M&M 6

Capítulo 16

MATI

Casi un mes había pasado desde que Mati llegara a la isla. No creía que nada mejor pudiera haberle sucedido en el mundo… estaba locamente feliz y completamente enamorado de Santiago… idolatraba a su amo… a su corta edad, su mundo comenzaba y terminaba en ese hombre que cada día le hacía sentir emociones tan lindas, que lo mimaba y cuidaba, le enseñaba como ser mejor, lo corregía cuando se equivocaba y…aaahhh… le enseñaba como obtener el máximo placer de su cuerpo y proporcionárselo a él también. Le gustaba, en forma especial, tener el pene de su amo en su boca. Matías era juguetón por naturaleza… a veces, Santiago dormitaba apenas junto a él, en la cama que compartían desde el día que llegara a la isla. Matías, con mucho cuidado de no despertarlo, se deslizaba por la cama hasta llegar a sus delgados pantalones blancos, apenas ajustados con una cinta… soltaba lentamente el nudo de la cinta y bajaba el pantalón… Santiago se movía levemente y sonreía complacido… Sentía a Matías jugar con él y sabía que era lo que estaba haciendo… le gustaba, lo dejaba, confiaba en él… seguía con los ojos cerrados esperando lo que su precioso niño le haría…

Matías lo tocaba con cuidado… como si su cuerpo fuera lo más valioso del mundo… acercaba su rostro y se acariciaba delicadamente sobre sus partes intimas… le gustaba sentirlas sobre su rostro… olía, besaba y lamía cada parte… todo lo de Santiago lo fascinaba. Luego, lentamente ponía en su boca el miembro aún flácido de Santiago y esperaba con expectación sentirlo agrandarse en su boca… chupaba con gentileza extrema… sus deditos pequeños subían y bajaban, jugando como aleteos de mariposa, sobre el miembro de Santiago… su lengua húmeda lo estimulaba… reía de gusto cuando comenzaba a suceder y sus ojitos verdes brillaban expectantes… el pene de Santiago se llenaba de sangre caliente y vigorosa… él, Matías, le estaba proporcionando placer a su amo y se sentía completamente orgulloso de hacerlo. Una vez que había adquirido su tamaño mayor, comenzaba Matías la tarea que su amo le había enseñado. Lo recibía completo en su boca y se movía sobre él… tragando hasta que rozaba su garganta… ya no le provocaba arcadas, le había enseñado a controlarlas relajándose completamente… lo hacía cada vez mejor y perfeccionaba su técnica aprendiendo lo que más complacía a su amo. Después de un rato, Santiago lo premiaba depositando en el fondo de su garganta el líquido viscoso y caliente que indicaba su orgasmo. Matías sabía que había tenido éxito y recibía su semen como un premio… tragaba gustoso lo que su amo le dejaba, tal como él mismo le había enseñado. Limpiaba con su lengua y sus labios cada centímetro de la preciosa piel de su pene hasta dejarlo completamente limpio.  Quedaba cansado, su boca algo adolorida pero tan alegre y satisfecho, que la sonrisa le duraba varias horas. Había hecho feliz a su amo y estaba lleno de su simiente… había tragado parte de su ser.

Todos los días eran días maravillosos junto a Santiago. Lo seguía como el más fiel de los esclavos y lo miraba con adoración… no había en el mundo alguien mejor y más hermoso que su amo… se sentía orgulloso cuando su amo estaba contento con él y su pequeño corazón se resquebrajaba de pena cuando Santiago tenía que corregir algo que había hecho mal. 

A estas alturas, lo óvolos habían pasado a ser una más de las cosas que tenía que hacer cada día… el dolor intenso de usarlos había cesado hacia unas semanas y ahora sentía que podía manejarlos casi a la perfección. Los músculos que Santiago quería fortalecer en él, seguramente estaban fortalecidos porque ya no le dolía.  En verdad, se sentía perfectamente bien cada día, mejor que nunca antes… su cuerpo había comenzado a cambiar y pasó de ser un niño delgaducho y débil a un chico cuyos músculos ejercitaba diariamente… nadaba mucho todos los días, se ejercitaba en el gimnasio bajo la atenta mirada de Santiago que no lo dejaba nunca solo, corrían juntos por la playa al atardecer… se alimentaba con todo lo que su amo le indicaba y su cuerpo se mostraba cada día más agradecido adquiriendo formas preciosas… lo sabía. Se miraba en el espejo y notaba los cambios. También sabía que a su amo le gustaba cada día más. Sonreía de buena gana, lleno de coquetería,  cada vez que Santiago le murmuraba al oído lo bonito que se estaba poniendo…

Te voy a encerrar bajo llave Mati… te quiero solo para mi… no quiero que nadie más vea lo lindo que eres– lo decía con la voz ronca de deseo y comiéndoselo con los ojos. 

Matías le mostraba todo su cuerpo gozoso… anhelaba la mirada complacía que veía en Santiago. Suspiraba profundo y se llenaba de alegría y emoción. Nada podía ser mejor que lo que estaba viviendo.

Santiago tenía buen cuidado de protegerlo del sol extremo… nunca iban a la piscina ni a la playa a las horas de mayor calor y siempre bañaba su cuerpo en potentes filtros solares… le gustaba la palidez de su piel y quería preservarla. A Matías le encantaba, y esperaba ansioso cada día, el momento en que Santiago esparcía el protector sobre su piel… a veces de pie, otras veces en la cama y otras veces… Cielos!! Se sonrojaba de recordarlo y su estómago se contraía provocándole deliciosas sensaciones… otras veces le pedía que adoptara posturas que le parecían altamente vergonzosas… en cuatro patas, con su pequeño culo levantado y sus brazos estirados por delante de su cabeza… le ordenaba no moverse mientras él, lentamente, pasaba sus manos llenas de la crema protectora, por todo su cuerpo… Matías sufría porque ya sabía lo que iba a pasarle… pero no podía controlarlo. Era una de las cosas en las que todavía fallaba y sentía pena de defraudar a su amo querido.  Las manos de Santiago por su piel… por toda su piel… no quedaba un centímetro que no recorriera… su pene comenzaba a volverse erecto en cuanto Santiago lo tocaba…

– Mati… piensa en otra cosa- le recordaba la voz de Santiago

Se sentía avergonzado… no quería tener una erección pero las manos de su precioso amo estaban en su espalda, subiendo por sus piernas y llegando a sus caderas, sus nalgas y luego tocando su zona íntima. Era demasiado para el niño… sumado a eso, estaba la postura tan vulnerable en la que se encontraba… no podía… trataba de evadirse… pensaba en su vida anterior… intentaba recordar los días de frío y de hambre… mentalmente se imaginaba cruzando el viejo puente de la ciudad en uno de esos días de invierno y caminando por los puestos de… la feria… y pidiendo… que alguien… aaahh… le diera trabajo..si.. si.. así podría… comer más… aahhh… tarde…  No. No podía, las manos de Santiago lo estaban tocando y su mundo completo se reducía a eso… las lágrimas se acumulaban en sus ojos a medida que se daba cuenta de lo que iba a pasar… iba a defraudarlo… el calor quemaba en su cuerpo, la violencia del estallido lo sacudía y eyaculaba sin poder contenerse… sin atreverse a emitir un gemido… con un sentimiento de culpa y de pena por lo que estaba haciendo… contravenía una orden de su amo.  Se quedaba en la misma posición esperando saber que le diría Santiago… cuanto lo había enojado esta vez.

– Te pedí que te controlaras Matías. No puedes correrte si no te doy permiso

Las lágrimas caían de sus ojos… ni siquiera se atrevía a respirar de la pena y la vergüenza. Adoraba a su amo y desilusionarlo era tan doloroso

– Lo siento, amo– murmuraba apenas contenido

Santiago sabía lo que estaba haciendo. Las primeras veces esparcía la crema sin provocarlo demasiado… sin otro fin más que el de proteger su piel… entonces, un día, se dio cuenta de la ansiedad con que el chico lo esperaba… el niño deseaba sus manos y sus caricias. Decidió entonces aprovechar la instancia para enseñarle una de las lecciones más difíciles de aprender para cualquier esclavo. El control de la excitación y a esperar la autorización del amo para correrse. Siempre era difícil aprender este autocontrol y muchas veces se lograba usando métodos bastante duros y crueles. Pero él no iba a usar nada de eso con Mati… llevaba apenas un mes y estaba comenzando a enseñárselo… adoraba como el niño intentaba controlarse… era un juego delicioso estimularlo… movía sus manos aun mas suavemente sobre sus nalgas en movimientos circulares… incitaba a propósito los movimientos de su ano… pasaba un dedo por el perineo e intencionalmente rozaba los pequeños testículos… seguía esparciendo la crema sin decir una palabra… notaba cada uno de los movimientos de Matías… como su pene, completamente erecto, se movía y saltaba cada vez que su mano se acercaba… la piel de los testículos reaccionaba a cada pequeño roce moviéndose… serpenteando… su ano se abría y cerraba sin que Mati pudiera controlarlo… lo conocía bien… sabía dónde tenía que presionar un poco más para dejarlo fuera de control. Le gustaba exigirle… sabía que Matías podía lograrlo y lo llevaba hasta el límite. A pesar de su edad había algo que Mati tenía y que era muy diferente a todos los otros chicos… Matías quería complacerlo y eso era muy importante. Su autocontrol debía estar dominado por ese sentimiento.

Mati era el mejor esclavo que hubiera enseñado alguna vez. No se cansaba de mirarlo… obediente, sumiso, alegre, delicado, precioso… estaba encantado con él y pasaba todo su tiempo al lado del niño. Le había enseñado varias formas de complacerlo y podían pasar varias horas del día, las de mayor calor, encerrados en el cuarto, procurándose placer mutuamente. A Santiago le resultaba curiosa su propia actitud con Matías. Antes, hubiera esperado que el esclavo hiciera todo el trabajo y él solamente se habría quedado tranquilo, disfrutando de lo que aprendía y ponía en práctica, corrigiendo y enseñando. Con Matías no podía ser así… le nacía del alma participar en los juegos con él y verlo quedar tan satisfecho como él mismo… se explicaba su actitud diciéndose a sí mismo que aumentaba su propio placer el escuchar los gemidos de satisfacción del niño y verlo eyacular quedando tan complacido como él… le gustaba verlo así… sudado, exhausto y mirándolo con pasión en sus hermosos ojos verdes.

– Lo siento mucho amo– volvió a repetir Matías, triste y avergonzado por no haber aguantado toda la estimulación. Se había corrido sin el permiso de su amo.

Santiago estaba fuera del alcance visual de Matías. Sonreía como un niño travieso…  lo había provocado demasiado.

– Tienes que aprender autocontrol Matías- le dijo fingiéndose molesto. Santiago sabía cuánto le dolía al niño que lo llamara por su nombre completo.

Matías aguantaba en silencio el reproche… no sabía de qué forma podía ser perdonado pero necesitaba el perdón

– Castígame amo, por favor. Así no volveré a hacerlo

Las palabras de Matías provocaron un corto-circuito en Santiago… el aire se sintió espeso… un intenso shock eléctrico de excitación lo recorrió de pies a cabeza… nunca más habían vuelto a hablar de castigos… temblaba al imaginarlo… se excitaba pensándolo… ¿sabía Matías lo que estaba haciendo?, ¿lo que estaba pidiendo? No, de seguro se mantendría callado si supiera lo que él pensaba.  Se quedó mudo un buen rato, sintiendo la garganta seca, el corazón latiendo muy fuerte y mirando como Matías, en completo estado de sumisión, aguardaba su respuesta.

– ¿Quieres que te castigue?

Tenía su propia lucha interna de la cual Matías no tenía idea… amaba castigar y causar dolor… imaginar los quejidos de dolor y el cuerpo de Matien sus manos para ser usado y dañado lo había puesto a mil… duro y firme como una roca… pero era su niño dulce… su esclavo querido… iba a asustarlo de muerte y lo sabía… seguía debatiéndose, pensando a la velocidad de la luz…

– Si amo. Soy un mal esclavo y merezco ser castigado

Pronunció las palabras casi en medio del llanto. Era tanto su cariño por Santiago que quería sufrir por haberlo defraudado… estaba bien que lo castigara. Sabía que Santiago jamás sería demasiado malo con él.

Santiago tenía la vista fija en su piel… tan blanca y lustrosa, suave, sedosa… su culito levantado y su actitud de entrega… sus ojos llorosos pidiendo ser perdonado… le dolía la excitación que sentía…

– Muy bien Matías. Te has ganado tu primer castigo en serio-

Matías suspiro sintiendo un cierto alivio. Estaba bien que lo castigara, se lo merecía. Si le dolía lo pensaría dos veces antes de volver a perder el control. Se quedo tal como estaba, con los ojos bien cerrados esperando la siguiente orden de su amo.

Santiago se dirigió al closet y abrió la puerta… su mano temblaba… quería hacerlo con locura y a la vez temía ver el terror en la cara de su niño… Estiro la mano y tomó la caja. Suspiro tranquilizándose antes de volverse hacia Matías.

– Sube a la camilla Matías. Voy a inmovilizarte

Escuchó extraño el sonido de su propia voz… sabía por qué… las agujas tenían la culpa.

Capítulo 17

MATIAS

-. Si, amo

Matías saltó de la cama… inmovilizarlo en la camilla?… nunca antes la habían utilizado, pero nunca antes lo había castigado tampoco. Aun manteniendo la cabeza gacha y sintiéndose avergonzado y nervioso, subió a la camilla y se quedo tendido, encogido. Estaba algo asustado. No le gustaban los castigos aunque Santiago nunca lo hubiera castigado. Pero se lo merecía. Así aprendería de ahora en adelante. Se quedó completamente quieto, esperando.

Santiago sostenía la caja en sus manos. Caminaba lentamente y miraba fijamente el cuerpo de Mati…  Llegó hasta él. Depositó la caja en la mesa auxiliar. Sus ojos se clavaron en los verdes de Matías que rehuyó su mirada…

-Matias!

Llamó una sola vez haciéndolo saltar. El niño entendió. Quería que lo mirara. Lo hizo. Su amo estaba serio. Sus ojos estaban fríos. No sonreía. Sintió mucha pena, Santiago nunca lo miraba así, pero aun así no apartó sus ojos de él.

-. Date la vuelta

Su voz era diferente. Tenía un tinte frío… extraño para Matías. Lo obedeció, dolido. Se giro completamente. Santiago tomó sus brazos y con extrema calma y concentración, los sujetó de las muñecas, inmovilizándolos.

-Abre las piernas

Obedeció de inmediato. Separó sus piernas. Santiago las tomó de a una y procedió a sujetarlas en cada extremo de la camilla.

Luego se paró dónde Mati pudiera verlo.

-. Sabes lo que hace un buen esclavo cuando es castigado?

– No, amo

Se sentía tan pequeño y vulnerable… deseaba tanto volver a ver la sonrisa de su amo para él… estaba a punto de llorar y ni siquiera sabía porque… solo estaba triste y asustado. Sus ojos verdes a punto de llenarse de lágrimas. Si no fuera Santiago quien estaba a su lado habría muerto del miedo… pero era Santiago. Matías lo adoraba  solo quería volver a congraciarse con él y ser perdonado, recibir un abrazo y que lo calmara como hacía siempre.

Santiago se acercó a su rostro. Se dio cuenta que Mati estaba a punto de llorar. Le acarició el cabello suavemente… ese simple gesto fue suficiente para que Matías sintiera que todo iba a estar bien. Su amo lo acariciaba.

-. Un buen esclavo Mati no llora ni grita ni se queja cuando es castigado. Aprende a recibir el castigo como una corrección y lo agradece.

Lo escuchó atentamente y entendió. Se quedaría callado, aguantaría y no se quejaría.

-. No me gustan los gritos Mati – lo miraba a los ojos. Los de Mati, tan verdes y hermosos, ya no estaban llorosos. El niño estaba pensando… decidiendo que  soportaría lo que fuera.

Los ojos de Santiago, oscuros y brillantes, estaban excitados… anticipando la acción de lo que vendría… su cuerpo se llenaba lentamente de una sensación placentera… esperaba sinceramente que Matías no lo defraudara esta vez… eyacular no era en realidad un molestia, solo estaba aprendiendo… pero esto?.. esto era serio para él, muy importante… esto lo transportaba al máximo nivel de placer… quería la entrega total de niño… pero tenía que enseñarle.

-. Posiblemente te duela un poco Mati. Pero quiero que aguantes el dolor en silencio. Piensa que me estas complaciendo y haciendo muy feliz

Matias abrió los ojos grandes… ¿dolería un poco?.. ¿Qué tanto era un poco?… su respiración se aceleraba aunque no quería asustarse… bien, él aguantaría… si eso complacía a Santiago y lograba que olvidara su error, entonces lo haría…

-. Quiero tu silencio Matías… ¿Crees que podrás hacerme feliz?

– Si, amo

No dudo en contestar aunque no sabía de que hablaba. Su voz de niño sonaba convencida… asustada pero decidida.

Santiago acarició nuevamente su pelo… como le gustaba su niño… luego, se acercó a él pareciendo que iba a besarlo… Matías esperó ansioso el contacto… Santiago se detuvo y sonrió

-. Te besaré y te haré sentir muy bien después Mati… solo se bueno ahora dame lo que te pido. Luego te haré feliz

– Si. Lo haré, amo

Las últimas palabras de Santiago lo habían vuelto muy alegre y tranquilizaban su corazón. Su amo iba a perdonarlo y darle lo que quería… sus besos y sus caricias… solo tenía que pasar por esto primero.

Santiago desapareció de su campo visual un instante y regresó portando algo negro en sus manos.

-. Levanta tu cabeza un poco

Lo hizo y una especie de máscara negra enfundó su cabeza. Solo tenía un espacio para respirar en su nariz y otro agujero para dejar su boca en libertad. Su nivel de ansiedad aumentó un poco al sentirse enfundado en la máscara… ¿por qué necesitaba cubrirlo?… quería preguntar… saber… pero no se atrevía a decir nada por miedo a que el amo se molestara y no lo perdonara después… calló.

Santiago lo leía tan bien… tan claramente.

-. No pasa nada Mati. No te asustes. Es solo por tu seguridad.

Ver las agujas te aterrorizaría de antemano… lo pensó pero no lo dijo… lo había visto muchas veces en los ojos de sus esclavos anteriores, como comenzaban a ponerse tensos, a moverse y a gritar justo al ver las agujas acercarse a ellos. Nunca antes había cubierto el rostro de un esclavo… parte de la excitación provenía de ver el miedo y el dolor en sus rostros, pero nunca antes se había tratado de Mati… Con él sería especial. Aguardaría por esa parte del placer. Le daría a Mati los privilegios que a otros les había negado.

Por alguna razón era muy importante para Santiago que Matías no se asustara  y aprendiera a aceptar este dolor… necesitaba que Mati aprendiera y lo complaciera. Deseaba mucho que le ofreciera su dolor…  Santiago estaba excitado… con la excitación profunda que le producía poder hacer por fin con Matías una de las cosas que más le agradaban en el mundo…  que lo hacía temblar de expectación y deseo… dejó un beso dulce en el hombro del niño

-. Tranquilo mi pequeño Mati

Luego, centró toda su atención en lo que tenía frente a él. El cuerpo pálido y perfectamente suave de Matías… era un campo de terciopelo fino en el cual podía saciar sus más bajos instintos… arrastró sus dedos desde el cuello, bajando suavemente por la espalda… deteniéndose un instante donde comienza la curva de los glúteos… acariciándolos, tan pequeños, firmes, sedosos… y siguiendo el recorrido hasta bajar por sus piernas y detenerse en sus tobillos… miraba y admiraba… respiraba profundamente, agitándose, sintiendo placer por anticipado… ¿Dónde comenzaría?… quería dibujarlo entero… cruzar miles de aguja en su piel… ver el metal desaparecer en su cálida carne para reaparecer un poco más allá… sentir como el cuerpo de su querido niño reaccionaba y como aguantaba el dolor… ya le enseñaría a transformarlo en placer, a esperarlo para complacerlo… sentía su erección crecer y la excitación quemándolo en la zona baja de su vientre.   Alejándose un paso, abrió la caja que tenía sobre la mesa. Cientos de agujas médicas nuevas, selladas, en sus envases de diferentes colores de acuerdo al tamaño, llenaban la caja. Del closet sacó el resto de cosas que necesitaba. En un trozo de algodón puso alcohol… volvió a mirar el cuerpo de Mati y se decidió.  Conocía muy bien cuáles eran las zonas más y menos sensibles del cuerpo humano… Hoy, su primera vez con Mati, comenzaría en los glúteos, definitivamente la zona menos sensible. Sería sólo un ejercicio de práctica… acostumbrarlo de a poco… Matí se lo merecía…  igual estaba entusiasmado. Ejerciendo un poco de fuerza y con rapidez, paso el algodón embebido en

alcohol. La piel de Mati se puso roja de inmediato. No pudo aguantarse y dejó besos en sus glúteos… luego se giró y vio su rostro… lo único que distinguía era su boca… Mati tenía una leve sonrisa… estaba contento por los besos recibidos… su pequeño cuerpo reposaba con absoluta tranquilidad sobre la camilla. Relajado y confiado. 

Santiago escogió con cuidado de la caja, seleccionando entre las pequeñas bolsas: sus agujas más pequeñas median medio centímetro y las más grandes casi 6 centímetros Con cuidado selecciono varias de color naranjo… medían un poco más de un centímetro… el sonido de las bolsas abriéndose era lo único que se escuchaba. Ya pronto tuvo varías agujas en sus manos.

Pasaba su mano sobre uno de los pequeños glúteos de Mati… le encantaba su piel… ¿era posible sentirse enamorado de la piel de alguien?… si lo era, entonces él lo estaba… del brillo aterciopelado, de la suavidad, de la exquisita textura… La misma mano que acariciaba con delicadeza se elevó en el aire y descendió fuerte y firme… la palmada sonó violenta, rompiendo el silencio…

Matías saltó de la camilla a pesar de estar atado… el dolor fue instantáneo… quiso gritar… no se lo esperaba pero recordó… silencio.. silencioooo… respiraba muy rápido… dolía… sus ojos escocían… Dios!!!… su amo le estaba pegando… apretó los ojos muy fuertes y se mordió los labios.. no iba a llorar.. se lo había pedido expresamente..  su respiración era loca y desacompasada… no llorar.. no llorar… repetía en su mente…el cachete ardía del dolor… esperaba otra palmada… Pero entonces sintió algo diferente… un piquete rápido y extraño… como si un insecto le hubiera picado en la parte superior de su nalga… se detuvo esperando… una abeja??… dolía… no sabía qué pasaba. Entonces sintió el segundo piquete, muy cerca del otro… aaaahhhh!!! Dolía mucho… ¿Qué era lo que estaba haciéndole?… su respiración seguía siendo tan rápida que abrió la boca para poder acceder al aire… quería saber… el dolor punzante del tercer piquete lo convenció de que algo estaba haciéndole su amo y no era su imaginación… Se calmó un momento, y trató de pensar con claridad entre la nube de dolor… no sentía nada gatear o arrastrarse sobre su cuerpo, por lo tanto no podían ser insectos… un cuarto piquete doloroso lo hizo ponerse tenso… Cielos!!!… casi gritaba…  quería pedirle que se detuviera… por favor… no quería más… un suave sonido incontrolable escapó apenas de su garganta.. no aguantaba… lo que fuera, dolía como si lo quemaran… su amo lo estaba castigando muy fuerte… apretó mas fuerte sus dientes y su boca hasta que le dolieron.  No debía llorar ni quebrarse, tenía que ser fuerte y aguantar. Empuñó las manos hasta que dolieron. Intentó imaginar y concentrarse en lo que vendría después… su amo lo reconfortaría… lo besaría… se abrazarían y .. aaahhh!! El siguiente pinchazo fue aún más doloroso… cada vez más cerca de su ano… No.. no debía llorar ni quejarse. No… no… Dios… estaba respirando tan apurado que se mareaba…. Dolor quemante… no llorar… no llorar…

El rostro de Santiago no mostraba lo que estaba sintiendo. Solo se veía serio y concentrado, miraba su obra… miraba el rostro cubierto de Matías… quería ver sus señales. El único indicio de lo que Mati sentía era el cambio brusco en su respiración y el hecho de que su cabeza ya no reposaba tranquila sobre la mesa sino que la había levantado y parecía esperar ansioso a que Santiago le dijera algo. No tenía nada que decirle… estaba hipnotizado… poseído por la deliciosa visión de las agujas sobresaliendo del glúteo derecho de Mati… enrojecido por la palmada, violentado por las agujas… cada piquete aumentaba su excitación… Tomó otra aguja en sus manos y con un movimiento rápido y experto, la clavó sin dudar ni un segundo… entro limpia y completa… ni una gota de sangre, ninguna equivocación posible, sabía bien cómo hacerlo para no dañarlo. Lo escuchó retener un grito cuando la aguja quedó clavada en su glúteo… aun se cimbraba como resultado del movimiento… Santiago estaba como en trance… sentía el resultado de cada aguja directamente en su miembro… lo sentía palpitante, duro como roca… excitación en su nivel más alto y puro… cinco agujas clavadas en el precioso trasero de su niño y ni una sola palabra… ni un grito, ni lágrimas… ni un quejido de dolor que perturbara lo que estaba sintiendo… placer en estado puro. Su forma de mirar no era la misma de siempre… seguía poseído, transportado a su mundo de enfermizo placer. Dio la vuelta al otro lado de la camilla… casi como si fuera un rito, beso el glúteo pinchado de Matías… lo lamió despacio pasando su lengua entre las agujas… como si pudiera empaparse del dolor que emanaban. Se detuvo con un beso final. Tenía que continuar.

Bajó la mano muy fuerte sobre el otro glúteo… Matías volvió a saltar y a contener otro gemido que murió con un  pequeño ruido en su garganta… aturdido… dolor… la piel se enrojeció, calentándose… aunque Matías lo percibía como puro dolor, Santiago le estaba haciendo un favor… Clavar las agujas sobre la piel en frío era más doloroso aun que clavarlas sobre la piel caliente y enrojecida… Tomo otras tres agujas y con extrema rapidez y  habilidad las clavó muy rápido en el glúteo izquierdo… observó atento como Matias seguía en silencio pero su respiración era a un ritmo de locura… Abrió la boca y trago aire… nivel de excitación máximo… tomó una cuarta aguja y justo cuando iba a clavarla Matías movió apenas su cuerpo… de seguro el dolor lo obligaba a hacerlo. Santiago se desconcentró con ese pequeño movimiento… su vista se desvió del glúteo que estaba mirando y se dirigió a la hendidura que separaba ambos glúteos… suspiró profundamente, casi dolorosamente… era una de sus partes favoritas en la que clavar las agujas de un poco mayor tamaño… dibujar un aro con ellas alrededor del ano, con las agujas enterrándose y saliendo era su forma preferida de excitación… era tan bello cuando podía hacerlo… ¿seríaMati capaz de aguantar?… Por Dios!! Su niño era el más especial de todos… no se había quejado ni una sola vez aunque leía su dolor en su forma de respirar y aguantar… estaba soportando como un verdadero sumiso, sometido… entregado y obediente. Estaba muymuy complacido con él.  Con cuidado y usando una de sus manos, separo las nalgas para dejar a la vista el pequeño ano, virgen aún, de Matías… pasó su dedo sobre el provocando una reacción de contracción… le gustó hacerlo… luego siguió tocando por sobre la delicada y sensible piel que lo rodeaba… solo tenía que pellizcar levemente, sostener la piel entre sus dedos y pasar rápidamente la aguja, que entrara y saliera, sin sacar sangre… sabía hacerlo… necesitaba una aguja de mayor tamaño para esto… su excitación crecía más y más… su pene estaba completamente caliente e hinchado y comenzaba a molestar

-. Amo?…

La voz de Matías, algo entrecortada y muy forzada, lo distrajo completamente del estado en que se encontraba…

-. Silencio Matías- respondió con voz fría saliendo del trance… Se había roto el encanto de sus pensamientos. En dos movimientos rápidos y muy seguidos terminó de clavar las dos agujas naranjas que sostenía en sus manos, cerca de las anteriores, en la parte superior de las nalgas.  Matías tensó su cuerpo con cada nuevo piquete y su respiración eran jadeos rápidos. Algo parecido a un nuevo gemido ahogado sonó en su garganta. Santiago lo escuchó y entendió. A pesar de todo Matías seguía intentando contenerse. De prisa, comenzó a soltar las amarras que inmovilizaban al niño. Ahora lo necesitaba a él. Necesitaba satisfacción.

Ya liberado de las amarras, Santiago lo levantó en sus brazos con cuidado, sin rozar su trasero. Aun tenía las agujas en su cuerpo. Caminó con él en brazos unos cuantos pasos, hasta la cama y lo dejó en el suelo. Se quitó la ropa muy rápido y se  acomodó en la cama con las piernas abiertas. Su grueso pene estaba duro y enrojecido… gritaba por atención

-. De rodillas Mati

Mati obedeció despacio. Hacía unos segundos atrás se había dado cuenta de lo que posiblemente estaba pasando… se había tardado más de lo esperado porque no le cabía en su cabecita pensar en algo tan irreal como lo que creía que era… estaba muy asustado, adolorido y le costaba moverse… su trasero dolía muchísimo… era todo tan irreal… su amo??… su precioso amo??…¿le había clavado ajugas?… no podía creerlo… respiraba pero sentía que el aire no alcanzaba a entrar en sus pulmones… abrió la boca y se lleno de aire… tenía que ser otra cosa… agujas no.. no . Dobló las rodillas con cuidado, muy, muy asustado… se agachó despacio y sintió como, junto con el movimiento de su cuerpo, se movía lo que tenía clavado en sus nalgas. La mano de Santiago sobre su cabeza lo empujaba hacia adelante

-. Abre la boca Mati

Obedeció… con la máscara negra aún puesta sobre su cabeza, Matías abrió la boca y recibió el miembro ya duro y muy grande de su amo… conocía su sabor y su forma… estaba muy grande esta vez… se movió despacio, le costaba hacerlo… todo era dolor… lo tomó entre sus manos,  juntó saliva y la uso para humedecerlo y resbalar de mejor manera… el pene tocaba el fondo de su garganta pero no le causaba arcadas… ya era un experto en manejarlas… no podía concentrarse en lo que estaba haciendo.. se movía como autómata, asustado de causarse más dolor con cualquier movimiento. Por primera vez no estaba pendiente de la felación que le hacía a Santiago… quería saber a toda costa que era el dolor que sentía en sus glúteos… ya no era tan insoportable pero seguía siendo doloroso… no lo quería ya más.

Santiago tenía su mano sobre la máscara, en la parte posterior de la cabeza de Matías y la empujaba hacia su pene… sabía que iba a correrse rápidamente… su cabeza elevada por sobre la del niño tenía una visión perfecta de las ajugas clavadas en su cuerpo… las miraba y sentía el calor y la tensión acumularse en su pene… Matías chupaba con fuerza… sentía el placer húmedo y caliente… con cada movimiento de los músculos de su espalda las agujas bailoteaban en una danza perfecta… maravillosa… no aguantaba más… aún con la vista fija en el movimiento de las agujas, Santiago se corrió explotando  en el fondo de la garganta de Matías,  un gemido ronco y profundo…  una eyaculación potente y demoledora… se sintió extasiado… se vació entero en la boca del niño con una tremenda sensación de placer y satisfacción… Dios!! Adoraba a este niño. Era el mejor que había tenido jamás…

Exhausto, se dejó caer sobre la cama hasta recuperarse un poco.

Matías permaneció arrodillado, en la misma posición, sin atreverse a moverse, temía que el dolor aumentara si lo hacía. Le molestaba la máscara. Sentía el calor acumularse en la piel de su rostro. Quería quitársela. Pero a pesar de tener las manos libres era incapaz de hacerlo sin el permiso de su amo.

-. Amo?

Llamó muy despacio y casi al borde del llanto

-. Dime

Se sentó lentamente en la cama, ya bastante recuperado… miró la figura pequeña frente a él. Quiso abrazarlo, besarlo, adorarlo… su Mati era lo mejor.

-. ¿Puedo…

Temía ponerse a llorar en cualquier momento. Contuvo sus palabras y respiró para calmarse

– ¿Puedo quitarme la máscara… por favor, amo?

Santiago lo meditó un instante. ¿se asustaría al verse?… probablemente si, pero era mejor que supiera de una vez.  El mismo se acercó al chico y con suavidad retiró la máscara de su rostro. Lo sujetó fuertemente por la barbilla impidiéndole el movimiento. Estampó un fuerte beso en sus labios temblorosos… deseoso de amarlo y agradecerle lo que acababa de ofrecerle…

-. Mati, ¿sabes lo que hice?

¿Lo sabía?.. ¿no?.. no estaba seguro… solo tenía este feo presentimiento y mucho miedo.

-. No, amo

Lo sujetó de ambos brazos ayudándolo a ponerse de pie. Lo llevó hasta el espejo y lo dejo de espaldas a él.

-. Mírate- lo sostenía de los brazos

Matías giró su cabeza y vio como de sus glúteos sobresalían las partes de color de 10 agujas enterradas en su piel… su respiración se detuvo… miraba en estado de terror… de shock…  la pesadilla que había pensado como una locura era verdad… agujas!!… agujas de verdad en su trasero!!… no se dio cuenta cuando las lágrimas corrían como llaves abiertas por su carita de terror… el miedo lo invadió de pie a cabeza, su respiración se detuvo… temblaba entero y no se sentía capaz de sostenerse de pie… incapaz de reaccionar.

-. Mati… Mati!!!.. ¿Matías?!!!…

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