CAPITULO 51
MARIA.
Se puso con mucha calma el vestido que Lidia le había regalado. Era una delicada joya de color marfil con bordados a mano que destacaban aún más su graciosa figura. Se veía femenina y preciosa… se sentía horrible… había pedido que la dejaran sola… Coque la hacía llorar… su querido hermano había logrado traspasar la coraza de hielo con la que se recubría y ahora llegaba directo a su corazón… era demasiado doloroso escucharlo… y aunque no le hablara, bastaba con mirarlo porque en sus ojos veía lo mismo… no te cases, sé feliz… vas a arruinar tu vida… son 8 años… tendrás 27 cuando puedas liberarte del compromiso… te quiero hermana… no podía con eso. No ahora cuando faltaban solo unas horas. Le hacía falta su padre… el sí sabía cómo lograr fortaleza y resistencia de ella… Dios! Lo iba a extrañar tanto…
Se acomodó la ropa espantando los pensamientos de tristeza… no podía darse el lujo de seguir pensando y sufriendo… Lidia tenía cosas de muy buen gusto en su tienda. Le gustaba su futura cuñada… suspiro… recordó… ella también le había dicho cosas duras… como si supiera o presintiera… “ojalá nunca te enamores de él”… “Gonzalo tiene intereses variados”… “una vida perfecta y ordenada”… “no sabes lo que es dejarse llevar por la pasión “… pero si sabía… tenía claro lo que era dejarse llevar por la pasión, no ser ordenada ni perfecta… sino puro sentimiento… cuando se había entregado a Esteban fue por pura pasión… se dejó caer en la silla… las piernas se le doblaban al recordarlo… vencida por el peso de los recuerdos.
Ella creyó que habían comenzado a mirarse cuando tenía 17 años… un día notó la forma en que Esteban no quitaba sus ojos de ella… los días siguientes fue lo mismo… de la nada se encontró pensando en su mirada y recordándola… sus gentilezas y su educación al tratarla… ese respeto cariñoso con que siempre se dirigía a ella… era mayor, era el segundo de su padre, tenia poder suficiente para tratarla como a una mocosa chica si hubiera querido… pero había algo especial en la forma en que lo hacía, en que la miraba… empezó a quedarse pegada en sus ojos también… muy lentamente… Solo después supo que Esteban la observaba desde siempre… que adoraba su figura y sus movimientos, su voz, su forma de pensar y sentir… que estaba cautivado por esa niña seria y de movimientos delicados que estaba junto a su padre todos los días… que aprendía callada y juiciosa… que obedecía sin preguntar… que no tenía más entretenimiento que acompañarlos a ellos en sus deberes del negocio… era María una brisa fresca… con su cabellara en llamarada y sus ojos claros no había nada más hermoso… una visión del paraíso… él tenía que hacerse cargo de ella cuando don Lino no podía por alguna razón… la llevaba y la traía, la acompañaba protegiéndola… más que dispuesto a arriesgar su vida por la preciosa carga que le habían encomendado… la llevaba a su lado orgulloso de ser responsable de cuidarla y protegerla. La vio crecer y desarrollarse… sus amigos y familia le decían, entre risas, que ya era hora de que se buscara una mujer y sentara cabeza… pero él estaba irremediablemente perdido… se había enamorado y tenía lealtad ciega por la hija del patrón… no había ninguna otra que llegara siquiera a la altura de los preciosos tobillos de María… era toda perfecta… moría por ella en silencio. Jamás osaría decirle algo… era tan orgullosa y altiva… la miraba con devoción pero sabía que era un imposible.
Cuando María cumplió 17 lo celebraron con una cena familiar a la que asistieron algunas de sus escasas amigas. Esteban participaba de todo, pero desde afuera. Siempre estaba de turno y solo descansaba cuando Don Lino lo hacía. Siempre, aunque no fuera visible, estaba vigilando y resguardándolos… a él y a ella. No era el guardia personal… esa etapa la había cumplido hacía bastante tiempo atrás… era el segundo de a bordo, pero siempre estaba a mano para su jefe y organizando todo para él… quería a Don Lino con lealtad a toda prueba. Lo había recibido cuando era un adolescente y había sabido captar la esencia del chico, había visto la inteligencia y capacidades; lo había llevado a desarrollarse y a crecer junto a él hasta llegar a donde jamás había soñado. Ahora se encargaba de los negocios y tenía poder sobre muchas personas entre otras cosas, pero nuca dejaba de lado la seguridad de ambos, su jefe y su preciosa hija. Sólo los mejores y más experimentados cuidaban de María… nadie se atrevía a ponerle un dedo encima ni siquiera para ayudarla a subir al auto… las instrucciones de Esteban era siempre precisas y claras respecto de la hija del patrón… ni se mira ni se toca… respeto máximo.
María lo había visto cerca de su padre desde siempre… no lo recordaba de niño, solo de adulto. Esteban, con su metro ochenta y cinco, sus espaldas anchas, sus movimientos ágiles, la sonrisa especial en sus ojos castaños que guardaba solo para ella… le hacía brillar sus ojos oscuros… era un hombre atractivo… generalmente tan serio y preocupado… pero con ella siempre era gentil y educado… respetuoso a más no poder… casi tímido.
El intercambio de miradas duro unos cuantos meses… María comenzó a avergonzarse y a sentirse algo cohibida… tenía extrañas mariposas en el estómago cuando se miraban… cuando sabía que él esperaba por ella para llevarla o traerla… cuando por alguna casualidad llegaba a tocar su mano… ambos se miraban y retrocedían como si el roce hubiera quemado…
Esteban pensó al principio que estaba imaginando… soñando… veía los ojos celestes de su preciosa niña mirarlo cuando estaba descuidado… alcanzaba a ver su mirada justo antes de que la desviara asustada… lo miraba como si… no, no podía ser cierto… estaba inventándose cosas… pero luego de un par de días en que sus miradas se cruzaron de manera diferente, en que María se sonrojaba de manera tan bonita y desviaba su vista hacia cualquier lado… en que la veía nerviosa cuando él se acercaba… Esteban sintió que se inundaba de locura… María… lo miraba con interés?… se comportaba como adolescente enamorada?? ahora sudaba cuando estaba junto a ella… el corazón le palpitaba acelerado y apenas se atrevía a respirar cuando ella estaba cerca… era un hombre hecho y derecho, duro y decidido que enfrentaba cosas fuertes cada día, usaba un arma y dictaba ordenes que podían incluir dañar a otras personas… pero cerca de ella se volvía de gelatina y se le olvidaba hasta como coordinar los pasos para caminar correctamente. Este delicioso intercambio de miradas duró varios meses… había días en que ambos esbozaban dulces sonrisas al cruzar una mirada y quedaban acelerados y con la mente completamente revoloteada, se volvían a mirar y casi… casi parecía haber complicidad entre los dos… en cambio otros días María era fría y distante dejando a Esteban con el corazón agitado y la mente asustada pensando en que había hecho mal hasta que ella volvía a sonreírle y a tranquilizarlo… también sucedía lo contrario, Esteban estaba, a veces, demasiado concentrado en su trabajo o tenía alguna cosa urgente que ocupaba su tiempo y desaparecía o le dedicaba muy poco tiempo a ella porque no podía disponer de más… entonces era María quien se quedaba preocupada… nerviosa, pensando en que era una niña y que Esteban jamás la iba a tomar en serio. Se sentía pequeña e inexperta frente a él… tenía sentimientos que no entendía… este intenso juego de miradas, esta comunicación sin palabras que ambos habían iniciado meses atrás, se había vuelto tan importante ahora. María se había ido interesando lentamente… cada vez un poquito más al conocerlo mejor, al poner más atención… al saber todo lo que hacía, de su lealtad y su forma de ser, escuchaba a su padre hablar de él con orgullo y sentía que algo cálido y grande crecía dentro de ella, un sentimiento que a ratos la ahogaba y no entendía… quería sentir los brazos de Esteban alrededor suyo… quería escuchar sus palabras cerca de su oído… le encantaba el físico fuerte y grande de aquel hombre… No sabía que hacer… se apoyaba en su padre, se distraía hablando con él e intentando no pensar más en Esteban… pero volvía insistentemente, una y otra vez a su mente, cuando se quedaba a solas… suspiraba por elcomo una adolescente enamorada sin tener la más mínima idea de que hacer para quitarse o aliviar los sentimientos que la estrujaban. Eran muchos, demasiados, y le asustaba no poder tenerlos bajo control. Ella, que siempre era tan fría y mesurada, que le gustaba tener todo organizado, reaccionaba tímida y nerviosa con él.
“Suficiente” decidió un día, No podía más con el loco zapateo de sus hormonas y el sube y baja de sus sentimientos. Los meses pasaban y nada cambiaba… se estaba enloqueciendo de ansiedad, pensaba demasiado en él y estaba comenzando a afectar su vida. Tenía que terminar con todo esto. No iba a volver a buscarlo ni a mirarlo sino a tratarlo con indiferencia como siempre debió ser. Comenzó aquel mismo día. No más miradas, no más sonrisas… dolía por dentro pero dolía menos que la revolución de sus sentimientos y la falta de esperanzas. Era un hombre y ella una niña…s e seguro nunca iba a tomarla en cuenta.
Aquella tarde, varios días después, su padre y ella tenían que volver juntos a casa con Esteban de acompañante, pero su padre tuvo algo importante que hacer y despachó a María con Esteban para asegurarse que su hija llegara bien. Iban los dos solos en el vehículo. Esteban había notado el cambio de inmediato, el mismo día que sucedió y no sabía que había pasado, estaba preocupado y esperando a que ella le diera una señal, una esperanza… María estaba completamente seria e indiferente. Miraba por la ventana o la pantalla de su teléfono pero no lo miraba a él como solía hacer. Él comenzó a traspirar… quería ver sus ojos, su mirada… ¿a que más podría aspirar él?… ¿hijo de uno de los antiguos choferes de Don Lino?… María era un sueño tan hermoso, pero nunca sería más que eso solamente… nunca podría ser para él.
Al llegar a casa, estacionó el vehículo en el garaje y se acercó a abrirle la puerta. María estaba tan nerviosa tratando de mantenerse fría y distante que no se dio cuenta cuando sus tacones se enredaron y cayó al suelo… no fue una caída brusca ni fea… pero fue importante… todo cayó… no solo su persona sino también su orgullo… su capa protectora, la montaña de sentimientos acumulados… se quedó en el suelo unos segundos sintiendo el peso de todo… Esteban corrió a su lado, sin atreverse a tocarla pero extendió su mano para ayudarla a levantarse… María vio la mano grande, fuerte y hermosa y la mirada de dolor del hombre y se derrumbó… quiso controlar el torrente de lágrimas pero no pudo… agachó la cabeza enterrándola entre sus hombros y rogando para que su cabellera la cubriera y Esteban no viera ni escuchara su llanto… no podía levantarse aún… no sabía que le pasaba ni cómo reaccionar. Pasados unos instantes, cuando volvió a levantar la cabeza, se dio cuenta que Esteban ya no estaba de pie… estaba sentado en el suelo, a su lado… con los ojos brillantes de agua también…
– Lo siento, debí sujetarla y no dejarla caer- dijo todo acongojado
Las lágrimas volvieron a caer de los ojos claros… ¿por qué la miraba y le hablaba así?… ¿no se daba cuenta de lo que le hacía?
– No es su culpa. Yo tropecé– ninguno de los dos intentaba ponerse de pie. María miró sus manos. En una de ellas tenía una pequeña rasmilladura de la cual brotaban diminutas gotas de sangre
– Es mi culpa… – la miraba y se moría por ella. Se quedaron anclados el uno en el otro… sin poder despegar sus ojos… María se daba cuenta… estaba dando un paso que no debía, revelando lo que sentía y quería… no podía… pero quería…. Dios!! Si… quería. Esteban tomó con calma la mano herida que María entregó dócilmente… sin despegar sus ojos de los de ella, se llevó la mano a la boca y lamió la herida. Ella solo abrió la boca para jadear… respirando entrecortado… nunca en su vida había sentido ni vivido algo tan fuerte y erótico como lo que estaba viviendo ahora… la boca húmeda de Esteban limpiaba su herida y le dejaba un reguero de calor por todo el cuerpo… una urgencia que no se explicaba…
– No…- dijo apenas sin atreverse a quitar la mano
Entonces el obedeció y dejo de lamer y chupar, pero no soltó su mano… era demasiado hermoso tener esa diminuta mano, tan suave, entre las suyas… olía tan bien… se sentía tan cálida… quería comérsela a besos… no sabía dónde habían quedado su inteligencia y su auto-control… no era el mismo desde el momento en que vio a María caer y sintió que le dolía el corazón a él. No estaba pensando…
Despacio se puso de pie y nuevamente extendió su mano para ayudarla. Ella tomo la mano, el contacto fue un golpe de electricidad… él, nervioso, tiró con demasiada fuerza y ella fue a dar justo contra él… contra su cuerpo grande y duro… ella levantó la mano que tenía libre y la puso por sobre la camisa de él… tenía que empujarlo un poco… retroceder, alejarse dos pasos, recomponerse y caminar con la dignidad que le quedaba, derecho hacia su casa mientras él la seguía detrás… eso era lo que debía hacer… ¿por qué entonces no hacía nada y se quedaba con la mano extendida sobre el pecho de Esteban? Sintiendo el calor… la forma de los músculos… levantó la vista… pidiendo ayuda… se encontró con los ojos castaños tanto o más emocionados que los propios… fue un contacto suave y delicado en sus labios vírgenes… él sabía todo de María… sabía que nunca la habían besado y que él se estaba llevando el honor de ser el primero… podía morir por lo que estaba haciendo… Don Lino lo mataría… valía la pena… nada lo había preparado para la sensación de besar a esa dulce criatura y ser besado de vuelta… María estaba asustada de muerte… no por el beso, no por el roce… sino por lo que estaba sintiendo frente a los labios calientes y suaves de esteban… era solo un contacto de labios… él no se atrevía a más y ella no sabía… pero los dejó temblando a ambos
– Señorita María… yo… perdón … no sé…- no podría jamás explicar lo que había hecho… estaba dispuesto a pagarlo con su vida… era terrible… se había descontrolado y la había tocado… Dios!! No podía con la vergüenza.
María no dijo nada… se separó muy despacio de él y comenzó a caminar hacia la casa… él la siguió queriendo rogar, gritar… suplicar por una palabra de ella… pero no dijo nada. Entró a la casa y sin siquiera mirarlo de nuevo desapareció rumbo a su habitación. Una vez a solas cerró la puerta y volvió a respirar… dos, tres veces… soltó el aire y volvió a inhalar… se tocó los labios y comenzó a reír… la había besado!!! … miró su mano y recordó la boca y la lengua de Esteban en su piel… Le había gustado escalofríos, mariposas, mareo… se arrojó en la cama y grito escondiendo su rostro en la almohada… después de todo solo tenía 17 años y se estaba enamorando… le fascinaba ese hombre… estaba loca… arriesgaba todo… pero quería más… rio… derramó lágrimas… no comió… no podía tragar nada… estaba absolutamente llena de amor y nada más cabía en su ser.
Al día siguiente volvió a ser la misma de siempre durante la mañana en el colegio. En la tarde, al llegar la hora de partir con su padre era una mujer diferente; hizo cosas que nunca había hecho… se arregló de manera especial, su pelo, maquillaje para parecer mayor, ropa que la hiciera parecer mujer. Su padre la miro pero no dijo nada.
Esteban los esperaba en el salón. Estaba viviendo su propio infierno al no saber que pensaba o había hecho María… pero seguía vivo y amándola con más ganas aún. Ella apareció al lado de su padre. No levantó sus ojos. Estaba diferente… se veía más mujer… sintió como se agitaba entero. Los acompañó durante la tarde que pareció interminable. La buscaba con la vista, pendiente de ella, pero María no respondía… no sabía que pensar. La tarde terminaba y era hora de volver a casa. Esteban subió al auto con ellos. Don Lino hablaba y él respondía en forma automática… pendiente de cada pequeño movimiento de su amada… nada. Ni un gesto para él. Entonces al llegar a casa, María se dirigió a su padre con la mayor inocencia.
– Tengo que ir a casa de mi amiga a buscar unos apuntes.-
– ¿A esta hora?-
– Los necesito para mi clase mañana. Volveré de inmediato- anunció con su tranquilidad y frialdad de siempre. No pidió que la llevara alguien en especial… ella sabía que su padre solo confiaba en Esteban para que lo hiciera.
– Esteban te llevará- dictaminó abandonando el auto
Se quedaron solos… sin mirarse aún.
– ¿Dónde la llevo señorita?-
– Solo conduzca fuera de aquí- respondió mirando hacia la ventana y haciendo un esfuerzo para que su voz sonara como siempre… reuniendo todo el valor posible. Esteban… ni siquiera se atrevía a soñar, a pensar… nada… estaba tan impactado por la audacia de ella. Estaban solos en el auto, alejándose de la casa. Condujo por espacio de unos breves minutos. Cuando pasaron por un lugar apropiado, María indicó.
– Detente ahí… por favor- Era primera vez que lo tuteaba y que pedía usando un “por favor”. Esteban la escuchó y obedeció. No pregunto… sabía que tenían que hablar.
Silencio por breves segundos… luego María lo miró por fin… él habló de golpe… avergonzado, los ojos claros lo mataban…
– Le pido disculpas por lo que pasó ayer, señorita…-
Ella levantó la mano para hacerlo callar… pero su mano tenía vida propia y fue a parar directamente sobre los labios del hombre…
– No me pidas disculpas y deja de tratarme de señorita… por favor. Soy María… me conoces de siempre –
La situación lo superó… su niña hermosa le estaba otorgando permiso para tutearla y lo estaba tocando. Tomó la delicada mano entre las suyas y la besó… María cerró los ojos y sonrió…
– María…-
– Si?…- escuchaba su nombre en labios de él por primera vez… Pero no le dijo nada… solo la volvió a besar con extrema delicadeza… atreviéndose a tocar por primera vez la cabellera rojo fuego de María… suave, como toda ella… se perdía en sus labios que lo besaban también… una y otra vez… Ella estaba preparada esta vez. Lo había pensado mucho, si no era ella la que daba el primer paso, sabía que Esteban no se atrevería… entonces lo hizo, buscó la oportunidad para quedarse a solas con él y darle a entender claramente que también quería lo que estaba pasando… quería los labios de él sobre ella, quería de nuevo el roce de su cuerpo… escucharlo y que la abrazara… sentía necesidades que no podía explicar pero que tenían que ver con el hombre a su lado.
Había magia entre los dos… se besaban con ternura y delicadeza… él sentía un volcán rugir en su interior, deseos y sentimientos fuertes y escandalosos, quería tantas cosas con ella pero no podía… ella era toda delicadeza y dulzura… él sabía lo que escondía tras la capa de aparente frialdad. Se separaron mirándose… ella, con los labios rojos… semi abiertos, esperando por más
– María… eres tan bella- su voz era ronca y estaba tomando su papel de hombre adulto y protector… ambas manos la sostenían, una en el pelo y la otra apenas tocaba su cintura
María sonrió al escucharlo decir eso… entendió que era eso lo que necesitaba y quería… besos, palabras dulces, caricias, su mano en su cuerpo… lo quería todo con este hombre, con Esteban.. era tan hermoso, grande y seguro… sentía que él podía hacerse cargo de todo
– No soy bella.. tú lo eres-
Él rio de buena gana… Por Dios!!! Como podía aguantarse los deseos de estrujarla apasionadamente si ella le sonreía así y le decía cosas como esas… Estaban locos… pero no quería detener esta locura… la había soñado de siempre… ¿qué iba a hacer ahora?…
– María…-
– Suena hermoso… mi nombre… cuando lo dices…-
La abrazó y la sostuvo contra su pecho
– María.. María… María… – ella reía y él seguía repitiéndolo… besándola… atreviéndose a abrazarla… sabía que estaba mal… que estaba loco, arriesgando su vida, pero era tan bueno lo que sucedía… después se preguntaría y se lamentaría… ahora no quería pensar…
María tampoco pensaba… solo se dejó llevar por la locura de los sentimientos… maravillada ante lo que descubría… le gustaban sus besos, sus manos, su olor, apoyarse en su pecho… que tocara su pelo y su mano grande apoyada en la cintura… le provocaba calor y sensaciones que hormigueaban en su estómago
Este primer encuentro fue el inicio de muchos más… buscaban cada momento que podían para darse aunque fuera un solo beso tranquilo y callado… enlazar sus manos, suspirar juntos… mirarse a los ojos… ninguno de los dos hablaba de lo que estaba sucediendo porque no sabían cómo calificarlo, hablarlo significaba hacerlo real, aterrizarlo, dejar de soñar y ponerse seriamente a analizar lo que estaban haciendo… y ambos sabían que estaba mal.
La relación avanzaba sin nombre y Esteban se maravillaba mirándola y besándola. María era otra persona con él… se dejaba llevar por su experiencia y lo trataba con tanta ternura… nunca les faltaba tema de conversación… al contrario, siempre les faltaba tiempo para hablar… conversaciones salpicadas de muchos besos y caricias. En las noches, Esteban dormía inquieto pero feliz… soñar con avanzar más en su relación con ella era demasiado… aunque… sentía que ella lo quería a veces… que sus besos se apasionaban y se extendían… que las manos se iban solas en busca de la piel del otro… pero era tan niña… tan inocente y dulce… solo parecía fría frente al mundo, María era cálida y risueña con él… A su lado se quitaba todas las caretas y era solo una niña mujer de 17 años que experimentaba el primer amor de su vida… el más grande, el que la llenaba de ilusión y fantasía y la dejaba temblando y ansiosa… curiosa, excitada… Esteban lo sabía, podía leerla como un libro abierto, la conocía mejor que nadie, pero aún no se atrevía… quizás nunca se atrevería.
Cumplió 18 años y estaba en el mejor momento de su vida… su padre confiaba en ella y le enseñaba los trucos del negocio, su relación con Esteban, aunque oculta, era lo más importante, se sentía completamente enamorada. En los brazos de él se refugió a lamentarse y desahogarse cuando sus hermanos mayores se alejaron de todo… en los mismos brazos se deshizo en llanto cuando supo de la enfermedad de su padre… estaba deshecha… él era tan importante para ella. Su padre se sostenía en ella al verla tan fuerte, pero él conocía la verdad. Esteban la sostenía y consolaba queriendo borrar el dolor, hacerse cargo de todo y mantenerla feliz… sufría con ella, también le tenía mucho cariño a Don Lino. Él fue el primero en enterarse de los planes que el hombre estaba diseñando en su mente… casar a María con alguien que cuidara de su familia fuera respetable y aceptable frente a todos los jefes de las otras familias. Cuando escucho a su patrón hablar de ello tuvo que tomar asiento para no caer de bruces al suelo… se terminaba… perdía a su preciosa hada pelirroja… la magia se terminaba. Ella lo supo por su padre solo unos días después. Estaban los tres en la oficina de Don Lino cuando él se lo comunicó… fue la primera vez que María buscó a Esteban con la vista y el gesto de amor… él no pudo resistirlo y con los ojos aguados la miró fijamente… arriesgando ser descubiertos. Caminó un paso hacia ella pero se detuvo al darse cuenta de la locura que hacía. María entendió… vio el dolor en los ojos de Esteban.
– Haré lo que sea necesario, papá- respondió digna y orgullosa. Se miraron… ella moría por dentro pero nadie habría podido decirlo… solo Esteban… solo él la conocía tanto que podía ver el dolor a través de la aparente frialdad… Quiso abrazarla y retenerla para siempre… le dolía perderla… era el sueño más hermoso de su vida… María, su pelirroja… se iba a casar con otro y él tendría que estar presente para ser testigo de todo… tendría que ser el apoyo para ella… entendió su futuro papel de inmediato y aunque era muy difícil estaba más que dispuesto a sufrir lo que tuviera que ser para no dejarla desamparada. El nombre de Gonzalo surgió a los pocos días. Don Lino se había decidido por él. Esteban sabía que ningún hombre iba a ser jamás de su agrado porque sería el marido de María… pero este nombre le sonaba peor que cualquier otro. Conocía a Gonzalo… sabía bien de él… de sus habilidades y de sus gustos y de su personalidad tan fuerte y a ratos hasta cruel… no quería ni imaginar lo que le podría llegar a hacer a su dulce niña.
La oportunidad de estar a solas no se les presentó hasta unos días después. María regresaba a casa sola con él… normalmente era un momento de mucha alegría y que aprovechaban al máximo pero hoy era silencio entre los dos. Esteban detuvo el vehículo en un lugar seguro cuando vio las lágrimas en sus ojos claros. La abrazó cobijándola e intentando calmarla
– Eres valiente mi niña… eres tan valiente-
– No lo soy, tengo miedo… mucho miedo-
– Lo sé… pero aun así vas a hacerlo… no voy a dejarte sola, estaré a tu lado todos los días-
– lo sé… no me vayas a dejar.. por favor– se apretaba más a él… esta vez el mensaje era muy claro, lo quería más cerca…. Quería más. Con una pasión que no habían experimentado antes se acercaron y se besaron… Esteban forzó su entrada por primera vez en la boca de ella… ella gimió… Dios, no sabía que se podía sentir así… era tan intenso tener la lengua de Esteban junto con la suya… dentro de su boca… caliente e intrusa… recorriéndola toda… solo abrió más la boca y se dejó besar perdiendo el sentido y el control. Sentía las manos de Esteban apretarla y su cuerpo reaccionar al contacto con ella
– Quiero que seas el primero…- le dijo sofocada. Esteban la escucho y entendió de inmediato… el calor lo inundó, sintió que se quemaba… su niña pelirroja quería entregarse a él
– María… ¿sabes lo que me estás diciendo?- le sujetó la cabeza entre sus manos grandes… tan cerca sus rostros. Ella lo miraba con los ojos celestes muy abiertos, algo asustada, pero segura. Logró esbozar una suave sonrisa mientras rodeaba su cuello con sus brazos delgados y suaves
– Te amo Esteban… quiero que seas tú y nadie más-
Era primera vez que le confesaba su amor… que pronunciaban un “te amo” entre ellos… que daban a entender lo que esta relación significaba para cada uno de ellos
– También te amo, María- hubo un par de lágrimas en los ojos de ambos… estaban condenados a sufrir de amor imposible.
Al día siguiente María faltó a clases por única vez. En la casa de la playa, absolutamente a solas, consumaron su amor… él fue tan gentil y cuidadoso con ella… le enseñó con delicadeza y ternura… aguantándose y reprimiendo su propio deseo y urgencia con el propósito de darle una experiencia inolvidable… Ella aprendió rápido, asustada pero siempre valiente… confiaba en él, le encomendaría su vida… lo amaba y se entregó con total confianza en los brazos fuertes de él… se derretía de felicidad y deseo al contacto de sus pieles desnudas… Esteban le parecía lo más hermoso que había sobre la tierra. Lloró sobre su cuerpo, gimió y aprendió a ser mujer. El la llenó de besos y caricias… no podía dejar de repetirle lo mucho que la adoraba y como siempre podría contar con él y disponer de su vida si fuera necesario… María lo era todo y estaba dispuesto a soportar todo el dolor y el sacrificio que significaría verla casada con otro.
Ambos creyeron que esa sería la única vez que estarían juntos… pero al par de días después se dieron cuenta que se necesitaban nuevamente… extrañaban el olor y la textura de la piel del otro… sentirse y amarse… los besos ya no bastaban… necesitaban hacerse el amor. Fueron muchas las veces en que Esteban y ella se amaron, cada vez con más pasión y abandono… cada vez se conocían un poco más y Esteban se atrevía a tomar su cuerpo delgado y delicado de niña y hacerla sentir y gemir… a mostrarle los caminos del placer, tratándola como mujer y dejándola satisfecha y sonriente… enamorada, llena, en su corazón y en su cuerpo.
Hablaron del matrimonio, de Gonzalo… él no quiso decirle lo que ella ya sabía de él… que no la haría feliz y que sería muy difícil. Que tendría que estar atenta y cuidarse… que Gonzalo podía ser cruel y algo perverso… solo le dijo que estaría siempre cerca… para lo que necesitara y ella entendió todo el resto. Lo amaba más aún porque estaría a su lado aunque significara morir de amor un poquito cada día.
El día de la boda se acercaba demasiado rápido. Evitaban mirarse cuando no estaban a solas porque no sabían contener el torrente de emociones que los embargaba… María se volvía más fría y dura…era su forma de ocultar lo que sentía. Esteban más callado y taciturno… se apagaba de solo recordar lo que venía…