meses… siento su olor… un ligero estremecimiento me recorre, inspiro fuerte queriendo retener ese aroma en mis fosas nasales… Miguel y su deliciosa esencia. Mis sentidos despiertan más aún

-. No soy propiedad de nadie…

No deja de pasar sus manos por el cachorro. Mierda! no es un buen comienzo… Miguel debe haber escuchado toda nuestra discusión.

– Miguel… ¿Quién es Tony? 

No puedo aguantarme, necesito saberlo.

Esperaba una reacción de su parte… que se molestara o se defendiera, que me atacara… sin embargo solo percibo una ligera sonrisa…

– Lidia ya te dijo quien es 

Me molesta su sonrisa

– No quiero que vuelvas a verlo

Ahora si levanta sus ojos y los fija en mi… vuelvo a ver al Miguel de antes… al chico belicoso y desafiante

– ¿Por qué?… ¿Por qué estas celoso?- vuelve sus ojos al cachorro…-  no es mi problema…

– Miguel…

Nunca antes me había hablado así y no estoy de humor para tolerarlo. Le estoy advirtiendo.

– ¿Qué?!!

Ahora me desafía abiertamente…ya no acaricia al cachorro sino que lo sujeta firme entre sus manos

– No puedes pedirme que siga atado a ese acuerdo después de lo que me hiciste…

Eleva su tono de voz y se acerca hacia mí en un claro gesto de agresividad…  molesto… de pronto, nuestros rostros están a solo centímetros… su olor me marea de excitación y deseo… ha sido tanto tiempo y tan larga mi espera… Miguel enojado es demasiado atractivo… me gana…  olvidándome de todo y dejándome llevar por lo que siento, sujeto su cara entre mis manos y busco su boca con desesperación… Dios!! Es agua en el desierto para calmar mi sed de años… No puedo describir la sensación de volver a tenerlo tan cerca y besarlo… mi corazón late como nunca antes… mis labios sobre los suyos…  Miguel intenta soltarse pero sostiene al perrito entre sus manos y no puede actuar con rapidez… pelea y se mueve intentando, pero soy más fuerte que él y lo tengo muy sujeto entre mis brazos… su boca cerrada no me permite pasar… acaricio sus labios con la lengua… gime de rabia… no quiere, pero no pienso soltarlo… he esperado demasiado y hoy mi paciencia llegó al límite al enterarme del imbécil ese… tengo unos celos enormes y no puedo controlarme más… con paciencia busco sus labios, me muevo sobre ellos… e intento todo lo que conozco para derrocar su resistencia…  en algún momento Miguel se ha quedado tranquilo, ya no pelea, pero no responde a mis caricias. Me separo brevemente para tomar aire

– Miguel… por favor…

Mi frente y la suya unidas en la oscuridad del dormitorio… solo su respiración y la mía, agitadas… 

– Sé que lo quieres tanto como yo 

Vuelvo a buscar su boca… tanto que anhelaba un beso suyo… Miguel no retrocede ni se aleja como pensé que lo haría… sus ojos tienen lágrimas… Dios!!!… me separo de su boca… se queda al lado mío… mis manos siguen sosteniéndolo… ¿por qué llora?..

– ¿Es verdad todo lo que dices que sientes por mi?

Hay una pena inmensa en su tono de voz

– Si Miguel, si… déjame demostrártelo… te amo y me estas volviendo loco… nadie me ha importado como tú… nunca…

Lo abrazo… quiero volver a besarlo muchas veces, me enloquece poder de una vez por todas confesarle lo que siento y verlo dispuesto a  escucharme…  pero se aleja… solo un poco… una de sus manos en mi pecho me empuja suavemente

– Me hiciste mucho daño… no sé si alguna vez podré perdonarte… no sé si puedo…

– Miguel…

No, no… no es esto lo que quiero escuchar… lo sé, tengo claro el daño que le causé,  pero… quiero vencer su resistencia y …

– Lidia tiene razón… tienes que darme tiempo y libertad para decidir si quiero estar contigo

– ¿Qué me estás diciendo?

– Trabajo para ti, estoy contigo todo el día, duermo en el mismo departamento…

Una extraña sensación de frío me recorre… no quiero que siga por ese camino… no me gusta

– No voy a dejar que te alejes…

– Gonzalo… no puedes obligarme a quererte

Mierda… es verdad… pero ¿qué me está pidiendo?…

– ¿Puedes intentarlo?

Me aventuro a preguntar, sintiéndome un poco agitado… solo quiero escuchar un si… nada más que una respuesta positiva, no estoy preparado para otra cosa. Miguel se queda en silencio… nuestros ojos… sin apartarse… es muy intenso… siento tanto y tan fuerte… me estoy aguantando… conteniendo las ganas de tocarlo.

– Y tú?… puedes intentar verme como a una persona y no como a algo de tu propiedad?

Su pregunta me deja un poco perplejo… ¿no es eso lo que he estado haciendo todo este tiempo?…

– Si… por supuesto que sí  respondo con toda seguridad, queriendo acercarme más a él

– Entonces déjame tranquilo… por un tiempo… déjame vivir lo que yo quiera 

Me freno en seco… ¿a dónde va esta conversación?… cada vez me gusta menos… ¿dejarlo tranquilo?… lo he dejado tranquilo todo este tiempo en que lo he estado esperando… Miguel vuelve a fijar su vista en el cachorro… suspira profundamente como si le costara pronunciar o que sigue a continuación… se decide y me vuelve a mirar

– Si en verdad siento algo por ti y soy capaz de perdonarte… volveré

 NO… eso no, no vas a irte a ninguna parte

¿Dejarlo partir?… ¿sentarme a esperar su decisión?.. ¿lejos de mi?…

 Miguel… tú no entiendes… lo que me estas pidiendo

– No te lo estoy pidiendo… es una condición Gonzalo…  Si de verdad me amas me vas a dejar ir…  hacer lo que quiera sin entrometerte… te vas a aguantar verme con Tony o con quien quiera…

– Pero qué mierda estás diciendo?

Intento mantener el control sobre mi mismo pero innegablemente estoy alterado… Miguel no se ha agitado en lo más mínimo… me habla con una seguridad y tranquilidad que no le conocía… ¿condición?…

– Si me vuelves a ver en tu puerta… ya sabes… te habré perdonado y …

– No… no… no puedes pedirme eso

Estoy a punto de comenzar a gritar… o de arrojarme sobre él o de derrumbarme… completamente…

– Me lo debes

Silencio… solo silencio entre los dos… ¿se lo debo por casi matarlo?…  ¿por abusar de él de la forma en que lo hice?… Dios!! ¿en qué pensaba cuando lo hice?… dolor, fuerte, en mi pecho… quema y duele… lo sé, pero no puedo… no quiero… si Lidia, soy egoísta de la peor manera posible.

– Miguel… pídeme otra cosa… te puedo demostrar mi amor de mil maneras… pero no esto, por favor

– Esto es lo que quiero…  respeta mis deseos… respeta lo que yo quiero hacer y no te entrometas, ni me vigiles, ni le hagas daño a nadie

Por primera vez tengo plena conciencia de que Miguel me está dictando una decisión ya tomada… no me está preguntando… me está hablando de un amante a otro… igual con igual… no soy su jefe en este momento, ni el acuerdo sigue en pie… solo somos dos personas que están decidiendo si tienen un futuro juntos… Es nuevo, es diferente… es aterrador… dependo de lo que él decida… nunca antes me vi en una situación así… Miguel sigue tranquilo… quizás en su interior se está muriendo de nervios o quizás no… pero la férrea voluntad que escucho en su voz es inquebrantable…   Esta vez necesito tomarme unos minutos para reordenar mis pensamientos, mis emociones… todo… solo me limito a respirar y mirarlo… al cabo de unos minutos llego a la única conclusión que puedo llegar: Miguel es lo más importante en mi vida… estoy enamorado de este mocoso y lo quiero de vuelta en mi vida… y si… lo sé, lo quiero de vuelta por su propia voluntad… sonrío… casi amargamente, quien diría que sería este el mocoso que trastornaría mi vida y me doblaría la mano…  No me he movido de la cama…  Miguel ve mis intenciones pero ni se asusta ni se mueve… acaricio su rostro suavemente… mi mano en su pelo, en su cuello… mis ojos mirándolo con dolor y deseo… amor y pesar… quiero expresarle todo lo que siento… retenerlo… amarlo…

.¿Cuánto tiempo, Miguel? 

He aceptado… el mocoso me ha derrocado

– No sé…  ¿Cuánto tiempo toma perdonarte?

En la oscuridad de la habitación, ahí, tan cerca los dos, me sentí completamente vencido… no había nada que pudiera hacer ni ninguna fuerza que pudiera usar para conseguir su amor más que solamente amor…  podría mantener a Miguel amarrado y encerrado por el resto de su vida si lo hubiera querido… pero no conseguiría que volviera a sonreír, ni a compartir con él ni a ser partícipe de su vida… ambos participantes de la vida del otro… una vida juntos, plena y satisfactoria…  con él aceptando libremente estar a mi lado…  Parecía y sonaba lógico… si me quiere, si se da cuenta que me ama… volverá… pero ¿qué mierda voy a hacer si no vuelve?…  el pensamiento me desesperó… no, NO!… no sabría que hacer… quizás encuentre a otra persona… tal vez decida que no puede perdonarme…   no me puedo mantener sentado, de pie comienzo a caminar por el cuarto… lento, pausado… conteniéndome a mí mismo y el desorden que siento por dentro

– Dime al menos que no planeas tener sexo con ese Tony o con otro 

Mi tono de voz era un cuchillo cortante… lo miró expectante… necesito que Miguel me de esa seguridad a menos

– No sé lo que voy a hacer… no tengo nada planeado… pero me voy a sentir libre de hacer lo que quiera

Era tanta la serenidad y certeza de sus palabras… Miguel sabía que había ganado esta batalla… Quise golpear algo o por último darme un par de golpes contra la pared… no soportaba escuchar esto, mucho menos imaginarlo. Bruscamente, me vuelvo a sentar en la cama, a su lado… Miguel no se ha movido ni un milímetro… tranquilo y controlado

– ¿Y si no te dejo?

Un intento desesperado de mi parte

– Me vas a dejar… vas a hacerlo porque si en verdad me quieres de vuelta… como… como éramos antes, es la única opción que tienes

Miguel me ha acorralado… con esa calma y tranquilidad…  me vuelvo a poner de pie… la pared fue mi objetivo esta vez y la golpeó con el puño cerrado y una fuerza descomunal. Grito al hacerlo…  grito la rabia e impotencia que siento…  Miguel no se inmuta… su mano sigue acariciando al cachorro. 

– No, no acepto… no te dejo…

Pero mi voz ya no suena convencida, sino más bien desesperada… era un ruego…  Miguel no ne miró…  en vez de eso vuelve a hablar con calma.

– Me iré mañana… igual vamos a vernos todos los días… trabajo para ti, pero solo será trabajo de ahora en adelante… hasta que… si es que decido volver

– Miguel… no puedo…

– Si, si puedes… si en verdad me amas como dices, vas a tener que poder

Esta vez deja de mirar al cachorro y sus ojos se encuentran con los míos.

– Dime al menos que sientes algo por mi…

 Miguel quiso mantener la vista en mi pero no pudo… demasiados recuerdos, demasiadas emociones al rojo vivo… Puedo  ver todo en sus ojos y en sus gestos

– Eso fue lo que recordaste, verdad? 

Supe que había acertado… un leve estremecimiento en el cuerpo de Miguel. Ahora me acercó más confiado… Miguel había recordado como eran antes y se había asustado de sus propias emociones, tome su cara en mi mano y lo obligué a mirarme.

– Si, éramos así…

Le dije con seguridad. Muy despacio fui acercando su boca… saboreando con anticipación… los labios de Miguel respondieron lentamente… despertando de un largo letargo… la pasión estaba en ambos. No puedo describir la emoción que me embargó al sentir sus labios responder y moverse bajo los míos… Miguel soltó al cachorro para pasar sus brazos alrededor de mi cuello…  sus dedos acariciaron mi nuca y me acercó más hacia él… abrió su boca y de inmediato me apoderé de ella… de su sabor, de su lengua, de sus sentidos… a la vez que me perdía en la maravillosa sensación.

– No tienes que irte… solo acéptalo mocoso… sabes que sientes lo mismo que yo…

Quise insistir una vez más, jadeando susurros en su oído… estaba hecho un mar de sensaciones que me tenían en la cresta de la ola un minuto y al siguiente en la más pura desesperación…  quería un si… quería que olvidara todo lo que acababa de decirme. Miguel no hablaba, estaba demasiado emocionado y agitado con lo que estaba pasando… entonces lo pensé… quise hacerle recordar una vez más como éramos juntos… así, no tendría nada que pensar, ni a qué darle más vueltas… yo sabía con certeza que éramos como uno solo, dos partes de una misma persona.

Miguel estaba totalmente perdido en este beso… tal como yo… mis manos necesitaban de su piel, atraje su cuerpo más hacia el mío y lo abracé más cerca, fundiéndonos en uno solo…  sentí el contacto con la piel de su espalda… eran tantas mis ganas que no pude evitar un gemido al tocarlo… me pertenecía, siempre iba a ser mío aunque se fuera lejos…  maldición!, su piel, su cuerpo, me lo estaban diciendo. Bajé al cachorro de la cama y me acomodé a su lado… sin dejar de besarlo y acariciarlo… no podía convencerme de que Miguel me estuviera dejando… ¿Era una despedida?… quería creer que no… que podía hacerle cambiar de opinión…  retenerlo a mi lado… nuestras lenguas enredadas acariciándose y su sabor en mi boca… comencé quitar su camisa… ahora no podía detenerme… había esperado tanto este momento nuevamente… totalmente excitado y desesperado por él… su piel… saboreando con lujuria su cuello bajé dejando un reguero de besos y caricias… emocionado y al borde de perder el control… su cuerpo entre mis brazos.. el éxtasis… entonces…  sin nada en particular que me indicara lo que sucedería, Miguel se puso completamente tenso y sentí las primeras señales…  no hubo un gesto que me indicara rechazo… solo su cuerpo totalmente tenso…  busqué sus ojos…  ahí estaba, lo vi claramente…  el miedo…  el maldito miedo en sus ojos… estaba recodando aquella fatídica y horrible noche… quise morir… de pena, de dolor, de culpa… de amor… Miguel comenzó a temblar lentamente hasta que de pronto el temblor de su cuerpo se volvió incontrolable y las lágrimas caían de sus ojos… sin llanto, sin sollozos…  lloraba en calma… me miraba de una manera especial… recordando el dolor y el sufrimiento, pidiéndome que lo abrazara y acogiera… que lo hiciera olvidar…  solo sus ojos lloraban… entonces entendí todo lo que Miguel había estado tratando de decirme un rato antes… él no podía contra esto… el perdón… entendí lo que significaba ese perdón… lo necesitaba para poder aceptarme nuevamente sin que su cuerpo reaccionara asustado, temeroso, rechazándome… Miguel tenía que volver por su cuenta y aceptarme de vuelta… sólo así podríamos volver a funcionar y tener alguna posibilidad de un futuro juntos…  lo entendí de golpe, claro y cristalino como el agua… me sentí vencido… derrotado por lo que yo mismo había provocado… quise quitarle todo el dolor y el sufrimiento… arrancarlo y hacerlo mío… pero no podía, no era así de fácil.  Lo abracé fuerte y lo retuve contra mi pecho acariciándolo con una ternura de la que no me creía capaz… recordé lo mucho que le gustaba dormirse así… antes, cuando todo estaba bien entre los dos

– Está bien Miguel… no voy a tocarte… tranquilo… no voy a forzarte ni nada… tranquilízate mocoso mio

No dijo nada… sólo se quedo ahí pegado a mi pecho, mojando con sus lágrimas mi piel… hasta que finalmente se calmó. Dejé mil besos en su pelo y caricias en su piel… estaba aplastado por lo que sentía…  Entonces tomé aire y dije algo que jamás pensé decir

– Lo entiendo Miguel… de verdad lo entiendo y puedes irte… prometo respetar tus deseos y esperarte el tiempo que necesites

Pronunciar esas palabras requirió mucha valentía de mi parte… me dolieron cada una de las palabras… hasta el alma… pero entendí que eran necesarias… no había otra opción para nosotros…  lo amaba demasiado y esta era nuestra única posibilidad.  Levanto su cabeza de mi pecho. En sus preciosos ojos oscuros una calma que no veía desde hacía muchos meses.  Acercó su boca a la mía… un beso… delicioso e intenso, húmedo…  su mano en mi cara… tocándome por fin…  preciosas… dejándome con ganas de más… de mucho más. No dijo nada… no era necesario. Luego volvió su cabeza al mismo lugar y después de una rato se durmió sobre mi…

La mezcla de emociones que me embargaba era tremenda… mi cabeza era un remolino de pensamientos y sensaciones… las dejé fluir… desaparecer de a poco. Sólo me concentré en su cuerpo junto al mío, en su olor y en su calor. Busqué el cobertor y cubrí nuestros cuerpos.

Justo antes de dormirme escuché unos pequeños quejidos y vi un par de ojos grandes mirarme desde el suelo, entre un millón de arrugas.

– Esta bien… también puedes venir

Cogí al cachorro con una mano y lo dejé a nuestros pies. Se hizo un ovillo y se durmió cómodamente.

Dormimos acurrucados toda la noche. No solté su cuerpo de mis brazos en ningún momento. Reconozco que tenía mucho miedo de pensar que quizás era la última vez que tendría a Miguel abrazado de esa manera y quise atesorar cada instante.

Al despertar, todo fue diferente. Quise buscar su boca pero desapareció hacia el baño antes de permitírmelo. No hablamos mucho el resto de la mañana. Tomamos desayuno en silencio, un ambiente tenso y pesado reinaba entre los dos. Rehuía mi mirada. Recordé lo que me había dicho, cuando volviera en la noche, ya no iba a estar aquí… Ahora solo sería una relación de trabajo a la espera de su decisión. Un hondo vacío en mi pecho…

Entonces, justo antes de salir pensé en todo lo que me quedaba por decirle…  tenía que decírselo… quería que lo tuviera presente mientras estuviera sin mí. Sujeté su brazo y me pegué a su espalda… se quedó quieto, respirando tan agitado como yo. Lo abracé y me acerqué a su oído.

– Cada día sin ti va a ser una tortura mocoso… te amo y no lo olvides ni un segundo… te amo mucho mocoso de mierda…  te tengo metido bajo la piel… te juro que te amo más que a nada en este mundo…  te necesito

No sé qué fue lo que me pasó pero mi voz se quebró de pronto… por segunda vez en mi vida de adulto no pude controlar el agua que escurrió de mis ojos 

– Nunca  volveré a dañarte… por favor, tienes que creerme… me arrepiento con toda el alma de lo que te hice… 

Miguel, sorprendido por mi voz quebrada y al darse cuenta de mis estúpidas lágrimas, se volvió lentamente a mirarme. Tome su rostro entre mis manos… su precioso rostro

– Estoy dispuesto a aceptar lo que decidas… y… ya sé que no tengo derecho a pedirte nada… pero  no me hagas esperarte mucho tiempo… te amo 

Le di un suave beso en su boca… este si era un beso de despedida… ojalá, solo una despedida temporal

– Ahora vete… vete y por favor encuentra la manera de perdonarme…

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