Capítulo especial 4

Marlene y los chicos llegaron al hospital pasado el mediodía.  Viajaron a través de caminos alternativos pero antes  pasaron a ver el lugar donde Hans había perdido la vida.

Roberto no reaccionó con la noticia hasta que estuvo en el lugar.

Al principio solo se preocupó de escuchar atentamente a los policías y ser el apoyo para su madre, olvidándose de él mismo… Pero Skylar sabía y esperaba que en cualquier momento Roberto se quebrara. Ocurrió cuando estaban frente al lugar del accidente. Roberto tomó consciencia de la muerte de su padre… fue resbalando despacio, perdiendo fuerzas,  hasta quedar en el suelo.

-. Nunca me perdonó… ya no hay nada que hacer

Skylar se sentó en el suelo a su lado. Entendía su dolor y, a su vez, le dolía en el alma verlo tan triste

-.  Él te quería igual. Eras su hijo y estoy seguro que te amaba

Roberto sabía que era una posibilidad extremadamente remota pero en su interior siempre guardaba la ilusión de volver a ser aceptado en pleno por su familia… eso ya no ocurriría nunca. Se dio vuelta hacia Skylar  sin poder disimular su llanto

-.  Quiero borrar lo que hizo los últimos años… contigo y conmigo… no quiero recordarlo así. Antes…  fue un hombre correcto… Cuando yo era niño él fue bueno conmigo… siempre…-

-. Lo sé amor. Cometió un error. Se equivocó, pero fue un buen padre para ti… hasta… bueno… hasta que…

Skylar intentaba consolarlo pero no quería decir palabras que carecieran de sentido. Roberto estaba sumamente afligido y vulnerable en estos momentos.

-. Hasta que te conocí

Roberto terminó la frase dejando de llorar y limpiándose los ojos

Era un momento incómodo… ¿Roberto se estaba culpando?... Skylar se quedó expectante… sintiendo que la siguiente frase que escuchara de labios de él podía cambiar su vida… no se atrevió a pensar en nada malo pero algo helado lo recorrió… lo miró fijo… su tranquilidad dependiendo de las palabras del hombre que amaba

Roberto sintió los ojos azules más bellos del mundo muy atentos a él y entendió… por Dios!! lo conocía tan bien… ¿Cómo podía tener dudas aún?

-. Te amo Skylar… no me pongas esa cara… estoy triste porque murió mi padre pero tu representas todo lo bueno de mi vida–  sonreía con tanta tristeza… sus ojos aún tenían lágrimas – jamás me arrepentiría de ti  

Skylar soltó el aire que había estado conteniendo. Estiró su mano para buscar la de Roberto. Dos manos de hombres… entrelazaron despacio los dedos mirándose a los ojos… apretaron fuerte, sintiéndose… Roberto levantó ambas manos y besó la de Skylar… no sabían que hacían pero sentían que confirmaban, en este gesto tan simple, el amor que se habían prometido años atrás. No importaba si el testigo hacia quien iba dirigido el gesto los observaba desde el más allá.

Se quedaron ahí sentados en silencio con las manos muy juntas hasta tranquilizarse y sentirse preparados para continuar con todo lo difícil que les esperaba. Marlene esperaba en el vehículo. Le había bastado una mirada para entender cómo y dónde había desaparecido para siempre su marido. Serían, para todos, imágenes muy difíciles de superar.

Cuando los policías hablaron en casa de Marlene les informaron a todos de la muerte de Hans pero hasta ese momento, Luisa aún estaba con vida. Fue Roberto quien llamó a su tía para comunicarle del accidente. La mujer se deshizo en llanto y lamentos… quedaron de encontrarse en el hospital.

-. Te entregue a mi hija y la mataste!!! Todo  es culpa tuya!!

La mujer estaba como loca. Ni siquiera escuchó al doctor que intentaba comunicarle que su nieto estaba vivo.  Sin su hija, su vida carecía de sentido y se condenaba a la pobreza y la humillación… ante ella, un futuro negro y triste.

Marlene entendía la desesperación de su hermana y sus palabras no eran capaces de herirla. Sabía bien que la verdad era otra y su hermana gritaba desde el dolor de su propia culpabilidad.

Todo se volvió trámites y preguntas. Había que reconocer los restos, preparar  un funeral, avisarle a Erica, firmar documentos…

Roberto se hizo cargo de todo. Dejó de lado su propia tristeza para encargarse de cada detalle y estar a al lado de su madre.

Fueron días nublados no solo por el clima frío sino por tantos sucesos dolorosos y engorrosos. Días que pasaron demasiado de prisa.

Erica asistió al funeral con su marido y los hermanos tuvieron tiempo de volver a quererse. La distancia que los separaba era grande pero el cariño entre ellos se mantenía intacto.  Skylar fue incluido como parte de la familia y presentado a todos los parientes como la pareja de Roberto. Ninguno de ellos prestó mucha atención a las pocas miradas sorprendidas o de rechazo de parte de algunos familiares o amistades al conocer a Skylar. No tenían tiempo ni ganas de ocuparse de nadie más.

La madre de Luisa la llevó de vuelta a su pueblo y la enterró en el cementerio local. Luego, cerró las puertas de su casa y pasó varios días llorando y lamentándose. Entonces… en algún momento de tranquilidad, recordó que tenía un nieto…  no todo estaba perdido.

Todos los días, Marlene y Roberto visitaban al bebé en el hospital. El doctor a cargo les informó que ya estaba fuera de peligro aunque seguía siendo un bebé prematuro y requería cuidados especiales.  Era muy posible que dentro de un par de días se lo pudieran llevar.  Hablaba con Marlene como si ella fuera la responsable del niño. Ella escuchaba con cierta indiferencia… era el hijo de su marido pero con su sobrina… ¿qué iba a ser de esa criatura?… no tenía respuesta ni cabeza para pensarlo… iba al hospital porque ese niño era la única conexión que tenía con Hans…

Roberto miraba a través del cristal al humano en miniatura…  el hijo de su padre… Solo iba al hospital porque no quería dejar sola a su madre pero ese bebé en la caja de cristal no representaba nada para él… no lo pensaba ni le importaba… era la prueba viva de la traición a su madre. Daba por hecho que su tía se encargaría de él.

Skylar había vuelto por unos días a la isla a terminar algunas cosas más urgentes y avisar a los clientes que tendrían que esperar.  Por suerte la vida en la isla no estaba medida por el mismo sistema de vida de las ciudades modernas y esperar unas cuantas semanas no representaba un drama para nadie.

Cuando todo estuvo aclarado y terminado, volvió a casa de Marlene.  Ahora todo le pertenecía a ella y a sus hijos. Roberto lo sorprendió haciéndose cargo de los trabajos agrícolas… seguía descubriendo un hombre diferente que lo impresionaba y  volvía a enamorar. Roberto entendía de ganado, siembras y cosechas y estaba organizando todo para continuar el trabajo en el campo que su padre había dejado a medias.

Skylar lo veía ocupado y entretenido… en el fondo de su mente recordó lo que Roberto le había dicho la primera vez que le habló de su vida y manifestó el claro deseo de vivir en el campo…  Lo seguía con los ojos cuando se ponía un sombrero de ala ancha, un grueso poncho de castilla y montaba a caballo bajo la lluvia. Skylar lo observaba con una sonrisa lasciva en los labios…

“mierda… Ese hombre es todo mío”… pensaba con orgullo deseando que llegara pronto la noche para quitarle el poncho, el sombrero y todo lo que lo cubría.

Al décimo segundo día de visita en el hospital, Marlene iba sola y se sorprendió de encontrar a su hermana esperándola.

-. Ese niño… es mi nieto. Si lo quieres tendrás que pagarme

Marlene quedó en shock al escucharla… ella no había pensado nunca en quedarse con el niño… estaba demasiado mayor y cansada para criar un bebé… no era suyo…

-. Es tu nieto…- le reprochó

Sin embargo,  al mismo tiempo que lo decía, pensó en la condiciones de vida que esperaban a la criatura junto a su abuela… no tenía dinero, era mayor que ella y las posibilidades de una buena crianza eran nulas.

-. Y qué haría yo criando un bastardo??!!- preguntó la mujer alterada – Tú tienes medios para criarlo. Es el hijo de tu marido

Marlene se alejó de prisa… no quería escucharla más. Pero las palabras quedaron rebotando todo el día en su cabeza…  El bebé era una criatura inocente sin culpa de nada… tenía ya dos semanas de vida y nadie se había preocupado de ponerle un nombre… Ay Dios!!  ¿Cómo iba ella a criarlo?… pero su hermana estaba menos capacitada aún…si tan solo Erica estuviera aquí para ayudarla… no tenía corazón para abandonarlo pero la tarea le parecía titánica…

Caminando frente a ella pasó Skylar… el bebé se parecía a él. Tenía un pelo tan claro que parecía pelusa blanca y unos ojos azules grandes… de tanto mirarlo a través del cristal, Marlene había comenzado a conocerlo.

-. Se parece a ti

-. ¿Quién?

-. El bebé… se parece mucho a ti

Al día siguiente, Skylar acompañó a Marlene en su visita al hospital.

-. ¿Puedo cargarlo? – pregunto Skylar a la enfermera. La mujer se alegró mucho al escuchar la petición. El bebé estaba muy solito desde que había nacido. Solo ellas se encargaban de darle cariño cuando tenían algo de tiempo.

Le pusieron una bata especial y entró a la sala muy tranquilo. Tomó al bebé como un experto sin ningún miedo.   Marlene tenía razón. El bebé era rubio y de ojos claros como él… era tan pequeño y liviano… una cosita adorable…. Skylar lo sostuvo en sus brazos sintiendo que la criatura no tenía peso… tan solo 7 meses de gestación… liviano y calentito, con olor a limpio y a vida…

Marlene lo observaba sorprendida. A ella nunca se le ocurrió preguntar si podía tocarlo o cargarlo… y sin embargo ahí estaba  Skylar sosteniéndolo y hablándole con ternura. Le sonreía y jugaba con sus pequeños deditos. Por primera vez, Marlene se dio cuenta de la soledad en que la criatura había estado desde que nació…

-. ¿No te da miedo cargarlo siendo tan pequeño?- preguntó cuando iban de vuelta

-. ¿Te olvidas de mis hermanas?… Soy el mayor. Las cargue a todas. Soy un experto en bebes

Todo el resto del camino  Skylar estuvo contándole anécdotas de sus experiencias con sus hermanas cuando eran bebes. Había ayudado a criarlas y entendía mucho del tema… se entusiasmaba hablando de pequeños bebes…

Marlene lo escuchaba a punto de soltar las lágrimas…  conteniendo un nudo muy grande que se le estaba formando en la garganta… Skylar y el bebé eran tan parecidos físicamente… ¿sería posible que…?… ¿tenía derecho a pedir algo así???… ¿Podía interferir de tal modo en la vida de su hijo y de Skylar?

Durante la cena, Skylar le contó a Roberto sobre el bebé en el hospital, hablando entusiasmado del color de su pelo, de lo pequeñito de sus dedos y de lo liviano y delicado que era. Volvió a repetir algunas de las anécdotas de sus hermanas cuando pequeñas. Era reconfortante escucharlo hablar del tema con alegría después de tantos días de tristeza.

Roberto le tomó la mano a través de la mesa y sonrió. Era primera vez en su vida juntos que se topaban con una criatura pequeña y lo alegraba ver el entusiasmo de Skylar.

-. No sabía que te gustaban tanto– comentó Roberto

-. No es que los ande persiguiendo… – respondió Skylar, un poco a la defensiva– pero me tocó criar a mis hermanas y aprendí que los bebes son adorables… bueno… sí, me gustan mucho ¿a ti no?

El tema nunca se había presentado entre ellos. No había ningún pequeño cercano a sus vidas.

-. ¿Si me gustan?.. no sé… son ruidosos y hediondos… llorones y delicados

Nunca había prestado mucha atención a los niños

-. Eso es porque no te ha tocado estar cerca cuando sonríen por primera vez… cuando te miran con amor… cuando tienes a un bebe calentito en tu cama con olor a limpio y a esperanza… son inocencia y magia en un envase pequeñito… pura magia, amor

Las palabras de Skylar lograron dejar mudo a Roberto quien se enderezó en su asiento de la impresión y solo atinó a mirarlo fijamente… era su turno de descubrir algo nuevo sobre su rubio y se sorprendía… creía saberlo todo sobre Skylar…

Marlene captaba toda esta conversación y gestos desde la quietud de su puesto frente a ellos… no dijo nada… pero en su mente había tomado una decisión.   Tenía que correr el riego… en sus manos estaba la posibilidad de cambiar la historia y darle a esta horrible tragedia un final diferente y, tal vez, feliz.

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