DANIEL
Terminaba muy cansado la mayoría de los días. Cuando papá me habló de trabajar duro no pensé que sería así… pero no me arrepentía. Estaban pasándome cosas importantes además entre el colegio y el trabajo no tenía tiempo para pensar en Miguel, lo que me parecía bueno… a ratos lo odiaba, deseaba buscarlo y encontrarlo sólo para golpearlo y decirle lo falso que había sido, como me había dañado… arrojarle mi dolor a la cara… pero la mayoría de las veces solo sufría en silencio, recordándolo y deseando poder abrazarlo. Debo ser realmente estúpido pero sigo pensando que me quiere… invento mil excusas para justificar su actitud… Cielos!!! De verdad soy estúpido!!.
Cuando llevaba cerca de dos semanas trabajando y aprendiendo con el Sr. Andretti entró Gonzalo a la oficina, pasó derecho por mi lado sin verme con unos papeles en la mano y se dirigió a Lucio… pero de pronto se volvió hacia mí viéndome como si fuera un fantasma
-. ¿Daniel?!.. ¿Qué estás haciendo aquí?!!!
Dios!!! Cómo disfruté su cara de desconcierto y mi respuesta
– Aprendiendo del negocio familiar hermano
Su cara se descompuso aún más
– ¿Desde cuándo?- la pregunta fue para Lucio
– Desde hace un par de semanas
Yo volví a lo que estaba haciendo. Ya me había dado en el gusto de desconcertarlo y sorprenderlo. Claramente no le gustaba haber sido el último en enterarse de mi presencia en las oficinas. Conversó un par de frases con Lucio y desapareció diciéndome un
– Nos vemos luego
Lucio y yo intercambiamos una mirada significativa. A Lucio no le gusta Gonzalo… no me lo ha dicho pero lo pude notar, sin embargo conmigo se lleva muy bien, me ha explicado todo con paciencia, responde a todas mis preguntas y le estoy comenzando a agarrar cariño.
Los negocios de papá son bastante grandes y complejos. Lucio me ha dado una tarea que es la de crear una especie de mapa de todas las empresas y sus conexiones. Es difícil pero entretenido y me está ayudando a comprender mejor la extensión que todo esto abarca y es mucha. He revisado varias veces las listas de administradores y gerencia de cada una de ellas… se repiten varios nombres como el de Lucio u otros pero no veo el nombre de mi padre ni el de Gonzalo en ninguna parte. Lucio me explicó que es por un motivo de seguridad y de impuestos. También comprendí todo eso. Trabajo duro aprendiendo y mi papá está contento conmigo. Lucio le informa cada día de mi progreso. Al principio, cuando recién llegué, el personal administrativo me miraba tratando de clasificarme en algún nivel… supongo que esperaban a otro Gonzalo. Ahora me saludan y son amables, se han dado cuenta que somos diferentes, siento que mi hermano no es muy querido pero si muy respetado, más bien temido. He sentido las primeras oleadas de poder y aunque son estúpidamente ridículas me han dejado feliz… la forma en que me tratan las secretarias, Don Daniel… o cuando me sirven un café, o cuando pido una copia y corren a traérmela… ya estoy aprendiendo y me está gustando mucho.
Siento pena por Lidia y no puedo entender la actitud tan machista de papá. Lidia es tan inteligente y tiene tantas cualidades que la hacen perfecta para este trabajo, pero él no quiere saber nada de mujeres metidas en el negocio. Lidia nunca visita las oficinas de papá.
Cuando llego a mi casa, como algo rápido en compañía de mi mamá y mi hermano menor. Lidia está en su departamento y Gonzalo aparece muy poco en la casa últimamente. Luego me encierro en la habitación. No tengo tareas ni nada pendiente… sólo el cansancio, la compañía de mis aviones y el recuerdo de Miguel… me tiro en la alfombra a mirar el movimiento de los aviones, como hice con Miguel, y pongo las canciones tristes que me ha dado por escuchar desde que se fue.
Esa música es como un aviso para mi hermana. Sabe que cuando la escucho es porque estoy triste así es que a los pocos minutos entra a mi habitación y sin decirme nada se tiende a mi lado en la oscuridad a mirar conmigo las siluetas de los aviones
– ¿De nuevo Miguel?
– mmhh..
– ¿No lo vas a olvidar?
– Dime cómo…
Lidia se calla, tampoco sabe cómo se hace para olvidar a alguien. Ella tampoco olvida al único que ha amado. Toma mi mano y nos quedamos en silencio.
– Me estoy aburriendo de verte así chiquito… me pones triste y no me gusta
– Lo siento Lidia… no tienes que venir a hacerme compañía…
– Claro que si!! Soy tu hermana-mamá
Otro instante de silencio, sólo la música triste nos acompaña.
– Lidia…¿cómo lo hiciste para olvidar a…?
– Ssshhht!. No lo nombres!! Es el primer paso para olvidar. No lo nombras, no lo recuerdas, haces como que nunca estuvo
Ella odia hablar de él.
– Pero sí estuvo…
– Tienes que hacerte a la idea de que nunca estuvo y que no sientes nada… buscarte otro cariño, o mejor aún, un cariño nuevo cada semana!!
Esa es la razón entonces por la que a Lidia nunca le duran los enamorados y siempre los está cambiando. No quiere nada serio con ninguno… los está usando para no recordar a Andrei. Desde que se fue nadie más ha vuelto a nombrarlo, todos lo queríamos mucho.
– Somos un par de tontos, ¿verdad?
– No… nada de eso- se gira hacia mí- volveré a intentarlo mañana… buscar a Miguel, ¿de acuerdo?
– Quiero ir contigo
– No. Menos ahora que trabajas. Confía en mi chiquito. Lo encontraré
Lidia me deja sólo, pero antes de salir prende la luz y cambia la música deshaciendo el ambiente de tristeza que me había creado.
GONZALO
Camino ligero y alegre hasta el jeep. Aunque estuve trabajando toda la tarde no me siento cansado, el proyecto del nuevo negocio está avanzando muy bien y mi padre está muy complacido con los últimos avances y conmigo. Estuvimos hablando sobre la presencia de Daniel en las oficinas, papá quiere que aprenda, sabe que el negocio es demasiado grande para que lo lleve una sola persona, además, yo nunca me he hecho cargo de la parte “licita” del negocio, no me interesa… para eso tiene a una cantidad infinita de gente trabajando y Daniel bien puede aprender sobre eso; lo que yo veo es la parte que no aparece en ningún registro pero que deja mucho dinero y para ello solo cuento con la ayuda de muy pocas personas, muy escogidas y de mi total confianza. Cuando el proyecto esté a punto voy a necesitar más ayuda, al menos un par de personas… como me gustaría que Andrei pudiera volver, sería perfecto, quizás me arme de coraje y le pida a papá autorización para dejarlo regresar… ya han pasado varios años desde que tuvo que irse. He pensado mucho en Miguel… no sé si está listo para embarcarse en algo así. Sabe bastante del mundo ilegal y conoce la parte que yo no conozco, Miguel sabe cómo se mueve el negocio a nivel de detalle, en la calle, podría ser muy útil. Tendría que enseñarle muchas cosas, partiendo por disparar un arma, manejar vehículos y mucho más… no tenemos demasiado tiempo. Tengo que tomar una decisión luego. A lo largo de estas semanas he llegado a conocerlo bastante bien, aunque me cuesta mucho lograr que hable de sí mismo, más bien he ido conociéndolo a través de sus actos y me gusta lo que he aprendido del mocoso. Mi padre siempre me enseñó que la confianza debe demostrarse, no se puede confiar en nadie solo porque sí. Pero quiero confiar en Miguel, quiero crear con él un lazo cerrado, quiero mantenerlo cerca mío. El último informe que pedí sobre él no me aportó nada nuevo. Sigo sin saber si alguna vez tuvo algún compañero y quien fue el maldito desgraciado con quien se metió por primera vez. Supongo que resulta estúpido enojarme por ello, debió ser algo de su pasado que ya no tiene importancia pero no puedo evitar sentir… rabia… ¿celos?… ¿estaba pensando en celos?. No, que estupidez, nunca he sentido celos, solo me da rabia pensarlo. No sé más del pasado de Miguel que lo que aparece escrito en esos informes y lo poco que él me cuenta, pero de su vida actual lo sé todo. Miguel pasa conmigo o con su familia todo el tiempo que no está en el instituto y no va a ninguna otra parte sin que yo lo sepa o lo acompañe. Solía ser un solitario pero ahora me gusta su compañía.
Salgo de las oficinas, está oscureciendo pero aún tengo mucha energía y se perfectamente bien quien puede ayudarme a gastarla. Subo al auto y marco el número de Miguel. Me responde rápidamente
– ¿Dónde estás?
– En mi casa
– Te paso a buscar en diez minutos
– Tengo que estudiar
– Te quedan 9 minutos para arreglarte
– ¿Arreglarme??!
– Si, ya sabes, esa ropa bonita que te compraste para seducirme…
– Idiota!!!
Me corta el teléfono pero sé que dentro de 8 minutos va a estar listo y con la ropa que le pedí que usara.
Nunca antes he salido públicamente con un acompañante; los he seducido en algún restaurant o disco para luego llevarlos a mi departamento o a algún motel, pero jamás he llevado a uno de acompañante. Hoy voy a llevar a Miguel al “Red Carmine”, estoy seguro que nunca ha estado en un lugar así y le va a gustar.
Me detengo frente al edificio y espero. Miguel sale casi corriendo… vestido impecable y con el pelo aun mojado de la ducha. Lo sigo con la vista. Me gusta mirarlo, es lindo.
– ¿Por qué tanto apuro?
Se sube a mi lado e intenta abrochar el cinturón de seguridad. Es de noche, no hay nadie cerca… lo sorprendo con un beso sujetando su cabeza para que no escape.
– Hey!!- me empuja separándose
– mmhhh?
– ¿Qué te pasa hoy?
– Nada… solo estoy feliz. Te voy a llevar a un club
– ¿En serio?, nunca he estado en uno
Nos alejamos lento por la calle.
LIDIA
Estaba oscuro y Gonzalo sólo tenía ojos para ver a Miguel, distraído e ilusionado pensando en sorprenderlo con el club. El otro auto se había estacionado solo unos pocos minutos antes y en una zona poco iluminada. Lidia se demoró en bajar desabrochando su cinturón de seguridad, revisando el maquillaje en el espejo y poniendo el celular en su cartera. Justo iba a abrir la puerta cuando vio a Miguel salir del edificio. Lo miro detenidamente para comprobar si el chico que iba vestido tan bien era el mismo…. si, ese era Miguel, muy atractivo por cierto. Quiso llamarlo pero algo en la actitud del chico la detuvo. Miguel, decidido, cruzó la calle y subió a otro vehículo un poco más atrás. Lidia miró por los espejos… vio perfectamente bien cuando las dos sombras oscuras se unieron en un beso. Suspiro cansada y dolida. Había encontrado al famoso Miguel pero ¿Cómo cresta iba a contarle esto a Dani? No le gustaba este pendejo por lo que le hacía a su hermano…. ¿obligado?, no lo parecía. El otro vehículo se puso en marcha encendiendo las luces. Instintivamente Lidia se movió hacia la sombra siguiéndolo con la vista. Pasaron muy lento frente a ella, sin verla. Se quedó inmóvil, congelada en el asiento, olvidándose de respirar. Miró bien el vehículo para comprobar que no se había equivocado y que a quien había visto era a su propio hermano… Gonzalo. Oh Dios mío!!! Si era su jeep. Pasados unos segundos se acordó de reaccionar. Encendió su auto y los siguió desde la distancia controlando los nervios que se la comían viva, hasta que los vio detenerse en el estacionamiento de un club. Necesitaba volver a verlos para estar segura, no podía equivocarse en esto. Los siguió con la vista cuando bajaron del jeep. Gonzalo se acercó al pendejo ese y pasó un brazo por sus hombros. La actitud de Miguel no le pasó desapercibida, no correspondió al abrazo… sólo se dejó abrazar hasta que entraron al Club. Lidia por fin pudo abrir la boca y mantenerla así durante unos cuantos minutos. Siguió avanzando muy despacio por la avenida pero se detuvo en una estación de servicio más adelante, muy alterada. El destino seguía siendo muy cruel con ella; sabía muy bien que tenía en sus manos valiosa información, no sabía de qué forma podría usarla para perjudicar a Gonzalo… le encantaría poder hacerlo, soñaba con ello… pero y Dani?? Cualquier cosa menos dañar a Daniel. Sintió una rabia inmensa contra Miguel, ¿Qué mierda intentaba hacer ese pendejo desgraciado jugando así con sus hermanos?… ¿Con su chiquito?… ¿sabía ese idiota lo que hacía al meterse con Gonzalo….cresta!! nada menos que con Gonzalo!!! Pendejo imbécil!! Necesitaba averiguar más, quería saber mucho más. Nerviosa, dio la vuelta y volvió hacia atrás. Estacionó en el club, lejos del jeep de su hermano. Sacó del asiento posterior el impermeable oscuro que siempre llevaba para los días de lluvia. ¿Qué tan grande sería este club?, ¿Podría pasar desapercibida? ¿Y si se encontraba con Gonzalo de frente al entrar?… se quedó sentada dudando. Entonces vio los grupos de chicos que merodeaban cerca de las puertas del club esperando entrar u ofreciendo su compañía. Sin dudarlo se dirigió a dos de ellos y los invitó a entrar, ella pagaba la entrada y los tragos. Los chicos aceptaron felices. Con las piernas temblando, todos sus sentidos en alerta y caminando lento siguió a los chicos al interior del club; era muy grande, oscuro, sólo la pista de baile y el escenario tenían iluminación directa, la música sonaba fuerte… mayoritariamente chicos… casi todos gay, tomo nota mental Lidia. Caminando protegida entre los chicos intentó localizarlos. Se detuvo de golpe. En la barra a sólo unos metros de ellas estaban ambos de pie esperando sus bebidas. No los perdió de vista. Llevó a sus improvisados acompañantes hacia una de las mesitas en un extremo del salón. Los chicos trataban de entablar conversación con ella pero los despidió rápidamente dándoles dinero para que le trajeran un trago… fuerte, necesitaba algo muy fuerte. La dejaron sola en la oscuridad, vestida con el impermeable oscuro… mirando sin perder de vista todos los movimientos de Gonzalo y Miguel.
GONZALO
Tal como lo supuse a Miguel le encantó el club; al principio se sintió cohibido y nervioso, nunca había estado en un lugar en el que las parejas de hombres actuaran tan desinhibidos. Esperamos nuestros tragos en la barra y luego nos fuimos a sentar a una mesa bien ubicada cerca del escenario. Miguel sólo quería mirar sin participar, pero luego de una copa de champaña se empezó a relajar y a disfrutar de la música y el ambiente. Nos entretuvimos mirando el espectáculo y conversando. Miguel sigue el ritmo de la música con sus pies
-. ¿Te gusta bailar?
Miguel esconde sus ojos y me responde muy despacio
– No sé bailar
– Sólo tienes que seguir el ritmo con tu cuerpo
Me pongo de pie y tiro de su mano pero se niega rotundamente. Insisto, tratando de convencerlo pero no hay caso. Se ríe de esa manera encantadora que tiene, pero no se para. Me hago el firme propósito de enseñarle, quiero que aprenda muchas cosas, quiero enseñarle todo y abrirle los ojos a un mundo diferente. Me he dado cuenta que Miguel tiene las habilidades para llegar lejos, es un diamante en bruto… mi diamante, sólo tengo que enseñarle y pulirlo. Me entusiasma la idea. Quiero hacerlo en verdad. Ya dejé de preguntarme qué es lo que me gusta de él… acepté el hecho de que me gusta mucho y punto. Hace tanto tiempo que nadie me interesaba de esta u otra manera… desde mi amistad con Andrei, pero él ya no estaba en la ciudad.
Entramos al departamento a oscuras, a través de los ventanales las luces del exterior iluminan la sala… no enciendo las luces principales sino una tenue iluminación indirecta. Me mira curioso… busco el control remoto y pongo una canción romántica. Parado en el medio de la sala extiendo mi mano para que la tome. Miguel se ríe, ya sabe lo que quiero.
– Nooo…- sonríe sin moverse
– Ven aquí- le ordeno muy serio
Se acerca despacio, tomo sus manos dejándolas en mis hombros, envuelvo su delgado cuerpo pasando mis manos hacia su espalda
– Sólo muévete conmigo… al ritmo de la música
– No sé cómo…
Lo sujeto contra mi cuerpo… sus músculos se mueven debajo de mi manos… inclino su cabeza hasta dejarla reposar en mi pecho, su pelo es suave… suspiro, se siente bien… me siento muy bien así, Miguel en mis brazos siguiendo mis movimientos lentos y cadenciosos.
– Estás loco- me dice muy bajito intentando no perder el ritmo
– Sí, estoy loco por ti mocosito… loco por ti
Al mismo tiempo que le digo las palabras me doy cuenta de lo ciertas que son. Miguel me trae de cabeza… me tiene loco de verdad… ¿sabe que tiene ese poder conmigo? Mi respiración se acelera al darme cuenta de lo importante que se ha vuelto en mi vida… lo aprieto aún más contra mi cuerpo, los suaves movimientos de su cuerpo contra el mío me están excitando…. Un delicioso roce. Continuamos hasta terminar una canción y comienza la siguiente. Mis manos bajan hasta quedarse en sus nalgas y las presiono contra mi erección. Miguel responde a la presión, levanta su cara y busco su boca. Aún moviéndonos al ritmo de la música comenzamos un juego de caricias cada vez más atrevidas, a quitarnos la ropa hasta quedar desnudos… excitados, bailando. Sobre el sillón… Miguel a horcajadas baja despacio sobre mi… gime muy callado… sujeto sus caderas… a veces sólo lo necesito a él, sin más juegos ni distracciones, hemos experimentado tanto, lo he llevado al límite tantas veces, pero últimamente es diferente… sólo su cuerpo delgado, los sonidos de su boca, el olor de su piel y la expresión que lo embarga cuando llega al orgasmo… a veces sólo esto basta para sentirme feliz.
LIDIA
Lidia pasó directo a su departamento y cerró la puerta con llave, como si la protección de los guardias en el exterior no fuera suficiente… no lo era, el peligro estaba dentro de la casa. Se había tomado un whisky en el club pero aunque no era de mucho beber necesitaba otro. Estaba claro que no podía contarle a Daniel… que ganas tenía de decirle que olvidara al Miguel ese de una vez… ¿qué pensaba ese idiota?, ¿cómo podía meterse con sus dos hermanos y enredarlos así?… ¿era un suicida, estaba buscando morir o que?
-. ¿Qué mierda está pasando aquí??!!– Gritó Lidia sin poder contenerse. Daniel estaba perdido por él pendejo y Gonzalo… Qué carajo!! Vio con toda nitidez como Gonzalo babeaba por el muchachito, le traía el trago, lo abrazaba y lo perseguía, se esforzaba por complacerlo y se lo comía con los ojos mientras el pendejo solo sonreía. No recordaba haber visto a Gonzalo así antes, nunca tan preocupado de un acompañante…. Cresta! La cabeza le iba a reventar. Dejó de lado el trago y buscó un par de aspirinas. No podía dejar de caminar o moverse, estaba demasiado alterada, y ella no era de alterarse fácilmente. Ni siquiera se inquietó mucho cuando Dani le contó de su inclinación sexual… le sorprendió mucho menos que cuando supo de Gonzalo, pero eso había sido tantos años atrás, cuando aún estaba Andrei. Detuvo sus pasos y se reclinó en el sillón. Se preparó mentalmente… nunca lo recordaba, dolía demasiado, pero ahora necesitaba hacerlo… estaba muy alterada. Tenía que partir desde el principio para poder entender todo este puzle y poner cada pieza donde correspondía.
Andrei y Gonzalo eran amigos desde los 7 años. Fue en el verano justo antes de entrar al colegio. El padre de Andrei, un inmigrante ruso grande, de profundos ojos azules que hablaba muy fuerte y con un marcado acento extranjero comenzó a trabajar para su padre. Un día llegó con el niño, su única familia. A Gonzalo le pidieron que invitara a jugar al “amiguito ruso”, un rubito de ojos azules, flacucho y con cara de asustado. Se volvieron inseparables a partir de ese momento. Gonzalo era el capitán del barco pirata y Andrei su primer tripulante; cuando cazaban animales salvajes en el jardín Gonzalo siempre atrapaba la pieza más grande… Gonzalo dirigía los juegos y Andrei le apoyaba en todo, sin disputarle jamás el liderazgo. Fueron matriculados en el mismo colegio. Crecieron juntos y llegaron a la adolescencia con un férreo lazo de amistad. A los 15 años ambos trabajaban con su padre y aprendían seriamente el “negocio familiar”. Juntos se entrenaban en defensa personal, juntos asistían al polígono para aprender a disparar y juntos se emborracharon por primera vez. Fue en esa ocasión que Gonzalo le confesó al ruso su homosexualidad, bajo los efectos del alcohol, ahogado por ese secreto que lo estrangulaba y lo asustaba. Andreí ya se había dado cuenta pero no le importaba. Gonzalo no era un chico delicado, de modales amanerados que necesitara protección aunque tampoco era normal; era el más fuerte, el más agresivo, casi violento, el que lideraba todo y siempre sobresalía. Era el chico con quien nadie se metía en el colegio porque sabían que iban a perder. Esa era, quizás, su forma de esconder su verdadera personalidad. Andrei sabía y seguía queriéndolo. Estuvo con Gonzalo cuando, asustado, buscó a su primer chico y cuando lo intentó y fracasó con una chica. Gonzalo nunca se acercó a él de otra manera que no fuera como amigo… eran casi hermanos. Entonces apareció Lidia. Andrei tenía 17 y Lidia 18. Se habían visto desde siempre, el ruso prácticamente vivía en su casa. Pero Lidia se fue a estudiar fuera y cuando volvió para las vacaciones estaba tan cambiada, tan madura y redondeada… pechos, cintura y trasero que Andrei no había visto anteriormente. Lidia vio que el niño flacucho se había convertido en un hombre alto, atractivo, de cuerpo bien formado y marcado que la derretía con su sonrisa y sus miradas intensas. Se volvieron locos. Descubrieron que se gustaban y comenzaron los roces casuales de manos a la hora de cenar, las miradas cómplices, los secretos al oído dichos al pasar, hasta que no aguantaron más y se confesaron su mutua atracción. Gonzalo fue el primero en enterarse y reírse de ambos. Los quería demasiado como para molestarse. Esta relación solo confirmaba que Andrei pertenecía a su familia. La relación fue conversada por los padres de ambos quienes dieron su aprobación. Andreisólo tenía que cuidarse de no propasarse con Lidia hasta que estuvieran casados y para eso faltaban aun varios años. Gonzalo se reía de su amigo del alma que no podía tocar a su hermana ni podía engañarla con otra para desahogar su frustración aunque en el fondo sentía pena y le habría ayudado a ocultar cualquier infidelidad. Se lo dijo pero Andrei contestó que la amaba y esperaría. Pero no contaban con Lidia. El tiempo pasaba y Lidia no quería esperar pero tampoco quería ofrecerse en bandeja así es que hacía lo imposible por volver loco a su novio y obligarlo a perder el control… casualmente rozaba sus senos en el brazo de Andrei al estirarse a tomar algo… un botón demasiado abierto en el escote de su blusa… se le ocurrían mil trucos cada día. Lo logró… le tomo casi un año pero logró que la tocara y le hiciera el amor con total descontrol. Gonzalo lo supo al instante de mirarlo, le había cambiado la cara y supo de inmediato que había pasado. Se sintió extraño, era su hermana pero la amistad con él era más importante. Lidia y Andrei, amparados por Gonzalo pasaron el mejor verano de sus vidas. Tenían 19 y 20 años, se amaban de verdad y podían estar horas trazando planes para el futuro. Mientras tanto, los chicos habían “egresado” del “aprendizaje familiar” y ahora salían de noche, con guardaespaldas, a controlar algunos de los negocios pequeños de papá. El drama se desató durante el verano siguiente y fueron ellos mismos, sin saberlo, los que ocasionaron todo. En una de sus “noches de control” del negocio se dieron cuenta que algo no funcionaba bien. La cantidad de mercancía que debía haber llegado a los distribuidores era menor. Alguien estaba aprovechándose de ellos. Fueron directo donde el padre de Gonzalo orgullosos de saberse útiles. Los escucho y tomó cartas en el asunto. No supieron mucho más durante varias semanas hasta que Gonzalo fue llamado al escritorio de su padre. Le habló directo y fríamente. Sabía quién era el traidor, alguien de la propia “familia del negocio” y había sido castigado como correspondía. Gonzalo sabía que eso significaba la muerte y se alegró de queasí fuera, entendía muy bien que nadie debía escaparse del control. Entonces su padre le soltó la bomba
– No verás más al hijo del traidor. Le he perdonado la vida porque es tu amigo y porque no sabía nada, pero no quiero verlo nunca más en esta ciudad
Gonzalo comprendió de inmediato. Asimismo supo que no tenía caso intentar interceder por Andrei, bastante había hecho su padre al perdonarle la vida. Dejó el escritorio y se cruzó con Lidia que entraba. No pudo mirarla a los ojos.
Sabía que no debía contactarlo pero igual salió de prisa a buscarlo. Alcanzaron a despedirse con un abrazo apretado, lágrimas en los ojos y sin hablarse… que podían decirse. Andrei estaba destrozado, su padre muerto y él expulsado de la ciudad sin posibilidad alguna de volver a ver a Lidia. Fue subido a un auto con guardaespaldas y se alejó para siempre.
– Dile que la amo
Alcanzó a gritar. Gonzalo asintió con la cabeza pero nunca se lo dijo a ella.
Lidia había sido atendida por el médico de la familia, crisis nerviosa. Gonzalo creía que ella nunca había superado aquella crisis y tenía razón. En solo unas semanas cambió completamente; el primer cambio fue dejar sus estudios y viajar por muchos países exóticos y lejanos. Al regresar quiso trabajar con su padre pero fue rechazada de plano; a cambio, le ofrecieron instalarle un negocio. No tenía más que hacer así es que aceptó. Se dedicó en cuerpo y alma a sacarlo adelante. Se refugió en Daniel y solo con él se permitía demostrar cariño. Gonzalo le recordaba demasiado a Andrei, Gonzalo no había hecho nada por ayudarlo… Gonzalo sabía dónde estaba y no se lo decía, él trabajaba con papá y a ella la dejaban fuera… Gonzalo era un maldito idiota!!! Le rogó mil veces que la llevara con Andrei o que le dijera dónde estaba… pero nunca lo hizo ni lo iba a hacer. Cambió mucho y todos creyeron en el cambio excepto Gonzalo que sabía que todo era una fachada, por dentro seguía llorando por Andrei y esperando que viniera a buscarla. Dolía tanto que la hubiera dejado así nada más. Evitaba a Gonzalo porque frente a él se le resquebrajaba la máscara de dureza e indiferencia que usaba a diario para enfrentar cada día. Gonzalo la traspasaba y veía a la verdadera Lidia que ella no quería recordar, quería eliminar a esa tonta enamorada de un imposible, de alguien que nunca la vendría a rescatar.
Lidia lloraba sentada en el mismo sillón sin moverse.
Ahora ella tenía información especial; Gonzalo estaba loco por el pendejo de Miguel… lo vio como idiota detrás del chico. Daniel dijo que Miguel estaba con él por dinero, que Miguel amaba a Daniel, que habían estado juntos hace muy poco tiempo atrás… por Dios!! Si ella misma vio a ese pendejo en la habitación de Daniel!!!…¿Cuál era el juego de Miguel?. Se secó las lágrimas. Tenía que seguir investigando hasta entender claramente que era lo que sucedía. Aunque luego… ¿Cómo mierda usaba esta información sin que Daniel cayera aplastado en el medio?.
GONZALO.
– Daniel va a acompañarnos
Me giro brusco y miro a papá.
– ¿Daniel?…no creo que sea buena idea
No me imagino que puede hacer mi hermano metido en una cena con personas de este nivel… no son blancas palomas sino halcones asesinos.
– A su edad tú me acompañabas también
– Si, pero…
– Andretti dice que Daniel es muy rápido, que ha aprendido mucho. Quiero verlo con mis ojos
Sin más sale de la oficina y tengo que salir tras él.
– Papá… Daniel ni siquiera sabe
Se detiene y me mira. Sé cuándo debo callarme pero no significa que esté de acuerdo
– Bien, pero no estoy de acuerdo, no me gusta que venga con nosotros. Puede ser un problema
En el auto de papá se encontraba Daniel junto a Lucio, esperándonos. Al subir miro a Daniel, siento algo de pena por él, hubiera preferido que siguiera estudiando tranquilo, disfrutando de su juventud y se involucrara en el negocio más adelante pero papá ya lo ha decidido
-¿Sabes dónde vamos? – me siento frente a él
-Si – contesta sin mirarme
– ¿Y con quienes vamos a cenar?
Me clava los ojos molesto. Abre la carpeta que lleva en las manos y señalando una fotografía me da el nombre y una breve referencia de cada uno de los hombres con quienes vamos a juntarnos. Luego me recita de memoria que es lo que queremos negociar y las cifras que manejamos. Me deja mudo… literalmente con la boca abierta. Papá me mira y sonríe
– ¿Quieres preguntarle algo más a tu hermano?
Lucio también sonríe satisfecho. Maldito perro faldero, nunca hemos simpatizado pero él es uno de los intocables de papá. Me callo.
Tal vez, solo tal vez, estoy equivocado respecto a Daniel. Quizás ha crecido y madurado más de lo que yo suponía. Tiendo a verlo como a un niño aún. Lo miro de otra manera. Se está volviendo todo un hombre. Está muy bien preparado. Le sonrío y revuelvo su pelo. Daniel se enoja y alza sus brazos para volver a acomodarlo… el puño de la camisa se mueve por su antebrazo y deja reluciendo algo en su muñeca… es un brazalete igual al que usa Miguel.