(Este es un capítulo especial; un momento que Miguel y Gonzalo necesitan para poder seguir adelante.)
Capítulo Especial (45)
MIGUEL.
Esa mañana. Gonzalo salió del departamento y me dijo que volvería lo antes posible para que estuviéramos juntos todo el resto del día. Supuse que llegaría después del mediodía. Me levanté con calma… no había hecho nada en particular para sentirme tan cansado… excepto recibir el duro trato sexual que ambos habíamos mantenido… sonreí al recordarlo… pero no era eso lo que me tenía en ese estado… era más bien un agotamiento de mi energía…
saber que Gonzalo tenía que casarse con esa mujer me drenaba el ánimo y las fuerzas… no podía terminar de convencerme que iba a ser así como terminaba nuestra historia. Luego de la ducha, ordené el desastre que habíamos provocado en la noche y esta mañana. Al terminar me quede sentando pensando. Gonzalo había decidido que quería que pasáramos tiempo juntos… dedicarnos tiempo el uno al otro, No sabía dónde íbamos a ir ni que íbamos a hacer… por mí, bien podíamos quedarnos tirados sobre la cama besándonos y haciéndonos el amor por horas… pero aunque ese fuera el plan había algo que estaba fallando y ese era yo con mi tristeza y desanimo… Gonzalo quería regalarme su tiempo y no era muy agradable de mi parte estar con cara de tristeza permanente. Respiré tragando mucho aire y caminé hasta el baño… de pie frente al espejo contemple mi imagen
– Me ama… Gonzalo me ama… a mí… solo a mi
De a poco mis labios se curvaron en una sonrisa de alegría y de algo más hondo que no supe identificar… era algo cálido que me llenaba por dentro haciéndome sentir bien. Volví a repetírmelo varias veces hasta que me empecé a sentir estúpido, pero la tristeza tan grande había bajado en intensidad. Si eran horas, días o semanas lo que tenía con él, pensaba disfrutarlo y no pasármelo sufriendo… tenía que acumular buenos recuerdos para después… y dejarle a él bonitas imágenes del tiempo que estuviéramos juntos… y por ahora, no pensaba volver a recordar nada de lo que me había dicho anoche. Iba a cerrar los ojos y a imaginarme que solo éramos una extraña pareja de enamorados… nada más, no iba a pensar en el futuro ni en el pasado… solo en lo que íbamos a vivir cada minuto que estuviéramos juntos. Tal vez era algo demasiado simple y superficial, pero necesitaba aferrarme a una tonta ilusión como esa para no derrumbarme y ser una Magdalena llorosa y sufriente durante el poco tiempo que nos quedaba. Gonzalo y yo habíamos tenido muy poco tiempo para ser felices… por su culpa, por la mía… no importaba ya… solo teníamos el ahora.
Salí del baño sintiéndome mejor… al menos mi cara ya no parecía de muerte ni de dolor. Me preparé un café en la cocina. Mi teléfono comenzó a sonar. Sonreí… era Gonzalo.
– Hola…
– ¿Ya te levantaste?
– Si
– Estoy ahí en 10 minutos
– De acuerdo
– Miguel…
– Si?
– Quiero verte…
Sin poder evitarlo me largue a reír despacio
– Estas loco…
– Completamente… ¿esas vestido?
– Claro
– Que pena… trabajo perdido. Mejor quítatela ya
– Ah, Si?
– Me encargaré de solucionar eso en cuanto llegue– por el tono de su voz supe que esta sonriendo.
– Te espero
Corté aun sin dejar de sonreír. Miré mi ropa y por un segundo pensé en quitármela pero… no… no le iba a quitar el gusto de sacármela… sé bien que le gusta hacerlo y más aún le gusta cuando se queda sentado observándome mientras me desvisto.
Me senté en uno de los sillones a esperarlo, tomando el café en pequeños sorbos… sé lo que le gusta hacer a Gonzalo… lo que le gusta hacerme… también sé bien lo que no le gusta, conozco su carácter… lo mejor y lo peor… su rutina y sus actitudes… creo que sé bien cómo reaccionará ante cada cosa que le pasa… conozco a Gonzalo muy bien… y lo amo… lo amo a pesar de… no… no es “a pesar de”… conozco sus defectos y son muchos pero lo amo con todos ellos incluidos… también amo su lado bueno… lo responsable y confiable que es, su voluntad de hierro, el compromiso con su trabajo y su familia, su extraño sentido del humor, la exquisita ternura que a veces tiene conmigo, el ser único e inquebrantable… su sentido de lealtad…
Escucho el ruido de la cerradura y tras abrirse la puerta, lo veo entrar… se detiene al verme y se queda afirmado contra la puerta cerrada… mirándome y sonriendo
– Sigues vestido…
– Es que hace frío…- protesto, aunque estamos en pleno verano
– Desobedeciste una orden de tu jefe, mocoso
Deja las llaves en una mesa cercana y sus manos quedan desocupadas. Despacio camina hacia mí. Mi estómago se contrae anticipando su cercanía… se ve hermoso, seguro… dominante… me lo quiero comer a besos y abrazos.
– Ya iba a hacerlo… ahora mismo– me pongo de pie
– Demasiado tarde
Me toma en un abrazo apretado y nuestras bocas se encuentra como si hiciera mucho tiempo que no se tocan y nuestros cuerpos se pegan
– Te extrañé…- le dijo intentando respirar
– ¿Cuánto?… demuéstrame cuanto me extrañaste
Soy yo quien busca sus labios en una de esos raras ocasiones en las que me deja dominar un beso y es mi lengua la que entra en su boca, feliz de que me permita hacerlo, tocar su lengua y su paladar, mezclar nuestras salivas… me gusta su sabor… curiosear dentro de él… es algo tan íntimo y especial. Sus manos ya están en mi espalda
– Tienes sabor a café… creo que quiero desayunarte- me dice despacio en mi oído
Le señalo la taza de café y me quedo deseando que empiece a desayunarme…
– Quítate la ropa…
Se sienta donde antes estaba yo y se queda esperando, sin quitarme los ojos de encima. Hemos hecho esto varias veces… sobre todo al principio… recuerdo que antes me molestaba mucho hacerlo, me sentía como un objeto… ahora no… ahora sé que le gusta mirarme y sentirse mi dueño… ordenarme que me desnude o que haga otras cosas es una de sus formas de hacerme sentir especial y diferente, a él le gusta mirarme hacerlo… se excita… su atención completamente centrada en mi. Con deliberada calma suelto de a uno los botones de mi camisa y me la quito, me quedo descalza y siento el agradable frescor del piso en mis pies… el broche del jeans… sé lo que hay debajo… lo estoy sintiendo llenarse de sangre y crecer de tamaño, por él y para él… Gonzalo no sonríe… toma mi taza de café, se echa un poco hacia atrás en el asiento y sigue observándome mientras se bebe mi café… mierda!!! cómo es posible que siga excitándome tanto con este juego tan simple… pero es así. Termino de quitarme el jeans y me quedo en bóxer… con una notoria erección por su culpa… mis dedos juegan en el elástico… lo bajo un poco pero vuelvo a subirlo… lo hago solamente para fastidiarlo un poco… de paso me excito más y más
– Quítatelo- me ordena…
Mierda!! su voz y esa simple orden hacen estragos en mi…
– Hazlo tú- le respondo poniéndome al alcance de sus manos.
Deja la taza y sus manos se abrazan a mí, por sobre mi única prenda de ropa. Besa la piel sobre mi estómago y sus manos acarician y aprietan mis nalgas por sobre la tela… es erótico… más aún que si estuviera entero desnudo… luego gira mi cuerpo hasta que estoy de espaldas a él y roza suavemente mi pene por sobre la tela, recorriendo entero su forma hasta llegar a mis bolas y sigue haciendo lo mismo… ladeó mi cabeza comenzando a sentir ganas de abandonarme en sus brazos
– Ven aquí
Me tira suavemente sobre su cuerpo y me quedo sentado sobre él… ahora son sus manos las que intencionalmente se demoran en el elástico de bóxer… busco su boca para besarlo, quiero más…
– Te tomaste mi café
– Voy a tomar de ti bastante más que tu café, mocoso
Sus manos se hunden bajo el bóxer y tocan mis genitales… nada de toques suaves y delicados… me agarra firme sabiendo que me gusta así… me siento débil ante su contacto… siempre quiero más de él… me recorre con habilidad, sabe cómo hacerme sentir muy bien… separa mis piernas
– Eres delicioso mocoso… nunca me canso de mirarte y tocarte… de desearte…
Sonrío… me encanta escucharlo decirme cuanto le gusto… Levanto mis brazos y abrazo su cuello dejándolo en completa libertad de hacer lo que quiera con mi cuerpo. Sus dedos muy pronto están entrando en mi… no lo necesito… no lo hace por prepararme sino simplemente porque es una más de sus formas de poseerme completamente…
– Te amo, Gonzalo
Su respuesta es su boca sobre la mía, posesiva y salvaje… me besa dejándome claro que es mi dueño. Sus manos abandonan mi cuerpo y abren el cierre de sus pantalones liberando un pobre oprimido… se levanta orgulloso y cabecea sabiendo que dentro de poco va a estar en mi. Sujeta mis caderas, baja el boxer y me acerca a su erección… estoy deseándolo desde que cruzó la puerta. Duro y caliente lo siento empujar en mi ano… suspiro anticipando el placer… bruscamente se detiene
– Mierda!! lubricante…
– Gonzalo… No te detengas por eso- le digo deseando que continúe… lo quiero ahora ya y un poco de dolor no me hace mal… – sabes que no me importa– le aclaro por si lo ha olvidado.
Entonces lo veo mirarme con esa ternura especial que solo guarda para mi… me acaricia despacio y me besa suavemente
– Quiero estar contigo todo el día y toda la noche… si te hago daño ahora no voy a poder tocarte después…
Sonrío con resignación… tiene toda la razón… podría ser fantástico ahora pero estar adolorido después… Con otro beso rápido se para y corre al dormitorio. Está de vuelta de inmediato y retomamos nuestra posición original… el lubricante entra en mi en sus dedos… seguido de la sensación dura y caliente de su pene… despacio, haciéndome sentir cada centímetro que se introduce… un jadeo por cada centímetro… sus manos mantienen mis piernas separadas y su boca no deja tranquilo mi cuello… Gonzalo sabe lo que hace… nunca he querido pensar en todos los que pasaron antes por sus manos y su cuerpo… no me interesan, no me causan celos… se que fueron aves de paso que solo sirvieron para entretenerlo y adquirir toda esta experiencia que ahora aplica en mi… entra y sale marcando exactamente el ritmo que necesito… a ratos con un poco de brusquedad… solo la necesaria para dejarme sin aliento pero no alcanza a dañarme… El departamento se llena de jadeos y suspiros… de su amor y del mío. Mojo sus manos con mi semen y él me llena del suyo. Satisfechos y aun agitados nos quedamos en la misma posición hasta tranquilizarnos un poco. Ladea mi rostro y me besa en la boca… aunque su respirar aun no se normaliza las ganas de seguirnos dando amor son más grandes
– Te amo…
Resuena su voz y la mía… nos lo repetimos varias veces hasta que terminamos riendo. Despacio me salgo de él y corro hasta el baño. A los pocos segundos entra él y compartimos la ducha donde seguimos besándonos y tocándonos… riendo.
– ¿Quieres ir a la playa?-
El agua cae sobre nosotros… estoy intentando lavarme pero mis manos se van a tocarlo y mis ojos a admirarlo… el cuerpo de Gonzalo se ve hermoso bajo el agua… con su pelo mojado y sus ojos brillantes… no sé cuantas veces lo he visto reír hoy pero han sido muchas… las guardo y atesoro… las voy a necesitar después.
– Donde tú quieras…- respondo idiotizado… me da lo mismo, solo quiero estar con él.
Echamos un par de cosas en un bolso. De camino a la playa llamo a mi mamá para saber de ellas y que sepan de mí. Luego apago el teléfono. Estoy con mi jefe, ninguna emergencia podría molestarme hoy día. Gonzalo está manejando pero me ve apagarlo. Sonriendo, toma el suyo y hace lo mismo.
– Gonzalo!
– A la mierda el mundo Miguel… hoy somos solo tú y yo- se mueve y me da un beso rápido.
Me ha emocionado hasta las lágrimas. Jamás me hubiera imaginado que quisiera hacer algo así… es decir, su familia, su padre, los negocios… siempre está hablando, informándose, dando instrucciones o queriendo saber… pero se ha desconectado de todo para dedicarme todo su tiempo… me ama… me lo vuelvo a repetir en mi mente… me ama… a mí. De pronto la inmensidad de los sentimientos mutuos me golpea con todo el peso que significan… es apabullador, me siento sobrecogido por una emoción super fuerte que apenas me deja respirar… Gonzalo me ama de verdad. Me giro hacia la ventana, no quiero que me vea, no sabría cómo explicarle todo lo que me acaba de pasar simplemente porque él apagó su celular, porque me ha hecho sentir más importante que todo el resto que lo rodea. Pero Gonzalo, por supuesto, se da cuenta y detiene el vehículo en el costado del camino.
– ¿Qué pasa, Miguel?
Nuevamente esa ternura y dulzura que solo me muestra a mi
Tengo los ojos llorosos pero a pesar de eso soy capaz de sonreír
– Apagaste el celular…
Suena más estúpido de lo que es… pero Gonzalo entiende… entiende perfectamente y me abraza, también emocionado.
– Si… lo apagué
Nos quedamos abrazados unos instantes compartiendo la magia del minuto. Luego me besa y reanudamos la marcha. Lo miro y lo veo tan hermoso… un pensamiento loco me cruza por la mente… ¿es mío?… aunque quizás no estemos juntos mucho tiempo… pero sus sentimientos… lo que quiere, ama y piensa… lo que desea… es mío… yo estoy dentro de su mente… y él me pertenece a mí. Vuelta a emocionarme al darme cuenta de que eso es una realidad y nadie, ninguna ceremonia ni distancia, podrá jamás cambiarlo… así como yo me siento de él… y quiero ser suyo, el es mío… maldita sea!!… solo mío.
– Y ahora qué?…- me pregunta riendo… su preciosa sonrisa
– Eres mío – le digo con voz muy firme y segura.
Gonzalo se ríe con más ganas aún
– Si Miguel, soy tuyo
Deja de reír para responderme y nuestras manos se entrelazan. Gonzalo continúa manejando con una sola mano mientras con la otra me atrae hacia él y me abraza… así seguimos avanzando.
Reconozco el camino antes de llegar a la casa… es el lugar donde Gonzalo me hizo bajar a ciegas hasta la playa… recuerdo esa experiencia como una muy fuerte, pero que a fin de cuentas, me enseñó a confiar en él, a saber que no me iba a dejar caer y podía afirmarme en él. Obviando la escena de celos en la que casi termine muerto… Gonzalo es confiable, siempre puedo creer en su palabra y sus promesas, sé que las cumplirá, cueste lo que cueste.
Avanzando un poco más por el mismo camino llegamos a un gran portón custodiado por vigilancia electrónica. Gonzalo saca un control remoto y luego de comprobar su identidad en un sensor, el portón se abre dejando a la vista un inmenso jardín… al fondo una casa muy grande.
– ¿Quién vive aquí?
– Le pertenece a la familia, pero no hay nadie ahora… solo los guardias.
Dos de ellos aparecen a recibirnos y a reportarse con Gonzalo. Nos estaban esperando. Los despacha rápido con un par de frases, haciéndoles saber que no queremos ser molestado y necesitamos privacidad. No volvemos a saber de ellos ni a notar su presencia.
La casa es grande y hermosa… comemos algo rápido y luego Gonzalo me arrastra hasta la playa. En el muelle hay una lancha a la cual nos subimos. Gonzalo se siente a sus anchas manejándola… nos alejamos de la playa, el paisaje es muy bonito y la sensación del viento en la piel es de lo mejor… Gonzalo está feliz y yo me siento tan contento de ver su alegría… nunca me lo había imaginado en otro lugar que no fuera los habituales… verlo disfrutar sobre una lancha es totalmente diferente
-Ven… toma el timón
Lo sujeto con firmeza sintiendo la adrenalina… más aún cuando él me sujeta, pasando sus manos alrededor de mi cuerpo. Reclino mi cabeza sobre su pecho… aspiro su aroma y sueño un par de minutos… quisiera quedarnos así para siempre… seguir hasta llegar a un lugar donde nadie nos encuentre ni tuviéramos que volver jamás… ambos estamos en silencio… la sensación de libertad que se produce a bordo es embriagadora.
Pasamos por diferentes zonas de la costa… todo es bonito. Después de un rato volvemos hasta la casa.
Nos quedamos tendidos bajo el sol, en la arena, nadamos un poco… hablando y descansando… Me resulta curioso ver a Gonzalo tranquilo, relajado y concentrado en mí… disfrutando del sol, del aire, del ruido de las olas y nuestra mutua compañía. Lo siento como un regalo precioso y muy valioso… un tiempo solo para nosotros.
Gonzalo tenía curiosidad por mi vida antes de conocerlo… no todo lo que me había sucedido estaba escrito en el informe aquel que había investigado sobre mi… no había mucho que contar pero le hice un resumen de mi vida anterior, por primera vez mencioné a Emilio y su ayuda con la defensa personal y su amistad… luego él me contó de su niñez y su juventud. Andrei estaba en casi todas las historias de su vida… entiendo por fin porqué el lazo entre ellos es tan fuerte… en cierto modo me alegra mucho que tenga a alguien tan cercano… no quiero que se sienta solo después.
– ¿Y novios… chicas?… no me has contado nada de eso-
– No tengo nada que contarte… no tuve ni siquiera amigos cercanos hasta que…
Recuerdo… me callo. Gonzalo me mira… sabe que es lo que iba a decir.
– Daniel?- pregunta tranquilo.
Es la primera vez que hablamos del tema desde que sucedió aquello… no sé si me gusta hablarlo… no quiero que terminemos enojados o discutiendo… sigo la conversación con mucha cautela en mis respuestas
– Si… Daniel
Respira profundo y nos envuelve el silencio… no sé qué decirle… es un poco incómodo
– ¿No sientes nada por él ahora?
– No… solo somos amigos
Me sonríe despacio y me acaricia tranquilizándome
– Te creo, mocoso
– Daniel me cae muy bien… pero te amo a ti- le digo acercándome y comenzando a tocarlo con segundas intenciones… mi mano se desliza por sobre su estómago… recorriendo el camino de sus músculos
– ¿Cómo fue?… ¿Cómo te acercaste a Daniel?
– No voy a contarte!!!… solo voy a decirte que fue mutuo… nos conocimos en el gimnasio y bueno… ya sabes… Daniel es dulce y…
– ¿Por eso lo elegiste a él?
No me gusta el tema… no me gusta hablar de esto con Gonzalo pero por algún razón masoquista insiste en preguntarme… quizás necesita saber… aclararlo de una vez por todas.
– Gonzalo… puede que te pareciera muy seguro y arrogante cuando me conociste y que no necesitaba a nada ni a nadie… pero la verdad es que te tenía mucho miedo… me parecías demasiado grande y dominante y… no sé… pensé que… aahh mierda!!… no me hagas hablar de esto, por favor
Me mira entendiendo, una nueva caricia en mi cara. Retengo su mano cerca de mi boca y beso sus dedos…
– Dime… quiero entender
Suspiro… de acuerdo, no se va a quedar tranquilo hasta que sepa todo
– ¿Recuerdas cómo fue nuestra primera vez?
Gonzalo hace un gesto con su cara… recordando. De pronto sonríe…
– Si… lo siento
Sigue sonriendo para luego reírse abiertamente… lo golpeo en su hombro… aquella vez no fue graciosa… fue bruto y casi violento conmigo
– Bueno… eso!… yo sabía que iba a ser así y por eso no quise tener ese recuerdo de mi primera vez… Dios!! ya no me hagas hablar más!!!
– ¿No me vas a contar cómo fue con Daniel??
– NO!… ni muerto
Gonzalo se ríe de nuevo y me abraza… nuestros cuerpos quedan muy juntos… calientes y sensibles…
– Apuesto a que fueron empalagosamente dulces
– Cállate!!
Lo golpeo nuevamente… entonces reacciona y en dos segundos me inmoviliza y su cuerpo está sobre el mío… mirándome fijamente. Me gusta sentir su peso sobre mi cuerpo, mis manos sujetas…
– También apuesto a que no sería capaz de hacerte gozar como yo lo hago… nadie te conoce como yo, ni te ama como te amo yo, mocoso
– No… nadie
Nos besamos como si fuéramos los únicos en este lugar del mundo… ambos sabemos que los guardias están en alguna parte pero no nos importa… son parte de la familia y morirían antes que ser desleales. Me suelta las manos luego que forcejeo con el… quiero tocarlo… suspiro agradecido al sentir su piel bajo mis dedos… nuestras caderas se mueven a un mismo compas produciendo fricción entre ambos sexos… se siente bien… muy bien, delicioso… no quiero detenerme, quiero más.
De pronto se separa de mi. De pie, me extiende su mano sin decir una palabra… ambos sabemos. La tomo y juntos volvemos al interior de la casa. Me guía hasta uno de los dormitorios… es precioso… con enormes ventanales y una terraza directo a la playa…
– ¿Quieres algo?
Niego con la cabeza… puedo esperar… lo quiero a él.
Despacio, con una paciencia única, Gonzalo empieza a dejar pequeños besos sobre mi rostro… mi mandíbula y baja despacio por mi cuello… sus manos en mi trasero presionado contra su cuerpo… correspondo de igual manera… Nos llenamos de besos y caricias… me siento tan cerca suyo… no solo nuestros cuerpos están en contacto sino que… es especial, estamos unidos en todo sentido. En la cama… ambos desnudos… Gonzalo me dice cosas hermosas en mis oídos mientras yo quiero dejar mis marcas en su piel… me distraigo al escucharlo… solo tengo capacidad para sentirlo… frente a frente… estoy sentado sobre él, separo mis piernas y finalmente lo siento entrar… lo esperaba, lo deseaba tanto… me sujeta con firmeza, acomodándome a lo que quiere. Nos besamos entregándonos por completo… un beso largo solo interrumpido por respiraciones entrecortadas, gemidos y gruñidos que ambos no podemos controlar… Nos movemos varias veces buscando diferentes posiciones… nuestros cuerpos se conocen bien y se entienden sin necesidad de palabras
– Gonzalo…
– Lo sé, mocoso, lo sé
Vuelve a besarme y su ritmo se acelera… más firme, más duro, más adentro… mas placer… me dejo llevar y me pierdo en su abrazo, en su piel, en la cálida humedad de su boca… una vez más toco el cielo guiado por él.
Muy quieto, abrazado a su cuerpo sudoroso y satisfecho…
– ¿Eres mío?
Toma mis manos, las pone sobre su corazón que aún late muy rápido.
– Aquí adentro, soy todo tuyo
Cierro los ojos escuchando cada silaba que pronuncia… quiero convencerme, lo necesito… necesito que me repita mil veces que es mío y que me ama.
Levanta mis manos y las pone, una a cada lado de su cabeza, sobre su pelo
– Acá adentro, no hay nadie ni nada más importante que tú
Sonrió con verdadera alegría… me agrada escucharlo… Vuelve a mover mis manos que van a parar esta vez, una sobre su pene, aún húmedo, y la otra sobre sus testículos
– Y aquí, mocoso… aquí eres el dueño y señor absoluto… manejas a tu antojo esta parte de mi
Sonrió para luego comenzar a reír muy despacio. Vuelvo a apoyarme sobre su cuerpo…
– ¿Tanto te importa?- pregunta
– ¿Qué cosa?
– Saber que soy tuyo… te he dicho repetidas veces que te amo, Miguel… ¿qué más tuyo que eso?
Me quedo pensando… si, me importa mucho. No sé qué va a pasar más adelante… no quiero que me olvide… no quiero desaparecer de su vida y ser borrado como si nunca hubiera sido importante… mierda!! Dije que no iba a llorar ni a pensar cosas triste y heme aquí haciendo las dos malditas cosas al mismo tiempo
– No quiero que me olvides… desaparecer de tu vida como si…
– sshhh … nunca, nunca, mocoso… nunca
Me aprieta entre sus brazos… le creo, creo cada palabra y cada demostración de su cariño, pero eso no evita que sienta miedo… tengo razón en sentirlo… sé lo que viene más adelante.
No hay ruido más que nuestra respiración y el sonido del mar… nos miramos sin presión… solo mirarnos y acariciarnos… de a poco nuestros ojos se cierran y nos quedamos juntos descansando, piel con piel y sentimientos unidos.
Me despierto cuando la luz del sol está comenzando a bajar en el horizonte… Gonzalo aún duerme. No me muevo sino que me dedico a observar cada detalle de su cara… la forma de su boca, su nariz… las pestañas… quiero aprenderme y saber cuántas pestañas tiene en cada ojo… todo… quiero guardarlo todo en mi mente. Toco su pelo muy despacio para no despertarlo… Gonzalo dormido me produce un poco de ternura… Dios!! Eso suena muy ridículo… pero así, dormido, no se ve su mirada astuta ni sus movimientos enérgicos… solo parece un hombre de 26 años dormido… tranquilo, hermoso… ¿podré alguna vez..? No… no voy a hacer eso… Estoy a punto de comenzar a pensar tonteras y sumirme en la pena que dije no quería tener ni sentir. No… nada más de eso hoy día.
No sé cuánto tiempo hará que Gonzalo no se tomaba un día de verdadero descanso. Por un momento recuerdo su teléfono y me siento casi culpable de que esté desconectado… pero no me decido a tomarlo y prenderlo… ni el mío tampoco. En realidad no quiero a nadie más aquí, fuera de nosotros dos. Andrei sabe dónde estamos y que estamos juntos, supongo que con eso basta. Me levanto de la cama y ubico rápidamente el baño… a este ritmo voy a comenzar a desgastar mi piel con tanta ducha y limpieza…
Ya vestido espero con paciencia a que Gonzalo despierte. Miro el dormitorio. Hay fotos sobre uno de los muebles… Gonzalo y sus hermanos en diferentes etapas de su vida… sonrío al ver una en especial de cuando era niño… me cuesta imaginar a Gonzalo chico e inocente… pero alguna vez tuvo que serlo. Lidia, Daniel y el hermano menor… Por primera vez veo una foto de su madre… Gonzalo se parece a ella.
– No te atrevas a reírte- me dice abriendo los ojos
– Te pareces a tu mamá
– Si, físicamente si… pero mi carácter es el de mi padre
– Lo sé… eres igual a Don Jaime
– Tomaré eso como un cumplido- vuelve a sonreír
No tengo una foto de Gonzalo… no la necesitaba, siempre lo tenía cerca, pero ahora… quiero guardar una. Tomo mi celular… me mira curioso mientras lo prendo y me acerco a su lado en la cama… tomo una, otra… hasta que me abraza y me besa posando para la cámara… entonces… uno tras otro comienzan a entrar diversos avisos de mensajes y llamadas. No los miro. No quiero saber. Son como un llamado de la cruda realidad. Vuelvo a apagarlo.
Comemos algo nuevamente y de la mano nos vamos a caminar por la playa mientras el día muere… a ratos abrazados… o corriendo uno tras el otro… de la mano. No hay nadie, solo nosotros dos… como quisiera que pudiera seguir siendo así.
– Miguel… quiero preguntarte algo
Se sienta sobre unas rocas y me tira suavemente para sentarme cerca suyo
– Dime
– Sabes que no voy a dejarte… lo sabes, ¿verdad?
Me vuelvo brusco a mirarlo… no quiero escuchar…
– ¿Qué es lo que te parecería bien para… para poder seguir viéndonos? ¿Con que te conformas?
No…no, no… no quiero hablar de eso ni recordarlo ni que me pregunte imposibles. Tomo aire antes de hablar.
– Gonzalo… estoy pretendiendo que no existe ni el pasado ni el futuro sino solamente el presente… nosotros dos, aquí y ahora… déjame seguir soñando… al menos por hoy día, por favor
Besa mi pelo y me envuelve…
– De acuerdo… lo siento… tienes razón
Me apretó a sus brazos… tan unidos, tan juntos como nunca antes
– Tenemos que hablarlo en algún momento
Me besa para callarme antes que proteste. Lo sé… se que tenemos que hablar… pero espero posponerlo hasta que ya no nos quede tiempo… en verdad voy a irme lejos…
– No te pongas triste…- pasa su mano por mis ojos y mi cara…
Sentados sobre las rocas, abrazados, vemos el sol desaparecer en el horizonte… no queremos movernos… sabemos que cada vez tenemos menos tiempo.
Volvemos caminando despacio, su brazo sobre mis hombros… nuestros pasos y cuerpos están sincronizados… hablando de las estrellas que han comenzado a brillar en el cielo, de cualquier cosa… da lo mismo nuestra conversación… es nuestra cercanía la que cuenta. La temperatura es agradable. Nos quedamos en la terraza. Champaña y algunas cosas deliciosas para comer… de pronto Gonzalo se pierde en el interior y poco después escucho música… Vuelve sonriendo y me estira su mano…
– Te enseñé a bailar- me dice mientras me sostiene contra su cuerpo y comienza a moverse al compás de la música – no se te ha olvidado, o si?
– No, lo recuerdo bien
Fundido en su pecho, mi mano en las suya, con nuestros dedos entrelazados… sintiendo sus latidos y el movimiento de sus músculos… cada segundo más pegado a él… no puedo evitar que la tristeza me invada… como un remolino me envuelve por completo dejándome débil y adolorido… sé que estoy llorando y mojando su camisa. Me toma de la barbilla y me besa… él también está triste
– No voy a dejarte
Pone sus dedos sobre mi boca para evitar que conteste alguna tontera…
Seguimos moviéndonos suavemente… besándonos y entregándonos todo este inmenso amor y pasión… mezclado con el dolor y la incertidumbre… sobre la terraza, con el mar de fondo y la luz de la luna que ha salido para brillar en forma majestuosa… es un instante mágico que jamás voy a olvidar… su olor, su sabor, sus caricias, el calor de su cuerpo y esta sensación de que somos como uno solo… de que lo amo tanto que quiero morir ahora antes de separarnos… es perfecto… demasiado perfecto.
Toma una copa y me la pasa… ambos bebemos de la misma… el sabor de la champaña en nuestra boca, en su lengua que acaricio con la mía, en su labio inferior atrapado entre mis dientes mientras lo chupo y paso mi lengua para sentir su suavidad… mi mano en su nuca… enredando su pelo para atraerlo más hacia mi… mis caderas empujando hacia adelante… quiero volver a sentir su roce sobre mi sexo… no me canso jamás de él… sonríe… mete sus manos por mi pantalón y agarra mi traste firmemente con sus manos y termina de empujarme hasta que ya no podemos estar más cerca.
Esta vez es diferente… solo dulzura y ternura… abrazos y mucho roce de piel… lo beso en partes que nunca antes había tocado… Gonzalo me deja hacer con él lo que quiera… lamerlo, morderlo, chuparlo y dejarle marcas en su piel… completamente dócil y entregado… jamás lo imaginé de esta manera… Está boca abajo en la cama, me tiendo sobre su cuerpo firme y completamente desnudo… mi pene está entre sus glúteos… me muevo despacio buscando el roce… se siente delicioso el contacto pero no puedo negar que me siento extraño. De pronto se queda quieto… levanta despacio su cabeza y me abraza con solo uno de sus brazos… me habla mientras sus ojos me miran directamente
– ¿Quieres hacerlo?
Mi respiración se acelera… no puedo creer que Gonzalo me esté preguntando eso y dispuesto a hacerlo… mi corazón se agita como si se hubiera olvidado de su ritmo… no quiero… no quiero hacerlo, me gusta demasiado que me lo haga él a mí, me sentiría extraño e inseguro… no puedo creer que me lo haya preguntado… Niego con la cabeza… no confió en mi voz ni en mis ojos llenos de lágrimas
– Miguel… solo a ti te dejaría hacérmelo. Nunca nadie me lo ha hecho a mí
Lo abrazo fuerte… pegando mi rostro a su piel, emocionado hasta la médula de mi cuerpo.
– Lo sé…
– Solo en ti confiaría
Para mí, esta es una de las muestras de amor más grandes que he recibido de Gonzalo… él siempre tan dominante y exigente… dispuesto a dejarme entrar en su cuerpo. Me giro hasta quedar a su lado, necesito ver su rostro completamente
– Gonzalo… ¿tú lo quieres?
Acaricio su cara despacio, como si fuera un niño
– Lo hago por ti… solo a ti, Miguel… ¿Lo quieres tú?
Sonrió despacio… completamente emocionado… y algo asustado
– Me gusta sentirte en mi… que me domines y que seas un bruto conmigo…
– Lo sé
– Me sentiría extraño… nervioso, asustado
Gonzalo comienza a reír bajito, muy pegado a mí, mientras sus manos comienzan a mover mis caderas
– Te amo el doble por eso mocoso… ya lo sabes, si algún día quieres intentarlo…
Sonrió también y nuestras bocas sellan este ofrecimiento… él sobre mí, como siempre ha sido y como ambos queremos que continúe siendo.
– Ábrete para mí
Separo mis piernas y con mis manos separo mis nalgas… me gusta así… sentirme pequeño y dominado por él… soy un pequeño masoquista de mierda y Gonzalo lo sabe…
Luego de tanto sexo el primer contacto me duele mucho… Gonzalo me abraza sujetándome y me besa pero no se detiene… sabe que a pesar del dolor lo estoy disfrutando
– Respira profundo y relájate, mocoso
Lo hago. Termina de entrar y se queda quieto, esperándome, manteniéndome abrazado a él. Así estoy bien… completo, nada me falta. Le indico con un movimiento de mi pelvis que quiero que se mueva. Esta vez no hay posiciones extrañas, ni violencia, ni gestos bruscos… me mantiene abrazado todo el rato y nuestras bocas no se despegan jamás… es lento, dulce y embriagador hacer el amor así con él… sintiendo profundamente cada estocada en mi cuerpo… su mano que sujeta firme mi espalda… escuchándolo repetirme que soy la persona más importante en su vida… que me ama solo a mí. El éxtasis llega despacio, en oleadas intensas que me conmueven entero y me cortan la respiración…
– Te amo Gonzalo… te amo… – gimo su nombre y le repito lo que ya sabe…
– Mi mocoso… te amo…
La noche llega demasiado de prisa… estamos cansados y el sueño nos gana. Han sido solo unas cuantas horas, pero sabemos que este día mágico quedará para siempre en nuestros corazones… teníamos un pasado… no tenemos un futuro pero estamos creando un ahora lleno de amor.