CAPITULO 73
ADAMIR
Fue el primero en despertar. Apenas estaba amaneciendo y la luz se colaba por la ventana que había olvidado proteger con las cortinas, en la prisa por estar con él. El dormitorio era un desastre pero en este amanecer no le importó en lo más mínimo. La luz le permitió ver a Max que aun estaba dormido a su lado… Sus piernas estaban enredadas, sus caderas una encima de la otra y la cabeza, con el pelo desordenado, reposaba en contacto con su brazo, cerca del hombro. El peso de la mano de Max sobre su estómago. Había intimidad entre ellos. Adamir agachó levemente su cabeza y enredó su nariz en el pelo de Max… Olía bien, olor a Max, a calidez y sexo… a lo que habían hecho juntos. Sonrió sin saber por qué y, con cuidado, cruzó sus brazos alrededor del torso desnudo de Max… no tenía intención de despertarlo. Solo quería estrecharlo. Lo mantuvo sujeto y sus labios lo rozaron… no tenía prisa… solo quería quedarse ahí, tranquilo, abrazándolo, sintiéndose bien y en paz…
Lo había sabido desde la primera vez que lo vio y decidió que él mismo lo prepararía. Max era…
Él era…
No conocía una palabra que explicara lo que Max era.
Diferente!!!
Si. Eso era! Max era diferente a todos los otros chicos. Él tenía buen ojo para detectar a los mejores y Max sin duda era uno de ellos. Tenía… cosas que lo hacían diferente… Sonrió sintiéndose muy tonto al no poder explicarse… No sabía con exactitud que había en Max pero lo que fuera le encantaba. Tal vez, era su cuerpo… sentía un deseo permanente de mirarlo y tocarlo… también estaban sus ojos y su boca… la forma en que lo había mirado con deseo y alegría… aahh!… y la manera de reír y entregarse a la pasión que había descubierto tan solo anoche… Demonios! Max era único… nadie más le hacía burbujear la sangre como le sucedía ahora mismo con tan solo pensarlo… algo le pasaba a su cuerpo por dentro y por fuera cuando estaba con Max… quizás era su personalidad guerrera… No se estaba engañando pensando que el chico había cambiado y se había vuelto todo dócil, de la noche a la mañana. El cambio que había visto era excitante… pero debajo de esa piel de corderito suave y sonriente, Adamir sabía que había un chico aguerrido… un rebelde. Recordaba bien todo el trabajo que le había tomado someterlo… Volvió a sonreír… Max era su fiera y le había dado una buena batalla… al punto de no darse por vencido hasta que estuvo a punto de morir ahogado… una sensación inesperada sacudió el interior de Adamir dejándolo helado…
Oh por Dios! Si Max hubiera muerto…
Lo apretó con tanta fuerza que Max se movió incómodo, despertando. Adamir relajó sus brazos y sacudió la cabeza descartando los pensamientos inquietantes. Todo se calmaba en su interior al ver los ojos castaños soñolientos…
-. Me estaba empezando a aburrir… – dijo en forma de saludo.
-. Hola… – murmuró Max aun lleno de sueño
“Hola” no era ni remotamente suficiente para lo que Adamir deseaba. Se agazapó encima de Max, cubriéndolo con su cuerpo y buscándole juguetonamente la boca en un beso cargado de intenciones. Empujó su lengua separándole los labios y estableciendo una clara posesión. Su polla se endurecía frotándose entre ambos. Dios!! Se sentía tan bien despertar y tener a Max atrapado bajo su cuerpo… suave, caliente y quietecito
-. Quiero un saludo más cariñoso – susurró Adamir con la voz ronca, lamiendo la oreja de Max y pasando sus manos sobre la piel tibia del costado, camino a sus caderas… su piel… tan suave y sedosa… enloquecía por tocarlo, por estar dentro de él, quería poseerlo de todas las maneras posibles y volver a verlo entregarse con deseo y agrado…. Quería más de la magia que Max le hacía sentir
Adamir se acomodó en su cuello, besándolo, olisqueando y enterrando su nariz… Max ladeó su cabeza para permitírselo con mayor comodidad y Adamir gruñó agradado al ver la respuesta del chico… los brazos de Max lo rodearon
-. ¿Qué tan cariñoso? – preguntó Max ya bien despierto, siguiendo el juego, arqueando su espalda y presionando el miembro duro de Adamir contra su vientre… moviéndose para estimularlo… sus manos acariciándolo… el amo jadeó… le había gustado eso. El beso adquirió otra intensidad transformándose en lento y sensual… sus cuerpos se frotaban. Se separaron cuando respirar era de vida o muerte. Cogieron aire agitados… Adamir estaba excitado con solo olerlo y sentirlo… mirar de tan cerca los ojos castaños de Max que le devolvían la mirada sonriendo, fue un instante especial…
“Oh Dios! Quiero despertar contigo muchas mañanas”…
Estuvo a punto de abrir la boca para decirlo pero las palabras murieron en su garganta cuando Max levantó su cabeza y pasó su lengua rosada y suave sobre el labio inferior de Adamir, sorprendiéndolo
-. Asi?… o más cariñoso? – preguntó el chico encima de su boca, en voz baja y sexy, divirtiéndose al tentarlo, sintiéndose osado…
Adamir nunca se había sentido tan bien en toda su maldita vida…
-. Mas…
“Más de todo… más de ti… dame todo, Max”
Volvió a besarlo con locura… su lengua se adentraba profundamente en Max, barriéndole la boca y rizándose sobre su lengua… Dios!! Quería lo que el chico tenía… lo besaba como si pudiera extraerle la esencia de su persona… no tenía suficiente…
-. Más – volvió a repetir ansioso
Max separó sus piernas para él… las levantó para rodearlo y atraerlo. Adamir estaba como loco… lo tocaba, lamía y besaba con la misma intensidad de la noche anterior sintiéndose perdido en el calor de su propio cuerpo… Max gemía cediendo y permitiéndole tomarlo de la manera que Adamir deseara…
No quería esperar… no podía hacerlo… apenas si alcanzó a usar el lubricante antes de tirar todas los cobertores hacia atrás, dejar a Max al descubierto… lo aturdía verlo tan hermoso y dispuesto. Solo cuando su verga se abrió camino penetrando lentamente a Max la calma volvió a él. Lo tenía. Era suyo. Su esclavo. Su chico que le daba paz y lo enloquecía, al mismo tiempo.
Un gemido diferente, atorado en la garganta de Max, lo trajo de vuelta a la realidad
-. -¿Qué pasa? ¿Te duele?
Max tenía los labios apretados y los ojos castaños acuosos. Por supuesto! Le dolía. El maltrato sufrido la noche anterior había sido muy placentero para ambos pero había dejado huella en el recto de Max. Adamir se detuvo sin pensarlo. No quería ver ese rostro adolorido…
-. Estoy bien – mintió Max sabiendo que era lo que el amo esperaba escuchar. La verga de Adamir a medio entrar en su cuerpo causándole más dolor que cualquier otra sensación
-. No me mientas
Adamir le sujetó la mandíbula fuertemente, obligándolo a sostenerle la mirada
-. ¿Te duele? – volvió a preguntar
Max dudó… confundido… ¿qué tipo de mirada era esa?… todo cambiaba y no sabía hasta dónde podía llegar… ¿le estaba permitido decir la verdad?
-. Si – afirmó muy nervioso preparándose por si Adamir tenía una reacción violenta.
El amo no pudo ocultar la desilusión y casi sin creer lo que estaba haciendo, comenzó a retirar su verga
-. No!… no!
Max, sin pensar en lo que hacía, le puso ambas manos en el culo, sujetándolo con fuerza y empujándose contra él
-. No salgas… no..
Se miraron ambos, confundidos…
¿Qué… qué era todo esto?…
El deseo era más fuerte que la razón… las manos de Max apretando su culo… no recordaba que alguien le hubiera puesto las manos encima con tanta posesividad… sentía sus dedos finos enterrándose en sus nalgas, reteniéndolo… la erección de Max palpitaba contra su piel…
Control, control!! ¿Dónde estaba su maldito control??? Él era el amo… no tenía por qué importarle el dolor de un esclavo… deseaba a Max y quería ser complacido
La mano que sujetaba la mandíbula de Max cambio de posición yendo a la parte posterior de la cabeza de Max… el beso fue violento, apasionado y muy, muy profundo… Adamir se fue enterrando con cuidado, besándolo y calmándolo, deteniéndose cada vez que Max se tensaba o gemía. Cuando estuvo completamente dentro y sus bolas rozaban los glúteos de Max dejó de besarlo y lo abrazó. Chequeó su rostro y volvió a ver el reflejo de resignado dolor.
Max lo soportaba…
Mierdaaaaaa
No quería ser soportado.
Había tenido tanto de eso en su vida, tantos ojos llorosos soportándolo. No quería una repetición de lo cotidiano… Max le había mostrado un nuevo vicio… la alegría de Max le proporcionaba un tipo de placer que no tenía comparación.
Frunció el cejo al darse cuenta que no podía continuar. No quería hacerlo. El dolor de Max no era tan excitante como su risa y ahora que la había probado no se conformaba con menos
-. Me darás cariño más tarde – ladró molesto.
Se retiró cuidando de no causarle dolor y camino hacia el baño majestuosamente desnudo, su pelo ondeando al aire y su erección en alto.
Max lo miró alejarse en total desconcierto. No reaccionó cuando Adamir cerró la puerta de golpe. Sus ojos seguían pegados en la puerta cerrada del baño. Estaba esperando… ¿saldría del baño y lo castigaría? No tenía la culpa!!! Le había dicho que podía continuar y hasta le había insistido… podía soportar ese dolor… no entendía que estaba pasando… el también tenía ganas a pesar del fuerte dolor… Un momento… ¿esto era parte del cambio? ¿El “interés” de Adamir en él incluía preocuparse de cómo se sentía?.. ¿Tenía algo que ver con lo bien que lo habían pasado durante la noche?… Ay Dios!.. Adamir lo había tratado con tanto esmero, orgasmo tras orgasmo lo había agotado y luego, jugando, valiéndose de su experiencia, lo había vuelto a encender cada vez, como si fuera una cerilla
La puerta se abrió y Adamir salió aun mojado y envuelto en una toalla. Parecía más tranquilo. Se acercó a Max y le habló con tranquilidad.
-. Dúchate. Tengo planes para hoy y tú vienes conmigo.
Adamir no se sentía a gusto en la ciudad… al menos no hasta ese día. Se quedaba aguantando el ruido, tráfico y gente porque su único amigo en el mundo dependía de él y tenía una mezcla de preocupación y culpabilidad. Sin embargo, ya que estaba en la ciudad, había decidido aprovechar de ver algunas cosas que podrían resultar de utilidad en la isla y que normalmente compraba en sitios exclusivos por internet.
Cuando Max salió de la ducha, cubierto solo con una toalla alrededor de la cintura y el torso manchado de gotitas de agua, se encontró con que la ropa nueva del día anterior había abandonado las bolsas y estaba expuesta sobre la cama. Adamir, ya vestido, la estudiaba con interés. Se veía animado
-. Ven acá
Lo sostuvo de los hombros sintiéndole la piel húmeda… su polla reaccionaba… lamió algunas de las gotas y fue subiendo hasta llegar a la boca… sus manos sostuvieron el rostro de Max y su lengua se abrió paso… deseaba el sabor del menor… se le estaba volviendo un vicio… era difícil mantener sus manos alejadas de él
-. Me gusta besarte
Su declaración sonó como si fuera una sorpresa descubrir que eso le gustaba.
Empujó la cara de Max contra su pecho y lo sostuvo pegado al corazón… suspiró profundamente sintiéndose bien. Lo deseaba… lo tendría más tarde… sin lágrimas ni dolor.
Quitó la toalla que cubría el magnífico culo. Lo sujetó de las nalgas con ambas manos presionándolo contra su verga que se volvía dura. Su beso se tornó urgente. Demonios! Max desnudo en sus brazos…
-. Mejor vístete
Lo alejó sabiendo que era lo mejor en ese momento.
-. ¿Qué me pongo?
El chico mantenía su rostro sin una expresión en particular. Se estaba aguantando las ganas de sonreír porque le daba temor que si lo hacía podía molestar al amo… pero en su interior reía a gritos… Adamir lo deseaba… la erección entre sus piernas lo traicionaba delatando el deseo que sentía por él…
-. Pruébate esto… con esto…y esa
El amo se sentó sobre la cama y sus ojos no perdían detalle del movimiento de Max. Lo devoraba con los ojos.
El menor se sabía observado… importante… y se tomaba el tiempo necesario para estirar su torso, arquear la espalda, mover la cabeza y enseñarle el culo. Se exhibía a propósito.
El ambiente se fue relajando… La alegría de Max al verse con las prendas nuevas era contagiosa
-.Así… eso me gusta
Adamir lo atrapó de las caderas y lo recorrió de arriba abajo antes de volver a besarlo. Max estaba increíble. Toda la ropa que habían comprado le sentaba como si hubiera sido hecha especialmente para él. La ropa amaba el cuerpo de Max. Le gustaba… no, le encantaba verlo luciendo tan bien y como se meneaba frente al espejo… Max era un coqueto!!! Se miraba de todos los ángulos… Nunca había imaginado que podía ser tan entretenido verlo pavonearse.
-. Quieto – ordenó pasándole el cinturón nuevo de cuero en los pasadores. Se miraban… el amo abrochaba el cinturón… Max se dejaba hacer… sonreían…
-. Desayuno – ladro Adamir. Contener el deseo no era lo suyo.
Luego de desayunar, Max y él abandonaron la casa acompañados del guardia que Adamir había traído de la isla, en el vehículo con chofer que Nazir le cedía. Estaban solos en la parte posterior del auto Mercedes Benz. El amo deseaba comprar elementos nuevos para uso de sus esclavos, visitar a Santiago en la clínica y luego, no tenía más que hacer. Se preguntó de qué forma podía pasar el tiempo con Max… que no fuera en la cama
Max miraba por la ventana… le gustaba esta ciudad. Tenía construcciones bonitas, muchos espacios verdes y al estar cerca del mar, la vista desde las colinas era hermosa.
-. Voy a llevarte a conocer los astilleros – declaró Adamir moviéndose en el asiento, cogiendo a Max de la cintura.
-. En serio?
Max se giró hacia él, sorprendido. Veía los edificios y barcos de los astilleros desde la ventana en la casa de Sergio. Eran impresionantes. La idea de conocerlos le gustaba.
Adamir aprovechó el movimiento de Max para hundirse en su cuello y morder suavemente la piel cerca del hombro, por sobre la camiseta nueva
-. Auch!…- Max se deslizó intentando escapar pero el amo lo agarró, inmovilizando sus brazos
– Me mordiste!!! – se quejó entre risas mirando con atención la prenda de ropa. No quería que se estropeara…
-. Veo que te preocupa tu ropa nueva
Lo sujetaba con fuerza y con los dientes tiraba de la camiseta para dejar la piel del hombro al descubierto… sus labios se pegaron, chupando… saboreando. Max se quedo quieto, excitándose con lo que Adamir hacía con su boca y lengua… su cabeza cayó hacia atrás apoyándose sobre el amo y su respiración cambió
-. Me encantaaa… mi… ropa… nuevaaaaaahh
Adamir liberó sus brazos y las manos se hundieron bajo la camiseta
-. Te voy a comprar más
Le iba a comprar toda una maldita tienda.
No le importaba que el chofer y el guardia escucharan sus risas y gemidos… a decir verdad, Max tenía toda su atención y nada más le interesaba.
Se estacionaron en el patio de una casa grande y señorial con aspecto de palacio antiguo. Nada en su exterior delataba la naturaleza del negocio que se llevaba a cabo dentro. Los hicieron entrar a un recibidor con aspecto de normalidad, Adamir, Max y el guardia. Muy pronto, un hombre vestido elegantemente pidió la identificación de Adamir.
-. Esta todo en regla, señor. Por favor, sígame
La normalidad terminaba cuando se abandonaba el recibidor.
-. Esta es la sala de muestra. Puede probar los productos en la sala continua y, si desea cualquier ayuda, estoy a su servicio
El hombre dio unos pasos atrás pero permaneció atento. La sala de muestra era enorme, elegante, llena de espejos, muebles y luces. En sus amplios espacios contenía un despliegue de la mayor colección de artículos eróticos que Adamir había visto. Max se sintió inmediatamente incómodo y se puso rígido. La mano del amo lo tomó, tirando de él con firmeza, asegurándose que estuviera a su lado,
-. Vamos a ver qué novedades hay
Max habría preferido esperarlo fuera. No quería seguirlo. En su cabeza se repetían las palabras del hombre “puede probar los productos”… si Adamir deseaba probar algo de lo que había en esta sala ya sabía bien con quién lo iba a probar. Avanzó tirado por Adamir entre los objetos en exhibición. Algunos le producían escalofríos al mirarlos e imaginar su uso. Max suponía que la mayoría de estas cosas no se vendían en el comercio normal… algunas eran verdaderas armas de tortura; había elementos para perforar, retener, cortar, quemar, marcar, castigar, penetrar, atar, sondear, etc. en una extensa variedad de materiales. Se ponía nervioso al mirarlos.
De vez en cuando, Adamir llamaba al hombre y este explicaba el correcto uso de algo sin siquiera arrugar sus cejas o anotaba en su libreta la orden que el amo necesitaba.
Max caminaba con la cabeza baja deseando que todo terminara pronto… pero no tenía tanta suerte
-. Creo que quiero verte con esto
Adamir susurró en su oído y Max saltó de la impresión. Levantó los ojos de prisa, asustado. Se habían detenido frente a una especie de disfraz: un dildo con una peluda cola blanca acompañado de orejas y otros elementos que hacían parecer un gato. Max dejo de temblar y se le escapó un suspiro de alivio. Eso no se veía tenebroso. El amo hizo un gesto al hombre y siguió avanzando sin soltarle la mano.
-. Son de oro macizo, señor. Cada uno tiene tres diamantes…
Las palabras llamaron la atención de Max y sus ojos, llenos de curiosidad, se alzaron para encontrarse con la mirada dorada de Adamir fija sobre él. En su mano sostenía un par de joyas… eran bonitas, parecían delicados aretes
-. Nuestro personal está capacitado para ponerlos en el pezón de su compañero de inmediato si lo desea, señor
La reacción de Max fue instantánea; se echó hacia atrás bruscamente y solo el fuerte tirón de Adamir sobre su mano impidió que corriera hacia la puerta de salida. El guardia se puso en alerta
Las miradas de Max y Adamir se cruzaron… a Max no le gustó lo que pudo leer en los ojos del amo y el atisbo de sonrisa cruel en su boca… le gustaban los piercing que sostenía… los estaba imaginando puestos en el!!! en su tetillas!!!
-. Se te verían muy bien – le habló solo a él
Max tragó muy duro… había perdido la sonrisa. Estaba petrificado. No. En sus tetillas no iba a ponerle nada. No quería. El cruce de miradas se alargo por varios segundos…
-. O tal vez no
Adamir devolvió las joyas y siguió revisando los productos como si nada hubiera pasado
A Max le costó trabajo volver a moverse. Lo seguía sin terminar de creer que había devuelto los piercing a pesar del entusiasmo que le había visto… ¿qué lo había hecho cambiar de parecer?.. ¿él?… quiso sonreír pero aun estaba muy asustado… ¿él había logrado que Adamir cambiara de idea?… eso era increíble.
Una hora más tarde, Adamir pagaba una suma cuantiosa por los objetos que había adquirido y que serían enviados en el más completo anonimato.
La segunda detención fue en la clínica. Max esperó en el vehículo con el guardia y el chofer según la instrucción de Adamir. El menor lo siguió con la vista hasta que atravesó las puertas de entrada y se perdió dentro. Por la forma en que caminaba, Max podía decir que el amo estaba preocupado. Cada vez que se mencionaba a Santiago, el rostro de Adamir se volvía serio. Hacía rato que Max había entendido el grado de amistad diferente entre ellos; no era como con nadie más en la isla. Le llamaba la atención porque Adamir no parecía el tipo de persona que tiene amigos… tal vez estaba equivocado. Tenía ganas de verlos juntos y saber cómo actuaban cuando estaban solos… ¿eran amigos de verdad?… ¿Cómo él y Mati? Durante las cenas había escuchado que Adamir hacía todo lo posible y ponía todos los medios a disposición de Santiago. Deseaba que se recuperara. Él también tenía ganas de ver a Santiago. Si tenía la oportunidad, quizás hasta le diría que había estado con Mati y que…
No. Nunca volvería a hablar de Matías con Santiago. Jamás volvería a pensar siquiera en su amigo porque eso lo ponía en peligro.
Mientras más lejos estuvieran, mejor. Max se preguntaba si Matías habría entendido su insinuación de cambiarse a otro lugar donde nadie pudiera encontrarlos. Se le produjo un dolor en el pecho al pensar que nunca más volvería a ver a su hermano… el único amigo que tenía en el mundo, pero prefería que fuera así: Matías lejos y libre aunque no volviera a verlo… ¿se sentía Adamir de manera parecida respecto de Santiago?…
Se cansó de pensar y sus ojos buscaron la libertad a través de la ventana…
La situación podría haber resultado aburrida para un adolescente cualquiera pero para Max era una novedad poder mirar el movimiento de gente en las calles. En alguna parte de su mente pensó que un lugar como este era perfecto para sus planes… una clínica, personas entrando y saliendo, pasillos y escaleras, muchos cuartos fáciles de confundir, mucha gente, calles abiertas, fácil de desaparecer…
-. Santiago aun no despierta – comentó Adamir con gravedad al volver
-. Pero, está mejor?
-. Los médicos dicen que mejora un poco cada día. Necesito hablarle
Max desvió la vista… sabía de qué quería hablar Adamir con Santiago
-. El chico que escapó… Matías… ¿de qué hablaban cuando estaban juntos?
Un escalofrío subió por la espalda de Max. Tragó saliva…
-. De nada en particular
La mirada de Adamir se endureció. No le creía
-. Matías y yo vivíamos en la misma ciudad. Él me contaba cosas de su vida. Conocíamos los mismos lugares
Adamir levantó una mano para acariciarle el pelo
-. ¿Cómo era tu vida en esa ciudad?
Max suspiró aliviado. Había alejado la atención del tema de Matías. Encogió los hombros
-. No sé… era… estaba bien
-. ¿Estaba bien? – repitió Adamir alzando una ceja. Conocía la historia general de Max en su ciudad de origen. El equipo de tierra llevaba muchos años trabajando para él, eran buenos profesionales y sabían bien como cumplir sus encargos. Investigar a los chicos era fundamental antes de hacerlos desaparecer; tenían que ser chicos atractivos, de preferencia, hermosos y muy jóvenes, y que no hubieran personas cercanas que los fueran a extrañar lo suficiente como para investigar las causas de su desaparición. Sabía que Max no tenía familia y que iba por muy mal camino. Quería más información
Hacía tiempo que Max no pensaba en su vida anterior. La última vez que recordara fue cuando compartió sus recuerdos con Miki. No le gustaba hablar de aquello… no podía presumir de haber tenido una buena vida, familia o amigos.
-. Estaba solo… vivía en la calle. Me sabía defender
Adamir ya sabía todo eso y esperaba más información
– Aprendí a robar – confesó
La mirada de Adamir lo alentaba a continuar
-. Peleaba mi espacio con los demás… los mayores… ya sabes… una zona donde solo tú puedes robar
-. ¿Una calle solo para ti?.. a tu edad?
-. Era perfectamente capaz de hacerlo!
Max saltó a defenderse. No le gustó la sonrisa incrédula de Adamir. Él no tenía nada más de qué presumir.
El amo lo sujetó de los brazos, calmándolo y sonriendo ante la bravata de Max
-. Si. Creo que eras capaz… ¿es por eso que había un cuchillo entre tus pertenencias?
Max se calmó al escucharlo. Sus pertenencias!!! Adamir tenía sus cosas?.. no es que tuviera nada de valor pero si había algo que le interesaba
-. Tú… ¿tú tienes mis cosas?
Adamir lo miró en silencio notando la esperanza pintada en los ojos de Max
-. Tal vez… ¿por qué?
-. Tenía un arete… – instintivamente se llevó la mano a la oreja. Aun tenía la perforación en el lóbulo.
-. ¿Qué importancia tiene?
¿Sería Adamir capaz de entenderlo? Max bajo la vista… inseguro. Quería recuperarlo
-. Lo compré yo – respondió muy bajito
Adamir comenzaba a conocer un nuevo lenguaje de gestos en Max y era fascinante entenderlo por sus movimientos. Ahora estaba inseguro… casi intimidado.
-. Es lo único que he comprado en toda mi vida
Adamir retuvo la respiración. Ahora entendía. No es que le interesara demasiado el arete en sí… pero le importaba que Max estuviera compartiendo algo que era importante para él… la hermosa cara apesadumbrada y los ojos castaños tristones… no. no le gustaba verlo así. Tiró de él para unirlo a su cuerpo en un abrazo que le resultaba necesario. No tenía el arete en ese momento pero se lo devolvería cuando volvieran a la isla.
-. ¿Lo único? ¿Qué hay del celular, el cuchillo y la chaqueta? – le hablaba despacio usando un tono de voz cálido…
Max se lamió los labios antes de responder… Dios!… se había emocionado al pensar en el pasado y en sus cosas y ahora se sentía bien siendo abrazado por Adamir… percibiendo el calor de su cuerpo bajo la camisa… quería quedarse ahí un rato siento confortado
-. Esos los robé…
Primero fue un instante de silencio… Luego ambos empezaron a reír al mismo tiempo.
Aprendían una nueva forma de comunicación…
El vehículo se detuvo. Habían llegado a una avenida importante.
-. Ven. Vamos a ver que compramos para dejarte aun más bello
Le hablaba con cariño, cerca de su oído, lo abrazaba, sostenía su mano…
-. Nada de robos – le advirtió sonriendo. Max respondió con un gesto.
El guardia los seguía a prudente distancia mientras ellos caminaban por la avenida más elegante de la ciudad donde estaban las mejores tiendas. Temprano, el hombre había recibido la instrucción de no apartar sus ojos de Max, sin importar lo que pasara.
-. Entra aquí
Adamir lo empujó suavemente a una exclusiva tienda de ropa masculina. La elegancia se respiraba en cada detalle del negocio. Una mujer estilizada, que parecía modelo, se acercó a atenderlos. Esta vez, fue Max quien le apretó firme la mano al sentirse nervioso. Los lugares lujosos lo hacían sentir incómodo. Adamir se hizo cargo de la conversación. Avanzaron acompañados de la mujer y fueron eligiendo. Si Max se entusiasmaba con algo, Adamir le hacía un gesto a la mujer para que lo agregara a lo que iba seleccionando para probarse. Se tomaban la tarea en serio como si fuera algo muy importante. Fue una chaqueta negra de cuero con doble costura, adornos y gruesos cierres metálicos que dejó a Max con la boca abierta.
-. Oh! mira esto!!!
La levantó para mostrársela, la textura fría y suave del cuero era exquisita… Max la olió y le agradó…
-. ¿Te gusta?
Max asintió y al acariciarla, pasó a llevar la etiqueta de la chaqueta. La miró varias veces y sus ojos se quedaron muy abiertos. El precio era exorbitante. Max la soltó de inmediato sintiéndose culpable, como si tocar algo tan caro fuera malo
-. Agréguela – ordenó Adamir a la mujer con un gesto, dejando a Max con la boca abierta.
Minutos después, la dependienta dejaba en el probador el montón de prendas elegidas.
-. Gracias. Nos encargaremos de ver cómo le quedan
Con una mirada fría, Adamir le señaló a la mujer la salida fuera de área de los probadores y ella entendió. No la quería cerca. Si de él dependía, nadie más volvería a ver un trozo de la piel de Max que no fuera el estrictamente necesario.
Lo primero que Max tomó de la pila de ropa fue la chaqueta…
-. Puedo probármela? – pregunto ansioso
-. Adelante
Max se dejó solo la camiseta antes de ponerse la chaqueta. La textura del cuero sobre sus brazos era exquisita… se miró al espejo desde todos los ángulos… subió el cuello, tocó los cierres… Dios! era la prenda de ropa más hermosa que había visto en toda su vida… lo hacía sentir diferente… como si fuera otra persona
-. Te queda bien
Adamir se aproximaba a él. Sus ojos fijos y serios… difícil leer las intenciones que traía. El espacio de los probadores no era muy grande. Adamir invadió el espacio personal de Max ubicándose tras él. Tocó la chaqueta a la altura de los codos de Max, acariciándola despacio. Cerró sus manos en torno a los antebrazos del menor y los fue levantando y estirando hasta que las manos de Max chocaron contra el espejo
-. Deja tus brazos firmes ahí – ordenó Adamir en su cuello, la voz ronca, cargada de sexualidad
Dios!! aquí?…ahora? Max no lo pensó. Estaba eufórico. El cambio de opinión de Adamir sobre el sexo y los piercings, los abrazos y besos durante toda la mañana… la forma en que lo miraba… todo contribuía a que su libido estuviera alborotada
-. No muevas las manos
No pensaba moverse…
Por el espejo lo vio maniobrar para abrir el cierre de sus jeans nuevos y bajar todo junto hasta sus rodillas, dejando su culo y genitales al descubierto. Luego, la mirada encendida de admiración del amo sobre su cuerpo, recorriéndolo y tocándolo…. Veía el excitante reflejo en el espejo… siguió observando mientras las manos de Adamir se abrían paso entre sus nalgas, estrujándola.
Max jadeó agitado
-. No hagas ruido – ordenó
Max temblaba excitado y los gemidos se atoraban en su garganta… Adamir buscó en su chaqueta y sacó algo pequeño, lo abrió con los dientes y luego volvió a separar las nalgas del menor buscando su entrada
-. ¿Qué…?
Algo suave y firme se deslizaba en su interior impulsado por el dedo de Adamir
-. Lo conseguí en la clínica. Te ayudará con el dolor – suavizó la voz hasta convertirla en un murmullo amoroso – Me debes cariño para esta noche
-. AAaahh…mmhh
Max no pudo controlar el gemido largo y tembloroso… El dedo de Adamir empujando dentro de él y la urgencia que sentía. Cerró los ojos y echó el culo hacía atrás…
Adamir estaba hipnotizado por la imagen del espejo… Max se veía decadentemente inmoral… quería devorarlo… consumirlo… estar dentro de él… no solo de su culo, de su ano… sino que quería meterse dentro de su mente, de su boca, sus ojos y su corazón…
-. Puedo quitar las manos ahora? – preguntó Max haciéndolo recobrar el control
Adamir asintió aun confundido.
Max giró de prisa y sin esperar permiso o aprobación se pegó de golpe a los labios de Adamir… sus pantalones abajo… sus genitales al aire, las manos de Adamir lo apretaron de la cintura… No importaba quien de los dos se buscó la boca primero… los dos necesitaban ese beso caliente… estaban afiebrados de deseo… Adamir lo aplastó con su cuerpo contra el frío espejo y Max abría la boca para dejarlo entrar y se restregaba contra él…
-. Te debo mucho cariño… – Dijo Max antes de perderse en otro beso apasionado.
Salieron abrazados y riendo de los probadores. Cada uno con un montón de ropa.
-. Me llevo esto
Adamir traspasó la pila de ropa a la mujer que esperaba educadamente.
-. ¿Todo esto?! – preguntó ella para cerciorarse. No estaba acostumbrada a compras tan grandiosas. Las personas generalmente compraban una o dos prendas Versace pero nunca se llevaban la cantidad que sostenía en sus brazos
-. ¿Algún problema? – replicó Adamir
-. Oh no, no señor, ninguno. – respondió ella animada sumando en su mente el porcentaje de comisión que ganaría con tan magnífica venta.
Salieron de la tienda divertidos al ver al guardia cargando los paquetes
-. Llévalos al vehículo – ordenó Adamir
El hombre se detuvo. No podía hacerlo. Él mismo le había dicho que no perdiera de vista a Max. ¿Lo estaba poniendo a prueba?
-. ¿Qué pasa? – interrogó Adamir
Ellos también se detuvieron al ver que el guardia no se movía.
-. Puedo cargarlos, señor
Adamir recordó la instrucción de la mañana. Suspiró analizando la situación. Max estaba de su mano… iban a seguir comprando y luego lo llevaría a almorzar… ¿Qué le gustaba comer a Max?… tal vez unas hamburguesas… mierda! el guardia!..
-. Llévalos al vehículo y vuelve de prisa. Estaremos en esta misma cuadra. No te preocupes.
De mala gana el hombre partió casi corriendo. Tenía que volver de inmediato. No quería perder su trabajo.
Max observaba la escena atentamente… conteniendo la respiración en espera del resultado… cuando vio al hombre correr, alejándose, sus ojos buscaron a Adamir. Como si el amo hubiera podido leer sus pensamientos, cruzó su brazo posesivamente por los hombros de Max
-. Estamos solos… ven, quiero regalarte algo especial
Sentía la mano de Adamir reteniendo su hombro. Caminó a su lado… su cabeza confundida… era una gran oportunidad… quizás la única que tendría… Adamir estaba solo… sería inesperado… pensó en su hermosa chaqueta de cuero que se había ido en las bolsas hacia el auto… era una lástima pero… había tantas personas en las calles.. si empezaba a correr como loco y se confundía entre la gente, doblaba en las calles pequeñas… Adamir no podría alcanzarlo… Por primera vez Max deseó ver a un policía… su respiración comenzó a acelerarse… el guardia no estaba… no podía demorarse en tomar la decisión… tenía que ser ahora o…
-. Entremos aquí
La voz de Adamir casi lo asustó. Fue conducido hacia el interior de otro negocio de aspecto tan elegante como el anterior. Max solo se fijó en que los espacios abiertos, las personas y las calles habían desaparecido de la inmediatez de su vista.
-. Elije los que te gusten – Ordenó el amo
A Max Le tomó unos segundos conectarse con la bandeja que el vendedor le enseñaba… pero cuando finalmente logró concentrar su atención y ver de verdad lo que tenía en frente, su mente se aclaró por arte de magia. Buscó a Adamir con los ojos… preguntando… Lo encontró sonriendo, orgulloso… satisfecho de haberlo sorprendido.
-. Si no te gustan estos podemos pedir otros
-. ¿Qué?..No… no.. está bien…
Los condujeron a una salita pequeña y el vendedor fue exhibiendo diversas bandejas con joyas. Aretes masculinos en metales y piedras preciosas… Max miraba estupefacto sin atreverse a tocar
-. Vamos… elije los que te gusten
-. Yo… no sé…
-. ¿Quieres que te ayude?
-. Si… por favor
Como podía él elegir algo tan valioso?
El amo había decidido a simple vista cual era su favorito. El color de piel de Max y su pelo castaño resaltarían con estos objetos. Separó un par de aretes de platino con un diseño simple y elegante además de incrustaciones de piedras preciosas
-. Pruébatelos
Los tomó con miedo. Solo podía ponerse uno ya que tenía perforación en una de sus orejas. Se veía muy bien… brillaba y le iluminaba el rostro… no era nada parecido al arete que había comprado él mismo… este era tan bello… lujoso… se sintió muy triste sin saber porque
-. ¿No te gustan?
-. Si… son preciosos
-. De acuerdo. Los llevamos. No te lo quites.
Adamir estaba contento. Él, que nunca en su vida había salido de compras ni siquiera para sí mismo por considerarlo una pérdida de tiempo, lo estaba pasando bien. Sorprender a Max con regalos era divertido. Se levantó a pagar… Max quedó solo… No podía quitar la vista de la imagen que le devolvía el espejo… no parecía él… o sea… Si era él, pero a la vez era alguien diferente… el pelo, la ropa, el arete… hasta el mismo lugar que se reflejaba a su espalda… no era él… ¿por qué estaba tan triste?… Nunca imaginó que tendría cosas que fueran tan caras… que se vería como un modelo… que Adamir sería totalmente generoso con él… Él se había sentido grande y orgulloso con el arete barato que había comprado en su ciudad… había juntado cada moneda… Lo que Adamir le ofrecía era un sueño inalcanzable… le estaba poniendo el mundo a sus pies… y él… debería estar agradecido y feliz… si, eso debería estar sintiendo…
-. Vamos, Max.
Solo entonces reaccionó dándose cuenta que había estado solo en ese cuarto por valiosos minutos… Se miró una vez más al espejo… el arete en su oreja era tan hermoso. Podía imaginarse como luciría junto a su chaqueta de cuero… Caminó hasta el lado de Adamir y en un movimiento automático estiró su mano para tomar la de él. Suspiró sin saber porque.
-. Tengo que perforar mi otra oreja.- pidió en voz baja
-. Lo haremos después. Los astilleros nos esperan ahora.
Nazir se alegró de recibirlos y se tomó unas horas libres para llevarlos a conocer el lugar. Los cambios y adelantos eran sorprendentes… ver las monstruosas grúas capaces de elevar un carguero, inspeccionar un barco por dentro, sus enormes motores y piezas le parecieron fascinante a Max… el largo recorrido lo volvió un niño curioso con miles de preguntas que Nazir respondió con paciencia. Adamir estaba deslumbrado de lo mucho que había crecido el negocio de su familia. Se alegraba por Nazir. Lo estaba haciendo muy bien.
Había diferentes departamentos, ingeniería, diseño, reparación… Max quería verlo todo pero era imposible en tan poco tiempo. Al cabo de varias horas su curiosidad aun no estaba satisfecha pero Nazir tenía que regresar.
-. Por este pasillo llegaremos de vuelta a mi oficina.
Caminaban comentando lo que habían visto. Se detuvieron frente al ascensor. La campanilla sonó anunciando que había llegado. Las puertas se abrieron. Los hermanos se quedaron mudos e inmóviles al ver los rostros de quienes transportaba el ascensor… las dos personas dentro del elevador tampoco atinaron a reaccionar… miradas fijas… sin movimientos ni palabras. Max no sabía que pasaba pero pudo percibir que se trataba de algo importante. Tampoco hablaba ni se movía
-. Adamir? – preguntó un hombre mayor cuya voz tartamudeaba
Adamir miró a su hermano antes de responder. Su rostro había perdido expresión… buscaba una confirmación, apoyo…
Nazir sostenía la puerta abierta. Esto era lamentablemente inesperado…
-. Hola Papá – respondió Adamir con gravedad mirando al hombre mayor
Nazir pensó que no había ninguna razón para que ellos estuvieran en el astillero hoy día. Su padre y tío lo habían dejado todo a cargo suyo hacía años ya… maldición! Era una situación muy incómoda. Adamir y su padre no se hablaban desde hacía al menos 12 años… habían roto relaciones de muy mala manera y ninguno había hecho el intento de buscarse nunca más… su padre había gritado a quien quiso escucharlo que Adamir ya no era su hijo cuando se enteró de los rumores que circulaban sobre el “negocio” de su hijo.
-. Que haces tú aquí? – esa voz chillona y alterada pertenecía a su tío
-. No te preocupes, tío. Ya me iba
No tenía idea de donde encontraría otra salida pero Adamir dio media vuelta y con un gesto le indicó a Max que lo siguiera. Quería salir de allí lo antes posible. No quería discutir ni permanecer un segundo más en ese pasillo. No necesitaba este mal rato. Mirar los ojos de su padre de nuevo… verlo tan viejo… maldición! quería escapar ya mismo.
-. Hijo!
Esa voz llamándolo fue la de su padre…
Hijo
¿Le había dicho hijo a él?… ¿no era que lo había eliminado de su vida?
No se detuvo. Caminó más a prisa
-. Adamir, espera, por favor.
Su padre le estaba pidiendo “por favor”?
Se detuvo pero no se giró hacia él.
-. Estoy sorprendido de verte…
Su padre se acercaba… Adamir empuñó las manos…
-. ¿Me gustaría conversar contigo
Estaba a su lado. El hombre que le había dado la vida y que había sido un padre maravilloso hasta que creyó descubrir a lo que él se dedicaba… estaba ahí, al lado suyo pidiéndole hablar. No debió venir a los astilleros. Que estúpida idea había sido!!
-. Subamos todos a mi oficina – sugirió Nazir en voz alta
Adamir estaba clavado al suelo respirando muy lento y profundo.
-. Son muchos años, hijo.
Oh Dios!! la mano de su padre en su antebrazo…
-. Tu madre… ella pregunta por ti…
¿Por qué la mencionaba a ella?!! Los dos lo habían negado… no quería saber ni escuchar…
-. Adamir, sube un momento
La voz de Nazir fue calmada y autoritaria. Suficiente para que Adamir recuperara parte de su control y girara del lado contrario a donde estaba su padre. No estaba preparado para volver a mirarlo todavía. Se dirigió al ascensor con la vista fija en la nada…
-. Y este… ¿Quién es?
El tío de Adamir notó al adolescente que se mantenía a un costado casi sin respirar, con los ojos muy abiertos y evidente nerviosismo.
-. El viene conmigo – Adamir agradeció poder hablar sin denotar nerviosismo – ven, Max.
No!! no, no… Max no quería estar ahí con esas personas. Sintió las miradas dominante de Nazir y Adamir sobre él y camino de forma automática. Fue el último en subir al ascensor. El silencio era tenso… Max se pegó a la pared, casi sin respirar… su vista fija en el suelo.
Adamir tenía papá!!
Ese señor era su padre!!!
-. Pasen y pónganse cómodos
Nazir lideraba el grupo. Era el único que se veía calmado y en control. Todos pasaron pero nadie estaba cómodo. Se sentaron en los sillones alrededor de una mesa baja. Max buscó la silla más alejada de todos y se hundió en ella. Quería ser invisible. Aun con la cabeza gacha levantó los ojos para ver. Adamir estaba sentado con la barbilla en alto y los ojos fríos… estaba expectante… lo conocía lo suficiente para deducir que saltaría a defenderse en cualquier momento. Nazir de pie a su lado… los dos hombres mayores eran muy parecidos, delgados, de pelo casi blanco y rostros angulosos. El padre de Adamir era un poco más alto y tenía bigote. Vestían ternos oscuros y caros. Max calculó que tendrían bastante más de 70 años
-. ¿Qué haces aquí? – definitivamente, el tío no estaba contento de verlo
-. Son los astilleros de la familia – intervino Nazir rápidamente
-. Pero él no es parte de la familia! – el tío no aguantó sentado. Se levantó violentamente apuntando a Adamir con el dedo.
Justo antes de que Adamir abriera su boca para expulsar veneno, su padre habló
-. Es mi hijo – declaró visiblemente afectado, como si hubiera estado corriendo y se hubiera agotado. Se mantenía sentado y hablaba lento.
Sus palabras hicieron que Adamir quedara callado mirándolo…
-. Ahora vuelve a ser tu hijo??!!! Lo expulsaste de la familia!! Dijiste que no existía para ti!!! O ya se te olvidó el “negocio” de este mal…
-. Ya es suficiente! Mi hermano es mi invitado – Vociferó Nazir recalcando la palabra “hermano”
Max tembló en la silla. Nazir lucía muy amenazante
-. Fue un error – fue un murmullo angustiado pero todos escucharon lo que el padre decía
– Es mi hijo. Siempre lo ha sido
De todas las posibles cosas complicadas que podían haberle sucedido a Adamir en el mundo, esta era una que realmente no esperaba y que lo dejaba totalmente descolocado. El tema de su familia había sido doloroso pero ya estaba superado. Había aceptado que sus padres no lo querían ver ni saber de él. Se avergonzaban de su hijo. Las puertas estaban cerradas para siempre y ya no pensaba en ellos. Nazir era su única familia directa. No necesitaba de ellos…
¿Por qué demonios entonces no podía encontrar las palabras adecuadas para hablar? ¿Por qué el rostro avejentado de su padre le provocaba falta de aire?…
-. Ven a cenar a casa. Tu madre necesita verte
-. ¿Lo vas a recibir en tu casa? Esto es inaudito!!!
-. Tío, Cálmate – Nazir comenzaba a sentirse afectado también. Ver a su padre rogar… él entendía todas las razones.
-. No me calmo nada!!! – el hombre se volvió hacia Adamir y lo enfrentó muy de cerca – ¿Acaso ya dejaste de negociar con putos? ¿o todavía sigues enlodando el nombre de la familia?
De pronto, la mirada de los dos hombres mayores estaba fija en Max. Se empequeñeció en la silla y sus mejillas ardieron. Sus ojos buscaron a Adamir y se tranquilizó al ver que correspondía a su gesto.
-. Mis negocios no son de tu incumbencia – Adamir también se puso de pie en actitud agresiva – Nunca he usado el nombre de la familia
-. No eres bienvenido aquí!! Será mejor que vuelvas al cuchitril donde vives con tus…
-. Ya basta!!! – el padre también abandonó el asiento – Cállate – le gritó al tío – Tú no tienes hijos! No puedes entender el dolor de no saber de mi hijo por años
Buscó a Adamir
-. Dime que vendrás a casa… solo vamos a hablar
¿Cuándo le habían salido tantas arrugas alrededor de los ojos a su padre?… ya no eran tan dorados como antes… se veían opacos y cansados… había perdido vigor… el hombre que tenía al frente se volvía anciano
-. No es buena idea – respondió Adamir angustiado
-. Por favor… tenemos que hablar
¿Su padre le estaba suplicando?… ¿ir donde ellos? ¿Volver a la casa materna?… ¿para qué?… Estaba bien como estaba. No quería abrir la puerta de las emociones guardadas… Sería mejor volver a la isla de inmediato.
-. Iremos a cenar hoy contigo y mamá– Nazir respondió poniendo su mano sobre el hombro de Adamir, apretando, conteniéndolo y ordenando.
Adamir se giró molesto pero se encontró con que la mirada de Nazir no admitía negativas.
-. Tu madre estará contenta – había alivio en la voz del padre
-. No puedo creerlo!! Te has vuelto loco!!!
El tío de Adamir abandonó la oficina furioso.
Despacio, como si tuviera temor, el padre de Adamir se acercó a su hijo. Tenía los ojos acuosos de emoción. Asintió con la cabeza varias veces… movimientos lentos… la emoción lo sobrepasaba
-. Hablaremos en la cena
Quería tocarlo pero no se atrevió.
Adamir permanecía pegado al piso… inmóvil
-. Te acompaño, papá
Nazir tomó del brazo a su padre y juntos dejaron la oficina.
Max nunca en su vida había estado más quieto que ahora… quería ser un fantasma invisible y desaparecer…
Adamir tampoco se movía. Max pensó que se había olvidado de su presencia… estaba concentrado en sus pensamientos… tenía la vista fija al frente, las manos en las caderas, la boca apretada, respiraba de manera que parecía estar a punto de explotar.
Cuando Nazir volvió a entrar a la oficina, Adamir se adelantó a encararlo
-. ¿Con qué derecho me comprometes? No voy a ir a…
-. Mamá está enferma. Le queda poco tiempo – Dijo Nazir pasando por su lado camino del escritorio
Por la mente de Adamir pasaron las imágenes de su madre… volvía a faltarle el aire y algo muy pesado le oprimía el pecho. En un solo movimiento se desinfló toda su postura de agresividad
-. ¿Y cuando pensabas decírmelo?
-. No te lo iba a decir
Nazir ordenaba papeles y los ponía dentro de una gaveta
-. Es mi madre!! ¿Cómo no ibas a decírmelo?
-. Nunca preguntas por ella… ni por él.
-. Porque ellos me expulsaron de la familia!!! Creen que tengo un negocio de prostitución!
Nazir detuvo sus movimientos para mirarlo. Sus ojos se desviaron hacía Max…
-. Si supieran lo que realmente es…
Adamir siguió la mirada de Nazir y se encontró con Max… pestañeó… como si hubiera olvidado que estaba allí
-. Mamá no sabe que está grave. Papá no quiere que nadie sepa – advirtió Nazir
-. No creo que…
-. Es tu última oportunidad de verla. Cáncer.
Adamir sintió las palabras como un puñetazo en el estómago… su mamá les preparaba comidas de animalitos… los acariciaba con manos suaves y palabras dulces… se preocupaba de que estuvieran siempre limpios y bien vestidos, flotaba entre gasas y perfume… se peinaba con un moño alto y elegante…
Cáncer?…
-. ¿Nos vamos?
Nazir sostenía un maletín en la mano y esperaba por ellos.
De un movimiento enérgico Max se puso de pie listo para seguirlos
Adamir comenzó a moverse en silencio como si su cuerpo le pesara… alcanzó a Max justo antes de salir de la oficina y extendió su mano uniéndola con la de él… no era un agarre forzado ni le daba tirones… solo era su mano unida con la de Max.
IMPRESIONANTE!! Me ha encantado el capítulo!!!
Me gusta por donde va la relación entre Adamir y Max, los detalles que tiene Adamir, aprendiendo al ver las expresiones y movimientos de Max, y rectificando en base a ellos…, aún le falta comunicación pero bueno, paso a paso. Y el tema del arete…. ainss Max!!
Y el tema familiar no me lo esperaba.
El siguiente imagino que estará on fire tb 😝
Muchas gracias!!
Gracias me encanto este capitulo me parece que max se esta enamorando y ni que decir de Adamir el esta caladito hasta los huesos . muchas gracias y espero muy pronto que otra vez actualizen esta hermosa historia .
Hola Yesi!
Gracias a ti por leer y comentar. <3
Creo igual que tú que ambos están "enganchándose" sin darse cuenta; sobre todo Adamir que se desconoce a sí mismo en las actitudes y sentimientos que tiene. Veremos como sigue esto.
Actualizo muy pronto.
Saludos cariñosos, Nani.
Hola Rous!
Muchas gracias <3 Creo que lo que está pasando entre ellos los tiene sorprendidos a ambos. Ninguno de ellos esperó jamas que podrían pasarlo bien juntos, divertirse y, lo más importante, aprender a comunicarse. se asombran de sus propias actitudes a cada rato.. es como si no se reconocieran…
La familia.. bueno.. nunca ha tenido mucha importancia en la vida de Adamir porque él intencionalmente ha suprimido ese tema en su vida… pero ver a su padre y saber de su madre no puede dejarlo indiferente.
Siguiente cap muy pronto.
Un abrazo de oso. Gracias de nuevo! Nani.
Ya no me está encantando esta historia. La relación entre Adamir y Max suena más como a manga yaoi. Está pasando lo mismo que con Miguel, una violación de la que surge amor??? 😐
Sé que tus historias son muy buenas y que nos enganchas facilísimo! Jijijijiji Pero por qué de pronto parece que te dejas llevar por ese tópico tan cliché y muy socorrido por el yaoi?