Giovanni 2

Capítulo 13.  

 

Cambios

El primer cambio al que debí haber prestado más atención sucedió a principios de julio y fue la aparición de un computador en el departamento. Llegué una noche después de clases y Francisco ya estaba en el departamento. Un computador nuevo, encendido, estaba sobre la mesa del comedor.

–         ¿Y eso?

–         ¿Te gusta? – estaba entusiasmado

Nos entretuvimos usándolo. Era de excelente marca y muy caro. No le dije nada. Solo pensé que ya estaba cansado de no tener un computador y había gastado parte de sus ahorros en comprarlo.

El segundo suceso que debió haberme abierto los ojos pasó justo frente a mi, pero no fui capaz de entenderlo. El departamento se había convertido en mi casa, el lugar donde pasaba más tiempo, aunque igual compartíamos mucho con mi mamá y Gianna.  De tanto entrar y salir ya había aprendido a conocer a nuestros vecinos en el piso, el edificio en general y hasta la cuadra. Una noche, al abrirse las puertas del ascensor en el piso 9, me encontré de frente a una mujer mayor, elegante a la que no había visto nunca. Se sorprendió al verme y me sonrió. Sentí que me miraba de manera insistente, como si me conociera. Salí del ascensor y caminé hasta la puerta del 908.  Ella entró al ascensor pero no apretó el botón para cerrar la puerta de inmediato. Me volví a mirarla y sólo entonces la puerta del ascensor se cerró.  Me olvidé del incidente en cuanto crucé la puerta y encontré a Francisco con cara de tristeza y los ojos con evidentes señales de haber llorado.  No necesitaba preguntarle. Llevaba más de un año sin ver a su familia.  Deje mis cosas tiradas y lo abracé acariciándolo. Incluso su rostro triste era de una impresionante hermosura.

A veces tenía la sensación de que esta ciudad pequeña, su trabajo y la falta de su familia y amigos le hacían la vida muy difícil. Creo que yo era la única alegría en su vida.

El tercer indicio fue a fines de Agosto. Llovía a cántaros y hacía frío. Francisco estaba trabajando y yo necesitaba levantarme pero tenía mucha flojera. Me sentía tan bien en nuestra cama con evidentes señales de actividad sexual y su olor aún en la almohada. No quería levantarme.  Vencí mi resistencia y me dirigí a la ducha. Al pasar frente al closet tiré de una toalla y sentí que algo caía al piso.  Era una caja de metal que no había visto antes. Se abrió al caer y varios papeles en su interior quedaron regados por el suelo. Me agaché a recogerlos. El pasaporte de Francisco estaba entre ellos, el resto eran papeles escritos en Inglés. Miré la foto del pasaporte y me di cuenta que era reciente. Me quedé desconcertado mirándolo y decidí preguntarle mas tarde.

Me contesto una estupidez y yo le creí. Dijo que en su familia acostumbraban a tener los pasaportes siempre listos para viajar y que él solo quería seguir con esa costumbre. Todos aquellos papeles en la caja eran información sobre obras de teatro y otras cosas que le gustaban. Debí prestar más atención a sus ojos, a sus gestos nerviosos y a la forma en que desviaba la conversación y me distraía abrazándome, besándome y haciéndome el amor con excesiva pasión …  como si estuviera despidiéndose.

Capítulo 14 

 

2 de Septiembre

Fue el segundo día de Septiembre. El invierno comenzaba a ceder y el sol apenas calentaba. Francisco había tenido varios días libres esa semana y había decidido ordenar sus cosas. Yo no era muy amigo del orden pero así y todo lo ayudé durante las horas en que no estaba en clases. Nuestras sesiones de orden no duraban mucho rato… terminábamos enlazados en el suelo, en el sofá, en la cama, todos los rincones del departamento sirvieron para brindarnos placer. Francisco parecía inagotable y su cariño hacia mi era especial en esos días. Después del sexo, me abrazaba con mucha ternura y me repetía una y otra vez que me amaba. Me sentía dichoso.

Abrí la puerta del departamento y me sorprendí al encontrarlo a oscuras. Prendí la luz… tal vez debería haber dado la vuelta y salir corriendo. Comprendí al instante lo que había sucedido.  Estaban los muebles pero no estaba él ni estaban sus cosas. Aunque en el fondo de mi ser lo sabía con certeza, corrí al dormitorio esperando verlo. El closet estaba casi vacío, sus ropas habían desaparecido. Lo llamé a gritos. Como estúpido lo busqué en el baño, en la cocina, bajé al primer piso, recorrí la calle gritando su nombre…  Volví al departamento mareado de miedo, de verdadero miedo.

Las cartas estaban sobre la cama. Una dirigida a mi, otra a su padre.  Abrí la carta a mi nombre con verdadero terror

Giovanni, mi niño, mi amor.

 

No puedo mirarte a los ojos y decirte que me voy. No se como explicártelo, No puedo ni quiero ver el dolor en tu hermosa cara. Soy un cobarde. Te amo con locura mi niño pero ya no soporto la vida en este lugar. Tengo una oportunidad., es la única que voy a tener en mi vida y tengo que aprovecharla. Me voy fuera del país y no voy a volver. Soy una mierda, lo sé.. No espero que me perdones por que yo no me puedo perdonar por lo que te hago.  Me llevo tu sonrisa y tu dulzura conmigo. No sé si me alcanzarán para sobrevivir tu ausencia. Eres lo mejor que me ha pasado en mi vida, soy yo el que más pierde, pero aquí no tengo vida ni futuro… tengo que salir de este hoyo.

Te voy a llevar en mi corazón toda la vida mi dulce niño,

                                    Francisco.

 

Caí de rodillas al suelo. Podía sentir como cada pedazo de mi cuerpo se trizaba y se quebraba con un dolor insoportable. No podía respirar, ni moverme, ni siquiera podía llorar. Me llevé las manos al pecho… que dolor. Me golpee la cabeza contra la pared solo para sentir algo diferente al dolor que me quemaba dentro y no dejaba pasar el aire a mis pulmones. Me quede acurrucado en el suelo, meciéndome, con la carta del infierno pegada a mi corazón hasta que por fin las lágrimas acudieron a mis ojos… Grite su nombre muchas veces…no sé cuanto rato lloré. No recuerdo cuando amaneció ni en que momento me quedé dormido sólo para despertar pensando que había sido una pesadilla y volver a revivir el intenso dolor al darme cuenta que era la realidad.  Recordé mi teléfono y marqué su número. El teléfono sonó en el baño… estaba en el cesto de la basura. Lo estrellé contra la pared y saltó en mil pedazos.., hice lo mismo con cada cosa que encontré mientras gritaba mi desesperación, golpee y patee las pared del dormitorio hasta romperla, destrocé casi todo lo que toqué. El dolor que me causó se sintió bien. Volví a acurrucarme en el suelo, contra la cajonera en la que hacíamos el amor, completamente a oscuras. Todavía me costaba respirar. Escuchaba los ruidos de la calle, del pasillo… me quedé esperando a que se abriera la puerta y entrara él a devolverme mi vida pero nunca entró. Volvió a oscurecerse afuera.  ¿En verdad… podías irte así, sin más?.. ¿cómo ibas a respirar tu también?, ¿puedes respirar sin mi? Hice un esfuerzo y me concentré solamente en respirar sin que me doliera. Tenía sed pero no me moví. Me perdí entre los ratos dormido y el llanto que acudía a mis ojos en cuanto los abría. Quería escapar de allí, correr hasta desmayarme y ojala no despertar nunca más pero me quede hecho un ovillo en el suelo. No… no podía ser cierto… No Francisco.. no se como vivir sin ti.

¿Cuánto dolor puede resistir el cuerpo humano antes de apagarse para siempre?… me quedé esperando apagarme, sabía que mi corazón en cualquier momento se iba a detener para siempre …. esperé a que sucediera.

Al tercer día mi hermana golpeo la puerta del departamento hasta casi derribarla. Me levanté como un autómata solo porque escuchaba mi nombre y tuve un momento de lucidez. Me costaba caminar. Abrí la puerta. No se que aspecto tenía pero la cara de Gianna fue de verdadero susto al verme. Me empujo dentro y cerró la puerta. Me sujetó y me llevó al sofá. ¿Cuántas lágrimas tiene un cuerpo?… parecían inagotables. No se detenían jamás.

– ¿Qué pasó? ¿dónde está Francisco? 

Le pasé la carta, aún no podía hablar. Su cara iba de mal en peor. Nos abrazamos. Ella también lloró conmigo

– Giovanni…. Giovanni… no entiendo –

A la fuerza me llevó de vuelta a la casa, me alimentaron entre las dos y me hicieron tragar algún tipo de tranquilizante. Lloramos juntos y me dejaron en mi antigua habitación con la puerta abierta mientras yo dormía a saltos y ambas se turnaban para vigilarme.  Y tenían razón.  No sé cuantos días pasaron pero ya no soportaba el dolor de abrir los ojos y ver de nuevo el sol, el inmenso vacío que había dentro de mi, la urgencia, la necesidad de él. Me encerré en el baño decidido. Le dí la bienvenida al dolor físico en mis muñecas mientras sentía como la sangre roja y caliente me mojaba las manos y dejaba una mancha en el piso.

Capítulo 15. 

 

6 Años después.

– Marcos llamó nuevamente, insiste en hablar contigo ahora mismo

La asistente del set llega con una nota que le entrega a Giovanni, esta coqueteando con él. En el canal de televisión todos saben que él es la pareja de Marcos, pero eso no evita que tanto mujeres como hombres intenten conquistarlo. Lleva ya 4 años en la ciudad y aún no puede entenderlo. Pareciera que el hecho de ser gay atrae a las personas en vez de alejarlas. Marcos es uno de los actores más famosos de la televisión en el país, además de una buena persona. Ahora quiere que Giovanni vuelva a escribir su parte en una escena. Toma el celular y llama a Marcos. Él contesta luego del primer timbre.

Giovanni abandona el set donde se están terminando de filmar las últimas escenas de la primera telenovela escrita completamente por él. Las  tres historias anteriores fueron colaboraciones con autores ya conocidos, todo gracias a la intervención de Marcos, pero esta es solo suya y los ejecutivos del canal están felices con él.   Sube a su auto nuevo, regalo de Marcos, y se dirige al departamento que compró hace ya casi un mes. Los brazaletes y cordones trenzados de cuero y plata que cuelgan de sus muñecas tintinean mientras conduce. Siempre los usa. Sus brazos nunca están desnudos. No quiere que nadie le pregunte por las cicatrices.

El departamento no es demasiado grande pero es amplio y de grandes espacios, además, tiene una excelente ubicación y una vista preciosa a la cordillera de los Andes. En una de las habitaciones está instalado su estudio donde últimamente pasa la mayor parte del tiempo haciendo lo que más le gusta en el mundo, escribiendo. Todo esta prolijamente ordenado. No quedan rastro del chico desordenado de años atrás.

Suena su celular. Es Gianna para recordarle que el próximo fin de semana es el bautizo de su hija menor, y tiene que asistir. Es el padrino. Tiene que recordar comprar un regalo e invitar a Marcos. Gianna también vive en Santiago con su familia y ambos mantienen una relación muy cercana. Su mamá falleció hace dos años atrás.

Se ducha y cambia de ropa. Su closet ocupa más de la mitad del espacio de su dormitorio.  Unos minutos antes de las 8 vuelve a salir hacia el restaurant de moda en la ciudad donde han quedado de reunirse. 

La llegada de Giovanni al restaurant no pasa desapercibida.  Viste un terno oscuro de diseñador, camisa igual acompañado de una corbata muy llamativa, un pañuelo de seda de colores cuelga de sus caderas a modo de cinturón y varias cadenas tintinean en su cuello además de los infaltables brazaletes en sus brazos.  El movimiento de su pelo rubio, largo, su caminar elástico y seguro, acompañados de su belleza natural atraen la atención del público. Gafas oscuras ocultan sus hermosos ojos verdes.  Algunas personas se vuelven a mirarlo, lo reconocen, cuchichean mientras él camina y algunas más osadas lo llaman y lo saludan por su nombre. El avanza indiferente. Unos minutos mas tarde entra Marcos y provoca un revuelo aún mayor. Al verlos juntos en la misma mesa, varias personas sacan sus celulares y llueven los flash sobre ellos hasta que Giovanni vuelve la cabeza hacia otro lado y Marcos levanta su mano pidiendo tranquilidad. Los rumores sobre ellos circulan desde hace tanto tiempo.  La calma vuelve al local, pero las miradas continúan sobre ellos.

– Lo siento – dice Marcos mientras toma el menú – ya se lo mucho que te molesta. 

Giovanni se encoge de hombros, en realidad no le molesta, no le importa.

– A ti te encanta, ¿no? – Marcos adora la publicidad, le encanta estar en los diarios y revistas, posar para los fotógrafos y es mejor aún cuando su atractiva pareja está también en las fotos.  Se habla sobre ellos dos, pero se habla desde hace tantos años que ya todos parecen haber aceptado su condición diferente.

– Es por la teleserie – explica Marcos no muy convencido.

Como siempre, está preocupado de no incomodar a Giovanni. Sabe que no le gusta mucho salir en público, aunque ahora está más preocupado de otras cosas.  Últimamente Giovanni está levantando vuelo por su cuenta, ya no se lo reconoce solamente como “la pareja de Marcos” en el ambiente televisivo sino que ahora lo están llamando “la joven promesa de escritor”. Marcos no está seguro si le agradan todos los cambios. Llevan casi 4 años juntos. Giovanni ha crecido y se ha desarrollado bajo su alero y justo ahí es donde Marcos quiere mantenerlo. No esta contento con el cambio de casa de Giovanni, aunque se abstiene de decírselo y la petición del canal para que él presente otro guión para una nueva teleserie lo tiene… preocupado. Contento si, por supuesto, después de todo ha sido él mismo quien lo ha llevado hasta donde está, pero el súbito aire de independencia… no termina de agradarle.

Terminaron de cenar temprano y cada uno en su auto se retiro a la casona de Marcos en el barrio alto de la ciudad. Giovanni hubiera preferido quedarse en su departamento nuevo, se siente feliz de poseer algo propio, solo suyo, ganado  por si mismo, por primera vez en su vida. Sólo Giannay Marcos han entrado a ese lugar.  Mariana le sigue prometiendo que “cualquier día va a ir a conocerlo”, pero aún no llega.  Este departamento es su refugio. Allí es donde se quita las máscaras que usa a diario y vuelve a ser él mismo. Pero Marcos insiste en que vuelva con él esa noche y Giovanni accede.

El dormitorio de Marcos es inmenso y esta decorado de manera exquisita al igual que toda la casa. Giovanni conoce la casa de memoria, conoce todos los rincones y secretos de esta casa. Le gusta este lugar grande y elegante donde Marcos lo ha tratado con tanto cariño y lo ha hecho sentir bien. En la quietud de la noche, acompañados por el ritmo de una melodía soul, se escuchan los sonidos de sus voces. Sus figuras se distinguen en el borde de la cama.  Giovanni esta sentado, con el cuerpo hacia atrás y los brazos apoyados en la cama y Marcos esta arrodillado frente a él, entre sus piernas. En los ojos de Marcos hay deseo y adoración. Llevan juntos cuatro años, Marcos ha hecho todo lo que ha estado a su alcance por hacerlo feliz. Marcos aun no logra poseer completamente a Giovanni.

Capítulo 16.

 

La carta.

 (6 años atrás)

Gianna y su mamá lo encontraron al mismo tiempo. Sólo quería seguir adormecido, sentía frío pero no importaba porque el sentimiento de tranquilidad, de vacío era mayor. Se le escapaba la vida y se sentía bien. No recuerda más hasta despertar en el hospital mucho más tarde.

Cuando ya se recuperó y pudo volver a sostenerse en pie, volvió al departamento que ambos compartían. Tenía que volver, tal vez con la esperanza inútil de encontrarlo o tal vez para despedirse de la felicidad que se le había escapado sin darse cuenta. Desde el momento en que se acercaron al edificio todo parecía un sueño que estaba viviendo alguien más, eran sus pies los que lo llevaban y eran sus manos las que sostenían la llave y abrían la puerta, pero seguía sin parecer real.  Gianna lo acompaño, no quería dejarlo solo ni un momento pero él le pidió que esperara fuera. Le prometió que no haría nada estúpido. Ella entendió.  Entró con el corazón encogido de angustia,  recorrió el departamento con la vista, esperando verlo… en cada rincón de aquel lugar había una sonrisa de Francisco, aún podía sentir su olor, su mirada, sus manos que lo habían tocado, su voz que le había dicho que lo amaba…  se demoró mucho en recoger unas cuantas cosas muy elegidas y entonces volvió a ver la carta que Francisco había dejado para su padre. La guardó junto a los recuerdos que se llevaba. Paso sus manos por última vez por la cama, la cajonera, el sofá… se secó las lágrimas de un manotazo y con el corazón hecho mierda dejó la llave sobre la mesita redonda y salió del departamento para siempre.

Volvió a una vida casi normal, excepto por la perenne compañía de Gianna, su mamá y hasta Pablo, que no lo dejaban nunca solo. Pablo había escuchado toda la historia, como toda la escuela y mucha gente más en la ciudad, y pero siguió siendo su amigo.

– Hombre, mientras no te guste yo… – le dijo mientras se sentaba y se quedaba acompañándolo.

Hablaba, respiraba, comía y dormía sólo por que alguien le indicaba que tenía que hacerlo. El llanto no, eso era otra cosa, ese acudía solo a sus ojos a la menor provocación. La carta de Francisco a su padre seguía esperando en un cajón del closet. Se sentía como un incendio que nunca terminaba de arder pero que lo quemaba cada vez que la veía. Hasta que un día habló conGianna. Tenía que entregar esa carta.  Partieron a Santiago un viernes en la noche. Apenas habló durante el camino pero últimamente era así siempre. Hablaba poco, comía poco, se movía poco y suspiraba mucho.

La dirección de la casa estaba claramente escrita en el sobre. El taxi los dejó justo frente a las altas rejas que protegían la casa.

– Tengo una carta para Don Jaime – explicó Giovanni – debo entregársela personalmente

Los hicieron pasar a uno de los varios salones de una enorme casa. Tenia ventanales grandes que daban al jardín y a una gran piscina… la piscina donde aquel monstruo había… un escalofríos le recorrió la espalda al recordarlo y se pudo imaginar a Francisco cuando….

El papá de Francisco entró a la sala. Las piernas de Giovanni se doblaron un poco, pensó que no lo sostendrían. El hombre era una versión mayor de su hijo pero el parecido era muy notorio. Gianna lo sujeto del brazo.

– Tengo una carta para usted de su hijo Francisco

La sorpresa y la desconfianza del padre se hicieron evidentes. Quiso saber todos los detalles antes de recibir el sobre. Giovanni no dudo un segundo en contarle toda la historia, incluso a través del velo de lagrimas que le cortaban el relato de cuando en cuando. Él hombre mayor escuchó en silencio. Su cara no reflejaba mucho el torrente de emociones que lo invadía por dentro. No era nada fácil escuchar a este muchachito hablar de su hijo de esa manera, pero creía su historia. Extendió su mano, recibió el sobre y lo miró detenidamente.

Desde un costado de la puerta se abrió paso la mamá de Francisco. Había escuchado todo pero ella ya sabía la historia completa. Al verla, Giovanni sintió que un enorme peso le golpeaba todo el cuerpo y entendió todo. Era la mujer del ascensor hace un par de meses atrás. En sus ojos no había sorpresa, ella lo reconocía.   Lo miro con pena, con lastima… y con miedo. En sus ojos había una súplica. Por supuesto, Francisco era su hijo y había tenido que ayudarlo pero el papá no tenía idea. Giovanni no dijo nada, no habría podido hablar más aunque quisiera.  Ahora que sabía que fuerza lo había derrotado y se había llevado a Francisco de su lado comprendió de pronto que él no iba a volver, su mamá lo había buscado y ayudado. Él había quedado fuera, nunca le contó. Un nudo enorme comenzó a ahogar su garganta. Se puso de pié con urgencia. Quería salir de allí lo antes posible. Ya no tenía nada más que hacer.  El papá leía la carta y él estaba demás en ese lugar. Gianna lo sujetó y se alejaron.  Poco antes de cruzar la puerta de salida, la mamá de Francisco lo alcanzó.

– Espera – se miraron frente a frente, había dolor en los ojos de él y en los de ella. Ambos lo amaban y lo habían perdido. 

– Soy Mariana, la mamá de Francisco.  Necesito… perdón, quiero hablar contigo

Giovanni siguió caminando. No quería hablar con nadie más del tema, no quería sufrir mas, el dolor lo estaba cansando.

Ella se quedó en la entrada.

– Por favor Giovanni – había lágrimas en su voz – cuéntame más de mi hijo –

– ¿Cómo sabe mi nombre? –

– Francisco me habló de ti. No quería dejarte 

Quedo desarmado. La mujer lo tomó de las manos y los tres se fueron a otro salón.  Era una mujer cálida, dulce y maternal. El dolor por la ausencia de su hijo mayor se le notaba claramente. Ella preguntaba, Giovanni le contaba todo lo que habían vivido juntos. Lloraron por el vacío que había en sus corazones. Así, Giovanni supo que Francisco había dudado y había pospuesto el viaje hasta el último momento sólo para estar con él un tiempo más, le había contado a su mamá sobre él y le había dicho que lo amaba. Pero se había ido igual.

– ¿Dónde está? 

No la miró. Miraba el suelo para que no se le notara la ansiedad que le mordía el corazón. Ella le tomó las manos con sus dedos largos, parecidos a los de su hijo.

– Está en Estados Unidos. Está bien y le gusta mucho lo que está estudiando. Se ha destacado como alumno –

– ¿Va a volver? 

El alma se le iba en esa pregunta y ella pareció entenderlo, Lo abrazó.

– No lo creo Giovanni, no en muy largo tiempo

Fue entonces que apareció Juan Jesús. No  tenía parecido alguno a su hermano. Sus ojos eran trasparentes como el agua pura, su sonrisa de niño permanente y su carita redonda estaba alegre. Abrazó a su mamá y de paso le sonrió a Giovanni. Era un niño grande adorable. El sufrimiento de Francisco le pareció tan enorme de repente. Quería irse. Se sentía totalmente derrotado por el peso enorme de esta familia, por todo el dolor que nunca compartió con Francisco.  Al despedirse, ella le pasó su número de celular.

– Llámame de vez en cuando, por favor

– ¿Para qué?

No entendía que sentido tenía prolongar esta agonía

– Porque tu entiendes mi dolor y yo el tuyo – le dijo la mujer en un abrazo.

Capítulo 17

 

Martita.

Fue Martita la que finalmente lo sacó de aquel agujero negro en el que había caído luego de la partida de Francisco. Despertó en el hospital, con los brazos atados y la instrucción de no poder abandonar el lugar sin tratamiento especial. Escuchó a todos quienes hablaron con él pero solo veía rostros y labios moverse, no escuchaba las palabras. Siempre estaba mirando mas allá, miraba detrás de ellos, hacia el pasillo del hospital, esperando verlo aparecer. Si él no podía vivir sin Francisco, seguro a él le pasaba lo mismo. Tenía la completa certeza de que iba a aparecer, no podían estar separados. Mientras tanto, mientras Francisco volvía, siguió todas las instrucciones que le dieron, tomo todos los remedios que le prescribieron y asistió a cuanto doctor y terapeuta lo enviaron pero nunca dejó de observar por sobre el hombro de las personas, buscándolo. Hasta que apareció Martita a rescatarlo.

Vamos hijo, salgamos de aquí 

Se lo llevo a la peluquería. Lo primero que hizo fue arreglarlo nuevamente. Ya no se acordaba siquiera cuando se había lavado el pelo por última vez.  Al cabo de unas horas, nuevamente se veía atractivo, aunque sus ojos no brillaban ni tampoco sonreía. Pero Martita no lo trató como a un enfermo sino que lo puso a trabajar con ella cada minuto que no asistía a clases. Los primeros meses ayudaba en las cosas más insignificantes y se derrumbaba en cada rincón solitario y oscuro donde podía desahogar su pena. Ella se sentaba en el suelo con él. Lo abrazaba y mecía hasta que se tranquilizaba. Entonces lo apuraba porque el negocio no podía detenerse y había mucho que hacer. Muy luego empezó a sentirse parte del lugar, a dar su opinión sobre colores, cortes, formas, etc.  Las clientas muy pronto, adoraron a Giovanni, les encantaba este chico de aire triste, tan serio y atractivo y a veces esperaban largo rato a que se desocupara para que fuera él mismo  quien las atendiera. Tenía un talento natural para esta actividad y absorbía las instrucciones de Martita con mucha facilidad. Ella veía como de a poco la rutina del trabajo, las horas en la escuela y la preocupación de su hermana hacían que se disipara la nube de dolor que lo envolvía y no lo dejaba respirar a sus anchas, el amor aún le estrujaba el corazón.

Giovanni seguía mirando los caminos distantes esperando verlo aparecer.

Marcos llegó a la ciudad junto a un grupo de actores en una gira para promover la cultura en el país, con gran revuelo de los periodistas locales y aglomeraciones de escolares que se quedaron frente al hotel donde se alojaba y gritaban ante cada una de sus apariciones. Marcos era el actor del momento, 28 años, muy atractivo, trigueño, ojos claros, sonrisa encantadora, y un gran carisma con el público que lo adoraba.  El segundo día de presentación de la obra, la encargada de los peinados cayó enferma a último momento y tuvieron que buscar a alguien en la misma ciudad. Llegaron urgidos donde la Martita a pedir su ayuda. Ella tomó a Giovanni de la mano y se lo llevó en calidad de ayudante. Marcos se sintió atraído por Giovanni desde que este entró por la puerta posterior del teatro. Un chico rubio precioso, llamativo, con un aire de tristeza y un cuerpo tan tentador. Pero no hizo ni dijo nada. Era el actor más solicitado del momento y su condición de gay solo era conocida por un selecto puñado de personas pero jamás por el público. Pidió ser atendido por él y como sus peticiones eran órdenes, Giovanni se acercó y de acuerdo a las instrucciones procedió a peinarlo. Marcos no había experimentado antes nada parecido a las sensaciones que este chico despertaba en él. Sentirlo tocar su pelo, su cabeza… quería que siguiera, que no se detuviera más. Giovanni, además, no actuaba embobado por él ni lo trataba con reverencia…  en realidad parecía que no le importaba lo más mínimo quien era él.

Entabló conversación con Martita quien le entregó información suficiente sobre Giovanni para dejarlo aún más interesado.    El grupo de actores estuvo cuatro días en la ciudad y siguieron rumbo al sur.  Terminada la gira, un mes después, Marcos volvió solo a la ciudad. No se demoró mucho en ubicar el local de Martita y encontrar dentro al chico atractivo que lo había estado acosando en sus sueños y le había estado quitando la tranquilidad.  Martita le sonrió dándole la bienvenida.

Cenaron los tres juntos aquella noche y varias noches más. Marcos, desde el primer momento, quedó fascinado con Giovanni y la indiferencia del chico lo hacía un desafío aún mayor. Con cuidado se acercó a él, le parecía lo mas intrigante y encantador que había encontrado en su vida. Le propuso irse con él a la gran ciudad. Se encargaría de cuidarlo, mimarlo y hacerlo feliz. Giovanni vio el deseo en sus ojos pero no sintió miedo. Le dijo que si, pero quería estudiar, trabajar, desarrollarse y le advirtió desde el primer día que si lo presionaba se volvería de inmediato. Nadie le había hablado así en largo tiempo. Le pareció más fascinante aún. Marcos tuvo mucha paciencia y disfrutó cada instante de la conquista. Lo acogió en su enorme casa, le enseñó a desenvolverse en la vida de la ciudad, lo presentó en su ambiente como su asesor personal y lo espero por casi seis meses. Lo llenó de regalos que él recibió con la misma indiferencia. Se desvivió por conquistarlo.  Finalmente, una noche, Giovanni cedió ante el abrumador cariño de Marcos. Lo dejó besarlo, se dejó llevar hasta la habitación de él, permitió que le quitara la ropa y que sus manos y boca le recorrieran el cuerpo entero y se detuvieran en su sexo haciéndole olvidar el dolor por unos instantes.  Durmieron abrazados aquella noche. Marcos irradiaba felicidad.  Giovanni se seguía sintiendo solo.

Cuando no estaba estudiando, le ayudaba a Marcos preparar su actuación, su presentación y estudiar los guiones que de tanto en tanto corregía porque le parecían faltos de imaginación o simplemente poco llamativos. Con un par de frases extras o comentarios anexos, les inyectaba vida a los textos y el dialogo se hacía más interesante. Al segundo año de vivir en Santiago, uno de los escritores pidió conocerlo. Estaba intrigado por las correcciones que aparecían escritas en el guión de Marcos y que… ¡demonios!, eran buenas.  Simpatizaron desde que se conocieron. El escritor era un señor mayor que amaba las letras más que a nada en el mundo y había escrito ya muchas teleseries. Giovanni, desde el anonimato, aportó frescura, picardía y juventud en la escritura. Se hicieron amigos. Aprendió mucho de su experiencia y así fue como llegó a desarrollar la capacidad de escribir.

Capítulo 18

 

( La actualidad)

El capítulo final de la teleserie fue exhibido ese día y todos en el canal están celebrando el éxito del rating obtenido. Es un buen equipo de gente y Giovanni está contento de trabajar con ellos.

– Ahora nos enfocaremos en el próximo trabajo.  Los quiero a todos aquí mañana temprano para afinar los últimos detalles 

Al pasar cerca de Giovanni, el director le golpea la espalda y lo vuelve a felicitar

– ¡Vamos por la segunda!

 Algo parecido a una sensación de  tranquilidad le invade el cuerpo a Giovanni. No ha sido nada fácil entrar en este ambiente tan cerrado y competitivo. Sabe que las puertas solo se le han abierto gracias a Marcos. Pero ahora, fue su historia la que logró este éxito

Se despide de todos, incluyendo Marcos y se va a su departamento. Come algo rápido y se sienta frente al teclado. La pantalla se va llenando rápidamente de las palabras que brotan en la mente de Giovanni. Los minutos se convierten en horas y el tiempo pasa sin que Giovanni se detenga. Entonces, un golpe en la puerta lo saca de su concentración. Suspira. Es Marcos. Lo sabe antes de abrir. Nadie más puede acceder hasta su puerta sin ser anunciado antes.

– Tenemos que celebrar tu éxito – dice mostrando una botella de champaña mientras entra al departamento.

Giovanni sonríe sin muchas ganas. Él ni siquiera bebe alcohol y Marcos lo sabe. Vuelve de la cocina con dos vasos servidos y le alcanza uno.

– ¡Salud escritor!

Se acomoda en uno de los sillones. Giovanni bebe un par de sorbos y deja el vaso.

– Estaba escribiendo

– No. Esta noche no escribes nada. Vamos a divertirnos, ¿no te das cuenta del éxito que lograste?

– No quiero salir a ninguna parte

El tema queda zanjado. No van a salir pero Marcos tampoco se va a ir.

Giovanni se sienta a su lado y Marcos inmediatamente lo atrapa. Se besan, se tocan.

Mas tarde, cuando Marcos yace dormido en su cama, Giovanni se levanta y vuelve a escribir sin que el otro se de cuenta. Las ideas se agolpan en su mente y tiene que ponerlas en blanco y negro para poder dormir tranquilo.

A la mañana siguiente ambos se dirigen al canal en el auto de Marcos. Es temprano y Giovanni no durmió muchas horas.

– ¿Ya están citados todos los actores?, quiero conocerlos – pregunta Giovanni entusiasmado.

Siempre es un desafío ver como los actores dan vida al personaje que ha salido de su imaginación, aunque él aún no tiene peso en el canal para dar su opinión sobre los actores llamados. Es muy nuevo todavía

– Si, estamos todos – Por supuesto Marcos tiene un rol protagonista en esta teleserie – incluso el tipo que viene del extranjero ya debería haber llegado 

La última frase queda en el aire… se repite como un eco

– ¿Que tipo?

¿Por qué hay una pequeña alarma sonando en su mente?

– El modelo, ese que viene de Estados Unidos, no me acuerdo de su nombre

– ¿Un modelo?

– Si, bueno en realidad es local y es actor, pero se hizo conocido afuera como modelo ¡Ah!, espera 

Mientras el semáforo esta en rojo Marcos gira y busca entre las cosas que están sobre el asiento posterior. Toma una revista extranjera y busca rápido entre las páginas

– ¡Este! – y le alcanza la revista abierta.

Giovanni no dice nada por varias cuadras. En el siguiente semáforo en que el auto se detiene, abre la puerta del vehículo

– Marcos.. tengo que hacer algo importante. Disculpa, nos vemos mas tarde en el canal 

– ¿Qué?!!.. pero… 

Giovanni ya se aleja por la vereda.

Sobre el asiento ha quedado abierta la revista. Francisco sonríe en la foto de publicidad. Está más atractivo que nunca.

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