Capítulo 53
ANDREI
Gonzalo entró de prisa a su departamento… sabia, porque lo había escuchado de Daniel y Andrei, que Miguel se había ido… pero algo en su interior se negaba totalmente a aceptar a idea de que hubiera desaparecido. Era tarde cuando finalmente llegó de vuelta a la ciudad en su propio vehículo luego de todo lo que sucediera en el puerto. Andrei lo había ido a buscar y en el camino lo había puesto al día… no sabían dónde estaba Miguel, habían perdido su pista. Gonzalo lo escuchó pero no había dicho nada aún. Su silencio era peor que los gritos. Subieron juntos. Gonzalo abrió la puerta con algo de temor y un resquicio de esperanza. Ambos entraron. Cerró de inmediato… como si no quisiera dejar escapar lo que pudiera haber adentro… encendió las luces… quiso gritar el nombre de Miguel… llamarlo y verlo aparecer de inmediato como sucedía cada vez que llegaba y lo encontraba esperándolo… recorrió de prisa las habitaciones… no estaba… Miguel no estaba… contempló un rato la que fuera su habitación… no había un cambio en particular… solo faltaban algunas cosas pero… no estaba… su precioso mocoso se había ido… el amor de su vida… el que lo había cambiado para siempre se había ido y… dolía… algo ardía dentro del pecho… no gritó ni profirió palabra alguna… no expresó todo lo que estaba sintiendo… se dejó caer sobre uno de los sillones de la sala… cansado… vacío… adolorido… demasiado aturdido con todo lo que le había pasado… Miguel no estaba… sintió que se le acababan las fuerzas… el día había sido largo y posiblemente el más tenso de toda su vida… muy tarde… demasiado tarde se había dado cuenta de lo importante que era Miguel… quiso decírselo… lo llamó… pero también fue muy tarde… Cerró los ojos… necesitaba calmarse y pensar…
Andrei lo observaba en silencio sintiendo que la tensión crecía. Se daba perfecta cuenta que Gonzalo era una bomba de tiempo a punto de explotar… y la explosión posiblemente iba a ir dirigida contra él… volvía a estar en la misma encrucijada… su amigo o Don Jaime??Recordó a su padre… había sido un hombre cariñoso con él, recordaba su risa y su voz fuerte. Pasó mucho tiempo para que Andrei pudiera entender y perdonar… había sido un traidor y lo había hecho a sabiendas de que podía costarle la vida… pensó en lo que enfrentaba ahora. Don Jaime estaba detrás de la desaparición de Miguel… tenía la completa seguridad de ello… sabía que se habían reunido a escondidas, en un par de ocasiones, había seguido a Miguel… pero revelarle esa información a Gonzalo podía costarle su vida. Comenzó a caminar, dando vueltas en el departamento… esperando lo peor… ¿dónde mierda tenía que dejar su lealtad?… Gonzalo era su amigo.. el de toda la vida… le dolía que pensara que lo había traicionado… no era así, pero estaba amarrado de brazos.. no podía revelarlo… Pensó en Lidia. Dios! Cómo amaba a esa mujer… su relación con ella, su vida.. todo estaba en riesgo ahora… el enojo de Gonzalo o el de Don Jaime significaban casi el mismo resultado para él…
– ¿Por qué no te quedaste con él como te pedí?-
Gonzalo formuló la pregunta en voz alta y fuerte pero aun con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el respaldo del sillón… pasaba sus dedos sobre sus ojos
Andrei dejó de moverse… esperaba este momento hace rato…
-No pensé que fuera tan importante… alguien más podía hacerlo – Mintió a sabiendas… se daba cuenta que estaba respondiendo una estupidez que terminaría con su amistad y con la confianza de Gonzalo… pero necesitaba seguir vivo… el odio de Gonzalo no lo alejaría de Lidia ni le privaría de su vida… decirle la verdad ahora significaría la furia de Don Jaime quien le había pedido expresamente ocultar sus encuentros de su hijo.
Gonzalo abrió los ojos lentamente y se enderezó en la silla
– ¿No pensaste que era importante?- repitió cortante poniéndose de pie – No te pedí que pensaras – se acercaba a él peligrosamente. Andrei no retrocedió ni se movió. Lo esperaba… lo conocía tan bien – solo tenías que obedecer mis órdenes!!!- le grito encima
– Lo siento… yo creí que Miguel se…
– No me importa lo que creyeras… las órdenes las doy yo y tú tenías que obedecerlas… nunca quisiste quedarte con él – recordó de pronto…- ¿por qué no querías quedarte?… ¿era tan importante mi matrimonio?, ¿estar con Lidia?… ¿era eso más importante que lo que te pedí?!!!
Perdía el control… Andrei se dio cuenta que ya no podría razonar con Gonzalo y que, tal como esperaba, la furia y el miedo que sentía lo estaba descargando contra él.
– No me sirves Andrei… esperaba lealtad de ti
Gonzalo abrió la puerta y se quedo esperando a que Andrei saliera por ella.
Andrei sintió el aire frío que se colaba por la puerta abierta. Sintió pena por su amigo, por lo que estaba pasando causado por el dolor que Gonzalo sentía en este momento… por encontrarse en esta situación tan injusta… ganas de decirle que su padre sabía perfectamente donde estaba Miguel, que posiblemente él era el responsable de esta desaparición… de gritarle que él jamás lo habría traicionado pero su padre lo había impuesto… de pedir perdón… de abrazarlo y ayudarlo… era su amigo y lo sería siempre… sin embargo se quedo callado. Sabía que no importaba lo que dijera ahora. Gonzalo ya había tomado una decisión. Tendría que actuar callado y ya más adelante sería el momento de decir todo lo que ahora no podía. Solo esperaba tener a capacidad de volver a arreglar las cosas con Gonzalo.
– Lo siento mucho– murmuró despacio mientras cruzaba la puerta de salida.
GONZALO.
Cerré la puerta muy lentamente… tenía ganas de escuchar un golpe fuerte y seco… algo que remeciera todo el edificio… pero me faltaron las fuerzas… Miguel… mi padre… ahoraAndrei… sentía una olla de sentimientos hirviendo en mi interior… burbujas calientes me hacían doler y sentir más débil de lo normal… Andrei… no esperaba algo así de él… mi amigo… también amigo de Miguel.. dolía.. hoy todo era puro dolor… creí que él entendería… imbécil!!! Solo tenía que seguir mis instrucciones… no era tan difícil, maldito imbécil, si lo hubieras hecho… Miguel estaría aquí conmigo ahora!! Di media vuelta y observé el departamento vacío con un sentimiento de impotencia… no tenía más energías el día de hoy… cansancio, mucho cansancio.
Entré a mi dormitorio y me tiré sobre la cama. Entonces vi las llaves y la nota sobre mi velador… la prueba más clara de la partida de Miguel… de que había decidido irse… a pesar de todo lo que le dije y de nuestros sentimientos… se había ido… sujeté las llaves en la palma de mi mano y lentamente comencé a cerrarla… las llaves que le había dado a Miguel… las llaves del departamento que compartíamos… seguí aprisionándolas hasta sentir como el metal se incrustaba despacio en mi mano causándome dolor… necesitaba sentir algo fuerte… algo que terminara de romper el dique que estaba conteniendo mis emociones… las primeras lágrimas rodaron muy lentamente… sentí el peso del abandono de Miguel… no… no podía dejarme… nos amamos… no puede..¿Cómo vamos a continuar por separados?… no sé.. no sé cómo hacerlo sin él… no quiero seguir sin el mocoso.
La nota estaba en mi otra mano… Miguel la había escrito… miré su caligrafía cursiva… mi propio nombre escrito por él… no quería abrirla y leerla… no quería saber de su adiós. Dejé de apretar las llaves y al abrir la mano vi las gotas de sangre
– Me mentiste mocoso… me mentiste – recordé como sus ojos rehuyeron los míos la noche anterior cuando me dijo que hablaríamos después… estaba tan cegado por creer lo que quería escuchar… Abrí la nota… solo unas cuantas frases
“Prometiste respetar mi decisión. No puedo quedarme. Siempre voy a amarte. Has sido lo mejor de mi vida. Miguel.”
Doblé la nota nuevamente por las mismas marcas del papel… la apoyé sobre mi pecho. He aquí la razón de su exigencia por una promesa en la mañana… ¿solo esta mañana??… parecía que había pasado mucho tiempo…
– No me casé Miguel… debiste quedarte a verlo… te habría encantado…– comente al vacío con sarcasmo…
Estaba solo… en verdad solo… Miguel se había ido, Andrei me había decepcionado y lo corrí de mi casa… mi padre, con quien siempre había mantenido la mejor relación, estaba furioso conmigo y yo con él… se derrumbaba todo… sin duda era un día difícil. Me permití ser débil y dejar que las lágrimas siguieran resbalando por mi cara mientras seguía manteniendo apretada contra mi pecho la nota escrita por Miguel…
– No se vale Miguel… no me casé
Amanecí sobre la cama, aún vestido con la ropa del día anterior y apretando la nota de Miguel en una de mis manos. Recordé que no estaba… pero tenía que encontrarlo.
En poco rato estuve limpio y en condiciones de comenzar el día. Mi primer llamado fue aAndrei. Hablé rápido y cortante con él. Seguía siendo mi empleado aunque ya no más mi amigo, había perdido la confianza en él. Me ocuparía de ese problema luego… por ahora, solo quería encontrar a Miguel. Me repitió todo el recorrido que había realizado el mocoso antes de irse. Corté sin darle tiempo a que dijera nada más. Mientras bebía un café traté de pensar en los posibles lugares donde Miguel hubiera podido ir…. El norte?… pensé en familiares o amigos… no acudía a mi mente ningún lugar o persona en especial que hubiera mencionado. El timbre me sacó de mis pensamientos… aún era muy temprano. Daniel y Lidia me miraban con preocupación desde el otro lado de la puerta.
– Papá esta insoportable – Lidia pasó por mi lado como un vendaval, sin saludar, y se introdujo en la cocina a servirse un café – ni siquiera pudimos desayunar –
– Hola- Daniel me miró intranquilo. Me moví para indicarle que entrara.
– ¿Qué hacen aquí?- la visión de mis hermanos a esta hora me sorprendía totalmente
– ¿Cómo que qué hacemos aquí?… está claro, no?-
Lidia se hacía cargo de la situación… yo seguía sin entender… la miré pidiendo más explicaciones
– Dios!. Que lento amaneciste hoy día Gonzalo!!- Lidia se sentó a la mesa y comenzó a desayunar
– Estuvimos hablando anoche– Daniel dijo señalando a Lidia – Creo que tenemos que estar unidos ahora-
Hablando?… unidos? En que parte me había perdido??… Qué estaba pasando?
– Un momento… ¿Qué está pasando aquí?
Estábamos los tres sentados a la mesa… era extraño.. nos mirábamos…
– Somos sus hijos… no puede hacer nada sin nosotros… no puede dejarnos a todos fuera.. aunque, claro!, a mi jamás me ha tenido dentro de la organización, pero eso ya cambiara ahora, cuando tú estés a cargo– Lidia masticaba, bebía, hablaba y gesticulaba… todo al mismo tiempo…
– ¿POR QUE NOS DEJARIA FUERA??!! DE QUE HABLAN?!!- mi paciencia llegaba a su límite
– Está furioso contigo, Gonzalo… Habló conmigo anoche…y..- Daniel se detuvo… se miraron con Lidia… cómplices cómo siempre… ellos sabían algo que yo no.
– Y qué..?- los miré a ambos
– Está pensando dejarte fuera– Respondió Daniel intranquilo. Ambos fijaron sus miradas en mi, esperando ver mi reacción. Fuera??… dejarme fuera??… bueno… esto si que era inesperado… No voy a negar que fue un balde de agua fría… papá esperaba que yo me convirtiera en el más poderoso y la decepción debe haber sido grande… nunca más se presentaría una oportunidad así… pero ¿dejarme fuera??… no.. no era solamente por haberlo decepcionado al no casarme con María… aquí entraba en juego mi opción de vida.. Miguel… papá estaba completamente desilusionado de mi… por fin ayer habíamos puesto las cartas sobre la mesa y aclarado todo… ahora el tema de mi homosexualidad ya no era un secreto entre los dos… además, lo había desobedecido, desafiado y vencido… no me quería cerca suyo porque sabía que ya no podía dominarme ni manejarme a su antojo… pero… ¿reemplazarme con Daniel?… le tomaría siglos a Daniel aprender a manejar lo que yo manejo… a menos que… Dios!!.. Andrei!! Solo bastaba con que convenciera a Andrei y podría seguir las operaciones bajo mi cargo sin ningún problema… él sabe cómo funciona todo… en espera de que Daniel aprenda…
– Gonzalo?!
Lidia me tomó por la muñeca volviéndome a la realidad
– Por eso estamos aquí- Daniel había madurado de pronto… lo miré con ojos nuevos. Mi hermano menor iba a reemplazarme? – No vamos a permitir que nadie te reemplace
– Por supuesto que no- corroboró mi hermana
La mano de Lidia seguía en mi muñeca. Sosteniéndome. Mi otra mano fue capturada por la de Daniel… cerrábamos los tres un círculo con nuestras manos… estaba entendiendo por fin. Venían a darme su apoyo… si los tres estábamos unidos, podíamos vencer a papá. Mierda!! mis hermanos eran los mejores..
– ¿En serio no quieres mi puesto?- pregunte sarcástico a Daniel?
– Ni muerto… odio tus negocios sucios e ilegales– contestó sonriendo y apretando aun más fuerte mi mano.
– A mi no me molestaría – sonrió Lidia – pero tendría que aprender primero y solo me gustaría ayudarte…-
– Andrei sabe cómo funciona todo– respondí algo pesado – puedes pedirle que te enseñe-
– Ya hablaremos de Andrei- me dijo dándome a entender que ya sabía lo que había pasado entre nosotros – pero no… yo quiero aprender con el jefe… él tampoco está dispuesto a asumir tu puesto-
Hablar de Andrei me molestaba en este minuto… me hacía recordar que por culpa suya Miguel desapareció… si tan solo no hubiese abandonado mi departamento… pero a la vez era tranquilizador saber que tampoco estaba dispuesto a ser mi reemplazante.
– Gonzalo… estamos los tres juntos en esto, hasta las últimas consecuencias
Me parecía tan increíble escuchar esas palabras de boca de Daniel
¿Juntos hasta las últimas consecuencias?… supongo que si… ellos venían a darme su apoyo y aquí… yo era el que tenía más que perder, ellos solo podían salir ganando si yo quedaba fuera del juego… pero estaban conmigo, no contra mí. Sentí un cariño inmenso hacia ellos… mis hermanos
– Nos estamos olvidando de algo – respondí serio. Me miraron confundidos – Nos olvidamos de Claudio…
La mención de nuestro hermano menor nos hizo reír a los tres.
– Claudio está con nosotros– dijo Daniel. Lidia y yo lo miramos interrogando – fue a mi dormitorio anoche. Quería saber qué pasaba y le conté
– Claudio no es tan chico como creemos. Ya tiene 14. Solo un año menos que Coque– Lidia miró a Daniel. La mención de Coque nos hizo sonreír a todos.
Me paré y fui a la cocina. De pronto necesitaba un café. Algo que me distrajera de las fuertes emociones del minuto. Entonces, todos los hermanos estábamos unidos… bien. Eso me daba más fuerzas para hacer frente a papá… necesitaba de sus hijos para la continuación de su negocio… necesitaba a su familia… pero no me ayudaba a solucionar mi problema más urgente.
– ¿Ya sabes dónde está Miguel?- preguntó de pronto Daniel
Negué con la cabeza. Incapaz de ponerlo en palabras. Si empezaba a hablar terminaría maldiciendo a Andrei delante de Lidia.
– ¿Su familia?- Lidia me miraba
– A eso iba ahora– aclaré.
– vamos entonces- los dos se pusieron de pie. Dispuestos acompañarme.
– ¿Es en serio? – pregunté dudando
– No eres el único que le tiene cariño a Miguel– respondió Lidia algo molesta – Ese mocoso también se metió en mi corazón… quiero que vuelva y sea feliz contigo-
– Yo también le tengo cariño… y no me mires con cara rara que a Miguel lo siento casi como a un hermano, nada más– aclaró Daniel rápidamente
Me acerqué a ellos y abrí mis brazos para poder abrazarlos al mismo tiempo. Como cuando éramos niños.
– Gracias. Necesito encontrarlo… lo necesito- mi voz flaqueaba.. mierda… me emocionaba el cariño de mis hermanos y me hundía la falta de Miguel…
– Ya… ya… menos drama y más acción… ya bastante drama tuve con convencer a tu dichosa ex-novia – Lidia nos empujaba fuera del departamento… convencer a María?De que me había perdido?
– Como??!! Convencerla??
– Algún día te contaremos– Daniel reía detrás de mí.
Pasamos gran parte del día recorriendo los lugares donde Miguel había estado el día anterior. En ninguna parte pudieron entregarnos información adicional que nos ayudara a tener alguna idea de su paradero. Había pagado la moto en efectivo, no había preguntado nada que nos sirviera de pista ni había dejado ninguna dirección… tampoco en la tienda de mascotas… la persona que lo había seguido durante ese día solo corroboraba lo mismo que me había informado Andrei. Me lo repitió varias veces.. pero no había nada nuevo. Ahora estábamos frente al departamento donde vivían su mamá y hermana.
– Espérenme aquí- les pedí preparándome mentalmente para ver a su familia
– Estas loco?!!, seis ojos ven mucho mejor que dos- Lidia y Daniel se bajaron y no pude disuadirlos de esperarme. Quizás tenían razón.
La mamá de Miguel nos abrió la puerta. Se veía mejor, más descansada y con buena salud. Se alegró de verme y tras saludarnos y hacernos pasar, su pregunta echó mis esperanzar por tierra
– ¿Sabes dónde fue Miguel, Gonzalo?- sus ojos de madre me miraban esperanzados. Supe al instante que ella estaba tan perdida como yo sobre el paradero de Miguel.
– Veníamos a preguntar eso, precisamente – mi hermana no podía callarse.
Nali apareció en ese momento. Traía en brazos un cachorro. Nos saludó. Estaba muy cambiada. Una perfecta señorita. El colegio y el nuevo ambiente habían hecho maravillas. Miguel tenía que sentirse orgulloso del cambio de vida que había logrado en ella.
– Nali… ¿sabes algo de Miguel?- pregunté mirándola de frente. Ella negó con la cabeza.
– Que hermoso cachorro… ¿cómo se llama? –Lidia la tomó del brazo y la separó de nosotros. ¿Qué había visto mi hermana?… ella jamás hace algo así sin tener un motivo. Las dejé en paz… Lidia sabe bien cómo manejar a las personas. Mientras ellas hablaban un poco distanciadas, la mamá de Miguel nos sirvió algo. Me miraba. Creo que me culpaba por la desaparición de Miguel y por muchas cosas más… el cambio de su hijo, lo que se había vuelto… Quise explicarle… decirle que esta vez había sido decisión de Miguel abandonarlo todo y que yo no había hecho nada… pero eso no era del todo verdad… yo le había dado el motivo para que desapareciera. Le había hecho sentir que no era lo más importante en mi vida y no alcancé a decirle que me había dado cuenta tarde que estaba equivocado. Nuestras miradas se cruzaron muchas veces. Su mirada de madre me ganó…
Cuando Lidia volvió con nosotros nos despedimos educadamente. Segundos después, Daniel y yo la interrogábamos.
– Adora a su hermano, es una buena chica.
– ¿Qué más?
– Dijo que “sombra” iba a morir de calor, que esperaba que aguantara–
– Esta en el norte- nada nuevo. Ya sabía esa información solo que el norte es muy amplio y tiene muchas ciudades y lugares ocultos
– “Sombra”??- preguntó Daniel
– El cachorro que le regaló Gonzalo. Se lo llevó-
Daniel me miró divertido
– ¿Tu?.. ¿Le regalaste un cachorro a Miguel?… wow!!! Si que estas cambiado…-
– Cállate!!- gruñí pero no dejó de sonreír
-. Le dijo a Nali que no se preocupara de las cuentas. Que seguiría depositándoles dinero todos los meses–
Subimos al vehículo… algo me molestaba… algo no estaba bien… necesitaba pensar un momento.
– Compró la moto pagando efectivo… una muy cara… no creo que haya tenido tanto dinero como para… – intentaba pensar en voz alta… mis hermanos escuchaban y pensaban a su vez
Los tres nos quedamos en silencio…
-¿de dónde va a sacar más dinero?
– ¿Buscará un trabajo?
– ¿Que le permita vivir y le sobre para mandarle a su familia?… – tenía muchas preguntas… necesitaba ordenar mis ideas… preguntas sin respuestas… como…-¿por qué compró la moto más cara del lugar?… podría haber gastado menos dinero y…
– Pudo viajar en avión.. en bus…
De pronto necesitaba saber cuánto dinero tenía Miguel… ¿porqué se lo había gastado todo en un estúpido capricho… una moto, cuando a él ni siquiera le gustan demasiado??.Encendí el vehículo y me fui derecho al banco. Yo mismo había abierto una cuenta a su nombre y tenía contactos dentro que podían informarme de inmediato lo que necesitaba saber. 20 minutos después tenía la información en mis manos. Miraba la hoja. Ahora si necesitaba respuestas. El dinero de Miguel estaba intacto. Pedí el saldo de mis cuentas y también estaba correcto. Si el dinero no había salido de mis cuentas o de la suya… ¿Quién mierda pagó por esa moto?… al contado.
Nos miramos los tres. Sabíamos la respuesta.
MIGUEL
Se había acostumbrado a llevar un pasamontañas cada vez que salía de noche para cubrir su cara… no necesitaba protegerse de la gente puesto que en aquel lugar no había nadie más que ellos y los portadores de las entregas, en varias decenas de kilómetros a la redonda… pero el frío y la arena que soplaba impulsada por el viento, parecían agujas cortantes que penetraban su piel… en el día el calor que subía sobre los 30 grados era un poco más tolerable, pero las noches eran desagradables en todos los sentidos posibles; temperaturas bajo cero y absoluta soledad. Las entregas se hacían de noche para mayor protección de los involucrados; y Miguel, arriesgándose aun más de lo necesario, prefería ir solo a recibir la mercadería; no confiaba ni un poco en las dos personas que trabajaban bajo sus órdenes… pero tampoco tenía el poder para deshacerse de ellos, a menos que le dieran causa suficiente… no tenía una razón especial… Leandro y Karina parecían normales y lo habían recibido bien, sin demasiado entusiasmo pero bien. Lo esperaban y sabían que era el nuevo jefe… lo trataban con un estudiado respeto, puesto que ambos eran mayores que él por varios años y miraban su juventud con desaprobación… posiblemente estaban alrededor de los 30 y llevaban en este negocio bastantes años más que él. No tenía un motivo específico para desconfiar de ellos… excepto su instinto que le gritaba que no confiara… que el mayor peligro provenía de ellos y no de los rostros desconocidos y tan cubiertos como el suyo mismo, que encontraba casi cada noche; apenas cruzaban palabras, intercambiaban dinero, mercancías y desaparecían en la noche de la misma manera sigilosa en que habían aparecido… todo duraba solo unos minutos. La primera vez fue con Karina y estuvo más preocupado de tenerla a ella a sus espaldas todo el rato que del rostro extraño frente a él. Era el jefe. Impuso la orden de ir sin compañía. No protestaron, no alegaron… simplemente obedecieron. No se hablaban más de lo estrictamente necesario. La convivencia era parte del infierno en el que había aceptado vivir. Solo sombra parecía aligerar un poco el difícil ambiente entre los tres ocupantes del lugar; Karina, una mujer delgada, fibrosa, fría, pelo muy oscuro y corto, que se movía con una extraña ligereza y manejaba las armas y cuchillos con una certeza increíble, se transformaba cuando Sombra estaba cerca de ella… en los días desde que Miguel y Sombra habían llegado, Karina se había encantado con el perro y le hablaba y acariciaba como si fuera un bebé; Leandro se había reído de ella solo una vez… pero la sonrisa desapareció de inmediato al sentir el roce frío de un cuchillo que pasó silbando a pocos centímetros de su cara para ir a ensartarse en la pared, muy cerca suyo…
-. ¿Qué te pasa, mujer idiota!!??- grito Leandro saltando de su asiento… bajo, ojos oscuros, de contextura gruesa pero muy ágil, mal genio.
-. Ríete otra vez y voy a apuntar directo a tu corazón– contestó Karina sin siquiera mirarlo ni moverse de su sitio en el suelo donde jugaba acariciando al perro.
Quizás en otra circunstancia Miguel se habría asombrado de lo que acababa de pasar, pero aquí, ahora, vivía en un mundo irreal y nada lo sorprendía… parecía anestesiado, inmune al miedo o a la presión… solo existía, respiraba y trataba de mantenerse vivo cada día porque su instinto de supervivencia así se lo indicaba. No tenía un aliciente para continuar… nada ni nadie esperaba por él… solo sobrevivir.
Vivian los tres en un extraño lugar; una construcción muy disimulada y difícil de descubrir que parecía cavada en la roca misma, lo suficientemente grande como para albergar espacio y privacidad para cada uno, con relativa comodidad, contaban con un moderno sistema de rastreo satelital y comunicaciones además de una bodega blindada a la que solo Miguel tenía acceso por ser el jefe, en la que se guardaba y acumulaban mercancías de todo tipo… drogas, contrabando de joyas, pinturas, animales, esculturas…cualquier cosa que el cliente quisiera comprar y que no pudiera ingresar al país por medios legales llegaba a través de esta puerta secreta de entrada. Leandro le había comentado de la vez que tuvieron a un par de niños pequeños vendados por 24 horas… su padre había pagado una fortuna por arrebatárselos a su ex esposa y ellos habían sido los encargados de recibirlos y entregarlos. Aquí nadie hacia preguntas. Solo recibían órdenes de recoger mercancía diversa y entregarla en lugares indicados. Miguel funcionaba como un autómata. Se levantaba cada día y trabajaba hasta la hora que fuera necesario. No había horario, solo muchas horas muertas en las que solo debían esperar… y tratar de no pensar. Eran las peores horas del día… sin hacer nada más que esperar… un avioneta… un vehículo, una moto, una persona… algo… solo esperar… recibir o entregar. El computador se había vuelto su mejor amigo junto con los lápices y blocks de dibujo que había vuelto a retomar… Sombra lo acompañaba constantemente. Se sentaba en la parte exterior de la “casa” y se protegía bajo la sombra de las mismas rocas… sus dedos adquirían vida propia… nunca pensaba mucho en lo que iba a dibujar sino que más bien dejaba que las formas fueran apareciendo solas sobre el papel… la gran mayoría de las veces, luego de tan solo un par de trazos ya sabía que era lo que iba a ver en el papel… el rostro de Gonzalo lo miraba desde el block de dibujo… Miguel le devolvía la mirada, con ganas de romper y arrugar la hoja en mil pedazos… enojado o con ganas de llorar… pero se contenía y lo observaba… lo había dibujado tantas veces ya en estos pocos días… en lugares diferentes… en el departamento que compartieron, en la playa… en el vehículo, la oficina, la cama… riendo, enojado, pensando, comiendo… excitado, con esa sonrisa torcida que tanto añoraba ahora… lo recordaba todo… cada uno de los gestos y detalles de su rostro… grabados a fuego vivo en su mente… dibujarlo significaba un escape… dejar de sentir la pena y la necesidad de él que lo ahogaban y hacían que hasta respirar fuera doloroso para solo concentrarse en las líneas y sombras necesarias en el papel… lo amaba y sufría por su ausencia… dibujarlo era su forma de terapia… pensarlo cada día y cada noche era su peor tortura… seguía respirando… puro instinto.