Permaneció en la terraza de su propia casa como si estuviera perdido… Se fue calmando de a poco… intentando utilizar su lógica e inteligencia para entender y buscar una solución… los minutos avanzaban de prisa… la noche estaba muy fría en Chiloé.
Cuando llegó al dormitorio, se dio cuenta que estaba muy helado, temblaba. En la cama, Skylar dormía en la penumbra. Mientras se quitaba la ropa se detuvo a mirar su rostro… Por Dios!!… adoraba cada centímetro de ese hombre… su belleza lo subyugaba… lo amaba por fuera y por dentro con todo su ser… se metió en la cama desnudo… no solo era el frio que sentía en su piel y sus músculos, sino que nada hubiera podido mantenerlo lejos del calor de Skylar en ese momento. Se acercó casi de manera reverenciosa… sus manos frías tocaron el cuerpo desnudo y tibio a la altura de la cintura y caderas con posesividad… Skylar se movió, despertando y mirándolo con sus ojos azules semi dormidos… una leve sonrisa se dibujó en su rostro… se pegó completamente a él… piel fría contra toda la calidez del rubio…
-. ¿Dónde estabas?
Preguntó estirando sus brazos para rodearlo… sus piernas se enredaban entre las de Roberto y movía su cálido cuerpo acercándose para darle calor…
Roberto se abrazó a él necesitado, hundiéndose en su cuello, hambriento de su cariño… Skylar lo acogía abriéndose para él y Roberto se refugiaba entero en su cuerpo… esta vez no era solo sexo… era mucho más que eso… Una vez más, se rendía incondicionalmente al amor que le profesaba… se abrazaba al amor de su vida entregándole todo lo que él era
-. Entendiéndote – respondió apretado a él… con él… nadie más que él
-. ¿mmhh?
-. Nada… ya duérmete
Tenía que encontrar una solución para recuperar lo que tenían. Nada en el mundo era más importante que Skylar.
Durante los días siguientes, Roberto estuvo pendiente de Skylar día y noche… nunca había dejado de ser atento y cariñoso pero ahora se esforzaba aún más para sacar al rubio de la tristeza. Se volvió su compañía ideal… durante el día lo hacía reír y lo acosaba con besos, no le daba tiempo para abatirse… durante las noches, lo amaba con pasión e idolatría… inventaba maneras nuevas de satisfacerlo, penetraba su cuerpo y su mente expresándole lo que sentía… lo enloquecía hasta que Skylar se entregaba en plenitud… suyo… totalmente suyo. Solo entonces le permitía la liberación del orgasmo, acunándolo en sus brazos y repitiéndole, una vez más, lo mucho que lo amaba.
Se dormían satisfechos y abrazados… henchidos de amor.
Luego de unos cuantos días Roberto comenzó a recuperar su tranquilidad. Skylar volvía a reír y a tener energía. Parecía que todo iba quedando atrás.
Se habían vestido elegantemente. Era sábado en la noche y ambos iban a cenar a uno de los mejores restaurant de la isla. Roberto sonreía pensando en las sorpresas que había preparado para sorprender a su rubio… el chef del restaurant era su amigo y la cena sería toda al gusto de skylar, sus platos favoritos, luego, un romántico paseo en lancha hasta una de las pequeñas islas vecinas… deshabitada… excepto por todo el escenario que había mandado a preparar durante la semana para hacerle el amor en medio de la naturaleza… Se había esmerado mucho… no faltaba nada… solo necesitaba que Skylar saliera del baño y terminara de una vez de arreglarse. A veces podía tomarse horas!!! y otras veces, en solo dos minutos, aparecía luciendo espectacular… ¿Qué diablos lo demoraba tanto ahora?
Volvió atrás hacia el dormitorio y golpeo suavemente la puerta del baño…
-. Skylar?…
Entonces escuchó un sonido que lo alteró… abrió de golpe la puerta para encontrar a Skylar completamente vestido de elegante terno oscuro, sentado sobre la taza cerrada, con el celular en la mano… sollozando muy bajito
-. Amor?.. ¿qué te pasa?… Skylar!.. ¿Qué pasa?
Skylar lucia desamparado… busco detener sus lágrimas para poder responderle
-. Tiene fiebre…- dijo como si eso explicara todo
-. ¿Qué?.. ¿Quién?.. ¿Estás bien?
En su desconcierto llevó su mano a la frente de Skylar para comprobar que no tuviera fiebre…
-. Hans… está enfermo…- respondió quitando suavemente la mano de Roberto de su frente y abrazándose al cuerpo de él en busca de consuelo.
Nada salió como lo había planeado. Durante toda la cena, Skylar se mantuvo pendiente de la llamada de Marlene que había llevado al niño al doctor. La lancha y el resto tendrían que esperar para una mejor ocasión.
Finalmente, Marlene se comunicó indicándole que Hans no tenía nada grave y mejoraría pronto. Skylar se levantó de la mesa y comenzó a reír con alegría… se abrazó nuevamente a Roberto.
-. Esta mejor… no es nada grave… es que la distancia hace que todo parezca más terrible… pero está bien
Luego de volver a conversar con su suegra y asegurarse de que todo seguía bien, Skylar se durmió sobre el cuerpo de Roberto con una sonrisa de tranquilidad…
Roberto no podía cerrar los ojos… su mano pasaba una y otra vez por el pelo rubio… el suave peso de Skylar sobre su torso y la comodidad con la que se dormía sobre él le recordaba lo unido que estaban… lo único de su relación… lo mucho que se amaban…
Su llanto y su sonrisa… la alegría cuando supo que Hans estaba bien… Skylar, tan dueño de sus sentimientos y su persona era movido como una hoja en el viento a causa de Hans…
Nada había cambiado en estos días…
Skylar había seguido en contacto con Marlene y preocupado por el niño…
Cerró los ojos y detuvo el avance de su mano sobre los cabellos claros, enredando sus dedos y apretándolos apenas contra la piel de Skylar…
-. Tu ganas…
Pronunció muy despacito besándolo en el pelo y sintiendo que a sus ojos acudían lágrimas…
-. Voy de viaje unos días- anunció Roberto al día siguiente, durante el almuerzo.
Skylar picoteaba en su plato… levantó la vista
-. ¿Dónde?
-. Tengo que ir a Santiago un par de días…
Roberto participaba activamente en la vida política de la isla y no era raro tener que salir de viaje sin previo aviso.
-. ¿Puedes ocuparte de supervisar mi trabajo?- le preguntó casualmente.
Eso sí era diferente. Normalmente cada uno se ocupaba de lo suyo a menos que estuvieran trabajando en conjunto. Roberto tenía razones egoístas para pedirlo; necesitaba mantener a Skylar ocupado y asegurar que se quedaría en la isla
-. Si… claro
Se entretuvieron conversando sobre el trabajo. Roberto preparó una pequeña maleta y se despidió cariñoso
-. Te llamo más tarde. Te amo
Subió a su vehículo… se despidió con la mano y con la mirada amorosa sobre Skylar
Cuando viajaba a Santiago lo hacía en avión. La distancia era demasiado larga para hacerlo en vehículo por solo unos días. Dejaba el auto en el aeropuerto…
Conducía aparentemente tranquilo. Su música favorita sonaba en el stereo. A veces Skylar volvía a tomar una guitarra y cantaba para él o en reuniones con los amigos… esa era, en verdad, la mejor música del mundo para sus oídos… escuchar y ver a su rubio cantando… se había fascinado con él la primera vez que lo vio cantar…
Tantos años atrás y el sentimiento seguía creciendo y abarcando toda su vida…
Estaba confundido y necesitaba explicaciones…
Su vida juntos, cuidadosamente planeada y feliz, se tambaleaba…
Le había mentido a Skylar pero era por una causa importante. No iba a Santiago. Se dirigía a la casa del campo. Su mamá parecía saberlo todo…
Llegó cuando ya estaba oscuro, sin haberle avisado a Marlene. Entró a la casa para recibir el sorprendido abrazo de su madre, los reproches por no avisarle, la alegría de verlo y obviamente, mil preguntas sobre porque Skylar no estaba con él.
-. Que haces aquí?–
-. Yo… vine a ver como andas, mamá- su voz tambaleó levemente denotando la tensión que se había acumulado en él
-. ¿Dónde está?
A eso había venido… a conocer a Hans y hablar con su mamá… necesitaba saber, entender… no sabía cuáles eran las preguntas a las que necesitaba respuesta pero presentía que aquí encontraría la solución
-. Ven… está en mi cuarto – respondió ella con la sonrisa temblando en los labios
Marlene seguía adelante con la estrategia que se había planteado. A ratos, cuando el niño se acurrucaba en su pecho y sus ojos azules la miraban y sonreía, se preguntaba si tendría que quedárselo para siempre… lo haría… sería un enorme sacrificio pero lo haría… le tenía mucho cariño a Hans… ya no le recordaba la traición ni todo lo malo… pero su ideal seguía siendo que Hans viviera con Roberto y Skylar y los tres formaran una familia nueva. Hablaba con Skylar varias veces al día y podía sentir el amor de él por Hans… Roberto aún no quería nada con el niño… confiaba en que Skylar lo haría cambiar de idea en algún momento… pensaba viajar a verlos y llevar a Hans… a veces se desanimaba y creía que todo terminaría en nada… Skylar se olvidaría, se distraería en su trabajo… Roberto nunca querría a su medio hermano… y el pesimismo la llevaba a abrazar más fuerte al niño
-. Si no resulta, yo te cuidaré… no te dejaré solo… no tengas miedo
Ver a Roberto aparecer de sorpresa en su casa era una refrescante confirmación de que su plan funcionaba.
El dormitorio de sus padres estaba tal como lo recordaba. La única transformación que su madre había hecho era la de agregar una pequeña cuna al lado de su cama. Había una luz muy tenue en el cuarto. Roberto caminó hasta sujetarse del borde de la cuna… dentro… estaba su medio hermano… el chico que le estaba robando la alegría a Skylar…
No sintió nada especial al verlo… solo era un bebé dormido… no hubo campanas que resonaran en sus oídos ni una súbita descarga de amor en su pecho… ¿Qué esperaba sentir al verlo?…
Marlene preparó una cena improvisada. No paró de hablar sobre Hans. Roberto escuchaba y analizaba desde una perspectiva diferente… intentaba encontrar la lógica del súbito cariño que Hans despertaba en los demás… en Skylar, por ejemplo… si hasta Mirna que no lo conocía estaba encariñada con él!!! Pero por más que lo mirara no había nada especial que hiciera de Hans diferente a cualquier otro bebé.
Cuando ya se hizo tarde, Marlene preparó un biberón de leche…
-. Acompáñame-
-. Yo?.. pero…
-. Ven…
Una vez en el cuarto, su madre le pidió que tomara asiento y sin mediar mucha explicación, tomó a Hans de la cuna y lo acomodó en los brazos inexpertos de su hermano mayor.
-. Toma… dale la leche mientras voy a apagar la chimenea
-. Pero mamá… yo no sé… como… se…
Marlene desapareció de prisa… Hans aun tenía los ojos cerrados aunque sus manitos se movían… Roberto se sintió nervioso… el niño apenas pesaba… ¿estaba bien sujeto?.. había leído alguna vez que la cabeza debe estar firme… se aseguró de que su mano sostuviera bien la cabeza de Hans y sin saber que más hacer con el bulto entre sus manos, acercó la botella de leche a la pequeña boca de su hermano… Hans despertó al sentir la intrusión en su boca y comenzó a tragar la leche con avidez… sus ojos se abrieron y se fijaron en el rostro desconocido… directos… limpios… así como miran los niños pequeños…
-. Hola, Hans
Sintió que tenía que decir algo que aliviara la tensión que sentía… tensión en su cuerpo y en sus brazos… solo tensión.
Así es que este era Hans… este tragón que chupaba con tanta fuerza y no le sacaba los ojos azules de encima.
-. ¿Ya terminó?
-. Casi…
Marlene tomó al niño de sus brazos cuando terminó de beber. Roberto permaneció inmóvil en el sillón mirando como lo mudaba y le hablaba… Hans respondía con ruiditos y gemidos… cuando Marlene reía y lo besuqueaba, Hans se movía entero y su sonido parecía risa…
-. ¿Quieres acostarlo?- preguntó Marlene ofreciéndole al niño
Negó con la cabeza… al fin reaccionando.
-. No. Es tarde. Mañana hablaremos
Justo antes de salir…
-. Si hablas con Skylar… no le digas que estoy aquí
Marlene no preguntó ni hizo ningún comentario.
Salió del cuarto para irse al suyo. Al desvestirse sintió el olor de su hermano que había impregnado su ropa… olor de bebé…
Fue como una cachetada en el rostro…
¿Qué estaba haciendo?… ¿a que había venido exactamente?… ¿Qué esperaba encontrar?…
Hans no despertaba nada especial en el… seguía pensando que era una locura que su madre se hiciera cargo de él.
Volvió a sentir los ojos de Hans en los suyos… ojos azules como los de Skylar…
-. Se parecen – suspiró cansado antes de apagar la luz y dormirse.
Soñó con Skylar… con la tristeza y el alejamiento… Hans apareció también en sus sueños. Despertó aún confundido y se quedó un buen rato en la cama, pensando. Su madre entró a buscarlo con el niño en brazos. Desayunaron juntos. Una mujer de mediana edad y desconocida para él ayudaba a su madre en la cocina
-. Es Raquel. Me ayuda con Hans
Conversaron del campo y cómo Marlene estaba llevando todo. Le contó del vecino que deseaba comprar el campo pero ella no estaba interesada en venderlo.
-. Es para ustedes… cuando yo muera pueden venderlo si quieren pero por ahora, estas tierras significan mucho para mí
Revisaron las cuentas, Marlene hizo preguntas y Roberto respondió. Raquel aparecía de vez en cuando con Hans en sus brazos. Marlene se distraía y le dedicaba tiempo.
Durante dos días Roberto observó todo con frialdad, sintiéndose un espectador de la vida de Hans y la relación con su madre… analizaba y pensaba.
Llamaba a Skylar varias veces al día y respondía con evasivas a sus preguntas. Odiaba mentirle pero… no podía decirle lo que estaba haciendo… ni él tenía claro que era lo que hacía.
El tiempo se agotaba. Tenía planeado regresar al día siguiente…
Raquel se marchaba a media tarde y ellos quedaban solos con el niño. Marlene preparaba algo en la cocina cuando escucharon el llanto de Hans en el dormitorio.
-. Despertó… ¿puedes ir a verlo mientras termino aquí? – pidió señalando el batido entre sus manos – no le gusta estar solo
Roberto accedió sin tener claro que había que hacer con un bebé llorón. Entró al cuarto de sus padres y se dirigió a la cuna… Hans lloraba con ganas
-. Ya… ya puedes dejar de llorar– le dijo como quien habla con un adulto. El niño no percibió el cariño que necesitaba… siguió llorando aunque más despacio.
-. Hey, ya… estoy aquí. Deja de llorar…
Sin saber a qué más recurrir para calmarlo, Roberto se agachó en la cuna y tomó al niño entre sus brazos… era un gesto instintivo. Hans se calmó de inmediato una vez se sintió alzado y acompañado.
Roberto comenzó a pasearse por la habitación con el niño en sus brazos. Tenía cuidado de llevarlo bien sujeto pero sus ojos no estaban pendientes de él sino de lo que veía frente a él… al pasar frente a la cama de Marlene miró las elaboradas patas de la cama y sonrió… recordó… cuando era chico y había lluvia por la noche, siempre corría a la cama de sus padres aunque a su madre no le gustaba… varias veces, sus pies desnudos habían tropezado con las patas de la cama que simulaban las garras de un felino… avanzó otro poco y llegó hasta la cómoda de su madre; aun dejaba sus joyas y cosméticos sobre ese mueble… su hermana y él pasaron muchas horas jugando frente al mueble… Erica se disfrazaba y él la ayudaba… su vista se desvió hacia las fotos en la pared… buscó encontrarse entre aquellas viejas fotos que no veía hace muchos años… allí estaba… aprendiendo a andar en la bicicleta que le habían regalado para navidad… en esta otra, tenía unos 8 años… el caballo y el volaban sobre un reguero… su caballo regalón… ah!… esta era divertida… se había sentido tan grande cuando su padre le permitió ayudarle y lo dejó manejar solo el tractor… tiro un carro lleno de fardos hasta la bodega… más arriba, una foto de todos su curso de paseo en el campo… Hans los había llevado a todos en la camioneta nueva…
Roberto no se dio cuenta en qué momento comenzó a emocionarse y la respiración se le aceleró intentando controlar el llanto que le cerraba la garganta…
Las imágenes de él mismo siendo niño y adolescente acudieron a su mente después de tantos años de no recordarlas.
Ahí estaba la evidencia…
Todo lo que había olvidado y borrado de su niñez y adolescencia estaba frente a él en las fotografías que miraba… la imagen de su padre ayudándolo a subir a la cama cuando era muy pequeño, riendo y cobijándolo entre ellos dos para protegerlo del sonido de la lluvia que lo asustaba… su padre no le había permitido lanzarse solo en la bicicleta sino que corrió junto a él por más de un kilómetro hasta sentirlo seguro… solo entonces lo dejó ir … podía verlo en su mente… recordaba claramente lo orgulloso que estaba … y el caballo… también fue Hans quien le enseñó a montar… la mano grande de su padre sobre la suya enseñándole a tirar de la rienda… vio a su padre agachado frente a él, en el corredor de la casa, vistiéndolo con un poncho de su tamaño y un sombrero nuevo… Marlene reclamaba que el niño iba a mojarse con la lluvia pero Hans reía y le decía que lo cuidaría que nada le pasara… y así fue… nada le pasó excepto que su padre y él anduvieron mucho rato cabalgando, conversando y riendo… revisando los que se hacía en el campo… el tractor… que orgulloso estaba de ser grande a sus 10 años y ayudarlo con las tareas del campo … y… sus amigos… ya tenía 14 años cuando todos vinieron a pasar el día en el campo y Hans los llevó a río y los paseó en la camioneta nueva… había pasado el día entero con ellos…
Roberto sollozaba y ni siquiera se daba cuenta…
-. Me quería… mi padre me amaba…
En una rápida sucesión de imágenes, Roberto recordó muchos momentos importantes al lado de Hans y el rostro siempre amable y orgulloso de su padre…
De pronto… lo entendió.
Comprendió como debió haberse sentido Hans cuando supo que su hijo se había enamorado de otro hombre y sus esperanzas y sueños se destrozaron. Nunca estuvo preparado para algo así… y él lo había desilusionado tanto… pero por sobre todas las cosas… las fotos no mentían. Eran la evidencia del gran amor que Hans le había tenido.
-. Si me amaste… si me querías…
Expresó en voz entrecortada por la emoción y las lágrimas… el dolor del rechazo… no sabía que aún lo llevaba encima y que dolía tanto… solo ahora que comenzaba a liberarse de el se daba cuenta del peso que representaba y lo feliz que se sentía de recordar los buenos momentos con Hans que su mente había eliminado concentrándose solo en los últimos años de guerra…
-. Me amaste papá… sí me amaste…
Se sintió débil y necesitaba apoyo. Se sentó con calma sobre la cama de sus padres… lo entendía… si.. ahora sabía lo que Hans tuvo que pasar y en verdad lo entendía… era el principio del perdón… Roberto sentía que por fin era capaz de perdonar a su padre y cualquier insensatez que hubiera hecho a partir del momento en que él le había roto el corazón con su amor por Skylar…
-. Lo siento papá… lo siento mucho
Miraba una foto de Hans que Marlene conservaba en su velador. La sensación de entender y perdonar era liberadora… a pesar del llanto y la intensa emoción, Roberto se sentía muy bien…
-. Ññggghh
El sonido de Hans lo hizo recordar que aún tenía al niño entre sus brazos… asombrado de haberlo olvidado, se volvió a mirarlo… los grandes ojos azules lo observaban como si entendiese su pena y quisiera consolarlo…
Roberto se quedó inmóvil pegado en esos ojitos dulces… por primera vez vio realmente a su hermano
Su boca se abrió despacio y sus manos sujetaron con más cuidado al niño alzándolo frente a él
-. Hans?…
Pronunció murmurando sin apartar sus ojos de los de Hans… volvía a emocionarse… otro tipo de emoción… estaba viendo a Hans sin los filtros anteriores… esos que le habían nublado no solo los ojos sino el alma, que lo habían envenenado con odio y rencor… con pensamientos negativos…
Súbitamente empezó a reír al tiempo que lloraba y estrechaba al bebé de manera diferente repitiendo su nombre al aire
-. Hans… Hans…
Cuando Marlene entró al dormitorio, supo de inmediato que algo había cambiado… la manera en que Roberto sostenía a Hans bien pegado contra su cuerpo… los ojos rojos e hinchados… la voz entrecortada al pedirle…
-. Mamá, necesitamos hablar
Ella lo esperaba… suspiró aliviada… ya comenzaba a creer que Roberto se iría de vuelta sin decirle nada
-. Si, hijo…
– Es sobre Hans…
SKYLAR
Tres días sin Roberto lo tenían inquieto. Si no le hubiera encargado su trabajo se habría ido a ver a Hans, pero tenía que cumplir con lo que Roberto le había pedido además de su propio trabajo. Lo haría cuando Regresara. Le pediría que fueran al campo a verlos.
Interrumpió su concentración a media mañana para buscar un café. Tomó el celular y marcó a Marlene. Ella demoró en responderle
-. ¿Cómo amanecieron hoy? – preguntó por saludo visualizando el rostro de su suegra en la pantalla
-. Bien. todo muy bien
– ¿Y Hans?
-. Esta… en la cocina, con Raquel- Marlene parecía nerviosa
-. Déjame hablarle y verlo – pidió ansioso anticipando la alegría que le producía ver su carita y escuchar su voz a través de la pantalla del celular.
-. No.. es que… estoy lejos ahora. Estoy ocupada con nuestro vecino. Vino a conversar conmigo. Te llamaré más tarde
– Si. Esperaré tu llamado
Cortó la llamada desilusionado. Todas las mañanas, infaltablemente, hablaba por teléfono con Marlene y con Hans. Ansiaba escuchar los ruiditos chistosos del niño e imaginarlo. Marlene le daba detalles precisos de la ropa que vestía cada día y lo que estaban haciendo. Siempre tenía la agenda completa del niño. Hoy no había recibido esa información y se sentía perdido… no sabía cómo imaginárselo en su mente. Deseo estar con ellos.
Miró el tablero frente a él. Necesitaba tranquilidad y concentración para poder continuar… amaba su trabajo… pero hoy estaba demasiado inquieto. Tomó el casco de seguridad. Mejor se iba a supervisar la construcción de Roberto. No tenía cabeza ahora para trazar líneas e imaginar espacios… lo único en su mente era esperar la llamada de Marlene y ver a Hans en su pantalla.
Los atrasos en la obra debido al mal tiempo no hicieron mucho por mejorar su ánimo.
Para cuando terminó de almorzar, Mirna le había llamado la atención por lo poco que comía, Marlene no lo había llamado, Roberto no respondía su celular. Tuvo ganas de meterse en la cama y dormir toda la tarde. No tenía ganas de nada. Llovía torrencialmente, pero tenía que cumplir con su obligación.
Avanzó poco en su trabajo… el paisaje a través de la ventana le robaba la atención… se perdía siguiendo con la vista las lanchas pesqueras culebreando en los canales… las nubes oscuras que cruzaban rápido el cielo… tomaba nervioso el celular y chequeaba las llamadas… ninguna era de Roberto ni de Marlene
-. Maldita familia!!… todos desaparecidos
A las cinco de la tarde estaba comenzando a oscurecer. Skylar cerró la oficina, corrió bajo la lluvia hasta su auto y se encaminó a su casa. Luego de una reconfortante ducha, dejó el celular cerca de su almohada y se metió desnudo en la cama a dormir.
-. Te voy a despertar para cenar – lo amenazó Mirna
-. No quiero comer- respondió taimado, chequeando el teléfono una vez más
-. Nadie desprecia mi comida
Despertó cuando sintió una caricia suave en su hombro… labios cálidos besaban su piel y subían hasta su boca con extrema ternura. Skylar sonrió antes de abrir los ojos… conocía esos movimientos…
-. Mmhhhh… más…
Expuso la piel de su rostro y cuello para ser besada
Todo estaba en calma. Había dejado de llover. De pronto sus neuronas funcionaron y se dio cuenta que Roberto había regresado. Abrió bien los ojos, no sabía qué hora era ni cuanto había dormido
-. Llegaste…
-. Hola
Estiró su cuerpo, tratando de levantarse de la cama para saludarlo mejor, pero una mano empujó su pecho impidiéndole moverse
-. Cuidado- la voz suave de Roberto en la habitación
-. ¿Cuidado con qué?
Roberto prendió la luz del velador que desplegó un suave halo cálido. Skylar lo miró encantado y sorprendido… había algo especial en Roberto… sonriente, luminoso… lo miraba como si tuviera una sorpresa escondida. Sujetándolo con cariño se acercó hasta murmurar en su oído
-. Cuidado con tu hijo
Skylar tuvo que separarse un poco para poder mirarlo y decidir qué había escuchado… ¿Qué.. que pasaba?… los ojos de Roberto no lo miraban a él sino a un punto tras él, en su misma cama. Inseguro, Skylar se giró siguiendo la vista de Roberto…
-. Hans?– murmuró apenas con la respiración entrecortada…
¿seguía dormido y estaba soñando?
Al otro lado de la cama, Hans dormía apaciblemente. Lucia adorable.
Un pequeño bultito suave envuelto en un chal blanco… en su propia cama…
Sin poder creerlo, se acercó a mirarlo de cerca, su boca abierta y aun sin atreverse a respirar… si era un sueño no quería despertar… lo tocó con miedo, no quería que fuera un sueño…
-. Hans? – volvió a preguntar con la voz comenzando a quebrarse… miró a Roberto que sonreía animándolo a seguir… se volvió hacia Hans…
Tuvo que olerlo y besarlo para convencerse
El rostro de Skylar fue cambiando lentamente… repetía las palabras de Roberto en su mente y su mirada iba del niño al adulto… necesitaba explicaciones… Hans estaba en su cama… con él… y Roberto lo había llamado su … él dijo que… ¿hijo?
Roberto los miraba a ambos tan emocionados como el propio Skylar… no podía mantenerse apartado de este cuadro… llegó a su lado y se fundió en un apretado abrazo con él… Skylar respondió temblando y estrechándolo de vuelta… la emoción apenas contenida
-. ¿Qué dijiste? ¿Cómo lo llamaste?– murmuró sin soltarlo
Roberto se tomó un momento antes de responderle. Aligeró el abrazó para besar su boca… luego, mirándolo a los ojos, repitió
-. Tu hijo… mi hijo… nuestro
-. Hans??.. pero.. cómo??.. qué pasó?…
No quería dar rienda suelta a los fuegos artificiales que amenazaban con estallar dentro de él y llenarlo de felicidad… quería creer… tenía miedo…
-. Skylar, ¿Lo quieres?- lo sostenía con cariño
-. ¿Si lo quiero?- repitió dolorosamente
-. Si. ¿Lo quieres para siempre?
No podía responder… las lágrimas corrían de sus ojos… Hans estaba en su cama… no sabía que había hecho Roberto pero estaba llamando a Hans su hijo y diciéndole que sería de ellos… el torrente de emociones corría descontrolado por su cuerpo debilitándolo y enloqueciéndolo… se abrazó a Roberto saliendo de la cama y resbalando hasta que los dos quedaron sentado en el suelo, abrazados, mirando al niño sobre la cama y llorando sin control…
-. ¿Hijo?…- reía Skylar con los ojos chorreando lágrimas a raudales- ¿mi hijo? – alternaba su mirada entre Hans y Roberto no sabiendo a cuál de los dos amaba con mas locura…
-. Para siempre…- repitió Roberto
-. Dime que no es un juego ni una broma – suplico el rubio… rogándole
Las manos de Roberto rodearon su rostro sujetándolo posesivamente y besando su boca con urgencia
-. No amor… no es una broma… es nuestro… es lo que tú querías, ¿no? –
Recibir la seguridad de las palabras de Roberto desató una nueva ola de emociones en él. Lo beso, lo abrazó, reía como loco, lloraba y volvía a besarlo…
-. Cálmate… ven conmigo
-. No quiero dejarlo solo
Había vuelto a subir a la cama y a duras penas contenía sus ganas de despertarlo, abrazarlo y comérselo a besos… Hans.. en su cama… su Hans…
-. Tenemos que hablar
-. Si.. pero…
Roberto tiró de su mano hasta llevarlo fuera del dormitorio. Sentados frente a frente en la mesa del comedor con las manos fuertemente entrelazadas y los cuerpos inclinados hacia el otro… sus miradas… perdidas de amor
-. Creo que ya sabes que mi mamá quiere que lo criemos nosotros
-. Si… lo sé– admitió
-. Estabas tan triste… no puedo verte así, Skylar. Cuando estas triste tengo que mover el mundo hasta volverte a ver sonreír
-. Fuiste a buscarlo
No era una pregunta sino una afirmación. Roberto asintió con la cabeza y con una sonrisa en los labios
-. Fui a… buscar una respuesta. No estuve en Santiago sino en casa de mi mamá. No te enojes. Necesitaba un tiempo a solas con Hans y conmigo mismo… tenía que entender que le habías visto y porqué lo querías tanto… tenía muchas cosas que entender
Acariciaba su rostro mientras le hablaba… Skylar lo miraba lleno de emoción… la felicidad escapándosele por todos lados… no importaba si le había mentido… lo único que importaba era que lo amaba locamente y que Hans estaba con ellos… eran una familia.
-. ¿Qué encontraste?- quiso saber
Roberto rió abiertamente negando con la cabeza… sus ojos oscuros brillaban
-. Encontré un pequeño tragón que requiere atención todo el día… llora y se caga a cada rato… – sostenía el rostro de Skylar entre sus manos y le hablaba muy cerca – y es un déspota… se hace todo al gusto de él… nos va a volver locos…
Sin saber porque Roberto comenzó a llorar… no encontraba las palabras adecuadas para definir a Hans… su hermano, su hijo…
– Pero es… es… Skylar… él es… precioso… hermoso…
-. Lo sé… sé lo que es–
Veía el cambio sincero en la emoción de Roberto… Skylar lo amaba locamente, pero en ese preciso momento de vulnerabilidad, sintió que lo amaba más que nunca… se abrazaron en el silencio de la noche… solo el sonido de sus lágrimas y la calidez de sus cuerpos… el amor tan profundo entre ellos…
-. Voy a odiarlo cuando te mantenga alejado de mi
Dijo Roberto sonriendo y secando las lágrimas de sus ojos
-. No… no lo vas a odiar- sonrió Skylar de vuelta
-. No. Es mi sangre… es mi hermano
-. Hijo – corrigió suavemente Skylar – es nuestro hijo, ahora
Ambos se sostenían el uno al otro… nunca habían pasado por un momento de tanta emoción
-. Encontré la razón que completa tu felicidad… ahora entiendo
– Tú me haces feliz
-. Si… pero también quieres a Hans
-. De manera diferente
-. Lo sé… lo entiendo… quiero que los dos sean felices
-. Yo soy feliz contigo
– y ahora con él.
-. Si.. con él…
Se fueron calmando de a poco en brazos del otro.
-. ¿Y Marlene?
-. Está bien.. feliz por nosotros
-. Quiero verlo…
Skylar no aguantó más. Abrió la puerta despacio y entró al cuarto donde Hans continuaba durmiendo. Con la sonrisa iluminando todo su rostro, se acomodó al lado de Hans, acunándolo entre sus brazos y su cuerpo… cerró los ojos y permaneció quieto… respirando el olor del niño… llenándose de amor… intentando convencerse de que ahora lo tendrían cada día en sus vidas.. era maravilloso.. lo mejor del mundo…
-. ¿Y sus cosas?
Preguntó pensando en el biberón de la mañana, las mudas de ropa, los pañales…
-. Dejé un cargamento completo en la pieza de visitas
La emoción le ganaba… Roberto quería ser parte de lo que Skylar estaba viviendo… se acostó al lado contrario… Hans entre ellos… sus manos se buscaron.. los ojos anclados…
-. La pieza de Hans – corrigió Skylar
-. Si… la pieza de nuestro hijo
Las lágrimas volvían a escurrir de sus ojos sin que trataran de controlarlas o que le importara siquiera… por alguna parte tenía que escapar tanta alegría y emoción.
-. Te amo – murmuró Skylar sin apartarse de los ojos oscuros de Roberto – desde el día que te vi supe que eras para mi… me has hecho el hombre más feliz del universo… gracias
Roberto lo miraba extasiado… se veía tan hermoso todo bañado de lágrimas y emoción… todavía se preguntaba si algún día dejaría de sentir tan fuerte cada vez que lo miraba… volvería a hacerlo una y mil veces… siempre buscaría la manera de hacerlo feliz porque la felicidad de Skylar era la suya… y Hans… su hermano que crecería como el hijo de ambos… había comenzado a amarlo un poco más tarde pero el sentimiento crecía imparable dentro de él… esperaba que Hans creciera igual a él… tan rubio y hermoso como su… padre…
-. Somos padres… – dijo de pronto con mucha emoción en la voz
Reían y lloraban…
Estaban hechos el uno para el otro… dos hombres que se amaban en plenitud, que conocían del esfuerzo de alimentar el amor cada día y disfrutaban de la maravillosa recompensa de tenerse.
Le parecía un deja vu… sentía que esta escena la había vivido antes… Roberto caminó decidido hasta la terraza donde Skylar descansaba bajo el sol del verano. Como siempre, medio cuerpo sobre el sillón y los pies levantados apoyados sobre la baranda. Solo vestía sus jeans desgastados… el magnífico torso al desnudo… el pelo rubio colgando.
Roberto se tomó un minuto para admirarlo antes de acercarse… Si. Había vivido esto mismo el verano anterior… casi igual.
Solo que aquella vez la escena no estaba completa como ahora.
Sobre el torso de Skylar y sujeto con una de las manos de su padre, dormía Hans, también a medio vestir debido al calor del verano. Roberto suspiró… era una de esas escenas mágicas que remecen el corazón… tan intimo el contacto entre padre e hijo… tan hermosos ambos y el paisaje que los rodeaba… debería retratarlos, pensó Roberto. Pero tuvo miedo de moverse y que la magia del momento desapareciera. Se quedó donde estaba guardando cada detalle en su retina… disfrutando del momento… la carita pacífica de Hans sobre el cuerpo de su padre… la pequeña manito estirada sobre el músculo pectoral del mayor… la mano de Skylar que lo sujetaba posesivamente contra su pecho… la luz cálida del atardecer sobre ambos… eran tan parecidos. Todos en la isla murmuraban que Hans era producto de algún desliz amoroso de Skylar. No se explicaban de que otra manera el niño podía ser tan idéntico al rubio.
-. Es nuestro hijo
Fue todo lo que dijeron al presentarlo a sus amigos. Lo recibieron como a un pequeño príncipe. Todo fue alegría y buenos deseos. No eran muchos los niños pequeños en el lugar. Trajeron regalos y bendiciones para el hijo de sus amigos. Hans crecería rodeado y protegido por un poderoso círculo de amistades y buenas personas en un ambiente ideal, con unos padres que lo amaban como solo los padres de verdad aman a su hijo.
-. Se ven tan lindos
Mirna estaba de pie al lado de Roberto en la entrada de la terraza. Roberto estiró su brazo y abrazó a la mujer
-. Son lo más lindo del mundo. Mi familia- replicó con la voz llena de orgullo.
Mirna lo miró con cariño. Desde que Hans había llegado, la relación con los chicos se había vuelto incluso más cercana; Ella participaba activamente en la crianza de Hans y se hacía llamar “abuela Mirna”. Cuidaba al niño con ferocidad y no permitía que nadie se acercara ni lo tocara cuando lo llevaba con ella a realizar las compras de verduras para su sopa o en un paseo en su coche. Hans era irresistible desde que había aprendido a sonreír y sus ojitos curiosos examinaban a todo el mundo. Todos querían ver y abrazar al hermoso hijo de la pareja de arquitectos. Pero Mirna mantenía las manos a raya y lo protegía celosamente.
-. Voy a llevarme a Hans. Vamos de compras. Pescado fresco para mañana
-. Yo te lo paso
Roberto se adelantó hasta llegar donde ellos. Se acuchilló y acarició suavemente, con solo un dedo, el hombro desnudo de Skylar
-. Ya sé que estas aquí. Te escuché llegar- sonrió
Skylar no dormía, solo descansaba bajo los rayos de sol del atardecer… amaba esa hora del día… siempre que podía se volvía temprano a casa y aprovechaba de descansar con Hans en su piel. El niño había aprendido y se quedaba quieto descansando con su padre. Skylar respiraba inhalando profundamente el delicioso aroma de Hans mezclado con el aire limpio de la isla. Ningún perfume podría jamás igualar esa maravilla. El calor y el peso de Hans sobre él. Su hijo le llenaba el mundo.
-. Se va de compras con Mirna
Roberto levantó a Hans con cuidado. El niño abrió los ojos y se alegró al verlo.
-. Hola hijo
Le habló con suavidad y cariño. Lo levantó hasta apoyarlo contra su pecho y estrecharlo. Le rascó su pequeña cabecita rubia. Hans sonreía y hacía ruiditos graciosos demostrando su felicidad de verlo llegar. Roberto había aprendido a amarlo… amarlo con todo el corazón. Su hijo. Su familia.
-. Llamé a tu madre… ¿quieres saber con quién estaba?
-. ¿De nuevo??!!
Besó a Hans antes de entregárselo a Mirna
-. Bueno… tienes que ver el lado positivo, amor. El campo del vecino es un poco más grande que el de tu madre y juntos, será una gran herencia. Es viudo y sin hijos… ¿vas entendiendo?
Skylar se burlaba de él… le gustaba molestarlo con el vecino viudo que se mostraba muy interesado en Marlene y a ella parecía no molestarle.
-. Sobre mi cadáver – respondió fingiéndose celoso… pero la realidad era que apoyaba plenamente cualquier decisión que su madre tomara… le haría bien tener un compañero, una nueva pareja. Conocía al vecino y era un buen hombre. Marlene se veía más coqueta y sonriente cuando venía a visitarlos.
Minutos después, Mirna pasaba con el coche de Hans frente a ellos. Se despidieron con gestos de sus manos lanzando besos al niño.
-. Crece muy rápido
Se quejó Skylar mirando a Roberto y acercándose a él con los brazos extendidos. Los pasó tras su cuello y se pegó a su boca.
-. Demasiado rápido- respondió al beso… ya pronto dejó de ser un beso de bienvenida… la lengua de Skylar se internaba hambrienta en su boca buscando la suya y su cuerpo se mecía seductor… sus manos lo apresaban… Skylar lo seducía…
-. Skylar…
Esa efusividad… le gustaba… lo enloquecía cuando Skylar estaba de ese humor… últimamente pasaba muy seguido
-. Dime…
Preguntó fingiendo inocencia… sus movimientos no tenían nada de inocentes… la mano que había dejado el cuello y se dirigía hacia otro camino definitivamente no era inocente… Roberto sintió como sus testículos eran apresados y acariciados por sobre la ropa… la sangre se agolpaba en su miembro…
– ¿pasa algo?
Seguía jugando al inocente… a medio vestir… con esa mirada lujuriosa, listo para atacar en cualquier momento…
-. ¿Si pasa algo?…- repitió con la voz ronca… – Si. Mucho-
Lo tomó con fuerzas, sujetando su rostro y juntó sus bocas hundiendo su lengua, encontrando su saliva… su sabor… apoderándose del beso y de la boca de Skylar… las manos de Roberto se deslizaron por su torso desnudo deteniéndose en las nalgas y apresándolas contra sus genitales.
-. No te salvas…
Dijo amenazante, comenzando a empujarlo hacia el dormitorio sin dejar de besarlo
-. ¿Quién quiere salvarse?
Se dejaba llevar gustoso… él había comenzado el ataque… no quería escapar a ninguna parte…
Los gemidos suaves de Skylar y la voz ronca de Roberto llenaban el ambiente en el dormitorio. Los cuerpos desnudos sobre la cama bañados de la última luz del atardecer. Roberto lo sostenía con fuerza apretando su cintura y su pecho, estaba semi sentado sobre la cama… su torso fuerte y seguro se movía al ritmo que marcaban las embestidas… no podía contener los sonidos que escapaban de su boca… Skylar lo complacía de tantas maneras… había aprendido bien a llevar su cuerpo a dar el máximo… lo estrujaba, lo exprimía… le daba todo el placer que era posible obtener… la piernas de Skylar lo rodeaban… su miembro entraba y salía del interior de rubio… el mejor lugar del mundo… lo miraba y una nueva ola de calor lo envolvía… el cuerpo brillaba perlado de gotitas de sudor… la cabeza hacia atrás, el pelo rubio colgando como una cascada… los ojos cerrados y la boca abierta emitiendo obscenos sonidos… gozando del placer que su miembro y su cuerpo le proporcionaban… El calor se acumulaba… el orgasmo se acercaba… Roberto en su oído le decía, en su idioma especial, cuanto amaba tenerlo tal como lo tenía ahora… clavado en su miembro y a merced de sus deseos… mierda!! Skylar amaba el vocabulario sucio y maldito que usaba en la intimidad para hacerlo llegar al clímax… no aguantaba más… Roberto podía sentir como su rubio se tensaba para dar paso al orgasmo… el suyo se desataba junto al de él… se derramaba en su interior…
-. Aahhh… te amo
Caían unidos sobre la cama… los cuerpos sudoroso, exhaustos y satisfechos… sin soltarse… abrazados, unidos… ahora y siempre.
Más tarde, Mirna tomó el atado de sabanas sucias y salió del dormitorio sonriendo. Ya no recordaba cuantas veces había cambiado las sábanas esta semana pero habían sido muchas. No le importaba aunque tuviera que cambiarlas 10 veces al día. Suspiró complacida. Todo estaba bien. Creía que antes eran felices pero había que ver como andaban ahora… derritiéndose de felicidad, sin poder quitarse las manos de encima y contagiando a medio mundo con su alegría y su amor… Las sábanas eran la evidencia y la causa de la sonrisa permanente en la cara de esos dos. Mirna meneó la cabeza riendo. Hans había llegado a convertir sus vidas en maravillosas. El niño era un precioso regalo que bendecía sus vidas. La casa estaba llena de amor.
Pasó frente a la terraza y los vio a los tres en el jardín… cada uno de los hombres en un lado, intentaban enseñarle a caminar a Hans que se tambaleaba, caía sobre el suave colchón de pasto, reía con alegría contagiosa y volvía a intentarlo, ayudado y animado por sus padres. Si. Eran padres extraordinarios y no le cabía duda alguna de que Hans crecería feliz con ellos para ser un hombre de bien.