Capítulo 19

 

CAPÍTULO 19

 

Nadie pudo decir después quien fue el alumno que dio la voz de alarma a los inspectores pero uno de ellos, el inspector Jara, recién llegado a la escuela y deseoso de cumplir bien su trabajo, prestó atención a lo que el alumno decía y se dirigió de prisa a ver qué sucedía tras la puerta cerrada de la sala 23. Por los gritos que escuchó dentro era claro que nada bueno. Forzó la puerta y corrió hasta el fondo donde un montón de chicos del equipo de futbol tenían entre sus manos a un chico delgado y menudo, casi desnudo y lleno de golpes. El chico sangraba de la nariz y mostraba evidencia de golpes en su cuerpo.

-. Pero qué demonios hacen??!!! – gritó empujando a los más grandes, arriesgándose a ser golpeado, pero indignado. Jara era un hombre de unos treinta y tantos años y con un estado físico más que suficiente para defenderse de cualquiera de ellos.

-. Ya basta! Déjenlo! – gritó empujando a los agresores

Detrás de él entró otro inspector y un profesor. Entre ambos detuvieron a los atacantes que gritaban y aprovechaban cualquier descuido para propinar las últimas patadas y golpes al chico caído.

-. Es un marica. Le gusta manosear!!

-. Ya basta. Sáquelos de aquí! – gritó el inspector Jara a los otros dos hombres mayores que fueron empujando a los agresores hasta que todos abandonaron la sala dejando a Jara con el alumno golpeado.

Carlitos quedo tirado en el suelo, solo conservaba su calzoncillo. Estaba golpeado, sangrando, temblando, gritando y llorando descontrolado. El inspector Jara sintió el coraje de la impotencia. ¿Cómo era posible que los chicos de la escuela hicieran esto?? Intentó acercarse pero el muchacho en el suelo no dejaba de gritar aterrado y de repartir golpes y patadas.

-. No voy a hacerte daño… escucha… mírame, por favor. Soy inspector del colegio. No voy a hacerte daño

Le costó hacer que Carlitos lo escuchara y se quedara tranquilo. Finalmente,  el inspector Jara pudo acercarse

-. Dios mío… qué barbaridad. Déjame ayudarte a vestir para llevarte a la enfermería

Al intentar ponerle la ropa, Carlitos reanudó los gritos y fue cuando Jara se dio cuenta de los dedos quebrados de la mano de Carlitos. Una mezcla de dolor y rabia sorda se apoderó del hombre que lo llevó al borde de las lágrimas. Conteniendo su furia, se quitó la chaqueta y con mucho cuidado envolvió a Carlitos en ella. Lo levantó en brazos y salió raudo a la enfermería.

-. Hay que llevarlo a urgencias en el hospital – dijo la enfermera, luego de darle un calmante y detener el sangrado de nariz

-. Llamaré a su familia  – pero cuando Jara fue a levantar el teléfono, Carlitos le gritó que no lo hiciera. Explicó que su mamá estaba enferma no podía hacer nada. Que mejor llamaran a su tía. Y así fue como Leila llegó a la escuela casi junto con la ambulancia. El salón de belleza estaba a solo 4 cuadras de la escuela que ella corrió sin detenerse. Jara admiró la entereza de la mujer al ver la condición en que estaba su sobrino

-. Señora, lamento mucho lo sucedido… – el inspector jara deseaba poder hacer algo más

-. Luego me dará las explicaciones – dijo Leila cortante y amenazante.

La ambulancia se llevó a Carlitos, Leila y la enfermera. El inspector Jara se dirigió en busca del otro inspector que tenía a los agresores.

-. ¿Donde están? – preguntó extrañado de encontrar al hombre caminando por el pasillo cerca del comedor

-. ¿Quiénes? – preguntó aquel sorprendido

-. Los que agredieron al chico!!!- respondió Jara casi en un grito

-. Ah… almorzando supongo – dijo el inspector mayor alzando los hombros con indiferencia

-. Pero … cómo?? no están detenidos ni se llamó a sus padres ni..

-. Inspector Jara. Usted es joven y muy nuevo aquí. No entiende cómo se hacen las cosas – explicó condescendiente el mayor y se acercó a Jara para susurrarle – ese chico es homosexual y siempre anda causando problemas – acompañó la explicación de un gesto en su rostro que daba a entender lo desagradable que le resultaba todo aquello. – Los chicos del equipo de futbol son buenos chicos… a veces se desordenan un poco pero no pasa nada grave

Jara lo miró fijamente y su rostro fue adquiriendo visos de indignación. Con toda honestidad, le resultaba imposible creer lo que estaba escuchando. Acaso el hombre era ciego y no había visto lo mismo que él?

-. Creo que es usted quien no entiende cómo deben hacerse las cosas aquí y en cualquier otra escuela- respondió con gravedad

Jara comenzó a caminar decidido hacia la oficina de dirección. El inspector mayor lo siguió. Lo llamaba por el nombre pero Jara iba enceguecido.

-. Jara! Espere! ¿Qué va a hacer, hombre? fue solo un susto…

Jara tomó el teléfono de la secretaria del director, marcó un número y esperó con el rostro crispado de rabia.  El inspector viejo, sospechando que Jara podría traer problemas al establecimiento, corrió hacia la oficina del director para ponerlo al tanto de lo sucedido.

-. ¿De qué se trata todo esto, Jara? – demandó el director minutos después, saliendo de su oficina, seguido del inspector mayor

-. Un alumno fue gravemente agredido, señor – respondió Jara alzando el rostro, la barbilla y la voz. Estaba en el mesón escribiendo un informe de lo que había presenciado

-. No debe ser tanto, hombre. Ese chico estaba suspendido por problemático. No es necesario alarmar a nadie – dijo el director tratando de calmarlo

-. Ya es muy tarde señor. Hice la denuncia y la policía viene en camino – respondió Jara dejando a todos estupefactos.

 

Carlitos no sabía cuál de los dolores qué sentía era peor: si el tormento sordo que le quemaba por dentro y le machacaba la cabeza como si fuera un martillo atacando sus sentimientos o los dos dedos quebrados en su mano junto a todos los golpes recibidos en el cuerpo.  Lo habían obligado a pasar la noche en el hospital para monitorear cualquier posible herida interna. No había dicho nada ni abierto la boca desde que saliera de la escuela. Estaba tan choqueado que no podía hablar. Los médicos preguntaron y prepararon informes. Sugirieron traer a un psiquiatra para que hablara con él, sin embargo Leila había actuado como su voz y hablado, furiosa con todo el mundo y exigiendo atención médica y castigo para los culpables, vociferando contra la escuela y los padres irresponsables y los mocosos malcriados de sus hijos. En algún momento de la  tarde aparecieron policías a pedir su declaración. Leila le preguntó si deseaba recibirlos pero Carlitos estaba ausente de su propio cuerpo. Su mente se evadía y deseaba abandonar todo. Leila los despidió a todos y se encargó de que se respetara su deseo de paz y silencio. Cuando anocheció, ella también tuvo que partir.

-. Volveré mañana temprano, cariño – dijo besando su frente y ocultando su rostro para que no le viera las lágrimas – le inventaré algo a tu mamá para explicar tu ausencia. No te preocupes por ella.

Carlitos suspiró agradecido cuando finalmente se encontró solo en un cuarto blanco y desconocido pero en silencio. Se sentía como si hubiera sido arrollado por una aplanadora que le molió el cuerpo pero también se llevó todo lo que había comenzado a incubar por dentro. Era un tonto… un rematado y completo tonto descerebrado. ¿Cómo había podido olvidar la causa de su suspensión y no pensar en la venganza de los idiotas?? Era tan obvio!!! Pero se le había olvidado… en lo único que había pensado era en volver a ver a Bruno en la escuela y en ilusionarse por tratar de comprobar si algo había cambiado en él. Ya tenía su respuesta. En sus dedos rotos y en su cuerpo golpeado. Era el mismo idiota de siempre, aunque esta vez había sido más violento y peor que antes. Sintió el calor de la rabia subirle hasta la cabeza ¿En verdad creyó que Bruno cambiaría con él? ¿Con Carlitos?  ¿Qué tal vez mágicamente se volvería bueno y noble con todo el mundo porque se había enamorado? Aaahhh Rayos!! Quería gritar y golpear. El dolor de la desilusión era tan grande… ¿Qué lo había hecho creer que Bruno lo defendería y protegería?.. le había gritado pidiendo ayuda… sintió que Bruno lo había mirado a los ojos y expresado alguna forma de reconocimiento… ¿en serio había creído eso?? ¿Qué clase de tarado era él mismo??!!   Levantó en el aire su mano inmovilizada. Se merecía el dolor que sentía por ser tan tonto.  Se durmió cuando una de las enfermeras se compadeció de sus lágrimas calladas e incesantes y le dio un medicamento para que descansara.

 

. No volverás a esa escuela nunca más – dijo Leila al día siguiente.  Había pasado buena parte de la mañana en la escuela hablando con el director. El hombre deseaba que se levantaran los cargos y llegaran a un acuerdo amistoso. Leila se había negado rotundamente

-. Llegaremos hasta las últimas consecuencias – respondió muy serena

-. Pero señora, son chicos de buenas familias y esto es un escándalo para la reputación de nuestra escuela.

-. No son buenas familias si no educan bien a sus hijos – contestó Leila ya no tan tranquila – y usted, señor director, es el mayor responsable de lo que aquí pasó. Han sido años de abuso y usted nunca los detuvo.

El hombre fue a hablar pero Leila no se lo permitió

-. Carlitos no volverá a la escuela porque este lugar no es seguro para él. Quiero que le cierre el año escolar ahora mismo. Luego vendré a retirar su certificado de graduación

-. Pero señora…

– Pero señora nada!!! Mejor agradézcame que no lo demando a usted por negligente

-. Usted no puede…

-. Si puedo y hablaré con mi abogado para hacerlo si no cumple con lo que estoy pidiendo.

El director permaneció en su asiento mirando fijamente a Leila que lo amenazaba con nuevas demanda y un abogado. No tenía como saber que Leila ni siquiera conocía a un abogado.  Demonios! Ya tenía suficiente con tener que hablar con las familias de los chicos agresores, los profesores que también le exigían medidas ejemplares y ese maldito inspector nuevo que planeaba despedir en cuanto pudiera…

-. No es necesario que el alumno vuelva a clases. Se le cerrará el año escolar ahora mismo – indicó aceptando que era lo mejor para todos

Leila dejó la oficina del director un poco más tranquila de lo que había entrado. Había conseguido que Carlitos no volviera a pisar ese lugar y eso era bueno, dentro de todo.

-. Señora Leila ¿cómo está su sobrino?

Jara la había seguido y ahora se acomodaba a su ritmo para caminar junto a ella por el pasillo desierto a esa hora de la mañana

-. Tiene traumas y fracturas – respondió secamente. Estaba molesta con todos en la escuela

-. Lo lamento mucho. ¿Creé usted que podría visitarlo más tarde?

La pregunta la hizo detenerse y prestar atención al hombre por primera vez. Se encontró con un rostro nuevo, desconocido, amable y genuinamente preocupado. Por unos segundos Leila se sintió desconcertada ante alguien que no recordaba pero que sabía su nombre

-. ¿Quién es usted?

-. Soy el nuevo inspector. Gastón Jara. Yo encontré a Carlos ayer e hice la denuncia.

Vaya! este hombre era la razón de que finalmente algo hubiera cambiado.  Ya suponía ella que la intervención de la policía no había sido a causa del director

-. Disculpe. Me llamo Leila – Repitió su nombre aceptando la mano del inspector como saludo  – Gracias – dijo sinceramente

-. No hay de que – dijo Jara mostrando un cierto rubor y bajando la mirada ante el desconcierto de Leila

– ¿Puedo visitar a su sobrino en la tarde? – volvió a preguntar Jara

-. El no está muy comunicativo pero puede intentarlo, si desea

-. Gracias. Iré a verlo al terminar el trabajo – la sonrisa de Jara era leve al mirarla pero tenía el inconfundible sabor de la admiración. Leila se despidió y caminó de prisa, pensando que su mente le jugaba malas pasadas y se confundía con las señales.

 

 

 

 

 

3 comentarios sobre “Capítulo 19

  1. Todo me ocurre al revés, yo quería una patada en los huevos de Bruno y la emprendes con mi Carlitos, me lo llevaré a mi casa si lo haces sufrir tanto, aunque sé que el protagonista es como el ave fénix, ha de quedar muy bajo, muy mal, por bueno y levantarse remontando el vuelo para acabar con los malhechores. Animo me va gustando

  2. Oh mai gash, si no tengo el pendiente de querer saber mas de la historia con Max & Mati ahora me dejas con las ansias de mas por saber que pasara con Carlitos, amo tus historias, soy una lectora fantasma que te lee desde amor-yaoi jajaja, no se si ya me habria animado a cometar haya pero no me puedo quedar callada.
    Espero tanto de esta historia, mas porque siempre me dejas con ganas de querer mas jajajaja y me quedo soprendida con cada capitulo, la historia parece tan sencilla pero es todo lo contrario.
    Espero que algun dia todo el karma del mundo se vaya en contra de Bruno y su estupido grupito.
    Muchas gracias por tu trabajo, lo amo 😍
    (Pdta: me siento pillina cada vez que leo M&M que cada vez que actualizas voy a leerlo a la privacidad de mi cuarto LOL😂)

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