CAPÍTULO 4
LAS COSAS SON ASÍ
“No se encuentra dos veces a la misma persona.”
DEMIAN
Regresé al casino pasado de las dos de la tarde, la mayoría de los empleados se habían enterado de lo sucedido, lo sé porque los escuché murmurar en los pasillos, hablaban de mí, pero todos rehuían sus miradas al verme pasar. En el lugar, también se encontraban ya los clientes habituales, aún era temprano, pero la afluencia resultaba notoria.
Deviant había hecho un buen trabajo en estos últimos meses, la remodelación iba de maravilla y no había sido necesario cerrar ni un solo día. Al final, había cedido ante la idea de Samko de dividir el casino en “espacios” que se adaptaran al público. Pues según él, había algunos clientes que requerían más privacidad que otros, y la gente lo había agradecido a tal punto que parecía que se habían mudado aquí. Era un casino en toda la regla, pero se habían instalado oficinas, estancias y salas de juego privadas. Si Gerald pudiera ver en que se había convertido su sueño, estaría muy orgulloso por el trabajo y la dedicación que su hijo ponía en este lugar.
Busqué a Deviant entre el gentío tan solo por ganar más tiempo, sabía que no lo encontraría en las salas, pero igual quería un poco más de calma antes de la tormenta. Como encargado y jefe, era alguien digno de seguir, sin embargo, como hermano no era tan atractivo. Tampoco llegaba a ser pésimo, pero tenía una habilidad única para sacar lo peor de mí.
Deambulé entre las salas hasta que supe que no podría postergarlo más, intuía que la nuestra no sería una plática amena, pero tuve que llegar a la puerta de su oficina para comprender la magnitud del asunto. Comenzaba a entender ciertas cosas respecto a Deviant, cosas a las que me había resistido por no decir que me cerré a la posibilidad. Estaba perdiendo terreno en su vida, la distancia que estúpidamente se me ocurrió pedirle, estaba ayudándolo a reforzar sus lazos con alguien más y eso me enfurecía. Me enojaba a un grado difícil de explicar, porqué nuestra relación siempre había sido así, difícil, todo el tiempo discutiendo, pero éramos unidos. No había algo que Deviant quisiera esconderme y tampoco existía en mí la posibilidad de negarle la verdad cuando me forzaba a decírsela.
Nos necesitamos, dependíamos el uno del otro y en algo que es de dos, un tercero siempre sale sobrando. Ahora, ¿qué tanto había avanzado ese tercero? Me detuve frete frente a la puerta, yo bien podía ser sigiloso, pero él había pasado años a mi lado, así que difícilmente lograría engañarlo. En todo este tiempo había desarrollado una habilidad casi sobrehumana para detectarme, así que en cuanto me detuve al pie de la puerta, los murmullos que de por si eran inaudibles, cesaron.
Deviant estaba molesto, su olor me lo dijo pero había algo más. Respiré profundo y entré sin tocar. Cabe aclarar que el suspiro no lo hice por miedo, hablar con él siempre requería demasiada de la paciencia de la que de por sí carezco.
Lo encontré en el pequeño bar, una de sus tantas excentricidades… tenía un casino del otro lado de la puerta con todo tipo de bebidas y gente a su servicio ¿para qué quería un bar en su oficina?
Han estaba a su lado, en silencio, pero en cuanto me vio entrar puso distancia entre los dos. Él era una piedra en mi camino, pero no lo odiaba. Cuando mucho, y aunque jamás lo reconocería ante nadie, sentía celos por él. Porqué mi hermano se mostraba muy cómodo en su compañía, y cada vez que yo lo alteraba con mis problemas, Han era el único que podía calmarlo. Él es exactamente lo contrario a mí y justamente lo que mi hermano necesita, por eso lo detesto. Siempre he sabido que es un rival de cuidado, pero confiaba en que no era tan estúpido como para interponerse entre Deviant y yo.
Supongo que debió parecerme extraño que tan de la nada, mi hermano empujara por accidente la botella de coñac. Su amado Cordon Rouge francés. Se excusó diciendo que la botella resbaló de su mano, a decir verdad, me di cuenta del desastre cuando el cristal se despedazó contra el piso vaciando su contenido. Era un licor fuerte, sentí en la boca la naranja amarga y el roble, con tan solo olerlo.
Debió parecerme extraño que contario a la habitual, Han dijera que llamaría a alguien del servicio para que limpiara e inmediatamente se despidiera de Deviant. Como si necesitara huir de él… o ¿de mí?
Mis sentidos son mucho más agudos que los del resto, el aroma del licor resultó tan fuerte que me hizo estornudar, sin embargo, justo cuando Han paso a mi lado, pude sentir el olor de Deviant en él. Lo sujeté del brazo para frenar su salida, no fue algo consiente, sino un reflejo, pero mi hermano me llamo en ese momento y de la misma manera en la que lo cogí, también lo solté.
Había sido advertido con anterioridad, no tenía permitido tocarlo. Han salió rápido y cerró la puerta tras de sí. Cuando volví la vista al frente, Deviant estaba limpiando el líquido regado. Algo que nunca hace por el mismo.
—Podría jurar que lo hiciste apropósito… —acusé, pero él no reaccionó, simplemente limpio rápido y con muchas servilletas. —Tu aroma estaba en él.
—Mi aroma está en todas las personas a las que toco—se defendió mientras me enfrentaba. —Han es mi amigo, no es extraño que huela a mí.
—No dije que fuera extraño, solo que tu olor era muy fuerte en él.
Quise acercarme para comprobar si el olor de Han también estaría en Deviant, olfatear directamente de su cuerpo, porqué desde donde me encontraba lo único que podía sentir era la mezcla entre dulce y amargo del licor, pero justo en ese momento, mi hermano recogió las servilletas y se dispuso a tirarlas, para enseguida, llevarse las manos al cuello tal cual lo hacía cada vez que se sentía estresado y finalmente cruzó las manos a la altura de pecho, mientras volvía a mirarme.
Había limpiado y recogido las servilletas con las manos desnudas y ahora mismo, todo él olía a coñac.
—¡Que astuto! —Reconocí —Cubriste tu olor.
—No sé de qué hablas Demian.
—Fingiré que te creo—advertí—, por ti, pero sobre todo por él. Sería una pena que…
—Sí, sería una pena —sugirió y la amenaza en su voz fue clara. Me sentí tentado, pero preferí darle el beneficio de la duda.
La situación se notaba tensa, mi hermano volvió a su silla en el bar y bebió de golpe el contenido de su vaso.
—Es temprano para Grand Marnier…
—Y demasiado tarde para que te preocupes por mí —me rebatió sarcástico—así que, en vez de joderme, bebe conmigo.
—Prefiero Joderte.
Lo dije claramente en un sentido distinto a lo que él se refería, razón por la cual, tuvo la decencia de intimidarse. Pero no desistió, claro que aquella no era la única la botella que tenía a su disposición. Sirvió dos vasos y me ofreció uno. Deliberadamente estaba ignorándome, no me extrañaba porque llevaba meses así, pero si me molestaba.
—Dicen que el licor trae de vuelta los recuerdos de todo lo que hemos pasado… —me presionó con el vaso apuntándome directamente a la cara, así que lo acepté. Casi no bebo, ya de por si hago demasiadas estupideces entando lúcido, como para encima tomar. —Recuerdo aquellos días en los que no tenía preocupaciones, cuando creía que siempre sería todo igual.
—¿Qué sucede?
Deviant bebió de golpe el contenido de su vaso y al darse cuenta de que el mío estaba intacto, me lo arrebató y también lo bebió.
—No lo calientes, es demasiado caro para que lo desperdicies.
Volvió a servirse, y se lo tomó todo de golpe. Ha este pasó no llegaría a la noche. Aunque su resistencia al licor era asombrosa, no me gustaba verlo beber de esa manera, lo suyo era un problema, pero Deviant no quería reconocerlo. —¿Qué sucede? —Insistí.
—Eso es lo que quisiera saber… —dijo— ¿Qué sucede Demian? Las carreras, las peleas… esas cosas me molestan, pero ambos sabemos que no es para tanto. Todo lo tuyo, lo he aceptado. Dijiste que podías controlarlo.
Dijiste que no debía preocuparme, porque tú estarías bien. Y hoy llegaste sangrando y casi intentas ahorcar a Lucio, pusiste un arma en la boca de un muchacho que es de la misma edad de Samko, y no solo eso…, le has enseñado a usar esas cosas.
—También te enseñé a ti.
—Samko no es ni la mitad de responsable que yo era a su edad —me enfrentó, y al mirarlo fijamente pude notar que sus manos temblaban—. ¿Qué no te das cuenta? ¿Crees que nuestro padre hubiese querido a ver Sam, hacer eso?
Cada vez eres más violento y perdóname, pero yo no soy Gerard. — Fue bajando la voz hasta que solo fue un susurro—. No sé cómo lidiar con esto.
—¡Habla claro! —Grité molesto.
—Es precisamente a esto a lo que me refiero —me enfrentó levantado la voz—. Tu maldito carácter de mierda. Te conozco desde hace veinte años, hemos vivido como hermanos desde entonces, intentó comprenderte y no entrometerme en tus asuntos. Pero piensa un poco en mí, necesito que me ayudes con todo esto —dijo levantando ambas manos como queriendo abarcar todo lo que nos rodeaba. —Es lo único que tenemos, y tú te la pasas haciendo el vago y no me ayudas, te metes en problemas todo el tiempo… ¿Ahora con quien te peleaste? Si tú quedaste así —remarcó señalando la herida en mi cabeza— no quiero ni pensar como quedó el otro imbécil. Te advierto que ya no seguiré pagando más entierros por tu causa.
—Estas exagerando las cosas.
—¡No, no estoy exagerando nada! ¿Quién fue esta vez?
Fue mi turno de mostrarme evasivo.
—Derrapé de la moto y me lastimé, pero no pelee con nadie.
No le diría lo que realmente pasó, ya suficiente trabajo había sido convencer a Samko de que jamás antes había visto al tipo del camino. Deviant me miró con incredulidad, pero no insistió más con eso. Se había quedado callado, parecía preocupado.
—¿Todo este drama es por lo que pasó con ese imbécil? —Pregunté.
Odiaba tener que sacarles las palabras a cucharadas, pero entendía que si no hablaba es porque estaba conteniéndose.
—A veces el miedo me hace perder la cordura —Deviant buscó mi mano, el ansiado contacto, y yo se lo permití. Al final, ambos sabíamos que quien más lo necesitaba era yo, pero cada vez que estaba a punto de acortar mi cadena, se aseguraba primero de engatusarme entre sus brazos. — Tengo miedo Demian.
Me abrazó.
El aroma de mi hermano era parecido al olor de la tierra al mediodía, tibia, ligeramente húmeda, se me antojaba fértil, y suave al tacto. El olía a hierba y sol. Me calmaba, pero también despertaba en mí, deseos que no correspondían a lo que pretendemos ser. Sobre todo, si estaban combinados con Coñac de naranja.
—Sin importar que tan molesto este, a ti no te haría daño…—susurré y correspondí a su abrazo—podría reconocerte aun entre un mundo de gente, encontraría tu olor y entonces sabría que se trata de ti.
—Lo sé, no es eso lo que me preocupa.
—¿Entonces qué?
—Lucio comienza a sospechar, dice que hay algo que no es normal en ti…
—Pues lo mató y ya está.
Resentí cuando se alejó de mí de esa manera tan violenta. Sentía que ya no podía retenerlo. Al menos, no desde hacia algunos meses.
—Me desquicia que hables de vida y muerte tan a la ligera. —Nuevamente estaba molesto, la vena en su frente latía frenética. — No vas a matar a nadie. Lo que sí es que ahora vas a hacer cosas más normales.
—¿Qué tipo de cosas?
—Cosas que los humanos y simples mortales tenemos que hacer todos los días, por ejemplo, trabajar.
—Estás jugando…, es broma, ¿no?
—Empiezas mañana.
—¿Qué…? No, estás loco.
—Mañana dije…
JAMES
Estaba seguro de que lo encontraría aquí, después de todo era domingo. Me tomó tiempo reunir el valor para buscarlo, pero durante los últimos tres días no dejé de pensar en él y me sentía preocupado.
Culpable…
Entre al bar evitando las miradas de los conocidos, estaba aquí por él, solo quería asegurarme de que se encontraba bien. Crucé entre el gentío hasta que llegué a la pista. Samko bailaba apretujado entre hombres y mujeres, tenía un vaso a medio terminar en la mano y los ojos cerrados. Se movía con la gracia y la cadencia de los desvergonzados, de los que intentan provocar y lo consiguen. Me gustaba verlo bailar, pero detestaba que lo hiciera delante de toda esta gente, aunque supongo que esa es la finalidad al venir a estos lugares, llamar la atención.
Sonreía… siempre se ve feliz cuando no está conmigo.
No había un día que no estuviese rodeado de mujeres hermosas, si tan solo quisiera fijarse en alguna de ellas, entonces todo sería más fácil. Pero es Samko, él siempre apuesta por lo imposible.
Alguien debió decirle que yo estaba aquí, pues no pasó mucho tiempo para que nuestras miradas se encontrasen. No me esperaba, en su rostro hubo sorpresa, pero también gestos de dolor.
Hubiese esperado que huyera, por lo general me hacía perseguirlo un par de días antes de otorgarme su perdón. Pero esta vez avanzó en mi dirección, lento y seguro pasó a mi lado como si yo no estuviera. Para evitar la fatalidad del golpe supuse que solo fingía que yo no le importaba, o quizá hablaba enserio cuando dijo que estaba harto de mí.
ARIEL
Tal y como lo prometió, Ferka me llevó de vuelta casa. Lonela había hecho todo un berrinche porque quería acompañarnos, pero lo que inicialmente se había convertido en un intimo concierto, se volvió una fiesta en toda la extensión de la palabra. Ellos tenían muchos amigos y en minutos la casa de Ferka estuvo llena de gente.
Fue una tarde muy agradable, sus amistades parecían sentir curiosidad por mí, pero todos fueron muy amables. Me pidieron intercambiar redes sociales, e incluso me agregaron en sus sus grupos de chat, con la promesa de que nos reuniéramos en otra ocasión.
—Lamento no haber podido escucharte tocar un poco más… —reconocí cuando se estacionó frente a la casa. Quizá no tengo oído musical, pero creo que lo haces muy bien.
—Lo tomaré, porqué eres tú quien lo dice—rebatió él, apagando el auto. —Ariel, ¿podrías quedarte un poco más?
La solicitud me tomó por sorpresa, sobre todo, porque no me había dado cuenta de que ya tenía un pie fuera del auto. Hubo algo de intensidad en su mirada y por alguna razón, me sentí incapaz de negarme. — ¿Podrías cerrar la puerta? Tengo frío…
Lo hice. Me acomodé nuevamente en mi asiento y cerré la puerta. Ferka llevó su mirada hacia el frente y así pasamos los siguientes minutos. Fue incomodo, acaba de conocerlo, y no sabía que decirle para romper el silencio. Sentía mucha curiosidad y realmente quería preguntarle, pero no me atreví… había muchas razones por las cuales una persona actúa de la manera en la que él lo hacía y casi podría decirse que yo podía entender cualquiera de esas razones.
—¿Estoy incomodándote? —dijo—. De seguro sí, lo siento.
—No, no te preocupes.
Sí, si lo estaba. Pero él parecía necesitarlo, a veces yo también actuaba de ese modo, quería decir algo, pero no sabía cómo expresarlo, así que iba junto a mi hermano y me sentaba a su lado en silencio. La mayoría de las veces con eso bastaba, luego de un rato, solía sentirme mejor.
—Puedo tocar para ti, el día que gustes —dijo— será un placer.
—¿Qué te pasa?
—No siempre tengo la oportunidad de pasar tiempo a solas con nadie—agregó a modo de confesión—. Lonela es lo mejor que me ha pasado, siempre ha estado a mi lado, y de cierta forma siento que dependo de ella. Pero cumpliremos diecinueve años en siete meses, y creo que he llegado a ese punto en mi vida en el que deseo que algo sea exclusivamente para mí… ¿te ha pasado Ariel? ¿Alguna vez has deseado que algo o alguien te pertenezca?
Asentí, sobre todo para darle paz. Pero la verdad, no lo había sentido o al menos, no de la manera en la que Ferka se refería. Yo he tenido cosas que son mías, solo mías. Y también he tenido personas, el problema es que ninguna de ellas se ha quedado a mí lado. Las cosas que amo siempre terminan dejándome o rompiéndose.
Pero él no necesitaba escuchar mi triste historia.
—Bueno, ¿crees que ella lo entendería?
—¿El que…?
—Que solamente quiero ser tu amigo, pero no el suyo— sugerí.
No se porqué lo dije y me arrepentí justo después de haber pronunciado esas palabras, pero realmente las había dicho y Ferka me miraba sorprendido. —Eso se escuchó mal, ¿cierto?
No me malinterpretes, pero ella… ella me intimida.
Se río y con una seña me dio a entender que no debía preocuparme.
—Creo que ardería de coraje… porqué es obvio que le gustas—Ferka sonrió ante la posibilidad. — Pero le gustas aun más porque se dio cuenta de que me gustas. No deberíamos decírselo, podría ser nuestro secreto.
Escuché todo, pero me perdí desde el primer <<gustas>>. Quise justificarlo pensando que quizá para ellos, la palabra no tiene las mismas connotaciones que para mí.
HAN
Me puso una trampa y por supuesto, caí en ella. Me dijeron que Deviant había dicho que lo buscara en el estacionamiento. Deviant siempre me escribe o llama para decirme lo que necesita, pero estaba nervioso por lo que había pasado con su hermano, así que no pensé que fuera extraño. Dejé la barra a cargo de Cris y me dirigí al estacionamiento.
En cuanto puse un pie fuera del casino y lo vi recargado contra la pared, con esa mirada de voy a asesinarte y me asegurare de que nadie jamás encuentre tus restos, supe que estaba en problemas.
—No corres tan rápido, así que no hagas el ridículo intentándolo —sugirió y avanzó lento hasta donde me encontraba. No sabría decir exactamente que era lo que Demian me provocaba, tenía un sabor similar al miedo, pero parecía algo mucho peor, con cada nuevo paso que daba, se veía aun más amenazante.
Estaba acostumbrado a esa actitud arrogante, pero igual me sorprendió cuando sin aviso previo me sujetó por el cuello y me estrello contra la pared. Era menor que yo, pero tenía una fuerza brutal. Su mirada me resultó invasiva.
—Suéltame… se como eres, si quieres algo solo habla —dije.
Agradecería más tarde a todos los dioses por haberme ayudado a que mi voz se escuchara neutra, el era intimidante y había culpa en mi interior. Eso era lo que más me costaba disimular.
No respondió, solo me obligó a descubrir el cuello e hizo lo impensado, tuve su nariz contra mi piel y lo sentí olisquear.
—¿Qué diablos haces?
—Te bañaste y cambiaste ropa, ¿por qué? — En cuanto tuve su rostro a escasos sentimientos del mío, la buena oratoria se fue por la borda. — ¿Por qué? —Gritó y volvió a estrellarme contra la pared.
No alcancé a ver estrellas, pero el poco aire y la sacudida, ya me tenía aturdido.
—Terminó mi turno, solo estaba ayudando a Cristian.
— Él es mío…—gruñó— es mi hermano y si vuelves a poner tus sucias manos sobre él, voy a cortártelas. Escúchame bien, aun si Deviant me prohibió golpearte. Si no quieres que llore en tu funeral, no vuelvas a tocarlo.
Uno deja de ser uno mismo cuando siente que le están arrebatando algo por lo que ha trabajado arduamente y sin descanso. Yo no era un personaje nuevo en sus vidas, llevaba años aguantando y dando lo mejor de mí, con un solo objetivo: Deviant.
Claro que sabía de la relación entre ellos, sabía que el objeto de mi amor amaba a alguien que no estaba dispuesto a amarlo a él, al menos, no de la manera que deseaba, aunque en efecto, lo amaba. Y así sufríamos los tres, y digo los tres… por qué Demian la pasaba tan mal como nosotros. Los celos podían consumirlo, pero no era capaz de darle a Deviant lo que pedía, porque la palabra hermano pesaba más que cualquier otra cosa. Para Demian, la familia lo era todo.
—¿Quieres que lo deje solo, de la misma manera en la que lo hiciste tú? —Lo enfrenté y era lo único que haría porque su mano en mi garganta no me permitía respirar. — ¿Dónde has estado? ¿Dónde esta Samko? Su propia familia le da la espalda… yo no lo haré. Hazme lo que quieras, pero no lo voy a dejar. Soy su amigo…
Me sentí terrible por decirlo, pero Demian intensificó la fuerza de su agarre, misma que se suavizó en cuanto dije que solo era su amigo.
—Amigo… —repitió y me soltó— y por tu bien, no intentes conseguir más.
Esto no iba a terminar bien, lo supe desde el principio, pero era tarde para retractarme.
JAMES
Tuve que seguirlo hasta el baño, sabía que si no lo hacía lo perdería de vista hasta quien sabe cuándo. Le hablaba, pero me ignoraba, esa actitud suya me hartaba… lo acorralé en los lavabos. De todos los lugares a los que pudo haber ido, tuvo que elegir el más antihigiénico.
—Sam…
—¿Qué haces aquí? —Me rebatió molesto.
—No hubiese tenido que venir si contestaras mis llamadas.
Desvió la mirada y me dio esa mueca que sin que él lo supiera, me gustaba que la hiciera. Me ablandaba, en ocasiones, incluso me daban ganas de reír. —¿Podemos hablar en otro lado?
Entendía lo que había hecho mal, que de cierta manera yo había incentivado sus sentimientos con mis acciones. Podía reconocer esas actitudes ocasionalmente, como ahora, que mientras le pedí que habláramos en otro sitio, lo había acorralado entre mis brazos y la loza. Mi cercanía, la forma en la que el tono de mi voz cambiaba para doblegarlo. No era correcto, porqué estaba seduciéndolo… a mi Samko, mi hermano y lo hacia porqué sabía que él cedería, entonces podríamos volver al departamento y dormiría.
No puedo dormir cuando no esta en casa y en este momento, me sentía totalmente agotado. Tan solo quería acurrucarme junto a él.
—Sam… ¡por favor!
—Hasta la próxima vez que me heches.
—No quiero pelear, vamos a casa —dije y mi mano subió a su rostro para acariciarlo, al tacto Sam cerró los ojos. Me daba el control total y la mayoría de las veces no sé que hacer con él. —Ríñeme mañana…—susurré y mi rostro resultó estar tan cerca del suyo que pude sentir su olor y el del licor que había bebido. — Hoy tan solo quiero que vengas conmigo, no soporto una noche más de ese espacio vacío en mi cama. —Le hablé sus labios, pero el beso lo dejé en su mejilla.
Lo sentí tomar mi mano y no dudé, afiancé el agarre y salí presuroso del bar.
ARIEL
Hablamos hasta que su celular empezó a sonar, era su hermana preguntándole el porqué tardaba tanto.
—Supongo que debería ir, es capaz de venir a buscarme.
Asentí y de cierta forma me sentí aliviado, se me estaban agotando los temas de conversación.
—Entonces, gracias por traerme a casa…
—¿Me darías tu número de teléfono? —Pese a que era una pregunta, ya tenía el celular en la mano y me lo ofreció. —No se me dan las redes sociales, y mi hermana me mantiene actualizado de lo que los chicos publican, pero me gustaría llamarte, si no te molesta.
—No me molesta.
Escribí rápido mi número y agregué el nuevo contacto para enseguida devolverle su teléfono. Ferka lo observó y después marcó, cuando saqué mi celular, un número desconocido se apreciaba en la pantalla.
—Ese es mi número, escribe cuando quieras, me hará feliz leerte.
Asentí, pero en lo único que podía pensar para ese momento era en bajarme del auto. De repente el espacio me pareció muy reducido y quise respirar aire fresco. Salí mientras me despedía, pero Ferka también bajo de su auto y nos encontramos de mi lado.
—¿Te llevo a la puerta?
—Ah, no, no es necesario…
Retrocedí porque una alarma en mi interior avisaba de que estaba a punto de meterme en un lio grande. Estábamos en esto cuando vi pasar la motocicleta. Era él, y aunque solo fue por una fracción de segundos, nuestras miradas volvieron a unirse.
Olvidé lo demás.