Miguel 2 Capítulo 62

Capítulo 62

ANDREI

Estaban a solo unos kilómetros de la residencia de Rojas cuando el teléfono de Andrei le indicó una llamada de Gonzalo.  Respondió de prisa. No estaba de acuerdo con esta visita pero no iba a dejarlos solo tampoco.

-. Necesito información sobre el tercer hijo de Rojas- pidió Gonzalo sin preguntar donde estaban ni que hacían.

-. Clemente. Si. Te la daré cuando regresemos a la oficina- dejo escapar sutilmente.

-. ¿Dónde estás? –  Gonzalo entendió al instante

-. Vamos camino de la casa de Rojas – respondió con aparente tranquilidad

Un instante de silencio al otro lado de la línea y luego una orden directa.

-. Detente

-. Te paso con ella – respondió Andrei sabiendo que no podía darle órdenes a María.

Los escuchó hablar. María no estaba de acuerdo, insistía en querer hablar de inmediato con Rojas en su propia casa… instinto?… pero finalmente algo dijo Gonzalo que la hizo cambiar de idea.

-. De acuerdo. 24 horas

María se demoró unos minutos más en dar la orden de regresar al chofer… en verdad quería ir a la casa de Rojas.

 

GONZALO

Cerca de la medianoche se volvieron a reunir. Gonzalo puso a María al tanto de su propuesta y del plazo de tiempo que le había dado para responder. Ninguno podía entender porque Gonzalo le permitiría a Rojas usar el puerto del norte.

Gonzalo intentó explicarlo…

No fue una propuesta que hubiera pensado demasiado…  más bien fue una ocurrencia de último minuto dictada por los sentimientos que experimentaba… era difícil de entender.

Su vida estaba bien… tenía el cargo que siempre había aspirado, era el jefe de la familia que su padre iniciara y lo hacía bien; sus hermanos trabajaban con él… nunca habían tenido una mejor relación que la de ahora… Andrei, su mejor amigo y confidente, había vuelto a ser parte de su vida y eso lo alegraba… siempre creyó que nunca volverían a estar juntos. Pero por sobre todas las cosas… Miguel había aparecido a cambiar su vida y a mostrarle el poder del amor… nada en este mundo podía compararse con lo que Miguel le hacía sentir y vivir… tenerlo cerca, tocarlo, verlo reír… sentir su cuerpo tibio a su lado cada noche… se sentía un hombre afortunado y pleno… su vida era más que buena… ¿Por qué no podía desear lo mismo para los que amaba?… Daniel era su hermano y habían desarrollado una relación valiosa… Gonzalo había aprendido a la fuerza a reconocer el valor que Daniel tenía en su vida, no era su competencia sino más bien un aporte muy valioso… Juntos, podrían llegar mucho más lejos.   Coque era el chico que Daniel amaba… los había visto juntos y podía reconocer la alegría que iluminaba a Daniel cuando estaba con su pelirrojo.  Sacrificaría su tranquilidad en el puerto del norte por ver a Daniel feliz… Tenía ese poder en sus manos y deseaba usarlo…  Esta guerra no era buena para nadie… solo tendría que poner más hombres a cargo de la vigilancia y estar pendiente de los movimientos de Rojas…

Eso sería, siempre y cuando  ellos aceptaran.

Tenía dudas… algo en la actitud de Leonardo lo volvía pesimista.

No explicó nada de esto al grupo que esperaba escuchar una respuesta…

-. No creo que sea un problema importante. Lo tomaré como un negocio– fue todo lo que dijo. Nadie le creyó pero no hicieron más preguntas.

 

EL ATAQUE

Leandro despertó temprano. El calor del desierto lo ahogaba durante el día y había aprendido de Karina a disfrutar de las mejores horas del día. Dejó dormir a los dos tipos nuevos que lo acompañaban en la soledad del trabajo.  Ahora era el jefe y respondía directamente a Don Gonzalo. Leandro pensaba que nunca se repondría de la sorpresa de saber quién era Miguel en la vida de su jefe…

Se preparó un tazón de café muy dulce y salió al exterior… apenas comenzaba a amanecer. Se recostó contra las piedras y cerró los ojos sosteniendo el café en sus manos.  Un ruido extraño lo despertó bruscamente. No supo identificarlo… ¿Qué diablos estaban haciendo ese par de nuevos dentro de la casa?… se puso de pie con renovadas energías y se encaminó de vuelta a la casa dispuesto a llamarles la atención.

El ruido volvió a repetirse… Provenía del exterior… parecía como si… se giró de prisa tirando el café… en la distancia alcanzó a distinguir lo que parecían dos vehículos que habían dejado una estela de polvo… escuchó el silbido antes de ver la causa… cuando levantó la vista hacia el cielo y descubrió los proyectiles se dio cuenta que era demasiado tarde… solo quedaban unos pocos segundos… ya nunca alcanzaría a tener una vida feliz… pensó en sus padres que siempre le pedían que los visitara pero siempre encontraba una excusa para no ir… ya no volvería a verlos… se quedó como hipnotizado mirando cómo se acercaba la muerte surcando el cielo…

 

A Gonzalo lo despertó una llamada de su hombre de confianza en el norte…

-. No me lo explico Don Gonzalo… no responden y la señal ha desaparecido…

-. ¿Cómo desaparecido? – preguntó aclarando su mente del sueño

-. Eso… no es que no contesten… es como si hubieran sido volados de la faz de la tierra… como si ya no estuvieran. No cumplieron con la entrega… Envié gente al lugar pero tardaran un par de horas

 

Esa fue la primera noticia que puso en alerta a Gonzalo. No tenía certeza… podría tratarse de una falla técnica… pero fue suficiente para que se pusiera en movimiento y relacionara todo con la desconfianza que sentía hacia los Rojas.

Despertó a Miguel. Se vistieron de prisa. Contactó a Andrei y le explicó sus sospechas poniéndolo en alerta.

-. Pide más gente a la ciudad. Quiero muchas personas custodiando a  Daniel y a Lidia aquí en el puerto. Redobla la vigilancia. Miguel y yo volvemos a la ciudad

Andrei no se demoró en seguir las instrucciones. Completamente espantado el sueño, apareció temprano en el hospital con un fuerte refuerzo. Hoy daban de alta a Daniel y no quería sorpresas.

 

El teléfono sonó poco antes del mediodía en la oficina del jefe de policía de la ciudad.

-. Es una locura señor… no sabemos dónde va a estallar la siguiente– reportó un patrullero de la calle

Dos bombas habían estallado a intervalos de una hora en un restaurant y una bodega… en otro lugar cercano, un hombre levantaba la cortina de su negocio para abrir… afuera esperaban los empleados para entrar… el vehículo se detuvo frente a ellos y de prisa bajaron 3 hombres que, sacando sus armas automáticas, comenzaron a disparar sin respetar nada… el hombre y los empleados quedaron tendidos en el suelo desangrándose… en solo un par de minutos el silencio volvió a la calle y parecía como si nada hubiera ocurrido…

Había bombas y balas estallando por todas partes… en restaurants y en bodegas… en tiendas y oficinas… nadie entendía que pasaba… parecían lugares elegidos al azar… no había una conexión lógica para el Jefe de Policía… excepto que todas eran propiedades de la familia de Gonzalo o correspondían a protegidos de la familia.

 

La caravana de vehículos avanzaba de prisa. Por cada nueva bala disparada Gonzalo recibía varias llamadas telefónicas informándoselo…   repartía instrucciones… pedía a sus jefes de zona que se multiplicaran… llamaba a toda su gente a estar atentos, defenderse sin dudar y devolver las afrentas…

Miguel tenía a Andrei en la otra línea… le iba informando de cada novedad y repetía las instrucciones de Gonzalo de proteger a Lidia y Daniel. La comunicación con María y Esteban también estaba abierta. Habían estallado una bomba en el puerto y dos balaceras habían acabado con la vida de varios hombres de María en las oficinas del puerto.

Rojas estaba dejando su marca…

-. Daniel no debe viajar a la ciudad– ordenó Gonzalo.

María los recibiría en su casa por ahora, hasta conseguir un medio seguro en el cual transportar a su familia.   Sabía que podía contar con ellos para proteger a Lidia y Daniel. Deseaba tenerlos a todos juntos pero, por ahora, era imposible…

Rojas… esto era lo que estaba tramando… se estaba cobrando lo recibido… bombas y ráfagas por todas partes… odiaba estar encerrado en el vehículo viajando… deseaba llegar pronto.

En un momento de tranquilidad entre tantas llamadas y malas noticias, Gonzalo apretó fuerte la mano de Miguel… lo miró a los ojos sin decir nada…  el auto seguía avanzando de prisa por la carretera. Estaban solos en el asiento trasero del vehículo.

-. Qué??!- pregunto Miguel tras soportar la insistente mirada de Gonzalo muchos segundos…

No respondió.  Solo se acercó y lo abrazó apretándolo contra su cuerpo… respirando en su cuello… sintiendo su olor… queriendo retenerlo seguro a su lado…

El sonido urgente del teléfono los interrumpió para anunciar un nuevo ataque en otro de los negocios de María en el puerto.

Cuando Gonzalo cortó la comunicación, marcó en su teléfono el número de Lidia.

-. No es momento de jugar a nada Lidia. Haz caso a Andrei y cuida de Daniel

-. Cuídense ustedes – respondió Lidia más preocupada por ellos que por su propia seguridad. Estaba con Andrei… estaba Karina y un ejército de sus hombre además de la policía que patrullaba el lugar. Sería difícil que Rojas lograra llegar hasta ellos.

 

En el vehículo, Gonzalo pensó que ya no podía retrasar más comunicarle todo esto a su padre. Tenía que informarle de lo que estaba ocurriendo aún a riesgo de su delicada salud. Aunque el viejo ya no participaba directamente de las decisiones, lo que pasaba era grave y tenía que hacérselo saber.

La seguridad en la casa de sus padres siempre era prioridad. Pero ahora necesitaba que se cuidaran más que nunca.

Gonzalo miró al chofer y con un gesto le indicó que se apurara aún más…

 

CLAUDIO-

-. Yo también me he acordado de ti…

Era la primera vez que Nali reconocía haber pensado en Claudio y se lo decía con su voz dulce y cargada de vergüenza…

El corazón de Claudio latió con más fuerza… quería verla a los ojos cuando le dijera cosas de ese tipo. Había pasado casi una semana desde la cuarentena impuesta a su familia y Claudio desesperaba por salir.

-. Te veré en una hora

-. Pero… dijiste que no podías…

-. Una hora…  noventa minutos como máximo, Nali

Colgó y comenzó a correr dando vueltas por su habitación, chaqueta, billetera… celular… tenía todo lo que necesitaba.

Se miró al espejo del baño, lavó su cara y acomodó su pelo. Bajó corriendo las escaleras. Antes de salir de la casa respiró profundamente tranquilizándose. Tomó un libro cualquiera y una manta. Abrió la puerta hacia la terraza. Varios hombres de trajes oscuros y armados cerca de la casa dirigieron su mirada hacia él. Claudio fingió no verlos y se dirigió a un grupo de árboles

-. Voy a leer – anunció cuando pasaba al lado de uno de los hombres levantando el libro para confirmar lo que decía. El hombre movió la cabeza. Todos sabía que Claudio era un devorador de libros y le gustaba mucho leer en la terraza o tirado en cualquier parte del jardín.

Eligió bien el lugar… quedaba bastante oculto y lejos de la casa. Esperaba fingiendo leer… esperaba confiando que algo pasara y los hombres se distrajeran… a esa hora llegaba el personal de la casa… siempre había vehículos entrando y saliendo…  cuando algo sucediera, sería el momento oportuno para escapar. Lo habían hecho cientos de veces con Daniel cuando eran niños… subían al árbol y avanzaban por una de las ramas más gruesas hasta pasar la cerca alrededor de la casa.

Diez minutos después, varios vehículos ingresaron de prisa… le pareció distinguir el auto de Gonzalo pero no iba a quedarse a averiguar nada… era ahora o nunca.   Claudio no dudo ni un segundo. Acomodó la manta para que pareciera que su cuerpo estaba aún ahí… subió al árbol y se perdió ente el follaje…

En el patio de la casa todos estaban distraídos atendiendo a los que recién llegaban…

Una vez en la calle se pegó a la pared y se deslizó rápido y sigiloso… cuando estuvo suficientemente lejos comenzó a correr hasta llegar a una calle concurrida donde subió a un taxi.

Nali lo esperaba. Claudio se encantaba por primera vez con una chica y la semana que llevaba encerrado lo estaba haciendo perder el sano juicio que siempre mostraba.

Entre las cosas que quedaron botadas sobre la manta estaba olvidado el celular de Claudio…

Casi a la misma hora en que Claudio viajaba por la ciudad rumbo a casa de Nali, Daniel abandonaba el hospital con una escolta de seguridad enorme… María había movido todas sus influencias durante las últimas horas y varios policias resguardaba la salida… el helicóptero de la familia esperaba para trasladarlos hasta su residencia…

Daniel se levantó de la silla de ruedas que lo dejó frente al helicóptero y afirmado de Andrei y Karina subió primero.

Lidia fue la última en subir… Estaba feliz de abandonar el hospital pero preocupada por todo lo que estaba sucediendo en la ciudad… las noticias en la radio hablaban de atentados múltiples y el caos crecía por doquier…

Ella tenía su propio caos interior…

Daniel estaba convencido de que iban a encontrar a Coque esperándolos… Suspiró con fuerzas aferrándose a la mano de Andrei… reuniendo desde ya el valor necesario para enfrentar lo que vendría dentro de poco.

Claudio estaba ajeno a todo lo que ocurría en la ciudad y en su familia…

Con Gonzalo ausente de la ciudad, nadie se había preocupado de informarle la razón por la cual su seguridad era importante…  su única preocupación en esos momentos era ver luego a Nali… mientras viajaba pensaba en lo que le diría… que harían durante el día… lo mucho que le ilusionaba volver a verla… le gustaba… ¿se atrevería a decirle algo?…

Pocos minutos después el taxi se detenía frente a la casa de Nali y Claudio caminaba ansioso hasta su puerta. Ella abrió y lo invitó a pasar.

Unos instantes más tarde, los chicos salían juntos del departamento. Estaban felices de volver a verse y no tenían ojos para mirar nada más que no fueran ellos…  escuchar sus voces hablarse y perderse en las nube como solo los adolescentes encandilados por primera vez pueden hacerlo…

Fue por eso que no vieron un vehículo con cristales oscuros detenerse muy cerca…

Dos hombres vestidos de trajes negros bajaron de prisa justo detrás de ellos…

Seguían conversando y sonriendo con la mente puesta en las miradas y las palabras tiernas…

No fue hasta que Claudio sintió que alguien sujetaba sus brazos con violencia, que aterrizaron bruscamente, percatándose de  lo que sucedía… Nali gritó asustada cuando un hombre tironeó de ella, levantándola en el aire y empujándola con fuerza dentro del vehículo, estrellando su cabeza contra la puerta contraria… siguió gritando hasta que el hombre le tapó la boca con su manota…

Los gritos de Nali atrajeron la atención de un vecino que salía de su mismo edificio.

-. Hey… ¿Qué están haciendo?- el hombre trató de correr hacia Nali pero se detuvo al ver que el chofer descendía del auto y sacaba un arma…  disparó un tiro directo y sin vacilar. El hombre sintió que algo caliente lo quemaba y una fuerza extraña lo tiraba al suelo…

El hombre que intentaba arrastrar a Claudio tenía problemas…  el mocoso no era tan experto en artes marciales como sus hermanos pero sabía lo suficiente para defenderse… aunque era delgado, su estatura era superior al hombre que lo agarraba

-. Nali!!!.. Nali!!! – gritaba Claudio desesperado dando golpes a quien seguía intentando sujetarlo…

El ruido del disparo atrajo a más gente…

De pronto comenzaron a escucharse gritos de otros vecinos… alguien llamaba a la policía… una mujer gritaba por su marido caído en el suelo…

El hombre que sujetaba a Nali dentro del vehículo le gritó al compañero que se apurara…  se les estaba escapando el control de las manos…

Claudio no se dejaba sujetar… el hombre intentó sacar un arma para obligarlo pero recibió algunos golpes de Claudio en los hombros que se lo impidieron… el hombre golpeaba de vuelta y seguían trenzados en una lucha a muerte…

-. Vamos… vamos!!… -gritaron los del auto… el hombre le dio un último fuerte empujón a Claudio que lo tiró contra la solera y corrió hasta el vehículo que ya estaba en movimiento…

-. Noooo… Nali.. Naliiii…

Claudio quedó tirado en el suelo… Sus gritos se sumaban a los de los vecinos… todo era ruido y confusión…

El auto se alejaba de prisa llevándose a Nali…

 

CLEMENTE

Cuando Clemente llegó del Club la noche anterior, Anselmo salió a encontrarlo diciéndole que su padre había dado órdenes de que se encargara del chico que estaba en el sótano. Clemente accedió de mala gana. No le gustaba pero no sabía cómo negarse.  Se sentía incómodo custodiando a Coque. Hubiera preferido tenerlo de amigo que de rehén.  El chico le caía bien y sentía pena por él.

Cuando llegó al bunker notó en seguida que algo muy malo había sucedido.   El rostro y cuerpo de Coque estaban llenos de heridas y golpes… el chico dormía casi inconsciente… respiraba agitado y lloraba en sueños…

Subió de prisa hasta el cuarto de Anselmo…

-. ¿Qué le pasó?- preguntó enojado exigiendo una explicación

Anselmo aún no se dormía…. Los sucesos de la noche lo habían dejado inquieto…  miró a Clemente con pena… le daba vergüenza contarle… nadie se lo había dicho pero él había podido deducir lo que había pasado tras ver el cuerpo de Coque y la actitud de su padre y Domingo…

-. Fue Domingo…

-. ¿Qué?… ¿Qué hizo?…- pregunto con temor…

Los hermanos se miraron asustados…

-. Lo… violó…—respondió Anselmo muy bajito y con los ojos llenos de miedo

Clemente retrocedió hasta golpearse con la pared… volvió a mirar a Anselmo para confirmar lo que escuchaba… dio media vuelta y salió corriendo torpemente del cuarto.

-. Papá… papá!!!- entró bruscamente al cuarto de Teddy empujando las puertas y gritando… no podía creer lo que había hecho su hermano… tenían que llamar a un médico… tenían que matar a Domingo… tenían que hacer algo… su papá se iba a enojar mucho cuando supiera pero tenía que decírselo… Domingo se había vuelto loco

Teddy abrió los ojos asustado… si había algo que odiaba era que lo despertaran cuando dormía

-. ¿Qué pasa, Clemente?

-. Papá… papá… Domingo… lo violó…- hablaba con torpeza producto de la sorpresa y la indignación

Esperaba una reacción mayor… que Teddy se levantara y comenzara a vociferar… que gritara y pidiera explicaciones… Que buscara a Domingo y se armara la grande…

No esperaba que lo mirara con cara de fastidio

-. Si… eso… ya déjame dormir. Mañana lo veremos

Se quedó de piedra.

Su padre le hizo un gesto para que abandonara la habitación… caminó lentamente hacia la salida… su papá sabía y no había hecho nada…  se detuvo en el pasillo, incapaz de continuar avanzando…

Una vez más en su vida, Clemente se encontraba enfrentando sus propias convicciones contra las de su familia… ¿qué pasaba con su gente?… estaban todos dementes???!! ¿Como su papá permitía que Domingo hiciera algo así?… se detuvo frente al cuarto de Domingo y abrió la puerta… dormía en la oscuridad… dormía como si nunca hubiera hecho nada malo y tuviera la consciencia limpia… Clemente recordó la visión del cuerpo de Coque y no pudo contener las lágrimas que aparecieron en sus ojos…

Vergüenza… eso era lo que sentía…

Profunda y estremecedora vergüenza por la actitud de su padre y de su hermano…

Nadie iba a hacer nada…

La frustración y la impotencia le ganaban…

Se secó los ojos guardándose las ganas de gritar. No tenía tiempo para quejarse y lamentarse.

El era el único que podía hacer algo por Coque… y no era mucho tampoco…

Buscó hasta encontrar unos cuantos analgésicos… ¿necesitaría antibióticos?… tomó un botiquín con todo lo que necesitaba y comenzó a bajar…  veneno… eso era lo que necesitaba… veneno para ponerlo en el café de Domingo…

Se acercó a Coque con pena y miedo… con cuidado retiró las vendas y el grillete de su mano herida… en las condiciones en que estaba no iba a  ir a ninguna parte…

Aguantándose las lágrimas de pena e impotencia, curó las heridas de la mejor manera posible… lo hizo tragar las pastillas y finalmente, obedeciendo a un impulso,  lo sostuvo en un abrazo…

No era justo… por Dios!!

Habían estado en el matrimonio de su hermana… Habían aceptado su comida y bebidas!!!

Eran mafiosos¡!! No violadores de chiquillos!!!

Eran negociantes del bajo mundo carentes de escrúpulos pero hasta ellos tenían estrictos códigos de conducta!!!

Y la violación de un jefe de otra familia por parte de su hermano no encajaba en esos códigos…  era solo un chiquillo…

Clemente sintió que odiaba la vida que le tocaba vivir…

Le gustaba la universidad… la limpieza de la vida de sus compañeros… quería trabajar en algo distinto…  una vida donde no hubiera muertos ni violencia… le gustaba levantar el rostro de cara al sol… sin vergüenza…

Las lágrimas volvieron a sorprenderlo cayendo de sus ojos…

Miró a coque que seguía dormido… su rostro inflamado y moreteado…  recordó al chiquillo bailando y alegre, como lo había visto en la fiesta de matrimonio…

-. Lo siento, Coque… lo siento…

 

La madrugada los sorprendió a ambos durmiendo en la misma cama.  La mirada acusadora de su padre pedía explicaciones al ver a Coque libre de sus ataduras y a él recostado a su lado, en actitud protectora

“Apenas puede moverse… no va a ir a ninguna parte!!! “ Clemente hubiera querido gritarle, pero su padre tenía algo más urgente que comunicarle

-. Abandonamos la casa. Recoge solo lo necesario y encárgate del chiquillo

Las palabras de su padre terminaron de despertarlo bruscamente… ¿abandonar la casa??… ¿Qué se le había ocurrido ahora?

 

-. Ven… tienes que moverte… yo te ayudo- Clemente sujetaba a Coque insistiendo en que caminara…

El y un par de hombres estaban a cargo de Coque, pero el chico no se movía… parecía como si no pudiera afirmar las piernas.  Se cansó de exigirle viendo que no podía responder.

-. A un lado – ordenó a los dos hombres que lo miraron sorprendido cuando Clemente levantó a Coque en sus brazos y lo transportó hasta el vehículo.

Aún no amanecía pero todo estaba en movimiento en la casa… Nadie prestó mucha atención cuando pasó frente a todos cargando al chiquillo… solo Domingo se rio al verlos, haciéndole hervir la sangre… Como odiaba al idiota de su hermano.

Los hombres se movían transportando documentos y preparando la salida. Leonardo daba instrucciones y su padre se encargaba de un maletín importante…  Anselmo lo miraba pidiendo explicaciones que no podía dar pues no tenía idea que pasaba. Se quedó cerca de Clemente…

En corto tiempo, todos estaban en diferentes vehículos y avanzaban raudos hacia un destino que los menores de la familia desconocían, en dirección contraria al puerto.

Cerca de él, nuevamente amarrado, viajaba Coque. Esta vez con mayor comodidad pues Clemente había puesto un par de almohadas y se había negado a que lo pusieran en la cajuela o le vendaran los ojos.

-. Yo me encargaré de él-  desafió a Leonardo por primera vez hablando fuerte y seguro.

No pudo evitar las esposas pero al menos se aseguró de que no viajara como un animal.

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