Miguel Capítulo 20

MIGUEL

– ¿Por qué huyes de mi?

Daniel da un paso y se acerca un poco más. No puedo hablar… quiero gritar, llorar fuerte… quiero que me abrace y me lleve lejos…  quiero estar solo con él en este mundo sin que nadie más interfiera… solo los dos. Daniel está tan lindo como siempre… y yo estoy aterrado.

– ¿Por qué me seguiste?… no quiero verte 

Hosco, huraño, asustado, doy media vuelta y empiezo a caminar. Me sigue y me sujeta muy fuerte del brazo

– Quiero hablar contigo

No suelta mi brazo y la forma en que me habla es … diferente.

– Suéltame Daniel… – Me mira intensamente… sus ojos están cambiados, su porte y su actitud también… ¿Qué pasó contigo Daniel?

– Acompáñame a tomar un café y después te dejo tranquilo

Su mano en mi brazo es una garra, no me suelta… ¿un café?…  ¿10 a 15 minutos de intensa emoción contigo?…  no me quita los ojos de encima… no me va a soltar. Asiento con la cabeza… no es una buena idea… es la peor de todas las ideas pero no me resisto… 

– ¿Qué estabas haciendo en el gimnasio?

– Fui a hablar con Emilio

– Ah!

¿pensaste que te había ido a buscar?

Nos ubicamos en una mesa apartada en el fondo de un café

-. ¿Cómo te ha ido?

– Bien

– ¿Sigues estudiando?

– Si…

Un incómodo silencio se instala entre los dos…

– ¿Por qué vas al gimnasio a esta hora?

– Voy a todas horas… esperando encontrarte

La sinceridad de Daniel es aplastante… no lo miro ni le contesto

– ¿Estas… estas con esa persona? 

Me molesta la pregunta. Odio que Daniel me pregunte eso. No quiero responderle

– ¿Cómo estás tú?

Sonríe… se ha dado cuenta que no quiero contestar… Daniel está diferente. No tengo claro que ha cambiado en él pero no es el mismo. El café llega. Daniel pidió un capuchino… recuerdo la crema… duele. Nos miramos y desvío la vista rápidamente. Ambos estábamos recordando lo mismo

– Miguel… dime si estas con ese hombre, por favor

Estira su mano y casi, casi roza la mía. Pero se detiene justo a tiempo.  Miro al vacío… a los extraños cuadros que hay en la pared del café… esto es irreal…  me parece tan poco real estar en un café con Daniel, hablando así…  extraños y a la vez tan íntimos…  asiento con la cabeza al tiempo que le respondo

– Si…

Suspira y mira al vacio un instante..

– ¿Eres feliz?

Ahora es mi turno de sonreír… ¿feliz con Gonzalo?…. dime que es la felicidad y te explico cómo me siento…

– ¿Qué quieres Daniel?

Le pregunto molesto, cabreado… quiero irme a la vez que quiero abrazarlo… ambas cosas duelen como fuego en el corazón

– Tú sabes lo que quiero…

Esta vez su mano roza levemente la mía… retrocedo en el asiento como si el roce me quemara

– Olvídalo…  No puedo darte nada

– Yo si… puedo darte lo que me pidas

Lo miro con los ojos muy abiertos… ¿me está diciendo lo que creo que me está diciendo? 

– ¿Qué es lo que quieres para volver conmigo? 

Su voz es firme y su mirada directa…   eso lo hace aún más doloroso. Trago una inmensa bocanada de aire, me siento ahogado… Daniel con sus maravillosos ojos verdes…  que ya no son iguales a los de antes… ¿Daniel está intentando comprarme?… eso si duele… peor que cualquier otro dolor. Un nudo ciego me aprieta la garganta… no hay rastros de la inocencia y dulzura que hubo entre nosotros… ¿qué pasó contigo Daniel?. Me mira esperando una respuesta, rabia, dolor… más dolor

-Ándate a la mierda…

Le lanzo siseando… si pudiera lo abofetearía aquí mismo, delante de todo el mundo. 

– Miguel… Te extraño, nada ha cambiado para mí – se acerca a mi por sobre la mesa y me habla despacio –no me importa lo que tenga que hacer para que vuelvas. Si es dinero lo que necesitas…

Ya no quiero escucharlo más. Me paro y me alejo de él caminando rápido… en mis ojos y en mi garganta las lágrimas se acumulan… no quiero llorar, de verdad no quiero frente a él. De pronto esta a mi lado y su mano me agarra fuertemente tirando de mí. No me mira sólo me empuja hasta el baño del café. Antes de poder reaccionar su boca esta sobre la mía y sus brazos me envuelven… es Daniel… es el sabor de Daniel y la calidez de su abrazo… en su beso reconozco la dulzura que lo caracteriza

– No.. no esto no está bien Daniel

Pero lo estoy besando de vuelta. Sujeta mi cabeza y me acerca aún más a la suya. Hay desesperación en la forma en que me besa y su boca se apodera de la mía

– Miguel… Miguel

Su frente y la mía juntas. Me abraza de esa forma en que solo él puede

– Daniel… ¿Qué estás haciendo?… no puedo

Pero no me muevo… me quedo ahí pegado a él, sintiendo que pertenezco a ese lugar… cerca de su corazón..

– No te ofendas, por favor, pero dime que necesitas para romper con ese hombre…  te doy lo que necesites

Me aprieta fuerte, sin querer soltarme y sin dejar de besarme. Es otro Daniel…  esta tan diferente

– No Daniel…  no entiendes

– Dime si me olvidaste…  dímelo

– No pienso en ti… quiero olvidarte

– Aún tienes el brazalete

Miro mi brazo…  ahí está el brazalete que me lo recuerda cada día. Me lo quito y se lo extiendo

– Ya no lo quiero

Siento que un pedazo de mi corazón se va enredado en ese brazalete. Daniel lo toma y sonríe con tristeza…  luego toma mi  brazo y lo vuelve a poner

– No te lo quitaste en todo este tiempo… 

Él también tiene el suyo. Me vuelve a besar y a abrazar

– Por favor Miguel… dime que necesitas

Nada… no necesito nada… Daniel es un sueño, no es real… Daniel representa lo que alguna vez pudo ser pero que ya no es…  mi realidad es Gonzalo, es una venta, es un acuerdo, es mi familia. Daniel es una fantasía que no puedo permitirme, un lujo al que no tengo derecho… lo perdí al convertirme en lo que soy.

– Nada… no hay nada que necesite de ti

Lo alejo de mi despacio…  dejar su abrazo es tan doloroso. Daniel se da cuenta e intenta retenerme Lo miro directo a los ojos

yo ya no existo para ti

Contrario a todo lo que esperaba Daniel me suelta y me mira con una pequeña sonrisa triste

 ¿sientes algo por él… Lo amas

Extrañamente Daniel mantiene la calma y yo estoy como loco

– Que pregunta más idiota!!!… el amor no tiene nada que ver… me vendí Daniel, ¿entiendes? Me vendí y lo hice porque quise

Le estoy gritando… no me importa si alguien más me escucha. Mis palabras lentamente penetran en su cerebro, su cara se transforma en una mueca de dolor, aprieta los puños con rabia e impotencia… le he restregado la realidad en el rostro y le duele, pero es mejor así… respiro profundo e intento tranquilizarme…  los minutos pasan

– No me importa… te vendiste por dinero…y qué?… ¿Cuánto necesitas para salir?

– Daniel… Daniel… – me agarro la cabeza con las dos manos… ¿Cómo te hago entender? –Es una persona peligrosa… no te acerques a mí. Si lo haces estas poniendo en peligro tu vida y la mía…

– Eres tú el que no entiende… ¿Cuánto necesitas para salirte de esto… para ser libre de nuevo?

Hay una nueva seguridad en sus palabras. Daniel me está ofreciendo en serio comprar mi libertad…  sólo que no es posible.

– No estoy a la venta Daniel…

– Entonces?? Él no quiere soltarte… ¿es eso?

¿Me soltaría Gonzalo?… si le ofrezco una cantidad de dinero… iluso! Idiota!  Primero me pega un balazo y después soltaría mi cadáver

Asiento con la cabeza… Gonzalo no me dejaría ir… estúpidamente, hay una parte de mi que se alegra al darse cuenta de eso…  estoy seguro que Gonzalo no me dejaría ir. Daniel me abraza… con calma y sin prisa .. dios!! Se siente tan bien su abrazo… es como derretir mi corazón… quitar todas las durezas que se han adherido en este último tiempo

-. No lo culpo… yo tampoco debí dejarte ir-  su voz se quiebra un poco – yo sé que me quisiste… me quieres 

– No… ya no Daniel…

Me mira fijamente y se acerca a besarme sin cerrar sus ojos… acaricia mi rostro y luego me vuelve a abrazar… de la  forma única que solo él sabe

– Dime que no sientes nada por mi… dime por qué huiste… por qué no te has quitado el brazalete… por qué me evitas- me aprieta mas fuerte contra su cuerpo- no puedes ¿no es cierto?–  

Si puedo, puedo mentirle

– No siento nada por ti Daniel…

Se queda congelado… pero solo unos instantes

– No te creo… yo sé que no… mira como me estas abrazando- retiro mis manos inmediatamente –no puedes olvidar la forma en que me besaste hace unos minutos

Me callo..  Daniel esta diferente, ya no es el chico de antes… no estoy hablando con un adolescente inmaduro e impetuoso… no queda mucho del chico impulsivo y dulce. Creo que… creo que Daniel me está hablando en serio

– Ven… vamos a terminar el café-

Toma mi mano y sin soltarla volvemos a la mesa… intento quitarla cuando dejamos el baño pero no me suelta. No le importa la gente que nos mira

– ¿Cómo es él? – pregunta tranquilamente. No voy a contestarle – en serio, quiero saber cómo es- insiste con tanta tranquilidad y seguridad que me asombra

– Mayor

– ¿Es un viejo?!!  se sorprende

– No… solo un par de años mayor

En silencio tomo un par de sorbos del café… miro su capuchino y me ahogo en recuerdos y en nuevas sensaciones…

– ¿Te gusta?

Sus ojos se clavan en los míos. ¿Si me gusta Gonzalo?… maldición…mierdaaaaa . No contesto nada pero mi silencio es la más grande respuesta. Asiente lentamente con su cabeza… procesando esta nueva información

– ¿Quieres quedarte con él? 

Bueno… es la hora de la verdad… ¿quiero quedarme con Gonzalo?… vaya! Sin querer hemos vuelto nuevamente a la pregunta del día… ¿Qué es lo que yo quiero?… y nuevamente me encuentro con la misma respuesta

– Lo que yo quiera no importa, no tengo la libertad de elegir

Daniel se calla y mira al infinito… buscando una respuesta que no encuentra

– ¿Cuánto… cuanto tiempo tienes… que estar con él?

Esta conversación es irreal… todo lo que ha pasado en los últimos 15 minutos es irreal… hasta que lo aburra… hasta que deje de interesarle

– No sé… no depende de mí

– Miguel… si quieres salirte te ofrezco lo que necesites para hacerlo… si me dices que te espere… te espero el tiempo que me digas

Me llevo las manos a la cara… no quiero llorar pero mi hermoso Daniel me está haciendo llorar… no sé cómo Daniel no ve en lo que me he convertido

-. Daniel… mírame… ¿sabes lo que estás viendo?…  él hace lo que quiere conmigo… por dinero Daniel, por el maldito dinero… Ya no soy el que era cuando estuve contigo…soy una basura

Me mira y sonríe amargamente estirando su mano para apenas rozar la mía

– Pues mira que idiota soy… porque sigo enamorado de ti igual… aunque te hayas vendido

No hay forma de hacerle entender… sonrío, con pena con alegría, dolor, rabia…  al menos estamos sentados conversando tranquilos… sin gritos ni reproches, sin amenazas ni llanto.

-. Me debes un día Miguel… me lo robaste y lo quiero recuperar

Nuevamente ese tono de voz que no es de Daniel… Es… Dios!! es parecido a cuando me amenaza Gonzalo.

– Daniel… no..

– Me lo debes, era mío y se lo diste a él- se acerca y me habla muy seguro- encuentra la forma de pasar un día conmigo… unas horas

No puedo… tengo claro que no puedo… pero … sacudo la cabeza…

-. No

-. Solo unas horas Miguel… me las debes

Me pongo de pie… No quiero seguir hablando, Sujeta mi brazo-

– No te voy a dejar ir… sé dónde encontrarte

Si me hubiera dicho esas palabras enojado y gritando no me habría asustado… pero de la forma tan segura y tranquila en que lo dice… me quedo helado

-. Daniel… cuando te digo que es peligroso es en serio… es tu vida y mi vida la que estas arriesgando. Tú decide si quieres que sigamos vivos o muertos

Sin más comienzo a caminar hacia la salida… con un peso enorme en el corazón. Al llegar a la calle, me toma del brazo nuevamente

– ¿Es por eso que me evitas?, ¿me estas protegiendo?

Estoy cansado, emocionalmente exhausto y completamente adolorido.. el alma, el corazón y los sentimientos hecho mierda… con el poco de fuerza que me queda, levanto mi mano y lo acaricio

– No tienes idea de lo peligroso que es Daniel… No arriesgues nuestras vidas por favor-

– Vuelve al gimnasio entonces…. Déjame verte. Conversemos, como antes… no voy a volver a tocarte si no quieres… pero vuelve

Verlo en el gimnasio?… sin tocarnos??… no respondo.   Daniel queda solo en medio de la vereda… me alejo caminando sin volver a mirarlo, me pongo rápido los lentes.. lágrimas corren por mi rostro…ni siquiera sé por qué lloro… quisiera irme a un lugar solitario donde nadie me hable ni me mire y mucho menos me toque. Mis brazos cruzados por delante de mi cuerpo… voy jugando con el brazalete.

GONZALO.

-. Papá, necesito hablar de un tema delicado– he esperado el momento más propicio para hablar con él. Recién terminamos de almorzar y está de buen humor – Faltan solo un par de meses para echar a andar este proyecto… voy a necesitar un par de personas que me ayuden en puestos claves- levanta sus ojos de los papeles que tiene en frente y me dedica toda su atención

– ¿Ya los seleccionaste?, tiene que ser gente de confianza Gonzalo

– Papá… quiero traer a Andrei 

Directo.. es lo mejor. Se calla, sus ojos se vuelven imposibles de leer. Creo que papá le tenía mucho aprecio a Andrei.

– Han pasado tantos años, papá… no fue su culpa

 es primera vez que estoy defendiendo a mi amigo.

– ¿Sabes dónde está? – su voz no refleja emociones tampoco.

– Si señor

– ¿Has hablado con él? 

– Nunca más… desde que se fue no lo he visto ni hablado con él

Se pone de pié y da un par de pasos

– ¿Confías en él?

– Si señor, le confiaría mi vida sin dudarlo

Pasan varios minutos en que no me dice nada, solo está pensando.

– A prueba Gonzalo, bajo tu responsabilidad, ¿estás dispuesto?

– Si señor

– Mantenlo lejos de tu hermana

– Si señor

A prueba y bajo mi responsabilidad. Eso significa que si algo sale mal con Andrei seré yo mismo el encargado de deshacerme de su cuerpo luego de matarlo.  Me dirijo rápido a mi oficina y marco el número de Andrei.

– Hola

Andrei me escucha del otro lado y respira aliviado… sé que esta sonriendo

-Hola Gonzalo-

– Te necesito. Ya puedes volver

Un largo silencio y un suspiro de alivio

– Viajo mas tarde. Llegaré esta noche

– Llámame cuando llegues

– Gracias Gonzalo…

Hay emoción en la voz de mi amigo. Yo también estoy feliz ante la idea de volver a verlo y trabajar juntos.

 Andrei… estas bajo mi responsabilidad- él sabe lo que eso significa

– No te defraudaré… nunca te haría eso

– Lo sé… por eso acepté

Andrei sonríe, lo escucho en su respiración

– Te llamo apenas llegue

Cortamos la comunicación. La perspectiva de tener a Andrei de vuelta me entusiasma mucho. Es mi amigo del alma, y la persona en quien más confío. No sé bien como haré para mantenerlo lejos de Lidia. Tendré que pedírselo directamente. Un problema resuelto. Con Andrei trabajando conmigo todo se vuelve más fácil.

Cerca de las 6 de la tarde ya estoy desocupado.  He dejado pendiente algunas cosas pero quiero ver a Miguel. Según su horario de clases debería salir a las 6:30 hoy día. Parto de prisa y lo espero. No está en la clase. Se demora en contestar el celular y tiene voz de sueño.

-. ¿Estás en tu casa?

– Si

– Te paso a buscar en 10 minutos

Miguel se sube al jeep, mi corazón se acelera levemente al verlo.

– ¿Por qué no fuiste a clases hoy?

– Mierda¿me tienes vigilado o qué?- reacciona molesto, casi agresivo

– No ¿por qué? ¿Necesito vigilarte?…- le respondo igualmente molesto

– Me desocupé antes y te fui a buscar. ¿Qué hiciste hoy día?

– Nada… absolutamente nada. Estuve durmiendo

Su respuesta es cínica… molesta. Lo miro fijo. No le creo.

– En serio… estuve en casa con mi mamá… durmiendo

En el camino me detengo a comprar comida y continuamos hacia el departamento. Miguel sigue en estando tenso… yo también. Durmiendo todo el día?? No, no lo creo capaz, es demasiado inquieto para eso. ¿Dónde mierda estuvo y que estuvo haciendo?. Al llegar al departamento, pongo la comida en platos y abro una botella de champaña… últimamente nos hemos aficionado a beberla. Sirvo dos copas del líquido en vasos largos, aflautados. Miguel toma la suya y se la bebe rápidamente. Maldito mocoso… Algo le pasa y no sé que es…  Vuelvo a llenarla. Nos sentamos a comer. Está ausente. Su cuerpo está aquí conmigo pero su mente está en otra parte. Terminamos de comer. Me acerco por detrás, quito su pelo del cuello y lo beso… su olor es delicioso. Enredo mi  mano con la suya y lo llevo el sillón. Me siento y Miguel se tiende en el sillón son su cabeza sobre mis piernas.

-. Muy bien. Ahora me vas a contestar lo que te pregunté en la mañana

– No me acuerdo

– Ya basta mocoso… ¿no puedes decirme lo que quieres?

Se calla y se va para dentro… se ha cerrado conmigo en esa actitud distante y huraña de los primeros días

-. ¿Para qué quieres saber lo que yo quiero?… no es que importe mucho aquí, ¿no?

No debiera, en realidad no debería importarme para nada lo que Miguel quiera o deje de querer… pero me importa.

– Si me importa Miguel

Se sienta de golpe. Su cara justo frente a la mía, leyendo mis ojos.

– ¿Por qué te importa?- pregunta en un hilo de voz.

Me demoro en contestarle… ni siquiera tengo claro porque me importa lo que él quiera…

– Prefiero que estés a gusto

Acaricio su mejilla, quito el pelo de su rostro y lo dejo tras la oreja. Me mira sin convencerse de que ha escuchado bien… se toma su tiempo y de pronto sonríe

– ¿Y si te hubiera dicho que no quería venir?

– Te habría hecho venir igual…

Miguel sonríe con sus ojos oscuros, brillantes, pasa su mano por mi cuerpo, buscándome.

– Entonces no te importa tanto

– Me estas enredando… ya cállate mocoso 

Su boca aun tiene el sabor de la champaña, Miguel responde al beso con ganas… comenzando a abrir los botones de mi camisa. Sujeto fuerte sus manos

– ¿No querías venir?

– Si, si quería venir

– Entonces… ¿qué mierda quieres?… te enredas solo, no te entiendo

Se ríe con ganas, está feliz y yo nuevamente siento la urgencia de tragarme su risa… me encanta verlo así.  Del beso suave y delicado pasamos a mayores en pocos segundos. En el dormitorio, las luces encendidas para vernos con toda claridad… mis manos sujetan separando sus nalgas mientras me hundo lentamente en su cuerpo, le duele pero le gusta, ya lo sé… gime despacio… en pequeños jadeos traga aire…  su torso desnudo pegado al mío… Miguel busca mi boca, besa mi cuello y se abraza a mí con urgencia, retorciendo su cuerpo en busca de fricción… lo miro maravillado, está sucediendo y me fascina…. Por fin Miguel está completamente entregado… tal como soñé verlo desde el principio, cuando recién puse mis ojos sobre él… se ha abandonado y entregado. Me siento inundado de un extraño calor… quiero abrazarlos fuerte y gritar de alegría, me importas demasiado mocoso… lo beso casi con violencia,  Miguel me devuelve igual cantidad de energía en el beso… me muevo empujando fuerte dentro de su cuerpo… quiero llenarlo entero de mi, Miguel contrae su respiración y se muerde la boca, cruza sus piernas en mi espalda para acercarme aún más… gime, un quejido pequeño seguido de uno mayor

 Gon..zalo

– Que?

– Mas fuerte… más

Aumento el ritmo, más intenso y más fuerte, su cuerpo se cubre de pequeñas gotas de traspiración, su pene duro bajo la fricción de mis manos, sus músculos contraídos fuertemente alrededor de mi miembro.

– ¿Qué sientes?- me contesta en un gruñido, muy bajito

– A ti

– ¿Te gusta?

– Si… mierda siiii

Llegamos al climax casi al mismo tiempo. Miguel levanta su torso y me abraza, ansioso, jadeando

-. ¿En verdad te importa lo que quiero?

Sus ojitos ansiosos en su hermosa cara.

– Si… mucho.. me importas tú Miguel

Las palabras salen sinceras y sin filtrar de mi boca… y me quedo corto… podría haberle dicho mucho más, todo lo mucho que me importa… Lo retengo apegado a mi hasta que nos tranquilizamos… Miguel sigue sonriendo abandonado en mis brazos

– ¿Te importo yo a ti?

Su cuerpo se detiene, se pone levemente tenso… suspira y suelta una pequeña risa

– Si… creo que también me importas

El calor reaparece en mi interior, se siente tan bien…  una especie de niebla dulce y perfumada. Nos buscamos la boca casi al mismo tiempo… en un beso que sella lo que acabamos de decirnos… algo importante nos acaba de pasar, me importa, le importo… me gusta mucho.

Mientras Miguel se duchaba recibí la llamada que esperaba

-. Ya estoy en la ciudad- la voz de Andrei suena más tranquila, como normalmente es él

-¿Tienes dónde quedarte?

– Si, por ahora me quedaré en un hotel…  después buscaré algo-

– Mañana, en las oficinas, a las 9-

– Gracias Gonzalo-

– De nada Andrei… bienvenido de vuelta

Corto sintiéndome feliz… hoy ha sido un buen día. Corro al baño e interrumpo la ducha de Miguel metiéndome bajo el agua a abrazarlo y besarlo. Se asusta, se ríe… me besa de vuelta con tantas ganas como las mías rodeando mi cuello con sus brazos y atrayéndome más hacia él. Su boca absorbe mis besos, su lengua y la mía se enredan… calientes, húmedas…  está abierto, receptivo… mío.  Subo y bajo mis manos por su cuerpo, es tan lindo… delgado, torneado… precioso.

– Ya sal de la ducha…. Quiero hacerte el amor de nuevo

Pronuncio las palabras sin pensarlas… como todo lo que he hecho hoy día con él… dije “hacer el amor”???… lo miro serio, buscando una respuesta en sus ojos… me mira igualmente sorprendido… la boca abierta y los ojos grandes

– ¿Qué dijiste?

Lo suelto y salgo de la ducha. En la sala me sirvo un trago y me siento en el sillón… ¿Por qué le dije eso?… nunca, nunca antes había usado esa palabra, ni siquiera en mi mente para pensar en  sexo… ¿hacer el amor?…  ¿amor?… Me tomo el contenido del vaso de una sola vez. Los minutos pasan y sé que Miguel está esperándome en el dormitorio… por primera vez me siento nervioso frente a él… le he dado mucho, me importa mucho, ¿Por qué dejé que me importara tanto?.  Lento, abro la puerta del dormitorio. Miguel está sobre la cama con las piernas cruzadas. En sus manos sostiene el bendito brazalete que tanto le importa y su cara esta surcada de lágrimas.  Nuestras miradas se encuentran, creo que en la mía se puede leer lo nervioso y desconcertado que me siento… no sé cómo calificar lo que me está pasando con él, en sus ojos… pena. Le seco las mejillas con mis pulgares

– ¿Es solo sexo, verdad? 

Me pregunta esperando que le confirme que no hay nada más que eso.

– Si Miguel, sólo es sexo….  nada más

Lo que siguió a continuación distó mucho de ser solo sexo, ambos lo sabíamos pero era más fácil así.

Miguel aún duerme cuando amanece. Sobre el velador veo el brazalete. Se lo quitó. Lo tomo cuidando de no despertarlo y lo estudio con mucha atención, fijándome en cada pequeño detalle y lo vuelvo a dejar en la mesa.

 – Sí, es ese

El vendedor me muestra un brazalete idéntico solo que en un color de cuero diferente.

– ¿Lo tiene en cuero oscuro?

– No, lo siento señor. Solo tenemos este, es el último que nos queda. Son ediciones limitadas

– ¿Y eso que significa?

– Se hicieron en forma especial y no se repiten más, sólo se hicieron dos de cada color, y fueron 6 brazaletes en total. Este es el último que nos queda. Puedo mostrarle otros muy bonitos

Tomo el brazalete en mis manos verdaderamente confundido. Significa que el brazalete de Miguel y el de Daniel son diseños exclusivos…  los único en ese color… sigo girando la pequeña joya en mis dedos…

– ¿Y en otras tiendas?

– Imposible señor. Nuestro diseñador es exclusivo. Usted puede ver su marca aquí

Me indica una marca bajo uno de los adornos de plata  – si lo ha visto en otra parte es una vulgar imitación- 

El de Miguel tiene ese grabado del diseñador

– Este brazalete… se lo vi una persona pero tenía un grabado aquí…

Le indico uno de los adornos. Me mira y sonríe, no está dispuesto a decirme más. Saco mi billetera… el vendedor retrocede altanero… pero vuelve a acercarse interesado cuando ve la cantidad de billetes en mi mano.

– Se graban sólo a pedido señor… si usted vio alguna grabación es porque fue hecha a pedido- estira su mano y la sujeto

– Quiero saber quién mando a grabar dos brazaletes iguales pero en cuero oscuro

Me mira nervioso, agrego otro par de billetes al montón

– Un momento señor… vuelvo enseguida- guarda los billetes cuidadosamente

Estoy muy intrigado, ¿Cuáles son las posibilidades reales que mi hermano y mi amante tengan… dije mi amante??… mierda!!! Cuáles son las posibilidades de que ambos tengan los únicos brazaletes de cuero oscuro en la ciudad… en el país, con el mismo maldito grabado. 

El vendedor vuelve y me muestra un papel, es una especie de orden, en una esquina, sujeto con un corchete, hay una servilleta con el diseño en grande del grabado. Son dos letras, lo puedo ver claramente. En el papel de abajo está el nombre del comprador. Lo leo varias veces para cerciorarme de que estoy leyendo bien. Siento la sangre correr caliente y furiosa por mis venas, una especie de neblina en los ojos y las ganas inmediatas de golpear al estúpido vendedor.  Camino… casi corriendo hasta el jeep. Me subo y cierro las puertas. El corazón en la boca y la ira que me consume. Daniel compró los dos brazaletes. Daniel?!! Mi hermano Daniel!! ¿Qué está pasando aquí?… inspiro profundamente. Daniel compró los dos brazaletes… y Miguel tiene uno de ellos…  el grabado.. son su letras “D” y “M” entrelazadas ¿Cómo se conocen?… repaso mentalmente el horario de Miguel y lo que sé del horario de Daniel… fácil, como burlándose de mi aparece el gimnasio frente a mis ojos… se conocen en el gimnasio!!.  Abro la puerta y me bajo, siento que el jeep me aprisiona y me falta aire… camino hasta chocar con un pilar y lo golpeo. El dolor me hace volver a la realidad… estos dos… ¿¿mi hermano y Miguel??  ¿juntos?… ¿Daniel?…con Miguel?.. pero… siento una energía toxica, dañina y salvaje apoderarse completamente de mí, algo vil y poderoso que no había sentido nunca antes. Vuelvo al jeep, lo enciendo y parto tan furioso que ni me detengo a mirar si vienen otros vehículos… tal como estoy ahora, nada me detiene… nada.

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