Gonzalo
Bien… finalmente lunes. Soy algo impulsivo por naturaleza pero en este negocio en el que me muevo he tenido que aprender a ser paciente y a anular mi impulsividad porque un error me puede costar muy caro. Los lunes tengo sólo un par de horas de clases, de 4 a 7 de la tarde. Sé por su horario que Miguel también estará en su instituto a esa hora.
Paso la mañana en las oficinas de mi padre. Puedo relegar a Miguel a un rincón de mi mente y me concentro en el trabajo delante de mí. Pasado el mediodía mi padre me invita a almorzar. Discutimos y comentamos el negocio. Está pensando en darme más responsabilidades cuando obtenga mi título de economía este año. Está orgulloso de mí. Nunca deja de sorprenderme la inmensa cantidad de información que su mente es capaz de retener y analizar. Admiro a mi padre. Ganar y mantener su respeto es muy importante para mí.
Terminado el almuerzo me voy a la universidad. Tengo un trabajo que preparar junto a algunos compañeros y necesitamos información de la biblioteca. La tarde pasa rápido entre la preparación del trabajo y las clases. Al salir camino hasta el instituto de arte. Miguel debería estar por salir de clases también. Vuelvo a consultar su horario en mi celular y me cercioro de quedarme cerca de la sala en que debe estar. Las puertas del salón se abren y los chicos y chicas salen hablando y comentando. No veo a Miguel… que gusto de este mocoso por hacerse el difícil. Entro a la sala y lo veo nuevamente solo, concentrado en su dibujo… viste jeans y una polera azul claro, simple, pero se ve lindo igual, su pelo castaño desordenado alrededor de su rostro y sus ojos oscuros concentrados en lo que dibuja… esta vez me ve pero no se detiene. Me lanza una mirada de reconocimiento y sus manos siguen moviéndose sobre el papel. Parece que supiera de antemano de mi presencia.
– Te estaba esperando
Tal como lo pensé. Miguel sabía.
Me acerco y miro el dibujo detenidamente. Esta vez Miguel no intenta ocultarlo. Soy yo… o al menos es mi rostro, perfectamente claro y reconocible, pero Miguel ha añadido una serie de peculiaridades al dibujo que lo hacen parecer oscuro y tenebroso… peligroso.
– El profesor nos pidió dibujar algo amenazante
Miguel ya no sigue dibujando. Esta juntando sus cosas. Miro detenidamente el dibujo. Es hermoso… extrañamente hermoso .¿amenazante dijo?
– ¿Puedo?
Le pregunto con la clara intención de tomarlo
– Todo tuyo
Miguel está asustado. Puedo sentir sus movimientos nerviosos, a la defensiva, listo para reaccionar a la primera provocación. Sonrío satisfecho. Me gusta que este así. Tomo el dibujo y lo enrollo.
– Tenemos que hablar
– Lo sé – su voz suena nerviosa, como toda su persona
– Sígueme
Toma sus cosas y me sigue hasta el jeep.
Lo enciendo y sin decirle nada conduzco un trecho corto hasta llegar frente a un edificio de departamento relativamente nuevo. Miguel se ha mantenido tranquilo y callado todo el rato.
– Ven conmigo
Me mira desconfiado pero me sigue. Entramos al edificio. Busco las llaves y abro la segunda puerta del primer piso. Miguel entra tras de mí. Es un departamento casi nuevo, espacioso, con varios dormitorios. Tiene pocos muebles pero se ve bonito. Miguel mira a su alrededor pero sigue sin hablar.
– ¿Te gusta?
Creo que Miguel se ha dado cuenta que le estoy mostrando su futura casa, pero esta demasiado nervioso para decir algo. Me siento en el sofá y le indico que se siente a mi lado. Lo hace pero en la esquina más distante a mi. Me mira aún desconfiado, receloso… asustado. Lo miro detenidamente… hay algo fascinante en él hoy día, tal vez es la forma en que siento su miedo… se que si lo presiono un poco va a estallar en rabia y violencia… esta contenido…me gusta verlo así.
– ¿Y Miguel?.. hoy es lunes
Lo miro fijamente, me devuelve la mirada y la sostiene.
– Quiero… saber antes
– ¿Qué quieres saber?
– ¿Qué es lo que quieres conmigo?… ya sabes
Sus mejillas se vuelven rojas… y sus ojos se desvían de los míos…. Ese pequeño gesto de vergüenza me parece adorable. El chico me está excitando.
– Ya te dije Miguel… te quiero para mi
La tensión explota en él y se para bruscamente
– ¿Por qué yo?… hay cientos de chicos por ahí –
¿Qué respuesta quieres Miguelito? ¿Quieres que te diga lo especial que eres para mi?.. ¿Quieres que te haga sentir elegido y distinto?… lo eres, eres muy especial para mi. Me encojo de hombros y le contesto como si no tuviera importancia alguna
– Si. Hay muchos… pero te quiero a ti
Miguel camina un par de pasos mirando a su alrededor, su respiración es pesada, como si le costara hacer pasar el aire a través de su garganta
– ¿Qué me vas a hacer?
No lo sabes Miguel pero con esas palabras acabas de aceptar… Me paro y camino hasta él. Lo tomo de los brazos. Se deja. Sus músculos tiemblan bajo mis manos.
– Voy a enseñarte Miguel…- acerco mi cara hacia la suya. Huele bien… – voy a enseñarte a complacerme y a disfrutar
Un temblor lo recorre entero. Puedo sentirlo claramente. Su respiración se agita aún más. Me mira fijamente… incapaz de desviar sus ojos, traga saliva, separa sus labios… ¡mierda Miguel! No sigas o sino…
–¿Quieres aprender?
– Quiero… – le cuesta hablar
– ¿Qué quieres?
– Tres cosas…
Se suelta despacio como si no pudiera hablar conmigo tan encima suyo. Me alejo un paso. Me interesa saber que le importa tanto
– Dime
– ¿Cuánto tiempo?
– Hasta que me aburras Miguel
Mi respuesta le molesta mucho y lo refleja con un gesto de rabia
– Eres un…
– ¿Qué más?
Lo interrumpo antes que me insulte. Se contiene.
– Quiero tiempo para estudiar, ir al gimnasio, para mis cosas-
Me parece bien. Por ahora no me interesa un perro faldero que me siga todo el día
– De acuerdo, ¿Qué más?
Lo veo dudar, más nervioso aún… esto me interesa escucharlo
– No me… – respira profundamente y me lanza la frase muy rápido con palabras entrecortadas – No me vas a violar a la fuerza
Bien Miguel… me parece bien que lo hayas pensado pero estoy seguro que tu mismo me lo vas a estar pidiendo en poco tiempo más
– No voy a tomarte por la fuerza
Mi respuesta parece tranquilizar su agitada respiración
– Por unos días al menos – corrijo
Nuevamente se agita y me mira con sus carbones al rojo vivo
– NO te atreverías– pero hay duda en su voz. No le contesto sólo lo miro – ¿Cuántos días?
– Miguel.. es un negocio, tu obtienes lo que quieres y yo obtengo mi parte
Lo veo tragar saliva… asustado, pero no se deja aplastar. Tengo un sentimiento extraño… me produce ¿ternura?.. no sé bien que es pero es una sensación diferente ver la porfía con la que Miguel sigue luchando
– Dos semanas… dame al menos dos semanas
¡Ni lo sueñes Miguel!
– No … tres días, máximo
– Voy a ser tu juguete!!! Dame al menos tiempo para acostumbrarme a la idea!!!
Aaaahhh Miguel… va a ser un verdadero placer dominarte y enseñarte. Lo quiero ahora mismo… pero veo el desafío en sus ojos, sabe que puede negarse… es altivo, orgulloso, no da su brazo a torcer. Como me gusta este mocoso…
– Una semana Miguel, es todo lo que te voy a dar
Cierra los ojos…
– Una semana…- repite para sí mismo…
– ¿Algo más Miguel?
Ahora es mi corazón y mi respiración los que están agitados. Este mocoso me está volviendo loco de deseo. Miguel mueve su cabeza lentamente negando.
– No – contesta muy despacio
Adoro este momento… Miguel tiene que decirlo… quiero escucharlo
– ¿Entonces?, ¿Cuál es tu respuesta?
Sus ojos están bajos, mira al suelo, sus manos están apretadas a los costados de su cuerpo y su voz tiembla, traga saliva y muerde sus labios… se demora en responder
– Acepto
Escucho su voz muy baja. Cierro los ojos para sentir mayor placer. Mío… ahora Miguel es mío. Tomo una profunda bocanada de aire y vuelvo al sofá sintiendo en todo mi cuerpo un cosquilleo de anticipación… ¡mierda! una semana…
– Ven acá
Miguel me mira con los ojos muy abiertos. No sabe que esperar de mi de ahora en adelante
– Quiero aclarar algo
Se vuelve a sentar en el extremo más alejado. Tomo su brazo y tiro de él hasta dejarlo a mi lado.
– Mírame, quiero que te quede muy claro lo que voy a decirte
Sus ojos oscuros brillan como carbón encendido… asustado y desafiante. Este mocoso me está poniendo muy difícil la situación sin siquiera darse cuenta. No recuerdo la última vez que alguien me hizo sentir de esta manera. Vuelvo a tomar aire
– Espero ciertas cosas de ti
– ¿Qué cosas?
– En primer lugar, lealtad… a toda prueba. No repetirás nada de lo que veas o escuches cuando estés conmigo… jamás. ¿Entiendes lo que te estoy pidiendo?
– Si
El cuerpo de Miguel se encoge ante mis palabras, lo veo retroceder, está bien que reaccione así.
– Espero que me obedezcas también
Aprieta sus labios hasta que se vuelven una línea muy fina. Me doy cuenta de lo mucho que le molesta lo que le estoy diciendo. Sonrío.
– Acércate
Estoy probando su resistencia. Quiero ver si me va a obedecer. Miguel me mira con sus carbones brillantes y hace un leve movimiento hacia mi, pero entonces abre su boca y pasa lentamente su lengua húmeda y rosada sobre sus labios. Traga aire… y muerde su labio inferior… ¡maldito mocoso! Soy yo el que finalmente acorta la distancia entre los dos. Soy yo el que busca hambriento sus labios recién húmedos. Se sienten bien, demasiado bien… La primera reacción de Miguel es de rechazo, intenta moverse hacia atrás pero mi brazo lo sujeta firme. Beso fuertemente su boca, posesivo, dueño de sus labios. Miguel no reacciona. Insisto. Mi lengua busca hasta que separa sus labios y lo explora sin compasión. Que delicioso sabor tiene… quiero desesperadamente tocar esa lengua rosada… tímidamente Miguel comienza a responder… sus labios se mueven suavemente… su respiración contenida se relaja y lo escucho suspirar suavemente… lo atraigo más hacia mi, siento su cuerpo pegado al mío… tenso… listo para responder si lo provoco. Mi mano sube y baja por su espalda… quiero tranquilizarlo… quiero relajarlo, quiero que aprenda a disfrutar. Dejo el beso… lo sostengo apretado contra mi pecho. Su suave pelo bajo mi mentón.
– Tranquilo Miguel…
Tomo su barbilla y levanto su cara hasta que me mira…
– Quiero que aprendas y lo disfrutes
Aún hay temor en sus ojos.. lo vuelvo a besar, despacio esta vez… con cuidado.. una y otra vez toco sus labios hasta que finalmente Miguel toca los míos de vuelta. Lo miro, complacido. Una pequeña victoria.
– No has tenido sexo con nadie, ¿verdad Miguel?
Su cuerpo se eriza y me empuja con fuerza al mismo tiempo que su cara se vuelve intensamente roja y no encuentra palabras para rebatirme
– Lo sabía… sólo por eso te estoy dando una semana mocoso
Ya se ha puesto de pie y se aleja un par de pasos de mí
– Ven. Vamos a recorrer tu nueva casa
– ¿Esta?
– ¿Te gusta?
Me mira receloso. No dice nada pero veo que está sorprendido… gratamente sorprendido. Se para y recorre el departamento… Cuando termina, sigue sin hablar. Lo abrazo por detrás… me gusta sentir su tamaño, su calor, sus ganas de soltarse y la lucha interna que sostiene entre deshacerse de mí o aguantar mi abrazo. Se queda quieto. Busco su cuello… lo beso despacio… mi lengua recorre la piel de su cuello muy suavemente, la siento erizarse… a pesar de todo. Su respiración contenida nuevamente. Una de mis manos baja lenta por su costado… siento la tensión en Miguel.
– Toma – pongo en su mano las llaves del departamento. Miguel las toma.. las mira largamente… su vista recorre todo el departamento y luego vuelve a fijarse en mi
– ¿Por qué?… quiero decir…¿tanto te importo?
Nuevamente un ramalazo de algo dulce en mi, ¿este chico no puede creer que es importante para alguien? Lo es para mi… y mucho, sin embargo…
– Soy dueño del edificio Miguel
Veo claramente el efecto de mis palabras… sorpresa y luego desilusión, sorprendido de que yo sea el dueño… desilusionado de no ser tan importante…
– Claro… debí suponerlo
Uún mira las llaves, preocupado
– ¿Qué pasa?
– No sé cómo.. qué voy a decirle a mi mamá.. cómo voy a…
– Puedo ayudarte a inventar algo
– ¿Qué cosa?
– Dile que trabajas para mi
– ¿Haciendo qué?… ¿siendo tu puta personal?
La rabia me nubla la razón por un instante… lo suficiente para levantar mi mano y dejarla caer con fuerza sobre su rostro. Miguel tambalea y cae al suelo. Desde allí me mira furioso
– ¡¡No vuelvas a decir eso nunca!!! – le grito
Adolorido y con la mejilla roja, ardiendo, Miguel salta, se pone de pie y se acerca desafiante… siento su enojo, se que va a intentar golpearme de vuelta… rápidamente acorto la distancia entre los dos, no le doy espacio para golpearme, sus manos y piernas lo intentan pero lo sujeto firmemente antes que pueda hacerlo… me mira indignado y sin dejar de forcejear ¡mierda mocoso! Te lo buscaste… Mis manos, sin control, toman a Miguel y lo levantan… bruscamente, lo dejo sobre el sofá y sujeto sus manos por encima de la cabeza, Miguel no se queda tranquilo, lo inmovilizo con mi cuerpo… la contienda es excitante… busco sus labios pero mueve su cabeza de un lado a otro, sujeto sus muñecas con una sola de mis manos… con la otra sujeto su cabeza y encuentro su boca…
– Quieto.. quieto
Lo beso violentamente hasta que queda sin aliento… muerdo su labio inferior y mi lengua toma posesión completa sobre su boca… intenta morderme pero lo evito… sigo con la línea de su mandíbula y su cuello… marcando mi territorio… Miguel se agita mucho pero siento que está perdiendo voluntad. Vuelvo a sus labios… ya más tranquilo.
– Espera… no… espera
No escucho sus palabras. Con paciencia insisto en besar sus deliciosos labios hasta que lo siento responder… suelto despacio sus muñecas atento a su reacción… ya no pelea… suavemente sus labios vuelven a responder a los míos… mi mano sujeta su cabeza y la acerca aún más a mi… Miguel responde con más ganas… mis manos, ya libres, buscan la piel bajo su ropa… Miguel se asusta y se resiste… sé que no quiere pero no me importa, es mío… la levanto y me detengo a admirarlo… solo un segundo… lo suficiente para grabar su imagen en mi retina… rápidamente busco sus pequeños pezones… bajo mi cabeza y paso mi lengua sobre uno de ellos… que delicia… mis dedos lo presionan suavemente.. la respiración de Miguel se vuelve más rápida… su mirada es una mezcla de enojo y deseo… se mueve bajo mi peso pero ya no es para escapar… mi otra mano sigue su curso hacia abajo… rápido, deslizo mi mano entre el pantalón y su piel… Miguel reacciona con un rápido jadeo de sorpresa e intentando mover su cuerpo fuera del alcance de mi mano…como lo suponía Miguel tiene una adorable erección… me siento más que complacido con él… mi enojo lentamente comienza a esfumarse… rodeo su pene con mi mano… suave… húmedo, caliente. Miguel está casi tan excitado como yo… me da gusto saberlo… por un instante me siento tentado de seguir pero… me detengo. NO quiero comenzar así con él. Y así, con una mano sujetando su sexo erecto , la otra sobre su húmedo pezón… su respiración agitada y mi boca sobre la suya… me separo de él para poder mirar sus ojos…
– ¿Aún quieres una semana de tiempo?
Mi voz suena ronca, mezcla de deseo y enojo… Miguel vuelve a la realidad… veo su expresión cambiar… deseo…vergüenza… rabia…
-. Si
– ¡Entonces no me provoques mocoso!