Fieles Difuntos – Capítulo 6 – A TI NO PUEDO PERDERTE

Mis ojos, sepulcro de intenciones, que vagan en el secreto de las caricias que no puedo darte”.

30 de octubre: Este día es dedicado a las almas olvidadas o que no tienen familia.

Lo internamos en la madrugada, lo trasladaron de nuevo a la casa a eso de a las once de la mañana de ese mismo día, todo, porque era día festivo y no había doctores disponibles para que lo atendieran. Le dieron medicamentos para la fiebre, para controlar su presión y antibióticos, pues según ellos su estado actual de salud tal vez se debía a algún tipo de infección o virus. Eso no lo sabríamos hasta que le hicieran sus estudios médicos en seis días. En su habitación se instalaron todo tipo de instrumentos que se conectaron a su cuerpo, y monitoreaban su estado actual. Luché con Fernando y con mi madre, hasta que conseguí que una enfermera, alguien profesional y que estudio para esto, lo cuidara personalmente.

Yo le ayudaba en todo lo que necesitaba, pero, a decir verdad, no fue mucho lo que se hizo; Benjamín no despertó. Al menos, no del todo, creí que despertaría porque ya casi al atardecer los monitores sonaron frenéticos y Benjamín se removió con violencia sobre la cama, pero fue tan solo por unos segundos, después, todo volvió a quedar en calma. La fiebre había cedido, su expresión era de calma, como si realmente estuviese durmiendo y nada más. Pero yo aún tenía la imagen en mi mente, el recuerdo de cuando camino al hospital, convulsionó entre mis brazos. El miedo que sentí no puedo compararlo con ningún otro, fue tanto miedo, tanto… y después, simplemente se desvaneció y no volvió a recuperar el conocimiento hasta un tiempo después de que llegamos al hospital.

Estaba preocupado por él, porque de un día para otro parecía que se marchitaba. Su salud, su aspecto y su estado de ánimo habían descendido abruptamente y yo no encontraba un motivo lógico para esto.

Todo aquí se había vuelto peor, la gente me evitaba, me miraba con recelo, solo la madrina de Benjamín me preguntaba cada cierto tiempo si no se me ofrecía algo, intuía que tampoco le agradaba, pero continuaba viniendo y preguntándome… la respuesta era siempre la misma: No.

Anoche no tuve tiempo de meditar en ello, pero vi a mi hermano una vez más. Justo cuando nos íbamos al hospital, su rostro estaba ahí en la ventanilla y al siguiente instante ya no. Yo necesitaba hablar de esto con alguien, por qué no estaba bien, no era normal… y si es que realmente estaba perdiendo la razón, quizá aun había algo que pudiera hacerse para que se retrasara. Quería estar con Benjamín, comprarnos todo el tiempo posible.

Ahora lo entendía, todo este ajetreo y mortificación me habían ayudado a aclarar mis pensamientos y sobre todo mis sentimientos. Mamá no iba a estar contenta, como no lo estuvo cuando inicie esa primera fase de autorreconocimiento, jamás pensé que al intentar ser yo mismo, dañara a tantas personas, a mi madre, sobre todo. Sentía que ella ya había sufrido demasiado en su vida como para que yo colocara un peso más sobre sus hombros. Al final, decidí cortar ese lazo. Me dolió hacerlo y sí, me arrepentí, pero cada vez que se volvía una pena insufrible, pensaba en mamá y de alguna manera lograba superarlo. Sin embargo, esta vez sería distinto, podía sentirlo fuerte y claro.

No era un enamoramiento pasajero, yo lo quería. Amaba los diversos matices de su persona, lo amaba a él. Entendía perfectamente el peso y la responsabilidad que mis palabras incluían, pero estaba satisfecho con eso. Podría trabajar, volverme independiente y llevarlo conmigo… en poco más de un año Benjamín cumpliría su mayoría de edad, entonces podríamos estar juntos, yo estaría encantado de cuidarlo, de apoyarlo, de estar con él.

Aún no le preguntaba sobre sus sentimientos, pero algo en mi interior me decía que solo era cuestión de tiempo, y que Benjamín no me rechazaría. Estaba dispuesto a esperar, a trabajar duro para lograr fortalecer nuestro lazo hasta que los sentimientos se volvieran recíprocos. Él era la persona que yo no podía perder, mi persona y lucharía con todas mis fuerzas para mantenerlo a mi lado.

Hice mil castillos en el aire, planes que en ocasiones parecían próximos y al siguiente segundo perdían consistencia. Pero al menos, aun quería intentarlo.

Ese día, Benjamín no despertó, ni el siguiente.

31 de octubre: El día es para recordar a los niños que están en el limbo, que no están bautizados o que nunca nacieron.

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