CAPITULO 74
ADAMIR.
Sabía que era real, pero se sentía como si hubiera entrado en una realidad alternativa… como si en verdad no fuera él quien estaba en ese lugar a esa hora. El cambio era demasiado repentino… transportado bruscamente a un paisaje de su vida anterior. Anochecía en la ciudad y la vista hacia la bahía, desde la hermosa casa ubicada en un sector alto y privilegiado, era simplemente maravillosa. Caminaba tras su hermano en dirección a la entrada principal de la casa de sus padres. Creyó que nunca volvería a caminar por los senderos del jardín que tan bien conocía… delicadamente iluminados mostrando la grandiosidad de la propiedad que había sido su hogar y luego, terreno vedado por muchos años. Ahora la puerta principal estaba tan solo a unos pasos… Nazir presidía la marcha. Adamir lo seguía en silencio, observando a su alrededor… reconociendo el paisaje por donde había jugado de niño, notando los cambios, las similitudes… los recuerdos afluían… se veía a sí mismo corriendo entre los arbustos jugando con su otro hermano… Ilam.. Dios! Se detuvo de golpe… ¿Cuántos años desde la última vez que se habían visto o hablado? No sabía nada de él… pero tampoco necesitaba saber… ¿qué importaba?… ¿Acaso no fueron ellos los que lo expulsaron?… Ilam… ¿estaría aquí está noche?… el ceño fruncido denotaba algo más que su nerviosismo… Estaba dudando. No le gustaba sentir que no tenía el control de lo que pasaba. Su mente se negaba a aceptar lo que sucedía… ¿Qué razón tenía para pasar por esto?… ¿para qué los necesitaba en su vida?… estaba bien así, sin ellos…
–. ¿Adamir?
Escuchar su nombre lo hizo sobresaltarse.
Nazir lo miraba comprensivo… sabiendo que era mejor no presionar ya que Adamir estaba al borde de dar media vuelta y desaparecer.
-. ¿Estás listo?
Nazir lo tomó del brazo justo frente a la puerta de entrada.
Adamir asintió sin quitar sus ojos de la puerta, el corazón latiendo de prisa y una suerte de electricidad en sus venas. Alguien abrió de inmediato
-. Buenas noches, Don Nazir, Don Adamir. Sus padres los esperan en el salón
Fue el primer impacto inesperado. Reconocía esa voz… Saul, el mayordomo!! Era increíble que siguiera trabajando en el mismo lugar… estaba más viejo pero era el mismo hombre leal a la familia… Adamir tuvo ganas de sonreírle pero el hombre era muy profesional y serio, actuaba como si nada sucediera… como si los años de ausencia no hubieran existido. Delante de ellos, los guió hasta la sala… Adamir caminaba como si pisara algo delicado… todo… reconocía todo… quizás había cambios de pintura y de muebles, pero podía ver su infancia y adolescencia desfilar entre esas paredes…
Se mantenía firme… su rostro no mostraba la turbación que sentía.
-. Han llegado sus hijos, señor
Saúl abrió las puertas del salón. Había una luz cálida que se distribuía iluminando la estancia familiar. Su padre se acercó a recibirlos. Nazir iba delante y le correspondió el primer saludo del hombre, un cálido apretón de manos
-. Nazir… hola hijo
Y luego ya estaba frente a él…
Su padre sonreía con una conmovedora tristeza. Adamir tuvo la impresión de que había envejecido un poco más desde que lo viera en los astilleros esa misma mañana… sus ojos… No pudo sostener la mirada ni tampoco fue capaz de rechazar la mano que le extendió
-. Adamir… bienvenido
Buscaba el sonido de sus palabras para responder pero entonces escuchó la voz de su madre y ya no pudo pensar. Estaba en el sillón de espaldas a ellos
-. Dónde está? – preguntaba ella a Nazir en un murmullo bajo… su voz se escuchaba entusiasmada pero carente de fuerza.
¿Cuántos años que no sentía un escalofrío subirle por la columna y la garganta tan cerrada que costaba respirar?
-. Está aquí mismo, mamá
Nazir le respondió a su madre con dulzura y le hizo un gesto a su hermano para que se acercara. Adamir rodeó el sillón hasta que pudo verla… su boca se abrió pero no habían palabras… su madre… esa señora delgadísima que le extendía las manos y sonreía con lágrimas… los mismos gestos, los ojos más viejos… el pelo en el moño alto que recordaba pero había perdido color y brillo… La enfermedad se le notaba por todos lados
Adamir estiró sus manos automáticamente en respuesta al movimiento de ella; inmediatamente sus manos fueron apresadas por dedos pequeños y huesudos.
-. Hijo… por fin… mi hijo
Un suave tirón de sus manos y almomento siguiente Adamir era abrazado por su madre… en solo un segundo las emociones retenidas por años lo impactaron de golpe haciéndolo estremecerse y sentirse débil… abrazó a su madre con el corazón oprimido y solo entonces recordó respirar
-. Mamá
No sabía cuánto echaba de menos a su madre hasta ese momento…
-. Está bien, hijo. Todo está bien ahora
Su madre le acariciaba el pelo largo… ella lo tranquilizaba a él!!!
Adamir pestañeó para quitar el exceso de agua de sus ojos
-. ¿Ya ves que era verdad? Te dije que vendría
Su padre interrumpió la escena para situarse al lado de ella y traspasarle sus fuerzas. Un gesto pequeño… un significado inmenso. Ella miró a su marido con los ojos llenos de agradecimiento y emoción.
-. ¿Estamos todos?
La pregunta la hizo quien recién ingresaba al salón. Un hombre muy parecido a Adamir, un poco más bajo y menos llamativo, aunque usaba el pelo corto y vestía un formal terno gris que Adamir jamás usaría pero indudablemente era su hermano
-. Ilam
La excusa del recién llegado le sirvió a Adamir para recomponerse y estrechar a su hermano. Sonrieron contentos de verse… se palmearon la espalda varias veces y se miraban curiosos.
En el sillón, el padre se había acuclillado al lado de su mujer y le sostenía las manos con cariño. La mirada de ambos sobre sus tres hijos, finalmente juntos. A pesar de todos los años juntos, él seguía estando enamorado de su mujer y dadas las circunstancias actuales, su única misión en el mundo era hacerla feliz por el corto tiempo de vida que le quedaba. Reunir a sus hijos era lo más importante y el destino le había tendido una mano al encontrar a Adamir en los astilleros.
Destaparon una botella de fina champaña. Bebieron, mirándose todos con agradable sorpresa… la tensión subyacente… la conversación educada y prudente… las preguntas sutiles y las respuestas moderadas
-. La cena está servida, señora
Pasaron al comedor. Otro momento de emoción que disimular para Adamir… se vio corriendo con sus hermanos alrededor de la mesa… las cenas juntos cada noche cuando niños. Tomó asiento frente a su madre. No podía quitarle los ojos de encima ni ella a él.
-. Tienes el pelo muy largo – dijo ella
Instintivamente, Adamir se llevó una mano al cabello.
-. Si. Me gusta así
-. Te queda bien… te ves muy bien
Hacía mil años que Adamir no sentía que tuviera que responder por sus actos… justificarse por llevar el pelo largo o por no vestir terno como Ilam o por no estar presente cada día… pero su madre era todo dulzura y debilidad. Ella apenas movía la comida en el plato, sin tocarla. Solo tenía ojos e interés por Adamir.
-. ¿Dónde vives, hijo?
El absoluto silencio que siguió a la pregunta dejó ver la tensión del momento.
-. Vivo lejos. Solo estoy de visita
-. ¿Estás casado? ¿Hay nietos que no conozco? – ella sonreía con tristeza
La pregunta desconcertó a Adamir. No estaba acostumbrado ni le gustaba ser el blanco de un interrogatorio. Pero se trataba de su madre enferma y se le notaba la ansiedad por saber más sobre. Luego de un incómodo silencio, Adamir delineó una sonrisa falsa
-. No madre. No te has perdido ni matrimonio ni nietos.
-. ¿Vives solo, entonces? – había lástima en la pregunta que lo hizo sentir molesto
Adamir, en el límite de su aguante, cruzó su mirada con la de Nazir. Encontró en su hermano la paciencia y fuerza que necesitaba. Respiró profundo antes de responder.
-. Estoy bien. Estoy rodeado de muchas personas
-. Los chicos de Nazir vienen a vernos cada quince días… Ilam está casado y tiene tres hermosos hijos
Eso era un reproche… sus hermanos tenían hijos.
-. Si… mi mujer y yo tenemos tres chicos – explicó Ilam con orgullo – el mayor ingresó a la universidad este año.
Ilam tenía un hijo en la universidad?!!!
-. Debes conocer a tus sobrinos. Son encantadores
Su madre desbordaba cariño por sus nietos
-. Me gustaría mucho – respondió Adamir educadamente
-. ¿Vas a quedarte en la ciudad por algunos días? – Ilam preguntó esperanzado
-. Yo… si. Posiblemente un par de días.
-. ¿Qué te trajo a la ciudad?
Su padre formulaba una pregunta muy simple pero la respuesta era imposible
-. Negocios
Un nuevo silencio y rostros incómodos
Entonces, fue el turno de ella
-. ¿En qué trabajas, hijo? – soltó como si hubiera tenido la pregunta atorada por años en la garganta
Adamir esperaba esa pregunta desde hacía muchos años .
-. Exportaciones – respondió firme y seguro
Técnicamente era una respuesta correcta.
-. ¿Y qué exportas? ¿Te va bien?
Adamir escuchó las preguntas de Ilam pero se tomó unos segundos antes de responder. Tenía que cambiar el tema, distraer la atención de su vida y trabajo.
-. Si. Me va bien. ¿Y a ti? ¿Qué haces?
La sonrisa confusa de Ilam y las miradas entrecruzadas de todos ellos le dijeron a Adamir que había hecho una pregunta equivocada
-. Trabaja en los astilleros, conmigo – aclaró Nazir
¿Nazir e Ilam trababan juntos??!!! ¿Todos estos años habían estado juntos??!! ¿Y nunca le había dicho nada?… pero!!!… Dios! Era un extraño en su propia familia… Había pensado que Nazir le diría… que él… ¿Qué tenía que decirle si nunca se había interesado en preguntar por ellos?… no le habría dicho de su madre ni estarían aquí si no fuera por la casualidad de encontrarse… En ese momento, más que nunca, Adamir sintió ganas de levantarse y desaparecer… volver a su anonimato y seguir con su vida sin ellos… sin ninguno de ellos, incluyendo a Nazir… era una traición… no sabía a qué ni porque pero la cercanía de Nazir con su familia se sentía como una traición
-. Adamir, hay un puesto para ti en el negocio de la familia
¿Cómo?… Se giró de golpe a mirar a su padre… todos esperaban atentos a su reacción… ¿un puesto para él?… ¿en los astilleros?... sonrió burlón sin poder evitarlo… Estaban locos!!! él ya tenía un negocio fantástico… ¿Él encerrado en una oficina de los astilleros??!!!
Volvió a sentir una puntada de dolor agudo en el centro del pecho y su respiración perturbada… ¿Cómo era posible que estuviera perdiendo el control de esta manera?.. ¿Por qué estas personas podían alterarlo tan fácilmente?…
La delicada mano de su madre cruzó la mesa para posarse sobre la suya
-. Piénsalo hijo. Volveríamos a estar juntos…
La tensión estaba a máximo nivel. Necesitaba retomar el control…. urgentemente
Adamir levantó su mano y la posó sobre la de su madre, acunando su pequeña mano entre las suyas
-. Lo tendré en cuenta, madre – palmeó suavemente la mano.
Podía con ellos, podía con todo.
Ilam habló de su familia. Su madre se lamentó de su estado de salud y lo mucho que demoraba en sanar… su padre la confortó diciéndole que pronto estaría mejor.
Nazir y él se levantaron de la mesa en cuanto terminó el postre. Su madre había recordado cuál era su favorito y lo habían preparado. Apenas comió un par de cucharadas. Solo quería salir de allí de prisa.
-. ¿Volverás a conocer al resto de la familia? – preguntó su madre cuando ya se habían despedido y caminaban hacia la puerta
-. Volveré – prometió Adamir retrocediendo y abrazándola con cuidado… seguramente sería la última vez que sentiría el olor y el cariño tan familiar. Si había una próxima visita sería para el funeral de su madre
-. Gracias… gracias – repitió su padre estrechándole las manos una y otra vez
No cruzaron palabra mientras se dirigían hacia donde estaba el auto. Tampoco hablaron hasta pasados varios minutos
-. No va a durar mucho – dijo Nazir
Silencio
-. Papá se va a venir abajo cuando ella se vaya – volvió a hablar Nazir unos minutos más tarde
Adamir no respondía… ni siquiera lo miraba
-. ¿Tienes algo que decir?
-. ¿Tienes tú algo que decir? – el tono de voz peligrosamente cerca de un grito acusatorio
-. ¿A qué te refieres? – Nazir no se quedaba atrás
-. ¿Ilam trabaja contigo? ¿Conoces a su familia? Has estado viendo a nuestros padres toda tu vida!!!
-. No sé cuál es la razón de tu molestia! No fui yo quien se alejó de la familia – Nazir estaba controlado y frío
-. Fueron ellos quienes me echaron!!! Me acorralaron, ¿ya no recuerdas?
-. No respondiste cuando te preguntaron; lo que hiciste fue tomar tus cosas y largarte sin ninguna explicación
-. Explicación!! Debería haberles explicado mi negocio??!!.
-. Mentiste ahora. Bien podrías haber mentido 15 años atrás
-. ¿Así como lo hiciste tú?
-. No. Yo no les he mentido. Ellos no saben que soy parte de tu negocio. Nunca me han preguntado
Nazir no había tenido que mentir; él había permanecido cerca de su familia y había conseguido todo en la vida: tenía a sus padres, sus hijos, el negocio familiar y a la persona amaba. No sabía dónde estaba la traición de Nazir pero claramente, algo le molestaba y no estaba bien.
Cuando Nazir estacionó el auto en su casa, justo antes de bajar del vehículo, volvió a hablar
-. No te volverán a preguntar sobre tus negocios. Te han perdonado. Tienes las puertas abiertas nuevamente para estar con tu familia.
Adamir permaneció con la vista fija al frente sin realmente ver nada.
-. Tengo que volver pronto a la isla. Ya llevo mucho tiempo en la ciudad.
No quería hablar después de una noche tan recargada de emociones y falta de control. Lo único que deseaba era entrar al cuarto donde estaba Max, abrazarlo, verlo sonreír, desnudarlo y escucharlo gemir cuando lo tomara a su gusto. Max no ponía problemas en su cabeza… Max era lo contrario; le aclaraba la vida y lo hacía sonreír.
Bajó del auto y caminó de prisa al encuentro con él.
Era tarde. Max lo esperaba desnudo en la cama pero estaba despierto. Levantó la cabeza en cuanto lo sintió abrir la puerta.
El rostro disgustado y serio de Adamir cambió nada más verlo estirar sus brazos y sonreírle.
-. Te estaba esperando – dijo Max suavemente
-. Ya llegué – respondió Adamir tirando lejos su ropa y arrojándose de lleno en medio de los brazos extendidos hacia él.
MATIAS
Clara sostuvo fuertemente la caja en la que transportaba las pequeñas plantas y retuvo el aire en los pulmones al salir al patio; se llevó las manos a la boca en un gesto de asombro y alegría y caminó con cuidado. Estaba observando a Matías y por fin había un signo de interés en el rostro de su hijo. Seguía estando muy delgado y con aspecto de desvalido… se encontraba acuclillado al borde de la tierra recién removida y estaba muy concentrado observando la tierra… tanto, que no la escuchó acercarse hasta que estuvo a su lado.
-. Hola hijo
Mati levantó la vista. No respondió ni sonrió pero aún así Clara mantuvo su alegró… ver que algo, por fin, despertaba el interés de Mati era maravilloso.
-. Entonces… aquí van las frutillas y en esta parte de acá los tomates? – preguntó él clavando sus preciosos ojos tristes en Clara.
-. Si. Frutillas y tomates. Tendremos frutos a fines de la primavera
Matías asintió exhibiendo la primera sonrisa en semanas. Se acomodó en torno al rectángulo de tierra que Clara había estado preparando desde hacía varios días. Necesitaba hacer algo para ocupar su tiempo y su mente desde que Mati había comenzado la escuela y una pequeña huerta con frutillas era un regalo para su hijo. Lo había invitado a trabajar con ella cuando lo veía mirando por la ventana con la vista perdida en el mar y los pensamientos quizás donde… pero Mati invariablemente respondía
-. Después…
Y el “después” nunca llegaba. Podía permanecer horas, inmóvil como una estatua de rostro triste, hasta que ella le recordaba que tenía que comer o ver sus libros de la escuela o acompañarla a alguna parte.
-. ¿Cómo estuvo la escuela?- preguntaba Clara cada día
Matías se encogía de hombros sin cambiar la expresión indiferente
-. Bien
“bien”… siempre estaba “bien” pero no decía nada, no había señales que le indicaran como había sido recibido, si conversaba con algún compañero de clases, si buscaba un amigo o de que algo en la escuela captara su interés lo suficiente para sacarlo del capullo de apatía que Mati estaba tejiendo a su alrededor.
Clara y él habían ido juntos a matricularse a la escuela que estaba a un par de cuadras. Fueron bien recibidos por el director. Clara se presentó como su madre y mostró los papeles de identidad falsos de Mati que fueron aceptados sin problemas. Comenzó a asistir a clases al día siguiente en un curso más bajo al que le correspondía por edad, pero los conocimientos de Matías no eran suficientes para estar más avanzado y Clara pensaba que era una tontería exigirle demasiado. Clara tenía un documento de la escuela de Villa Canela
-. Mi hijo estuvo enfermo mucho tiempo y perdió muchas clases. Por eso va atrasado
El director se mostró comprensivo. Clara sabía tratar con ellos
-. ¿Y dice que usted es profesora? Podía presentarme sus antecedentes. Necesitamos maestros.
Papeles… antecedentes. No tenía documentos falsos que presentar. Los verdaderos si los tenía pero sería fácil rastrear su nombre y encontrarlos…
-. Si… es que yo… ya estoy retirada
-. ¿Tan joven?
-. Dedico todo mi tiempo a mi hijo. Solo somos los dos
El director estaba genuinamente interesado pero no quiso ser entrometido preguntando sobre el esposo o padre del chico
-. Podría hacer clases en mi domicilio… para los alumnos que estén atrasados
Clara había visto como los maestros que se retiraban seguían generando ingresos ayudando con clases particulares a los alumnos más atrasados
-. Es una buena idea, señora. Debemos conversar sobre ello. ¿Podría volver el viernes?
Clara asintió encantada. Eso era lo bueno de los pueblos pequeños. Había pocos profesionales y mucha necesidad de ellos. Quería tener sus propios ingresos. El dinero que les había dejado Santiago era bastante pero estaba destinado a la educación de Matías.
El primer día de clases, Clara se levantó temprano y preparó un desayuno contundente que Matías apenas picoteó, como siempre.
-. Come un poco más, por favor
Sin oponerse, Matías tomó una tajada más que mordisqueó por la orilla…
-. Ya me voy. No necesitas acompañarme.
-. Pero…
-. Estoy bien, Clara. En serio.
Sus ojos verdes eran diáfanos y hermosos… vacíos… inexpresivos. Como echaba de menos verlos alegres.
Partió caminando hacia el colegio con una mochila colgada en la espalda… delgado, pequeño… Clara tenía ganas de correr tras él y abrazarlo, envolverlo en una capa protectora con su cariño para que nada pudiera dañarlo, pero Matías no se veía nervioso ni asustado. La descripción de él en ese momento era de indiferencia y eso la preocupaba
Quería saber más así es que ese día, al verlo tranquilo con las manos en la tierra del patio, decidió intentarlo nuevamente.
-. ¿Cómo son tus compañeros de clases? – preguntó
Matías arrancó una minúscula maleza en el borde del terreno preparado
-. Mmhh. Están bien
-. Y los profesores
-. Bien…
Si no tuviera que ser la piedra de tope para sostenerlo, Clara habría gritado su frustración. Su hijo llevaba una semana asistiendo a clases y ella no sabía nada. ¿Lo trataban bien? ¿Lo habían acogido con cariño?, ¿eran buenos chicos?… ¿le hablaban?… ¿Cómo eran los profesores con él?.. ¿Estaba muy atrasado?.. ¿Necesitaba ayuda para entender? Desesperaba por saber todas esas respuestas y no conseguía ninguna. Mati era como un zombi obediente y silencioso dando vueltas por la casa. La acompañaba a todas partes y hacían todo juntos pero aunque estaba físicamente a su lado, su corazón y mente se habían escapado hacia un lugar inalcanzable.
-. ¿Podemos poner las plantas ya?
Había una nota de entusiasmo en la pregunta. Clara prestó atención. La alegría era apenas notoria en la cara de Mati pero fue suficiente para hacerla olvidar la frustración.
-. Claro que si
Vio como Matías hundía sus manos para revolver la mezcla de tierra húmeda… se notaba que disfrutaba del contacto con la tierra arenosa del patio. No era de la mejor calidad como en Villa Canela, pero sería suficiente para tener frutillas.
-. Mati, súbete las mangas… te vas a ensuciar los puños
Matías cesó todo movimiento… sus manos completamente sucias
-. A ver… déjame ayudarte
Clara dejó el cesto con las plantas y se agachó a su lado. Ella tenía las manos limpias
-. Yo puedo!! – saltó Matías retrocediendo.
Clara estaba confundida
-. Pero mis manos están limpias…
-. Me las subiré yo– respondió tajante el chico, poniéndose de pie y alejándose en busca de la llave del agua para enjuagar sus manos. Su rostro volvía a estar serio y el ceño fruncido. Dobló apenas el borde de las mangas, con mucho cuidado y paciencia. Las muñecas de sus delgados brazos aparecieron… la piel blanca y delicada. Matías no salía a tomar el sol. La huerta del patio era una excepción.
-. Ahora estoy bien – dijo retornando a la tarea
Clara pensó que no servía de mucho lo que había hecho; los puños seguían muy cerca de sus muñecas. Está bien. Tendría que restregar la suciedad más tarde… pero no dijo nada. No quería estropear el momento en que Matías por fin estaba interesado y disfrutando de la huerta que construían.
Mati se concentró en la pequeña plantita que sostenía a punto de plantar… sus raíces colgaban llenas de pequeños terrones enredados, parecían lengüetas tristes… ¿estaba la plantita triste como él?… No. las hojas, aunque pequeñas, se veían lozanas y fuertes. Mejor así. No quería frutillas tristes. Ahuecó el terreno con una herramienta y estiró el brazo para poner la planta. Movió todo el cuerpo hacia adelante. No quería que la manga subiera por su brazo y dejara más a la vista… Clara no entendería aunque tratara de explicarle…
Matías descubrió como ayudarse al segundo día de haber llegado a su nuevo hogar. A pesar del desgano, Clara lo convenció con sus ruegos de acompañarla a conocer el barrio, las calles y el camino que debía tomar para llegar a la escuela. Fueron pasando lentamente por las calles y tomando nota de los pequeños negocios… frutas, verduras… un poco más adelante una tienda de quesos locales… ropa… artículos de ferretería y una farmacia.
-. Acompáñame aquí dentro un momento
Matías la siguió sin cambiar el aire de apatía y desinterés. Escuchó como Clara conversaba animadamente con quienes serían sus nuevos vecinos en el pueblo… lo llamó para presentarlo como su hijo y él saludaba pero no recordaba rostros ni nombres… le daban la bienvenida al pueblo… Matías se obligó a levantar la vista para ver a la dependienta que tan cariñosamente le hablaba… estaba detrás de un mostrador de vidrio en el cual se exhibían productos corrientes de farmacia…
Matías no se dio cuenta que el sonoro gemido, como un grito que retumbó en el lugar, había escapado de su garganta hasta que las miradas estuvieron todas sobre él
-. Hijo ¿Qué sucede?!
Como si le hubieran inyectado energía, Matías corrió hacia la calle y Clara corrió tras él.
-. Espera.. Mati… espera!!
Pero no se detuvo hasta llegar de vuelta a su casa, encerrarse en el que ahora era su cuarto y dar rienda suelta a los gritos y llantos que lo estaban ahogando. Clara entró unos segundos más tarde, alarmada y jadeando
-. Que… Mati, ¿por qué lloras?
Instintivamente lo acogió en sus brazos
-. ¿Fue la mujer? ¿te pasó algo en la farmacia? ¿Qué tienes, hijo?
-. Yo… no sé… ya pasó – dijo secándose los ojos y dando a entender que no iba a hablar nada más
Clara sintió la frustración apoderarse de ella. Una vez más Matías le cerraba la puerta a su corazón. Sin embargo, ella se negaba a dejarlo hasta no saber cómo ayudarlo. Estaban en un lugar nuevo dónde esperaba que todo fuera distinto y su relación con Matías funcionara mejor
-. ¿Qué puedo hacer, Mati? ¿Cómo te ayudo? – preguntó angustiada
Matías percibió la preocupación y se dio el tiempo para alzar su vista y mirarla. Clara… la hermana de Santiago… la que había dejado su casa y su trabajo, sus amistades en Villa Canela… todo por cuidarlo y protegerlo… ella sí había hecho lo que Santiago le prometió pero no pudo cumplir… ella si… Un torrente de lagrimas lo inundó y se abrazó a la mujer entendiendo por primera vez el sacrificio que él significaba en la vida de Clara.
-. Lo siento… lo siento… no volveré a hacerlo.
La reacción del menor tomó por sorpresa a Clara. Sentirse abrazada por él y que la buscara para cobijarse en su regazo era bueno… muy bueno.
-. Tranquilo… tranquilo hijo.
Se mantuvieron abrazados por largo rato hasta que ambos se calmaron.
-. Ya estoy tranquilo – dijo Matías – Me sentí incómodo conociendo personas nuevas.
Su forma de hablar tenía una rara mezcla de tranquilidad y frialdad. Matías finalmente había dado un paso fuera de su propio dolor para comprender la gran renuncia que había hecho Clara por él; dejar atrás toda su vida por acompañarlo. Su corazón se llenó de un sentimiento cálido que le había provocado lágrimas y agradecimiento. No era Santiago… ya nunca sería él quien lo acogiera en sus brazos y lo protegiera y amara, pero Clara estaba ahí, viva, preocupada y cariñosa… tenía mucho que agradecerle… no tenía idea qué habría sido de su vida si Clara no estuviera…
-. No volveremos a hablar con tanta gente – dijo ella preocupada
-. No. Está bien Clara. Los conoceremos de a poco.
-. Mati… ¿Estás seguro? – Clara podía sentir que “algo” estaba cambiando pero no podía determinar que era.
-. Si. Tengo mucho que aprender
Y así fue como comenzó una nueva relación en la que Matías siempre estaba “bien” y nunca expresaba nada que la disgustara o le permitiera a ella, echar un vistazo dentro de lo complicado de su vida… Matías estaba con ella todo el tiempo que no asistía a la escuela pero sus ojos, su mente y su atención vagaban en un lugar al cual Clara no tenía acceso. Su comportamiento era mejor; Matías obedecía, no daba problemas… apenas si hacía ruido para revelar su existencia. Era como si hubiera decidido ser amable con ella pero nada de eso convencía a Clara.
El afán que observaba en Matías por la huerta era el primer signo de emoción real que veía en él desde hacía días y por ello no quería perturbar el momento. Tenía muy claro que Matías no estaba bien aunque pretendiera parecerlo.
Y, por supuesto, ella tenía toda la razón.
Agujas
Jeringas hipodérmicas con agujas de diferentes tamaños exhibiéndose en la vidriera de la farmacia…
Un corto circuito en su mente y la sensación de adrenalina corriendo caliente por su cuerpo pequeño… comenzó a sudar… sangre ardiente llenando su pene e inflamando su mente con tan solo verlas… y recordar…
Agujas…
Su piel se erizó por completo.
Metal filoso brillante… dolor intenso
Aaahhhhh… se estremeció perdiendo el control y echando a correr… no soportaba la visión…
Lo había intentado muchas veces.
Desnudo bajo las sábanas, en la soledad de su cuarto, intentaba encontrar en sus propias caricias el alivio que necesitaba para calmar el dolor que le mordía el alma. Había pasado del sexo diario a la completa abstinencia y eso era agónico, frustrante. Pero tocarse no era suficiente… no lograba el efecto que buscaba… Se revolvía inquieto… se frotaba hasta el cansancio… golpeaba la cama y se aguantaba los gritos del fracaso… a veces, y tras mucho trabajo, lograba provocarse una eyaculación que lo dejaba enojado y desengañado. Un instante insignificante de placer solitario y decepcionante…
Nada se podía comparar con lo que Santiago le había hecho sentir…
Dios!! Volar a su lado, guiado por sus manos y experiencia había sido la mejor sensación del mundo… éxtasis que duraba horas… un mundo privado de placer en el que se perdía por horas acunado en sus brazos… protegido y amado… y era horrible pensar que ya nunca volvería a sentir aquello.
A la salida de la escuela uno de aquellos días, caminó por el pueblo hasta encontrar otra farmacia. Luego, corrió a casa y se encerró en el cuarto con su precioso tesoro bien guardado en la mochila.
La primera aguja que atravesó la delicada piel de su nalga causó que algunas lágrimas de dolor escaparan de sus ojos… pero no se detuvo… la sensación de placer fue aumentando con cada aguja que penetraba su piel, ahuyentando cualquier otro efecto… solo cerró los ojos e imaginó que las manos de Santiago lo clavaban… No había abrazos ni besos, ni el calor de un cuerpo junto al suyo… pero podía imaginarlo… Ni siquiera tuvo necesidad de tocar su miembro para que el orgasmo se fuera construyendo, electrizante… unos cuantos pinchazos mas y el semen salió disparado reduciéndolo a un manojo de gelatina satisfecha… los piquetes de las agujas le trajeron la calma que no podía conseguir de otra manera. Suspiró agradecido. Su cuerpo por fin experimentaba satisfacción después de tanto tiempo. Y era fácil suponer lo que vendría a continuación. Ahora, sufría el maltrato de los pinchazos a diario. El dolor lo tranquilizaba como si fuera una bendición.
Matías había encontrado una forma de sentir que Santiago no lo había abandonado del todo.
SANTIAGO
Despertaba de golpe y siempre era una repetición de lo mismo; saltaba en la cama al darse cuenta que caía, el aire desaparecía… no podía respirar en el agua oscura que lo arrastraba furiosamente en un remolino… se golpeaba contra rocas filosas que cortaban su carne…
-. Mati!!!
Se agitaba en la cama y trataba de gritar su nombre pero algo obstruía su garganta y lo sumía en una dolorosa desesperación… sus ojos parpadeaban furiosos hasta lograr abrirse… la luz era cegadora… había personas desconocidas y maquinas con luces que parpadeaban. Estaba vivo… no sabía cómo ni por qué, pero en los breves segundos en que recuperaba la consciencia, se daba cuenta que seguía vivo.
La mejoría de Santiago se hizo notoria el día que le quitaron el respirador artificial y sus pulmones se llenaron de aire sin ayuda externa.
Adamir aparecía todos los días a saber de su estado pero solo le permitían verlo a través de un cristal. Su aspecto maltrecho cambiaba a diario; una venda menos, una herida que se cerraba o un órgano que se recuperaba, aunque sus ojos permanecían cerrados y su mente dormida. El buen estado físico de Santiago antes del accidente era una gran ayuda. Adamir veía los cambios y se volvía ansioso
-. Él aun no puede mantenerse despierto por más de unos cuantos segundos. Es un acto casi reflejo pero es una buena señal. Esperamos que eso cambie pronto. – repetía el médico
-. ¿Cuándo puedo hablar con él? – preguntaba impaciente, sujetándolo e imponiendo su presencia. Tantos días de espera le agotaban la paciencia. Si no fuera por Max no habría soportado más en la ciudad.
Quería ser el primero en hablar con Santiago. Tenía motivos importantes. Quería que su rostro familiar fuera el primero en dar la bienvenida a su amigo de vuelta al mundo y, por otro lado, no sabía qué efecto había tenido todo esto sobre la mente de Santiago… existía la posibilidad de que despertara y comenzara a hablar revelando secretos y poniendo en peligro su vida y negocios.
Además estaba Nazir y la tensión que había quedado en su relación de hermanos luego de los últimos acontecimientos. Lo presionaba recordándole a diario el peligro que corrían mientras Matías fuera un fugitivo. Por estas razones, Adamir se presentaba dos veces al día en espera de un cambio.
La mañana del décimo día, Santiago abrió los ojos de madrugada con la sensación de despertar de una larga pesadilla de terror. Haciendo un duro esfuerzo, mantuvo los ojos abiertos y recorrió las paredes blancas y los monitores que vigilaban su estado. Las luces parpadeantes herían sus ojos. Intentó moverse pero sus músculos estaban blandos y adormilados… además, había correas asegurándolo a la cama y pesados vendajes y yesos. Vio personas moverse… alguien se fijó en sus ojos abiertos
-. Bienvenido de vuelta– lo saludó una mujer que llevaba uniforme blanco y que se acercó de inmediato a examinarlo
-. Soy la doctora Gonzales, ¿Sabe cómo se llama? – preguntó sosteniendo sus párpados y alumbrando sus ojos con una molesta linterna
-. Santiago… – respondió con voz temblorosa que no parecía la suya
-. ¿Recuerda que le pasó?
Si… claro que recordaba todo… Mati se había ido y la vida no tenía sentido…
-. Caí al mar
Santiago arrastraba las palabras y le costaba hablar. Pensar en Matías era doloroso.
La mujer siguió con más preguntas y al terminar de auscultarlo y le dedicó una sonrisa
-. Le haremos algunos exámenes más tarde pero todo parece estar bien.
Santiago quiso estirar su mano que saltó en un movimiento muy torpe. Tenía muchas preguntas que hacer
-. No se preocupe. – dijo ella – Es parte del proceso. Recuperará la movilidad y el control de sus movimientos de a poco
-. ¿Dónde estoy?… ¿cómo llegué aquí?
La doctora respondió sus preguntas con paciencia informándole sobre el daño que había sufrido y quien le había traído.
Santiago escuchó y suspiro largamente
Estaba vivo… y seguía conectado a Adamir.
Adamir supo la buena noticia a primera hora del día y de inmediato se presentó en la clínica, acompañado de Nazir. Debido a la delicada condición del paciente solo a uno de ellos le permitieron estar con Santiago por unos cuantos minutos. Adamir se encontró nuevamente en una situación que le disgustaba: no sabía con exactitud que debía decir… si comenzar por pedir perdón por haberle fallado tan gravemente, o gritarle su enojo por intentar matarse o abrazarlo y alegrarse porque estaba vivo. Ganó lo último… Adamir no entendía que le pasaba… desde hacía unos días se comportaba diferente y se sorprendía sensibilizado y emocional… reía con Max y su humos cambiaba bruscamente de la alegría al enojo.
Entró al cuarto lleno de ímpetu por la buena noticia de la inminente recuperación de Santiago… pero se detuvo al verlo y darse cuenta que, aunque su amigo hubiera recuperado la consciencia y volviera a respirar sin ayuda, estaba aún muy lejos de volver a ser el mismo de antes.
Los ojos oscuros de Santiago lo miraban entre vendajes, costras y moretones. Fue un alivio volver a mirarse
-. Hola
Se acercó y posó su mano en el brazo de Santiago. Su piel estaba tibia y el contacto fue emocionante
-. Hola – respondió Santiago con voz rasposa
-. Te traje en cuanto te encontraron. Estas en las mejores manos. Vas a salir de esta. Todo va a estar bien
Adamir hablaba rápido… estaba nervioso… quería infundirle ánimo… era una situación nueva.
-. Me preocupaste mucho… – tuvo que callarse por temor a que sus sentimientos afloraran demasiado… su voz sonaba insegura
Santiago le devolvió una mirada igualmente cargada de emoción. Breves segundos de comunicación como la que habían tenido antiguamente.
-. Los médicos dicen que te estás recuperando. Tus pulmones ya funcionan bien…
-. Fue un milagro que el buzo te encontrara…
Adamir hablaba pero los ojos de Santiago lo seguían, ansiosos y alterados… en silencio… como si estuviera preguntando algo más. Entonces Adamir entendió y le cambió la cara
-. Tienes que decirme donde está.
Santiago le devolvió una mirada sin expresión. Adamir bajó el tono de voz y explicó con urgencia
-. Es necesario recuperarlo. Estamos en peligro mientras ese chico esté libre.
Santiago cerró los ojos y suspiró largamente. Su rostro se relajó y una sonrisa curvó la comisura de sus labios.
Adamir retrocedió un paso al darse cuenta de lo que pasaba; Santiago estaba sonriendo porque él acababa de confesarle que Matías seguía libre y ellos no sabían su paradero
-. No voy a dañarlo- le aseguró– pero tenemos que encontrarlo
El esfuerzo físico y emocional había cansado a Santiago y no volvió a abrir los ojos. Adamir había respondido todo lo que necesitaba saber. Matías estaba bien. Nada más le interesaba.
Los minutos terminaron y Adamir salió de la habitación frustrado y preocupado. Nazir lo esperaba inquieto.
-. ¿Te dijo dónde está el chico?
Adamir negó. Le molestaba reconocer frente a Nazir lo que había pasado allá adentro con Santiago. Confiaba en que su amistad prevalecería por sobre cualquier otra cosa y que el control que siempre había ejercido sobre Santiago finalmente lo haría entrar en razón y le diría.
-. Aun está muy débil
Nazir movió las manos en el aire en un claro gesto de contrariedad
-. Debes obligarlo. Si el fugitivo comienza a hablar… – dejó la frase sin terminar pero ambos sabían las implicancias.
-. No ha hablado hasta ahora – afirmó Adamir pensando en las semanas que Matías había estado lejos y ganándose una mirada furiosa de su hermano mayor
– Lo encontraremos – aseguró.
Él sabía cómo hacer que Santiago hablara. Solo era cosa de tiempo. Estaba contento de que Santiago hubiera vuelto. Resolverían pronto el asunto de Matías y regresarían a la isla. Añoraba volver a su normalidad… dejar la ciudad y todo lo que aquí había… el dolor en los ojos apagados de su padre, la esperanza vana en el rostro ceniciento de su madre… Hasta su relación con Nazir estaba tirante. Volver a la isla con Santiago y Max… Max de su mano… todo sería como antes, mejor que antes.
Sus pronósticos resultaron completamente errados.
Las visitas al cuarto de Santiago se repitieron a diario durante tres días. El tiempo de cada visita se fue alargando a medida que el paciente mejoraba. En cada visita, Adamir repetía la pregunta sobre el paradero de Matías.
-. Tengo que saber dónde está. ¿Entiendes el peligro que significa que esté libre?
-. Él no va a hablar
Santiago ni siquiera se alteraba para responder.
-. Pero hay que recuperarlo!!! No voy a dañarlo… solo… dime donde está
-. Él no va a hablar
-. No tienes ninguna seguridad!! Puede cambiar de opinión en cualquier momento!! – Adamir comenzaba a exasperarse
-. No. Él no va a decir nada – repetía Santiago porfiadamente
-. Santiago, estamos en peligro mientras el chico este libre. No solo yo sino tú también! Todos nosotros!
La mirada de Santiago le indicó a Adamir lo que había comenzado a temer: a Santiago le importaba una mierda lo que pasara con su vida… le daba igual estar en el hospital, la cárcel o en cualquier lugar. Retrocedió preocupado y empezó a dar trancos largos por el cuarto… se llevó las manos a la cabeza. ¿En qué momento había perdido su control sobre Santiago?.. mierda! Esto lo enojaba… estaba resultando imposible… y Nazir sobre su espalda apremiándolo. Todos estaban en riesgo con Matías en libertad. Le quedaba una carta por jugar… arriesgada, pero era todo lo que tenía
-. Yo… dejaré que lo tengas por más tiempo en la isla – dijo de frente a él en la cama.
Santiago se asombró al darse cuenta de lo mucho que conocía a Adamir. Esperaba esa propuesta… Si tan solo la hubiera dicho meses atrás. Sus labios se curvaron en una sonrisa triste y cruel que se veía aun peor en su rostro con marcas de heridas y rasguños. Levantó las manos y se las miró intensamente… sus manos inútiles… las que solo servían para castigar y causar dolor…
-. No volveré a la isla
Ojos oscuros contra ojos dorados…
Unos tranquilos y cansados… los de Adamir furiosos y brillantes
-. De qué demonios estás hablando? – pregunto marcando deliberadamente cada sílaba
-. No voy a volver
Adamir se tomó un minuto para entender… el corazón le latía agitado en el pecho… la rabia amenazaba con hacerlo estallar
-. No puedes
La mirada pacífica de Santiago le dijo que si podía
-. Estás loco??¿Cómo vas a vivir?
Santiago movió los hombros para indicar que no le importaba
-. Tienes que volver a la isla conmigo. No tienes otro lugar donde ir!
-. Ya te dije. No voy a volver.
-. ¿Es por él? ¿Por el chico? ¿Crees que podrás vivir con él y ser felices?
-. No voy a buscarlo
Había tanta tristeza y convicción en la respuesta de Santiago que Adamir le creyó.
Esto no podía estar pasando.
-. Escucha… Estas recuperándote de un daño muy severo. Cambiarás de opinión. Sé que lo harás cuando mejores
-. No voy a cambiar. No volveré. Tengo una segunda oportunidad y no voy a malgastarla nuevamente.
A pesar de que las palabras de Santiago habían sido pronunciadas en tono suave, Adamir retrocedió como si hubiera recibido un puñal en el pecho… “malgastar”…” Malgastar su vida?”
-. Eres un sádico ¿Crees que puedes vivir de manera normal?– la amabilidad había desaparecido
-. No lo sé. Nunca lo he intentado… pero puedo aprender
Santiago no tenía temor de hablar… a decir verdad, cualquier cosa que pasara con su vida le daba igual. Sin Matías, su única esperanza radicaba en aprender a usar sus manos… volverlas útiles… No quería nada de la vida… no se explicaba porque estaba vivo.
-. Escucha. Vuelve a la isla conmigo y, si quieres, puedes llevar al chico a vivir contigo. Buscaremos una solución.
-. Yo no…
-. Te dejaré ahora para que lo pienses. – interrumpió Adamir gravemente serio- Volveré mañana a buscar tu respuesta definitiva
Dejó la habitación caminando con trancos largos y firmes, sin importarle ser objeto de miradas de admiración de quienes se cruzaban con él.
Santiago quería dejarlo.
Su vida había sido “malgastada” a su lado…
Santiago ya no era su amigo, ya no volverían a compartir conversaciones ni a planear formas de ganar dinero con los chicos esclavos.
Si se iba… Dios!! Necesitaba pensar. Hablarlo con Nazir. Esto los involucraba a ambos y los ponía en serio riesgo. Era imposible olvidar que Santiago sabía demasiado para dejarlo partir.
Tus personajes son muy humanos, evolucionan como cualquiera lo haría y eso me gusta, no forza la historia y tiene coherencia cada evento, me pone triste saber que el castillo de naipes de Adamir se viene a bajo, pero en el fondo siento que se lo merece, por todo lo malo que ha hecho, no sé, tengo sentimientos encontrados y sufró por los estragos emocionales que pasan los personajes más jóvenes (Mati y Max, obvio), desearia que Mati volviera a ser un niño común y feliz, pero el nivel de daño desdibuja esa posibilidad y me duele. Pero si los perpetradores de dichos males (Adamir, Santiago e incluso Nazir) cambian quizá y solo quizá pueda permitirme imaginar un mundo feliz para todos, donde el rol amo/sumiso se limite a los roles de alcoba, es más sano, como Sergio y Nazir.
Gracias por tu trabajo. 😀
Hola!. Los personajes están cambiando… los eventos que han sucedido provocan cambios en ellos que a veces son dolorosos y así debe ser, especialmente en Adamir, que es a quien más le cuesta aceptar cualquier cambio que amenace lo que él siente como una vida perfecta. Max se vuelve indispensable en su vida pero él sigue negándose a verlo. Por otro lado, el propio Max esta terriblemente confundido con todo lo que esta pasando.. feliz y temeroso de sentirse feliz… aun queriendo escapar pero retrasando el hecho cada vez que se le presenta una posibilidad porque Adamir lo está tratando bien, porque siente a Sergio como un amigo cercano y es un chico carente de cariño y afecto… para Max es difícil recibir cariño de cualquier persona, es tremendamente desconfiado y rebelde, acostumbrado a luchar y defenderse. Santiago, dentro de todo lo mal que está, es quien tiene las cosas mas claras… no se explica porque esta vivo pero si tiene otra oportunidad va a usarla de manera distinta y aunque él no se de cuenta eso es una esperanza. Mati me llena de pena.. en serio.. es un chico dulce y hermoso que está estropeado y no sabe que hacer, como seguir viviendo, queriendo agradar a todos pero sintiéndose muy mal por dentro. Creo que lloro cada vez que escribo sobre él. Espero que las cosas cambien pronto para él. Por ahora, las agujas le están mejorando la vida y eso también es horrible, no? Al menos cuenta con el amor incondicional de Clara.
Estoy entusiasmada escribiendo. Tu comentario me infunde más ánimo y alegría. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leerme y comentar.
saludos cariñosos. Nani.
El capitulo 73 y este 74 hasta la mitad nada mas me sale y luego se cortan las historias no las pude leer completas.
Hola! lamento que no te aparezcan completas pero debe ser un problema de tu computador o celular porque los capítulos están completos en el blog. Si me dejas tu email u otra forma de comunicarme contigo, puedo ver manera de ayudarte.
Saludos, Nani.
Hola Nani como siempre un capítulo maravilloso lleno de drama cuando leí que Mati encontró una forma de sentir a Santiago las agujas fueron lo primero en mi mente me gusta como todo se está desarrollando leo los comentarios de los demás y tal vez yo sea la única sádica loca pero yo sí quiero que terminen juntos los 4 con una vida feliz, si quiero cambios como la isla sin esclavos, sin restricciones para max o que Mati disfrute su niñez. Dime loca pero quiero su felicidad sin que se separen para siempre. Y en cuanto a las negociaciones de adamir con Santiago creo que se pondrá rudo, no se yo pensé en algo como «si no me dices dónde está tendré que hacerlo salir, en sus hojos pude ver lo mismo que vi cuando me dijiste que te dejará quedarte con el y si tú puedes dar la vida por el, el lo ara por ti, usaré mis influencias para que en todos los noticieros salga tu accidente que te estás recuperando satisfactoriamente y dónde te encuentras el vendrá a buscarte o mejor dire que has muerto y el ara lo mismo te seguira» claro para esto Santiago ya se estará recuperando en un lugar más controlado o algo así tal vez sea muy tonta mi idea como sea Gracias por otro capítulo 😘😢 ahora a esperar
Nani eres la mejor 😝😝😝
Gracias Idalia!! que lindo lo que me dices <3
No te creo loca para nada ni tampoco sádica… creo que los 4 personajes principales encontraron formas d entenderse como pareja que son únicas para ellos…realmente especiales, como el caso de Mati y Santiago. El problema es que no sé si podrán mantenerlas en el tiempo. Vamos a ver como sigue desarrollándose esta historia; Adamir y Santiago son un tema difícil en este momento; es comprensible que Santiago no quiera volver más a la isla ni a maltratar chicos después de haberse enamorado de uno de ellos.. del dulce Mati y haber arriesgado todo por devolverle su libertad y opción de ser feliz… pero Adamir no entiende nada de eso. lo único que puede ver es que Santiago lo traiciona al querer abandonarlo. Se le está poniendo cuesta arriba el camino al señor amo de la isla… pero quizás ya era hora, no? Si no fuera por Max, solo tendría problemas.
Prometo no demorarme mucho con el siguiente cap.
Muchas gracias!! <3 Saludos cariñosos, Nani.
Sí, Santiago podría! Estoy segura… creo jijiji