En mi opinión mi vida no tiene nada de extraordinario, aunque muchos de mis amigos opinan lo contrario.
Soy el mayor de 4 hijos y el único hombre en mi familia; mi papá falleció en un accidente de trabajo cuando yo tenía 11 años dejando a mi mamá con una tristeza permanente y una cuenta bancaria bastante abultada. Crecí en una casa grande, con las comodidades propias de la clase alta de la pequeña ciudad. Mi familia era muy conocida en forma local, más que nada, por nuestras características físicas; somos todos infinitamente rubios, de ojos azules intensos y mis hermanas son las tres verdaderamente preciosas. Yo soy el tipo atractivo que se destaca rápidamente en cualquier grupo; altura promedio (1,77) pelo largo rubio, muy claro, grandes ojos azules. No soy un tipo musculoso pero estoy bien, además cautivo a todo el mundo con mi sonrisa y a menudo la uso para mi conveniencia; he aprendido que sonriendo puedo conseguir casi todo. Debo agradecer el enorme valor que las personas le dan a la belleza física… las puertas siempre se me abren más fácilmente en todas partes.
Luego de la muerte de mi padre nuestra gran casa del barrio alto se fue llenando de tías, primas, abuela y alguna que otra amiga soltera, separada o recién divorciada… las acogíamos a todas con los brazos abiertos y yo me dejaba consentir por todas estas hermosas mujeres, adolescentes y adultas que se paseaban por la casa haciendo magia con sus manos en la cocina, en el jardín, en la conversación; las mismas que estaban siempre cerca de la piscina para untarme la espalda con bloqueador o cortar flores del jardín y adornar mi dormitorio o me indicaban, con una gravedad digna de mejor causa, la combinación perfecta para los pantalones nuevos, aunque no siempre estuvieran todas de acuerdo.
Siempre he sido muy buen alumno, me llamaban “chico genio”, y mis notas siempre estaban entre las mejores de la clase, aunque rara vez estudio en serio.
El día que me regalaron mi primer computador me volví un asiduo navegante succionador de toda información disponible mientras los amigos, que generalmente llenaban mi casa, desesperados me suplicaban que bajáramos a la piscina llena de primas en trajes de baño.
Soy sociable, popular y eternamente optimista. Amo la música, toco piano, guitarra, teclado y bailo muy bien. Comparto mucho tiempo con mis amigos. Sin embargo, son tantos y no es ninguno; siempre estoy rodeado de gente pero nunca he tenido un mejor amigo o uno especial con el cual compartir secretos o sueños; supongo que ese lugar también lo ocuparon las mujeres de mi casa.
Las personas acostumbrar felicitarme por mis conocimientos o mis logros académicos pero en el fondo de mi ser no creo que sea nada extraordinario; no me ha costado ningún esfuerzo, al contrario, ha sido muy fácil aprenderlo y me parece divertido recibir halagos a causa de ello; algunos piensan que es arrogancia pues esperaban ver humildad en mi cuando recibo estos halagos, pero más bien me causan gracia puesto que, repito, no me han costado ni una gota de sudor ni esfuerzo.
Tal como todo el mundo lo pronosticó obtuve muy buenos resultados en la prueba de evaluación para ingresar a la universidad pero no tenía claro lo que quería estudiar. Me pareció muy difícil tener que decidir en ese momento lo que quería hacer por todo el resto de mi vida pero me tranquilicé cuando pensé que tal vez después de obtener una profesión, podría estudiar otra y tal vez otra más… eran tantas las cosas que quería hacer.
Finalmente opté por estudiar arquitectura en la capital y en una de las mejores universidades.
Las mujeres de la casa, se esmeraron mucho para celebrar mi partida; dejaba esta ciudad pequeña donde había vivido hasta los 17 años y comenzaba otra vida en la capital. Mamá me acompañó a Santiago y me dejó instalado en un departamento para mi solo, me enseñó que camino debía tomar para llegar a la universidad, los lugares donde comprar y los teléfonos de las tías a las que debía llamar si tenía dificultades.
Hasta los 17 fui un chico tranquilo de provincia. La vida en la gran ciudad durante estos últimos tres años ha resultado ser de lo mejor, siempre tengo muchos amigos alrededor y la vida parece una fiesta continua que no se detiene jamás: mis calificaciones siguen siendo de las mejores y divido mi tiempo en estudiar y divertirme en partes iguales. Nunca me falta compañía aunque eso no evita que a veces me sienta muy solo.
Soy Skylar, yo mismo elegí este nombre para mi a los 6 años de edad, y no tengo nada especial que contar. Ah!, lo olvidaba, soy gay, pero soy de los que no tienen ningún drama por serlo.