CAPÍTULO 28
SANTIAGO
Matías tenía entre sus manos un libro grande y muy lujoso, sobre automóviles, que yo acostumbraba hojear de vez en cuando. Estaba sentado y sostenía el libro entre sus piernas. Al verme, lo primero en su rostro fue una deliciosa sonrisa de bienvenida, seguida de una expresión nerviosa por saber que había tomado el libro sin pedir mi autorización. Lo dejó cuidadosamente sobre la mesa pequeña frente a él y se puso de pie en forma muy sumisa, en espera de mi reacción.
Hubiera sido cualquier otro chico lo habría castigado duramente…
Pero era Mati…
– Lo siento amo. Estaba aburrido… pero no le hice nada malo– aclaró atropellándose con las palabras
– No te he dado permiso para hablar
Quería besarlo… oler su fresca piel… cenar y luego descansar un rato con él a mi lado… poco me importaba el libro… pero tenía un rol que cumplir
Mati agachó la cabeza y esperó en silencio
– Vístete. Iremos a comer algo
-. Si, amo
Corrió de prisa pasando frente a mí en busca de su ropa. Estaba alegre. Posiblemente hambriento.
– Matias!!!
Detuvo su carrera bruscamente dándose cuenta de la falta que había cometido.
– ¿Qué te dije sobre correr en la habitación?
– Lo siento, amo. Lo olvide
Se mantuvo en su sitio. Me acerqué con pasos lentos y pausados.
– ¿Vas a castigarme, amo? – no levantó la vista… no podía ver sus ojos
– Son dos faltas en menos de un minuto, Matías
– Lo sé. Lo siento, amo… no quise enojarte
Su voz me derretía… a decir verdad, en ese momento de lo único que tenía ganas era de abrazarlo con fuerzas, tirarlo sobre la cama y protegerlo contra todos los males del mundo… mantenerlo precioso y alegre… pegado a mi cuerpo como si fuera una parte de mi. Supongo que era el cansancio del día y el stress de saber lo que venía para él… para los dos…
– Ve a vestirte… sin correr
Su cuerpo pareció aligerarse al entender que no iba a castigarlo de inmediato y se fue a vestir caminando lentamente. Me senté a observarlo… Mati recordaba y ponía en práctica lo que le había enseñado… la forma de vestirse, la cabeza en alto, los hombros relajados, movimientos seguros… era una delicia para mis ojos… me encontré sonriendo al observarlo. Nuestras miradas se cruzaron… la primera vez, Mati bajo los ojos de inmediato… la segunda… me miró un poco más largo con sus inmensos ojos verdes… sonrió levemente, con complicidad, al darse cuenta que yo también sonreía
– Ven aquí
Lo llamé cuando terminó de vestirse. Vi su cuerpo tomar el impulso para correr hasta mi pero entonces recordó y frenó bruscamente… me arrepentí de haberlo detenido antes… me hubiera gustado que corriera hasta mi… estire mis brazos y él, caminando de prisa, llego hasta ellos. Lo encerré en un fuerte abrazo. Yo sentado y él de pie entre mis piernas abiertas… me sentí extraño… algo me pasaba… tenía una fuerte carga emocional en ese momento… cansancio y amor prohibido… abrazado a Matías, respirando su olor, sentí que estaba a punto de romper un dique de contención.
No podía darme ese lujo.
– Vamos
Con su pequeña mano entre la mía, salimos de la habitación.
Habíamos caminado tantas veces de la misma manera, pero ahora, todo me parecía especial. Hoy era diferente y tenía claro porque…
Cenamos en el mismo lugar de todos los días… sin embargo hice algunas excepciones. Matías odiaba el jugo de fibras aunque se lo tomaba sin protestar cada vez que se lo indicaba. El objetivo del jugo era el de facilitar el tránsito en sus intestinos y ayudar a mantener limpio el recto… Hoy no le exigí tomarlo. Pretendí que en un descuido lo había olvidado y pedí para él comida que sabía era de su gusto. Comió en silencio… su cabeza baja y sus modales impecables. No podía dejar de observarlo…
– ¿Pasa algo Mati?- pregunté al terminar
Se tomó varios segundos en responder
– Si, amo. Olvidaste… algo
Le costaba pronunciar las palabras porque sabía que lo que había olvidado era desagradable para él.
Por Dios!!… sentí mi alma recogerse… mi niño esclavo se auto-exigía demasiado. Me puse de pie y estire mi mano esperando a que se levantara y pusiera la suya entre las mías.
– No. No olvidé nada-
Extrañado, hundió su mano y se sujetó firmemente. Al salir del comedor Matías llevaba la cabeza baja pero una sonrisa incipiente en sus labios… quise ver su sonrisa. Me detuve en una de las terrazas y tiré de él hasta dejarlo sentado sobre la baranda de manera que sus ojos quedaran a mi altura.
– ¿Odias el jugo, no es así?
Sus ojos sonrieron culpables… pero mantuvo silencio.
Tan hermoso… dulce… inocente aún.
¿Qué era esta sensación dolorosa en el medio de mi pecho?…
– Mati…
Algo me impulsaba a decirle lo importante que era para mí… quería que supiera lo que sentía por él… pero no podía decírselo…
– Mati… eres un buen esclavo… obediente y dócil… Pasaba mi mano repetidas veces por su cabello y su mejilla… él estaba feliz… muy a gusto con mis palabras y mi demostración de cariño…
– Eres un esclavo tan hermoso…
Quería decirle más… gritarle que lo amo, que desde ahora significa todo en este mundo para mi… lo único valioso… pero no podía… era solo un niño… todo podía cambiar en cosa de segundos y mi confesión podía arrastrarnos a ambos a un precipicio sin fondo…
– ¿Estás contento conmigo, amo?
– Si… estoy muy contento contigo
Estoy loco por cada trocito de tu piel, tu voz… tu olor tu cuerpo… todo tu… estoy enamorado de ti… te amo tanto que duele…
Matías sonreía iluminado… sus ojos chispeaban mirándome embelesado… y su sonrisa era lo más dulce… mi amor.. mi pequeño amor… mi Mati… lo apreté firmemente contra mi pecho y mis brazos y cuerpo cubrieron el suyo en un abrazo protector… Me habría gustado protegerte Mati… pero voy a hacer lo único que está en mis manos para brindarte un poco de seguridad al menos… voy a enseñarte.
– Has sido un buen esclavo desde que llegaste- fue lo máximo que pude expresar
– ¿Hace cuanto tiempo que llegué? – preguntó de improviso – ¿Qué día es hoy, amo?-
Los días y las fechas eran un tema de poca importancia en la isla… solo Adamir necesitaba llevar un registro exacto por materias de dinero, bancos y cuentas pero el resto de nosotros vivíamos en un lugar donde el clima siempre era benigno y nuestras ocupaciones estaban bien definidas y eran de tiempo completo… la preparación de un esclavo no se medía en fechas sino en la experiencia que alcanzaba y para cada uno de ellos era diferente.
– Estamos a mediados de Mayo
– Vaya!!! Ya soy mayor, amo, soy mayor!!
El tema de los cumpleaños y la edad tampoco era importante… sin embargo la sorpresa y alegría en sus ojos no me dejó indiferente
– ¿Estuviste de cumpleaños?
Asintió con su cabeza…
– Así es que ya tienes 13… –
– Soy mayor…- volvió a repetir contento…
Desee que nunca creciera… que fuera para siempre el mismo niño pequeño… Crecer no iba a ser bueno para él.
Me gire y le ofrecí mi espalda. Matías subió a ella muy alegre, y así, con mi preciosa carga rodeando mi torso con sus piernas, volvimos al dormitorio. En cuanto lo dejé en el suelo caminó diligente a desnudarse, luego lavó sus dientes y se quedo de pie frente a mí, esperando mis instrucciones…
Subí y bajé mis ojos por su delicado cuerpo… Lo veía muchas veces en el día pero siempre me encantaba… frágil, bello… tan suave y fuerte a la vez… comenzaría de a poco… hoy solo jugaría con él… estaba demasiado cansado y aún no me sentía listo para causarle dolor a mi niño… “Debo estar loco”… pensé… siempre he amado el dolor en los ojos de los esclavos… nada me calienta más que ver su sufrimiento… pero en este caso, era solo un engaño momentáneo… sabía que ya llegaría el momento de hacer sufrir a Matías… y también sabía que iba a hacerlo. Unas cuantas horas más no harían mucha diferencia.
– Voy a enseñarte algo. Sube a la camilla
Su sonrisa relajada desapareció de inmediato. La camilla no era un lugar de su agrado. Subió y se acomodó con su rostro hacia arriba. Estaba tenso mientras me esperaba. Busqué en los cajones lo que necesitaba. Al llegar a su lado y ver sus ojos preocupados y algo asustado, tuve fuertes sentimientos encontrados… mierda!! Matías asustado me encendía de inmediato… ver sus ojitos inquietos, llenos de miedo, sin saber que iba a hacerle, era una verdadera delicia… por otro lado… este sentimiento nuevo y extraño que no se cómo manejar… tranquilizar a Matías y explicarle… tenerlo a gusto mientras…
No… ahora no podría responder a sus preguntas ni calmar su angustia… Solo haré lo que tengo que hacer.
– Dobla las rodillas y separa las piernas, Mati
Asustado y todo, me obedeció al instante. Vi su rostro y sentí la sangre correr caliente por mi cuerpo… Matías quería preguntar pero no se atrevía… mejor así… sin explicaciones hoy día.
Tomé un cojín grande y lo puse bajo su trasero para dejarlo en alto y más accesible. Escuchaba su respiración acelerarse…
Abrí un supositorio de lubricante y lo acerque a su ano, separando sus pequeñas nalgas… Matías se contrajo, cerrándose.
– Mati
Le llamé la atención suavemente. Él sabía perfectamente lo que había hecho mal.
– Lo siento, amo- su voz asustada y nerviosa
Esta vez, a costa de forzar su cuerpo y adaptar su respiración, Matías me dejó introducirle el supositorio sin contraerse. Observaba maravillado la preciosura de su culo… suave, firme, redondeado… de un precioso color pálido, coronado por un ano rosado oscuro… y mi dedo insertado en el… envuelto en el calor de su suave interior …
Lo retiré algo brusco. Había decidido que hoy no lo haría y no quería arrepentirme. Hoy solo lo dilataría un poco para que mañana fuera todo más fácil…
Dos dildos de diferentes tamaños y forma cónica descansaban sobre la mesa. Tomé el más pequeño, le esparcí suficiente lubricante y comencé la deliciosa tarea de enseñarle a Matías a dilatarse
– Mati, quiero que estés tranquilo… relaja tu cuerpo… como te he enseñado.
– Si, amo
Era un dildo relativamente pequeño… empujé despacio entre sus nalgas y el juguete comenzó a hundirse en el… no quitaba mis ojos de su entrada… Matías no se quejó en ningún momento y solo su rápida respiración me hacía saber que sentía lo que estaba haciéndole. Por inercia, mi otra mano se fue a sus pequeños testículos y me entretuve acariciándolos mientras entraba y sacaba el dildo varias veces de su cuerpo… su ano se abría delicadamente…. mi imaginación se disparaba pensando en el momento en que se abriría para mí.
De pronto la respiración de Matías era demasiado rápida… presté atención a su cuerpo… sonreí
– ¿Qué es esto, Mati?
Frente a mis ojos, su pene se había vuelto erecto. Matías estaba excitado.
– Yo… no quería, amo… pero no puedo…
Su voz calló cuando mi mano envolvió su erección y comencé a frotarlo suavemente… Quité el dildo y lo cambié por el de tamaño mayor, sabiendo que en este momento de excitación, no sería un dolor para él… Sin detener mis caricias, introduje el segundo dildo en su recto… a Matías pareció gustarle ya que soltó un pequeño gemido de placer… sonreí agradado… iba a darle su momento de placer a mi niño esclavo… ¿culpabilidad, tal vez?…
– Muy bien… tenemos un desobediente aquí
A pesar de mis palabras duras, estaba sonriendo y Matías seguía relajado…
– ¿Qué voy a hacer con este insolente?- pregunte fingiéndome molesto y mirando directamente su pene envuelto en mi mano.
Mati abrió sus ojos grandes… no había miedo en ellos sino diversión…
– Ya sé lo que haré contigo… será tu regalo de cumpleaños
Lo introduje en mi boca y lo chupé sabiendo el placer que le causaba… sus jadeos, mezcla de sorpresa y excitación… una de mis manos volvió a jugar penetrándolo con el dildo… la otra acariciaba su cuerpo… lo sentí comenzar a arquearse rápidamente…
– Mati… respira profundo… no te corras aún. Aprende a controlarlo
Una más de las cosas que tenía que aprender mi joven esclavo era a controlar su placer… algo bastante difícil considerando su edad e inexperiencia.
– Si… lo intento, amo– respondió entrecortado
Alejé mi boca de su miembro y lo miré a los ojos… nublados de placer y agonía… preciosos…
– Mati… quiero que cuentes en voz alta… muy lento y pronunciando muy bien
Volví a tenerlo en mi boca… escuchaba su voz intentando concentrarse en los números…
– Uno… dos… tressss…
Cuando llegó al quince sentí la explosión en mi boca… Diablos!!! Maravilloso… delicioso… el sabor de su semen era diferente a cualquier otro… hasta en ello era dulce mi Mati… sin poder evitarlo me trague lo que había depositado en mi garganta… nunca antes había tragado semen de un esclavo.
Matí me miraba fijamente… quizás sintiéndose raro y culpable
– ¿Sabes a que tienes gusto?- pregunté quitando el dildo y aún sonriendo… Mati se tranquilizó
– No…
– Pues… sabes a chocolate…
– No es cierto, amo…
– Eres dulce como un chocolate…
Me abalancé sobre él… sobre su encantadora carita sonriente y satisfecha
Mi respuesta lo hizo reír… Su risa me hizo abrazarlo… sus brazos delgados alrededor de mi cuello y su cuerpo sudoroso pegado al mío, me hacían perder la razón y sumergirme en la plena felicidad… solo un instante de total imprudencia… disfrutando de una felicidad totalmente prohibida.
Abrazados y riendo nos fuimos al baño y nos duchamos juntos… lavé su cuerpo con paciencia infinita deleitándome en tocarlo… besarlo… acariciarlo… esta noche sería feliz solo con él a mi lado.
Nos dormimos abrazados… Mati cobijado en mi cuerpo… sus formas adaptándose a las mías, seguro, tranquilo. Yo, reteniéndolo junto a mi… tranquilo… y estúpidamente feliz…
Cuando desperté, Matías me observaba en silencio…
– Buen día- Aclaré mi mente por completo.
– Buen día, amo
Si… esperaba que siguiera siendo un buen día para los dos.
Luego de un pequeño intercambio de dulces caricias y mimos…
– Mati… ¿recuerdas lo que vimos ese día que te lleve a ver los amos y sus esclavos?
Su rostro demostró de inmediato la curiosidad que le producía mi pregunta
– Si amo. Lo recuerdo muy bien
– ¿Sabes lo que es el sexo entre dos hombres?
Matías era un libro abierto… lo vi tragar saliva y ponerse nervioso… quiso asentir con la cabeza para indicarme que sabía… pero luego pareció pensarlo mejor y darse cuenta que, en realidad, no sabía tanto
– ¿Te refieres a… lo que hacían esa noche, amo?
– Si. Me refiero a un hombre penetrando a otro por placer… eso es sexo Matías
Se quedó en silencio…
– ¿Vas a hacérmelo, amo?
Su mirada denotaba algo de angustia…
– Si, Mati. Vamos a hacerlo
Su cuerpo se había vuelto rígido… comencé a acariciar sus brazos y cuerpo muy lentamente… me miraba… preguntando y queriendo entender
– ¿Me va a doler?- sus ojos buscaban respuestas en los míos
– Voy a hacer todo lo posible para que no te duela mucho
En su rostro había angustia mezclada con un poco de desesperación… sabía que no tenía salida ni escapatoria… lo único que tenía eran mis palabras asegurándole que intentaría que fuera lo menos doloroso posible… sus ojos eran un poema… una oda al dolor y al miedo… hermoso como ningún otro…
– Ven conmigo
Lo llevé hasta el baño. Le ordené que se desnudara y me obedeció en un silencio preocupado. Me quité la ropa y fui a buscar lo que necesitaría… era parte de la rutina que debía aprender.
Sus preciosos ojos verdes se abrieron muy grandes al verme llegar con algunos aparatos en las manos. Los dejé cerca. Los necesitaría dentro de unos minutos. Nos duchamos, como todos los días. Sus ojos constantemente vigilaban mis movimientos… Cuando estuvo limpio por fuera, corté el agua y me agaché hasta quedar a su altura
– Mati, voy a limpiar tu cuerpo por dentro – lo sostenía de los hombros…
Asintió resignado… sus ojos húmedos. Los besé… con infinita lentitud dejé un beso en cada uno de sus ojos cerrados… quería absorber su angustia y su miedo…
– Date vuelta
Obedeció de inmediato.
– Abre tus piernas y echa tu culo hacia atrás. Afírmate con tus manos de la pared
– Si… amo- estaba asustado…
Llené el recipiente con agua tibia y puse suficiente lubricante en la punta de la manguera para que no le molestara. Separé sus nalgas… la cabeza de la manguera entró limpiamente unos cuantos centímetros, casi sin provocarle ninguna molestia. Matías mantenía su cuerpo tenso y sus manos apretadas contra la pared… sus gestos me indicaban lo nervioso que estaba.
– Mati… esto no va a doler
diablos!! ¿Por qué sentía que tenía que tranquilizarlo??… ¿desde cuándo actuaba así con un esclavo??? Mati… Mati… voy a enloquecer contigo…
– Está bien, amo
El agua entro suavemente. Esta vez veía claramente como el ano de Mati se contraía apretándose a la manguera cada cierto rato… el gesto era deliciosamente provocador. Cuando todo hubo entrado, aguardamos unos minutos.
– Amo… amo… ya…
– Suéltalo todo Mati
– AHh… Ahhh… amo…
El agua salía a borbotones de su precioso trasero… Mati estaba asustado pero el procedimiento no le había causado ningún dolor… tal vez una pequeña incomodidad, pero solo estábamos limpiando la parte final de su recto. Cuando termino de salir, Matías respiraba exhausto y me miraba de reojo con extraña vergüenza…
– ¿Qué pasa, Mati?
Negó con la cabeza… no quería hablar. Pero yo sabía.
Encendí el agua de la ducha y la dejé caer sobre ambos. Lo levanté y lo abracé. Sus piernas me rodearon la cintura y sus brazos se sostuvieron de mi… escondió su rostro en mi cuello.
– Está todo bien Mati… ahora estas limpio para mí
Lo acaricié y lo obligué a mirarme. La vergüenza desaparecía de a poco. Un beso dulce y varias caricias en su cuerpo volvieron a relajarlo. Luego de secarnos tomé su mano y caminamos hasta la cama. Me senté y lo sostuve de pié entre mis piernas abiertas. Aún tenso y algo rígido.
– Bien Mati… vamos a hacerlo
Con un gesto le indique que subiera sobre mis piernas… él conocía bien esta posición desde los óvolos… estaba muy inquieto.
– ¿Quieres preguntarme algo?
Mati dudaba pero finalmente pareció decidirse a hablar. Sus manos se sostenían de mis hombros y las mías acariciaban sus nalgas… estaba abierto sobre mis piernas separadas
– Amo… dijiste que harías lo posible para que no me doliera…
– Si. Lo dije
– Pero… – una de sus manos se dirigió a mi pene semi erecto… lo rodeo con sus dedos para indicarme el tamaño – ¿cómo?- sus ojos estaban tan cerca mío
– Lo haré despacio
Mi respuesta no pareció convencerlo… era un asunto de tamaño que no tenía solución lógica
– ¿Estás listo?- pregunté tomando lo que necesitaba de la mesa de noche…
Escuché como tragaba aire y su cuerpo se tensaba… busqué sus ojos… aahhh delicioso placer… se habían llenado de temor y comenzaban a brillar, llenos de lágrimas… Mati… Mati… el ramalazo del deseo me golpeó fuertemente… una ola de calor inundó mi sexo haciendo que su tamaño incrementara de golpe…
– Amo? – su voz sonaba apenas…
– Dime- abría un supositorio de lubricante
Con una mano insertaba el supositorio adentrándolo profundamente con un dedo en su interior… por pura precaución use dos esta vez y los dejé muy dentro de él. Se derretirían rápidamente con el calor de su interior y lo lubricarían perfectamente
– Si… si me duele mucho… ¿vas a detenerte?
Soltó finalmente… el miedo le estaba ganando a Matías. Lo miré fijamente… no iba a mentirle
– No, Mati. No me voy a detener
Tragó saliva y las lágrimas inundaron sus ojos… comenzaron a caer despacio por sus mejillas… mi excitación crecía observándolo… sentía mi polla agitarse con cada lágrima de Matías.
– Quieres mi dolor… ¿verdad?- Su voz apenas audible…
No estaba preparado para una pregunta así. Nos miramos fijamente… Matías entendía… claramente había entendido lo que yo era y quería
– Si Mati… quiero tu dolor… quiero todo de ti
Me tomé el tiempo para dedicárselo mientras le hablaba…
– Quiero estar dentro de tu cuerpo. Eso me hará muy feliz
Supe que Matías entendía… a pesar de todo el temor que sentía, su cuerpo seguía tranquilo sobre el mío… sin intención de alejarse o evitarlo. Siempre había tomado de los esclavos lo que se me daba la gana, la mayor parte de las veces por la fuerza… pero Mati… estaba dispuesto a darme lo que le pidiera… estaba aceptando entregarme su cuerpo y regalarme el dolor que iba a causarle… Un sentimiento intenso me envolvió… Me apoderé de su pequeña boca… con mis dos manos sostuve su cabeza y lo besé hasta que nos quedamos sin aliento…
– Mati… ¿me regalas tu dolor?
Sabía que me lo daría… tenía la total certeza de que mi niño estaba dispuesto a darme lo que le pidiera… Su rostro era de anticipación del sufrimiento… sus ojos aguados y su voz nerviosa
– Si amo… te lo doy
Su cuerpo se abandonó en el mío… completamente entregado… asustado pero decidido…
Cada palabra, cada gesto de Matías repercutía en mi miembro… tan duro e hinchado. Toda mi vida había soñado con el momento que vivía… alguien me ofrecía regalarme su genuino dolor para mi placer… y ese alguien era nada menos el niño que me tenía loco… rayando en la insensatez. Mi emoción aumentaba cada segundo…
– Matías…
Nunca es demasiado lubricante… Separé sus nalgas y con mis dedos humedecidos lo toqué despacio hasta encontrar su entrada… quieto… entregado… me dejó masajearlo e insertar mis dedos uno tras el otro… los abrí en su interior intentando dilatarlo al máximo… entretanto, sus ojos no se despegaban de los míos… tal como le había enseñado antes… cuando sentía algo de dolor su rostro lo demostraba de inmediato… disminuía la presión pero no me detenía…
– Mati… llora si quieres… quéjate… gime… dámelo todo
No respondió pero entendió lo que le decía.
Suficiente… quité mis dedos y lo acomodé más cerca de mí… estaba muy excitado… como no estarlo… era Matías.
Aunque estaba limpio, por su propia seguridad recordé usar un protector… me lo puse con dedos nerviosos de ansiedad. El primer contacto fue suave… solo empujé un poco y sentí que se deslizaba fácilmente debido al lubricante… estaba comenzando a penetrarlo… Matías no reaccionó de forma especial… un poco más de fuerza y supe que estaba sintiendo el grosor de mi miembro en su entrada… tragó aire varias veces en cortos jadeos y su rostro se contrajo en una leve mueca de dolor… un poco más… esta vez sentía su calor interior en la cabeza de mi miembro… su primer quejido me recordó un gato… me removió todas las fibras… lo amé con más fuerzas… un nuevo empuje, tensión en su cuerpo y las lágrimas caían de sus ojos
– Amo… amo…
Instintivamente su cuerpo abandonó la posición que le había ordenado y se alejaba de mí.
-. Sshhh.. eres valiente Mati
Lo sostuve por la espalda con mi mano firmemente abierta y le busqué el rostro, acercándolo, sujetándolo… lamí sus lagrimas, lo besé y dejé mis labios abiertos frente a su boca que gemía su dolor… su cuerpo temblaba… Mati aguantaba el dolor y las ganas de gritar… un poco más y ya estaba muy dentro de él… Mati lloraba y se abrazaba a mi… incapaz de moverse… lo envolví con mis brazos mientras mi boca seguía tragándose sus sensaciones…
– Eres mío Mati… todo mío- lo besaba y acariciaba sin detenerme… estaba loco por él… se dejaba acariciar.
Pasados unos minutos, sujeté sus caderas con mis manos y comencé a moverme dentro y fuera de él… Su rostro tenía los ojos llorosos e intentaba retener sus quejidos…
– Dámelo todo Mati… dámelo
Entonces gritó… su cuerpo se estremeció y sus brazos se apretaron a mi cuello… gritó despacio con cada embestida, su cuerpo se bañó de sudor pero no se resistía… seguía ofreciéndome todo su ser a pesar del dolor… Finalmente el clímax me llegó envuelto en una ola de inmenso placer.
Aun no recuperaba el ritmo normal de mi respiración cuando salí de él… Nos quedamos abrazados… muy juntos… aún sollozaba muy bajito
– ¿Estás complacido, amo?
– Si. Mucho
¿Cómo explicarle lo que me había hecho sentir? Quería su dolor mil veces más…
Sollozó por última vez y con sus manos limpió las últimas gotas de sus ojos verdes, hinchados y enrojecidos.
– Está bien entonces – había total aceptación en su voz.
Cargándolo en mis brazos lo llevé al baño y limpié su cuerpo con cuidado… Luego, en la cama, le apliqué una crema en su precioso culo… tan pequeño y delicioso. Le di a tomar un analgésico y me quedé junto a él, acariciándolo… no podía explicar los sentimientos que tenía… adoración era, tal vez, la palabra que más se acercaba a lo que sentía…
– Amo… ¿en verdad soy tuyo?
Se lo había dicho… arrastrado por lo que sentía mientras se lo hacía le había dicho que era mío…
– Si. Ahora duérmete… descansa y luego iremos a desayunar – respondí de prisa… en su rostro hubo una sonrisa de satisfacción. Suspiró profundamente, ya más tranquilo, y sus ojos se cerraron.
Mágico… la penetración… el acto sexual mismo, pueden no variar mucho de un esclavo a otro… pero la sumisión de Matías y su entrega… el regalo de su dolor… era mágico… único… poderoso… sentía algo crecer grande y potente dentro de mi… indescriptible el sentimiento que me nacía… lo miré dormir con una actitud tan pasiva y tranquila… apoyado sobre mi cuerpo con total entrega y confianza… loco… completamente fuera de lógica y razón… supe que lo que estaba naciendo en mi era un sentimiento de amor y posesividad más grande de lo que sintiera jamás…. Algo que no debía tener pero no podía evitar ni controlar…
– Eres mío Matías…
Capítulo 29
ADAMIR
Volvió al dormitorio con un Max agotado… cabizbajo y adolorido después de las largas horas en que había estado inmovilizado y el cruel intento de ahogarlo.
Adamir se sentía extrañamente tranquilo y quizás… un poco satisfecho… había logrado lo que se había propuesto… nunca tuvo dudas… era más fuerte, tenía mucho más experiencia… Max le había dado mucho trabajo pero el desafío siempre lo mantuvo entusiasmado… y seguía estándolo. Ahora empezaba una etapa nueva. Adamir se enorgullecía de saber manejar a sus esclavos mejor que nadie… así había empezado su negocio, debido a la habilidad natural que tenía… Max no sería una excepción… tal vez un poco más complicado tratándose de un chico tan difícil… pero no imposible.
Nada más entrar al dormitorio, Adamir le quitó a Max todo lo que lo cubría y dejó su cuerpo desnudo…
Max tenía frío, cansancio extremo y estaba adolorido… se dejó hacer sin protestar.
Adamir lo sumergió lentamente en el jacuzzi lleno de agua tibia… agua… nuevamente agua… Max temblaba… mantuvo sus ojos muy abiertos pero no dijo nada… seguramente iba a sentir temor del agua por mucho tiempo de ahora en adelante… se calló su miedo y venciendo en silencio el rechazo que el agua le provocaba, hizo lo que Adamir le indicaba… callado… agotado. Se dejó lavar y que Adamir tocara su cuerpo para limpiarlo… ya nada importaba.
Comió y bebió lo que alguien trajo en una bandeja. Sus ojos se cerraban
-. A la cama, Max
Adamir le indicó su propia cama. Max titubeo solo un momento… Sabía lo que significaba… su cama… No importaba… nada importa ya…
Se metió a la cama por el lado contrario al que usaba Adamir… Dios!!! Era tan blanda y cómoda… como reposar sobre nubes… a los pocos segundos cayó profundamente dormido.
Adamir lo miraba, recostado sobre el lado contrario de la cama… sentía una mezcla de sensaciones… todas fuertes… admiración… Max aguantaba todo, aguantaba mucho, era fuerte y obstinado… su resistencia era admirable… tan decidido y terco… tan joven y porfiado… un guerrero.
Adamir sonreía poco… pero estaba sonriendo ahora mientras lo miraba y pensaba… no recordaba haberse encontrado con alguien así de luchador antes… le gustaba el desafío… por eso lo había elegido como su propio esclavo…
-. “Siempre voy a ser más fuerte que tú, Max… siempre” – pensaba
Había admitido que era su esclavo… ahora podría enseñarlo a su gusto… era excitante… había tanto que quería enseñarle… dominar a Max suponía un gran reto, pero él sabía cómo hacerlo… estaba seguro de los pasos que tenía que dar… iba a disfrutar todo el proceso… Max caería bajo el peso de su propio placer… le enseñaría a disfrutarlo de todas las formas posibles para que luego pudiera entregarlo… le enseñaría bien…
Por ahora lo dejaría dormir. Max no estaba en condiciones de hacer nada más… pero una vez que descansara, comenzaría el verdadero aprendizaje de su esclavo… y Max tenía mucho potencial… sabía que podía hacer de él uno de los mejores productos que jamás saliera de su isla… quería empezar pronto. Max podía significar un montón de dinero pero eso no tenía ninguna importancia para Adamir… desde hacía años que su cuenta bancaria no le preocupaba en lo más mínimo… los desafíos que buscaba en su vida eran otro… y no era fácil encontrar algo que lo entusiasmara de verdad… Max era un buen reto… lo era el orgullo que le producía saber que tenía en sus manos un precioso diamante en bruto… quería lograr una joya perfecta… quería estar orgulloso de lo que lograría… de lo que él moldearía con sus propias manos… transformar a Max en una fuente de placer sería… perfecto.
Se levantó. Ordenó lo que estaba fuera de lugar. Adamir tenía muy poca tolerancia para el desorden. Se duchó y se metió a la cama a descansar. Estaba muy tranquilo en su interior… casi en paz. Miró detenidamente a Max antes de cerrar sus ojos… estiró la mano y quitó un mechón que cubría los ojos del chico… no pudo resistir pasar la mano por su mejilla… dejarla quieta en el hueco de su cuello… tenía la piel suave… no se dio cuenta que sonreía. Se durmió.
Adamir siempre despertaba temprano, necesitaba muy pocas horas de sueño. Cuando amaneció, el sueño de Max seguía siendo pesado… lo dejó dormir. Ya despertaría solo, cuando su cuerpo se hubiera recuperado. Tomó desayuno y pasó la mañana trabajando en su computador, vigilando de reojo el sueño de Max y esperando a que despertara.
MAXIMILIAN
Abrí los ojos lentamente… estiré todo mi cuerpo… cálido… cómodo… descansado… inusual… mierda!!… Dónde?… por qué?…
Los recuerdos volvieron de golpe… supe dónde estaba. Me senté bruscamente en la cama y miré atentamente… Adamir me observaba sin hablar… estaba frente a su computador a un par de metros de mi… se veía extraño… la ventana iluminada estaba justo tras él y el sol del atardecer le llegaba directamente en su espalda, lo que me hacía ver más la sombra de su silueta que sus rostro verdadero… ¿Cuánto había dormido? sentí sus ojos en mi… me estaba mirando echado hacia atrás en su silla… y yo lo miraba a él… fijamente… rompiendo las reglas!! Las malditas reglas que tengo que comenzar a cumplir… no debo mirarlo. Sentí que me ahogaba tragando mi propio orgullo… en un gesto deliberadamente lento bajé mi vista y me quedé esperando… no tenía claro que debía hacer… me odié a mí mismo…
-. Dormiste casi 24 horas- Adamir hablaba tranquilo
¿Tanto?… es que esta cama es lo más cómodo en que he dormido en mi vida… es demasiado… mierda!!!… es SU cama… ¿ahora es cuando comienza mi verdadera tortura?… un escalofrío me recorrió la espalda anticipando… tendría que aceptar todo y callado…
Adamir se puso de pie y se acercó hasta el borde de la cama. Mis músculos comenzaron a tensionarse por su cercanía… volví a sentir que me dolían un poco… esperé… con mi mirada puesta en la cama, esperé lo que iba a pasar…
-. Sal de la cama. Vamos a comer
¿Eso?… ¿en serio?…
Me quedé un momento sin moverme… no sé qué esperaba pero ciertamente algo diferente. De pronto tenía hambre. Caminé desnudo hasta mi ropa… pensé en la estúpida idea de tener que preguntarle qué me pondría pero entonces recordé que todo lo que tenía para vestirme era ropa blanca e igual… no lo miré en ningún momento mientras me cubría con la ropa pero sentía sus ojos sobre mí… Cuando estuve listo quise caminar hacía la puerta y partir… suspiré profundamente justo antes de dar el primer paso… no podía… tenía que esperar su orden… Oh Dios!! Que odioso me iba a resultar todo esto!!!… Apreté los puños y me quedé cabizbajo… esperando nuevamente… lo escuché sonreír… por su forma de respirar supe que se había dado cuenta de lo que yo iba a hacer y le estaba causando mucha gracia.
-. Muy bien Max…- estaba casi alegre… caminaba hasta mi – estas aprendiendo – ahora estaba a mi lado… casi rozándome – pero no es suficiente – su voz cambió… ahora sonaba dura
¿No es suficiente?… ¿acaso no estoy esperando sin mirarte y obedeciendo sin chistar??!!!.. ¿quémás quieres maldito…?!!!
Adamir tomó mi mano que seguía cerrada en un puño apretado y la levanto frente a mi rostro…
-. “Esto”… es un gesto de tu rebeldía Max… – mantenía mi puño cerrado frente a mi cara… – tus boca apretada es otro gesto… tu respiración enfurecida… otro más – entonces soltó mi puño y bruscamente, me levantó la cabeza tirando de mi barbilla hacia arriba
-. No quiero ningún gesto de rebeldía, Maximilian… ninguno- me miraba muy encima y me hablaba molesto…
¿Cómo?!!!… pero eso es imposible de controlar!!!… quise gritárselo, quise decirle que estaba pidiendo imposibles… ¿cómo iba a controlar los gestos que hago sin pensar?!!! Solo salen… no los controlo ni lo hago intencionalmente… Entonces me di cuenta… mi cuerpo entero estaba desafiándolo… mi actitud era de agresividad… podía mantener mi vista hacia abajo pero con mi cuerpo seguía gritándole… no pude evitar sonreír en forma altanera… mi rebeldía se negaba a morir.
Adamir se tomó su tiempo… seguía sin soltarme… repentinamente hizo algo que por alguna razón no me gustó nada… Me soltó y sonrió con una fría calma… esperé…
-. No te demoraste mucho en ganar tu primer castigo Max…- mierda!!! No!!! Pero… No!!yo… adelanté mi cuerpo hacia él aunque no alcancé a llegar a moverme… quería gritarle que era injusto… yo no podía controlar lo que mi instintos naturales me indicaban hacer… era muy injusto!!! Estaba dispuesto a discutir con él y pelear por eso…
-. Esa sonrisa… te va a costar cara-
Me detuve… no podía pelear ni discutir… mucho menos alegar… sería equivalente a pedir más castigos a gritos… ya no era nadie… ahora solo tenía que aceptar… algo resbaloso se formaba en mi garganta… un nudo ciego… no podía tragar… castigo??… sentí miedo… ahora que sabía todo lo que Adamir podía hacerme sentí que me iba a hacer pagar muy caro mi arrogancia… como mierda no pude controlar mi estúpida sonrisa??!!
-. A la vuelta del comedor me recordarás que tengo que castigarte
¿Yo??!!! ¿yo tenía que recordarle??.. hijo de la muy… iba a apretar mis puños nuevamente cuando sentí sus ojos observándome… alto Max… tranquilo.. tranquilo… mi respiración me traicionó… esa no pude controlarla pero los gestos de mi cuerpo si…
-. ¿Me escuchaste?
Adamir me estaba poniendo a prueba. Las palabras se negaban a salir de mi garganta… mi respiración se agitó más aún… quería gritar y golpearlo… tenía que responder… me estaba demorando…
-. Si… amo- respondí en voz baja… las ganas de apretar mis puños y boca eran casi incontrolables… me dolía pronunciar esas palabras…
Me siguió mirando un rato y luego lo vi pasar delante de mí hacia el closet de las cosas pervertidas… mierda!! Por qué me buscaba los problemas??!!! ¿Qué estaba haciendo Adamir?… lo que fuera no sería bueno para mí… esperé y aprovechando un momento en que no me miraba, apreté mi boca y mis puños rápidamente para luego volver a mi rostro normal antes que me viera… con uno de sus castigos ya tenía suficiente…
Caminó de vuelta a mí. Levantó mi pelo y algo frío y duro me abrazó el cuello… el desagradable sonido de las cadenas tintineando me indicó que tenía puesto un collar del cual colgaba una cadena
-. Cuidado Max… quiero un comportamiento ejemplar. No voy a tolerar ninguna falta. ¿Entendido?
-. Si… amo – estaba entendiendo… tuve más ganas de gritar… ya no podía… ahora había nuevas reglas en el juego y tenía que aprender a obedecer… que difícil… que difícil por Dios…
Adamir tiró levemente la cadena y lo seguí… mi orgullo se derretía y quedaba hecho un charco en el piso donde él pudiera pisotearlo todas las veces que quisiera…
No era la primera vez que caminaba en este recinto con una cadena en mi cuello pero si era primera vez que mi actitud era de sumisión… no levantar la vista… no quejarme… no preguntar… seguirlo en silencio. Estaba odiando todo esto, cada minuto que pasaba lo odiaba más.
Nadie me miró en forma especial en el comedor… supongo que cada uno de esos hombres con un chico al lado tenía sus propias formas para dominar a sus esclavos…
Acepté sin un gesto extraño la comida que pusieron delante de mí… bebí lo que me indicó. Estaba luchando todo el rato con las ganas de maldecir, gritar, apretar mis puños o hacer cualquier gesto que delatara lo que en verdad sentía… traté de mantener mi actitud lo más respetuosa posible… no sabía bien cómo… tal vez hubiera sido bueno que Adamir… diablos!! Tengo que aprender a llamarlo “Amo”… sino cualquier día de esto lo llamo por su nombre y… (estuve a punto de sonreír pensando en lo que podría pasar pero me abstuve justo a tiempo… ¿era malo reírse?) Adamir debería decirme donde está el límite entre lo que puedo y no puedo hacer…
Volvimos al dormitorio cuando el sol estaba casi ocultándose en el horizonte… en verdad había dormido mucho y ahora me sentía completamente despierto. Abrió la puerta y me hizo un gesto para que entrara. Dos segundos después sentí un suave tirón en la cadena de mi cuello. Me detuve… la rabia me mordía por dentro… me sentía tratado como un animal… peor que uno… control Max… revisé mi cuerpo en busca de gestos que delataran mi molestia… un esfuerzo para no demostrar nada.
-. ¿Algo que decir, Max? – aun estaba a unos cuantos pasos de mi…
¿Decir?… ¿Qué tenía que decirle?… mi mente se quedó en blanco… pensando… pero no pude record… … mierda!!!ya sé que es lo que me está preguntando… mis dedos comenzaron a encogerse y mi boca a volverse una línea… me detuve justo a tiempo…
-. Me pediste que te recordara que debes… que debes… castigarme
Soltó el collar de mi cuello…
-. ¿Y por qué razón voy a castigarte?
Se giró dándome la espalda y fue hasta el closet a guardar el collar y la cadena.
¿Por qué?… por haberme reído con arrogancia??.. Porque no toleras que te siga desafiando??… porque mi cuerpo te grita lo que yo no puedo con mi voz???
-. Por reírme…- respondí despacio
-. No Max… voy a castigarte por desafiarme con tu risa… por mostrarte altanero y arrogante con tu amo
Todo eso por una sonrisa?… cuál era mi castigo??… no pude evitar un temblor en mi espalda que me recorrió entero el cuerpo… un látigo nuevamente??… o tal vez… no… por favor no… amarrarme nuevamente en la camilla??… me quedé expectante, esperando… llevaba apenas una horas como su esclavo y sentía que lo único que hacía todo el tiempo era esperar y esperar…
-. Esto es parte de tu castigo
Volvió desde el closet con un libro en las manos y lo dejó en la mesa, delante de mí. Miré rápidamente el título y la portada… “Rendición a la Esclavitud Erótica”…más las imágenes de los cuerpos de una pareja que bien podrían ser hombres o mujeres… miré el libro extrañado y luego a Adamir… ¿tenía que leerlo??
– Un capítulo cada semana Max… te lo vas a aprender
Tomé el libro en mis manos… pesado… tenía muchas páginas… y yo odiaba leer. Nunca había sido bueno para ello. ¿Tenía que hacerlo?… Pensé en preguntarle si podía cambiarlo… mejor que me diera otro castigo… pero supuse que eso lo iba a enojar mucho así es que dejé el libro de vuelta… tendría que leer… ¿Cuántas páginas serían un capítulo?… ¿Qué tenía que aprender?
-. Voy a preguntarte cada día viernes sobre el capítulo correspondiente. Tendrás que responder correctamente. Seguramente habrá cosas que no entenderás bien, necesitaras ayuda… puedes preguntarme durante la semana, pero al llegar el día viernes, tienes que sabértelo. ¿Entendido?
Estaba cerca y me hablaba como si se tratara de algo de mucha importancia… odié el libro antes de haberlo abierto siquiera.
– Si… amo
Todavía me costaba… arrastraba la palabra “amo” antes de pronunciarla… era como si se quedara atorada en mi garganta y le costara salir.
– El resto de tu castigo quedará pendiente mientras decido
Adamir observaba mi reacción… ¿Qué estaba esperando?… ¿Qué hiciera alguna estupidez?..
Tomó asiento en el sofá.
-. Ven, Max… vamos a aclarar algunas cosas… siéntate- Me senté en el otro extremo del sofá… aún así estábamos muy cerca – puedes mirarme – lo hice… sus ojos eran fríos
-. ¿Sabes que es lo que espero de ti?
Su pregunta me confundió… hacía tan solo un rato atrás me preguntaba algo parecido
-. No estoy seguro…- respondí despacio… su mirada fija me indicó que no había terminado mi frase como correspondía – … amo- solo entonces se relajó y continuó.
– Bien… voy a explicártelo. Voy a enseñarte a complacer a quien sea tu dueño. Ese será tu único objetivo de ahora en adelante. Aprender a complacer a otra persona… a mí. Todos tus esfuerzos y toda tu voluntad deben estar puestos en lograr mi bienestar y mi placer…
Lo escuchaba hablar tan serio y me parecía una película de terror…o quizás cómica… era tan irreal lo que decía… enseñarme a complacer a otra persona… a complacerlo a él…
-. Un buen esclavo es valorado de gran manera… tiene una vida muy buena, llena de lujos y comodidades
Comencé a prestar un poco de atención… ¿era en serio?… ¿lujos… una buena vida?… si?
– Su amo se esfuerza por mantenerlo contento ya que le produce tanto placer…- Adamir estaba totalmente convencido de lo que me decía – Tú tienes todo lo que se necesita, Maximilian… ponte de pie – le obedecí… – tu cuerpo.. es joven, firme, bien proporcionado y muy atractivo… tu rostro es hermoso también… hay muchas personas allá afuera que pagarían mucho dinero por el simple hecho de poder mirarte y tocarte… solo imagina lo que estarían dispuestos a hacer porque tú los complacieras a ellos de manera perfecta…-
Mi cuerpo hacia eso?… mi cara?…
-. Pero tienes que aprender a hacerlo… no todos pueden… no todos tienen la capacidad de aprender a usar su potencial de seducción y placer
No?… cómo se hace, entonces?… por qué no..?.. alto!!! Un momento!!!.. me estoy dejando llevar por lo que dice… Idiota!! Le estoy creyendo sus palabras… me quedé mirándolo fijamente… ¿Cuánto había de verdad en lo que me estaba diciendo??… estaba jugando conmigo??? miré sus ojos intensamente… necesitaba saber si lo que me decía era verdad… creo que estaba saltándome varias reglas al mirarlo de esta manera tan descarada… dudando de sus palabras… creo que estaba diciéndome la verdad… al menos en sus ojos no había señales de lo contrario… Adamir hablaba en serio
-. Hay reglas Max y debes obedecerlas sin cuestionar. Apréndelas de prisa. No soy muy paciente. Lo primero… quítate la ropa. No quiero volver a verte vestido en mi presencia cuando estemos a solas en este cuarto – me lo dijo con tanta firmeza y seguridad… sonaba a locura creerle… pero por alguna razón supe que no me estaba mintiendo… esperaba que yo hiciera lo que me pedía… que lo complaciera… no era un juego… me estaba quedando claro que todo lo que pasaba en esta isla no era ningún juego.
Me levanté y me quité la ropa… temiendo que en cualquier minuto se arrojara sobre mi y volviera a violarme… pero se mantuvo sentado, observándome… me sentía extraño… con cada prenda que me sacaba quedaba más despojado… vulnerable…
– Dóblala y déjala ordenada sobre ese mueble–
Lo hice… aun desconfiando… mirándolo como sabía que no debía hacerlo… Adamir se puso de pie y se acercó a mi… comencé a temer lo que me iba a pasar…
-. Eres hermoso Max…- su mano, muy despacio, me tocó cerca de mis costillas… cerré los ojos… los apreté en un gesto que no pude controlar…
-. Mírame Maximilian…
Controlé mi respiración… abrí los ojos y lo miré… Adamir estaba tranquilo… muy dueño de su persona… tan cerca… tocándome…
-. Vigila tus gestos…
Su mano subió hasta mis brazos… los levantó y comenzó a doblarlos hasta dejar mis manos apoyadas en la parte posterior de mi cabeza… ¿qué estaba haciendo?
-. Entrecruza tus dedos-
Tomó mis manos y observó atentamente como entrecruzaba mis dedos… lo volvió a mi nuca.
-. Ahora… separa tus piernas…
Tragué saliva… quise preguntar ¿por qué? ¿para qué?.. aaahh diablos!! No podía… solo tenía que hacerlo.
-. Un poco más… eso es… relaja tus hombros… hacia atrás…- empujó mis hombros hacia atrás con sus manos…- levanta tu barbilla…tus ojos… mantén la vista al suelo… espalda muy recta- entonces dio un paso atrás… y me observaba – esto es lo primero que vas aprender… las posiciones básicas… esta es la posición de examen. Recuérdala
Posición de examen… ¿me iba a examinar, entonces?…
-. Voy a tocarte… recuerda controlar tus gestos… no hagas ninguno
Estaba completamente expuesto y en sus manos… me tocaba… mi respiración se aceleraba y eso… no había forma de que pudiera controlarlo… Primero tocó la parte superior de mi cuerpo deteniéndose un momento en mis tetillas… las apretó levemente y tironeó… la sorpresa y el dolor hicieron que no pudiera reprimir un gesto de dolor acompañado de un leve gemido… mis brazos se movieron… me gané una severa mirada de reprobación… no le gustó lo que hice y me lo estaba haciendo saber… había fallado en mi primera intento… supe que me iba a dar una lección… me miraba de frente, su rostro muy cerca del mío… sus dedos tenían mis tetillas entre ellos… tironeaba despacio, luego apretaba, retorcía muy fuerte… entonces se mojaba los dedos con su saliva y masajeaba con suavidad y volvía a hacerlo todo de nuevo… vigilaba mis gestos… no debía moverme… sus dedos comenzaron a presionar muy fuerte… intentaba no demostrar lo mucho que sentía y como me estaba doliendo… miraba al frente… me dolía… quería apretar mis dientes… de pronto sus dedos me aprisionaron demasiado fuerte… fue como una quemadura… sentí que iba a sangrar y a morir del dolor… no pude evitar el gesto en mi cara… simplemente no pude…
Adamir sonrió con frialdad… creo que estaba explorando mis límites… quería saber hasta dónde podía llegar para comenzar conmigo
-. Sensibles… me agrada… pero vas a aprender a controlarlo… trabajaremos en eso
Por fin me soltó… las sentí adoloridas… Sensibles???… por supuesto!!!… si me revientas entre tus dedos… controlarlo… iba a enseñarme.. no quise pensar en cómo lo haría para enseñarme… quería bajar mis manos para tocarme con cuidado…
-. Tus codos, Max… en alto
Inconscientemente había bajado mis brazos quizás con la intención de soltar mis manos, volví a subirlos… su mirada era severa.
Siguió bajando por mi cuerpo… respirar tranquilo… era en lo único que pensaba… respirar tranquilo… sabía que me iba a tocar en mis partes íntimas… de eso se trataba todo esto, no?… ya lo había hecho antes… pero no por ello dejaba de alterarme mucho… bajaba despacio demorándose… esperar… una vez más estaba esperando… no sé exactamente qué era lo queAdamir estaba haciendo pero mi cuerpo comenzó a traicionarme… sentí un fuerte golpe de calor… sus manos se acercaban… me odie… no puedo entender cómo es que odiándolo tanto reacciono cuando sus manos se acercan a mis genitales… no sé qué es lo que hace… sentí una rabia enorme contra mí mismo… y calor… maldito calor en la entrepierna.
ADAMIR
Adamir lo notó justo un poco antes de que sus dedos llegaran a tocarlo… lo sabía… tenía claro que el punto débil de Max iba a ser su propio cuerpo y el placer que experimentaba a pesar de querer evitarlo… a su edad era casi imposible mantener el dominio a menos que tuviera mucha experiencia en el control de sus emociones y Max… no la tenía.
Siguió tocando y presionando con sus dedos en la zona bajo el ombligo… Max intentaba mantener su rostro imperturbable… lo estaba haciendo bien para ser su primera vez… pero no esperaba menos de él.
En un cambio brusco de dirección sus manos se fueron a la parte trasera de Max… el chico sintió el cambio y lo manifestó a través de un ligero estremecimiento de su cuerpo
-. Max… contrólate
Estaba pidiéndole mucho… demasiado para ser su primera vez… pero iba a ser firme y exigente con él… solo porque sabía que Max podía.
Adamir estaba disfrutándolo… los glúteos de Max eran dos globos redondeados y firmes de una increíble textura… a Adamir le gustaba el cuerpo de los hombres… un cuerpo firme, masculino y bien formado le resultaba muy atractivo… el cuerpo de Max le era especialmente excitante desde que lo viera por primera vez… su forma, su color… todo le gustaba… ahora lo estaba tocando como había querido hacerlo desde que lo vio… lo quería tranquilo y dócil… apretó la carne entre sus manos… paso sus dedos despacio en la hendidura entre sus dos glúteos hasta que encontró el anillo de músculos que buscaba… se contraía con cada toque de sus dedos… Max estaba reaccionando… sus ojos miraron su parte delantera… sonrió… buscó un poco más abajo y su mano llegó a la suave piel que cubría sus testículos… los masajeó despacio… sabiendo lo que estaba provocándole… Max definitivamente sentía lo que sus manos estaban haciendo en su cuerpo… el único problema era que él mismo también estaba reaccionando con demasiadas ganas…
CAPITULO 30
Adamir se detuvo… Hoy era sobre Max… comenzaba a enseñarle… tenía un objetivo claro y la fuerte excitación que estaba sintiendo amenazaba con obligarlo a desviarse… quería seguir tocándolo y complacerse en tomarlo ahí mismo… dentro de él se enfrentaron por un instante las ganas de dar rienda suelta a lo que él, como dominante y su amo, quería, y lo que necesitaba hacer para enseñar a su esclavo…
-. Voy a enseñarte otras posiciones
dio un par de pasos alejándose, con el cuerpo en tensión… luego se volvió y lo observó fijamente… absorto en la contemplación. Ver a Maximilian obedeciendo y adoptando una posición de sumisión hacía que su interior se sintiera en llamas… el cuerpo de Max era perfección… su postura… sus piernas separadas… los brazos en alto… su torso recto… sus genitales y su trasero en exhibición… un chiquillo demasiado bonito a sus ojos… lo deseaba… lo quería…
Casi como si estuviera en trance y forzándose en la disciplina de control obtenida luego de tantos años de entrenamiento, Adamir le fue indicando el nombre y las formas a adoptar para otras posiciones diferentes…
-. Posición de espera…
De rodillas, con el traste descansando sobre los talones, las piernas separadas y el torso recto… sus manos abiertas sobre los muslos… mirando hacia el suelo… jamás directamente al amo…
-. Esta es mi señal… apréndela
Hacía un gesto con su mano para expresar la posición deseada…
-. Posición de exhibición…
Aún seguía de rodillas pero esta vez su cuerpo debía quedar completamente recto desde las rodillas hacía arriba… las piernas separadas, su manos entrelazadas en la nuca, los codos en ángulo recto con el torso y sus genitales en perfecta exhibición…
Adamir entendía bien el significado de su voz en el entrenamiento de un esclavo. Por eso, hablaba claro, fuerte y preciso al dar las instrucciones a Max… observaba su rostro… comprendía perfectamente bien lo que estaba pasando por la mente de Max… la lucha que seguir sus órdenes significaba para el chico… no dudaba en dar las indicaciones, le enseñaba y corregía con rapidez… lo tocaba hasta obtener la posición deseada y luego se alejaba… se complacía en contemplarlo largo rato… por un lado era un gusto para sus sentidos recorrer con los ojos las magnificas formas del chico y por otro lado… sabía la humillación que eso causaba al orgullo y al ego de su esclavo… esperaba… pacientemente esperaba y se deleitaba… sabía que obtendría lo que quería… solo que hoy día lo quería de manera muy diferente.
Max interpretaba rápidamente lo que Adamir deseaba que hiciera… sus instrucciones eran claras… en su mente el lío era inmenso… se preguntaba si su cuerpo era capaz de seguir reflejando la rabia y la humillación que sentía al asumir cada una de las posiciones que Adamir le indicaba… seguir sus indicaciones… hacer lo que el amo deseaba, callar lo que sentía…. cuando la instrucción era algo especialmente degradante, Max sentía cortocircuitos entre su cerebro y su cuerpo… parecía que la mente se negaba a dar la orden de moverse a su cuerpo … tenía que forzar el movimiento pensándolo en forma consciente… dominar las horribles ganas de mandar todo a la mierda y abalanzarse sobre él y golpearlo fuerte con sus puños hasta acabar con su voz tan dominante y esa mirada en sus ojos… fija… como si estuviera internándose en su mente y leyendo lo que pensaba… no podía mirarlo directamente pero sentía sus ojos encima como si despidiera rayos que lo tocaban… ¿Qué era lo que miraba tanto?… ¿qué veía cuando lo miraba?… Era extraño… en cierto modo Max se había estado preguntando desde que despertara porqué aún no había sido violado… era lo que esperaba… supuso que en cuanto aceptara que era su esclavo, Adamir lo violaría de todas las formas y maneras posibles… era lo que hacía, no?… esperaba que sucediera cada vez que cambiaba de posición o lo perdía de vista por un segundo… y cada vez que no sucedía y lo veía mantener esa pasmosa tranquilidad y dominio sobre sí mismo… se sorprendía… había aceptado ser su juguete… y entendía que el juego era abusar de él sin que él pudiera protestar… entonces?? ¿Qué estaba esperando?…
– Posición de humildad, Max
A Adamir le resultaba especialmente agradable enseñarle esta posición y el nombre de ella… humildad… algo de lo que Max carecía completamente… era una verdadero desafío a su rebeldía… esto, iba a ser difícil de tragar para Max
– Manos y rodillas en el suelo Max… extiende tus brazos hacia adelante… palmas abiertas hacia adelante… más.. un poco más… tu nariz pegada al piso… y tu culo muy levantado…
Max se detuvo un instante al escuchar lo que Adamir le ordenaba… era como si, en verdad, no pudiera cumplirlo… se negaba a moverse… una verdadera guerra se desataba en su interior… arrodillarse, levantar el culo y tocar el suelo con su rostro?… quedar totalmente expuesto… como si estuviera ofreciéndose… ¿había algo más humillante que eso??…
– Maximilian – Adamir se acercaba – espero obediencia inmediata- la voz era fría, dura… exigente… se daba cuenta que usaba su nombre completo cuando estaba molesto.
Max sintió que las aletas de su nariz se contraían… su cuerpo reclamaba en forma de pequeños espasmos… obedecer… tenía que obedecer… recordó la máscara… la correa con la que lo asfixiaba… el control sobre las partes de su cuerpo… el agua que lo había rodeado… la oscuridad… la cercanía de la muerte.. eso ¿había sido peor?
– Si… amo
agachó el rostro justo antes de que Adamir pudiera ver una lágrima asomando en sus ojos… sentía el calor de su propia ira… tenía que reventar por algún lado y lo hizo en forma de lágrimas… levantó su culo… estiró sus dos brazos… no podía verlo… solo sentirse una puta barata suplicando ser tomada… apretó sus dientes y contrajo todo su rostro… no iba a llorar más… no por culpa de Adamir… en silencio, esperó lo peor
– Junta las manos… que se toquen tus pulgares… estira tus dedos… relaja tus hombros
Se calmó un poco… la voz de Adamir seguía proviniendo del mismo lugar que antes… ¿no se había movido?… se sentía terriblemente inseguro y vulnerable… Cediendo ante la extrema curiosidad intentó levantar el rostro para mirarlo… necesitaba comprobar donde estaba… apenas un pequeño espacio le indicó que Adamir no se había movido… no se acercaba a violarlo… ¿Qué… qué estaba haciendo?
– Espalda recta… vista al suelo
Adamir estuvo a punto de continuar hablando… iba a felicitarlo por la forma en que asumía la posición… simplemente magnífico… todo el cuerpo de Adamir se sentía atraído por el espectáculo que era Max en las diferentes posiciones… sus manos ardían por tocarlo. Se alejó un paso más. Se dejó caer despacio sobre un sillón. Podía alejarse pero no era capaz de quitar sus ojos… subyugado… seducido…
Necesitaba calmarse para poder continuar. No recordaba cuando se había sentido así antes…
– Hay otras reglas. Voy a enumerar las principales, son muchas. Las encontraras detalladas en el libro. Debes aprenderlas
¿Pensaba nombrar las reglas mientras él estaba así?.. diablos!!.. Adamir tenía que estar disfrutando como nunca… verlo así de rendido… contrajo todo su rostro, apretó sus labios, los mordió por dentro… lo imagino sonriendo al verlo humillado… algo cambió dentro de él… podía… si podía aguantar… era fuerte..
– “Si puedo.. no me vas a ganar.. si puedo hacerlo”
de a poco, las palabras se convirtieron en un mantra a repetir…
– No harás nada sin mi permiso, comer, beber, usar el baño, dormir… todo lo que antes te parecía común, deja de serlo. Eres mi esclavo, controlo tu cuerpo y tu vida. Me perteneces…
Max lo escuchaba e iba entendiendo… había elegido esperar a que él estuviera en esa posición intencionalmente… de esa forma entendería mejor lo que significaba perder la libertad… ser nadie… nada.
– Mantendrás tu cuerpo limpio por fuera y por dentro… luego voy a enseñarte cómo hacerlo
Las alarmas de Max sonaron fuertemente en su cabeza… recordaba a la enfermera Cellis y la interminable ronda de enemas cuando recién llegó a la isla… eso era algo que no esperaba… lo odió desde ya…
– Cuando estés a mi lado adoptaras la posición que te indique, caminaras siempre un paso detrás de mí. Pedirás mi permiso para cualquier cosa que desees hacer
Escuchaba… solo escuchaba y trataba de imaginar la expresión de satisfacción en el rostro deAdamir… ¿permiso para todo?… ¿hasta para usar el baño?… cerró los ojos…
– Tendrás un estricto horario que cumplir, horas para ejercicios, natación, leer, ver televisión, escuchar música y aprender otras cosas
Adamir había vuelto a tener el control sobre sí mismo. Aún deslumbrado, pero en control. Se levantó y comenzó a caminar hasta llegar al lado de Max…
– Me perteneces Max… puedo hacer contigo lo que desee… si me complace castigarte, amarrarte, golpearte o azotarte… puedo hacerlo
no pudo resistirlo… tan cerca… tenía que tocarlo… su mano se posó suavemente sobre la cadera en alto de Max…
– No rompas las reglas Maximilian. Estás advertido
Su piel estaba tibia… resbaló su mano despacio acariciando las nalgas…
– Has entendido lo que te dije?
caminó hasta el closet. Era hora de trabajar en serio con Max.
– Entendí. Si… amo- su voz sonaba apagada…
Adamir se detuvo frente al cajón que contenía los dilatadores… Max había tenido en su cuerpo algunos de los más grandes… pero hoy no estaba de ánimo para el sufrimiento… ya había decidido que sería distinto. Tomó uno del tamaño suficiente junto a un par de otras cosas que necesitaría. Su primer pensamiento fue “en la camilla” pero seguramente a Max lo alteraría mucho volver a estar ahí… se giró a verlo… recordó la vez en que Max paseaba sus pies descalzos sobre la alfombra… ¿Qué había sentido Max al tocar la alfombra?… era una pregunta tonta… pero se quitó los zapatos y siguió avanzando con los pies descalzos… sorprendido de la cálida textura y suavidad en sus pies… Adamir volvió a sonreír… miles de veces había pasado sobre la alfombra pero nunca le había parecido interesante como ahora… todo… todo lo que había en esta habitación era interesante en ese momento.
– Ven a mi lado… No… no te levantes… gatea hasta mi…
Tenía motivos para pedirlo… se había sentado en el sillón y no quería que Max estuviera más alto que él en ningún momento… por otra parte… resultaba más humillante de esa manera… un nuevo golpe para la rebeldía de su esclavo… haría todo lo posible, de ahora en adelante, por recordarle a Max su posición de en este lugar… Adamir fijó sus ojos en espera de la respuesta de Max… lo seguía poniendo a prueba… vio el momento de indecisión… la lucha interna de Max… y luego comenzó a moverse…
Pero… pero ¿qué estaba haciendo???
Maximilian llevaba tanto rato conteniéndose y sintiéndose sobrepasado por la furia que tal parecía que se había convertido en su única forma de sentir… se estaba acostumbrando a estar permanentemente furioso… cuando creía que la humillante posición de “zorra expuesta” era lo peor que sucedería en la noche… Adamir lo volvía a sorprender pidiéndole que se desplazara como animal… desnudo y en cuatro patas… ¿Cuántos trucos más tenía para humillarlo y denigrarlo?… miles… seguro que tenía miles… ¿cómo luchaba contra eso??… ¿Cómo podía combatir toda la experiencia de Adamir?… tenía que haber alguna manera…
Se giró despacio… su cabeza gacha… de tanta furia que sentía no se dio cuenta de lo que estaba haciendo… el enojo en cada célula de su cuerpo se manifestaba en sus músculos tensos y firmes… dándole un aire magnífico mientras avanzaba… era como una pantera furiosa que se acercaba a su presa… aún en cuatro patas, era un ejemplar espectacular…
Adamir pensó que no estaba logrando su objetivo… quería quitarle ese barniz de rebeldía y terquedad… lo quería absolutamente dócil y obediente… y si… obedecía… pero no había una gota de docilidad en la forma en que se desplazaba acercándose a él… ¿cómo lograba hacerlo?… era imposible quitarle la vista de encima…
Cuando Max llegó a su lado, Adamir todavía no reaccionaba del todo… mezcla de fascinación y admiración…
Maximilian se detuvo a su lado… el ceño fruncido en el rostro que el amo no podía ver… Los segundos pasaban y Adamir no decía una palabra… no se movía… Max comenzó a sentirse intranquilo… quería mirarlo… saber que pasaba… era muy incómodo estar ahí sin saber a qué atenerse… odiaba esperar en este fastidioso silencio… levantó su rostro apenas y sus ojos intentaron mirar a todos lados… … sobre la mesa pequeña, al costado de Adamir había un dilatador, una lata de lubricante… y protectores… Tragó saliva y su estomago se revolvió… su rostro se descompuso… sabía lo que todo eso significaba… el nivel de tensión y rabia en su cuerpo se volvió casi insoportable… cuando sintió que se ahogaba en su propia frustración, respiró profundamente devolviéndose un poco de tranquilidad… ¿Por qué diablos le sorprendía tanto si había sabido siempre que iba a terminar violándolo, más tarde o más temprano, esa misma noche?… ¿si era a eso a lo que había accedido cuando se pronunció su esclavo?… la espera se volvió más desagradable… ahora que sabía en que terminaría dentro de unos segundos, su cuerpo y su mente estaban sufriendo por anticipado…
Adamir estaba de vuelta… más seguro que nunca de que su intuición, al escoger a Max, había sido acertada… era hermoso…
– Separa tus piernas…- ordenó
( Max repetía en su mente…“Si puedo.. no me vas a ganar.. si puedo hacerlo” )
– ¿Me escuchaste?- Adamir se impacientaba… no soportaba que un esclavo se demorara en cumplir sus órdenes
– Si… amo-
Cuando Max movió sus piernas, una de ellas entró en contacto con la pierna de Adamir… quiso moverse pero la mano del amo, posándose fieramente en su piel, se lo impidió… Adamir sujetó la pierna de Max a la altura del muslo, justo sobre la rodilla… apoyada contra la suya.
Max se estremeció… no quería demostrar miedo… no quería que se diera cuenta del estado en que estaba… pero su cuerpo se rebelaba y rechazaba el contacto… Max se forzó a mantenerse quieto… sus dientes estaban tan apretados que la mandíbula comenzaba a doler
“Solo es piel… he tocado tantas” Adamir trataba de encontrar en su mente una explicación lógica… no tenía sentido que solo tocar esa piel le provocara tanto agrado… “solo es su piel…”
Su mano se movía despacio por la pierna de Max… ascendía por la parte interna del muslo… era tan bueno poder tocarlo por fin… lo deseaba hacía rato…. se sintió en libertad de hacerlo… le pertenecía… era su esclavo… para lo que él quisiera.
Esta vez no hubo rodeos ni vueltas para llegar a su objetivo. Hundió sus dedos en la lata de lubricante… ante él, exhibiéndose, estaba el culo de su esclavo y su entrada casi virgen… él había sido el único que había traspasado ese punto… Pensó en las veces anteriores… forzadas y violentas… igual le habían producido placer… pero hoy iba a ser diferente… hoy tenía todo el tiempo que deseara para derribar esas barreras de Max… para enseñarle… “no hay arma más poderosa que el placer”…
Comenzó despacio, masajeando en el área externa… Max estaba tenso y Adamir lo podía percibir… se movía con paciencia y perfectos movimientos… su dedo pulgar sabía cómo tocar y estimular alrededor esa zona… que presión aplicar… relajando… agradando… su propósito era provocar placer en Max… y él sabía mucho de eso. Su otra mano empezó a vagar por el resto del cuerpo de Max… acariciaba todo su hermosa piel… era delicioso tenerlo así… a su completa disposición y en perfecto silencio y obediencia… Adamir estaba disfrutando mucho de algo tan simple como lo que estaba haciendo… disfrutando de verdad, tocar a Max de manera tan íntima…
Max estaba preparado para la violencia y la agresividad… nada podría haberlo confundido más que lo que Adamir estaba haciendo ahora… al principio se asustó… sentía su dedo en la zona cerca de su ano… ¿Por qué estaba haciendo eso?… esperó intranquilo a que llegara el dolor… pero no llegaba… en vez de eso, se movía lento, paciente… provocando una sensación que se sentía… mierda.. no!!! era casi agradable… iba creando una estela de calor… no esperaba esta especie de caricia… esperaba dolor brutal… esto era desconcertante… y esa otra mano que avanzaba despacio por su espalda, con los dedos que seguían la forma de sus propios músculos… se detenía en el cuello… con movimientos cálidos y gentiles… de pronto bien marcados… Max se dio cuenta que, pasados unos minutos, había comenzado a sentirse diferente… estaba consciente de todos los movimientos de Adamir, de la suave alfombra bajo sus manos y rodillas… del relajamiento que comenzaba a sentir… no… no… ¿qué le estaba haciendo?… los minutos seguían pasando… esto era… inusual… el dedo cerca de su ano lo estaban turbando… enredando… lentamente. Sin ninguna prisa, Adamir se iba acercando hacia su agujero… Max sabía hacia donde iba todo esto, no le cabía ninguna duda… es solo que… no tenía que ser así… no quería que fuera así… estaba molesto… no quería sentir lo que le estaba causando… era como si en su cerebro la rabia hubiera comenzado a dormirse y relajarse… como si esto fuera… aaahhh… su respiración comenzó a agitarse y en un movimiento completamente involuntario su cuerpo se sacudió, el anillo de músculos en su culo se contrajo violentamente y un intenso calor se instaló en sus genitales… una singular debilidad viajó por sus extremidades y su cuerpo tembló levemente…
– Está bien, Max… todo está bien…
su voz sonaba tranquila… cercana… Bien?.. no… no estaba bien… no lo estaba…
La mano libre de Adamir bajaba hacia sus genitales… no quería… se iba a dar cuenta de lo que le estaba pasando… de cómo su pene se había llenado completamente y tenía una erección… sintió aun más calor en su cuerpo… era un malito crío idiota… Por Dios!!! ¿cómo no podía controlarse??!!
En el mismo instante en que la mano de Adamir atrapó su polla, envolviéndola y masajeando… el dedo en su culo ingresó suavemente en su interior, sin ninguna barrera ni impedimento…
La mezcla de movimientos precisos que Adamir hizo en su cuerpo fueron un fuerte estímulo para Max… no podía negarlo… su cuerpo estaba demostrándolo… lo atacaba en todos los frentes… lo sorprendía… lo incitaba… lo aturdía.
Adamir notó el temblor de Max en sus brazos y piernas… como, el cuerpo frente a él, estaba completamente estimulado y excitado… su propia excitación se volvía evidente… su miembro adquiría volumen dentro de su ropa interior… tenía ya dos dedos dentro de Max que había entrado sin forzar… los quitó con suavidad… tomó el dildo y lo preparó… lo usó para penetrar a Max con lentitud, sin encontrar resistencia… solo una perturbación en la respiración de Max… pero entendió que todo estaba resultando bien. Cuando lo hubo entrado completamente, remató la acción con una larga caricia en su culo… erótica y provocativa… activando el perineo y rozando sus bolas…
– Levántate
Las palabras interrumpieron todo lo que Max estaba sintiendo… el calor en su cuerpo se había vuelto muy intenso y sentía su mente nublada… se demoró unos segundos en entender lo que le ordenaba… levantarse… de pie… pisaba firme y controlaba el peso en cada pierna… llevaba mucho rato arrodillado y además… todo eso que le estaba haciendo sentir… un hormigueo recorría sus piernas y su vientre… ahora estaba altamente excitado… su pene duro y caliente… en sus mejillas, un intenso bochorno atestiguaba la vergüenza y la molestia que experimentaba en partes iguales…
Adamir se levantó… demoró pocos segundos en quitarse la ropa…
Max miró sin levantar la cabeza, protegido por su pelo… odiaba la visión de otro hombre desnudo… ya había visto a Adamir con anterioridad… sabía cómo era su cuerpo… no supo entender porque lo quedó mirando como si lo viera por primera vez…
Adamir cruzó uno de sus brazos, brusco y posesivo, por la cintura del menor y lo atrajo hacia él… quería sentir todo el cuerpo de Max pegado al suyo… las pieles en contacto… húmedas… calientes… sin violencia de por medio… Max sin moverse… quieto…
Max volvía a sorprenderse… y a confundirse… todo lo que había pasado durante los últimos minutos lo había excitado y sentía que estaba turbado… se sentía una hoja mecida por el viento en manos de Adamir… estaba haciendo con él lo que se le daba la gana… no esperaba que fuera así… no quería que fuera así… entonces fue consciente de que Adamir estaba excitado… mierda… él también. Sintió el grosor de la polla de Adamir contra su cuerpo… imaginó que dentro de unos segundos esa polla estaría partiéndole el culo… su respiración fue casi un jadeo nervioso y el gesto de temor en su rostro fue incontrolable… pero entonces Adamir lo desconcertó una vez más…
El brazo del amo mantenía un agarre firme del cuerpo de Maximilian… lo apretaba contra el suyo… Adamir le buscó el cuello, quitó despacio el pelo y lo besó… al principio, con una delicadeza que le resultaba desconocida a Max… no lo creía capaz de esta sutileza… de esta caricia tan exquisita… subía despacio por su cuello… por la línea de la mandíbula… levantaba su rostro al empujar con sus labios… y lo estrechaba aún mas contra su cuerpo… se apasionaba besando su piel… su mano libre, al contrario, se había enredado en sus genitales y le hacia una caricia ruda e incitante… La respiración de Max eran casi jadeos… su corazón, una bomba de tiempo…
Adamir se movía despacio… como una serpiente que envolvía cuidadosamente a su víctima… lo seducía con sus caricias y le anulaba toda lógica convirtiendo en un animal lleno de fuertes deseos…
Max no sabía qué hacer con sus manos ni con su cuerpo… sentía el dildo moverse en su culo cada vez que un beso de Adamir lo obligaba a contraerse… cada vez que una caricia desataba un hervidero de emociones nuevas… sabía lo que su propio cuerpo le estaba pidiendo a gritos… pero no iba a mover un dedo para tocarlo… no… NO!!! Estaban tan cerca… tan pegados… Adamir le buscó los ojos…
– Compláceme Max…
La mano del amo empujo con firmeza. Max cayó de rodillas sobre el sillón, de espalda a Adamir… el amo empujó sus hombros hasta dejarlo semi doblado y con el culo expuesto… Adamir no se separaba ni un momento de su piel… sus manos se multiplicaban sobre su cuerpo y estaban en todas partes… una de ellas tiraba del dildo y sobre estimulaba su ano al quitarlo…
Max cerró los ojos… Adamir no podía verle el rostro… cerró los ojos fuertemente y abrió la boca… desconoció el ruido de su propia respiración… tragaba aire a raudales pero no lograba enfriar su cuerpo enardecido, su pene, el foco principal de sensaciones… deseaba el roce, contra el sillón, contra su brazo… contra la mano de Adamir… lo necesitaba… la presión se acumulaba. Por el momento de quietud que siguió, Max dedujo que Adamir estaba poniéndose un preservativo… luego, lo sintió caliente contra su entrada… se quedo quieto… demasiado quieto.
Adamir no empujó de inmediato… tenía el control… solo presionó lo suficiente para hacerle saber que estaba ahí y lo deseaba… Había algo muy hermoso en Max tranquilo… en ese cuerpo obligado a ofrecerse sobre el sillón… estiró su mano hasta la cabeza de Max y tomó fuertemente un grueso puñado de su pelo… tiro despacio hacia atrás, obligándolo a levantar la cabeza… a mostrarle su rostro y a dejar su cuello expuesto… se tomó el tiempo para dejar un beso en su hombro derecho y morder su espalda… miró su cara.,. su expresión… lo había conseguido… Max estaba embriagado de excitación… quiso abrazarlo… sentirlo con todo su cuerpo… apretarlo con fuerzas… era tan bello… en la cabeza de su miembro sentía la entrada de Max contraerse… abrirse a la suave presión que él ejercía y luego cerrarse violentamente… puro instinto… puro deseo… con ambas manos separó sus glúteos y presionó un poco mas fuerte
Max respiró aliviado… la espera lo estaba enloqueciendo… Adamir lo estaba penetrando… estaba sucediendo… tan diferente a todo lo que había pensado… podía sentir como su recto se iba llenando y adaptando… sentía presión… cómo su ano se abría… podía sentirlo todo… ¿Por qué no sentía dolor?… completamente confundido… totalmente excitado…
Cuando terminó de entrar, Adamir liberó sus manos que se fueron de inmediato hacia el miembro de Max…
Fue totalmente involuntario… es que… lo estaba deseando desde hacia tanto rato… no servía como excusa… no tenía como explicarlo… pero… ni siquiera se dio cuenta… solo respiró un poco más fuerte a causa del placer provocado por las manos en su pene y un gemido acompañó al aire que exhalaba… el liquido blanco salió disparado de su pene dejándole olas calientes de placer… sacudiendo su cuerpo… eyaculaba en las manos de Adamir… su cuerpo experimentaba una deliciosa sensación de liberación… de genuino placer…
Adamir detuvo sus movimientos por solo una décima de segundo al escucharlo… supo entender lo que estaba sucediendo… no dijo ni hizo nada… no detuvo sus movimientos… solo espero a que el liquido caliente manchara sus manos… Quería sentir las emociones que pasaban por el cuerpo de su esclavo…
Max no vio como se le ensanchaba la sonrisa de satisfacción que tenía en el rostro desde que comenzara a tocarlo… Max tembló, todo su cuerpo tenso y luego… Adamir continuó su tarea con renovado entusiasmo. Estaba en Max… por primera vez sin dolor ni violencia… sin forcejear… sin daño… lo había penetrado hasta el fondo sin que su cuerpo lo rechazara… Muy pronto obtuvo lo que buscaba… lo estrechó con fuerzas al sentir que su propia eyaculación comenzaba… un momento de intenso placer… dentro de Max… Se aferró a su cuerpo… lo abrazaba… necesitaba abrazarlo… tenerlo muy junto… un instante de pura magia… Fue extraño como en ese preciso instante, Adamir se encontró deseando tener cerca suyo la boca de Max… quiso besarlo… poseerlo por completo… su cuerpo, incluyendo su boca…
La liberación de la tensión sexual hizo que el cuerpo de Max no resistiera más seguir en esa posición… no supo si estaba bien o mal lo que estaba haciendo… pero en cuanto Adamir abandonó su cuerpo Max se dejó caer sobre el sillón.. extenuado física y mentalmente… estaba en blanco… confundido… no entendía nada de lo que había pasado… de lo que había sentido… solo sabía que si no estuviera muriendo de cansancio habría querido patear y chillar, golpearse a sí mismo por ser tan estúpido…
Adamir se quitó el preservativo y lo arrojó a la basura. Secó sus manos. Aún desnudo se sentó al lado de Max…
Todo había resultado bien… muy bien. Max conocía ahora una forma diferente de acto sexual… una en la que ambos disfrutaban… sabía que estaba confundido y enojado porque su cuerpo joven lo había traicionado… él se había encargado de llevarlo a ese punto… Debería dejarlo tranquilo ahora para que descansara y pudiera pensar… eso era un problema… seguía teniendo unas ganas locas de abrazarlo y buscarle la boca… de seguir juntos…
Adamir ni siquiera se preguntó por qué lo quería… no recordó que él nunca besaba a sus esclavos… muy rara vez unía su boca y su lengua con alguien que no fuera verdaderamente especial… por supuesto que si sabía de contención, de palabras dulces y caricias que tranquilizaban a un esclavo luego de someterlo a tanto estress… pero no era eso lo que quería de Max… era mucho más que eso.
Estiró sus manos y atrapó a Max en un abrazo. Era el amo y lo que quisiera podía hacerlo. Sintió la resistencia de Max pero no le importó. Tiró de él hasta tenerlo pegado a su cuerpo. Lo sujetó con un brazo y con un movimiento brusco tomó su barbilla y le levantó la cara. Los ojos de Max… su expresión… Posó sus ojos en los labios… Sació todas sus ganas de besarlo… unió sus labios sin pensar lo que hacía… lo quería y punto… era suyo… era delicioso…