Capítulo Veintiseis

Pasaron dos días completos en que no tenían idea qué hora era ni que sucedía en el mundo más allá de las paredes de la cabaña. Podían culpar a la lluvia que había comenzado a caer y no se detenía. Como si necesitaran una excusa… no había horario ni inquietud capaz de separarlos, excepto las necesidades básicas y alimentarse. Se levantaban y circulaban por la casa de carrera debido al frio en los otros cuartos. Mantenían encendido el fogón de piedras que había en el dormitorio que les proporcionaba suficiente calor para estar desnudos y tocarse constantemente. Raimundo estaba sorprendido de la naturalidad con que había aceptado la cercanía de Fernando y sentir su roce constante sobre su piel. No siempre las caricias terminaban en un encuentro sexual… Tanto Fernando como Raimundo estaban descubriendo el placer de las caricias nada más porque sí… de lo delicioso que resultaba sentir la tibieza del cuerpo del otro pegado al suyo… y respirar tranquilo… sin necesitar ni pedir más que aquella increíble sensación de no estar solo. Parecían no poder quitarse las manos de encima. Fernando, con la mano extendida sobre la piel de Rai descubría la temperatura, textura y olor…  aprendía dónde tenía cosquillas… encontraba el suave pliegue detrás de la oreja que le aceleraba la respiración… la deliciosa curva que marcaba en inicio de los glúteos y como Rai se volvía loco cuando le acariciaba los testículos mientras mordía su clavícula con cierta brusquedad… Fernando se preguntaba si tal vez era su culpa que se excitara con un poco de dolor

-. Nunca había tocado una piel tan suave

El capitán pasaba su mano lánguidamente por la espalda de Rai, sintiendo sus huesos y músculos, tocando cada centímetro…

-. ¿Has tocado muchas pieles? – preguntó Rai sin levantar la cabeza de la almohada

-. Algunas

-. ¿Mujeres? – indagaba Rai queriendo parecer despreocupado

-. Si

¿Cuántas serían algunas? ¿Por qué le molestaba saberlo? Wow… ¿Estaba sintiendo celos?!!

-. Y tu… ¿has tocado muchas pieles? – preguntó Fernando continuando la caricia hacia las nalgas de Rai que parecían atraerlo de manera obsesiva

Raimundo pensó en todas las chicas con las que había estado a lo largo de sus correrías… con honestidad no podría decir un número porque no sabía cuántas eran… muchas… ninguna… recordaba quizás algunos nombres, pero ¿sus pieles? ¿a qué sabían? ¿Qué textura tenían? Ni idea… solo eran un manchón borroso… cuerpos que habían servido para desahogarse y aumentar la frustración al mismo tiempo

-. Algunas – respondió imitando el tono de voz de Fernando y sonriendo en su interior.

No esperaba que la caricia cesara tan bruscamente y Fernando lo diera vuelta, sujetara sus muñecas y su rostro quedara directamente sobre el suyo

-. ¿Algunas? – repitió levantando una ceja – ¿cuántas son algunas?

¿Qué tan estúpido era querer reír de alegría en un momento así?

-. No lo sé – respondió Rai sin poder evitar que la felicidad, a causa de los celos de Fernando, se le escapara por los poros

-. Tienes diecinueve años ¿Cuántas chicas puedes haber conocido? ¿Cinco? ¿Diez? ¿Quizás veinte?

El rostro serio de Fernando lo hizo replantearse su actitud… entonces, pensó que solo tenía una respuesta para darle

-. Ninguna

La palabra desconcertó al capitán

-. No recuerdo cuantas fueron porque ninguna fue importante… no me acuerdo de sus nombres, no sé a qué olían… no me importaba si su piel era suave, áspera, blanca o morena… – Rai había liberado sus manos y comenzaba a trazar caricias con un solo dedo sobre el torso de Fernando, girando licencioso alrededor de su tetilla – no me interesaba nada de ellas – levantó la cabeza y comenzó a besar el pecho del capitán con exquisita dulzura… sacó la lengua y lamió con descaro uno de los pezones… – tu sabor, capitán, si lo conozco… tu olor y el peso de tu cuerpo… sé cómo siento tu piel bajo la yema de mis dedos y la forma en que me llenas cuando estas dentro de mi… es lo único que importa.

Cualquier rastro de brusquedad había desaparecido en Fernando. Sabía cuándo Raimundo estaba abriéndole una ventana a su alma y dejándolo ver su corazón. Ninguna… no era importante cuantas fueron porque ninguna había dejado huella en él.  La honestidad de su soldado le producía una sensación maravillosa… como si algunas cosas en su interior se derritieran y dejaran de ser importantes… bastaba saber que solo con él, Raimundo era capaz de confesarse… solo a él se entregaba en cuerpo y alma

-. Mi soldado…

Le buscó la boca, lo abrazó y enredó su cuerpo con el de Raimundo en el comienzo de una danza que se encendía de un momento a otro con cada novedad que descubrían. Rodaron en la cama, besándose y acariciándose descontrolados y apasionados… bastaba una chispa para encender la hoguera que los llevaba a necesitar tocarse, lamerse, olerse y fundirse el uno en el otro. Fernando se hacía espacio entre las piernas de Raimundo… su erección se volvía más firme ante la respuesta de Rai que no paraba de tocarlo y ofrecerle su boca y su cuerpo. Manoteaba protector y lubricante con la mayor rapidez posible.

-. ¿Ya estás bien?

-. Si… te quiero dentro

-. Raimundo

-. Dentro, capitán… – apremiaba Rai con urgencia atrapándolo con sus piernas y empujándolo hacia él. Ahora que había descubierto lo que se había perdido durante tantos años no deseaba desperdiciar ni un segundo más. El capitán le estaba enseñando a disfrutar del paraíso en la tierra y se volvía insaciable… Fernando respondía con la misma avidez. Su cuerpo se ajustaba a Raimundo, lentamente, con cuidado esta vez, se introducía en él y volvía a sentir el más increíble sentimiento que conocía…el calor en su interior, los suaves quejidos de placer… Raimundo, precioso, retorciéndose bajo su peso…  ahora entendía de que hablaban los demás cuando mencionaban pasión y locura… cada vez le importaba menos perder el control durante los momentos en que tenía sexo con Raimundo porque sabía que, cuando se calmaran, volvería a ser dueño de la situación y su soldado le obedecería. Lentamente, Fernando Ahumada se permitía demostrar sentimientos como dulzura, risa y ternura.

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Despertaron de una larga siesta, cobijados bajo una gruesa manta y el calor de sus cuerpos. Afuera seguía lloviendo y estaba nublado. Resultaba casi imposible calcular que hora del día podría ser.  Llevaban mucho rato sin comer así es que luego de añadir leña al fuego y abrigarse con pantalones y una chaqueta, buscaron juntos algo de comer en los paquetes que habían traído. Sentados en el suelo, Rai abrió una bolsa de papas fritas y comenzó a devorarla compartiéndola con Fernando a quien le entregaba las papas en la boca. Jugaban. El mordía sus dedos… reían juntos.

-. ¿Vino? – dijo Rai levantando una botella de líquido oscuro de una de las cajas. Su papá tomaba vino… las personas mayores lo bebían… él lo había probado mucho tiempo atrás y no le encontraba la gracia

-. Este es un vino excelente – dijo Fernando tomando la botella y destapando el corcho con precisión. Vertió un poco del líquido rojo oscuro en un par de vasos de papel y miró con atención el gesto de reproche de su soldado

-. ¿Cómo puedes beber eso? Puaajjj – dijo Rai espontáneamente aguzando el gesto de asco – es muy malo – insistió

Fernando lo escuchó sin dejar lo que estaba haciendo… aahhh.. tenía tanto que enseñarle y educarlo. Era un verdadero placer pensar en lo que deseaba lograr con Raimundo

-. No me mires así – dijo con calma

-. ¿Así como?? – respondió Rai en plan de victima

-. Tampoco me hables con ese tono

-. ¡Pero si es muy malo!!!

-. Raimundo

Basto eso

Solo su nombre pronunciado con calma y gravedad para que Raimundo se detuviera, cambiara la expresión de su rostro y su actitud

-. Lo siento

-. No hay nada que lamentar. Solo tienes que aprender

Rai asintió. Entendía. Se iba a equivocar mil veces… y mil veces volvería Fernando a corregirlo hasta que él aprendiera

-. Voy a enseñarte a apreciar un buen vino – dijo Fernando volviendo a la alegría que había mantenido durante todo el tiempo juntos

El instinto de Rai lo llevo a intentar un gesto en su rostro… pero recordó a tiempo y se mantuvo tranquilo. ¿Vino?… todo el mundo decía que el vino era bueno… ¿y si no le gustaba? Siguió con atención los movimientos de Fernando que dejó ambos vasos sobre una de las cajas y buscaba algo en su mochila.

-. Ven. Siéntate aquí

No había más que muebles básicos de madera en el antiguo recinto. Rai hizo lo que Fernando pedía y se sentó en uno de los troncos labrados que servían de sillas

-. Cruza tus manos atrás del respaldo– pidió el capitán – no las muevas

Rai obedeció. La madera áspera en sus antebrazos y sus dedos entrelazados. Comenzaba a gustarle el juego. Era excitante seguir sus instrucciones.  Escuchó un ruido extraño y se volvió a ver como Fernando rompía una de sus camisetas negras de uniforme y lo miraba lleno de sensualidad

-. No te asustes

Fernando acercó el trozo de la suave tela de algodón oscuro, cubrió sus ojos y la anudó en la parte posterior de su cabeza. Rai abrió los ojos por reflejo, pero no logró ver nada. Sonrió sintiéndose nervioso y excitado a la vez. Parecía formar parte de una de esas películas pornográficas que miraba a escondidas cuando era menor… solo que esta vez él era el protagonista y Fernando le quitaba el sentido de la vista.

-. Abre la boca – susurró la orden al lado de su cuello

Rai separó los labios… esperaba sentir el vaso de papel y el vino en su boca, sin embargo… el dedo de Fernando acariciaba su labio inferior

-. Mmmhhhh….- escapó de sus entrañas

Abrió la boca un poco más para buscar el dedo de Fernando y chuparlo. ¡Dios! Se sentía tan erótico… comenzaba a conocer la textura áspera de los dedos del capitán, el grosor y el sabor… le gustaban. Fernando retiro su dedo para volver a traerlo al instante. Esta vez, Rai pudo sentir la humedad del vino mojando su labio inferior… Fernando pintaba su labio con el dedo y él moría de ganas de chuparlo. Sintió el gusto del vino junto con el de Fernando…

-.. aaahhhh…

¡Mierda! ¿Quién podía controlar los jadeos en un momento tan sensual?

Fernando volvió a mojar sus dedos en vino… Rai podía sentir claramente el sabor del tinto y ciertamente había cambiado de opinión… no tenía nada de amargo ni de desagradable… tenía un sabor aterciopelado e intenso… un leve gusto frutoso… hasta podía oler un sutil aroma que le recordaba el verano. Su lengua y sus labios buscaban con avidez los dedos intrusos que se metían en su boca llevándole el sabor nuevo y desconocido, junto a caricias lujuriosas… sentía algunas gotas chorrear por la comisura de sus labios, pero nada importaba… nada más que chupar y lamer…  Luego de unos minutos, los dedos desaparecieron y tras una breve interrupción sintió que los labios de Fernando reemplazaban la tarea. Su boca estaba empapada en el vino que acababa de beber y Rai buscaba con ansias el delicioso sabor que se producía con la mezcla… en la lengua de Fernando, en su paladar… en sus labios, en toda su boca… no podía ver por más que lo intentara… no podía usar sus manos tampoco… solo su boca lo guiaba en el erótico placer de descubrir un sabor nuevo. El placer se extendía por su cuerpo… el juego sensual se apoderaba de él…

-. Ahora… ¿quieres probar el vino? – preguntó su voz profunda, justo sobre su boca

-. Si, por favor

Entonces le dio de beber del vaso… los labios del capitán sellaron el trago que Rai apenas alcanzo a dejar pasar por su garganta… más besos, más vino, mil caricias… perdía la razón y se dejaba seducir… su pene y su cuerpo se volvían tensos y le costaba mantener las manos tranquilas donde le había ordenado dejarlas

-. Fernando…

Las manos de Fernando abrían el cierre del pantalón que recién se había puesto… sentía gotas heladas caer sobre su miembro caliente y luego la lengua de Fernando chupando el vino que había dejado caer… ¡aaahhh… Dios!! ¡Era tan excitante!  más… quería más… quería abrazarse a él y dejar que lo bañara en el licor para que luego lo lamiera por completo

-. Quiero mover las manos – pidió expectante

Por respuesta, Fernando tomó sus brazos y los mantuvo sujetos mientras los movía hacía él. Rai sintió como, con cuidado, doblaba sus dedos para introducirlos en el vaso de papel… cambiaba el rol… sus dedos mojados de vino estaban en la boca caliente y húmeda de Fernando y el los chupaba con dolorosa lentitud… su lengua caliente y sus labios chupándolo a él… Rai gemía… se deshacía en deseo y no podía mantenerse quieto. Su miembro rígido y enfebrecido

-. Llévame a la cama

El sonido le indicó que Fernando se había puesto de pie y Rai quiso quitarse la venda, pero él lo detuvo

-. No. Déjala.

Lo guio hasta la cama. Rai se apretó a su mano como si la vida dependiera de ello… le dolía el cuerpo de deseo… quería tocarlo, abrazarlo, sentir su peso aplastarlo y dominarlo. El calor de la habitación le indicó que ya estaban cerca de la cama. Fernando lo desnudó fácilmente. En un instante su pantalón se deslizaba fuera… arrastró la chaqueta a través de sus brazos y por fin lo dejó en la cama… un segundo más tarde sentía el cuerpo cálido y desnudo de Fernando a su lado… aaahhhh … la boca de Fernando estaba entre sus piernas lamiendo las ultimas gotas… subía por su cadera… mordía dejando suaves marcas…  por fin llegaba hasta su clavícula y acariciaba hasta que doliera y su miembro hinchado volvía a abrirse paso en él. Era una explosión de sensaciones que lo aturdían… no le permitían pensar sino solamente sentir… lo elevaban a alturas que desconocía. Rai se dejaba llevar…  lo que Fernando quisiera…

-. Me gusta el vino – declaró Rai, con la venda en los ojos y los brazos cerrado alrededor de Fernando. La falta de visión hacía que tomara noción de sus otros sentidos… el olor de Fernando se hacía más intenso en su nariz y acentuaba su deseo…  El placer se expandía por su cuerpo… era glorioso sentirlo enterrado en él… dentro… muy profundo, sentirse tan lleno y feliz.

-. Lo sé… yo sabía que iba a gustarte – jadeo Fernando volviendo a hundirse en él.

-. Quiero beberlo todos los días… pero solo de tu boca – se sujetaba firme de la cama. Fernando había comenzado el delicioso proceso de embestirlo y su cuerpo subía y bajaba al ritmo que ya ambos conocían

-. Vamos… a volver …nos.. al…cohó…licos… – jadeó Fernando sintiendo que ya no podía más… estaba tan dentro de Rai que sus testículos se apretujaban contra las nalgas. Estar dentro de él era demencialmente perfecto… estaba hecho a su medida…para él… solo para él.  

-. Si es con…tigo… no.. me..im..por..taaaaaahhhhhhhh aaaahhhh

Por fin alcanzaba la tan anhelada cima, guiado por su capitán… Rai abrió la boca para expresar su gozo en un gemido… Fernando la cubrió con sus labios… un beso que lo ahogaba… desfallecía de placer… aun podía sentir el gusto del vino… delicioso vino. Nunca más volvería a despreciarlo.

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6 comentarios sobre “Capítulo Veintiseis

  1. Y que no hagan esto en las catas de vinos en los viñedos 🙈 una pena 😂 seguro que las personas que no aprecian el vino lo mirarían con otros ojos 🙈🙈

    Gracias por el capítulo, me encanta, es increíble cómo transmites los sentimientos entre ellos , la química, la complicidad…❤️

    1. Gracias!!! Deberíamos escribir cartas a los viñedos y explicarles este nuevo sistema de «cata de vinos» Te aseguro que lo venderían todo!!!
      Mil gracias por lo que me dices sobre mi forma de escribir. <3

  2. Hermosas todas las historias pero ya las leí tantas veces, porfís sube más capítulos de las otras dos historias inconclusas, escribes divino

    1. Hola Yareth. Gracias por tus palabras <3 !!! He explicado varias veces la razón por la cual mantengo algunas historias en pausa temporalmente, pero puedo hacerlo una vez más. Raimundo es una historia fácil de escribir porque esta centrada en un personaje y en una historia lineal; tanto Matias y Max, como Miguel, son historias múltiples que requieren de mucha concentración de mi parte para continuarlas. La situación de la pandemia/cuarentena y la grave crisis social en mi país me han afectado de manera muy fuerte. Mis capacidades están bastante disminuidas en el sentido de agilidad mental; duermo muy muy poco, mis horarios están revolucionados (prueba de ello es que te estoy respondiendo a las 5:48 de la madrugada y aún no me acuesto a dormir), he bajado más de 10 kilos, durante 2020 salí solamente nueve veces de mi casa en el campo y volví aterrada: el tema del covid me atacó fuerte: no quiero que nadie de mi familia lo contraiga y, como madre, obviamente me preocupa mi familia. Durante los primeros meses de 2020 estuve con una depresión espantosa como le pasó a casi la mitad del mundo y me costó bastante salir adelante y dejar de llorar hasta porque volaba feo una mosca. Recuerda por favor, que yo no soy una adolescente sino una mujer casada y con hijos; tampoco soy una vieja de mierda pero la vida se ve diferente desde esta perspectiva. por todo esto, reunir concentración y enfoque para continuar esas historias en este momento, es pedirme demasiado. simplemente no soy capaz y créeme que lo he intentado pero termino realmente frustrada de los resultados. No voy a escribir malos capítulos para historias que quiero mucho. Lo que si puedo hacer es confirmarte que SI las voy a teminar de escribir todas mis historias; No se si sabes pero yo nunca empiezo una historia sin tener el resumen de ella completo, es decir, los finales de cada una esta listos de antemano en un resumen y solo tengo que desarrollarlos en capítulos. Pero por ahora, me quedo tranquila con historias más simples y unilineales como Raimundo o Carlitos que es lo siguiente. Un largo testamento pero espero me entiendas. Un cariñoso saludo y gracias por amar mis historias y personajes.

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