Viajar en el metro no es una de mis actividades favoritas pero mientras dura el invierno no tengo otra opción.
Esta ciudad es fría y lluviosa, definitivamente no apta para viajar en moto.
Algunos días nuestros horarios coinciden y me vuelvo con Roberto. Es un acto totalmente rebelde de parte nuestra. Nos ponemos de acuerdo a través de mensajes. A veces me toca esperarlo un rato mientras se desocupa y otras veces él me espera; algo impensable para ambos hace un tiempo atrás, pero estamos aprendiendo juntos. De alguna manera ya no nos complica tanto que nos vean juntos aunque también es cierto que no coincidimos mucho y que nuestra actitud es distante uno del otro cuando estamos con más gente. Nadie podría sospechar jamás que somos… somos… busco en mi mente la palabra adecuada… “amantes” no me parece una palabra que pueda describir nuestra relación. Se queda chica, corta, no caben en ella todo lo que hemos compartido y vivido juntos durante estos 5 meses. No entra todo el amor que siento… si, amor, enamorado de este hombre que puede, durante un instante, llorar en mis brazos como un bebe y al siguiente minuto ser mi amante, tan posesivo y dominante que me desespera.
Estoy enamorado… siento amor…
Me río solo en el carro del metro y la gente me mira curiosa. No me importa, nunca me ha importado. La gente siempre me mira.
No se lo he dicho… y no sé por qué no se lo he dicho.
He estado varias veces a punto de hacerlo pero algo me asusta y me detiene. Roberto jamás me ha dicho una palabra de lo que siente él, creo que ni siquiera le preocupa… Me asusta su frialdad a veces… No, no somos amantes, somos mucho más que eso.
He cambiado mucho desde que estoy con él. No sé que necesitaba o que buscaba antes, cuando la vida era una fiesta continua, pero ahora sólo quiero la fiesta con él. Roberto ha conocido a algunos de mis amigos. Se llevan bien, pero ninguno de ellos sabe de nuestra relación. Mis amigos me reclaman que solo me junto con ellos en la universidad pero que ya no salimos…, me molestan y por todos los medios intentan averiguar con quien estoy, pero no digo nada, me limito a informarles que estoy concentrado estudiando.
Extraño a Nancy, eso sí. Ella es la única persona que tal vez podría considerar una amiga cercana. Nunca hemos tenido sexo y por ello nuestra amistad es especial. Acostumbrábamos tener una relación de intenso cariño, tomarnos las manos, abrazarnos y besarnos pero esos cariños especiales dedicados a los amigos, nada más. Nancy tiene la mente más rápida y sagaz que he conocido; es pequeñita de estatura, delgada y monísima, tiene muchos admiradores y pretendientes pero es difícil tener una relación con ella; su sinceridad llega a ser hiriente pues no tiene filtros y tiene un don especial para leer a las personas, lo que la convierte en un peligro natural; es una de las pocas personas que puede leerme sin necesidad de hablar mucho. Creo que es por ello que la evito más que a los demás, sin embargo, la extraño. Siempre nos reímos mucho cuando estamos juntos. No estudiamos la misma carrera así es que es fácil justificar las ausencias.
Salgo del metro y corro el par de cuadras que quedan para llegar a la universidad. La lluvia cae apenas pero el viento está muy frío.
La mañana se me pasa rápido entre una y otra clase. En algún minuto recuerdo el apretado horario de Roberto para hoy día. Está muy involucrado en el partido político y tiene actividades casi todos los días además de terminar su proyecto para obtener su título. Hay días en que esta tan cansado que lo alimento y lo dejo dormir mientras lo abrazo y lo contemplo… nada más. Otros días llega pasado de revoluciones; todo energía y excitación, ¡adoro esos días!. No solo es sexo, además la energía le alcanza para conversar conmigo por horas, dar los últimos toques a su proyecto y preparar alguno de los temas políticos en los que nos enfrascamos a discutir últimamente. Le gusta discutirlos conmigo, escuchar mis ideas; a veces toma nota de lo que digo, especialmente cuando soy capaz de destruir completamente algunos de sus argumentos o sugerirle algunas ideas para contraatacar las ideas del partido opositor. No me interesa la política pero me entretiene mucho conversarla y compartirla con él.
Cerca de las 2 de la tarde llegamos un grupo grande a almorzar a la cafetería. Esta relativamente lleno pero logramos juntar varias mesas en las que cabemos todos. Estoy empezando a comer cuando siento una mano bajar por mi espalda y una voz que me habla directamente a oído
-¡Eres un ingrato rucio!
Solo Nancy es capaz de llamarme y hablarme de esa manera. Me giro y encuentro su adorable carita sonriendo. Me pongo de pie y la abrazo efusivamente levantándola del piso, consiguiendo que casi toda la cafetería se fije en nosotros. A ninguno de los dos nos importa.
– Hola
Un sonoro beso. Tomo mi almuerzo y ambos son dirigimos a uno de los sillones que hay en el fondo de la cafetería ansiosos de conversar
– ¿Dónde andas perdido últimamente?
– Estudiando – le contesto sabiendo que no me va a creer
– mmmhhhh ya, ¿y a quién andas estudiando? – sigue comiendo con toda inocencia
– Cuéntame de ti mejor…¿cómo te..
– Me estas cambiando el tema… ¿quién es?
– No sé de que hablas amiga
Río con fingida inocencia. Su pelo se viene hacia la cara y con cariño se lo retiro y lo dejo detrás de su oreja
– Skylar!!! Cuéntame
– Nada que contar – y mientras lo digo me doy cuenta que no es así; quiero contarle pero no puedo. Quiero gritarlo!!! contarle a todo el mundo que estoy feliz con Roberto!! Estoy locamente enamorado y orgulloso de él… Quiero tener testigos de mi felicidad, quiero, por lo menos, que exista un testigo que pueda confirmarlo y saber de nosotros
¡Dios! no puedo creerme a mismo, ¿inseguridad?
Nancy me está estudiando, recelosa…
-¿Es algo serio?
– Dejémoslo por ahora, ¿okay?
Termino de comer y me acomodo en el sillón huyendo de sus ojos inquisitivos
– ¡¡No puedo creerlo!!!… ¿te enamoraste idiota???
¿Cómo pude creer que la engañaría?
Nancy deja su comida y concentra toda su atención en mí, riéndose incrédula y sorprendida. No contesto. Pasa su mano por mi cintura y me abraza, le devuelvo el abrazo y ambos nos quedamos abrazados en el sillón mirándonos.
– Dime al menos que vale la pena!
– Cada centímetro amiga… cada milímetro- nos reímos juntos mientras termino mi jugo
– ¿Te quiere igual que tú a él?
Esa pregunta es incómoda… me molesta, no sé cómo contestarla claramente.. no tengo la respuesta
– No sé amiga… pero estamos bien, en serio
– ¡¡ idiota¡!! Solo a ti se te ocurriría enamorarte de alguien que no te corresponda… ese tipo debería besar el suelo que pisas!!!
Nancy está molesta ahora. Me mira con algo de pena y lástima en sus ojos, no soporto esa mirada. Su mano acaricia mi mejilla
– Dime quien es para cortarlo en trocitos
Le sonrío, tomo su mano y la beso
– Estoy feliz amiga… solo eso te puedo decir
– Bien, me basta por ahora – me besa en la mejilla, muy cerca de la boca – estoy feliz por ti también
Mi teléfono vibra furiosamente en mis jeans. Lo tomo. Me sorprende ver un mensaje de Roberto.
-“también vas a besarla?”-
¡¡¿Qué mier….¡!.
Me levanto disimuladamente y miro alrededor de la cafetería. No me demoro en encontrarlo. Roberto está en una mesa cercana a la entrada, con Ángela y otras dos personas y con vista directa hacia donde estoy con Nancy. No me está mirando pero su codo está apoyado en la mesa y la mano en el aire sostiene el celular. Sabe que lo estoy mirando.
Me vuelo a sentar.
– “celoso???” – y apretó enviar mensaje.
Divertido, observo su reacción mientras mira la pantalla. Nancy me vuelve a abrazar y se apoya en mi hombro. Roberto sigue conversando con sus amigos, aparentando indiferencia, mientras teclea en el teléfono
“aléjate de ella”
Ahora siento que me está observando mientras leo.
El mensaje me molesta mucho.
“Es mi mejor amiga”
Nuestras miradas se cruzan. Ya no es gracioso. Roberto está realmente molesto y yo también.
Lee la pantalla del celular y me vuelve a mirar. Se pone de pie, le dice algo a Ángela, da la vuelta y se aleja del lugar sin volver a mirarme ni nada…
Mi primera reacción es de rabia, quiero correr tras él y gritarle unas cuantas cosas, golpearlo… no sé, pero no hago nada, me quedo allí, sentado con Nancy mientras Roberto desaparece.
– ¿Skylar?..
La voz de Nancy es suave, dudosa. Sus ojos están abiertos grandes y su mirada es de una tremenda incredulidad. Mierda!! Me olvidé de ella por unos instantes pero sus ojitos inquisitivos captaron todo el detalle de la escena.
– ¿Roberto Schuster?… ¿En serio? – la pregunta no admite dudas
– No sé de qué hablas
– ¡ idiota! ¿Sabes en lo que te estás metiendo rucio?
Ella está segura. Es estúpido seguir negándolo
– Lo sé, amiga
– Es un tremendo tipo, con razón ya ni te vemos…Ya me gustaría tenerlo para mi solita!!
-¡¡ Ni lo sueñes!!!
Sigo molesto, me llevo ambas manos a la cabeza ¿Qué mierda fue lo que acaba de pasar?…
Nancy toma el celular y me pregunta con la mirada antes de leerlo. Le hago un gesto afirmativo… Qué más da!!. No me preocupa Nancy. Ya antes hemos compartido secretos y me ha demostrado con creces que puedo confiar en ella.
–wow!.. lo siento mucho… yo no.. – me devuelve el teléfono
– No te disculpes, por favor. Voy a seguir abrazándote y besándote siempre – para confirmarlo la vuelvo a abrazar muy fuerte
– Ve a disculparte rucio… estaba muy enojado
– ¿Exactamente de qué tengo que disculparme?
Nos miramos dudosos. No encuentro la razón para disculparme… yo no hice nada malo.. es él quien ha actuado mal… De pronto me largo a reír. Me gusta que este celoso, aunque no tiene la más mínima razón para estarlo. Quiero correr tras él y aclararlo.. es un juego estúpido.. pero no lo hago. No quiero demostrarle lo mucho que me importa. Ya lo aclararemos en la noche.
La tarde se vuelve una lenta tortura. Entre una clase y otra no puedo sacarme a Roberto de la cabeza. Quiero verlo, saber de él pero no lo llamo ni le envió un mensaje. MI orgullo recuerda a cada rato que lo que existe entre nosotros no tiene nombre ni reglas… Él nunca ha dicho lo que siente por mi.. ni yo por él. Suspiro cansado. Espero que esté de mejor humor cuando llegue la noche.
A las 7 de la tarde el agua cae torrencialmente sobre la ciudad. Llego al departamento entero mojado y helado. Tenía la vaga esperanza de encontrar a Roberto en el departamento pero se desvanece al ver todo oscuro y helado. Enciendo la calefacción al máximo, me ducho, cambio ropa y me voy a la sala a trabajar un rato.
Cuando vuelvo a fijarme en la hora, son las 9. Es raro que Roberto llegue tan tarde pero no me preocupo aún. Miro mi teléfono, hay varios mensajes pero ninguno es de él. Me preparo algo de comer y luego vuelvo a la sala a trabajar.
A las 11 de la noche me doy cuenta que estoy enojado, molesto y preocupado. Roberto no va a venir ni me va a llamar. ¿todo por Nancy?.. que absurdo… le dije que era mi mejor amiga pero… Creo que está más molesto de lo que pensé. Tampoco hago el intento de llamarlo. Por supuesto hemos pasado noches separados, pero siempre me avisa antes. Estoy en verdad enojado. Doy vueltas en el departamento como un león enjaulado, no sé qué busco ni que quiero hacer… no, si se lo que quiero hacer… llamarlo, hablarle, saber que mierda le pasa, pero no voy a hacerlo… el orgullo me lo impide.
A manotones apago todas las luces del departamento y me meto a la cama. Doy vueltas extrañándolo… Echo de menos su presencia, su calor… la lluvia sigue cayendo afuera con ganas….
Idiota! Podrías estar aquí abrazado conmigo.
Siento algo extraño en mi pecho, nuevo, desconocido… algo doloroso que no había sentido jamás y que no me gusta nada… Me estruja el corazón y duele como fuego.
Me toma mucho rato quedarme dormido y duermo pésimo.
Despierto cansado y adolorido. No sé qué es exactamente lo que me duele, pero me siento adolorido. Automáticamente tomo el teléfono y lo reviso, ninguna llamada ni mensaje de Roberto. Me levanto, desayuno y me voy a clases tratando de no pensar en él ni dejar que el dolor me arrastre. Hoy no llueve, así es que al terminar las clases, me uno al grupo que va a los cerros a derrapar con las motos en los caminos embarrados debido a la reciente lluvia. Es justo lo que necesito, algo de acción extrema. Paso la tarde a toda velocidad aventurándome entre los cerros resbalosos y peligrosos; mientras mayor el desafío mejor respondo; como antes, corren las cervezas y alguno que otro porro de marihuana. Me vuelvo a sentir bien. Por un par de horas me olvido de todo.
Nuevamente el departamento está a oscuras pero… no está helado. La calefacción está prendida, ¿acaso olvidé apagarla?.
No. Roberto está sentado a oscuras en la sala.
El corazón me da un par de brincos de alegría al verlo… quiero correr hacia él… pero entonces… literalmente siento que me paralizo al ver su rostro adolorido… me quedo inmóvil al ver la mirada seria, el gesto defensivo y el dolor reflejado en sus ojos…
¡mierda! No quiero que sufra… no por mí y sin tener razón alguna. Debemos aclarar esto.. luego nos vamos a reír de esta tontera… Me mira aún sin hablar. Debo ser todo un espectáculo, completamente embarrado. Dejo el casco en el suelo y me quito la chaqueta, las botas y las protecciones de seguridad.
-Hola – trato de que mi voz suene tranquila y alegre… así es como me siento, alegre de verlo pero nervioso… algo no está bien
– Hola – responde demasiado tranquilo. No hace el intento de acercarse a mí… yo tampoco me acerco a él. El corazón me está doliendo
– ¿Hace rato que llegaste?
– No, no tanto…. dúchate, te espero. Tenemos que hablar
Mi corazón se agita al escucharlo hablar, siento una pequeña grieta abrirse dentro de mi…”tenemos que hablar” Siempre he odiado esa estúpida frase cliché que es precursora de noticias terribles y desagradables.
Como autómata camino hasta el baño y me quito el resto de la ropa, entro rápido a la ducha, con el corazón latiéndome en la boca, en las manos… miedo… son latidos de miedo, estoy muy nervioso… ¿todavía sigue enojado?,… ¿por Nancy?, ¿todo por una estúpida conversación con mi mejor amiga?… los minutos pasan y me siento morir un poquito a cada instante. No me gusta que tenga el poder de hacerme sentir tan mal.
Salgo de la ducha completamente asustado. Me miro al espejo y veo algo diferente en mi rostro, nunca antes me sentí así.
Me pongo un par de pantalones y una camiseta cualquiera. Derecho hacia la sala.
Roberto está sentado frente a la mesa tomando un café y hay otro recién preparado para mí. Sonrío e intento parecer normal… la verdad, estoy muy preocupado pero no voy a demostrarlo, no delante de él al menos.
-¿Dónde andabas?- Me pregunta serio
–Con mis amigos, en los cerros .. ya sabes, las motos, el barro.. – revuelvo el café varias veces… nervioso- y tú?, ¿Qué hiciste hoy día?
Mi voz suena absolutamente normal, sin rastros del miedo que siento. Roberto abre la boca y toma una gran cantidad de aire… mala señal, le está costando hablar, no me gusta esto así es que prefiero ser directo
– ¿De qué quieres hablar?
– De … de nosotros–