Terminada la cena, Jarim y Raimundo se encargaron del lavado y aseo. López insistía en querer saber detalles de su visita a la ciudad y Rai solo contaba a medias lo que había hecho. Podría haber extendido su relato y hablarle acerca de la alocada noche que había pasado con nuevos amigos, decirle que había estaba feliz y sorprendido de haber conocido a Nano, que las catedrales de mármol eran increíbles, pero se detenía a pensar en que López había quedado solo en el campamento y sentía que era un poco triste hablarle de sus alegrías mientras él había estado solo. Rai se sorprendió un poco de sí mismo… normalmente prefería alardear que callarse, pero Jarim se portaba bien con él. Mejor guardaría las historias para la compartirlas con él cuando Jarim también hubiera tenido un fin de semana libre y volviera con historias que contar.
Estaban a punto de terminar cuando escucharon pasos en el comedor. Jarím se asomó de inmediato por la puerta
-. ¡Es el capitán! – exclamó sorprendido, dejando a Raimundo inmóvil… expectante…
-. ¿Puedo ayudarlo en algo, capitán? – preguntó Jarim
Raimundo no alcanzó a escuchar la respuesta. Solo escuchó como se abría la puerta y Fernando Ahumada llenaba la cocina con su presencia
-. Lariarte. Venga conmigo
Un pequeño espasmo frio en la espalda y el ya bien conocido nudo en el estómago
-. Si, capitán – dijo arrastrando las palabras
Cogió a la pasada la chaqueta del uniforme y se la puso mientras cruzaba el comedor detrás del capitán. Fernando caminaba como siempre, marcial y elástico. No se detenía a mirar si Raimundo lo seguía. Daba por hecho que su orden era obedecida. El frío fuera del comedor era implacable. Rai se subió el cuello y deseo haber traído la gorra. Sus orejas se estaban congelando. El cambio de temperatura con la cocina era extremo. Caminó detrás del capitán hasta que este abrió la puerta de su oficina y se quedó de pie a un costado esperando que el soldado entrara primero. Los ojos del capitán fijos en el soldado. Su cara… cero expresiones. Una vez adentro, Rai no se atrevió a girarse para mirarlo, sino que fijo su vista en un punto inespecífico del mapa de la pared. Estaba tan nervioso que le dolía el estómago.
Escucho al capitán cerrar la puerta, asegurándola. Luego, fueron sus pasos en la oficina detrás de él. Pasaron varios minutos de tensión antes que el capitán se decidiera a hablar
-. Soldado Lariarte… tengo un problema – dijo con esa voz extraña que usaba a veces cuando estaba conteniéndose
Raimundo mantenía su posición firme con la mirada al frente. No le había hecho una pregunta… no sabía si debía responder o no así es que optó por esperar en silencio con las manos y el cuerpo en tensión. De seguro que el problema tenía que ver con él… pero en serio que esta vez no sabía que había hecho.
-. Siempre que tengo un problema – continuó el capitán – lo resuelvo a la brevedad porque si no, los problemas crecen y se vuelven más difíciles de manejar. ¿Entiende lo que le digo?
Si. Entendía lo que hablaba… los problemas. resolverlos… lo que no entendía era porque de pronto estaba tan cerca de él invadiendo su metro cuadrado de privacidad personal y haciéndolo sentir incómodo… más nervioso aún
-. Si, capitán
-. No creo que entienda, Lariarte. Sería un milagro si lo hiciera y pudiera explicármelo porque yo mismo no termino de entenderlo
Rai de descolocó al escuchar las palabras que el capitán había expresado con vehemente fastidio… Si él no entendía sus propios problemas, ¿Qué podía hacer él? Ahora si no estaba entendiendo nada
-. Verá Lariarte… mi problema es usted
Fernando estaba a solo centímetros del rostro de Rai. Tan cerca que podía sentir el calor emanando de su cuerpo. Las palabras penetraron en el cerebro de Rai como una bala y reventaron haciendo eco en toda su cabeza… ¿Él era el problema?
-. Yo… no sé qué hice, capitán. No sé por qué soy el problema
Aunque quería no podía levantar la vista para mirar al capitán. Lo deseaba mucho, pero a la vez tenía miedo de enfrentar sus ojos penetrantes y la forma en que estaba hablándole
Entonces, de manera completamente inesperada, Raimundo sintió que los dedos del capitán tomaban su barbilla y le alzaban el rostro para encontrar sus ojos. Refulgían como gemas negras candentes.
-. Ca… pitan…
-. Silencio – murmuró muy quedamente – no hable
Su voz sonó a una orden expresada en una caricia.
El corazón de Raimundo se agitó en un espasmo. Sintió como se quedaba pegado mirando fijamente los ojos oscuros que parecían estudiarlo y debatirse… esperando tomar una decisión
-. Mi problema con usted es personal, Lariarte –continuó Fernando con voz ronca
¡Dios! Rai podía sentir sobre la piel de su rostro el aliento del capitán… estaba tan nervioso que sus piernas flaqueaban
-. ¿Qué… hice, Capitán? – balbuceo Raimundo, incapaz de seguir soportando la duda y esa mirada.
-. Se vino a meter a mi campamento y, de paso, a mi mente
Raimundo necesito de unos cuantos segundos para entender la respuesta, sorprenderse enormemente y abrir los ojos de manera desmesurada.
-. Aquí – dijo el capitán Ahumada llevándose una mano a la frente y golpeando el costado de su sien – usted se me ha metido aquí y no encuentro forma de quitarlo
Lo único que Raimundo hizo fue abrir la boca en señal de sorpresa… Quizás fue un gesto poco inteligente ya que el capitán desvió la vista de los ojos y su atención se concentró ahora en el par de labios abiertos que Raimundo tenía… labios llenos, suaves, rosados… húmedos y que parecían tan tentadores… tan deseables
Raimundo no atinada a entender… los nervios no lo dejaban pensar. Solo podía leer la expresión en el rostro de Fernando…
-. Capitán… no entiendo…
-. Es muy claro, solado. No puedo concentrarme en mi trabajo. Su presencia me distrae. Cuando estoy en el campamento estoy pensando en lo que estará haciendo en la cocina y cuando estoy trabajando es aún peor porque no sé lo que hace
El capitán Ahumada hablaba con una calma aterradoramente exagerada. ¿Lo estaba culpando de distraerlo? Pero… pero… Raimundo tuvo un solo segundo para pensar en el alcance de lo que estaba escuchando… por su mente pasaron varias explicaciones que incluían pensar que el capitán lo estaba despidiendo del campamento por “distraerlo” hasta la ridícula y quimérica idea de que estaba confesando algo más… Rai estaba en shock… incapaz de mover un dedo o pensar con claridad. Para peor, tener al capitán tan cerca hacia más complicado pensar…
-. Yo … no he hecho nada malo – susurró. Ni siquiera tenía claro de que se estaba defendiendo
-. Ahí se equivoca, soldado. Usted es el único culpable. ¿Cree acaso que no vi cómo se exhibía en ese pub? ¿Piensa que no me doy cuenta de que me mira a hurtadillas mientras desayuno o ceno? ¿Cree que su presencia pasa desapercibida?
Raimundo no podía decir si el capitán había perdido la cordura, pero lo cierto era que él si lo miraba a escondidas mientras cenaba… y lo del pub. Dios mío!! ¿Lo había visto???!! Qué vergüenza…
-. De esto también es culpable, soldado… del color que enciende sus mejillas ahora mismo
La mano del capitán Ahumada subió hasta su mejilla caliente y un dedo se deslizó suave y ardiente a la vez, tocándolo y haciéndolo temblar. Rai sintió el toque en su piel como una caricia que lo quemaba… por un breve segundo, el capitán cerró los ojos y Rai pensó que iba a acercarse más a él para… Dios!! ¡Para besarlo!!!. Contra todo lo aprendido, Raimundo retrocedió un paso, asustado, excitado, nervioso, confundido…
El capitán permaneció en el mismo sitio, aun con la mano levantada y la mirada fija en él
-. Usted me está haciendo la vida imposible
Rai aún no podía decidir si lo estaba echando del campamento o ¿qué?
-. Voy a preguntarle algo, Lariarte pero antes le advierto que esta conversación y todo lo que pase en esta oficina hoy día, es confidencial y privado, ¿Entiende? Solo entre usted y yo
¡Como si necesitara recalcárselo! Lo más probable es que no se atrevería ni siquiera a pensarlo mucho menos a hablarlo
-. ¿Es usted homosexual, Lariarte?
La pregunta aceleró la respiración de Raimundo al punto de sentirse mareado y físicamente adolorido. ¿Qué sabía el capitán? ¿Por qué indagaba sobre su secreto más oculto?… No era posible que él se hubiera delatado…
-. Capitán… yo… no…
¡Mierda!! ¡Mierda!! ¿Por qué las lágrimas acudían a sus ojos en los momentos más inoportunos de su vida?? Siempre le ocurría. Se le nubló la vista y el líquido cayó en lágrimas calientes por el costado de sus ojos. Le costaba respirar… no podía hablar. Estaba perdido… su mundo se desmoronaba. Lo había echado todo a perder…
Fernando sonrió casi con tristeza y asintió con la cabeza…
-. Estoy furioso con usted – confeso finalmente el capitán.
Esa frase causo intenso dolor en Raimundo. En medio de toda la confusión del momento, a Rai le dolió saber que el capitán estaba furioso con él. ¿eso era lo que le esperaba de ahora en adelante? ¿Qué todos lo odiaran, se rieran, lo expulsaran y burlaran de él?
-. ¿Va a echarme del campamento? – preguntó con un hilo de voz
Fernando mantuvo el rostro serio. Si. También había pensado en devolver al soldado Lariarte a otro regimiento y que alguien más se hiciera cargo del problema… pero no podía. Necesitaba ver ese par de ojos en esa cara hermosa pegada a ese cuerpo delgado que, finalmente había logrado reconocer, lo atraía y odiaba con igual intensidad.
-. ¿Desea marcharse? – pregunto gravemente
-. No, señor. No quiero que me envíe a otra parte – gimió de inmediato Raimundo controlando por fin las lágrimas que habían sido casi una confesión a gritos. No quería marcharse. No quería que nadie más lo supiera. Su cabeza a punto de estallar.
Ante el silencio del capitán, Raimundo insistió
-. Por favor, capitán. No quiero irme de aquí.
Se notaba en el rostro de Fernando como sus pensamientos libraban una batalla y se debatía en una decisión
-. Si le permito quedarse, tendrá que cumplir un castigo
-. ¿Un castigo? ¿Por qué, Capitán?
Fernando soltó una sonrisa casi imperceptible al acercarse de vuelta a él
-. Por trastocar mi vida y mi tranquilidad
-. Pero yo no hice nada, capitán
-. ¡Usted lo hace todo con solo respirar!!!
Fue la primera vez que Fernando pareció perder el control y subir el tono de voz
-. ¿Qué castigo, capitán? – preguntó Raimundo al borde de un ataque de angustia
Pasaron varios minutos en que Fernando lo miró intensamente antes de comenzar a caminar hacia el closet de su oficina
-. Quítese la chaqueta – ordenó
Rai quiso protestar, pero el miedo y el desconcierto fue mayor. Despacio… reticente, se quitó la chaqueta y la mantuvo apretada entre las manos
-. Déjela en la silla
Hizo lo que le pedía
-. Ahora gire y ponga sus manos sobre mi escritorio
Rai lo miró frunciendo las cejas… ¿Qué planeaba el capitán?
-. ¡Ahora, soldado! – rugió Fernando, asustándolo.
Se apresuró a cumplir la orden. Puso sus dos manos sobre la madera del escritorio mirando hacia la pared. Escuchó los pasos del capitán volver hacia él. Se acercó tanto que el pecho del capitán quedo pegado a su espalda… ¡Dios!! ¿En serio estaba despierto y esto estaba pasando? Rai quiso moverse, pero el capitán lo sujetó con firmeza y empujó su torso levemente hacia adelante.
-. Separe las piernas, soldado – dijo entremetiendo una de sus piernas para empujar las de Rai y ayudar a separarlas
-. Así está bien – murmuró en su oído. Luego suspiró y pareció dudar entre bajar a oler su cuello o quedarse así… pegado a su espalda
-. Esto es entre usted y yo, soldado.
Por la mente de Rai se atropellaron mil pensamientos. El primero fue sentir un raro alivio al entender que era una conversación privada… el capitán no pensaba contar su secreto. Eso era lo que le decía… Sin embargo, por más extraño que pudiera parecer, a Raimundo en ningún momento se le ocurrió pensar que estaba en peligro con el capitán.
-. Si, capitán – respondió a punto de soltar estúpidas lágrimas nuevamente. Se sentía indefenso y vulnerable, pero de alguna manera retorcida… estaba a salvo con el capitán
-. No se mueva ni levante las manos del escritorio – ordenó Fernando.
-. No lo haré, capitán
-. Esta primera es por no dejar mi mente en paz
Rai apretó sus manos a la madera… no estaba seguro, pero creía poder hacerse una idea de lo que iba a pas…
-. AAAhhhh! – Rai gritó sin poder evitarlo y las lágrimas rodaron por sus mejillas
Algo duro, delgado y firme había golpeado su culo dejándole una sensación de calor y dolor intenso. Se giró para ver al capitán con la fusta de su caballo en la mano. Se había quitado la chaqueta del uniforme y tenía los botones de la camisa abiertos a la altura del cuello y mitad del pecho. Raimundo, a pesar del dolor que sentía en el culo, quedo impresionado de la imagen que veía… Dios! Era un hombre tan imponente… tan… deseable y atractivo
Fernando volvió a hablarle muy cerca del oído… con palabras calmadas que parecían caricias
-. No grite, soldado – exigió mientras con la mano libre le limpió las lágrimas que rodaban por las mejillas, con inesperada suavidad.
-. Aprenda a aguantarlo. Su castigo es menos doloroso que lo que usted me está haciendo a mi
Rai estaba mareado, adolorido, expectante… No estaba seguro de entender lo que el capitán decía, pero sus manos no se despegaron de la mesa. Al contrario. Se sujetó a ella aun con más firmeza
-. Si… capitán – fue capaz de responder balbuceando
-. Esta segunda es por exhibirse como una puta el viernes en la noche
Antes de que Raimundo diera vuelta la cara para protestar, sintió en el aire silbar la fusta que cayó caliente y brutal sobre su trasero. Se mordió los labios para reprimir el grito… el llanto y el dolor. Aguantó estoicamente. Toda la emoción que sentía se concentró en su estómago, provocándole un fuerte espasmo
-. Así está mejor
Fernando estaba una vez más a su lado y lo miraba con atención, como si deseara calmarlo y revisar su condición al mismo tiempo
-. Esta… es por dejarse tocar
Rai se sujetó al escritorio hasta que sus manos se volvieron blancas. La fusta cayó nuevamente sobre su culo y por un instante sintió que le flaqueaban las piernas. El dolor era intenso… el nudo en su estómago comenzaba a moverse… bajaba hacia su ingle y se transformaba en algo diferente y desconocido que se concentraba caliente y urgente. Cerró los ojos… estaba jadeando, pero no se le había ocurrido moverse ni un centímetro de donde el capitán le había ordenado estar. Pasaron unos cuantos minutos antes que Fernando se acercara a él nuevamente
-. ¿Puede aguantar uno más?
Rai abrió los ojos que se desbordaron de lágrimas y se encontró con el rostro del capitán muy cerca… tan cerca que casi se tocaban
-. Si, capitán. Si puedo – respondió afirmando la voz lo mejor posible. Vio como a Fernando se le iluminaba el rostro al escuchar su respuesta… percibió como la mirada dura de sus ojos se volvía sedosa, caliente y animal… estaba satisfecho y complacido.
-. Buen soldado – dijo casi tocando sus labios para de inmediato retroceder y ubicarse detrás de él
-. Y esta última… es para que me tenga en sus pensamientos noche y día de la misma forma en que lo tengo yo a usted
Las lágrimas seguían cayendo por su rostro, el dolor le quemaba el trasero, pero, así y todo, Rai sonrió tontamente, encantado al escuchar la razón del último golpe… el capitán pensaba en él noche y día… se preparó y lo esperó… cuando llegó y su culo fue azotado, toda la tensión que se había acumulado en su bajo vientre reventó causando una explosión descontrolada que encontró una vía de escape inesperada. El dolor y el placer se fundieron en una sensación agónica. No pudo mantener la boca cerrada pero no fue un grito lo que salió de ella sino un gemido bajo, gutural, largo y susurrante. Sintió un incendio expandirse por su cuerpo… el mareo se convirtió en vértigo que no podía controlar. Sus piernas se doblaron y cayó al suelo como un títere inerte.
Sus pantalones estaban mojados y manchados por el frente. Su dignidad se había reducido a la nada misma. Su mundo acababa de ser sacudido, volteado, azotado…
Permaneció en esa posición por varios segundos hasta que pudo recuperarse. Antes de ponerse de pie, haciendo un esfuerzo casi sobrehumano para encarar la vergüenza, levantó la vista buscando el rostro del capitán.
Fernando estaba de pie, firme como una roca, aun con la fusta en la mano. Tenía el rostro y el cuello húmedo de sudor, el pelo revuelto y la mirada victoriosa y satisfecha. El capitán le devolvió una miraba directa. En el frente de su pantalón exhibía, sin ningún pudor, la misma mancha húmeda que él tenía.
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Esto está buenísimo, no puedo esperar a leer más, muchas gracias por compartir tu escritura <3
Gracias Mirka! Comparto con mucho gusto todo lo que escribo y me encanta saber que te agrada. Actualizaciones martes, jueves y sábados… jajaja amenos que la cuarentena me haga olvidar que día es como ya me pasó un jueves.
Muchas gracias!!!
Saludos. Nani
Me está encantando la historia, el capítulo ha estado on fire!
El Capitán me encanta, es de estos hombres que con solo mirarlos te tiemblan las piernas, y Rai debe estar flipando con lo que acaba de pasar, debe estar entre encantado y asustado, y no es para menos, menuda experiencia!
Deseando leer la continuación a ver cómo sigue el día a día entre estos dos.
También tengo ganas de que Rai se vuelva a encontrar con Nano.
Gracias un saludo
Hola Rous! Creo que has leído varias de mis historias y a estas alturas debes saber que me gustan mucho los personajes fuertes, dominantes y controladores. Créeme, el capitán es uno de esos. No es de los malvados como Adamir o Gonzalo, pero sí es de los super controladores y fuertes que necesita dominar en todo momento. Ya ves como dejó al pobre Rai!!! Piensa que Raimundo ni siquiera tuvo tiempo para pensar o sacar a relucir sus miedos, que son muchos!, sino que simplemente cayó redondito en lo que el capitán quiso hacer con él. Por cierto.. yo diría que… shit. No puedo.. spoiler. Casi casi se me sale.Jajajajaaa.
Dentro de unas horas subo el siguiente cap.
Muchas gracias!!
Saludos
Nani.
Hola Nani, gracias por tu respuesta.
Cre que he leído todas ❤️, soy bastante mala opinando y escribiendo comentarios, porque nunca se que poner, y la verdad que me pongo a leer tus historias y a releerlas, y me engancho tanto que ni de comentar me acuerdo 🤦♀️.
Pero la verdad que eres una escritora excelente, creo que no tienes ninguna que no me encante! Muchas gracias por cada una de ellas, de verdad!
Me encantan Adamir y Gonzalo 🥰 y en general todos tus personajes. Creo que El Capitán será de mis favoritos también, y estoy deseando leer que pasa entre estos dos! Ohhh casi consigo un espoiler jeje tú no te cortes 😉🤭
Aprovecho para desearte que estés bien con toda esta situación, un abrazo