CAPITULO 65
DANIEL
María se había marchado de prisa tras advertirle que volvería con su hermano. No tuvo tiempo de explicarle mucho. Todos esperaban por ella para salir.
-. Lo traeré de vuelta- afirmó apretando la mano de Daniel y enterrando en él sus ojos celestes. Quería que Daniel creyera lo que le decía.
-. ¿Vivo? –se le iba el alma en la pregunta y en sus esperanzas
-. Si. Vivo- que nadie sugiriera lo contrario
Daniel lloró la frustración de no poder acompañarlos… sería un lastre tal como estaba. Sus movimientos aún eran torpes pero ya pronto comenzaría el proceso de recuperación. Se sentía inútil… quería estar con ellos. Quería ser el rostro que viera Coque cuando volviera con los suyos…
Dios como lo extrañaba.
Se moría de ganas de abrazarlo y besarlo. Era casi un dolor físico.
Se iría lejos, con él cuando todo volviera a la normalidad, eso es!!! tomarían vacaciones y se mandarían a cambiar juntos… se merecían un descanso después de tanta pena… los dos… solos… en un lugar donde pudiera demostrarle cuanto lo quería… al demonio las clases y las obligaciones… las suyas, las de Coque… todo a la mierda. Quería tiempo a solas con su pecoso.
Daniel pensaba todas esas cosas de prisa, sin detenerse mucho a analizar… Sabía que podía ser un sueño estúpido, pero necesitaba creer que Coque volvería de la mano de María y de Gonzalo… que sería el mismo de siempre… que su pecoso estaba bien.
Si. Se irían de viaje… un lago… una playa… donde Coque quisiera…
-. Lidia!!!- gritó a viva voz cuando se cansó de llorar solo.
Lidia entró preocupada al dormitorio para encontrarse con un Daniel que le recordaba a su hermano cuando era pequeño. Los ojos hinchados de lágrimas y los brazos estirados pidiendo un abrazo
-. Lo siento… perdóname… soy un tonto-
-. Ya paso chiquito… ya paso- a Daniel le perdonaba todo porque estaba enfermo, porque estaba herido y porque lo amaba demasiado.
Karina observaba desde la oscuridad del pasillo… se sitió tonta cuando se emocionó hasta las lágrimas por la felicidad de Lidia. Se alegraba por ella… Daniel buscaba a su hermana mayor cuando se sentía inseguro y triste.
No era el único que buscaba desesperadamente a Lidia…
Ahora que conocía el sabor de sus besos no podría dejar de buscarla…
HORAS ANTES…
LIDIA
Los dedos de Karina tocaron su mejilla muy despacio y siguieron el recorrido de una lágrima hasta capturarla… luego…
No sabría cómo explicar lo que pasó luego.
Karina se había acercado, casi con reverencia y temor, hasta tocar la comisura de sus labios y dejarle un beso dulce. Lidia abrió los ojos muy grandes al sentir el contacto…
Le bastó una sola mirada para comprender… la miró largamente… no recordaba haber visto tanta entrega y pasión en otros ojos así de brillantes y oscuros… era como tener frente a ella a un felino peligroso y mortal que se volvía un gatito suave y obediente cuando la miraba… había tanto misterio en la expresión de los ojos oscuros…
-. Karina…- murmuró asombrada… gratamente asombrada
Karina era un volcán a punto de hacer erupción… Dios!! Como podía existir alguien que fuera tan delicada??… la suavidad de su piel… la había tocado con sus labios… era lo más turbador que jamás había tocado… merecía la pena morir por su atrevimiento… solo pocas personas llegaban a besar a un hada en su vida…
Retrocedió apenas un poco sin quitar su vista de los ojos de Lidia… no sabía qué hacer ni que decir… no se arrepentía… podía morir en paz.
-. Puedo morir en paz si quiere matarme- hablo suave, convencida.
Lidia abrió la boca y su expresión fue aún de mayor sorpresa
– ¿Qué dices?-
-. Que si quiere ordenar mi muerte está bien-
Si hubiera sido otra persona, Lidia habría creído que se burlaba de ella… pero supo que Karina hablaba en serio.
Su mirada se tornó diferente al saber que se dejaría matar por ella… levantó su mano y la movió suavemente por la corta cabellera de Karina provocándole un ligero estremecimiento…
-. No quiero matarte…
-. ¿No?… pero.. yo…
-. Me besaste
-. Nunca había besado a nadie. No me arrepiento– aclaró de prisa como si eso la hiciera más merecedora de castigo
Lidia sonrió con ternura… ¿Cuándo alguien la había mirado con la adoración y mansedumbre que Karina lo hacía?… con esa admiración brillando en la profundidad de sus ojos negros… siguió acariciando lentamente, dejando reposar su mano sobre el delgado hombro de Karina… ahora entendía muchas cosas… no solo era lealtad… había visto y seguía viendo amor en los ojos de esa mujer que la guardaba y protegía con celos y fiereza… que no dormía si ella no lo hacía… que estaba pendiente de cada uno de sus deseos… que moriría gustosa por ella… que no dejaría que nada ni nadie la apartarla de ella…
Se sintió profundamente conmovida
-. No voy a matarte por un beso tan hermoso, Karina
La honestidad de Lidia desarmó completamente la fortaleza de la guerrera. Nadie era amable con ella ni mucho menos cariñoso… su hada no estaba enojada… Comenzó a temblar hasta que la emoción se liberó en lágrimas que rodaban pesadas por sus mejillas. Karina era la primera sorprendida. Nunca lloraba.
-. Ya ves. Ahora estas llorando tú
Sonrieron juntas relajando la tensión del momento. Lidia la acercó en un abrazo
-. Eres una mujer sorprendente Karina
Karina se dejó llevar de vuelta a la calidez del cuerpo de Lidia… no se dejaba tocar por nadie… podía negarse a muchas cosas pero jamás con ella… extendería su cuello dócilmente si ella quisiera rebanarlo
-. Yo soy un bicho común- como podía creer que era sorprendente si era tosca, fea y bruta– . Usted si es increíble
-. Eso no es cierto. Para mi eres importante. Has estado a mi lado todo este tiempo, cuidándome y acompañándome – movió su cara para ver sus ojos – gracias –
Karina no cabía en su propia piel… no solo porque Lidia no estaba enojada sino que le agradecía el honor que tenía de cuidarla y protegerla… ¿así de hermoso se sentía el amor?… ¿era por eso que todos hablaban de ello como si fuera la gran cosa del mundo?…
Entonces sucedió nuevamente… Karina volvió a besarla… esta vez directamente sobre los labios… era como sentir aleteos suaves de mariposa…
Lidia permaneció inmóvil… la mujer la tocaba como si tuviera temor de romperla… le gustó el suave roce y la pasión contenida… no le molestaba que fuera una mujer… era Karina… le agradaba. No sintió que estuviera haciendo algo malo. Esto no tenía nada que ver con lo que sentía por Andrei. Cerró los ojos lentamente y subió su mano para sostener su nuca. Respondió al beso. Si ese era el primer beso de su guardiana, bien merecía la pena que lo recordara como uno bueno.
Le sonrió al separarse…
-. ¿Te gustó besar?- era inevitable sentir ternura al ver la cara emocionada de Karina.
-. Si. Mucho- susurró en un suspiro
-. Me alegro
Lidia no quitó su mano del hombro de ella. Había algo conmovedor en la inocencia de Karina… en la adoración que le expresaba. Le gustaba.
Abrazadas se quedaron en el silencio del jardín. Cada una sumida en sus propios pensamientos.
CLEMENTE
Cualquier resto de somnolencia que quedara en Clemente se espantó con rapidez al escuchar quien lo llamaba.
-. ¿Estás escuchando?
Clemente no podía responder. Estaba impactado pensando en que tan real era esto. Gonzalo. El enemigo de su padre.
-. Si. Estoy aquí. ¿Por qué me llamas?- acomodó la cabeza de Nali y se levantó incapaz de mantenerse quieto.
-. Quiero conversar contigo
Gonzalo medía cuidadosamente sus palabras. Un pequeño error y todo se iría a la mierda.
-. ¿Sobre qué?
-. Tengo una propuesta para ti- detrás de cada frase seguía un pensativo silencio
-. ¿Qué propuesta?- ¿debería escucharlo?
-. Antes… dime si están bien-
Clemente miró a Nali durmiendo tirada en el piso… pensó en Coque unos cuantos metros más allá, muerto de frío y enfermo… responder era admitir… pero qué más daba ya…
-. Si…- respondió muy despacio
Escuchó el suspiro de alivio de Gonzalo.
-. Gracias. Ahora escucha atentamente. No voy a andarme con rodeos porque no hay tiempo. Eres diferente al resto de tu familia. Necesito de ti. Te protegeré y te aceptaré entre los nuestros a cambio de tu ayuda
Clemente dejó de moverse y de respirar…
¿Traicionar a los suyos? ¿Cambiarse de familia?…
-. Me estas pidiendo que traicione a mi familia – respondió con cautela…
Gonzalo se calmó antes de continuar… ¿se había equivocado?…
-. Te estoy pidiendo que hagas lo correcto. Los chicos no tienen culpa de nada-
¿Lo correcto?.. ¿Que sabía él sobre hacer lo correcto?… Nada. Su padre y hermanos mayores nunca le habían dado espacio ni confianza para que pudiera hacer lo que consideraba bueno, correcto o siquiera, deseable… siempre se hacía lo que ellos querían y así sería eternamente. En su mente, Clemente vio un chispazo de su futuro… su padre moriría en unos cuantos años pero entonces Leonidas y Domingo se pelearían por ser la cabeza… el, invariablemente, estaría relegado a un segundo plano, a obedecer sus órdenes y deseos… por el resto de su vida… quizás en qué lugar del mundo y quien sabe que barbaridades se les ocurrirían
-. No. No tienen culpa
Gonzalo apretó el teléfono y sintió sus esperanzas renacer con fuerza.
-. Ayúdame a recuperarlos. Te recibiré como miembro de esta familia. Podrás elegir lo que quieras hacer
Sin darse cuenta, Gonzalo había elegido exactamente las únicas palabras que podían obrar magia en la mente de Clemente… la libertad de poder elegir qué hacer con su vida.
El silencio fue largo mientras Clemente digería lo que escuchaba y medía cuidadosamente cuanto podía confiar en lo que escuchaba…
-. Tu gente…- no estaba aceptando… solo estaba tanteando terreno
-. Están bajo mis órdenes. Nadie te dañará. Se hará lo que yo diga-
-. ¿María?
-. No puedo hablar por ella. Te doy mi palabra de protegerte dentro de mi familia si me ayudas
Clemente miró a todos lados… su padre había dicho que se irían pronto a otro lugar… cuando habló con Nali, horas atrás, se había despedido de sus sueños y ahora Gonzalo le ofrecía la oportunidad de abrir la puerta y soñar en grande… tenía miedo… nunca había escuchado de alguien que traicionara a su familia y se fuera a otra… ¿sería una trampa?.
-. ¿Cómo se que hablas en serio?… ¿que no me vas a matar en cuanto puedas?
-. Tendrás que confiar en mi palabra. Vale más que un papel escrito
-. Yo… no… – iba a continuar hablando pero se escuchó un sonido peculiar al otro lado de la línea y de pronto fue otra la voz que escuchó.
-. Clemente. Habla Miguel. Soy el hermano de Analía
Clemente se sintió asustado. La miró atada, golpeada y tirada como un trapo sucio…el pelo desparramado y la ropa a jirones. Miguel lo destrozaría por hacerle eso a su hermana… estaba a punto de colgar cuando lo escuchó hablar nuevamente
-. Si nos ayuda yo mismo me encargaré de que nadie te moleste. Nali es mi única hermana. Significa mucho para mí… Por favor
-. ¿No vas a matarme?
-. No. Ayúdame y no te haré daño. Lo prometo-
¿Cambiaría de opinión cuando la viera como estaba?… ¿O cuando vieran a Coque?… se debatía fuertemente… comenzó a caminar de prisa por el cuarto y a pasar su mano libre por el pelo…
-. ¿Qué decides Clemente Rojas?– nuevamente Gonzalo en la línea.
-. ¿Podré volver a estudiar?
De todas las posibles respuestas, esta era la que Gonzalo menos se esperaba… tras el segundo de desconcierto se atrevió a elevar las comisuras de los labios en un gesto que parecía una sonrisa de triunfo.
-. Si, podrás estudiar o hacer lo que quieras
Había aceptado… era un traidor. Se estaba cambiando de bando a cambio de la libertad de vivir su propia vida y alejarse de su propia sangre… ellos no eran buenos… estaban podridos y él quería ser diferente…
De pronto recordó a Anselmo… su hermano menor.
-. Mi hermano menor se viene conmigo– era una exigencia
-. De acuerdo. Acepto. Ahora dime donde están
Clemente se sentía mortificado por traicionar a los suyos pero a la vez embriagado de adrenalina…
-. Es una casa en la playa cerca de…
-. Eso ya lo sé – respondió Gonzalo sorprendiéndolo- dime en que parte del complejo están Nali y Coque
-. ¿Lo sabes?
-. Necesito que me ayudes a sacarlos de ahí antes que comience la acción
Clemente entendió rápidamente. Por su mente pasó un último pensamiento de lealtad hacia su padre y hermanos… venían a atacarlos… debería advertirles… ¿los matarían?
-. Clemente. ¿Dónde están?
Suspiró derrotado. Era un traidor. Elegía su vida y la de su hermano menor. Decidido. Le dio la ubicación a Gonzalo.
Jorge rápidamente lo identificó en la pantalla de su computador. Gonzalo resolvió al instante.
-. Muy bien. Cuando escuches los primeros disparos llévalos hacia el este… hay unos árboles grandes afuera…-
Clemente entendió que ahora las órdenes provenían de él.
-. ¿Cuándo?
-. Dentro de muy poco- se arriesgaba al revelar el ataque.
-. No sé si pueda…
-. ¿Por qué?
-. Es que están… Coque no puede caminar- admitió avergonzado
-. ¿Y Nali?
-. Voy a soltarla. Esta esposada… si puede caminar
-. Clemente, escucha. El este de ese edificio es la única dirección que no recibirá ataque directo. Llévalos hacía allá, a los árboles… cárgalos si es necesario pero llévalos a un lugar protegido..
-. Haré lo que pueda – respondió
-. Clemente. Una cosa más. Quiero hablar con Analía
-. Un momento-
Se acercó a despertarla… estaba profundamente dormida, exhausta, pero de pronto abrió los ojos bruscamente y muy asustada.
-. Tranquila. Voy a pasarte el teléfono pero no debes llorar ni gritar… ¿puedes hacerlo? – Clemente le hablaba en susurros… se aseguraba de que nada fuera a fallar ahora que estaba decidido.
-. ¿Quién…?- preguntó Nali desconcertada, aturdida…
-. Gonzalo – respondió Clemente con seguridad viendo como los ojos se le llenaban de lágrimas, incredulidad y recibía el teléfono con ansiedad. – recuerda. No llores ni grites- lo miraba sin terminar de convencerse
-. Hola?- la voz trémula
-. Nali… escucha con calma. Vamos a buscarte pero será peligroso
Se contuvo para no llorar ni gritar… las lágrimas resbalaban suaves por su mejilla… miró a Clemente agradecida… en verdad era Gonzalo al otro lado de la línea
-. Oh.. oh…Gon..zalo…- los sollozos se atoraban en su garganta
-. Sigue a Clemente. Te llevará a un lugar seguro. Quédate pegada al suelo cerca de los árboles, ¿entiendes?
-. Si…
-. No llores preciosa. Te veremos dentro de poco. Ahora pásale el teléfono a Clemente
Se lo devolvió sin que las lagrimas cortaran su caída… lo miraba diferente…
-. Si?
-. Gracias. Confía en mí, por favor
-. Eso estoy haciendo. Arriesgo mi vida aquí
-. Lo sé. No me traiciones. Yo no perdono
-. No lo haré– aseguró con voz firme.
Un breve silencio… como si ninguno de los dos quisiera cortar la comunicación para asegurarse la lealtad del otro.
-. Media hora aproximadamente-
-. Si. Está bien–
Cortaron la conexión al mismo tiempo.
Nali lo miraba interrogando. Tenía que liberarla a ella y a Coque sin que nadie se diera cuenta. Tenía que hablar con Anselmo… muchas cosas y escaso tiempo.
-. Escucha. Tengo que hacer algo pero volveré de prisa
-. No! No me dejes…- lo sujeto del brazo con ambas manos
-. Nali,. Voy a volver. Lo prometo. Pero tengo que buscar a mi hermano y a Coque
-. ¿Coque está aquí?
-. Si. Esta enfermo y herido
-. ¿Volverás, si?- lo miraba suplicando sin soltarlo
-. Si – se acercó y le dio un beso en la mejilla que ella recibió calmándose – tengo poco tiempo pero te sacaré de aquí. Lo prometo Nali
Nalí resbaló sus manos dejándolo en libertad.
Salió de prisa hacia la casa principal en busca de Anselmo. No tenía ni un minuto que perder.
Cuando escucharon el primer disparo, Anselmo aun no se reponía de la sorpresa. Tenía a Coque en brazos, envuelto en la misma chaqueta que Clemente le había pasado horas atrás. El chico no podía caminar y Anselmo había recibido la instrucción de cargarlo.
-. Vamos a sacarte de aquí. No hagas ruido– le avisó Clemente unos minutos atrás cuando lo despertó remeciéndolo.
Coque se animó, agradecido. No muy seguro de si era real o un sueño. Asintió, moviendo la cabeza.
A su hermano no le fue difícil convencerlo. Anselmo tampoco quería irse del país ni estaba de acuerdo con la crueldad de su padre y hermanos mayores. Confió en la palabra de Clemente y lo siguió de inmediato.
Clemente terminaba de cortar los gruesos trozos de cuero alrededor de las muñecas y tobillos de Nali con un cuchillo afilado.
El primer disparo los inmovilizó a todos. Era la señal que esperaban. Afuera, todo sería caos por unos pocos minutos mientras entendían que sucedía… de inmediato hubo gritos, carreras… el ruido empezó a escalar en intensidad. Se apuró en terminar de cortar. Tenían que aprovechar el momento de desconcierto
-. Ven, afírmate en mi
Clemente cruzó un brazo por la espalda de Nali para sostenerla y abrió la puerta con cuidado. Los hombres que estaban al final del pasillo hasta hace poco, habían desaparecido… pero solo era cosa de minutos antes que llegaran más a buscar a los prisioneros.
-. Anselmo, ahora!
El aludido asomó a la puerta con su carga en los brazos.
-. Vamos, de prisa – dijo al tiempo que comenzaba a moverse… el ruido de las balas y gritos crecía, tal parecía que había algún otro tipo de armamento pesado. Se volvía ensordecedor. Llegaron al final de corredor. Miró hacia el este… a unos 50 metrosestaban los árboles de los que Gonzalo le hablara.
-. Hacia allá, Nali- Clemente señaló los árboles.
Nali asintió. Estaba aterrada… se escuchaba el silbar de las balas y las carreras desesperadas de los hombres… ráfagas impactaron un vehículo cerca de ellos… había fuego ardiendo en alguna arte… comenzaba a oler a humo… La oscuridad de la noche interrumpida por el brillo breve de los disparos… por los gritos de los que caían… todo era horrible, sin embargo, era peor quedarse quieta esperando saber que le deparaba el destino como prisionera de Rojas.
-. Vamos- dijo ella mostrándose decidida
Clemente apretó más fuerte a Nali y confió en que se dirigían hacia un lugar sobre el cual no dispararían… atrás quedaba su vida y su familia… su lealtad… estaba asustado de lo que hacía pero decidido a llevarlo a cabo.
Anselmo avanzó asustado por el pasillo. Coque no pesaba mucho pero costaba mantenerlo en el aire. Miraba con precaución a todos lados. No había nadie… vio a Clemente echar a correr con Nali y desaparecer de su campo visual. Se detuvo un momento para acomodar mejor a Coque antes de correr…
-. ¿Adónde crees que vas con ese pingajoso?
Domingo bloqueaba la salida. Tenía un arma en cada mano, cara de loco y aspecto peligroso…
EL RESCATE
Jorge había avanzado agazapado junto al resto de los hombres de Gonzalo y María. Era una situación emocionante con la que había soñado muchas veces… se sentía parte de una película de acción. Venían al rescate de dos jóvenes en manos de tipos malvados. Le gustaban los héroes.
-. Vuelve a mostrarme el plano- Pidió Andrei.
Jorge no se separaba nunca de su computador. Tenía varios y de diferentes tipos, pero siempre había uno a su alcance. Le mostró la imagen que le pedía. Andrei la estudió por última vez y repartió nuevas instrucciones en voz baja. Se había quedado con el grupo deAndrei por orden de su nuevo jefe.
Gonzalo, Miguel, Esteban y el resto formaban diferentes grupos que atacarían desde distintos puntos. Todos sabían cuál era el sitio especial que debían proteger.
-. No te muevas de este lugar. Va a ser peligroso dentro de unos minutos
El corazón de Jorge latía de prisa. Todo comenzaría en unos segundos. Andrei miró su reloj esperando el momento exacto. Alzó su puño y lo mantuvo en alto. Cuando bajó la mano de golpe el tiempo de espera había terminado.
Los hombres con ellos, incluido Andrei, se levantaron y corrieron sigilosos hacia la casa con muy escasa iluminación. En cosa de segundos comenzaron los disparos… Jorge quería sacar su cámara y filmar lo que sucedía pero no era tan idiota… cualquier luminosidad lo convertiría en un blanco de los disparos.
El ruido se volvía ensordecedor.
Había gritos de ambos lados y mucho movimiento. Miraba todo fascinado… vio a los hombres y a Andrei trepar las rejas ágilmente y saltar al lado contrario sin dejar de disparar… como si se sujetaran del aire… un ruido mayor anunció el uso de armas de mayor calibre… alguien cayó muerto en el patio a plena vista de Jorge… era el primero de varios que no sobrevivirían la noche… observó como pasaban corriendo al lado del caído sin ayudarlo ni ponerle atención… su pecho comenzó a pintarse de oscuro…
-. Ya estás muerto- pronunció despacio con extraña fascinación
Jorge nunca había visto a alguien morir o disparar… quería un arma y correr junto aAndrei y Gonzalo… No sabía usarlas pero aprendería de prisa… su adrenalina estaba a mil… había encontrado su lugar en este mundo… esto era lo que había esperado toda su vida… Se quedó en el sitio que le habían indicado solo porque recordó que no estaba armado.
Su vista se dirigió al grupo de árboles… no alcanzaba a distinguir con claridad si había alguien o no… las balas no estaban dirigidas hacia ese lugar… Diablos! Quería ver más de cerca que pasaba. Miró a todos lados. Nadie prestaba atención hacia donde se encontraba. Decidido, se arrastró hacia adelante acercándose al sitio donde se produciría el rescate de los chicos. No quería perdérselo.
Gonzalo sabía que era inútil pedirle a Miguel que esperara sin participar. Lo único que le quedaba por hacer era tenerlo cerca. Justo antes de la hora señalada y disimuladamente debido a la cantidad de hombres que los rodeaban, Gonzalo se tomó un momento para hablarle
-. No hagas ninguna tontera
-. Nunca las hago
-.Solo… Cuídate
Miguel parecía sorprendido escuchándolo
-. Es mi hermana… quiero rescatarla no hacer tonteras
Quería decirle más… pero solo lograría ponerlo nervioso y desconcentrarlo. El tiempo se agotaba. Al igual que Andrei, Gonzalo levantó su brazo mirando el reloj y en el momento exacto en que lo bajó todos se movilizaron… se distrajo un segundo mirando al grupo de Esteban que se movían a una cierta distancia. Todo iba bien, su grupo también avanzaba. Coordinación perfecta. Comenzó a moverse. Buscó a Miguel a su lado. Ya no estaba.
A Anselmo se le detuvo el corazón al ver a Domingo… Se había vuelto de piedra y no podía moverse… apretó con más fuerza el cuerpo que sostenía… afuera todo era ruido y caos
-. Llévalo al avión – gritó Domingo feliz de ver que su hermano pequeño había hecho algo inteligente. Le dio un fuerte empujón a Anselmo impulsándolo a correr hacia el avión que esperaba en la pista de despegue…
Pero Anselmo estaba paralizado. El impulso lo hizo tambalear torpemente y no pudo sostener más a Coque y simplemente se le resbalo de los brazos cayendo estrepitosamente al suelo… no supo si se había golpeado fuerte o si se había quejado… el ruido de los disparos y gritos no le permitió escuchar… apenas le alcanzaba la valentía para hacer entrar aire hacia sus pulmones.
Domingo era lo que más lo asustaba. Se paseaba recorriendo los cuartos…
-. ¿Dónde está la puta??!! Que hiciste con ella?- Se había dado cuenta del desaparecimiento de Nali y estaba como loco. En vista de que Anselmo no respondía, Domingo le golpeó el rostro para hacerlo reaccionar y aprovechó de propinar una patada sobre el bulto que hacía Coque en el suelo…
-. Dónde está?- Volvió a rugir encima de él
Domingo lo zarandeaba de los hombros exigiendo respuestas… Anselmo abría la boca pero no salía sonido alguno…
El par de guardias de antes entraron corriendo
-. La puta!!.. se la llevaron!! Búsquenla!!
Se frenaron en seco… era cierto… la muchacha no estaba pero era de loco allá afuera… había muchos atacantes. Los superaban en número.
-. Son muchos, señor
Domingo paseaba y miraba a todos lados… algo lo molestaba… ¿Qué hacía Anselmo aquí y con Coque en brazos?
-. ¿Donde lo llevabas? – rugió agarrando a su hermano menor del cuello
-. Ninguna parte…
-. DÓNDE?!!–
Vio el miedo en los ojos del menor y por primera vez se preguntó si tal vez su hermano lo estaba traicionando… se volvió como loco… lo soltó bruscamente y lo empujó fuerte contra la pared… la cabeza de Anselmo chocó con fuerza contra el cemento… suficiente fuerza para hacerlo caer y dejarlo atontado
-. Nos vamos de aquí, mierda!!- gritó a los hombres – Recojan a ese y llévenlo al avión- ordenó señalando a Coque
Como si no pesara, Domingo se subió a Anselmo al hombro, quitó el seguro de sus armas y corrió hacia la salida. Los hombres levantaron a Coque y corrieron detrás.
Clemente los vio salir desde su lugar entre los árboles… no estaba seguro de quienes eran todos debido a la distancia y oscuridad pero si pudo distinguir la enorme figura de Domingo…
-. Estamos en problemas. Se llevan a Coque-
Nali estaba entre los árboles tal como Gonzalo le había dicho. Acostada sobre el piso.
-. No! No!! tráelo de vuelta– gritó Nali levantando el rostro para mirar.
-. No puedo yo solo
-. No dejes que lo lleven.. No.. Nooooo
Clemente solo sintió el fuerte golpe en su mejilla sin ver a nadie que se acercara. El mundo se le apagó por unos minutos.
-. Nali.. Oh Dios!! Nali, estas bien?
Miguel estaba encima suyo, abrazándola.
Todas las fuerzas que Nali había tenido hasta ese momento abandonaron su cuerpo… ver a su hermano nuevamente la dejo convertida en un niña llorosa. Se aferró a él clavando sus dedos
-. Se llevan a Coque– gimió angustiada…
-. ¿Dónde?
-. No sé… Clemente dijo…
-. Este es Clemente??!!!- preguntó Miguel sorprendido mirando a quien acababa de golpear. Cuando se acercaba escuchó a su hermana gritar “no” y supuso inmediatamente que alguien la atacaba…
– Dijo que se llevaban a Coque…
Esteban y un par de hombres se acercaron corriendo y disparando. Nali se tapó los oídos… quería que terminara todo pronto. Tenía mucho miedo.
-. ¿Donde está Coque?
-. Dice que se lo llevaron
-. Hacia donde??!!- gritó Esteban mirando a Nali con desesperación
-. El avión…- fue la voz de Clemente despertando desde el piso
-. El avión… van a despegar!!!
Tan rápido como habían llegado, Esteban y sus hombres desaparecieron en dirección a la pista.
-. Tenemos que salir de aquí.- Miguel sostuvo a Nali ayudándola a ponerse de pie y protegiéndola con su cuerpo. Clemente se levantó despacio sobando su mandíbula.
Miguel había corrido por entre medio de los disparos arriesgándose y desobedeciendo lo que habían acordado, aprovechando la confusión del primer momento. Había llegado primero donde estaba Nali y eso era bueno. Estaba bien, estaba viva… la volvió a abrazar fuerte. Dios!! la amaba mucho. Nadie la tocaría mientras estuviera vivo y tuviera sus armas. Lo malo era que necesitaba salir de ahí con su hermana y Clemente y no podía llevarla y disparar al mismo tiempo… Clemente no estaba armado… Miró hacia todos lados buscando una opción. Justo delante de ellos… hacia plena oscuridad, alejándose de la casa… no se veía el brillo de las armas… Miguel trató infructuosamente de recordar que mostraba el plano pero no había sido capaz de retener las imágenes…
Gonzalo sabía hacía dónde se dirigía Miguel. Lo había perdido de vista pero tenía claro que lo encontraría junto a Nali bajo los árboles. Solo tenía que despejar el camino de todos estos imbéciles que seguían disparando… Los árboles estaban a unos 80 metros… miró la distancia… miró el suelo… ninguno de los que estaban caídos se parecía a Miguel… tenía que estar bien… iba a matarlo después con sus propias manos… pero por ahora, tenía que estar bien.
-. Acribíllenlos!!– Gritó fuerte dando luz verde a que usaran armamento más pesado. Cuando la primera bala hizo efecto, Gonzalo, seguido de unos cuantos hombres, corrió hacía los árboles.
Teddy despertó con los disparos. No se molestó en mirar que pasaba. Si estaban disparando era claro que no venían a negociar. Maldición. Deberían haber partido el día anterior.
-. Papá, están…- Leo entró corriendo a su dormitorio seguido de Domingo y varios hombres más
-. Trae al piloto y a los rehenes. Nos vamos.- interrumpió tomando los bolsos que tenía listos desde hacía días.
-. Voy por ellos- Domingo se adelantó corriendo de prisa.
Leonidas y sus hombres lo siguieron con más calma luego de sacar lo más importante de la casa y enviarlo al avión.
Se volvieron a encontrar a mitad del camino. Domingo volvía tirando de Anselmo y Coque venía en brazos de alguien más.
-. La mocosa se escapó– gritó Domingo frustrado
– No puede escapar… ¿Dónde está Clemente? –
-. Estuvo toda la noche con ella, señor– dijo el hombre que sostenía a Coque. Los hermanos se miraron. No era posible lo que estaban pensando, no?…
-. ¿Cómo que estuvo con ella?
Leonardo hablaba muy parecido a su padre cuando se enojaba, Daba miedo.
-. En el cuarto… los escuché hablar
-. Idiota!! Debiste advertirme- no lo golpeó porque lo necesitaba ahora pero ya se encargaría de él después.
-. Ve a traerlos- ordenó Leonardo con frialdad mirando a Domingo y tomando a Coque de las manos del hombre – Vivos o muertos. Me da igual
Domingo asintió. Anselmo comenzaba a reaccionar. Lo dejó en manos de uno de los hombres.
Leonardo se dirigió hacia la pista con su hermano menor y Coque.
Domingo decidió regresar por un camino diferente. Ya sabía que no estaban por donde se habían venido. Estaba contento. Tenían permiso para matar…
Andrei con su gente protegía el desplazamiento de Gonzalo y Miguel, sin ser consciente de que se habían separado. Su misión era limpiar el camino de salida.
Esteban había cambiado sus planes cuando se dio cuenta que Coque no estaba junto a Nali bajo los árboles. Corría hacía el avión con algunos de sus hombres.
Jorge había llegado a la cercanía de los árboles y miraba todo desde la altura de una duna, protegido entremedio de arbustos y maleza. Alcanzaba a ver las siluetas de Miguel y dos personas más. Suponía que eran los chicos. Estaba comenzando a alegrarse cuando escuchó ruido cerca de él… su latido se congeló… bajó la cabeza y no se atrevió a moverse, mucho menos a respirar. Los sonidos se volvieron más fuertes… alguien se acercaba por el lado contrario…
-. Allí están, jefe- murmuró fuerte uno de ellos
Un tipo grande seguido de otros dos pasaron corriendo agazapados, muy cerca de él…
-. Les caeremos de sorpresa… – gruño Domingo preguntándose qué mierda hacía Clemente ahí con la mocosa.
Jorge no lograba pensar… Iban a atacar a Miguel… no… ¿qué podía hacer? Todo iba a fallar… No… Se quedó donde mismo estaba… tenía plena visión de los hombres a solo unos metros delante de él y acercándose a Miguel… no tenía un arma… ni siquiera una piedra… si intentaba volver hacia atrás se darían cuenta de su presencia…
Vio al grandote avanzar sin detenerse derecho hacia Miguel. Aún no lo habían visto
-. Ese es el marica de Gonzalo- lo escuchó decir cuando pudo distinguir a Miguel
Domingo no entendía que estaba haciendo su hermano ahí con ellos… tenía sus armas en la mano al igual que sus hombres pero Clemente estaba en medio… supuso que el permiso para matar que le había dado Leonardo no incluía a su propio hermano
-. No disparen… mi hermano está ahí
Continuaron acercándose de prisa…
-. ¿Puedes caminar? – preguntó Miguel ayudando a Nali a sostenerse. Necesitaban salir de ahí. Había pasado un rato ya. La intensidad de los disparos estaba disminuyendo pero no sabía el resultado y no quería arriesgarse con Nali de por medio.
-. Yo le ayudaré- propuso Clemente –para que puedas usarla- señaló el arma que Miguel tenía en su mano.
En cualquier otra circunstancia Miguel no habría permitido que nadie tocara a su hermana, menos un Rojas… pero esta era una situación de vida o muerte. Nali se apoyó en Clemente y comenzaron a desplazarse despacio hacia la oscuridad que precedía a las dunas. No habían alcanzado a alejarse más que un par de metros cuando la voz deDomingo, justo al lado de ellos, los tomó de sorpresa
-. ¿Qué diablos estás haciendo aquí?- apuntaba con dos armas a Miguel pero se dirigía a Clemente mirándolo con suspicacia – ¿te cambiase de bando?- preguntó frente a la cara sorprendida de su hermano
Miguel levantó su arma y apuntó directo a la cabeza de Domingo. No era un juego. Dispuesto a matar o morir.
-. Déjanos pasar- ordenó capturando la atención de Domingo.
Solo entonces se mostraron los dos acompañantes de Domingo, uno por cada costado…
-. Jajajaa. Adiós marica
Domingo alcanzó a sonreír antes de apretar el gatillo… quería ver la cara de terror de Miguel… estaba tan enfebrecido que no se dio cuenta cuando algo caliente le empujó el hombro izquierdo hacia atrás remeciendo su cuerpo, pero sin detenerlo… acto seguido un fuerte golpe en la cabeza lo aturdió… ruido de disparos encima suyo… no era su arma… intentó apretar el gatillo pero no tenía fuerza… que estúpido… ¿cómo no iba a tener fuerza si era tan grande?… se miró la mano… no tenía nada raro… solo que estaba cayéndose al suelo… volvió a intentarlo sin darse cuenta de lo que le sucedía… apunto directo a Miguel… gritó con todas sus fuerzas hasta que logró mover el dedo sobre el gatillo… Domingo vio como su disparo impactaba en Miguel justo antes de que su cabeza rebotara en el suelo.
El disparo en el hombro de Domingo provino del arma de Gonzalo… al tipo de la derecha lo mató la misma arma de Gonzalo… el de la izquierda fue fulminado por un disparo de Miguel…
El golpe en la cabeza de Domingo fue causado por el impacto del computador de Jorge… no pudo mantenerse en su sitio sabiendo lo que iba a pasar…corrió tras ellos y levantó lo único que tenía a mano para usar como arma… Gracias a Dios por su tamaño… estampó con fuerza el PC sobre la cabeza de Domingo confiando en que Miguel se encargaría del resto…
Todo sucedió casi al mismo tiempo…
Se miraron todos confundidos…
Nadie había visto venir a nadie pero todos habían actuado al mismo tiempo
-. Gonzalo!!!
Nali se soltó de Clemente y se abrazó a Gonzalo. Él devolvió el abrazo sin quitar sus ojos de Miguel. Lo recorrió de arriba abajo en un segundo… parecía normal… pero él había visto el destello del disparo de Domingo… lo miró preguntando… tal vez la bala había pasado de largo… pero entonces Miguel asintió haciendo una mueca de dolor y se llevó la mano al costado que comenzaba a teñirse de líquido oscuro
-. NO!!
Gonzalo soltó a Nali arrojándosela a Jorge y cubrió la distancia que lo separaba de Miguel. Su peor pesadilla se materializaba frente a él… no… no…
Nali gritó detrás al darse cuenta que Miguel estaba herido. Gonzalo no se volvió a mirarla. Sostuvo a Miguel con firmeza.
-. ¿Puedes respirar?
Miguel probó sus pulmones…
-. Si
Estaba herido… Domingo le había disparado
La sangre manaba del costado derecho de Miguel. Gonzalo sintió un instante de pánico pero tendría que dejarlo para después. Ahora tenía que detener la hemorragia. Sin pensarlo se quitó la camisa y la amarró con fuerzas alrededor del pecho de Miguel.
Andrei y su gente aparecieron en ese momento. Los disparos se distanciaban y sucedían al otro costado de la casa, cerca de la pista.
Gonzalo y Andrei se miraron y se entendieron con gestos.
-. Encárgate de ese- señalo a Domingo.
-. Nos vamos – ordenó Gonzalo tomando a Miguel en brazos.
Miguel iba a protestar pero la cara de Gonzalo le advirtió que era mejor que se quedara callado. Tenía un fuerte dolor en el pecho… sentía la sangre caliente brotando con menos fuerza debido al torniquete… Gonzalo exageraba… podía respirar… Nali estaba segura… no todo estaba tan mal…
Fue lo último que alcanzó a pensar antes de perder el conocimiento.
En el otro costado de la casa los disparos continuaban.
Teddy se encontraba sentado en el avión. El piloto y su acompañante ya habían encendido el motor. Solo faltaban sus hijos… impaciente, miró otra vez por la ventanilla…
Leonidas se tranquilizó cuando vio que el avión ya no estaba tan lejos. El ataque había comenzado hacía no más de 20 minutos y su resultado era nefasto. Tenían que salir de prisa. Todo estaba perdido. Los habían sorprendido sin darles tiempo de actuar… lo último de su gente seguían disparando y protegían su escape pero no tardarían en derrotarlos
-. Apúrate!- le gritó a Anselmo que se quedaba atrás y los retrasaba.
-. No…- respondió Anselmo para sí mismo… No subiría a ese avión… No cuando tenía la posibilidad de quedarse con Clemente… fingió tropezarse y cayó al suelo… no sabía qué hacer…
Lo matarían por dejar que se llevaran a Coque… Los dos hombres que corrían al lado de Leonardolo llevaban en brazos
-. Anselmo, levántate!!!
Leónidas se detuvo al verlo caer y comenzó a retroceder para ayudar a su hermano menor…
De las sombras surgió un grupo de hombres encabezados por Esteban. Estaban más cerca de Anselmo que él.
-. Hermano!!!- gritó Leonardo con miedo
-. No te muevas – ordenó Esteban levantando a Anselmo, sosteniendo su arma pegada a la sien del menor de los Rojas.
Leonardo mantuvo su arma en alto. Los hombres que corrían con Coque levantaron las suyas apuntando también…. Era el último duelo…
-. No le dispares- habló Leonardo. Anselmo era el menor. El más inocente de los cuatro. No era justo que terminaran con su vida.
-. ¿Dónde está Coque? Devuélvemelo
Teddy Rojas observó todo desde la ventana… se levantó y bajó la escalerilla con determinación. Detrás de él unos cuantos hombres apuntaban. Caminó hasta el hombre que sostenía a Coque y sin mediar palabras le ordenó que lo siguiera. Caminaron hasta quedar al lado de Leónidas.
El silencio había vuelto al lugar. Hasta los disparos habían cesado
-. La vida de tu heredero por la de mi hijo
-. Acércalo tú mismo- respondió Esteban aceptando y presionando aún más su arma contra la sien de Anselmo
-. No quiero ir con él– gimió el menor de los Rojas solo para los oídos de Esteban
-. Lo lamento pero no estás en posición de pedir nada- lo presiono ligeramente para comenzar a avanzar
-. Pero Clemente dijo…
-. Necesito a Coque y tú eres la moneda de cambio
Anselmo calló entendiendo que todo lo que alcanzó a soñar se iba a la mierda en ese momento… su vida por la del chico malherido…
Frente a frente a solo unos pasos de distancia, Teddy Rojas y Esteban se miraron con odio. Esteban se impresionó al ver la cara de Coque. Una ola de furia lo invadió… alguien tendría que sujetarlo. El chico parecía más muerto que vivo. Llamó a uno de sus hombres
-. Alguien tiene que cargarlo. Que cobardía lo que han hecho con él
Escupió deseando poder usar su arma, sus manos… descargar la furia y buscar venganza…
Su hombre se acercó para tomar a Coque de las manos de Rojas…
Esteban bajó el arma y soltó a Anselmo…
-. Lo siento, chico- murmuró empujándolo con suavidad
Todos retrocedieron de prisa sin dejar de apuntarse unos a otros…
-. Despegue de inmediato– ordenó Leonardo al piloto temiendo lo peor
-. Faltan tus hermanos- lo detuvo Teddy
-. Clemente no vendrá- sentenció Anselmo. Al menos uno de ellos tendría una posibilidad…
El rostro de Teddy sufrió un duro cambio por primera vez en la noche. Perdía mucho más que dinero y posición… su hijo Clemente era uno de los más queridos para él. Un chico bueno… que había decidido no venir con ellos. Un traidor.
-. Y Domingo?
-. No ha vuelto…
La madrugada había vuelto a ser silenciosa… solo el crepitar de fuego de los vehículos que ardía
-. Despegue – ordenó Teddy Rojas.
Cerró los ojos afirmándose con fuerza en su asiento. Domingo había iniciado esta locura… Domingo era impredecible y siempre lo iba a meter en problemas… Perdía dos hijos. A uno lo sentía con todo el corazón.