MATIAS
Mati tenía un susto de muerte. A sus casi 13 años nunca había sentido ni la mitad del terror de lo que sentía ahora, a pesar de todo lo que había sufrido y soportado viviendo en las calles y los peores barrios de la ciudad, soportando hambre, frío y un permanente estado de miedo… pero nada como lo que sentía ahora
Se había quedado solo cuando tenía 8 años… trataron de llevarlo a las casas de acogida… aguantaba un par de semanas encerrado y luego a la primera oportunidad volvía a la calle… siempre había vivido en la calle… entre cartones y mediaguas provisorias, camas prestadas, de allegado con alguna vecina que compartía la pobreza con él al verlo tan pequeño y solo… Matías tenía la piel muy blanca y sedosa, los ojos verde agua más lindos que muchos hubieran visto en esos barrios tan tristes y eso, más su carácter dulce y gentil, su sonrisa suave y tímida, le abrían la mayoría de las puertas de gente tanto o más pobre que él mismo dispuesta a compartir lo poco que tenían con el chico tan especial… para aquella gente era un regalo mirarlo… Su madre había sido miserablemente pobre y para peor alcohólica… y su padre… bueno, eran muchos y tan variados… y ninguno era en realidad su padre. Su mamá reía cada vez que le presentaba a uno nuevo diciendo le que “este si es tu padre niño”… mientras el hombre, también borracho solo reía con cara de idiota… se acostumbró… supo que nunca sabría quien había sido puesto que su mamá tampoco tenía idea cual de todos los hombres que habían pasado por ella la había dejado preñada… también se acostumbró a que su madre lo llamara niño o cabro… la mayoría del tiempo no recordaba su nombre… Cuando se fueron al cielo, o al menos eso quería creer el chico, en una estúpida pelea de borrachos, Mati se quedó en las calles que conocía, con las caras que le eran familiares, en el único ambiente miserable en el que sabía desenvolverse, quiso seguir haciendo lo mismo de siempre… pero venían de los organismos estatales o la policía, y se lo llevaban a las casas de acogida. No se acostumbraba a las paredes, al encierro, a las clases con un profesor mañoso que hablaba cosas que no entendía, encerrado en una sala, a tantos niños tan cerca de él y lo que más le molestaba eran las señoras preguntonas que lo encerraban en una sala y con falsas sonrisas querían saber todo de su vida… es para ayudarte niño… le decían… él no tenía nada que contarles, él no quería su ayuda… volvía a escapar una y otra vez hasta que finalmente, ya desde hacía un año, nadie más volvió a llevárselo… no tenía sentido perder recursos y tiempos en un niño que no quería ayuda y que, de alguna manera, lograba sobrevivir en las calles y se hacía mayor.
Lo último normal que recordaba era haber estado caminando rumbo al mercado al atardecer, a esa hora ya estaban cerrando los puestos y mucho de lo que quedaba era aún posible comerlo… era la mejor hora para cenar gratis… las sobras o por último, conseguir unas monedas ayudando a los puesteros a cargar sus carros, guardar su mercancía o simplemente limpiar pisos y calles, ordenar y dejar todo listo para el día siguiente… Mati era pequeño, su cuerpo aún no se desarrollaba completamente, tal vez debido a la pobre alimentación que lo había acompañado toda su vida, tenía unos hermosos ojos verde claro y la piel muy clara que contrastaba fuertemente con el pelo azabache… no aparentaba los 12 años y 10 meses que tenía sino que unos 9 o 10 tal vez… así es que costaba mucho que los puesteros lo tomaran en serio cuando ofrecía dulcemente su ayuda, pero algunos ya estaban empezando a conocer su cara, a familiarizarse con su rostro, con sus ojos que eran tan difíciles de olvidar y sabían que se esforzaba y no se asustaba con el trabajo… podía contar con ellos para llenar su panza vacía y conseguir unas monedas que le ayudarían a sobrevivir el siguiente día… estaba comenzando a gustarle esto.
Recordaba haber ido caminando de prisa, cerca del viejo puente, un lugar poco iluminado y algo abandonado, ya que en la actualidad los vehículos no cruzaban por ese puente sino por cualquiera de los modernos construidos con posterioridad y las personas apenas se atrevían a cruzarlo de día por considerarlo un barrio peligroso… pero él había pasado más de la mitad de su vida viviendo cerca del lugar, desde que se había quedado solo. Innumerables veces hacía dormido bajo el puente hecho un ovillo en verano… cuando no hacía tanto frío… así es que lo cruzaba y recorría con total confianza… Hasta ahí llegaban los recuerdos que tenía con claridad… luego empezaba a confundirse entre lo que era real y lo que había imaginado… recordaba un vehículo oscuro frenar bruscamente frente a él y unos hombres vestidos de negro… hombres grandes… el miedo que sintió al ver una aguja muy grande en la mano de uno de ellos que se le acercaba… en verdad había existido una lancha tan grande que le pareció un crucero de lujo?… amarrado…. Estaba amarrado sobre una especie de cama dura… sentía en la piel de sus muñecas el dolor producido por la fricción de las fuertes cuerdas… había peleado, pataleado y tratado de liberarse… de seguro había gritado también… le dolía la garganta… ahora seguía estando amarrado, pero esta vez parecía ser una especie de esposa de las que usa la policía… creía… solo que de un material que no dañaba su piel, por mucho que tirara no lograba soltarse pero tampoco se volvía a dañar… era un sueño??… tal vez estaba soñando… no podía ver bien… no había luz… posiblemente sus tobillos también tenían marcas por que le dolían… pero tampoco podía verlos… estaba cansado, mareado… muy mareado, tanto que no se atrevía a ponerse de pie porque sabía que caería… ¿dónde caería?… ¿qué había unos pasos más allá de donde estaba sentado?… ¿Por qué todo estaba tan oscuro? tan silencioso?… odiaba la oscuridad… le tenía mucho miedo a los seres que habitaban en la oscuridad… además la falta de sonidos no le permitía orientarse… sentía mucho miedo, estaba aterrado… no importaba quien viniera, ni aunque fueran esos hombres de negro con sus agujas, pero por favor que viniera alguien a sacarlo de allí o a prender una luz… por favor, pidió silenciosamente gastando las últimas lágrimas que le quedaban… había llorado tanto que se sentía reseco y desgastado…
MAXIMILIAN
Max estaba enojado, furioso a decir verdad y se le notaba en la forma en que caminaba de prisa, exaltado, haciendo bailar su pelo castaño largo, al ritmo de los pasos y los ojos grandes, castaños, brillaban con rabia. A pesar de la escasa luz del atardecer se le notaba la prisa y la decisión en su manera de desplazarse, arrogante, agresivo y confiado. A él no lo estafaba nadie… nadie le quitaba lo que le correspondía, se lo había ganado a pulso y era suyo, estaba dispuesto a defenderlo hasta las últimas consecuencias… era también un asunto de orgullo personal… y su orgullo era enorme, nacido de la soledad en que vivía y la ambición inmensa de salir adelante sin importarle el precio que tuviera que pagar. Nadie le había ayudado nunca… no tenía a ninguna persona cercana, pero eso no significaba que pudieran meterse con él y tenía todas las intenciones de dejárselos claro aunque fuera su sangre la que tuviera que correr hoy día… mezclada con la de esos idiotas. A veces pensaba que si hubiera tenido un padre que le enseñara algo sería más fuerte aún… le habría gustado un papá como esos de las películas, que vencen a todo el mundo y siempre ganan… cuando era más chico soñaba con eso e incluso llegó a inventarse uno de mentira para contárselo a los demás chicos… pero la verdad era que no tenía ni padre ni madre. Había crecido en una casa de acogida… nunca nadie quiso adoptarlo.. se volvió rebelde, duro, desafiante y escapó a los 7 años… la calle era su mundo y su familia consistía en él mismo… con eso le bastaba… no necesitaba a nadie más.
Caminaba decidido por las calles, avanzando lo más rápido que le permitían sus largas piernas, siempre caminaba mucho y muy rápido… la adrenalina fluía a fondo en su organismo… iba imaginando diferentes escenarios a los que se iba a enfrentar dentro de unos cuantos minutos… la mercancía era suya y él la había vendido… bueno suya, suya… era una forma de decir… pero había sido él quien la había robado para venderla luego, así es que el riesgo lo había tomado él y no había sido menor, considerando a quien se la había robado… si lo hubieran pillado estaría muerto, total y completamente cadáver, tirado en cualquier rincón bajo el puente viejo, pudriéndose… imaginó a los idiotas que amenazaban con quedarse con lo suyo… ¿que él se había metido en su territorio???… era lo que alegaban… por eso se habían atrevido a desafiarlo… pero ¿desde cuándo esa calle, SU calle, era territorio de alguien más??? eran tres… y eran mayores… él solo tenía 13, recién cumplidos, pero tenía un prontuario notorio para sus 13 años… había sido detenido en 11 oportunidades… incluso había estado a punto de matar a una vieja que chillaba mucho porque él quería quedarse con unos cuantos billetes que tenía en su cartera… eso era lo malo de las viejas, se ponían histéricas y con tanto grito lo alteraban… estuvo detenido… una vez más… ya se estaba haciendo amigo de los gendarmes que lo saludaban por su nombre y de los chicos más antiguos… era menor de edad, no podían ponerlo en una cárcel y solo duraba un par de días en las casas de acogida. Se rio con ganas al recordar que la última vez que lo llevaron no alcanzó a durar 10 minutos adentro… mientras hacían los papeleos de traspaso se escabulló en un descuido… y corrió como si lo persiguiera el diablo… por suerte tenía un excelente estado físico, producto de deambular por la ciudad todo el día… y quizás también de su genética.
Solo le faltaban unas pocas cuadras y se enfrentaría a esos idiotas… tenía en el bolsillo del pantalón su juguete favorito… una cortapluma de cuchillo largo que había robado hace muchos años atrás… y sabía manejarla muy bien. Se entrenaba con ella a diario. Dio vuelta la esquina pensando en lo poco que le faltaba por llegar… no reparó en el extraño vehículo negro, tipo van, que se detuvo de golpe frente a él, la puerta se abrió bruscamente y dos tipos muy grandes, vestidos completamente de negro corrieron hacia él… no alcanzó a reaccionar… recibió un golpe o un pinchazo o algo… todo se oscureció.
ADAMIR
Adamir vivía rodeado de lujos y comodidad en la hermosa isla que era de su propiedad. El lugar era prácticamente infranqueable… el dinero y los excelentes contactos de los que disponía le permitían todo aquello y eso le satisfacía mucho, el orden y el saber que todo funcionaba como él esperaba que funcionara le producían gran conformidad, pero más que nada, le gustaba la tranquilidad y la forma pacífica en que se desarrollaba su vida y su negocio. Se había acostumbrado tanto a la falta de ruidos molestos, a la ausencia de voces fuertes y chillonas, de signos de rebeldía y miradas reprobatorias… a los movimientos bruscos y desordenados… le gustaba escuchar el sonido de las olas reventar en la playa… la música clásica que siempre sonaba suavemente para no perturbar… las voces tranquilas y agradables… los sonidos de la naturaleza y en las noches… en las noches era diferente, además de los sonidos de la naturaleza se agregaban los deliciosos sonidos producidos por las cuerdas vocales humanas en estado de excitación y placer y ese era uno de los mejores sonidos que podía escuchar… todo bajo control, nada fuera de lugar… él era el amo y el dueño de todo aquello y nadie allí estaba facultado para desobedecer ninguna de sus órdenes. Las pocas veces que alguien lo hacía, el castigo era de temer… Adamir castigaba con sus propias manos y la dureza propia de un amo conocedor de su oficio y que disponía de todos los medios y recursos para hacerlo bien o también, en ocasiones, podía servirse de cualquiera de sus empleados que había entrenado personalmente para dicho propósito… también eran amos, pero estaban bajo sus órdenes… todos, alguna vez habían sido o eran sus sumisos.
Le gustaba su vida actual, amaba las salas amplias, luminosas y elegantemente decoradas con ventanales hacia la playa y el hermoso mar color turquesa, los amplios y hermosos jardines llenos de plantas y flores exóticas… le gustaba el perfume de las flores y el aroma del mar… pero más que nada, por sobre todas las demás cosas, le gustaba cuando sus productos se paseaban por las salas o los jardines y él podía comprobar en persona lo bien preparados y listos que estaban… hermosos, gentiles, educados y dispuestos… un verdadero placer para los sentidos. Se sentía orgulloso del trabajo bien hecho… jamás había salido de su isla un producto defectuoso, jamás había recibido una queja… tan solo halagos, que recibía con falsa modestia, y el deseo de los clientes de adquirir más de sus escasos productos… a veces tomaba años preparar un solo producto, otras veces en solo unos cuantos meses el producto estaba listo para la venta… esos eran casos excepcionales… sólo él decidía cuando se podía liberar el producto para su venta y consumo, tras haberlo inspeccionado personalmente y comprobar por todos los medios que no existía falla alguna… de acuerdo a lo que veía y comprobaba decidía cuál era el precio a cobrar… nunca era barato, él sabía lo valiosa que era su mercancía y él era uno de los pocos en el mundo que podía ofrecerla; normalmente los pocos y seleccionados compradores se peleaban lo que Adamir ponía a la venta… no duraba mucho el proceso de venta… unas cuantas horas en línea y la primera parte de la transacción ya estaba terminada reportándole una jugosa ganancia. Adamir también aprobaba personalmente a sus clientes, nadie, que no tuviera su aprobación personal, podía participar en las subastas y transacciones… había muchos, de todas partes del mundo, y de las más elevadas esferas, pero él sabía bien a quienes aprobaba y a quienes no. Tenía muchas razones para ser cuidadoso. Incluso estaban los que lo contactaban personalmente para solicitar el segundo tipo de servicio que ofrecía en su isla, pero esos también tenían que ser aprobado mediante recomendación de sus clientes confiables. Parecía demasiado control, demasiada protección y un excesivo recelo en lo que hacía… pero no podía ser de otra manera sino quería correr riegos mayores, muy difíciles de resolver… después de todo, el negocio de Adamir era la venta de esclavos sexuales… no sumisos con voluntad y deseos, sino esclavos tan bien entrenados y preparados, que sus clientes estaban siempre atentos, esperando al aparición de uno nuevo para correr a comprarlo, aunque el costo fuera extremadamente elevado… sabían que no se arrepentirían de ello… siempre era un verdadero placer recibir lo que Adamir y su gente habían preparado. Existían otros proveedores, es cierto, Adamir no era el único en el mundo, pero nadie más ofrecía exactamente lo que él tenía… esclavos tan jóvenes y agraciados, que aún no llegaban a convertirse en adultos y eso los hacía aún más apetecibles y deseables… su puesta en venta, generalmente, no alcanzaba a durar más de una mañana o un par de horas hasta que él mismo cerraba de golpe los primeros pasos de la transacción visiblemente satisfecho del dinero ganado. Los clientes siempre quedaban felices y agradecidos a la espera del próximo.
Eran contadas las ocasiones en que Adamir estaba obligado a abandonar su propiedad y volver a tierra firme, pero a veces era necesario, por algún asunto familiar u otra razón que requería su presencia. Las evitaba lo más posible y su hermano mayor le ayudaba en cuanto podía. Para ello, Nazir contaba con un poder mediante el cual podía firmar en su representación. Los hermanos tenían contacto solo un par de veces al año, pero confiaban y se querían de manera incondicional. Su amor fraternal superaba cualquier barrera. Nazir era el único que sabía exactamente la naturaleza de su negocio y la clase de vida que llevaba… A veces, cuando su agitada vida amenazaba con volverlo loco, Nazir tomaba a Sergio y sin decirle nada subían al jet familiar y aterrizaban en la isla para unos días de descanso y tranquilidad… siempre era bienvenido. Nazir era la única persona en el mundo a la cual Adamir respetaba lo suficiente como para mostrarse como realmente era… con él dejaba todas sus caretas de lado y volvía a ser el hermano menor que adoraba a su hermano mayor. No había entre ellos otro tipo de relación más que la de verdaderos hermanos, pero Nazir había sido quien lo había iniciado en todo esto.
Capítulo 2
Todo había comenzado alrededor de unos 15 años atrás, cuando Adamir era un joven de 19 años que trabajaba en el inmenso imperio de los negocios navieros de su padre en sus horas libres y cursaba segundo año en la universidad, estudiaba economía. Había nacido en una familia de bastante riqueza; eran 3 hermanos y él era el menor. El mayor de ellos, Nazir, le llevaba una ventaja de 12 años y era el más cercano de toda su familia. Compartían muchos gustos en común y fue él quien lo introdujo en el extraño mundo que pasó a formar la parte más importante de su vida. Nazir estaba casado y ya tenía dos hijos, pero era, obviamente, un matrimonio arreglado por ambas familias. Nazir nunca se opuso a ello. Siguió las ordenes de su padre mansamente… demasiado manso… pensaba Adamir… ¿tendría él que hacer lo mismo?. Nazir respetaba a su esposa, la trataba con cordialidad y simpatía, de hecho le caía bien su mujer y proveía todo lo que ella y los niños pudieran necesitar… Nadie podría decir una palabra en contra de él o acusarlo de faltar a su matrimonio de alguna manera… pero el otro lado de su hermano, el lado oscuro, no se lo mostraba a ella… ni se lo mostraba a nadie… sólo Adamir fue testigo de lo que Nazir podía hacer y eso sucedió solamente porqué Adamir lo obligó mediante chantaje y extorsión… descubrió una pequeña mentira que Nazir le había dicho a su mujer… adoraba a su hermano y quería saber qué hacía durante las horas en que desaparecía cada semana, varios días… Nazir se negó incontables veces, pero Adamir usó esta pequeña mentira para chantajearlo y amenazarlo… Nazir reía, sabía que el menor no haría nada en su contra… hasta que un día, justo al cumplir los 19 años, accedió finalmente y le permitió acompañarlo, aunque no de muy buena gana… en verdad parecía que Nazir no quería que nadie supiera… y si llevaba a su hermano menor era solo porque tenía un propósito… pero aún así dudaba.
– Lo que vas a ver va a ser muy fuerte Adam – le advirtió serio, llamándolo por el apodo que siempre usaba para referirse a él, pero Adamir no se lo creyó… sabía que tenía que ser algo de naturaleza sexual… ¿Qué era o que escondía su hermano con tanto recelo?… él ya había tenido bastantes encuentros sexuales, con mujeres y hombres por igual y se sentía experimentado, no creía que nada fuera a choquearlo o a extrañarlo… había leído, se había informado, había practicado… pero estaba muy equivocado. Llegaron a un club privado, rodeado de altas rejas y sin ningún letrero visible. El edificio al interior era impresionante en cuanto a elegancia y ambiente y lo que sucedía adentro era más espectacular aún. Siguió a Nazir sin pronunciar una palabra. Se colgó su tarjeta de visitante y observador.
– Es tu última oportunidad, si quieres das la vuelta y te vas… si te quedas te va a cambiar la vida
Nazir lo miró con un dejo de preocupación al hablarle. Adamir ya no se rio como lo había hecho con las advertencia anteriores… esta vez le creyó absolutamente todo lo que dijo, pero no podía volver atrás… quería desesperadamente saber que pasaba tras las puertas cerradas y las cortinas corridas en ese lugar. Ahora necesitaba saber en qué andaba su hermano.
– Me quedo– dijo con menos seguridad en la voz pero sabiendo que no podía irse.
Nazir fue saludado por el personal del lugar con mucho respeto y conducido a una sala privada. Tomaron asiento en cómodos sillones y alguien les trajo bebidas y algunas delicatesen para comer. Adamir no podía tragar absolutamente nada… estaba expectante y ansioso como pocas veces antes. A los pocos minutos entro un chico, hermoso como una ninfa y completamente desnudo, a excepción de un precioso collar que adornaba su cuello. Se notaba que era una joya fina y cara que el chico lucía con orgullo. Adamir estuvo a punto de saltar de su asiento. Caminando con delicadeza y sin levantar su vista, el chico no miró a ninguno de ellos a los ojos y rápidamente se arrodilló a los pies de Nazir, sin pronunciar ni una palabra. Tal vez Adamir alcanzó a ver un pequeño gesto de sorpresa, por parte del chico al notar su presencia, pero desapareció de inmediato. Adamir estaba muy intrigado y extremadamente sorprendido. Nazir estiro su mano hacia el chico, quien ávidamente la tomo como si fuera un objeto preciado y valioso.
– ¿Sabes qué es esto? – pregunto Nazir mirando a su hermano, sin prestar atención al chico que esperaba en completa calma. Adamir negó. No estaba seguro de poder hablar y que su voz sonará tranquila y normal. Nazir miró al chico
– Sergio… puedes mirarme y hablar – le hablo con voz fuerte y segura pero extrañamente dulce a la vez
– Si amo, Gracias amo
El chico llamado Sergio miró solamente a Nazir con adoración en sus ojos… sonrió y suspiró profundamente, como si verlo fuera lo más hermoso del mundo.
– Este es mi hermano… puedes mirarlo-
– Si amo– solo entonces Sergio lo miró… era en verdad un chico bonito… muy joven y especial… había algo en él que lo hacía muy agradable… Adamir aún no recuperaba su voz… no podía pensar… pero el calor y la sangre que se acumulaba en su bajo vientre era tanta que le estaba causando problemas. Sintió la mirada de respeto del chico sobre él… era una mirada extraña y poderosa… no había una gota de pena, vergüenza o humillación… más bien había orgullo y placer… y una extraña alegría.
– Sergio es mi esclavo…
Continuo Nazir con tanta calma como si esas palabras bastaran para aclarar el torrente de dudas, preguntas y sensaciones que lo estaban mareando y aturdiendo. Adamir creyó ver un brillo de orgullo en las pupilas de Sergio al escuchar como lo llamaba Nazir..
– ¿Tu esclavo? – se atrevió a preguntar con apenas un hilillo de voz. Nazir sonrió levemente. Se dirigió a Sergio
– Espérame en la sala
– Si amo- había algo especial en su voz… anticipación y alegría, salió con la misma delicadeza con la que había entrado, sin perturbar ni molestar, dejando un agradable aroma en el aire. Junto antes de salir, se dirigió a Adamir.
– Un placer conocerte hermano de mi amo
– ¿Por qué dices que es tu esclavo?- preguntó casi a gritos cuando se quedaron solos
– Porque lo es. Es la mayor forma de placer que puedes llegar a entregar y sentir… fue mi sumiso al principio… su placer consistía en someterse a mi voluntad… pero luego lo nombre mi esclavo y él lo aceptó como un honor… ahora toda su vida está dedicada a complacerme…
– Pero… ¿Cómo?… ¿no trabaja?, ¿no hace nada útil?
Nazir le sonrió con ternura a su hermano… Adamir no alcanzaba a entender aún… pero estaba seguro que pronto lo haría… lo había estado observando desde hacía tiempo…Adamir tenía lo que se requería, él conocía a su hermano menor mejor que nadie, mejor que él mismo incluso y sabía que él podía… tenía un ojo experto para este tema y Adamir era la mejor materia prima que había visto en su vida…
-. Su trabajo es mayor y más sacrificado que el tuyo o él mío… solo vive para complacerme y eso lo hace feliz… ¿lo entiendes?… nada más le interesa en esta vida que eso… del resto, de sus gastos, de cualquier otra necesidad, me encargo yo- hablaba con orgullo. A Adamir le tomó bastante tiempo entender… ¿solo vivía para complacerlo?… ¿Qué clase de relación era esa?… ¿Cómo podía alguien ser feliz sólo con eso?…
Nazir le explicó, le contó todo lo que necesitaba saber para hacerse una idea básica de lo que estaba conociendo… le mostró el lugar y lo hizo observar algunas de las sesiones abiertas… no lo dejó entrar a la suya… lo suyo con Sergio era demasiado importante y no lo compartía… su relación duraba ya casi 4 años…
– ¿Lo amas?- Preguntó Adamir algo choqueado
– ¿Amor?… no… no entiendes… es algo mucho más fuerte e importante
Se notaba en su voz y en su rostro la satisfacción que sentía… ¿Qué podía ser más importante que el amor?…
-¿Por qué me has mostrado todo esto? – preguntó finalmente Adamir. Nazir se demoró en contestarle y cuando lo hizo estaba totalmente serio y seguro de sus palabras
– Porque creo que es lo tuyo… tienes madera de amo… tienes casi 20 años y no tienes pareja… nunca has tenido una relación seria… creo que no has descubierto aún lo que necesitas… Veo en ti lo necesario… ¿interesado?
– No lo sé…
No lo supo ese día pero luego de una semana lo tenía claro… no pudo sacárselo de la cabeza… de a poco estaba comenzando a entender… sonaba excitante, quería aprender… y la mayor aventura de su vida estaba por comenzar.
Aprendió, pero no era tan simple como decidirse y ya… había reglas, tenía que saber dar y tomar… un buen amo tenía que reunir ciertas características, muchas de las cuales eran parte intrínseca de su naturaleza pero otras tuvo que aprender a desarrollarlas… la juventud le jugaba en contra… no se podía ser un buen amo a los 19 años… solo un buen aprendiz de amo a esa edad… su hermano lo instruyó en lo básico pero ya luego quiso saber mucho más…
Al cabo de cinco años era uno de los mejores… había entendido el juego plenamente… lo jugaba como el mejor, los sumisos lo buscaban… esperaban y ansiaban ser elegidos por él pero Adamir no tenía un sumiso especial como Nazir… eran muchos y no había ninguno en particular. De cierta manera Adamir envidaba la hermosa relación de entrega total que compartían Nazir y Sergio. Ahora entendía claramente lo valioso que su hermano tenía y a qué se había referido al decir que “era algo más importante que el amor”. Suponía que algún día a él le pasaría lo mismo… encontraría aquel ser que le robaría el alma y serían ambos como uno solo. Mientras tanto, y sin prisa alguna, Adamir disfrutaba particularmente enseñando y entrenando a los nuevos sumisos… era una tarea desagradable y desgastadora para la mayoría de los amos que conocía. En el nivel social en el que ellos se movían, muchos de los amos tenían poco tiempo para entrenar y enseñar, poca paciencia y grandes exigencias… pero para él era todo un reto y un verdadero placer… había algunos que necesitaban ser dominados físicamente… él tenía físico para ello y había aprendido las técnicas para usarlo… se dedicaba a la tarea con devoción; otros necesitaban el dominio sicológico… también podía hacerlo… sólo había que entender las necesidades del otro y ejecutarlas… siempre llevándolos un poquito más allá del límite que ellos mismos establecían… ni siquiera ellos sabían bien donde estaban sus propios límites… Adamir gozaba mucho mostrándoles de lo que eran capaces… tenía un talento especial para descubrir muy rápido hasta donde podía llegar una persona buscando su propio placer… había aprendido a dominar el juego y siempre jugaba a ganador.
El negocio nació por casualidad. Los tres hermanos trabajaban con el padre en la empresa naviera familiar, pero Adamir, como el menor, y aún estudiando, siempre estaba encargado de cosas menores y aunque no podía quejarse pues tenía mucho dinero, le faltaba el incentivo del desafío… el estímulo de la lucha por competir y ganar… eso no lo encontraba en su trabajo sino en el submundo al que había entrado y del cual no podía ni quería regresar. En este mundo él era quien dominaba y se sentía poderoso. Los demás habían aprendido a respetarlo a pesar de lo joven que era pues veían con sorpresa lo que podía lograr. Reconocían su talento en este aspecto.
Fue una noche cualquiera. Nazir y Sergio estaban con una pareja amiga… él también estaba presente con uno de los sumisos que ocasionalmente tomaba. El amigo, que cumplía el rol de amo, un hombre un poco mayor que ellos, poderoso y de mucho dinero, se quejó de lo difícil que resultaba enseñar al joven que lo acompañaba… era hermoso, joven y lleno de vitalidad, pero era un chico nuevo, recién iniciándose en el mundo delbdsm , que a duras penas se mantenía en silencio y constantemente intentaba desafiar al que esperaba se convirtiera en su amo…
– Me gusta mucho, pero está cansándome– comentó el amo sin mirarlo a lo que el joven respondió con un gesto de rebeldía
– No es tan difícil – se jactó Adamir mirándolo fijamente y evaluando las posibilidades que tenía– solo tienes que saber cómo hacerlo
El amigo, inmediatamente, se volvió hacia él y, sin mediar palabra alguna, tomo la mano del sorprendido sumiso y se la extendió a Adamir
– Devuélvemelo cuando esté listo
No solo era un desafío… estaba en juego su palabra y este hombre poderoso lo estaba poniendo a prueba por su atrevimiento. Adamir sonrió… tomó al sumiso bajo su cargo. Lo más importante sería ganar su confianza… conversó con él y el aprendizaje se inició aquella misma noche. El chico resultó tan simple de leer como el silabario… Adamir supo luego de tan solo un par de horas cuales eran las necesidades del muchacho y que este chico iba a responder a todo lo que él le enseñara… y muy bien. Se dedicó a la tarea en cuerpo y alma, disfrutando mucho no tan solo del aspecto sexual, sino de ganar una apuesta y un desafío a alguien más poderoso que él.
Fue el primero… fue el inicio de lo que ahora era. Lo devolvió tan bien enseñado y entrenado que la voz se corrió rápidamente… el hombre aquel le hizo entrega de una fuerte suma de dinero y de su más sincero agradecimiento… hasta ahora seguía siendo uno de sus clientes más fieles e importantes…
Algunos tenían pasta y les gustaba enseñar… otros no tenían ni tiempo ni ganas para desgastarse en ellos, preferían un sumiso ya entrenado y cuanto más obediente fuera, más pagaban. Le pidieron volver a hacerlo una y otra vez… Eso había sido 14 años atrás.
Ahora, y con la ayuda inicial de Nazir, Adamir había llegado muy lejos… nunca imagino que su vida iba a tener este fin… pero le gustaba… aquí, en este pequeño paraíso alejado del mundo, él era el dueño. Era el amo. Todo y todos allí le pertenecían.
CAPITULO 3
MAX
Desperté en una habitación desconocida. Era una habitación pequeña, con una cama pegada a la pared sobre la cual me encontraba recostado, una pequeña mesa de madera clara de bordes redondeados… una silla, la puerta, un par de focos con luces indirectas y un extraño artefacto que sobresalía de una esquina… tal parecía ser una cámara… todo era de un blanco inmaculado… ¿estoy soñando?…¿me he muerto y no me doy cuenta?… ¿Qué diablos es todo esto?
Me senté brusco en la cama… sufrí un pequeño mareo pero me recuperé de inmediato… con mis manos toqué mis mejillas para convencerme de que estaba vivo y despierto… si lo estoy, me duele. De pronto recordé a la pandilla que me esperaba… busqué el celular en mis bolsillos, quería saber qué hora era… no es mi ropa, no está mi celular, no está mi cortaplumas… no tengo nada mío… llevo mis manos a mi oreja solo para comprobar que el pequeño arete que normalmente uso tampoco está… tengo puesta una ropa blanca que no había visto nunca antes… un pantalón que solo se sujeta en un elástico en mi cintura y una especie de camisa de estilo chino o japonés que se cierra con una tira del mismo material, suave y sedoso… ¿estoy seguro de no estar soñando?…
– Holaaa!!… holaaa!!! – grito mirando hacia lo que creo que es una cámara… me subo sobre la cama e intento acercarme… pero el techo es más alto de lo normal en esta extraña y pequeña habitación… sigo gritando… me doy cuenta que no tiene sentido, posiblemente ni siquiera sea una cámara y si lo es, de seguro no hay nadie del otro lado. Busco algo en el cuarto que me pueda orientar un poco… no hay ventanas, no hay marcas, no hay ruido… ¿me habían tendido una trampa?… esos idiotas me iban a dejar morir aquí encerrado?... no, que estoy pensando, esos pobres estúpidos ni siquiera tienen donde caerse muertos menos tendrían para pagar un lugar así… se ve que el cobertor de la cama, la mesa de noche y la silla son elegantes y finas… ¿sigo despierto?…vuelvo a gritar… nadie me escucha… enojado, frustrado y tratando de encontrar una explicación me volví a tender sobre la cama… pensando y acumulando rabia para cuando apareciera el idiota responsable de tenerme encerrado aquí.
No tuve que esperar mucho. Me senté como un resorte al escuchar la puerta abrirse… miré a la persona que entraba… pero me quede paralizado… no supe inmediatamente si era un hombre o una mujer… al menos el que entró primero empujando un pequeño carrito. Era enorme, bloqueaba casi totalmente la puerta… macizo, sólido… aunque se movía con mucha agilidad, de pelo muy corto casi rubio… parecía una inmensa mujer, de brazos muy fuertes que vestía una bata blanca larga hasta las rodillas. No sonreía ni me miraba aún. No sé por qué me estremecí… esa mujer/persona o lo que fuera daba miedo al mirarla. Me quedé a medio sentar en la cama… El de atrás, vestido completamente de negro y también bastante grande, esperó a que entrara el del carro y luego cerró la puerta, quedándose dentro pero en posición firme, pegado a la pared.
– Hola Maximilian
Estaba 90% seguro de que era una mujer… ¿me llamaba por mi nombre?… ¿esto no es un error entonces?…
– ¿Quién eres?, ¿por qué estoy aquí?… ¿Dónde estoy?… quiero irme ahora mismo!!!- grité a todo pulmón.
Quise ponerme de pie pero ella (o él??) con una sola mano me devolvió a mi lugar sobre la cama y me retuvo… Dios!!! Si que tenía fuerza. Intercambió una mirada con el de la puerta quien se acercó y me sujetó contra la cama.
– ¿Qué es esto?… quiero irme ahora mismo!!
– Maximilian- dijo la mujer mirándome fijamente con un aire de cansancio, como si hubiera repetido esto mismo muchas veces ya – tenemos dos forma de hacer esto… por las buenas o por las malas. Estas recién empezando así es que te sugiero que cooperes y me dejes hacer mi trabajo contigo con tranquilidad porque voy a hacerlo de todas maneras
– ¿Trabajo? ¿Qué trabajo? ¿Qué me vas a hacer?
Patalee y traté de soltarme por todos los medios, incluso tratando de morder y arañar, pero era absolutamente imposible luchar contra aquel par de murallas humanas.
– Esta bien – dijo la mujer – será en el baño entonces
El hombre de ropas negras y rostro serio me tomo de un brazo y me levantó como si fuese de juguete… abrió la puerta y me obligo a caminar llevándome casi en el aire por un pasillo igual de blanco mientras la mujer nos seguía empujando el carro hasta una sala bastante grande… tenía duchas e inodoros, lavabos y espejos… en uno de sus costados unas extrañas mesas llenas de fierros que colgaban y sobresalían por todos lados… me llevo hasta las mesas. La mujer dejó el carro cerca y entre ambos me pusieron sobre una de las mesas… nunca había pateado, manoteado y chillado tanto en mi vida… pasaron correas sobre cada una de mis piernas, mi cintura el pecho, mis brazos y finalmente inmovilizaron mi cuello, dejándome en una extraña posición casi fetal… sin perder la tranquilidad el hombre volvió a su posición firme cerca nuestro y la mujer tomó un par de guantes del carrito… yo seguía gritando, con rabia y desesperación… ¿Qué diablos era todo esto?… ¿Quiénes eran y que querían de mi?. Se acercó a mi rostro y me hablo
-. Maximilian… no te lo hagas más difícil, es inevitable todo lo que te va a pasar… vas a sufrir menos si lo aceptas bien desde el principio
– ¿De qué hablas bruja?!!!
Fue lo último que pude gritar… sin perder la calma tomo una cinta gruesa de un material como el cuero y la pasó sobre mi boca haciendo de mordaza
– Esto no era necesario pero te lo has buscado… lo que voy a hacerte es tan simple que no había necesidad de llegar a estos extremos
Dicho eso desapareció de mi vista pero la sentí moverse detrás de mi… de reojo alcancé a ver como colgaba una especie de bolsa grande, con un líquido trasparente, de uno de los fierros, de la parte inferior de la bolsa salía una manguera… de pronto unas tijeras rompían el pantalón que tenía puesto dejando mi culo al aire… sentí el frío y sentí el miedo… no podía moverme ni podía gritar… sus manos enguantadas separaron mis nalgas… buscó con delicadeza mi ano y untó una pomada fría… me quedé inmóvil de miedo… apreté fuerte los músculos de mi ano… ¿pensaba meterme algo?.
– Maximilian… coopera por tu propio bien
Alcancé a ver su rostro… parecía decirlo en serio pero estaba demasiado ocupada bañando la punta dura y redondeada de la manguera en una especie de aceite… cuando volvió a acercarse a mi culo apreté los músculos con toda la fuerza que tenía… sentí algo frío y duro tocar mi ano y que lentamente comenzó a hacer presión tratando de romper la tensión que yo hacía con mis músculos… lo que siguió a continuación no lo esperaba… el fuerte golpe de un pequeño látigo de tiras de cuero me dio de lleno en las nalgas… caliente y choqueante, el dolor fue cortante e inmediato… luego otro y finalmente un tercero… todos muy seguidos, sin darme tiempo ni a respirar. Las lágrimas se agolparon en mis ojos del fuerte dolor y no pude evitar derramarlas, un grito mudo se atragantó en mi garganta y antes que me diera cuenta había relajado los músculos y la punta de la manguera ingresaba dentro de mí con toda tranquilidad. El hombre de negro ni siquiera había mirado hacia nosotros, completamente imperturbable. Me ardía el traste, de seguro me había sacado sangre… seguía llorando a pesar de la rabia y la impotencia… quería matarla… sentía la manguera avanzar, incómoda y desagradable… no sé cuanto la metió pero yo sentí que ya llegaba a mi garganta… entonces comenzó a pasar agua tibia hacia mis tripas… la sensación era lo más extraño que había sentido jamás… nunca en mis cortos años de violencia y aventura me había sentido tan impotente e indefenso… tan indignado y con ganas de matar… matar de verdad.
– Tienes que quedar completamente limpio
La maldita bruja monstruosa me habló con la misma tranquila voz de siempre… como si no me hubiera reventado el culo con su látigo – El Amo va a revisar a todos los nuevos hoy día… debes verte muy bien-
Me quedé en una niebla, mareado… ¿Cuánta agua pensaba meterme está loca??… sentía que ya casi salía por mis orejas pero al mirar la bolsa me fije que llevaba solo la mitad… ¿Quién era ese amo?… ¿había más locos entonces?… ¿todos igual de pervertidos?… ¿Quiénes eran los nuevos?… ¿Qué loquero era este?? y lo peor de todo… ¿Qué iba a revisar el siguiente loco? Solo quería tener la oportunidad de escapar y correr sin detenerme… estos eran los peores dementes que había encontrado en mi vida.
La mujer puso unas toallas cerca de mi culo. Supuse que al quitar la manguera iba a comenzar a chorrear el agua y todo lo demás que vendría… mis tripas se revolvían como locas causándome un malestar indeseado… ya tenía ganas de evacuar… pero el agua seguía entrando… quise gritar nuevamente, pero el ruido moría en mi garganta. La loca se acercó a mí, me paso suavemente una mano por los cabellos en una caricia tan extraña en ese momento
– Lo sé Maximilian… pero tendrás que aguantar un rato más. Tengo que dejarte completamente limpio
Solo respiré… agitado y adolorido… mis tripas seguían moviéndose y tenía más ganas todavía… estaba comenzando a doler… ¿aguantar?… no podía… esto iba a salir con manguera y todo
– Si me haces caso será más fácil…
Seguía pasando su mano por mi pelo… por primera vez la miré poniendo atención… me dolía el movimiento interno, quería correr a un baño… y aun quedaba un poco de agua en esa maldita bolsa – muy bien Maximilian. Veo que me vas a escuchar – la miré atento, puso su mano sobre mi estómago- se siente muy lleno, verdad?… deja de hacer fuerza… deja de pelear con tu cuerpo y con el agua… solo relaja tus músculos y déjale espacio… veras como te sientes mejor
Despacio comenzó a mover su mano solo sobre mi piel, sin hacer presión… una especie de caricia sobre la piel de mi estómago… ¿relajar?… ¿así de simple? Lo intenté… sentí que si me relajaba los líquidos comenzarían a escurrir sin remedio… pero lo hice de todas maneras… conseguí algo de alivio… la mujer se movió de vuelta a mi parte posterior. El agua por fin termino de entrar. Sentí como comenzaba a retirar la manguera de mis entrañas… ahora quería que soltaran rápido todas las correas que me sujetaban… necesitaba correr al baño, pero justo antes de sacar la última parte, se detuvo.
– Sujeta Maximilian… ahora comprime los músculos del ano
¿Estaba loca?… ¿Quién sabe cuánta agua me había metido y quería que la retuviera?… bien… iba a intentarlo pero no estaba seguro de que funcionaría… ¿por qué no estaban corriendo a soltarme? . En un movimiento rápido saco la manguera e introdujo un objeto diferente… algo duro y frío… solo un pequeñísimo derrame alcanzó a escurrir y luego ni una gota mas… pero mi urgencia seguía siendo mayor. Quise gritárselo para que se diera cuenta… mujer tonta!!
– Tienes un tapón – me miró comprensiva – debes retenerlo al menos 10 minutos
Alejó un poco su carro de torturas y comenzaron entre ambos a soltar las correas. El tipo de negro era como un robot automático… no necesitaba las órdenes, sabía bien lo que tenía que hacer. Me pregunté ¿Cuántas veces habían hecho esto?. Una vez libre de las ataduras apenas podía moverme por mi propia cuenta… estaba lleno y necesitaba vaciarlo… mis piernas y músculos no respondían… solo las ganas de evacuar… me tomaron de los brazos y me pusieron de pie… la urgencia era terrible pero ni una gota escapaba de mi cola.
– Unos cuantos pasos Maximilian… muévete
La miré con una mueca inmensa de odio y dolor… no logré ni una pizca de compasión… me obligó a dar los pasos… sentía que me reventaba y explotaba… la presión en mi recto era muy fuerte… no podía caminar sin afirmarme de ellos… luego de lo que me pareció el camino más largo que jamás recorrí, llegue hasta la taza del baño… ambos estaban a mi lado y no tenían ninguna intención de dejarme solo para este proceso… aún tenía la mordaza en mi boca pero mis manos estaban libres. Intenté quitármela pero recibí un fuerte golpe en las nalgas… justo sobre la parte ya adolorida que me volvió a sacar lágrimas de dolor y desesperación
– No tienes permiso para quitártela aún- dijo la bruja
Me acercó hasta la taza y me sentó, pero aún tenía el maldito tapón que no dejaba salir ni una gota. La mujer se acuclilló a mi lado, el hombre en posición firme unos pasos más allá
-. Maximilian, esto va a suceder muy seguido y será mejor que te acostumbres… no quiero que vuelvas a ocasionar problemas, ¿me has entendido?
Asentí moviendo la cabeza, con los ojos llorosos y suplicantes… podría haberme dicho cualquier cosa y yo a todo le contestaría que si solo para que me quitara ese maldito tapón
– Esta bien. Buen chico
Metió su mano hasta lograr quitarlo… sentí el alivio más grande de mi vida cuando el agua y todo el resto salió en estallidos… no sé si pasé a manchar su brazo o su mano pero no podía detener la cantidad de agua y mierda que salía de mi cuerpo… con un olor desagradable pero con una sensación de alivio tan grande… la mujer desapareció un rato de mi vista, el hombre seguía a escasos pasos de distancia. Yo no podía ni quería moverme de esa tasa en mucho rato. Cuando ya sentí que nada mas iba a salir, la vi aparecer nuevamente. Tenía un delantal limpio y un nuevo par de guantes.
– Ven conmigo
Me paré a regañadientes. Me dejó en la ducha y ella misma manejo el agua para lavar mi culo y mis piernas con un fuerte chorro de agua. Al terminar me sentía agotado… cansado y adolorido… necesitaba una buena cama y dormir. Me pasó una toalla
-.Sécate y hazlo rápido. Estamos atrasados contigo – me sequé pero a mi propio ritmo… mi cuerpo se sentía agotado después de lo que había pasado.
– De vuelta a la mesa- dijo la mujer.
La miré con los ojos grandes sin poder creer lo que estaba escuchando… mi primera intención fue darme vuelta y correr, pero ahí estaba el hombre a mi lado para sujetarme y llevarme de vuelta a la mesa. No sé de donde saqué fuerzas para patalear un poco más… colgando de los fierros había una nueva bolsa llena de agua
– Maximilian- me habló llamando mi atención- ¿tengo que amarrarte nuevamente? –me calmé un poco al escuchar su pregunta.
Los miré a ambos… siempre me iban a ganar por la fuerza, eran tremendos y yo estaba agotado. Si antes creí que sentía impotencia lo que sentí ahora fue tan fuerte que aunque me mordí con fuerzas para evitarlas, me arrancó lágrimas nuevamente. Negué con la cabeza… con mi orgullo hecho mierda en el suelo y con la mayor humillación que había sentido hasta entonces.
– Bien, arriba sin demora entonces… eso es, ponte de lado. Si no quieres que te duela, ya sabes… relaja tus músculos todo lo que puedas.
¿Que acaso nunca se alteraba esta bruja?… ¿siempre hablaba con esta voz tranquila y pausada?… la manguera volvió a entrar untada en una especie de aceite resbaloso y sentí el agua llenarme nuevamente… quise volver a llorar pero no me iba a quebrar tan fácilmente… Todo volvió a repetirse, no solo una vez más sino dos veces, hasta que ella se sintió satisfecha de ver el agua salir casi limpia. Al terminar de evacuar por tercera vez, yo estaba agotado… muerto de cansancio y dolor en mis tripas… solo quería tirarme en cualquier rincón a dormir, sin moverme más que para respirar.
– Bien, en la camilla una última vez
Sentí que me desmayaba… no otra vez… pero esta vez no colgaba agua de ninguna parte. Subí a la camilla y estuve tentado de cerrar los ojos y dormirme ahí mismo… pero tenía mucho miedo de lo que la bruja iba a hacerme. Se paro detrás de mí y como ya acostumbraba unto algo frío en mi ano… esta vez deslizó su dedo hasta dentro dejando parte de esa crema. Luego, con movimientos expertos, tomó un paquete de su carrito, lo abrió y me introdujo un supositorio delgado, largo y resbaloso que empujó con su dedo hasta donde alcanzaba… fue muy desagradable sentirlo quedarse en mi… pensé en empujarlo hacia fuera pero sabía que solo serviría para ocasionarme más problemas… lo deje tranquilo… y fue para mejor… al poco rato las molestias que sentía en el recto habían desaparecido.
– Estas listo por dentro… ahora debes ducharte y lavar tu pelo
Como me negué a moverme me arrastraron entre ambos a la ducha… el primer golpe de agua fría que me disparó al cuerpo me hizo reaccionar y comencé a lavarme antes de congelarme, entonces la bruja reguló el agua que comenzó a salir tibia y agradable… me exigió limpiar todas mis partes… hasta las más íntimas, lavarme los dientes y lavar mi pelo hasta sentirlo crujir. Su ojo experto vigilaba todos mis movimientos. Al terminar, me sequé bien y me pasó otro juego de ropa blanca igual al anterior. Sequé mi pelo un poco con un secador y para entonces ya me quería dejar caer donde fuera para dormir tranquilo. Se me doblaban las rodillas del extremo cansancio.
– Podrás descansar… pero antes debes comer algo. Él te acompañará ahora. Nos veremos pronto Maximilian
Quitó la mordaza de mi cara, me hizo un extraño gesto de cariño en mi cabeza y se dio la vuelta para alejarse. Me dolía la cara donde había estado la mordaza… me sobé con las manos pero el hombre de negro me tomo del brazo y me llevó por otro pasillo largo y blanco, doblamos un par de veces y finalmente llegamos a un comedor muy bonito, con ventanales y puertas de grueso vidrio hacia un jardín con flores de hermosos colores… y mas allá… la playa… el mar… mire para todos lados… todo lo que mi vista alcanzaba a cubrir tenía mar de fondo… ¿estaba en una Isla?, ¿qué posibilidades tenía de escapar de una isla?… no veía ningún barco, ni ancha ni siquiera un bote a remos… y yo el imbécil ni siquiera sabía nadar.
Volví mis ojos buscando dentro del comedor… entonces los vi… había más chicos como yo, de diferentes razas y colores, vestidos con la misma ropa blanca, cada uno sentado en una mesa solitaria con varios de los tipos de negro al lado, vigilando atentos… comían en silencio… sus caras denotaban haber pasado por el mismo desagradable proceso que había pasado yo… más de uno estaba llorando silenciosamente mientras comía.. todos, en total 5, parecían tener mi edad o un poco menos… y todos tenían… teníamos, una cosa en particular… éramos, de una u otra manera, atractivos… de pronto no pude moverme más… la realidad me golpeó fuerte dejándome ver que aquí no había equivocaciones… no me habían confundido con nadie… y a ninguno de estos chicos tampoco… ¿Habíamos sido elegidos por nuestras características físicas?… pensé un poco más allá… ¿Quién me iba a echar de menos?… ¿a quién le iba a preocupar que yo desapareciera?… necesitaba saber más de estos chicos y si sus condiciones eran iguales a las mías
– Por acá – dijo el de negro tomándome del brazo y llevándome hacia una de las mesas apartadas de los otros chicos.
Me solté bruscamente y con mucha energía corrí hacia uno de esos chicos que estaba solo un par de mesas más allá… era uno de los que lloraba… era un niño precioso… sus ojos verde claro eran una maravilla y su pelo oscuro brillaba… masticaba despacio… me miró sorprendido al verme correr hacia él
– ¿También te secuestraron?… ¿tienes familia?… ¿alguien que te esté buscando?
Fue todo lo que alcancé a gritar antes que el de negro me atrapara con su garra en m hombro, me pusiera la mano en la boca y me llevara de vuelta a sentarme, bruscamente. El chico me seguía mirando y creí ver un gesto de negación… nadie lo buscaría a él tampoco.
– No está permitido hablar con los otros internos… de hecho no tienes permiso para hablar
Sujetó mi cuerpo por los hombros obligándome a mantenerme en la silla. Muy pronto apareció una mujer con una bandeja que dejó delante de mí, sobre la mesa…¿eso era un desayuno?… había un poco de fruta fresca, un vaso mediano de un extraño jugo verde, espeso y luego un bowl pequeño con unas cuantas hojuelas de cereal y semillas. Miré al hombre a mi lado
– Solo cómelo… ya te has ganado suficientes castigos para tu primer día. Tienes solo 10 minutos para terminarlo
¿Castigos?… ¿Qué otra payasada se les había ocurrido a los chiflados de este lugar?… ¿Quién se iba a atrever a castigarme?… Comí algunas de las frutas y un par de cucharadas del cereal evitando las semillas… el jugo verde lo miré… lo acerqué a mi nariz pero ni siquiera me atreví a probarlo. Miré de nuevo al chico de ojos verdes… seguía derramando lágrimas calladas pero se estaba comiendo y bebiendo todo, a pesar del gesto de asco de su cara… ¿debería hacer lo mismo?… el de negro había dicho algo de un castigo…
– Bien, vamos.
Como máquinas automáticas todos los de negro levantaron a los chicos que cuidaban y nos guiaron por una puerta al otro extremo del comedor. Otro pasillo blanco y finalmente una puerta por la que entraban… también entramos. De reojo alcancé a leer “Salas de Exámenes”… ¿de qué se trataba esto ahora?