Capítulo 3

Skylar 

 

La vida en Santiago es una locura encantadora. Me fascina esta ciudad loca que tiene de todo… siempre hay algo que hacer, un lugar donde beber con los amigos, un lugar donde escuchar música, bailar y divertirse.

Han pasado cerca de dos años y he cambiado mucho, el mundo se ha abierto delante mío y creo que puedo abrazarlo por completo. Soy popular… mi aspecto, mis ropas diferentes y los accesorios que uso, colgantes, brazaletes, gorros, pañuelos, etc, son motivo de comentarios, me aman o me odian, pero todos hablan de mi; en todo caso son más los que me aman y me buscan.  Sigo siendo buen alumno y hasta ahora he pasado todos los exámenes sin reprobar ninguno a pesar de que comparto mi tiempo por igual entre el estudio y las fiestas.

Es Sábado en la noche, pasada la medianoche, aquí ya no queda mucho más que beber y el desorden que hemos hecho en este lugar es considerable. Espero que no castiguen mucho a mi amigo por todo esto. Hora de seguir la fiesta en otra parte. Salimos de la casa gritando y riendo.. Somos unos 15 más o menos. Varios vehículos nos esperan estacionados afuera. Son todos autos modernos. Somos todos hijos de padres con dinero.

– Skylar – gritan las chicas subiendo en la parte de atrás de un auto – ven con nosotras Skylaaaaar …

– Voy – grito encaminándome hacia ellas pero un tirón brusco en el brazo detiene mi avance. Giro la cabeza y encuentro la mirada ansiosa de Carlos

– Ven conmigo – me dice acariciando suavemente mi antebrazo

– lo siento señoritas – les grito – me voy con Carlos…  Las chicas parecen desilusionadas, finalmente todos reímos, subimos a los vehículos y partimos precipitadamente con un rugir de motores y la música a todo volumen… en cosa de segundo la tranquilidad ha vuelto a esta calle vecinal.

Solo Carlos y yo vamos en el auto. Sé que Carlos quiere hablar conmigo desde el fin de semana pasado en que estuvimos juntos. He estado evitándolo. Decido que es mejor hablar con él y aclarar la situación de una vez. En verdad Carlos es un buen chico, es muy inocente y dulce y el fin de semana pasado no pude resistirme a elegirlo. Estábamos en un asado en casa de unos amigos en común. Noté que un chico muy jovencito me observaba tímidamente la mayor parte de la noche. Es un chico moreno de ojos claros, me llama la atención su actitud tímida, hoy en día casi todos y todas se me acercan buscándome pero él no se acercó nunca a hablar conmigo, la noche sigue avanzando y él solo me sigue observando. Ha captado toda mi atención.  Comencé a mirarlo y a sonreírle hasta que el pobre no sabía dónde esconderse. Sé bien que soy capaz de hacer eso y más. Nancy, una amiga en común, fue la que me llamó la atención.

– Ya déjalo tranquilo Skylar… ¿no te das cuenta lo nervioso que esta? – Carlos no podía escucharnos desde donde estábamos

– Es dulce… tímido, ¿Quién es? –

– Es primo de los dueños de casa, primer año de universidad, se llama Carlos... no seas malito con él. Ok? – Luego de otra cerveza me decido y voy directo donde él.

– Hola Carlos – le tiendo la mano y le dedico una de mis mejores sonrisas.

– Hola – me contesta en un murmullo de voz,  sostengo su mano entre las mías un rato más largo de lo que debiera.

Puedo sentir como el chico se rinde incluso antes de la batalla. Me habría gustado un poco más de desafío… un poquito más difícil tal vez.

Abro despacio los ojos, con evidente dolor de cabeza, sed y una resaca de los mil demonios. El lugar no me resulta conocido pero la cama donde estoy tiene evidentes señales de un encuentro sexual

– Desayuno? – me pregunta el chico que me observa, aún embobado, de pie al final de la cama

– mmhhh? Si, hambre y sed… – contestó sin extrañarme en lo más mínimo de amanecer en una cama extraña, en un cuarto extraño y con un tipo al que no recordaba muy claramente

El chico me guía hasta la cocina de este departamento y me sirve desayuno, mientras yo, apenas vestido me lo devoro todo. El no come nada, sólo me observa.

– Gracias – levanto los ojos para mirarlo. Puedo sentir su mirada sobre mi cuerpo y mi rostro, literalmente  me esta comiendo con los ojos, pero ya estoy acostumbrado, siempre es así.

– ¿Ducha? – pregunto con una sonrisa

– Por acá.. – Creo que si le hubiera pedido una estrella, el chico habría tomado la próxima nave espacial para conseguírmela.

Me ducho y aún mojado con la toalla en la cintura vuelvo al dormitorio a buscar mi ropa. Él me espera sentado en la cama. En cosa de segundos leo la ansiedad y el deseo en sus ojos. No me siento cómodo, odio esta parte…

– Mira…

Quiero comenzar a explicarle pero no me deja hablar. De un salto esta a mi lado y me quita la toalla. Me abraza fuerte y puedo sentir su erección contra mi cadera. Me empuja despacio hasta la cama, me dejo llevar. Se arrodilla frente a mi y baja la cabeza entre mis piernas, sumiso, expectante. Levanto una mano y le acaricio un hombro. Era la señal que él estaba esperando. Con cuidado toma mi pene que lentamente comienza a reaccionar y lo pone en su boca. Se siente bien. El chico sonríe satisfecho cuando lo siente comenzar a crecer.

“ Ojalá al menos me acordara de tu nombre” pienso mientras cierro los ojos y me recuesto en la cama.

Un par de horas después Carlos aún duerme en la misma cama. Me he vuelto a duchar y estoy sentado en la alfombra de su dormitorio observando en detalle los dibujos que contiene una carpeta de diseños de Carlos. Tengo la alfombra llena de sus dibujos

– ¿Te gustan? 

– Dibujas bien – contesto sin levantar la vista pensando en todas las formas en que podrían quedar mejor – ¿para que son estos?

– Son para el concurso de afiches – me contesta satisfecho

– ¿Que concurso? – nunca he prestado mucha atención a ese tipo de cosas

– El centro de alumnos de la universidad tiene un concurso de afiches para la promocionar la próxima feria universitaria – Carlos salta de la cama y se sienta a mi lado. Los afiches estaban firmados con su nombre, Ya recordé que se llamaba Carlos.

-¿ cual es el premio? 

– Bueno, es un premio en dinero, no es tanto, pero lo más importante es que tu afiche será el que este por todas partes en la universidad y posiblemente hasta aparezca en los diarios – Carlos estaba entusiasmado.

– ¿Y cuál de estos vas a presentar? 

– No lo sé aún… ¿me ayudas a elegir? – sigue coqueteando conmigo

La semana pasó muy rápida. Me crucé con Carlos un par de veces y lo saludé. Supe por la forma de mirarme que quería estar conmigo, pero para mí él era sólo un encuentro casual de fin de semana.

El sábado siguiente nos volvimos a encontrar, y cuando me tomó del brazo para irnos en su auto no pude evitarlo

– Te busqué toda la semana – dijo Carlos finalmente

– Pues ya me encontraste 

– ¿Me das tu número de celular? – pidió

– No tengo 

– No es cierto – contesto Carlos dándose cuenta de la mentira – lo  vi en tu ropa el otro día. Sé que tienes celular. –   

Está bien, si quieres la verdad te la doy”

– Carlos… no quiero darte mi número, no quiero que me llames…  tu y yo solo fuimos un fin de semana y nada más –

Su respiración cambia, puedo sentir que está desilusionado

-¿No podemos ser algo más? – tiembla su voz

– Podemos ser amigos y salir de fiestas juntos cada vez que podamos 

si, podemos salir en grupo nuevamente pero jamás vas a volver a tenerme en tu cama

Silencio… varias calles en silencio mientras el auto avanza en la noche y solo la música se escucha.

– Esta bien – derrotado,  dolido.- si tu lo quieres así.

– ¿Donde vamos? ¿Estamos en  la U? 

– Si, Hay una fiesta en la universidad 

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