Epílogo

Roberto tenía solo 10 días de vacaciones… esa era una de las desgracias de trabajar, pero habíamos decidido aprovecharlos de la mejor forma posible. Él siempre me hablaba del sur, del campo de sus padres y de lo mucho que le gustaba la naturaleza y todo lo bello del sur… sus ojos se volvían brillantes y algo tristes…

Salimos de Santiago con dirección al Sur temprano en la mañana. Llegamos a la ciudad de destino, cerca del campo de sus padres, luego de viajar por carretera un poco más de 7 horas. La ciudad era pequeña. A orillas de un maravilloso lago y con un imponente volcán de fondo. Nos alojamos en un hotel grande y elegante. Obviamente nos miraron en forma extraña pero…  Dios!! A estas alturas de nuestra vida y con una sólida relación como la nuestra, me importaban tan poco las miradas que recibía… la única mirada capaz de transformarme el humor, el genio y la vida, era la suya… el resto, nada.

Cenamos en un delicioso restaurant a orillas del lago. Cuando anocheció paseamos tomados de la mano por la costanera… aún en pleno verano las noches eran frescas, el cielo maravillosamente estrellado, el paisaje completamente hermoso y el maravilloso hombre a mi lado… lo mejor que podía haberme pasado en la vida.  Su mano firmemente envolvía la mía y caminábamos con la tranquilidad absoluta de saber que nos amábamos y éramos felices.

Volvimos al hotel, relajados y sonrientes. Cerramos la puerta de la habitación y aún riéndonos comenzamos a quitarnos la ropa, provocándonos y deseándonos, restregando mi cuerpo contra el suyo… me encantaba volverlo loco y sentirlo endurecerse por culpa mía…

-. Ven aquí – me atrapó entre sus brazos, de pie en la sala, casi desnudos – hace mucho rato que quiero hacer esto – posó ambas manos en mi trasero y me empujo contra él… nuestras bocas se buscaron expectantes… podíamos besarnos mil veces cada día pero siempre esperábamos ansiosos el momento de volver a besarnos y sentirnos… era tan maravilloso hacer el amor con él… conocernos tan bien, saber exactamente que le gusta al otro, complacerlo a fondo, entregarnos en completo abandono con la confianza y seguridad que solo brindan la cercanía y el verdadero amor. Sin soltarnos y riendo llegamos a la cama.

– En la cama, Skylar  me ordenó. Se dio vueltas y tomó por asalto el mini bar.  Lo obedecí anticipando algo nuevo y excitante. Abrió una botella pequeñita y la dejó caer, gota a gota sobre mi piel para luego recoger el licor con su lengua… chupando, mordiendo…  lento, eterno, excitante… dolorosamente excitante… quería más y rápido, pero él lo estaba haciendo a propósito, volviéndome loco en el proceso. No me quejé ni lo apuré aunque él sabía lo que me estaba causando…  mi cuerpo respondía sin que yo pudiera evitarlo y mi respiración le indicaba claramente el efecto de su deliciosa tortura. Cuando ya no aguanté mas..

– ¿Lo estas disfrutando, verdad?-

 mhm… Mucho… date vuelta- Chupó sus dedos y directamente buscó mi entrada

– ¿Así de bruto?- le pregunté sintiendo alivio y unas ganas enorme de tenerlo ya dentro mío, solo bastaba una chispa para que iniciáramos el incendio

– Si… así de bruto– me contestó totalmente poseído por el deseo, por fin sus dedos entraron en mí, de a poco, sentí el peso de su cuerpo sobre el mío y sus dedos fueron reemplazados por su miembro… mi espalda llena de besos y pequeños mordiscos… suspire profundamente… sabíamos nuestro ritmo, teníamos ya nuestra propia música… a ratos lento… a ratos rápida, cambiábamos posiciones… yo sé lo que le gusta y cómo le gusta… y él sabe cómo hacerme tocar el cielo en solo un par de minutos o alargar el placer por muchísimo rato.

Al día siguiente nos levantamos temprano, sabíamos lo que queríamos hacer… visitar el campo de los padres de Roberto… estábamos corriendo un riesgo enorme… me daba mucha pena por él porque podía salir muy herido si su padre volvía a rechazarlo, pero a pesar de todo él quería intentarlo. Le ofrecí esperarlo en el hotel pero me miró molesto

– Ni se te ocurra amor, somos uno… todo o nada-  me colgué de su cuello con algo de temor. Sus padres y la vida en el sur eran algo que le importaba mucho… podía sentir lo nervioso que estaba. Lo abracé fuerte, quería evitarle cualquier dolor… Me apretó y entendió lo que estaba trasmitiéndole

– No te preocupes… estoy preparado– me besó pero igual pude sentir sus nervios a flor de piel.

Avanzamos por un camino rural digno de una tarjeta postal… lagos, potreros llenos de cultivos, majestuosos árboles nativos, todos los maravillosos tonos de verde… la maravilla de la naturaleza en todo su esplendor. Se detuvo frente a un portón gigante que indicaba la entrada al campo de su familia. Unos doscientos  metros más adentro se alcanzaba a ver una casa grande, antigua, de estilo alemán detrás de un cuidado jardín. Sus padres dentro.

Estacionó frente a la puerta de entrada. Varios perros salieron ladrando a recibirnos. Roberto se bajó y los animales se lanzaron a juguetear con él con cariño. Los llamó a cada uno por su nombre y los acarició unos instantes. La imagen me llenó de ternura. Estaba viendo un  lado de Roberto que no conocía. Me bajé del auto y escuché el sonido del agua que corría cerca de la casa, de la cual Roberto siempre me hablaba. En verdad todo esto era demasiado hermoso… lo entendí perfectamente.  La puerta de la casa se abrió y una mujer de unos 50 y tantos, muy parecida aErica, se quedó boquiabierta mirándolo. Su mamá. Algo parecido a una sonrisa de alegría comenzó a pintarse en su rostro hasta que se fijó en mí. Entonces se puso seria nuevamente. Roberto caminó hasta ella y yo me quedé fuera del auto, con los perros que intentaban llamar mi atención.

-. Mamá? se quedaron mirando tan cerca… ella dudó tan solo un segundo… luego estiró los brazos y lo abrazó… Roberto se refugió en el abrazo de su madre con desesperación. Volví mi vista hacia el jardín para evitar ponerme a llorar como idiota, sentí que era algo tan íntimo… sólo de ellos.

-. Hijo- la mamá estaba emocionada pero era una mujer dura, no soltó una lágrima, lo volvió a abrazar y entonces sus ojos se encontraron con los míos. Se apartó de Roberto un poco.

 Skylar – me llamó él. Sintiendo el corazón en la boca me acerqué a ambos. Roberto me tomó de la mano, seguro y firme.

– Mamá, este es Skylar – ella me miraba inexpresiva… no estaba molesta pero tampoco le hacía mucha gracia verme en su puerta, de la mano de su hijo.

– Hola Skylar – fue todo lo que dijo. No me estiro la mano ni ningún otro gesto, pero al menos reconoció mi presencia.

– ¿Y el papá?- preguntó Roberto esperanzado. Ella calló y su expresión se endureció.

– No creo que sea buena idea Roberto… él no… tú sabes cómo es– apretó mi mano más fuerte.

– ¿Aún no quiere verme? – ella movió la cabeza confirmándole que no quería verlo.

– ¿Está en la casa?- insistió Roberto

-. Anda trabajando en el campo… va a volver luego  pero… no va a querer verte… mucho menos… – no dijo nada más pero me miró a mí. Roberto se quedó un instante en silencio, solo mirándola, pidiéndole su cariño y aprobación… ella lo miraba de vuelta.

– Mamá… ¿y tú?… ¿tampoco me aceptas?- quise decir algo, quise asegurarle a esa señora que yo amaba a su hijo como nadie más podía hacerlo.. que éramos felices y que por favor lo entendiera, pero no fue necesario

– Estoy aprendiendo… – le contestó muy despacio, mirando hacia el suelo. Roberto me soltó y la estrechó contento. Ella finalmente, soltó una pequeña sonrisa.

– Hijo… te he echado de menos. ¿ya te graduaste? Y estas trabajando… Erica me cuenta todo – sin saber cómo estaban caminando hacia el interior de la casa… me quedé petrificado en la puerta… Se detuvieron al darse cuenta que yo no los seguía.

– Mejor te espero en el auto – dije pensando en dejarlo disfrutar un rato con su mamá, sin causar problemas. En verdad no me importaba quedarme esperándolo. Pero no, terco como siempre, se volvió y pasó su brazo por mi hombro.

– Mamá… no soy más uno solo… somos los dos. Amo a Skylar   quise que la tierra se abriera y me tragara… sentí pavor de que ella lo rechazara por mi culpa… quise empujarlo hacia su mamá y desaparecer… sabía que él volvería a mí pero no quería que perdiera un ratito de cariño con su madre. La señora nos miró a ambos… nerviosa, indecisa… luego comenzó a asentir con la cabeza y finalmente me dedicó una mirada que, sin ser de cariño ni de aceptación, ya no era ni de rabia ni de odio

– Pasa Skylar, por favor… entra a mi casa-

Roberto me llevó por toda la casa… me mostró su antiguo dormitorio… los lugares que más le gustaban de la casa, sus recuerdos y sus fotos de niño… no paraba de hablar tratando de hacerme entender cómo había sido su vida en esta hermosa casa… estaba feliz!!!. Habló mucho con su mamá y le contó de su vida actual.  Ella nos sirvió café con leche y … por supuesto.. strudel de manzanas!!!… el mejor que he probado en mi vida. Se lo dije y sonrió… algo le pasó que finalmente me miró de forma diferente y se interesó en mi

– ¿Qué haces skylar? –

– Estudio, cuarto año de arquitectura…- se sorprendió, creo que pensó que yo era algo así como un hippie aventurero que intentaba pervertir a su hijo.

– Es el mejor alumno de su clase… Skylar es casi un genio mamá-

– ¿Es cierto eso? – en verdad me encantaría ser modesto pero no lo soy

– Si… algo de eso hay – le sonreí… me atreví a dedicarle una de mis mejores sonrisas… de las que solo guardaba para derretir barreras y conquistar corazones… Dios! Me sonrió de vuelta… no solo sonrió sino que algo muy parecido a una risa brotó de su garganta, creo que era de puros nervios

– ¿Y te… enamoraste de mi hijo? – me preguntó directamente. Sólo se escuchaba el murmullo del arroyo cercano a la casa

– Si… lo amo … es lo más importante de mi vida.- no sé de donde saque el valor para continuar pero sentí que tenía que decírselo – no le voy a pedir disculpas por enamorarme de él… somos felices como pocas personas llegan a serlo en este mundo… de seguro no soy lo que usted quería para Roberto, pero él es feliz conmigo… no me importa si nunca llega a aceptarme a mí, pero él la necesita a usted… es su mamá… él necesita su cariño- Roberto me abrazó por detrás de golpe… no sé si para callarme o para darme su apoyo… o que mierda, pero yo necesitaba soltarle a su mamá lo que tenía apretado dentro del corazón

– Quiero mucho a mi hijo pero me cuesta mucho verlo contigo – ella también necesitaba vaciar los sentimientos de su corazón.

– Lo entiendo… en serio la entiendo… no tiene que verme, pero no lo rechace a él… por favor-

 Skylar  reconocí perfectamente ese tono de voz en Roberto

– Es entre tu mamá y yo, Roberto – contesté sin dejar de mirarla a ella

– No… todo o nada, amor… todo o nada, recuerda – suspire cansado…  tenía razón, yo me estaba apartando de lo que yo mismo le había pedido

– ¿Qué es eso… todo o nada? – preguntó ella intrigada

– Somos nosotros mamá… Skylar y yo somos todo o nada, no queremos nada a medias en nuestra relación- Roberto me mantenía abrazado… pude imaginarme lo que significaba para esta señora vernos así en su propia casa. Nos miró largo rato

– Bien… déjenme aprender y acostumbrarme-

Fue lo último que pudimos conversar tranquilos. En ese momento escuchamos llegar al papá de Roberto. La cara de su mamá cambió radicalmente… expectante y nerviosa a la vez. Él entró a la sala donde estábamos, una copia mayor de Roberto… pero sin la amabilidad ni la caballerosidad de mi amor. Nos quedó viendo como si fuéramos dos seres alienígenas, luego miró a su señora, seguramente enojado por habernos dejado entrar

-. Hola papá – Roberto habló lento e hizo el intento de acercarse…

– No sé cómo tienes el coraje de atreverte a venir aquí!!! – gruño vociferando y mirando a Roberto con tanta rabia– y más encima con ese… ese…- me miraba mientras seguía gritando, rojo de indignación. Bueno, aquí terminaba la paz y la tranquilidad. – ¿por qué los dejaste entrar– le gritó a su esposa.

Me levanté, le sonreí tristemente a la mamá de Roberto en forma de despedida y me encaminé hacia la salida. No tenía ni ánimo ni humor para seguir escuchándolo, no quería que hiriera a Roberto, y estaba agotándoseme la paciencia… era el momento de irnos… Roberto me siguió de inmediato

– Hijo! su mamá lo abrazó una vez más antes de salir mientras su papá le seguía gritando.

Nos subimos al vehículo en silencio. Hicimos el trayecto de vuelta en silencio por al menos unos 10 minutos. De pronto detuvo el auto en una parte donde el paisaje se volvía especialmente bonito. Suspiró mirando por la ventana

-. Nunca me va a perdonar – era una afirmación. No me atreví a contestarle nada. Creo que tenía razón. Tomé su mano. Se volvió hacia mí. Me acarició

– Te amo Skylar – nos besamos. Me mantuvo apretado contra su cuerpo – nada es más importante que eso –

No volvimos a hablar del tema de sus padres hasta muchos días después. Aún nos quedaban varios días de vacaciones y decidimos continuar hacia el sur. Dejamos el continente y nos adentramos en un mundo mágico… el lugar más hermosos que he visto jamás, una tierra llena de aguas… canales y mar, un lugar mágico donde la palabra realidad adquiere otro significado… donde las personas son especiales y se vive de otra manera… donde las cosas más tradicionales y antiguas se mezclan con lo más moderno y tecnológico… donde aún se viven las tradiciones y las relaciones humanas tienen sabor a piel y a contacto… un lugar donde, no sabíamos aún, íbamos a construir nuestra vida. 

Nos enamoramos de la Isla de Chiloé en menos de 24 horas. No sólo por sus paisajes sino por la calidez de su gente y por la forma casi natural en que todas las personas con quienes hablamos nos recibieron… En castro, una de las dos ciudades de la isla, nos detuvimos a almorzar en un precioso restaurant frente al mar… a los pocos minutos estábamos conversando con cuatro o cinco personas que eran tan difíciles de encontrar en la gran ciudad, como agua pura en el desierto… un par de ellos eran locales, ancianos lleno de vitalidad que nos contaban su historia y nos recibían como amigos apenas conociéndonos, nos preguntaron nuestra historia y nos contaron la de ellos; eran amigos de toda la vida y jamás habían salido de la Isla, nos indicaron que lugares visitar y las partes interesantes de la zona …  en una mesa un poco más allá intervino en la conversación una señora con su hija adolescente, ambas encantadoras, se habían venido a vivir a la isla escapando de Santiago… si queríamos cultura debíamos recorrer el museo y otros lugares que nos señalaron claramente… terminamos de almorzar y no se bien cómo explicar el sentimiento pero parecíamos “pertenecer” al lugar. Fuimos a recorrer el museo, conocimos a su directora… una mujer increíble, muy joven y de mucho espíritu luchador, con grandes proyectos por desarrollar… se interesó en nosotros en cuanto supo que éramos arquitectos… hacían falta profesionales en la isla. Nos quedamos pensando… ninguno dijo nada, pero creo que ambos sentíamos lo mismo. 

Vagamos por varios días entre los pueblos pequeños, todos costeros y amigables, con paisajes de ensueño… nos sorprendimos mucho al encontrar construcciones tan antiguas y hermosas que se codeaban con otras tan modernas y de tanto estilo que nuestras mentes de arquitectos alucinaban con lo que veían. Conversamos con sus dueños, con los pescadores, con todos quienes nos devolvieron una sonrisa… y fueron muchos. Navegamos entre las islas sin recordar el reloj ni el tiempo… solamente extasiados en el paisaje, en el contacto humano y pensando en todo lo que estábamos conociendo. Nadie nos miró extraño en este lugar donde todos saben que la sirena sale de noche a llamar a los pescadores, donde la mayoría jura haber visto el barco fantasma iluminado de noche y los padres cuidan a sus hijas adolescentes de no ser embarazadas por un pequeño demonio de leyenda…  nosotros solo éramos una pareja más…  ni siquiera un poquito extraños.

Cuando se nos acabó el tiempo de vacaciones y tuvimos que regresar a la ciudad, ambos sentimos pena de alejarnos de allí. Sin pensarlo mucho nos habíamos enamorado de la isla, de su gente y de todo lo que allí podíamos hacer, de la forma que nos hicieron sentir… las posibilidades en esa isla parecían interminables para nosotros, sin embargo ninguno de los dos dijo nada. Yo me callé porque pensé que Roberto moriría tan lejos de la ciudad y de su nuevo trabajo… quizás aún tenía algunas aspiraciones del tipo político y yo ya había influido bastante en su vida como para seguir haciéndolo. Él se calló porque pensó algo parecido respecto a mí, tenía que terminar mis estudios y le pareció que alejarme de una ciudad grande y con muchas posibilidades no era lo apropiado… pero el viaje de vuelta fue pensativo y algo triste.

Las vacaciones terminaron pronto y un nuevo año comenzó. Roberto seguía en su trabajo, a veces entretenido, a veces un poco estresado, pero siempre tenía tiempo para dedicarme… para hacerme sentir querido y deseado. Yo, a pesar de las clases y mis estudios, procuraba entregarle lo mismo o más. A veces parecíamos locos perdidos tratando de sorprendernos y agradarnos mutuamente… con pequeños detalles como flores o cenas especiales o con grandes preparaciones que incluían juegos,cosplay o elaboradas preparaciones… la Sra. Mirna era nuestra cómplice y disfrutaba casi tanto como nosotros del amor que nos entregábamos…

A mediados del mes de Mayo de ese año terminó por fin el juicio que aún estaba pendiente contra el paramédico aquel que se negó a atenderme. Nuevamente fuimos objeto de atención de la prensa, lo que me molestó mucho,  pero para nuestra sorpresa el juicio se decidió a mi favor y recibiría una cantidad importante de dinero como compensación por los daños ocasionados.  Todo aquello fue tremendamente desconcertante y molesto para mí; me molestaba la atención de la prensa, odiaba saber del paramédico aquel quien perdió su trabajo y de quien nunca más supimos, no me gustaba perder tiempo en tribunales…  pero lo peor era no saber qué hacer con el dinero que finalmente recibí. Mi mamá, como sabia mujer, me pidió que lo guardara en una cuenta especial y no lo tocara hasta tener claro en mi mente que quería hacer con él. Quedó depositado en una cuenta a mi nombre. Sólo pensaba en él de vez en cuando y a veces lo sentía como una molestia más que una compensación.  Un par de años más tarde invertimos ese dinero en lo mejor que podíamos haber hecho.

El día era perfecto, soplaba una leve brisa proveniente del Este por lo que no alcanzaba a ser caluroso; el sol brillaba fuertemente en lo alto del cielo y la inexistencia de smog o cualquier otro contaminante hacían que los colores del paisaje resaltaran aún más, dándole un maravilloso telón de fondo al lugar.  Nuestra casa era nuestro orgullo. Nos demoramos cerca de un año en construirla pero la dejamos tal y como la soñamos en todas las noches que nos desvelamos planeándola y cambiándola… peleamos y discutimos por su diseño, pero al final de cada discusión terminamos enredados en besos y caricias… la mayor parte de las veces terminamos en la cama haciendo el amor y riéndonos por habernos enfrascado en una discusión estúpida sobre el tamaño de una habitación o el tipo de recubrimiento de cierta pared…  Nos besábamos con profundo amor y ambos cedíamos a los requerimientos del otro…  de pronto, al sentir su cuerpo o su pasión, dejaba de importarme lo que había estado discutiendo y solo quería hacerlo feliz.  La casa nos quedó perfecta, era nuestro orgullo y mucha gente venía a visitarla o le tomaban fotos. Incluso nos hicieron reportajes especiales en algunas revistas de diseño. Se complementaba perfectamente con toda la naturaleza que nos rodeaba y para el lado que miráramos encontrábamos un perfecto paisaje de aguas y bosques, como solo esta Isla puede tenerlos. La Sra. Mirna pasaba incontables horas, feliz, en el jardín, del cual se había apoderado, para transformarlo en un escándalo de colores y formas que encantaba a todo el mundo y que a ella y a nosotros nos enorgullecía. Habíamos incluido en la decoración de nuestro hogar, un lugar especial en el que íbamos poniendo los recuerdos de cada uno de nuestros viajes a diferentes países del mundo, nos gustaba mucho viajar, a veces por trabajo, otras veces por puro placer. Nuestro dormitorio tenía ventanales enormes y la mayor parte de las noches dejábamos las cortinas sin cerrar para disfrutar del cielo lleno de las estrellas del sur del mundo… nos gustaba hacer el amor con ellas de compañía.

La misma construcción de la casa fue lo que nos sirvió de impulso. Muchas personas llegaron solas a solicitar nuestros servicios impresionados por lo que veían y otros llegaron enviados por los primeros…  la voz se fue corriendo y al cabo de pocos meses estábamos llenos de trabajo. La mayor parte del tiempo trabajábamos juntos en la pequeña empresa que habíamos creado, aunque a veces nos hacía bien poner algo de distancia y trabajar en forma individual. Al caer la tarde llegábamos de vuelta a nuestro hogar, juntos o separados, nos buscábamos de inmediato, necesitábamos tocarnos, mirarnos… sentirnos.  Conversábamos, salíamos a caminar, si no estábamos muy cansados, recibíamos a nuestros amigos de la isla o los visitábamos… algo tan raro en las grandes ciudades pero tan común en esta isla. En la noche… nuestros cuerpos se volvían uno solo. Dormíamos y amanecíamos juntos, muy pegados.  A veces, especialmente cuando Roberto se volvió un dirigente importante en la Isla y pudo satisfacer su enorme capacidad de liderazgo, uno de los dos tenía que viajar lejos por alguna razón… eran noches malditas para ambos… estábamos tan acostumbrados al calor, al olor, a las sensaciones del tener al otro cerca, que nos costaba mucho poder conciliar el sueño o descansar cuando nos faltaba. Odiábamos separarnos aunque fuera por una sola noche y nos pegábamos al teléfono para decirnos cuantos nos extrañábamos.

Cuando llevábamos ya dos años viviendo en la Isla decidimos que era tiempo de hacerlo… no teníamos duda alguna… nunca la tuvimos.

En la terraza de nuestra casa se encontraban casi todas las personas que eran importantes en para nosotros; no eran más de 60 o 70 personas, pero no quisimos invitar a nadie que no tuviera un significado de verdad especial en nuestras vidas…, mis hermanas y algunos de sus maridos e hijos, mi mamá, feliz y rodeada de varios de sus nietos, las tías, las amigas y las mujeres de la casa de mi mamá, quienes en cuanto llegaron, tomaron por asalto la cocina y pelearon un espacio, codo a codo, con la Sra. Mirna, quien se vino de la capital con nosotros para no volver nunca más; fue nuestra fiel amiga y compañera  hasta que los años y la vejez la obligaron a dejarnos para ir a descansar en un mundo diferente al terrenal;  La mamá de Roberto llegó sola… pero con un cargamento de strudel de manzanas para compartir con todos…  se hizo una costumbre que cada vez que venía a vernos me traía Strudel fresco recién preparado por ella misma.  Érica aterrizó en la Isla proveniente del extranjero donde se encontraba terminando un doctorado… Nancy y su novio, un hombre muy agradable, de mucho carácter y aguante, se quedaron varios días con nosotros… me dio gusto verla feliz y enamorada… varios años después fuimos nosotros quienes viajamos a la celebración de su boda … ellos nos siguieron visitando casi todos los veranos de nuestras vidas… Mi amistad con Nancy nunca tuvo fin, solo periodos de interrupciones en los que no nos veíamos tan seguidos, pero siempre fuimos buenos y sinceros amigos.  Algunos amigos y compañeros de Roberto vinieron con sus señoras e hijos… y sólo algunos muy contados amigos míos recibieron también una invitación y participaron de nuestra alegría.  Nuestros nuevos amigos de la Isla se sentían al principio, un poco intimidados ante nuestros invitados de la capital, pero luego de un rato, todos compartían amenamente y el ambiente no podía ser mejor. Al comenzar a descender el sol, esa hora en que el cielo tiene mil colores diferentes, Roberto pidió un minuto de silencio a todos nuestros invitados y le habló con voz firme y segura.

-. Todos ustedes saben porque estamos aquí. Les quiero dar las gracias por acompañarnos en este día especial – Se volvió hacia mi… nunca lo había visto más hermoso que en ese momento, y no era por el elegante terno que vestía ni por el aire de autoridad y señorío que emanaba de él, sino que era por el amor incondicional que me nublaba los ojos, por el inmenso orgullo que sentía de él… era mi todo, era mi vida – Skylar  años atrás te dije que si el matrimonio existiera para nosotros en nuestro país, no dudaría ni un segundo en casarme contigo – me llevé una de mis manos a la boca… estaba tan emocionado que no podía mantener mis ojos secos… no alcanzaba a llorar, pero se me llenaban de lágrimas cada dos segundos – pero como no existe,  quiero … necesito dejar en claro delante de todas las personas que importan en nuestras vidas el estatus de nuestra relación… lo que siento por ti y lo mucho que te amo – se acercó hasta quedar muy juntos. Mi pelo estaba ahora más largo y más rubio que nunca…  el viento me lo movía y lo llevaba sobre mi rostro. Roberto me quitó el pelo del rostro con mucha dulzura y tomó una de mis manos. – Eres el amor de mi vida y delante de todos nuestros invitados y testigos  quiero pedirte que seas el compañero de mi vida… que pases conmigo todo el tiempo que nos queda por vivir y compartamos todo lo bueno y lo malo que nos traiga el futuro. – Dios!!!  nunca me imagine que se podía sentir tanta felicidad y orgullo… me sentía rebosante… lleno, extasiado y maravillado – Skylar, ¿aceptas ser el compañero de mi vida? – sus preciosos ojos oscuros me miraban también emocionado y en su mano tenía una argolla de oro que esperaba poner en mi dedo. Tenía que responderle… yo sabía de antemano que todo esto iba a suceder, lo habíamos conversado en general… íbamos a “comprometernos” delante de nuestros amigos y familia pero nunca me dijo en detalle que iba a ser así… y ahora tenía que responderle y estaba tan emocionado…  tan estúpidamente enamorado, que no podía ni siquiera hablar…  miré su rostro…  mi amor, mi precioso amor…  encontré en sus ojos la fuerza que necesitaba y las palabras fluyeron solas sin que las pensara ni filtrara

– Amor mío… delante de todos nuestros amigos y familia, declaro que te amo más que a nadie en este mundo, que estoy dispuesto a pasar cada minuto del resto de mi vida contigo y que si… por supuesto que si acepto que seamos compañeros en esta vida, cualquiera sea el destino que nos espere, en lo bueno y en lo malo… todo o nada, mi amor… siempre juntos – saqué el anillo de mi bolsillo y lo puse en su dedo… no me soltó la mano… la retuvo apretada entre la suya y me beso despacio en la boca…  delante de todos..  allí en ese mágico lugar, en la terraza de nuestra hermosa casa, por unos segundos nos olvidamos que ellos existían…  el beso fue solo nuestro, intimo y exquisito…  estábamos sellando un compromiso que nos duró toda la vida

– Te amo Skylar  me dijo mirándome a los ojos

– Te amo Roberto- seguía estando muy emocionado

El aplauso que nos volvió a la realidad, fue general y las felicitaciones iguales a las que correspondían a una boda… Celebramos hasta tarde con una cena deliciosa al estilo de la isla, champaña, música y la grata compañía y alegría de todos nuestros seres queridos.

Se habían ido todos… quedamos solos en la terraza, algo cansados pero felices… la celebraciónhabía resultado todo un éxito… la noche de Chiloé estaba algo fresca pero varias copas de licor en nuestros cuerpos nos mantenían calientes.  Roberto volvió a llenar las copas y me tendió una… me miro sonriente y coqueto

-. Ahora, formalmente, te quedas conmigo para toda la vida- se sentó tras de mí en el mismo asiento… sus manos quitaron mi pelo del cuello y sentí el calor de su boca en mi piel… me recliné contra él, facilitándole llegar hasta donde quisiera

– QUIERO quedarme contigo por el resto de mi vida– mi cabeza reclinada sobre uno de sus hombros… bebí un sorbo despacio mientras él comenzaba a excitarme… su manos abrieron mi camisa… las sentí sobre mi estómago… en todo mi torso… me gire levemente y busqué su boca que ya venía a mi encuentro…

– Te voy a hacer el amor aquí mismo – me dijo sonriendo

 mmmhhh.. ¿en la terraza??… degenerado…- sonreí… me excitaba la idea… a pesar de la oscuridad y la hora aún era posible ver la hermosura del paisaje, la luna en lo alto del cielo tachonado de estrellas y varios caminos de agua que lucían como estelas plateadas

– Es el único lugar de la casa en que no lo hemos hecho aún- me susurró al oído… y comenzó a desabrochar mi pantalones… antes que siguiera me levante y me volví a sentar frente a frente… sin hablarnos… solo nuestros ojos anclados el uno en el otro, sus ojos siempre tuvieron la capacidad de transmitirme miles de emociones… seguridad la mayoría de las veces pero ahora… solo me excitaba mirarlo mientras me desnudaba. Le quité su ropa hasta llegar al calor de su piel… Roberto tenía un sabor tan único y delicioso… sabor a Roberto, sabor a vida y a felicidad… pasé mi lengua recorriéndolo, queriendo saborear todo de él

Nos abrazamos apretados… Nos besamos despacio, con cuidado… como si fuéramos recién casados y estuviéramos experimentando… pero la suavidad nos duró poco. En un movimiento brusco nos pusimos de pie y el resto de nuestras ropas volaron por el aire…  que importaba!! era nuestra casa! Era nuestra celebración y acabábamos de comprometernos a pasar el resto de nuestras vidas juntos!!! … todo esa alegría, además de unas cuantas gotas extras de alcohol se combinaron para prender el incendio… Tomé un par de cojines grandes y los tiré al suelo… con apuro empujé a Roberto sobre ellos… lo quería sentir dentro mío ahora mismo…

Me tiró de los brazos hacia él y caímos juntos riendo, medio cuerpo sobre los cojines y el resto en el precioso suelo de madera nativa.

-. Me vuelves loco Skylar… siempre pienso que se me va a  pasar pero nunca se me pasa…- me confesó sobre mi boca mientras me ubicaba bajo el peso de su exquisito cuerpo

– ¿Qué cosa? – sonreí… sabía perfectamente bien de que estaba hablando… solo me gustaba que me lo repitiera… siempre… separé mis piernas… completamente abiertas para él y levanté mis caderas… lo necesitaba… ya mismo

– La emoción de verte… eres tan hermoso… nunca me canso de mirarte… siempre me sorprende tu belleza…- sus manos buscaban mi entrada, separando mis nalgas…

– ¿Y cuando sea un viejito?? – levanté aún mas mis caderas… al encuentro de su sexo…

– Vas a ser el viejito más hermoso del mundo…- tomó mi cara entre sus manos y me beso despacio… su pene se introducía suavemente dentro mío… nada, nada en el mundo era comparable a la maravillosa sensación de ser los dos como uno solo… de tenerlo dentro mío… me excitaba a morir escucharlo murmurar en mi oído dulces palabras de amor mezcladas con terribles juramentos de pescadores que había aprendido en la Isla…  Me estrujó entre sus brazos… le devolví el abrazo con la misma fuerza…  uno solo… todo o nada

– ¿Me vas a hacer el amor cuando sea un viejo?-

– Te voy a hacer el amor siempre,.. siempre mi rubio precioso –  Extasiado… tan feliz como se puede llegar a ser adopté el ritmo del placer que él me marcaba en mi sexo… jadeando… queriendo más… eché mi cabeza hacia atrás… las estrellas y el paisaje eran mis cómplices … dentro de mí.. Roberto, el amor de mi vida,

Roberto cumplió cada una de las promesas que me hizo… Estuvimos juntos toda la vida…. yo siempre sentí que fui el idiota más afortunado de este mundo a su lado, tuvimos una vida feliz, aunque él siempre me discutió y decía que él era el que había tenido la mayor suerte del mundo al encontrarme…  nunca nos pusimos de acuerdo… pero nada, nunca nos separó… nuestro amor fue lo más sólido y estable de nuestras vidas y fue la fuerza que nos llevó a lograr y cumplir todas las metas que nos propusimos.

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