Miguel 2 Capítulo 64

MIGUEL CAP 64.

María no estaba optimista… el stress acumulado tras varios días de incertidumbre le estaba pasando la cuenta… quizás era su instinto de mujer pero presentía que algo irremediable iba a pasar y le costaba mucho trabajo permanecer sentada en su oficina manteniendo el negocio funcionando y coordinando todo lo que su gente hacia por buscar a Coque y destruir a Rojas, casi toda su gente barría las calles en busca de información y ojalá, de su hermano… vivo. El puerto seguía funcionando.

Desde hacía varios minutos miraba con fijeza la foto de su padre sobre el escritorio y pensaba en que habría hecho él ante una situación así… ¿era ridículo o a ella le parecía que su padre podía solucionar casi todo?… tal vez los de la vieja escuela sabían mas… o tal vez eran más osados… o tal vez…

-. Ya basta de tal vez!!.- se levantó bruscamente golpeando la mesa. Estaba harta de no hacer nada que condujera a la liberación de su hermano y ahora, de la hermana de Miguel. Estaba harta del viejo Rojas y sus hijos burlándose de ellos.

-. Traiga mi auto-  ordenó fríamente en el teléfono.

Al salir de su oficina dos hombres vestidos de traje oscuro se pegaron a ella. Eran su escolta de confianza. Hombres expertos en defensa que se encargaban de su protección. Eran dos sombras enormes caminando tras ella pero ni aun así se sentía intimidada… era bajita y delgada… femenina hasta la médula,  pero el poder estaba en sus manos y lo sabía.  Quizás, por eso mismo, dijo con toda calma y suavidad pero con inconfundible autoridad

-. Voy a salir-

-. Si, señora-

Nadie se atrevería a cuestionar una orden suya. Solo Esteban le preguntaría en privado. Pero él no estaba ahí en ese momento.

Los hombres coordinaban su salida y ella seguía caminando indiferente y firme sobre sus altos tacos.  Cuando María subió al vehículo, otros  autos esperaban  para escoltarla.  Abandonaron raudos el  puerto. María sabía donde quería ir.

Tomar el toro por las astas… eso es lo que habría hecho su padre para resolver este asunto.

 

Tras varios minutos de cuidadosa observación, se acercaron con las armas cargadas en sus manos y todos los sentidos en alerta. Otros cuantos minutos de espera sin respuesta alguna. A un gesto de María, los hombres cruzaron la reja y la abrieron desde el interior, forzándola… si hubiera alguien adentro ya habrían disparado por la intrusión…

María comenzó a temer lo peor…  el miedo creciendo dentro de ella…

Cuando su vehículo se detuvo frente a la puerta abierta de la casa, supo que su temor era fundado. Descendió despacio y entró a la casa abandonada de Rojas… el desorden era increíble… se notaba que habían salido de prisa y no se habían molestado siquiera en ocultar sus huellas… ¿dónde estaba el maldito con su hermano?… ¿qué había hecho con Coque?…

-. Registren todo – 

Los hombres corrieron a cumplir su orden… ella siguió recorriendo la casa en busca de una señal. Estaba a punto de marcar en el teléfono cuando alguien le habló.

-. Señora…-  uno de ellos la guió por la escalera mientras descendían…  un cuarto secreto… ¿había estado ahí su hermano?  Entonces, uno de los hombres levantó algo del suelo… María sintió que se helaba su sangre en las venas… la ropa de Coque… ensangrentada y sucia… Sintió el miedo subir por su garganta pero tenía la mirada de varios hombres sobre ella… guardaría sus gritos, su llanto y dolor para más tarde, cuando estuviera con Esteban a solas.

-. No está. Ni él ni su familia.  La casa está vacía. Abandonaron todo y huyeron de prisa. Coque estuvo aquí… su… ropa… la encontramos

Cortó la comunicación con Esteban. Tomó la ropa ensangrentada en sus manos y la apretó.

-. Revisen el piso superior- ordenó.  Necesitaba algo o alguien en quien descargar la furia que sentía.

 

GONZALO

Minutos después, Esteban le comunicaba a Gonzalo el súbito desaparecimiento de la familia Rojas…

Inesperado… No le gustaba nada… si Teddy había decidido desaparecer había pocas esperanza de encontrar a Nali y a Coque una vez se hubieran ido…  ¿dónde?… ¿dónde demonios podían estar?  ¿no se alejaría así nada mas de todos sus negocios?… no utilizaría un aeropuerto cualquiera… necesitaba investigar… necesitaba ayuda.

Abandonó su oficina con pasos decididos. Abrió la puerta de la otra oficina sin molestarse en golpear. Sabía que los mayores, incluyendo a su padre, estaban reunidos ahí.

Explicó rápidamente la situación. Era vital descubrir el paradero de Rojas lo antes posible. Los viejos pensaron en algunas posibilidades… Gonzalo tomó nota mental de hacer revisar esos lugares a la brevedad, pero todos parecían demasiado obvios.

-. Andretti, necesito a tu mejor analista, ahora mismo–

Sin demora, Andretti cogió el teléfono

-. Estará en tu oficina en unos minutos-

Conversó con los viejos unos minutos más  y luego regresó por el mismo camino.  De vuelta a su oficina, Gonzalo se tomó un segundo para pensar en Miguel… ¿habría llegado ya? La noche anterior había sido caótica para ambos… su primera discusión fuerte en todo el tiempo que llevaban juntos.

 

HORAS ANTES…

-. Voy a quedarme con mi mamá- anunció Miguel entrando como si nada al dormitorio y pasando frente a él para recoger unas cuantas cosas en un pequeño bolso

-. No- respondió firme Gonzalo acercándose a Miguel

Se giró a mirarlo como si no hubiera entendido bien y le hiciera gracia la respuesta de Gonzalo, pero al ver su rostro serio y decidido entendió que Gonzalo no estaba jugando

-.No vas a ninguna parte. Se quedarán aquí-

Cualquier lugar lejos de él era peligroso para Miguel. No soportaba pensar en que algo pudiera pasarle. Se quedarían todos en la casa de sus padres. Se había doblado la vigilancia y era casi imposible entrar o salir del recinto sin autorización de Gonzalo o Don Jaime.

-. Mi mamá no quiere quedarse aquí-

Miguel comenzó a echar algunas cosas en el bolso.

Ese simple gesto fue suficiente para que Gonzalo se molestara. En un par de zancadas estuvo a su lado y le quitó el bolso arrojándolo al piso. Sujetó a Miguel de los hombros

-. Dije que no vas a ninguna parte. No hay protección suficiente allá afuera-

– Suéltame!!!-

Despacio, Gonzalo quitó sus manos de los hombros de Miguel pero se dio cuenta de lo mucho que lo había enojado. Aún así, no lo iba a permitir… Miguel no saldría de la casa ni de su lado.

-. Hablaré con tu mamá- anunció dispuesto a convencerla.

-. No quiere hablar con nadie ni quiere quedarse aquí. Le dije, pero no entiende. Cree que Nali puede regresar a casa y quiere estar allá-

-. Pero tengo gente vigilando su casa!!-

-. Pero ella no entiende eso!!! – gritó Miguel de vuelta comenzando a perder el control…

La carga emocional del secuestro de su hermana mas el peso de tener que reconfortar a su madre eran demasiado… esperaba que Gonzalo comprendiera… todo se limitaba a espera noticias en este momento… se sentía ahogado en esta casa… con Don Jaime y sus hombres observándolo todo el tiempo como quien mira a un gusano… ver a Claudio en la misma casa, en la misma mesa, comiendo tranquilo mientras Nali quizás dónde demonios estaba… Gonzalo tan ocupado que no tenía un minuto para él… lo entendía y sabía que tenía que ser así pero…  tener que fingir ser fuerte las 24 horas lo estaba drenando… necesitaba unas horas para él solo, la tensión lo estaba matando

Cruzó la habitación decidido y volvió a tomar el bolso.

-. Miguel…- era una llamada de advertencia

-. Vete a la mierda- ahí estaba el mocoso ofuscado… tapando el dolor con el mejor de sus orgullos.

-. Miguel – volvió a llamar Gonzalo un poco más fuerte

-. Se cuidarme y proteger a mi madre- no lo miró. Sacó algunas cosas y las puso dentro del bolso.

-. No voy a dejar que salgas-

-. No soy tu prisionero!!! – gritó completamente fuera de control enfrentándose a él al tiempo que levantaba sus manos en un impulso instintivo de agresividad.

Gonzalo no hizo ningún gesto… ni para defenderse ni para atacar… simplemente se quedó mirándolo fijamente… sorprendido por la agresividad y recién comenzando a pensar y entender todo lo que había detrás de la actitud del mocoso… había estado tan ocupado durante el día intentando localizar a Nali que no se había tomado el tiempo para pensar en Miguel… vio en sus ojos el dolor disfrazado de violencia… la pensa de Miguel se convirtió en suya… su rostro cambió completamente… frente a la agresividad de Miguel, Gonzalo extendió los brazos para abrazarlo y cobijarlo, desarmando a Miguel y haciendo añicos sus deseos de atacarlo…

-. Lo siento – murmuró Gonzalo deseando protegerlo –ven aquí-

Miguel sintió que la violencia resbalaba de su cuerpo ante el gesto amoroso del hombre que amaba… sus ojos se llenaban de lagrimas.. no quería quebrarse.. no ahora… no frente a Gonzalo…  él ya tenía demasiados problemas para andar consolándolo… no quería mostrarse débil y necesitado… deseaba estar solo para descargar la frustración de tener que esperar para saber de Nali.

Sus manos levantadas se convirtieron en barreras, movió la cabeza negando y, conteniéndose apenas, se alejó de Gonzalo…

-. Miguel – esta vez el tono era de súplica…

-. NO-

Abandonó la habitación de prisa sin saber exactamente adónde ir. Solo quería unos minutos de paz para no echarse a llorar como un niño. Avanzó por los pasillos iluminados. Afuera estaba oscuro. Estaba claro que no dejarían la casa esa noche. Gonzalo no se lo permitiría…

-. Miguel?-

Respiró profundo calmando sus emociones. La mamá de Gonzalo lo llamaba. Tampoco tendría el derecho a sus minutos a solas.

-. Si? – sonaba tranquilo. Como si nada pasara

-. Tu mamá esta por acá-

No podía quejarse. Estaban tratando muy bien a su madre y le habían cedido un dormitorio muy cómodo y elegante, aunque ella quería irse de regreso a su departamento. Miguel la convenció de que no era posible. Odió cada palabra que dijo para convencer a su madre… él también quería salir de ahí… volver al departamento con Gonzalo y no ver más a Claudio ni a Don Jaime…

Su madre ya estaba más tranquila cuando Gonzalo golpeó la puerta del dormitorio y entró. Se miraron fijamente… Miguel entendió que no tenía intención de seguir discutiendo. Gonzalo venía a buscarlo en un gesto de paz.  Relajó su rostro y su expresión cambió por una parecida a la pena…

-. Espero que pueda descansar. Mañana tendremos noticias – Gonzalo se despedía de su suegra. Su mano se deslizó hacia la de Miguel y, cuando la encontró, la apretó posesivamente reteniéndola entre las suyas y mirándolo significativamente.

En silencio caminaron de la mano de regreso al dormitorio. Era ya muy tarde.

-. Háblame… no te cierres-

– Estoy bien – claramente no lo estaba

-. Maldición Miguel- lo abrazó por la fuerza. Miguel quiso librarse de los brazos que lo rodearon pero era imposible…

– Dime como estas, por favor- le habló despacio al oído, besó su pelo y lo apretó más fuerte contra su cuerpo

Miguel suspiró profundamente… cuando el aire salió de sus pulmones, un suave quejido lo acompañó… se iba a quebrar…podía sentir sus huesos volverse lana… Gonzalo con su actitud cariñosa lo estaba forzando…  temblaba queriendo liberar el torrente de pena, angustia, dolor y rabia que se había acumulado en su interior… la impotencia de no poder hacer nada hasta el momento… pensar en Nali lo estaba volviendo loco… pero no pudo expresarlo con palabras… solo dejó de pelear y relajó su cuerpo empequeñeciéndose y apoyándose en el pecho firme y protector de Gonzalo… las lágrimas cayeron en cascadas, como si las hubiera estado reteniendo demasiado tiempo. Sintió los brazos rodearlo y las pequeñas caricias que le hacían bien. Permanecieron así varios minutos hasta que Miguel pudo volver a respirar en calma.

-. Vamos a encontrarla. Te lo prometo-

Se volvió a mirarlo.

-. Lo sé – necesitaba creerlo y afirmarlo. Tenía que ser así

Se iba a acercar a besarlo cuando el sonido del teléfono los interrumpió. Gonzalo no podía darse el lujo de ignorar ninguna llamada ahora. Un gesto de disculpa y atendió el aparato, liberándolo de sus brazos…

 -. Ninguno de los Rojas ha aparecido esta noche – anunció Gonzalo de vuelta con él.

-. ¿Por qué? ¿Dónde están?-

-. Lo sabremos dentro de poco– Gonzalo explicó lo que su gente hacía mientras tanto ellos se tomaban unas pocas horas.

– Aprovecha de descansar un par de horas –

-. ¿Y tú? –

Gonzalo envolvió su cintura y le buscó el cuello… con mucha ternura lo fue empujando despacio y cayeron enredados sobre la cama.

-. Solo tenemos unas pocas horas para dormir-

Se quedaron abrazados sobre la cama. Había mucho por decir pero entendían la necesidad urgente de estar bien al día siguiente para enfrentar otra jornada de fuerte exigencia.

Gonzalo se fue acercando con calma a buscarle la boca… lo besó largamente… era su forma de pedir perdón por haber sido tan brusco… por no haberle puesto más atención… de decirle que lo amaba por sobre todas las cosas. Miguel respondió besándolo de vuelta… pidiendo perdón por su agresividad y por su incomprensión… por ser tan tozudo y orgulloso

-. Te amo –

-. Te amo también

Gonzalo se acomodó de forma que Miguel subió sobre su pecho y sus brazos lo rodearon. Cerraron los ojos agotados.

Al amanecer, Gonzalo dejó a Miguel durmiendo y dándole tiempo para que se ocupara de su mamá. Lo vería más tarde.

Ahora… Mientras caminaba de vuelta a su oficina se preguntó si ya habría llegado. Tomó el teléfono para marcarlo al tiempo que entraba a su oficina… se detuvo sorprendido.

De pie en el medio de su oficina, esperaba alguien que no era Miguel.  Nadie entraba a su oficina sin su permiso.

Gonzalo lo miró muy serio alzando una ceja… ¿Quién era este hombre joven y atractivo y que hacía en su oficina?

El hombre sonrió muy nervioso y se presentó. Sostenía un computador portátil en su mano.

-. Soy Jorge Ellais. El señor Andretti dijo que me necesitaba –

Este era el analista experto??!!! Se veía demasiado joven y buen mozo… tenía un aire intelectual y algo torpe con esos lentes sobre sus ojos cafés, el pelo castaño largo y un poco desordenado. Vestía un traje de oficina aunque las zapatillas deportivas no combinaban con el resto.

-. ¿En qué puedo servirle, señor?-

Gonzalo lo volvió a mirar de arriba abajo… ¿le habría entendido bien Andretti??

-. ¿Que sabes hacer?- preguntó bruscamente.

El joven bajó la vista completamente ruborizado…  Gonzalo abrió los ojos sorprendido y una sonrisa se le dibujó en la cara… ¿Qué demonios sabía hacer este joven que lo ruborizaba de tal manera?…

-. Soy experto en computación, logística y análisis, señor… yo estudié en…-

Gonzalo levantó la mano para callarlo. Ya había dicho todo lo que necesitaba saber.

-. Voy a explicarte lo que necesito. Acércate –

Sobre su escritorio, un mapa que señalaba los últimos acontecimientos. No ocultó ningún detalle ni omitió información. Jorge tenía una mirada atenta y receptiva… estaba escuchando en silencio y parecía comprender de prisa.

Una hora después, en su computador de avanzada tecnología, Jorge comenzaba su investigación sobre cualquier cosa que pudiera decir de Teddy Rojas y su familia.  Gonzalo le había cedido un asiento al lado de su escritorio… Jorge tecleaba concentrado sin molestarle las frecuentes llamadas telefónicas que recibía o hacía Gonzalo ni los ocasionales gritos ni extrañas ordenes que escuchaba. La primera información surgió al poco rato

-. Sus cuentas bancarias están vacías. Su dinero fue transferido- anunció Jorge triunfante sin alzar la voz ni levantar demasiado la vista…

-. Repite eso-

Lo repitió y explicó. El dinero de Teddy Rojas ya no estaba en sus cuentas del banco.

Maldición!! Eso solo confirmaba que tal vez ya había desaparecido del país… ¿Se habían demorado demasiado?… ¿por dónde pensaba salir?

-. Rutas de escape… averigua donde esta o por donde planea salir – le ordenó acercándose a él y repitiendo la información entregada por los viejos y por María.

-. Si, señor-

Jorge volvía a ruborizarse cada vez que respondía y sus ojos se cruzaban. Gonzalo lo notó por segunda vez y comenzó a llamarle la atención… ¿Quién era este chico? Tendría alrededor de unos 22 años, pelo castaño ondulado y grandes ojos café soñadores escondidos tras esas gafas estilo nerd. Era casi tan alto como él, aunque muy delgado… no era del tipo tímido ni vergonzoso pero claramente se sentía nervioso con él y se ruborizaba a la menor provocación.

Muy pronto más gente comenzó a entrar y salir de su oficina distrayéndolo del joven que trabajaba aislado en una esquina de su propio escritorio.

¿Dónde estaba Miguel?

 

CLEMENTE

Había estado despierto toda la noche. Nadie le había pedido que cuidara de Nali pero luego del anuncio de su padre diciéndoles que abandonarían el país no podía irse a dormir. No quería irse… quería retroceder su vida y que todo fuera como hace un par de años atrás cuando estudiaba y creía que podría tener una vida normal y dedicarse a su pasión que eran los autos. Su padre se los había comprado, autos de colección,  y lo agradecía… pero no era eso lo que él quería… nada de lo que pasaba ahora formaba parte de los planes que él había soñado para su vida.

Sin saber que hacer comenzó a vagar por la gran casa que no le resultaba familiar hasta que llegó a un área fuertemente vigilada.  Dentro se encontraban Coque y Nali. En espacios separados y sin saber el uno del otro. Los trofeos de guerra de su padre. Su última venganza contra cada una de las familias que lo habían dañado.

Sentía lastima de Coque… y mucha más pena por Nali. Si su padre hacía lo de siempre, el futuro de los dos chicos era horrible.  Quería verlos.

La habitación donde estaba Coque amarrado era fría y oscura. Había anochecido y estaban cerca del mar. El frío se colaba por la ventana sin vidrios. Coque estaba encogido en un rincón y lo miraba con los ojos llenos de dolor. Aún tenía marcas de la violencia de Domingo. Se acercó despacio y se sentó junto a él.

-. ¿Cómo estás?- preguntó Clemente con la voz tiritona… le producía coraje y pena verlo así

-. Sa came.. de.. aquí..- la voz de Coque se quebraba y se veía más frágil y pequeño que nunca

Clemente sintió que no podía volver a mirarlo a los ojos… la vergüenza lo consumía… era un chico como él…

-. No puedo – respondió casi atragantándose…

-. Por fa…vor… sácame..-  tiritaba por el frío por el cansancio y el maltrato.

Clemente se quitó su chaqueta larga y envolvió a Coque en ella. Al terminar de abrigarlo, cruzó sus brazos alrededor del frágil cuerpo y lo mantuvo abrazado hasta que sintió que dejaba de temblar y recuperaba la temperatura normal.

-. Ojalá pudiera ayudarte –

Coque respondió alzando sus ojos tristes y llorosos en una súplica…  se le habían agotado las ganas de pelear… solo quería ser liberado y volver con su familia… desesperaba por saber de ellos, sobre todo de Daniel… ¿Qué le había pasado en el accidente? ¿estaba vivo? ¿estaba bien?

-. ¿Da…niel?- preguntó con mucho miedo

-. Daniel?.. repitió Clemente tratando de entender- ah! Tu amigo… Estaba en el hospital– vio como los ojos de Coque se volvían acuosos – NO… Espera, no…ya salió del hospital… está bien

El rostro de Coque parecía una máscara grotesca… sonreía aliviado con sus hermosos ojos claros pero el resto de moretones y marcas lo hacían ver como un espectáculo penoso… el pelo opaco y manchado… más delgado que antes… Clemente sintió como el chico se acercaba y se dejaba caer cobre  su cuerpo… fue instintivo alzar sus brazos para protegerlo y acogerlo

-. Gracias – la voz débil apenas murmuraba. Daniel estaba bien…

Salió del cuarto muy alterado dejándole su chaqueta para abrigarlo. Casi al llegar a la puerta de salida escuchó un llanto apagado y suave… Nali!!…

Estaba en otro cuarto que al menos tenía vidrios y una temperatura agradable. Le chocó ver sus muñecas y tobillos amarrados con gruesas muñequeras de cuero de las cuales colgaban cadenas pesadas… no podría moverse aunque quisiera. Sentada en el suelo… expresión abatida… debía haber estado llorando por horas, su voz estaba ronca… le recordó a una más de las tantas muñecas rotas de su padre.

Nani lo miró con miedo… no lo reconoció… tanta gente había entrado y salido, amarrado y empujado, golpeado y reído de ella… todos le daban miedo. Se arrastró hacia le rincón intentando protegerse

-. No tengas miedo… soy yo? Me recuerdas? –

Nali no recordaba nada… solo lo miraba con cara de asustada. Clemente se dejó caer cansado frente a ella, creando suficiente distancia como para que ella se no se sintiera amenazada. No le gustaba asustar a las personas… esa clase de poder era otra de las cosas que no quería para su vida

-. ¿Eres la hermana de Miguel?-

Nali alzó la cabeza al escuchar el nombre de Miguel. Parecía una amazona salvaje… Lo miraba con la cabeza baja, el pelo desordenado cayendo por todos lados y los inmensos ojos oscuros.  En medio de tan extraña situación, Clemente pensó que era la chica más linda que había visto en toda su vida. Deseó poder ayudarla… al menos tranquilizarla

-. No voy a hacerte daño-

-. Conoces a mi hermano?… quiero ir con él..-

-. Conozco a Miguel– no podía responder el resto de su pregunta. La seguía mirando embobado… Demonios!!! si era hermosa!!!

-. Gonzalo va a matarlos!!!- amenazó Nali de pronto sacando una sonrisa triste del rostro de Clemente.

-. Si… quizás debería hacerlo –

-. ¿Por qué yo?-

Clemente se encogió de hombros. Las razones de su padre eran estúpidas… toda esta matanza era estúpida… si tan solo Domingo no hubiera existido… aahhh no quería ser parte de esto… odiaba pensar en el destino que habían sufrido todas las muchachas que su padre y hermano engañaban

-. Porque eres hermana de Miguel-

Nali se había tranquilizado al sentir que Clemente no representaba una amenaza. No es que le diera confianza pero al menos no parecía querer dañarla…

-. ¿De eso se trata, entonces?.. ¿de dañar a Miguel?-

Clemente vio cambiar la expresión en los hermosos ojos

-. A la familia de Gonzalo. En realidad, el premio mayor era Claudio –

Nali se encogió en un pequeño ovillo

-. Lo siento – en verdad sentía pena y tristeza de las coas que hacía su familia

-. Tú no eres como ellos-

Clemente no respondió. No quería ser como ellos… pero ¿Qué podía hacer? Su padre jamás lo dejaría ser lo que él deseaba

-. Quería ser otra cosa…- las palabras escaparon de su boca antes de que tuviera tiempo de pensarlas… nunca se lo había dicho a nadie… en su familia no se hablaban estos temas…

-. ¿Qué querías ser? –

Clemente comenzó a hablar… era una despedida de todo lo que había soñado para su vida… saber que muy pronto sus sueños quedarían sepultados para siempre y se volvería lo que su padre deseaba… no pudo detenerse una vez que comenzó a hablar… la mirada nerviosa de Nali se fue relajando y sus ojos asustados se convirtieron en mansos y hasta llegó a sonreírle… clemente se perdía mirándose a sí mismo en el fondo de esos ojos oscuros. Hablaron de todo… Las horas pasaron y seguían conversando. Clemente habló de su familia y del estúpido de Domingo… de los cambios que vendrían aunque sin mencionar que se irían a otro lugar… quiso saber de la vida de Nali y ella, sin saber porque, confío en él y le contó toda la verdad que tan celosamente ocultaba en el colegio y a casi todo el mundo; el lugar de donde venían y como Miguel las había sacado de ese barrio horrible y le había cambiado la vida.  Hubo ratos en que no hablaban de nada. Simplemente escuchaban el sonido de las olas reventar en la playa amplificados por el silencio de la noche…  Clemente trajo café y lo compartió con ella. Todos dormían en la casa. Solo los guardias de turno estaban despiertos. Nali tenía pesadas ojeras bajo sus ojos y él le pidió que durmiera… se quedaría a vigilar su sueño. Ella dudó un momento pero el cansancio y el stress le ganaron.

El sonido del teléfono de Clemente los despertó a ambos exactamente a las 4:30 de la madrugada. Abrió los ojos sobresaltado. La pantalla mostraba un número desconocido. ¿Quién demonios llamaba a esta hora?

-. Hola?…- su voz era de sueño. Se había dormido pegado a la pared y con la cabeza de Nali en sus piernas.

-. Clemente?-

-. Si…- una voz conocida que no podía identificar

-Habla Gonzalo. No cortes. Escúchame por favor-

 

GONZALO

Jorgue Ellais era una maravilla trabajando con el computador. Casi todo lo que había hecho era ilegal pero estaba deseoso de complacer a Gonzalo de la forma que fuera.  Había entrado a trabajar para la familia hacia casi dos años y veía casi a diario a Gonzalo… cruzaba frente a su puesto de trabajo sin mirarlo jamás… tan frio y tan serio… tan atractivo y atemorizante… Jorge esperaba ansioso cada día el momento de verlo aparecer. Ansiaba una oportunidad de trabajar con él y hoy justamente se había ganado ese espacio. Quería aprovecharlo e impresionarlo; quería trabajar directamente para él… dejar de ser uno más del montón y entrar al grupo privado de personas que trabajaban con Gonzalo. Desde niño se había destacado en matemáticas y lógica. Se aburría en el colegio y lo adelantaban de curso. A los 21 años ya tenía un título y había ganado casi todos los concursos y competencias en que había participado usando su mente y un computador. Era brillante.  Pero para Jorge su mayor título era el de haber sido detenido por la policía en dos oportunidades por romper códigos de acceso e ingresar ilegalmente a varias entidades gubernamentales. La primera vez que lo hizo tenía solo 16 años.

Podía obtener cualquier información que deseara desde un computador; conocía las formas legales e ilegales de hacerlo.

Cuando Gonzalo le pidió usar su ingenio para descubrir donde podía estar Rojas puso todo su conocimiento en lograrlo. Necesitaba aprovechar esta oportunidad única.

Llevaban muchas horas en la oficina. Apenas habían comido algo y el personal se había retirado hacía rato. Jorge no se había despegado de la pantalla.

-. Creo que lo tengo señor-

Nunca gritaba ni se alteraba… solo se sonrojaba cuando Gonzalo lo miraba porque… lo ponía nervioso y no podía evitarlo.

-. ¿Lo tienes?!!-  se acercó incrédulo pero deseando que fuera verdad. La pantalla mostraba un mapa difícil de entender y una posible ubicación.

-. ¿Dónde es esto?.. ¿Qué es?.. ¿Por qué crees que están ahí? – Gonzalo se había acercado a él y apoyó una de sus manos en la silla al lado del hombro de Jorge… le hablaba casi encima y lo alteraba demasiado. Jorge pestañeaba y comenzó a sudar… necesitaba responder…

-. Es un puerto clandestino poco conocido, señor… se usa para tráfico ilegal… esta cerca de la ciudad puerto… ¿ve esta mancha?… es una casa…y estaba deshabitada hasta hace poco… ahora hay vehículos-

-. ¿Cómo sabes todo eso?- Si. Estaba muy impresionado y se lo hacía notar

-. El puerto es pequeño… no hay mucho tráfico.. solo un par de veces al mes … además hay una pista para aviones aquí… – Gonzalo seguía esperando una explicación

– Los archivos de la policía… llevan una investigación…- anunció como si no fuera algo importante pero sonrojándose ante la mirada que recibió.  Gonzalo comenzó a sonreír. Jorge siguió hablando

-. La casa… está consumiendo electricidad desde hace 30 horas…  antes… mire aquí… no tenía actividad… ve? Todo queda registrado.. estas manchas son vehículos –

Jorge le mostraba sombras y archivos en la pantalla… Gonzalo le sonrió abiertamente

-. Si lo que dices es verdad, trabajas para mí a partir de ahora-

-. Lo es, señor- se defendió rápidamente. Lo había logrado. Trabajaría para Don Gonzalo!!! había valido la pena irrumpir en tantos lugares a lo largo del día, gastarse en borrar sus huellas y obtener lo que deseaba.

-. Andrei… necesito que vayas a comprobar algo…- Gonzalo se acercó un poco más..necesitaba que Jorge le fuera dando indicaciones de cómo llegar al lugar para que Andreientendiera… estaban muy juntos… concentrados en  la pantalla.

Ninguno escuchó a Miguel entrar discretamente a la oficina…

Se quedó quieto mirándolos. Incapaz de moverse… dos sombras en la casi penumbra y soledad de la oficina… Gonzalo casi encima de otro hombre joven… mirándose… había algo de complicidad entre ellos… en los gestos que hacían…

Sintió un pinchazo parecido a una flecha en el centro de su pecho…

Nunca había sentido celos…

Nunca había odiado a alguien sin siquiera saber quién era…

Nunca había esperado sentir ganas de arrancarle los ojos a alguien… ¿cómo podía querer matarlo si ni siquiera sabía quién era?… ni por qué estaba tan cerca de Gonzalo.

-. Miguel!!!. Ven. Tienes que ver esto- Gonzalo estaba entusiasmado…

Avanzó sin responderle… su mirada fija en los ojos castaños de Jorge.  Hasta que llegó al lado de Gonzalo no le quitó la mirada fría de encima… él no lo miraba de vuelta… reaccionaba como si lo hubieran pillado en falta aunque no había hecho nada…

-. Creo que los tenemos… podrían estar aquí…  Andrei fue a comprobar con Esteban… prepárate… podrás usar tus habilidades… tenemos que irnos ahora mismo

-. ¿Quién es?

-. Ah?.. él? es Jorge… experto en computación y… otras cosas. Trabaja con nosotros ahora

Honestamente, Gonzalo no recordaba que títulos o cargo le había recitado Jorge cuando se presentó pero a los oídos de Miguel esa presentación sonó muy mal.

-. Jorge cree haberlos encontrado… vamos

Gonzalo repartía órdenes en el teléfono… debían salir de prisa, no tenían tiempo que perder.  Tiró de Miguel sacándolo de la oficina

Siguió a Gonzalo… cayendo recién en la cuenta de lo que le estaba diciendo.. ¿habían encontrado el paradero de Nali?.. Dios!! oh Dios!!..

-. No te quedes ahí mirando… vamos!– Gonzalo gritó hacia Jorge. Con el rostro más ruborizado que nunca. Jorge tomó su inseparable computador y comenzó a seguir a su nuevo jefe.

ANDREI

Esteban y Andrei se acercaron en silencio y en la más completa oscuridad.  Los elementos de detección que llevaban les permitieron comprobar que había en el lugar. No podían acercarse demasiado.  Estaba poco iluminado pero alcanzaban a distinguir vehículos y personas de guardia. Bastantes personas.  Tomaron nota mental de lo que veían. Retrocedieron hasta llegar a un lugar seguro.

-. Son ellos- confirmó Esteban tomando su teléfono para informar a María. Andrei hizo lo mismo con Gonzalo, dándole detalles de lo descubierto y del difícil acceso.

-. Mantenlos vigilados. No hagan nada hasta que lleguemos –  cortó la comunicación con Andrei.

-. Muéstrame un mapa en detalle del lugar

Jorge comenzó a teclear furiosamente y en pocos minutos exhibía lo solicitado.  Siempre había imaginado como sería una vida de aventuras y peligro. Estaba tan emocionado de ser parte de lo que sucedía. Quería agradar y ser útil. La mirada permanente de Miguel sobre él lo ponía nervioso y lo hacía sentir culpable de no sabía qué.

-. ¿Dónde está Nali?-  Miguel tenia justificadas razones para preocuparse – hay que saber dónde está antes de atacar

Era un riesgo no saber con exactitud en que parte de todas esas construcciones se encontraba cada persona. La mente de Gonzalo pensaba de prisa. Recordó algo que había mantenido apartado en un rincón de su mente…  tomó su teléfono…

-. Andrei, necesito un número de teléfono. No me importa como lo haces pero consígueme el número de Clemente Rojas

-. ¿Por qué Clemente Rojas? – preguntó Miguel

La mirada de Clemente Rojas… algo le decía a Gonzalo que Clemente tenía deseos de hablar… que quizás podía encontrar un aliado en el bando contrario… si estaba equivocado pondría todo en riesgo, pero confiar en sus instintos siempre le había resultado.

-. No estoy seguro. Quiero intentar algo

En ese momento Gonzalo tomó la mano de Miguel entre las suyas sin pensar en lo que hacía, mirando distraídamente por la ventana y pensando en cómo abordar mejor el tema con Clemente…

No tuvo tiempo para ver como los ojos de Jorge se clavaban en las  manos que recién se habían unido… sorprendido… inquieto… las observó atento hasta que sintió que algo lo distraía… levantó la vista para encontrase de lleno con la mirada satisfecha y burlona de Miguel

“es mío”  indicaba en la forma de mirarlo

Buscó de prisa el paisaje de la ventana… sintió un rash de calor profundo en las mejillas y el corazón latiendo de prisa…  sabía que Miguel seguía mirándolo pero evitó volver a encontrar sus ojos.

El paisaje pasaba demasiado a prisa por la ventana. Los autos se dirigían a toda velocidad.

Andrei y Esteban localizaban el número entre sus contactos.

Gonzalo se aventuraba a llamar a Clemente Rojas.

 

LIDIA.

Daniel seguía tratándola con fría cortesía que no creía merecer y que le dolía hasta la médula de sus huesos. Ella seguía a cargo de sus medicinas y su cuidado. Daniel las aceptaba de su mano pero estaba tan ofuscado que no le respondía más que con cortos monosílabos y ninguna palabra o gesto extra hacia ella.. Con Andrei, Esteban o María hablaba largamente, expresaba su preocupación por Coque, les preguntaba y volvía a ser el mismo de siempre, ansioso por salir de esa cama y correr en busca del chico. Solo con ella se mantenía distante.

Lidia sentía que a ratos el dormitorio era muy poco espacio para los dos. No sabía cómo más volver a disculparse… le dolía tanto la frialdad de su chiquito… todo lo había hecho por su bien pero él no lo entendía.

-. Voy a estar afuera

Necesitaba un poco de distancia entre ambos. La tensión se le hacía insoportable.  Daniel no le respondió y siguió mirando televisión.

Lidia abrió la puerta de vidrio en el pasillo y salió al jardín. Respiró profundamente aguantando las ganas de llorar y la tensión que el enojo de Daniel le producía.  La casa estaba en silencio y aparentemente ellos eran los únicos ocupantes despiertos a esa hora de la madrugada, aunque Lidia sabía que ahí, entre medio de las sombras, estaban sus hombres y los de María vigilando y cuidándolos. Caminó un par de pasos. La fragancia de las flores se sentía suave en la calidez de la noche. Un movimiento suave muy cerca suyola hizo  volver la vista sin asustarse. La figura familiar de Karina la tranquilizó.

-. Hola- saludó alegrándose de verla

La mujer respondió con un movimiento de su cabeza.

-. ¿No duermes? – preguntó Lidia.

-. Aún no

-. Pero ya casi es de madrugada

Karina se encogió de hombros. ¿Cómo le explicaba que solo descansaba cuando estaba segura de que ella estaba dormida y no la necesitaba? ¿cómo se iba a ir a dormir dejándola despierta?

Lidia pareció entenderlo. Habían llegado cerca de la piscina. Se detuvieron frente a uno de los asientos y Lidia de sentó son suavidad y elegancia.

-. Eres demasiado buena conmigo. Siéntate aquí– le indicó un lugar a su lado. Karina dudó algo nerviosa pero finalmente tomó asiento a su lado algo tiesa.

-. Me cuidas tanto, Karina. Gracias-  la mano de Lidia envolvió la de Karina haciendo que a ella se le erizaran todos los vellos de su piel y se le cortara la respiración. Para Lidia era solo un gesto amistoso en el que le agradecía su preocupación, pero a Karina, esa mano suave y cálida que envolvía la suya, le provocó una fuerte reacción para la que no estaba preparada. Salto del asiento como si se hubiese quemado, retiró su mano de prisa y se quedó de pie mirando el desconcierto de Lidia con sus grandes ojos oscuros-

-. Lo siento. Perdón… no quería ofenderte-

Quizás era mucha tensión y este pequeño gesto de rechazo en Karina era la gota que derramaba el caudal de su pena… lo cierto es que a Lidia se le llenaron los ojos de las lágrimas que trataba de contener desde hacía rato. Las dejó correr en libertad… quería desahogarse…

-. No. Por favor no llore-  Karina estaba desesperada

¿Qué había hecho??!!! Lidia estaba llorando por su culpa!!!. Se movió inquieta sin poder creer que había hecho llorar a Lidia… era una tonta!!!

-. No llore.. no llore- repetía a punto de largarse a llorar ella misma

-. Dios!!.. lo siento… estoy triste

La reacción exagerada de Karina le provocó una deliciosa ternura.

Karina no supo que más hacer para reparar el daño que creía haber ocasionado. Se volvió a sentar de prisa y esta vez fue ella quien tomó la mano de Lidia entre la suya venciendo el temor que tenía de tocarla, como si la fuese a quebrar o a contaminar…

-. Si sigue llorando voy a llorar también

Lidia sonrió entre medio de las lágrimas. La lealtad de Karina rompía sus defensas. ¿cómo podía una mujer  tan peligrosa y curtida como Karina volverse tan dulce y tierna con ella?. El pensamiento hizo que sus lágrimas aumentaran y sin tener consciencia de lo que hacía, atrajo a Karina hasta abrazarla y apretarla contra su pecho. Necesitaba contacto y cariño. El rechazo de Daniel la entristecía y Andrei no estaba cerca.

Karina primero se mantuvo rígida y temerosa pero el olor de Lidia tan cerca… su calor y la suavidad de su cuerpo fueron mucho más fuertes que cualquier resistencia posible. La rodeó tímidamente con sus brazos y se acercó a ella sintiendo las formas curvas y firmes de Lidia acomodarse contra su cuerpo.

-. No llore, por favor – suplicó incapaz de pensar en algo más. Deseaba a toda costa borrar el dolor de Lidia.

-. bueno… ya no lloro

Se separó brevemente del abrazo y trató de calmarse e intentar una sonrisa triste.

Karina estaba como hipnotizada… Lidia estaba al lado de su rostro… vio con claridad como las lágrimas brillantes surcaban su delicada mejilla… no supo en que momento levantó su mano y limpió una lágrima que descendía hasta casi tocar su boca … la tocó casi con reverencia… tan suave y delicada… casi etérea… Lidia sonrió agradecida ante el gesto… suave… como en cámara lenta Karina se acercó… irresistiblemente atraída… necesitaba tocar esa piel con su boca… lo necesitaba… depositó un beso en el borde de la comisura de la boca de Lidia… justo donde había quitado la lágrima… su vida por ese beso… por la tibieza de esa dulce piel bajo sus labios… solo unos segundos con los ojos cerrados y con el mundo girando de prisa a su alrededor, mareándola y haciéndola olvidarse de todo… nada más que Lidia, su piel y su delicioso aroma…

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