CAPITULO 81
MIKI
En la sala de esclavos reinaba en nerviosismo y los chicos se movían inquietos, incapaces de permanecer tranquilos como en días anteriores. El aviso de Max los había alertado sobre lo que pasaría y obviamente se habían dado cuenta de los preparativos. Uno a uno habían ido deduciendo que hoy era el día en que serían entregados a sus nuevos amos. Ninguno tenía claro si eso era mejor o peor que lo actual… No tenían forma de comparar ni saber. Hoy los habían despertado más temprano y vestido de forma especial; se habían preocupado de que estuvieran mejor presentados y además, había dos guardias dentro de la sala y todos estos cambios eran suficiente para inquietarlos.
Ming Kim también era parte de la ansiedad pero él, a diferencia de los otros chicos, se mantenía sentado y quieto en el lugar que ocupaba siempre en la sala. El único signo de su desasosiego era el suave movimiento de su dedo pulgar arrastrándose contra el costado de su dedo índice, ida y vuelta, insistentemente; algo que solo él podía notar. Miki lucía magnífico hoy; su pelo negro liso, estaba peinado cuidadosamente y brillaba opacando a cualquiera de los otros chicos, su rostro no tenía ojeras ni signos de cansancio o nerviosismo; al contrario, sus pestañas se veían crespas y su mirada lúcida y tranquila. Lucía con elegancia un par de simples pantalones negros ajustados con un elástico a su pequeña cintura y una túnica en vibrantes colores rojos, negros y dorados, de mangas amplias y atada con un cordón negro de estilo oriental. Un pequeño príncipe oriental. Se sentía cómodo en esa ropa. Miki había procurado dormirse temprano para que su piel estuviera descansada y lozana. Hoy era el día en que sería traspasado a una nueva persona de quien dependería su futuro. Él sabía que no había nada que pudiera hacer para evitarlo ni tampoco lo deseaba; quería salir de la isla y conocer a su nuevo dueño. Le preocupaba causar una buena impresión y agradarle. Su corazón latía con fuerzas imaginando y esperando, pero Miki se forzaba a permanecer calmado y controlar su agitación. Solo sus dedos rozándose delataban su nerviosismo.
A las 8:40 am los guardias abrieron la puerta luego de un par de discretos golpes. Los chicos enmudecieron y adoptaron de inmediato la posición de espera a la que estaban acostumbrados.
-. ¿Dónde está? – preguntó una voz potente y desconocida
-. Aquel es el tuyo – esa voz si la conocía. Era la del amo Adamir.
Miki no podía ver quiénes eran ni cuantos pues sus ojos permanecían bajos, sin embargo escuchaba los pasos que parecían acercarse directo se hacia él. El corazón le saltaba en la garganta. Tres pares de pies se detuvieron frente a él.
-. Levántate – ordenó la voz desconocida.
Miki obedeció de inmediato pero sus ojos y actitud se mantuvo sumisa. Podía distinguir más de la nueva persona; era alto, vestía elegante, tenía manos grandes. Sintió un escalofrío cuando Heinrich le levantó la barbilla. Ni aún así se atrevió a mirarlo aunque moría de la curiosidad.
Miki sintió que era examinado en cada centímetro visible de su cuerpo, pero había anticipado que algo así pasaría. Se obligaba a respirar pausado y controlar el movimiento involuntario de su pulgar.
De pronto Heinrich estaba muy cerca de él.
-. Desnúdate – ordenó fríamente provocando el silencio total en la sala.
Miki no se permitió pensar ni tampoco hacer el ruido que supondría tragar el nudo en su garganta… era una orden y tenía que obedecerla. No cerró los ojos ni frunció la boca. Se mantuvo impasible. Se obligó a actuar con calma; primero descalzó sus pies. Luego, desató el cordón de seda de la túnica, y se giró apenas para dejarlo ordenadamente sobre la silla. Acto seguido deslizó las mangas por sus brazos dejando al descubierto su fino torso y su hermosa piel cremosa, levemente erizada a causa de los nervios. Dobló la pieza de ropa y la puso sobre el cordón. Una pierna del pantalón primero y luego la siguiente. Doblar y dejar sobre el montón. No llevaba ropa interior por lo que, completamente desnudo, se irguió quieto frente al hombre que le había dado la orden y a quien aun no le veía el rostro. El aire frío sobre su piel pero Miki estaba en control de sus emociones. Heinrich se movió alrededor suyo como un cazador acechando a la presa. Miki podía sentir como sus formas eran estudiadas. Lo sintió respirar un poco más de prisa pero el nuevo amo no emitió ninguna opinión al terminar su escrutinio.
-. Es obediente y complaciente – dijo Exequiel quien lo había entrenado personalmente – nunca da problemas.
-. Eso es bueno – ahora Heinrich estaba más calmado y estrechaba la mano de Adamir
-. Me agrada que te guste – respondió Adamir que conocía bien a Heinrich y podía leer lo complacido que estaba – Puedes llevártelo. Es tuyo ahora.
Con esas palabras sellaban el trato. El pago se había realizado en efectivo minutos antes.
-. Vístete – le ordenó Exequiel a Miki mientras Heinrich y Adamir se alejaban conversando sin volver a prestarle atención.
Miki obedeció de prisa y luego siguió a Exequiel más allá de la piscina hasta llegar a un lugar que le resultaba desconocido. Un helicóptero sobre una pista aérea y a unos cuantos metros, Heinrich y Adamir se despedían. Miki, desde detrás de Exequiel, se tomó la libertad de levantar un poco los ojos para conocer el rostro de su nuevo amo. Sus cejas se alzaron en señal de asombro. El hombre era hermoso, grande y tenía un aire de gran señor. Hablaba con voz pausada, ronca y controlada. Le agradaba lo que veía.
-. Buena suerte, chico – Exequiel se despidió de él
-. Gracias, amo
Miki caminó hasta ubicarse respetuosamente detrás de Heinrich sin más equipaje que la ropa que vestía. Estaba listo para emprender un nuevo rumbo incierto en su corta vida
-. Vamos – dijo Heinrich
Lo siguió en seguida y subió al helicóptero sin pensar en que nunca había volado o que se iba con un completo extraño que lo había comprado. Miki estaba emocionado, casi feliz.
ADAMIR
Uno a uno fueron entregados los chicos. Adamir se mostró atento y agradable con sus compradores. En ningún momento se notó su tristeza o preocupación. Exequiel estaba servicial a su lado.
Pasado el mediodía se retiró el penúltimo de los compradores. Solo quedaba un chico que sería retirado más tarde.
-. Dile al piloto que quiero partir en 10 minutos – le ordenó a Exequiel
-. Si. De inmediato.
-. No estoy seguro de si volveré hoy mismo o mañana
Adamir entraba a su casa con Exequiel detrás de él
-. Tómate tu tiempo. Yo puedo hacerme cargo de todo mientras estás fuera.
Adamir se detuvo como si algo en la frase de Exequiel estuviera errado.
-. Luego de atender a los últimos compradores sería conveniente que prepararas tus cosas
Exequiel lo miró sin comprender
-. No entiendo – Exequiel forzó una sonrisa
Adamir rodeó su mesa de trabajo y tomó uno de los abultados paquetes que le habían entregado los compradores.
-. Está claro, ¿no? Te dije que luego de la subasta tu trabajo en la isla ya no era necesario – Adamir contaba billetes
-. Pero… Yo… Pensé que…
-. ¿Pensante que había cambiado de opinión? No. No he cambiado. Desobedeciste una orden mía y no puedes continuar a mi servicio
-. Adamir… Yo nunca volvería a…
-. Ya lo hiciste una vez y con eso basta.
Adamir hablaba con calma y seguridad. Extendió la mano llena de billetes hacia Exequiel.
-. Te agradezco que me hayas apoyado durante la subasta. No habría podido hacerlo bien sin ti y aquí está tu recompensa. Pero debes marcharte.
Exequiel estaba aturdido… Miraba el dinero con ojos codiciosos pero sin atreverse a tomarlo porque hacerlo equivalía a aceptar la decisión de Adamir y él no quería irse.
-. Adamir, por favor, podemos conversarlo. Yo te he servido fielmente durante muchos años
-. Si. Y es por eso que te recompenso generosamente. Recíbelo porque no voy a cambiar de idea.
-. Pero… ¿Quién te ayudará, entonces?
Los ojos de Adamir se movieron antes de que su cerebro pudiera razonar. Su vista se dirigió hacia el interior de la casa
El pequeño gesto fue una bofetada para Exequiel. Adamir pensaba reemplazarlo por el maldito esclavo que tenía atado en el cuarto. Lentamente tomó el dinero y lo apretó con fuerza en la mano.
-. Con esa cantidad podrás vivir tranquilo bastante tiempo. ¿No vas a contarlo?
Exequiel no respondió. Tenía los músculos tensos y los labios apretados convertidos en una línea pálida
-. Cuando regrese puedes pedirle al piloto que te lleve donde desees. – continuó Adamir sin prestar atención al enojo de Exequiel
Adamir lo estaba despidiendo y Exequiel no podía creerlo
-. ¿Aún puedo contar contigo para atender a los últimos compradores? Si no vas a hacerlo puedo pedirle a la Sra. Cellis que entregue al chico
-. No. Lo haré yo – respondió entre dientes
-. Bien. De todas maneras la señora Cellis te ayudará.
Esa era la estocada final de Adamir. Pondría a la mujer a vigilarlo para comprobar que hiciera bien el trabajo. Exequiel estaba enojado y ofendido. Que insulto más degradante!!!
-. Fue agradable trabajar contigo. Espero que tengas una buena vida en el futuro
Adamir le extendió nuevamente la mano pero esta vez era para dar la conversación por terminada.
Exequiel miró la mano y se preguntó si era verdad que de esta manera terminaba su estadía de tantos años en la isla y todas las ilusiones que se había forjado. La mano de Adamir continúa en espera. Sin decir palabra, atontado por lo que sucedía, estrechó la mano de Adamir y se dio media vuelta para salir. En su otra mano aun sostenía el grueso fajo de billetes.
Cuando Adamir quedo solo levantó el auricular y llamó a la enfermera
-. Necesito pedirle algo inusual. Venga a mi casa por favor
Había más personas en la isla, sobre todo guardias u otros amos, pero de todos ellos, Adamir confiaba más en la mujer que repetidas veces le había probado su lealtad.
-. Tengo que viajar a la ciudad. Mi madre falleció y debo asistir a su funeral
-. Cuanto lo siento, señor.
-. Gracias. Necesito de su ayuda Sra. Cellis. Quiero que mantenga a Max tranquilo y vigilado en todo momento. Dos hombres en mi casa
-. Si, por supuesto – la mujer estaba gratamente sorprendida por el repentino “ascenso“ que significaba lo que le estaba pidiendo.
-. Y quiero pedirle que acompañe a Exequiel a recibir y cerrar el negocio con los últimos compradores que llegarán dentro de unas horas. Yo sé que usted no lo ha hecho nunca pero sabe lo que hay que hacer. Es una situación especial y cuento con su ayuda.
-. Vaya tranquilo. Yo le ayudaré a Exequiel.
-. Es importante que los compradores sean bien atendidos y se vayan satisfechos.
-. Si. Lo haremos bien
-. Confió en usted – dijo Adamir recalcando el “usted” en un intento de dejarle claro a la mujer el papel que debía desempeñar
Adamir salió de su casa atrasado. Solo tuvo tiempo de mirar a Max brevemente desde la puerta antes de partir. Ya en el avión se concentró en lo que le esperaba al llegar y muy a su pesar se entristeció profundamente. Cerró los ojos para descansar. Había dormido muy poco la noche anterior y el despertar había sido brusco. Una tonta sonrisa le curvó los labios. Max lo había pateado de la cama y él estaba riéndose en vez de pensar en castigarlo. Estaba loco. SI. Completamente loco por ese chico rebelde y atado en su casa.. Dios!! Olía tan bien y era tan cálido cuando quería… el sexo con Max no podía compararse con nada… era sublime!!! Suspiro. Tenía por delante un trabajo importante para convencer a Max pero se sentía confiado de poder hacerlo.
Sergio fue el primer rostro conocido que Adamir encontró al entrar a la iglesia donde velaban a su madre. La catedral le pareció antigua, oscura y fría. Había un constante movimiento de personas que habían venido a presentar sus respetos a la prominente familia, todos vestidos formales y murmurando en voz baja. Entre el gentío podía ver al frente unos velones grandes que rodeaban un ataúd de madera oscura y brillante. Adamir desvió la vista perturbado al imaginar a su madre dentro de esa caja. Poco antes de bajar del avión, se había puesto un terno oscuro y atado su pelo largo en una cola discreta. Sergio lo miró dos veces para reconocerlo. Se veía muy diferente al hombre jovial y enérgico de siempre
-. Te llevaré con Nazir – dijo Sergio después de saludarlo – Toda tu familia está reunida al frente.
-. ¿Por qué no estás con ellos? – la pregunta se le escapó antes de poder pensarlo. Adamir había llegado a aceptar a Sergio de manera tan total que se le había olvidado lo diferente que era su relación con Nazir
Sergio, con su inteligencia y calidez habitual, esbozó una sonrisa triste
-. Nazir sabe que estoy aquí y eso basta.
-. Disculpa. No fue mi intención molestarte
Sergio lo miró con los ojos muy abiertos y el rostro ladeado. ¿Adamir le había pedido disculpas?
-. No te preocupes. La ex mujer de Nazir y sus hijos están aquí además de tus tíos, sobrinos y un montón de gente. Es mejor que yo me mantenga en segundo plano.
Caminaban hacia el frente de la iglesia con Sergio abriéndole el paso. Algunas personas, cuyos rostros le parecían conocidos, le dedicaban miradas sorprendidas a Adamir pero él no tenía ojos para mirar más que al grupo de personas que eran sus familiares cercanos… habían muchos… no recordaba quienes eran la mitad de ellos.
-. Allí está tu padre – dijo Sergio deteniendo su avance, indicándole que hasta ese punto llegaba él y animándolo a continuar solo.
Su padre… ese montoncito de persona disminuida en el asiento delantero de la iglesia y rodeado de varias personas mayores. Se veía tan triste. De pronto sintió la necesidad de abrazarlo y estar con él.
-. Papá
Todos quienes estaban cerca se volvieron a mirarlo; gestos de sorpresa, reprobación, estupor, asombro
-. Hijo
Su padre se levantó y sin decir palabra se abrazaron. Adamir cerró los ojos.
-. Tu madre hablaba mucho de ti… ella te extrañaba
Y yo a ella…
-. Lo siento, papá-
Adamir bajó el rostro avergonzado. ¿Qué explicación podía dar? ¿Qué estaba vendiendo chicos para hacer negocios y por eso no había venido antes? ¿Qué estaba intentando dominar a su fiera salvaje para que volviera a complacerlo como antes?… Ay Max… Dios!! Todo sería más fácil si Max estuviera con él
Saludó al resto de sus familiares y aguantó estoicamente las miradas de todo tipo y los murmullos en voz baja.
-. La misa comenzará dentro de poco – le informó Nazir
Adamir asintió. Estaba aturdido por el torbellino de emociones y sin ganas de discutir. Volverían de noche a la isla, luego de despedir a su madre
-. ¿Cuál es el tema urgente? – le preguntó Nazir sigilosamente
Demonios!! El tema a discutir… Ya no podía posponerlo más. Era prioritario.
-. ¿Hay algún lugar donde podamos hablar en privado?
-. Sígueme
Se levantaron cuidadosamente y abandonaron el recinto del velatorio. Nazir lo guió fuera de la iglesia hasta un estacionamiento vacío en la parte posterior. Había comenzado a llover y se refugiaron bajo techo
-. Se trata de los hombres detenidos – comenzó Adamir notando de inmediato como su hermano se ponía tenso
-. ¿Hay algún problema?
-. El contacto en esa ciudad me informó que hay un detective asignado especialmente a este caso
Nazir no le despegaba los ojos de encima, esperando a que continuara hablando
-. Le pedí a Gonzalo que destruyera toda evidencia y lo hizo… pero…
-. Pero?
-. Recuperaron un computador que había en el vehículo. Estaba encriptado pero lograron descifrarlo
-. Que qué?? – Nazir se acercó a Adamir peligrosamente – ¿qué información?
Adamir retrocedió un paso
-. El detective tiene una lista de los puertos en que ancló el yate los últimos meses…
-. ¿Cómo…. como demonios portan información de ese tipo??!! – Nazir respiraba agitado
-. Eso no es todo – admitió Adamir en voz baja sacando una copia en papel de la lista que Gonzalo le había enviado. Nazir clavó sus ojos en él y recibió el papel. Lo desdobló para leerlo
-. El nombre de los astilleros encabeza la lista
Nazir miraba el documento con la boca abierta… Desviaba su mirada a Adamir y luego volvía al documento
-. Este papel… ¿Te das cuenta de…? ¿Entiendes lo que significa!!! – Nazir iba alterándose y subiendo el tono de voz con cada pregunta – Es el nombre de la familia, Adamir! ¿Qué va a hacer Gonzalo con esto?
El silencio de Adamir fue incómodo. La lluvia subía de intensidad. Nazir se quedó inmóvil intentando comprender la mirada flemática de su hermano
-. Ya no va a ayudarnos. El detective estuvo a punto de descubrirlo y dijo que no se involucraría más.
Nazir parecía haber perdido la calma… Lo miraba como si él fuera el único que entendiera la gravedad del asunto… Su familia era sagrada y ahora estaba en una lista en manos de un detective… Diablos!!! ¿En qué momento había dejado que Adamir se encargara de esto? Eran sus empleados… Pero maldito lo que sabía Adamir de diplomacia y buenas relaciones!!! Cómo diablos iban a resolver esto ahora?
-. ¿Qué vamos a hacer?
La pregunta descolocó a Nazir. Tenía ganas de gritarle y golpearlo… Temía que todo esto se saliera de control, pero estaban en el patio de una iglesia donde se velaba a su madre. Respiró profundamente sin quitar sus ojos de Adamir
-. Nada. No vamos a hacer nada.
-. Pero el detective… El nombre de los astilleros
Nazir se demoró en responder. Cuando lo hizo sonaba diferente
-. Se supone que no sabemos nada. No podemos anticiparnos a los hechos. Quizás el asunto nunca llegue a mayores
-. Gonzalo me advirtió que el detective estaba decidido a llegar al fondo del asunto
Nazir se preguntó si debería hablar él mismo con Gonzalo. No quería intervenir mezclándose más en el tema de la isla, pero Adamir no se veía bien… Algo le sucedía.
-. ¿Sabes cuantas naves reparamos a diario en los astilleros? Muchas. Y nunca averiguamos de donde vienen, adonde van o que es lo que hacen. Nuestro trabajo es reparar los desperfectos.
Adamir frunció el entrecejo
-. Entonces…
-. Esa nave no está registrada bajo ningún nombre conocido ¿no es así?
-. Así es. Navega bajo un nombre falso, imposible de rastrear
-. ¿Estás seguro que nada la liga contigo o conmigo?
-. Nada
-. Correcto. Entonces, no sé a quién le pertenece. Me aseguraré de que los documentos indiquen que nuestro trabajo solo fue repararla.
Adamir lo miraba estupefacto…
-. Nadie sabe sobre la isla ¿No es así? – continuó Nazir
-. Solo los compradores que están tan comprometidos como nosotros.
-. Entonces esperaremos tranquilos. Eso es lo que vamos a hacer.
-. El servicio va a comenzar – anunció Sergio apareciendo en el patio
Los tres se encaminaron de vuelta a la iglesia.
Cuando Sergio se fue a separar para volver a la parte posterior de la iglesia, Nazir le sostuvo la mano y lo obligó a caminar a su lado hasta los asientos delanteros.
EXEQUIEL
Exequiel junto a la señora Cellis se presentaron a recibir a los compradores en el muelle. El yate del cual descendieron dos hombres era impresionante por su tamaño y lujo.
-. Exequiel! Buenas tardes
-. Sergei. Un gusto volver a verlo. Adamir tuvo que ausentarse por una urgencia familiar pero yo lo atenderé
Sergei era un cliente antiguo; un hombre joven y alocado del este de Europa con mucho dinero y gustos excéntricos. La persona que venía con él fue presentada como Hervé, un hombre bajo y callado. Exequiel los saludo y presentó a ambos con la enfermera.
-. Vamos a ver lo que ha comprado
Exequiel guió a los hombres hacia el complejo de edificios. El camino era un entablado de maderas que serpenteaba ascendiendo por el roquerío. La enfermera Cellis hacía un esfuerzo por seguir el ritmo de los tres hombres; ella no estaba acostumbrada a caminar ni moverse, su trabajo era normalmente muy sedentario. Hoy ya había visitado a Max temprano para volver a sedarlo y que se mantuviera tranquilo mientras entregaban a los chicos y luego ayudó en la preparación de los que se iban. Bajar hasta el muelle había sido fácil pero subir el camino de vuelta era un desafío que la estaba haciendo jadear. Casi estaban llegando a destino cuando su tobillo se dobló con un suave sonido de huesos y un agudo dolor
-. Aaahhhggg – cayó sentada en el camino en el más absurdo de los ridículos.
Exequiel se apresuró a ayudarla y al ver que no podía afirmar el pie para caminar, entre los tres la asistieron trasladándola hasta el edificio donde funcionaba la enfermería
-. Déjenme sola, por favor. Continúen con lo suyo. Yo sé lo que debo hacer
El hombre de negro que siempre trabajaba con ella ya le prestaba su auxilio
-. Volveré más tarde – dijo Exequiel
-. Si. si. Por favor discúlpenme
Que papelón había hecho. Estaba humillada a más no poder y solo quería que se retiraran para que concluyeran el negocio y la dejaran en paz para inyectarse un calmante y revisarse el tobillo que seguramente se había fracturado.
-. Lamento el incidente. Por favor vengan conmigo – Exequiel se dirigió a los compradores.
Los hombres le restaron importancia a lo sucedido y siguieron a Exequiel hasta la sala de esclavos. El único ocupante estaba en posición de espera dentro del cuarto. Sergei se adelantó a mirarlo con una marcada sonrisa en el rostro.
-. Es bello, no? te dije que Adamir solo tiene chicos hermosos
Sergei parecía un niño con un juguete nuevo; le hablaba a su amigo pero Hervé tenía más interés en hablar con Exequiel
-. Estoy muy interesado en llevarme un chico – dijo el hombre demostrando que no era ni tan tímido ni callado como había parecido a primera vista.
-. Lo lamento pero este es el último que nos queda. No hay más chicos entrenados por ahora – respondió Exequiel educadamente haciendo un gesto de lástima
-. No me importa si no está completamente entrenado – insistió el hombre
-. Si. Lo entiendo pero, como le dije, no tenemos…
-. Tampoco me importa el precio – interrumpió decidido el cliente nuevo volviéndose hacia Exequiel y taladrándolo con sus ojos pequeños y profundos – puedo pagarle extra por las molestias pero odiaría haber viajado hasta acá y volver con las manos vacías.
Exequiel escuchó en silencio… Asustado de lo que estaba pensando.
-. Sergei me ha convencido de lo agradable que puede ser tener un esclavo permanente. Estoy ansioso de probarlo. ¿Es posible que me venda alguno?
Un comprador nuevo… Y nadie que pudiera detenerlo en su último día en la isla.
Exequiel pensó en el dinero… En Adamir que lo había despedido cruelmente sin considerar todo lo que había hecho por él… En la enfermera Cellis que estaba tirada en una camilla sin posibilidad de verlo.
Pensó que en ese momento él era el único amo y dueño de la isla por unas horas, hasta que se fuera y nunca más volvería.
Pensó en que no todos los chicos habían sido vendidos…
Comenzó a sudar… ¿Se atrevía a hacerlo?
Los minutos pasaban y Hervé seguía esperando una respuesta que Exequiel tenía miedo de pronunciar.
-. Nuestros productos son caros – dijo tanteando el terreno y pensando en que nunca más volvería a tener una oportunidad como esta de hacer dinero tan fácilmente
-. Eso no es un problema. Sé bien cuánto pagó Sergei por su esclavo. Muéstreme lo que tiene y si me agrada le ofrezco un diez por ciento más
-. Veinte por ciento – dijo muy de prisa. Si iba a traicionar a Adamir y largarse de la isla, necesitaría mucho dinero para desaparecer.
-. Veamos que me puede ofrecer – respondió el hombre sin negarse a pagar más.
Adamir había solicitado dos hombres custodiando a Max de manera permanente y la señora Cellis había insistido en ello temprano, pero nadie le informó a esos hombres que no siguieran las instrucciones de Exequiel porque había caído en desgracia, así es que, cuando Exequiel les pidió que se fueran a prestar sus servicios al señor Sergei que había quedado solo con su esclavo, los hombres no dudaron y partieron. Exequiel entró confiado a la casa de Adamir sabiendo que nadie lo detendría. Guió a Hervé hasta el cuarto donde Max dormía. Abrió las cortinas para que pudiera admirarlo plenamente. Hervé dio vuelta alrededor de la cama mirando a Max detalladamente.
-. ¿Le agrada? – preguntó Exequiel sabiendo de antemano la respuesta. Podía odiar a Max pero aún así era capaz de ver la hermosura del chico
-. ¿Por qué está atado? – preguntó Hervé señalando las esposas de metal que lo mantenían confinado a la cama
-. Usted dijo que no le importaba si no estaba completamente dócil. Este es el único producto que nos queda. Es un poco rebelde… Pero no hay nada más
-. ¿Y las muñecas? – Hervé tomó una de las manos del chico pero la soltó de inmediato cuando Max se movió.
-. Intentó quitarse las esposas – aclaró Exequiel en voz baja
-. Es hermoso… Aunque un poco alto
-. Es esto o nada – Exequiel deseaba terminar el negocio de prisa. Estaba arriesgando su cabeza en este negocio y lo sabía.
-. ¿Como se llama?
-. Lo llamamos Max, pero usted puede cambiarle el nombre si desea
-. Max… SI. Me lo llevo. ¿Cuál es el precio?
Exequiel mencionó una cifra. Sabía de memoria cual era el precio que Sergei había pagado y, en su mente, le agregó el veinte por ciento extra. Expresada en voz alta sonaba muy alta
-. Es mucho dinero. Espero que el chico lo valga
-. Le aseguro que si aunque le recomiendo lo mantenga restringido con esposas o cadenas los primeros días.
Hervé sonrió. Tal parecía que le gustaba la idea que Exequiel sugería.
-. ¿Será su primer esclavo?
-. Si. Recién comienzo a aprender el juego
-. Debe tener la rienda muy corta con Max. Como le dije, es un poco rebelde
-. Eso no importa. Yo sé que hacer. Vamos a buscar el dinero. Lo tengo en el yate.
-. Respecto a eso… Hay una condición para realizar esta venta. Necesito llegar al continente hoy mismo. Solo puedo vendérselo si me lleva a tierra en el yate.
Hervé lo miró suspicaz. Exequiel sintió que tenía que dar alguna explicación lógica
-. Es mucho dinero para mantenerlo en la isla. Tengo que llevarlo al banco temprano y ponerlo en la cuenta de Adamir.
Sonaba lógico. Una venta inesperada que acarreaba problemas de última hora. Hervé asintió como si entendiera y aprobara.
-. El yate no es mío pero no creo que Sergei ponga alguna objeción a llevarlo a tierra firme. De todos modos iré a preguntarle
Exequiel se quedó a solas con Max. Miró a todos lados como esperando que alguien saliera de las paredes a arruinar su plan perfecto. Pero nadie salió.
Diablos!! Lo había hecho! Había vendido a Max y tendría mucho dinero!!! Sentía furiosas descargas de adrenalina dándole vueltas en la sangre y urgencia por actuar con rapidez. Sabía que Adamir no regresaría temprano, pero igual tenía apuro porque todo terminara lo antes posible.
Busco ropa para vestir a Max. Sacó lo primero que encontró en el closet del dormitorio, liberó sus pies de las esposas y se acercó a vestirlo.
-. ¿Qué?? no… Suel… tame – Max pestañeó y alcanzó a ver quien estaba cerca de él
Exequiel se sorprendió al verlo despertar pero no dejó de ponerle la ropa.
.- Nooo quie… ro… no
Max escondía sus brazos en un manoteo torpe y se negaba a dejarse vestir. Estaba despertando. Exequiel lo sujetó apretándolo hasta causarle dolor, para poder continuar
-. No te muevas, maldito. Tú dijiste que cualquier amo sería mejor que Adamir. Ahora ya tienes un nuevo amo.
Max luchaba por despertar y mantener los ojos abiertos. Las palabras le sonaban tan raras, distantes y con eco… Dudaba si estaba en una pesadilla o era realidad… ¿Lo habían vendido?… ¿Adamir lo había vendido a Él??
-. No… No quiero,.. No me toques!!
Exequiel levantó en el aire el mismo cinturón que intentaba ponerle en los jeans y lo descargó con rabia contra el torso de Max. El golpe sonó como un latigazo fuerte y duro. Max gritó de dolor y de asombro
-. Mantén la boca cerrada – ordenó Exequiel en un grito, reforzando sus palabras con un segundo golpe.
Los ojos de Max estaban llenos de lágrimas y su boca abierta con un grito atorado en la garganta… Deseaba pensar rápido y con claridad pero los efectos del calmante lo dejaba confundido… pensó en gritar y pedir ayuda pero al instante supo que era un esfuerzo sin sentido. Nadie movería un dedo por ayudarlo… lo habían vendido… No era posible… ¿En verdad lo habían vendido? La nueva realidad lo dejaba choqueado
-. Todo está arreglado – Hervé entro al cuarto en ese momento. Su mirada se clavó en Max
-. Tiene ojos hermosos – dijo acercándose a él, mirando bien su rostro
-. Él es tu nuevo amo – Exequiel lo empujaba para que se pusiera de pie. Max se sostenía apenas, las rodillas se le doblaban y necesitaba apoyo. Intentaba enfocar al hombre que tenía al frente pero solo veía un manchón borroso.
-. Mi nue… vo… a… mo?… – preguntó desorientado
-. Será mejor que llevemos algo de esto
Exequiel tomó algunos de los tranquilizantes que había en el maletín dejado en el cuarto por la enfermera y los guardó en su bolsillo. Le administraría uno a Max en el yate para que no se pusiera a gritar o a hablar más de la cuenta. Lo mejor sería mantenerlo dormido hasta llegar a tierra y luego… ¿Qué le importaba luego?! Ya no sería su problema sino de Hervé.
-. Le ayudaré a llevarlo – ofreció el nuevo amo de Max pasando su brazo alrededor de Max.
-. No… me… to…quen
Le era imposible resistirse; su cuerpo no respondía y era desesperante. Lo estaban arrastrando y quería gritar. Exequiel, preocupado de que Max fuera a hablar, se fijó en el collar que había quedado tirado. Sonrió burlonamente y lo levantó.
-. Así te queda mejor – se lo ajustó apretado en la boca y Max no pudo impedirlo – aquí es donde siempre debió estar
-. Debe enseñarle desde el principio quien tiene el control– le aclaró a Hervé
Lo sacaron de la casa. El cielo se había oscurecido y caían las primeras gotas de lluvia. No encontraron ninguna traba para avanzar con Max hasta el muelle. Algunos de los guardias los vieron pasar pero nadie cuestionó que un amo llevara a un esclavo hasta el yate. Después de todo hoy era el día de ventas y entregas. Exequiel intentaba aparentar normalidad. Si alguien le preguntaba algo era hombre muerto. Arrastró más de prisa el peso muerto que era Max; el chico a ratos intentaba moverse pero era controlado rápidamente. Lo subieron al yate y con las mismas esposas lo ataron en uno de los cuartos. Exequiel preparó una nueva dosis potente de tranquilizante.
-. ¿Dón…de es… tá Ada…mir? – preguntó Max unos segundos antes de perder la conexión con el mundo y caer dormido
-. No va a venir a salvarte. Este es tu destino. Eres un esclavo y lo serás por siempre. – replicó Exequiel con desprecio.
Una vez que se aseguró de que Max dormía, corrió de prisa bajo la lluvia a buscar un pequeño bolso con detalles personales que eran importantes.
De vuelta al yate se encontró con algunos de los guardias que se extrañaron al verlo correr
-. ¿Está todo bien, señor?
-. Si. Voy a despedir a los compradores que olvidaron esto – respondió señalando el bolso.
Los hombres siguieron caminando hacia el comedor. Ya casi era la hora de la cena y estaban más preocupados por su comida y por el viento que comenzaba a levantarse junto con el aguacero.
Exequiel volvió al yate cuando el reloj marcaba las cinco y cuarenta minutos. Sergei lo guió hasta el comedor donde pronto les servirían la cena. Los motores del yate rugían alejándose del muelle. Exequiel miró la isla por la ventana del comedor; se veía borrosa por la lluvia, apenas una mancha oscura y unas cuantas luces. No volvería a verla. Tuvo sentimientos encontrados de pena y rabia. Al menos se llevaba una buena provisión de dinero. Sonrió nervioso a su anfitrión cuando este le ofreció un trago. Bebió un sorbo amplio que bajó por su garganta calentándole el cuerpo. Adamir se pondría furioso cuando se diera cuenta pero para ese entonces él estaría ya muy lejos iniciando una nueva vida. Adamir era un estúpido, se había encaprichado con ese esclavo y había perdido objetividad. Si hasta lo había instalado en su casa y le había dado un collar! Y no quería que nadie lo tocara!!! Después de todo, él le estaba haciendo un favor al vender a Max. Levantó la cabeza, altanero. En verdad, Adamir debería agradecerle que le hubiera sacado de encima al harapiento de Max, solo le traería dificultades. Se merecía el dinero de la venta por protegerlo de sí mismo y sus tontas ideas. No era un robo, Era un justo premio. Apretó en su mano el vaso y pensó en el maletín que Hervé le había dado.
-. Salud! por un buen negocio – dijo levantando su copa y permitiéndose sonreír
El yate surcaba velozmente sobre el mar, las olas crecían de altura debido al mal tiempo y el capitán aceleraba para llegar pronto a tierra. La tormenta caería sobre ellos en cualquier minuto.
ADAMIR
El funeral fue triste bajo el viento y la lluvia. Cientos de paraguas negros despidieron a su madre entre lágrimas. Adamir no quiso ver el rostro de su madre, Prefería recordar su cara emocionada de la última vez que se vieron y hablaron. Volvieron todos a la casa familiar pero no hubo un momento de tranquilidad como para que Adamir hablara a solas con su padre. Aun había muchos familiares en el piso inferior. Adamir se separó del grupo y subió las escaleras. Buscaba sus recuerdos y el cuarto que había sido suyo de niño y adolescente. Abrió la puerta sin saber que iba a encontrar del otro lado. La emoción lo envolvió en un manto cálido cuando se dio cuenta que el dormitorio estaba casi idéntico a como él lo había dejado cuando decidió partir. Avanzó observando todo y permitiendo que los recuerdos lo llenaran. Una foto de él con sus padres… Tenía unos 7 años.
-. Tu mamá se sentaba en este cuarto por horas después que te fuiste
En la puerta estaba su padre
-. Ella pensaba que era culpa suya que te hubieras desviado del buen camino. Nunca dejó de rezar para que volvieras
Adamir desvió la vista hacia el paisaje de la ventana. No podía con la mirada de su padre… Con la tristeza que le producía imaginar a su madre esperándolo
-. Ya es hora de que vuelvas, hijo
-. ¿Que vuelva? – repitió
-. El próximo voy a ser yo y no quiero irme sin saber que todos mis hijos están bien.
Adamir devolvió la foto a la repisa
-. Yo estoy bien, padre. No debe preocuparse por mi
El hombre negó con la cabeza, lentamente, y se aproximó a su hijo. Tuvo que levantar la cabeza para poder mirar a su hijo a los ojos. La tristeza y el dolor lo habían empequeñecido.
-. No trates de engañarme. Tú no estás bien. Yo puedo sentirlo
Adamir vio su reflejo en los ojos tristes de su padre y no supo que responder
-. Hay un lugar para ti aquí. Hay mucho espacio en esta casa
¿Qué decía su padre? No era posible que le estuviera proponiendo volver al hogar familiar?!!! La idea le pareció tan descabellada que no encontró forma de replicarla
-. Tus hermanos tienen mucho trabajo en los astilleros, más de lo que pueden ellos solos
No. Definitivamente esto era demasiado. Su padre le ofrecía casa y ahora trabajo…. ¿Acaso no sabía de su vida y de lo que él hacía?!! Ni siquiera podía pensar en lo que su padre le proponía… La idea estaba más allá de cualquier lógica… ¿Volver??!! Ja!… ¿Volver a la casa familiar???…
-. Yo… Tengo que regresar a la… Debo irme, papá
-. ¿Ahora? ¿No puedes esperar hasta mañana?
No. No podía ni quería esperar. Necesitaba ver a Max con urgencia y escapar del peso de todo lo que significaba la casa y la familia… Lo aplastaba… Lo dejaba aturdido… Era como una roca sobre su pecho que no lo dejaba estar tranquilo. Quería huir de esa casa, de los sentimientos y de las personas que estaban en el piso inferior.
-. Volveré a visitarte más adelante – dijo adelantándose a abrazarlo con ganas. Se demoró en soltarlo… No quería que su padre viera lo emocional que se había puesto. Le besó la mejilla arrugada y salió del cuarto como si lo persiguiera el demonio. Bajó la escalera corriendo
-. ¿Adónde vas? Vamos a cenar todos juntos
Nazir lo interceptó cuando estaba a punto de llegar a la puerta de salida
-. No puedo… Me voy
-. No puedes irte con este temporal. Vamos. Todos quieren hablar contigo y conocerte.
Vaya! Nazir había dicho justamente lo necesario para impulsarlo a irse con más ganas. No entraría al comedor por nada del mundo.
-. Debo volver a la isla. Hoy fue la subasta y debo revisar todo.
Nazir se adelantó un paso
-. A ti te pasa algo que no me has dicho – lo sostuvo del brazo. Por un momento sus miradas se cruzaron.
-. Claro que me pasa algo. Acabamos de enterrar a nuestra madre. – Sacudió el brazo para librarse de Nazir – Adiós
Salió de prisa sin despedirse de nadie más, mareado de tantas personas, ruido y emociones.
En el avión lo esperaba el piloto
-. Es arriesgado volar con este clima, señor
-. Quiero llegar a mi casa esta noche. ¿Puede volar o no? – preguntó con más rudeza de la necesaria
-. Si, señor
-. Bien. Nos vamos entonces
Adamir se ajustó el cinturón tironeando con demasiada fuerza. No sabía que le pasaba. Estaba alterado, enojado, ansioso… un sinfín de emociones se habían llevado la calma que sentía unos días atrás. Aún con la cinta del cinturón en la mano miró por la ventana. Estaba oscuro y ruidoso, lluvia y viento… como el bullicio que había en su cabeza y que no sabía cómo apaciguar. Recostó la cabeza contra el respaldo en un inútil intento de relajarse y calmarse. El avión comenzó a carretear. Adamir pensó en la isla, en su hermosa casa, en todo lo que le gustaba de ese lugar…
-. Max. – Suspiró
Quería ver a Max. Él sabía cómo calmarlo sin hacer nada especial. Solo tenía que ser él mismo. Iniciaron el viaje sin que Adamir lograra calmar su ansiedad.
Se aproximaron a la isla luego de un viaje peligroso, con mucha turbulencia. Los truenos estremecían por completo el avión y, por momentos la pequeña nave era como una pluma batida por el temporal
-. Sujétese bien, señor. Eso no va a ser fácil
El piloto maniobró hasta sentirse seguro. Gracias a su experiencia lograron aterrizar
-. Bien hecho
Adamir felicitó al hombre que sudaba a chorros en su asiento
El amo atravesó la pista caminando apurado. La lluvia lo mojó empapó y el viento enroscaba su pelo y lo empujaba. El temporal agarraba fuerza
-. Buenas noches, señor
El primer guardia del recinto, protegido bajo un alero, lo saludó al reconocerlo. Adamir corrió los últimos metros hasta su casa. Recobró el aliento al cerrar la puerta y dejar la lluvia atrás. Por fin estaba en su casa. Encendió la luz y se quitó la chaqueta empapada. El pelo le chorreaba por la espalda. Con rapidez se dirigió al baño y tomo una toalla para secarse… Mientras la pasaba por su rostro y pelo sintió que algo no estaba bien; se quedó quieto intentando determinar que era. Oscuridad y silencio… dentro de la casa había mucho silencio.
-. Max?
Dejó el baño y abrió la puerta del cuarto de Max… Todo estaba en un oscuro silencio. Encendió la luz. Su vista quedó pegada en la cama vacía…
-. Max!!! MAX!!!
Recorrió gritando y encendiendo luces en cada cuarto de la casa incluyendo baños y escritorio. Sus gritos eran opacados por el ruido externo del temporal.
¿Qué habrían hecho con él? ¿Por qué lo habían sacado de su casa sin autorización?
Levantó el teléfono y marco a la enfermera
-. ¿Dónde está Max? – preguntó olvidando saludar
-. Está en su casa – respondió la mujer
-. No. No está aquí. La dejé a cargo, ¿cómo es que no sabe adónde lo llevaron?
-. Es que sucedió una desgracia, señor. No pude cumplir sus órdenes pero el señor Exequiel se encargó de todo él solo
Adamir no creía en predicciones pero tuvo una muy clara sensación de que algo malo sucedía
-. ¿Dejó que Exequiel se encargara de todo? Por algo le pedí su ayuda – estaba comenzando a gritar – Como pudo, mujer del…
-. Verá señor, me fracturé el tobillo al subir del muelle…
-. No me importa si se rompió las piernas!! Usted tenía órdenes que cumplir!!!
Un ofendido silencio del otro lado de la línea
-. ¿Dónde está Exequiel ahora? – ladró Adamir
-. No lo he visto desde que llegaron los compradores. Yo estoy en la enfermería porque…
Adamir colgó el teléfono sin escuchar el relato de la mujer. No le interesaban las excusas. ¿Cómo era posible que hubiera confiado en esa tonta mujer??? Estúpida zorra!!!
Marcó en el teléfono el número de Exequiel. Sonó repetidas veces pero nadie respondió. ¿Dónde se habría metido a esta hora y con esta fuerte lluvia? El único lugar donde podría estar era el comedor.
-. Diga – una voz femenina respondió en el comedor
-. Habla Adamir. ¿Esta Exequiel ahí? – preguntó apurado
-. No señor. No…
-. ¿Está segura?
-. Si, señor. El amo Exequiel no vino a cenar hoy
Cada segundo que pasaba, Adamir sentía crecer el desasosiego en su estómago… Como una pelota de nieve que iba creciendo cerro abajo ¿Dónde se había metido Exequiel y que había hecho con Max? Comenzaba a estar muy enojado.
Sin recordar la chaqueta, abrió la puerta exterior y corrió hasta el guardia
-. ¿Dónde está Max?!! – Le gritó al sorprendido hombre sujetándolo de los hombros – ¿Dónde está el esclavo que estaba en mi casa?!! – Adamir lo zarandeaba
El guardia recordó haber visto desde su puesto cuando Exequiel sacó a Max de la casa del amo, pero no sabía donde lo habían llevado ni que había de malo en ello
-. El señor Exequiel se lo llevó – respondió confundido
-. ¿Adónde? ¿Adónde lo llevó?
-. Salieron de su casa llevando al esclavo en brazos, señor
-. ¿Quienes salieron??!!
-. No sé quien era la otra persona… No lo había visto antes.
¿Quién demonios había estado en su casa??? ¿Por qué Exequiel había hecho entrar… A quien? ¿Un comprador?? ¿Qué estaba pasando??!!!
-. Encuentre a Exequiel!!- gritó – Quiero que todos lo busquen hasta que lo encuentren y me lo traigan ya mismo!!!
-. Si,i señor
El hombre echó a correr bajo la lluvia. Adamir quedó solo dando vueltas a las preguntas en su cabeza… ¿Qué podía haber hecho Exequiel con Max? Presagiaba que nada bueno… Pero ¿Dónde lo había llevado y por qué?… Maldición!! Sin poder aguantarse, corrió en dirección contraria a su casa hacia el comedor, la enfermería y los dormitorios de los amos.
En el comedor se encontraban reunidos algunos amos y varios guardias. Al entrar Adamir todos lo miraron en un incómodo silencio
-. ¿Dónde está Exequiel?
Uno de los guardias se adelantó
-. La última vez que alguien lo vio iba hacia el muelle, en dirección al yate de los compradores
Adamir sintió que el corazón dejaba de latirle y el miedo se cuajaba en su estómago
-. Llevaba un bolso, señor. Dijo que lo habían olvidado los compradores
-. Y Max? ¿Alguien sabe donde está Max?
El silencio y las miradas no presagiaban nada bueno.
-. El amo Exequiel lo llevó en el yate
- No era posible,,,
Adamir se abalanzó furioso contra el guardia que le había informado. El empujón hizo que ambos cayeran al suelo. Adamir, completamente fuera de sí, golpeo con su puño el rostro del hombre mientras gritaba
-. ¿Dónde está Max?!! ¿Dónde???!!!
Todos miraban ansiosos por intervenir pero sin atreverse a tocar al amo.
Uno de los otros amos se acercó y lo sujetó del hombro
-. Adamir. Exequiel se llevó a Max en el yate.
Adamir se sujetaba la cabeza con ambas manos… No. No. No era posible… Tenía que ser un error tremendo… La bola en su estómago era una roca dura
-. ¿Cómo es posible?? No puede ser… Max no puede…
-. Algunos de los hombres los vieron subir. Pensamos que lo habían vendido…
¿Eran todos estúpidos? ¿No había ninguno de ellos con un mínimo de inteligencia?? ¿Cómo iba a vender a Max??
-. Yo no vendí a Max!!! ¿Cómo lo permitieron???!!! Ustedes tenían que cuidarlo!!! Quienes estaban de guardia en mi casa??!!! – gritaba mirándolos a todos con displicencia y enojo, con desesperación y angustia… Max… ¿Dónde estaba su Max? ¿Qué le había hecho Exequiel? Sentía que enloquecía de angustia…
Dos hombres se adelantaron al resto. Adamir los reconoció como los guardias que había dejado a cargo antes de salir
-. El amo Exequiel nos envió a otra parte.
-. Tenían órdenes mías de no abandonar a Max!!!
Adamir se veía peligrosamente descontrolado
-. El amo Exequiel dijo que…
-. El amo Exequiel estaba despedido. Hoy era su último día!!!
El silencio reinó en la sala. Los truenos retumbaban en el exterior pero los gritos de Adamir eran más cortantes. Miradas desconcertadas y rostros incrédulos entre todos ellos
-. Inútiles!! Buenos para nada!!! No tenían que abandonar su puesto!!! – caminaba de un lado a otro en pasos largos… se detenía, los miraba a todos y volvía a caminar… – Se largan de aquí mañana mismo!!! No los quiero volver a ver!!! – los apuntaba y hacía gestos de desprecio
Los guardias se miraron humillados y confundidos
-. ¡Cómo ninguno fue capaz de detenerlo?? Estoy rodeado de idiotas!!! – sus gritos tronaban por sobre los relámpagos
Adamir salió al exterior. Con paso decidido se dirigió al dormitorio de Exequiel. Pateó la puerta que del impacto rebotó en la pared. El desorden dentro de la habitación era un indicio de la prisa que Exequiel había tenido para salir. En el rostro de Adamir algunos músculos temblaban. Completamente empapado volvió a salir al exterior para dirigirse a la enfermería esta vez. No respondió al saludo del ayudante y de un brusco empujón abrió la puerta y prendió la luz del cuarto donde descansaba la señora Cellis
-. La dejé a cargo, mujer
-. Amo Adamir. Tuve un accidente…
Ciertamente la señora Cellis no esperaba el par de furiosas bofetadas que Adamir le dio en pleno rostro
-. Exequiel se llevó a Max y nadie, ninguno de todos los inútiles que hay en esta isla hizo algo por detenerlo!!!
A la enfermera Cellis se le llenaron los ojos de lágrimas y miedo. Adamir parecía un loco dispuesto a arrojarse sobre ella y matarla. Nunca lo había visto así.
-. Usted es la responsable!!! – Adamir la acusaba apuntándola con el dedo y con la mirada – Yo la dejé a cargo
-. Pero me fracturé el pie!!!- gritó la mujer en su defensa mostrando el tobillo vendado
-. Agradezca que no le quiebro el maldito cuello, estúpida!!!
-. Pero yo no sabía, amo Adamir.
-. Le dije que usted quedaba a cargo!! Se lo dije!!! – la amenazaba con sus gritos y la mujer se protegió el rostro con sus brazos y se ahogaba en lágrimas – Exequiel se robó a Max, lo subió en el yate de los…
Adamir guardó silencio antes de terminar la frase y luego abandonó de prisa el edificio de la enfermería. Corría bajo la lluvia, resbalando y cayendo empujado por el viento. Había recordado algo importante. El yate tenía radio y sistema de comunicaciones además de teléfono ¿Cómo se llamaba el último comprador?… Sergei!!! Sergei… Si tenía todos los datos de Sergei. Podía comunicarse con ellos. Necesitaba volver de prisa a su oficina para encontrar los datos.
Adamir tecleaba nerviosamente buscando el nombre de Sergei en el computador. Era tal su desesperación que no le importó mojar y ensuciar su casa ni el barro que tenía en la ropa y en el pelo. Se equivocaba al pulsar las letras debido a la extrema ansiedad y se enojaba consigo mismo, gritando maldiciones. Finalmente encontró lo que buscaba… En el primer papel que encontró anotó el número de teléfono de Sergei y corrió a marcarlo. Esperaba angustiado el sonido de conexión pero lo único que escuchaba era la interferencia del viento y el temporal.
-. No. No. Nooooo
Marcó una y otra vez… La ropa mojada le estaba produciendo mucho frío pero no tenía tiempo de cambiarse.
-. Responde, maldición! Responde!!!
Finalmente, la conexión se produjo y pudo escuchar la voz de Sergei detrás del ruido de interferencia,
-. Hola
-. Sergei!! Sergei soy Adamir
-. Amigo! Como estas… te escucho muy mal
-. Sergei es importante que me escuches – Adamir se aferraba al teléfono como si su vida dependiera de ello
-. Hola?? La conexión está muy mala…
- No vayas a cortar. No
-. Necesito saber dónde está el esclavo que te llevaste
-. ¿Cómo??
Diablos!! Tenía que saber. Volvió a preguntar con mucha lentitud, marcando cada palabra
-. El esclavo que te llevaste. ¿Dónde está?
-. Ah el chico es perfecto. Enzo está aquí conmigo
-. NO!! No Enzo. El otro chico
-. Ah! ¿El chico que compró Hervé?
-. ¿Quien??
-. Hervé
Quién demonios era ese tipo???
-. Si. ¿Dónde está ese chico?
-. Adamir, no te escucho…
-. ¿Dónde está ese chico?
-. Hervé se lo llevó en cuanto llegamos a tierra
-. No!!!..
Adamir sintió un dolor tan fuerte en el pecho que pensó su corazón estaba fallando… respiró agitado y se sostuvo del escritorio…
-. ¿Adónde? Dime adonde se lo llevó?
-. Como dices??? Ya no te escucho.
El viento arreciaba afuera y el ruido de interferencia en la línea hacía imposible seguir hablando… pero Adamir insistía
-. ¿Dime dónde lo llevó??
-. No te escucho… Hola?… Hola?… Vaya… Parece que se cortó…
Y de pronto la línea estaba muerta. Sergei había cortado y el silencio era horrible
-. Sergei… SERGEI!!! NOOO…
Azotó el teléfono con rabia devolviéndolo a su sitio. Luego intentó marcar nuevamente, pero fue inútil. Las líneas habían muerto a causa del temporal. Se llevó las manos a los costados de la cabeza y enredó su pelo en ellas… Se apretaba a sí mismo, presa de la desesperación… Max estaba con ese tipo… Hervé se lo había llevado quien sabe dónde… No… No… El dolor era insoportable y tuvo que doblarse para resistirlo… El maldito de Exequiel había vendido a Max y ese tipo creía tener derechos sobre… No… Nooooo. Max… No… Le corrían las lágrimas que se mezclaban con el agua que chorreaba su pelo… Max… Con sus propias uñas se arañó la cara. No creía poder aguatar lo que estaba sintiendo… En la soledad de su casa gritó como condenado el nombre de Max
-. MAAAAAAAAX..
Se había ido… otro hombre lo tenía…
Adamir gemía sintiendo que iba a reventar…
De pronto levantó el rostro con una nueva idea. Miró en la pantalla el nombre de la ciudad y el país donde vivía Sergei. Eso era!! Tenía que ir a buscarlo!! No podía quedarse sentado esperando…
Salió de la casa tal como estaba. El viento era aún más fuerte y tenía dificultades para caminar. Minutos después se detuvo frente a la habitación del piloto del avión. Golpeó la puerta colérico… Al borde de la locura misma
-. Don Adamir
El hombre se sorprendió no solo de verlo bajo la lluvia sino del aspecto que mostraba su jefe
-. Prepara el avión. Tenemos que viajar ya mismo – la voz le salía entrecortada a causa del frío y de las emociones
El piloto abrió la boca y pestañeó repetidas veces
-. No podemos viajar ahora, señor. Mire el tiempo como está
-. Pudiste volar hace un rato. Necesito que me lleves con urgencia
-. Señor! No se puede hasta que pase el temporal
Adamir entró a la casa y arremetió contra el piloto empujándolo contra una pared
-. Es urgente!!! Necesito ir a buscar a Max!! No tengo tiempo que perder!!!
El piloto era un hombre experimentado que llevaba muchos años trabajando para Adamir. Estaba impresionado por lo que veía pero tenía claro que era imposible viajar con ese tiempo. Mantuvo la calma, dispuesto a usar la fuerza si era necesario.
-. Lo siento, señor pero por su propia seguridad, no puedo llevarlo ahora
La calma y la certeza con que le habló el hombre provocaron una reacción interna en la mente de Adamir. Algo de la cordura que había perdido resucitó por unos instantes. Su cara de loco se fue transformando lentamente en una mueca horrible de dolor…
No podía ir a buscar a Max con este temporal y su chico estaba en manos de un hombre que se creía su dueño…
La sola idea de que alguien más tocara a Max era… Aaahhgg..
El piloto vio como los ojos dorados del amo se inundaban de lágrimas y un lamento doloroso se le escapaba de los labios… Su cuerpo se estremeció en un temblor involuntario y las rodillas se le doblaron haciéndolo caer en completa desolación
Fue tanta la impresión del piloto que no supo qué hacer…
En el medio de su dormitorio yacía de rodillas, llorando e impotente, el amo de la isla.
Noooooo xq eres así!!! Máx!!!!
Ay NO!!! No nos puedes dejar ASÍ!!!
Estuvo increíble el capítulo… pero un poco cruel para tus lectores….
Hola Jimmy!
No me culpes a mi: ya viste que fue Exequiel el maldito que lo vendió!! Yo solo escribo lo que veo en mi pantalla mental XD
Gracias por lo de increíble <3
Se que fue un poco fuerte pero toda la historia lo es. Intentaré actualizar lo antes posible.
Saludos!
Nani.
Sufreee malditomaldito sufreee
En eso está. No te preocupes… 🙂
increible :O
Gracias! Era un cap importante.
de todos los capitulos este es el mejor y el peor
por favor sube el otro pronto y ojala que adamir lo recupere
Hola Camila!. Sé que era un capítulo importante y tal como dices, el mejor y peor a la vez. Estoy trabajando en el proximo cap y espero subirlo muy pronto. Gracias!!! <3
Wow tus historias nunca me decepcionan. Me encanta cómo escribes los sentimientos de cada personaje de verdad que los sabes transmitir. Te amo xD
Hola Laura! Gracias!!! que lindo lo que me dices. Intento «sentir» a cada personaje y pensar como lo harían; A vecs es tan fuerte que me hacen llorar, sufrir o reirme… Muchas gracias por el cariño!!! es emocionante. <3
Aaah😵😵😨😨
Estoy que lloro de la ansiedad
Hoy fue un excelente inicio, ya que me había quedado sin lap al recuperarla me di cuenta de 2 caps nuevos y al leerlos se me hicieron agua, quiero mas!!!!
pobre Adamir, todo se le junto T_T, en el proximo cap sabremos sobre Max o sobre Matias?