Miguel 2 Capítulo 67

CAPITULO 67

La madre de Gonzalo supervisaba la comida del sábado en la noche con especial interés. Alrededor de su mesa se encontraban nuevamente todos sus hijos.

Daniel y Lidia habían llegado esa misma tarde de manera inesperada. Don Jaime presidía la mesa. Su marido estaba diferente… el infarto y las consecuencias se veían en su falta de energía y coordinación, en los años que se le habían venido encima muy de prisa sin que él se diera cuenta.

Miguel y su familia figuraban como invitados. Ninguno se sentía muy cómodo pues Don Jaime les hacía saber sutilmente que su presencia en la casa familiar no era de su agrado pero su mujer y todos sus hijos se esforzaban por hacerles sentir lo contrario.  Gonzalo no las había dejado marchar de vuelta al antiguo departamento. Es cierto que habían ganado la más importante batalla en la guerra que iniciara Domingo Rojas… pero Teddy Rojas y dos de sus hijos estaban vivos y nadie conocía su paradero.

Luego de limpiar y quitar toda evidencia de sus pasadas locuras, Gonzalo les cedió su departamento dentro de la misma casa de sus padres. Al menos tendrían más independencia. Su suegra entendía poco pero estaba dichosa de tener a su hija de vuelta y obedecía instrucciones con tal de no ponerla en peligro. Nali se mostraba agradecida y no objetaba ninguna decisión de su hermano o Gonzalo.

Nali los había sorprendido a todos. En vez de regresar como una chica llorosa y asustada, se encontraron con una adolescente tranquila y madura. Si. Los Rojas la habían tratado mal, excepto Clemente que había sido muy bueno con ella y la había defendido y acompañado, pero había aprendido una lección. No volvería a arriesgarse. Había comprendido lo que significaba ser parte de una familia en permanente tensión y peligro… pero no cambiaría a su familia por ninguna otra. Se abrazó a Gonzalo como si fuera un hermano mayor

-. Además tú y Miguel me protegerán siempre

Gonzalo devolvió el abrazo, agradecido del cariño de su cuñada… era mucho más que su cuñada… la hermana de Miguel. Había algo en Nali que obligaba a quererla y cuidarla. Su carácter alegre, su simpatía y dulzura… Se había ganado un espacio en su corazón. Se sentía responsable por ellas aunque entendía que ese era el rol de Miguel… pero a él también le importaban mucho y deseaba que formaran parte de su vida.

Las dejó tranquilas y con la promesa de no volver a salir sin compañía. Dispuso de un vehículo y protección para que Nali fuera y volviera del colegio. De ahora en adelante, tendrían que acostumbrarse a la protección permanente.

Claudio se había disculpado con Nali hasta el cansancio.

-. No fue tu culpa. Ellos querían matarte- le confesó Nali a un asombrado Claudio.

-. No volveré a ponerte en peligro.

Nali sonrió… le gustaba Claudio como amigo y esa frase sonaba a promesa de futuros encuentros.

Miguel aún no lo perdonaba. Se abstenía de encontrarse con él y evitaba los espacios comunes de la casa donde pudieran coincidir.  Se trataba de su hermana y si Claudio no hubiera actuado como un crío imprudente Nali no habría estado en peligro. No tenía derecho a poner a su hermana en riesgo. Miraba con disgusto como ella volvía a conversarle.

-. No quiero que hables con él.

-. Me trajiste a vivir en su casa. ¿Cómo quieres que no le hable?.

La lógica de Nali era irrefutable

-. Yo no le hablo.

-. Pues eres un mal educado. Es su casa.

Gonzalo observaba en silencio el desarrollo del pequeño drama familiar sabiendo que no pasaría a mayores. Sonreía cuando veía a los hermanos defender su postura… el orgullo y la tozudez de Miguel frente a la rebuscada lógica de Nali… Le parecía que este pequeño conflicto era… agradable. Si. Agradable.

Encendió un cigarrillo y se alejó hacia la terraza sin dejar de sonreír. Se lo había buscado el mismo y estaba satisfecho. Ahora tenía una suegra y una cuñada y todos los líos que aquello podía significar… vida familiar. Estaba empezando a encontrarle el gusto. No la cambiaría por nada del mundo. Miguel en su vida y en su cama cada noche. Las personas que más amaba reunidas y protegidas bajo su amparo. Ese era el principal sentido de su vida.

-. No lo voy a perdonar…

Gonzalo sonrió con más ganas. Miguel se acercaba a la terraza en busca de él, mascullando en contra de Claudio aunque no tuviera quien lo escuchara. Nunca podían estar separados mucho tiempo. Aspiró la última bocanada de su cigarro y lo apagó. Quería sus manos desocupadas.

Sin decir una palabra Miguel se paró frente a él. Todavía usaba el vendaje alrededor de su pecho pero ya podía moverse y usar el brazo derecho con relativa facilidad. Tenía casi 20 años pero seguía pareciendo un mocoso de 15… jeans y una camisa debido a la cena en familia… el gesto amurrado y orgulloso…

-. Si vas a hacerlo…

-. No puedes obligarme. Puso en peligro a Nali y…

Tiró suavemente de él para abrazarlo y callarlo

-. Vas a hacerlo porque yo te lo estoy pidiendo…

Lo sintió tensarse entre sus brazos

-. Es mi hermano, Miguel. Tiene 16 años. Se equivocó. No volverá a cometer un error con Nali

-. Por supuesto que no!! No saldrá nunca más con ella…

“Que bueno sería si todo pudiera resolverse tan fácil” pensó Gonzalo. Pero le correspondía a Nali decidir con quién salir y a Claudio esforzarse más si quería conquistarla. Era misión de cada uno decidir el destino de sus vidas… pensó en Miguel protegido entre sus brazos. Así quería tenerlo por el resto de sus días… lo que más amaba… su mayor debilidad… pero tampoco era una opción viable. Gonzalo estaba pensando mucho últimamente. Desde que su peor temor se materializó enfrente de sus ojos, al ver a Miguel caer herido de bala, no había dejado de pensar. Amaba lo que habían construido juntos… no sabía cómo eran las demás parejas y le importaba poco, pero su relación con Miguel era todo lo que deseaba; lo satisfacía no solo en el sexo sino también de otras maneras que no podría explicar pero que sentía… su mente y su alma alegre y en paz al saberse amado por él. La sola idea de perderlo lo asustaba más que cualquier otra cosa en el mundo.

-. Deja que lo decidan ellos

-. No quiero a tu hermano con mi hermana

-. Eres un porfiado… – lo tomó de la mano y lo comenzó a guiar hacia dentro de la casa… sabía dónde quería llevarlo…

-. Es una niña… no sabe lo que hace

-. Nali no es una niña – tenía ideas en su mente y sensaciones en su cuerpo. No había tocado a Miguel desde que resultara herido…

-. ¿La estas defendiendo?

-. Deja que ella decida lo que quiere… tú decidiste volver a mí. – ya llegaban al dormitorio

-. No es lo mismo. Nali es…

Los labios de Gonzalo lo callaron. Miguel lo recibió hambriento… nunca se cansaban. Nunca tenían suficiente… mientras más se unían más necesidad tenían de volver a hacerlo…

Movía sus labios acariciando, lamiendo y dejando besos sobre el cuerpo de Miguel. Las vendas alrededor del pecho le impedían tocarlo por entero. Miguel no se quedaba quieto… suspiraba y demostraba el placer que le producían las caricias. Estaba ansioso por este encuentro. El primero en casi una semana de abstinencia…  todo un record para ellos. Gonzalo deseaba disfrutarlo al máximo y tenía claro como quería hacerlo…

-. No te muevas – ordenó

Miguel hizo un gesto de resignación… lo deseaba con tantas ganas… quería besarlo y tocarlo, sentirlo dentro de su cuerpo, entregarse y fundirse con él… no esperaba que Gonzalo quisiera jugar ahora. Sintió como le tomaba los brazos y los levantaba para pasarlos lentamente por sobre su cabeza hasta atrás. Decidió aceptar… aún lo atormentaban algunos recuerdos de aquella noche maldita… pero cada día cedía un milímetro… tendría que comenzar a pensarlo seriamente… a Gonzalo le gustaba dominarlo… a él le gustaba ser dominado… si tan solo pudiera olvidar, abandonarse completamente como antes y dejar de tener miedo

-. ¿Te duele? – preguntó Gonzalo recordando la herida del costado y los brazos estirados hacia atrás

-. No…

– ¿Te vas a quedar quieto?

-. No estoy seguro… – respondió con una sonrisa pícara.  Miguel no tenía ninguna segunda intención. Solo estaba diciendo la verdad… ¿cómo podía asegurar que no se iba a mover?

-. Bien… muy bien… 

En un segundo, Gonzalo  estaba fuera de la cama y sacando el cinturón de sus pantalones en el suelo…

A Miguel se le aceleró el corazón… un destello de su mente le mostró a otro Gonzalo con una sonrisa maquiavélica y un cinturón para atarlo… su cuerpo inmovilizado y castigado…

Una ola de miedo le pasó de prisa por su espalda… le costaba controlarlo. Inhaló con calma…  No. Gonzalo no le haría daño. Confiaba en él y se amaban… soltó el aire despacio… solo quería jugar…  Cerró los ojos y esperó concentrándose en el aire que entraba y salía por su nariz, bajaba por su tráquea, inflaba sus pulmones y…

El peso de Gonzalo sobre él… el frío cuero alrededor de sus muñecas…  ya estaba… movió sus brazos un poco para sentir el tirón… estaba atado… exhaló dejando escapar un sonido parecido a un gemido… al instante Gonzalo estaba en su oído

-. No tengas miedo… por favor. Te amo… es un juego… nada más

Le gustó escuchar su voz tan cálida y cariñosa… se había dado cuenta de su miedo y lo estaba calmando.

-. Miguel, abre los ojos

Obedeció.

Ahí estaban los cálidos ojos oscuros de Gonzalo y sus manos enmarcando su rostro y acariciándolo. Podía ver la enorme excitación en su rostro… el pelo desordenado, la boca húmeda y apetitosa… el cuerpo de Gonzalo desnudo y listo para amarlo… Demonios!!Había disparado a matar, tenía uno de los trabajos más riesgosos del mundo, portaba armas todos los días, se enfrentaba a bandas rivales, había sobrevivido un balazo…  ¿y temblaba como un cachorrito porque el hombre que amaba le había inmovilizado los brazos?

-. ¿Quieres que siga?

-. Bésame…

Necesitaba sentirlo y que el calor de su amor se extendiera por todos sus músculos y terminaciones nerviosas. Quería complacerlo… Gonzalo lo besó con pasión, deleitándose en cada centímetro de su boca, transmitiéndole su deseo y cariño… Era difícil besar sin acariciar ni moverse… fueron sus piernas las que se elevaron para atrapar las de Gonzalo en un abrazo…  se rieron juntos por el gesto de Miguel…

-. No me obligues a atar tus piernas también… – amenazó Gonzalo

-. No. todavía no… – definitivamente estaba más excitado que antes.

Era lo que Gonzalo esperaba para continuar… “todavía no” significaba que más adelante podría hacerlo… que por ahora tendría que conformarse con inmovilizar su brazos… pero ahí estaba el cuerpo de Miguel a su disposición… su mocoso… su pequeño demonio orgulloso… lamió su piel con devoción, disfrutó en especial volverlo loco con su lengua en su miembro, sus bolas y todo su culo… Miguel era  tan suyo… cada gemido y jadeo elevaba más su excitación… pensó en el dolor… sabía lo mucho que calentaba a Miguel y el placer y el miedo que le producía… No. Aun no. Recién estaban derribando una barrera…  tenían una vida juntos por delante. Habría tiempo para todo.

 

DANIEL

El viaje de vuelta a casa había resultado más agotador de lo esperado después de tanto tiempo de inactividad pero, a pesar de eso, no tenía tiempo que perder. Al terminar la cena buscó a Gonzalo y lo vio desaparecer con Miguel de la mano…

-. Salvajes calientes… ¿no se cansan?- murmuró para sí mismo, medio molesto, medio divertido… le gustaba verlos juntos… le recordaban la ausencia de Coque.

-. ¿Quiénes? ¿De qué?

Lidia no lo perdía de vista. Lo conocía demasiado bien y sabía que su hermano estaba cansado y adolorido

-. Quería hablar con Gonzalo, pero…

-. No va a escucharte ahora… pero Andrei si

Se encerraron los tres en la cocina. Daniel le relató su desagradable última experiencia con María. Lidia corroboró y añadió detalles. Tal vez era la molestia pero Daniel había dejado de lado la pena y la lástima que la situación de Coque le producía. Ahora solo había determinación en sus ojos. Por momentos, parecía mucho más adulto de lo que era.

-. Necesito encontrarlo

No sonaba a una petición sino a una orden…

Andrei los escuchó con calma. Entendía lo que Daniel sentía y estaba pidiendo… pero se trataba de la familia de María… No recordaba que dos familias hubieran tenido tan buenas relaciones como las de ellos ahora… desobedecer las instrucciones de María respecto de su hermano era una clara provocación. Daniel ordenaba… pero Andrei todavía estaba muy lejos de recibir sus órdenes.

-. ¿Qué quieres hacer cuando lo encuentres?

Daniel lo miró confundido… estaba claro lo que había que hacer…

-. Sacarlo del loquero donde lo encerraron… ¿Cómo se les ocurre dejarlo solo con extraños?… Coque a veces puede ser como un niño… debe estar muy asustado…

Lidia y Andrei cruzaron sus miradas…

-. No puedes hacer eso.

Por suerte fue Lidia quien lo dijo…

-. ¿Por qué no? Entramos, lo encontramos y nos lo llevamos… así de fácil.

-. Daniel… no sólo sería una declaración de guerra a la familia de María… tienes que pensar en lo que Coque necesita ahora. Tal vez los médicos saben lo que hacen…

-. No tienen idea!!! Necesita cariño y apoyo!!!  ¿Sabes lo que le hicieron los malditos Rojas??!! ¿Sabes cómo debe sentirse??…

Mierda!! Daniel no quería ablandarse… no era el momento de mostrarse débil y sentimental sino duro y decidido..

-. Sé que necesita que lo abrace y le hable

Le resultaba imposible no dejarse arrastrar por la pena cuando pensaba en Coque dañado y solo en un lugar desconocido…  necesitaba verlo y estar con él… estaba tan seguro de que lo necesitaba…

Lidia y Andrei lo miraban en silencio…  ¿de qué manera podían rebatir ese argumento?… ¿Qué demonios pensaba María al hacerle eso a su hermano?… ¿tenía razón?.. ¿Qué decían los médicos?… ¿Por qué demonios no le había dicho todo a Daniel??!!!

Fue Andrei quien rompió el silencio con un gesto decisivo

-. Tienes que hablarlo con Gonzalo.

Daniel asintió. Nadie movería un dedo si Gonzalo no daba una orden.

-. Mientras tanto le diré a Jorge que comience a rastrearlo. Dame los datos que tengas

-. Jorge? – Ni Lidia ni Daniel sabían de su existencia

-. Es el genio de informática que se consiguió Gonzalo. Trabajaba para Andretti…

-. Jorge Ellais? – preguntó Daniel recordando el tiempo en que trabajó junto a Andretti y su equipo

-. El mismo

Daniel trajo el recuerdo del hombre a su memoria. Un tipo alto, delgado y con lentes que siempre estaba pegado al computador. Había trabajado con él… era bueno.

-. Si alguien puede encontrarlo es él – le aseguró Andrei

-. No tengo ningún dato sobre Coque… ni siquiera sé el nombre de su doctor…

-. Es la misma clínica de Miguel y de Nali. Con eso bastará…

Andrei se comunicó con Jorge a través del teléfono. No importaba la hora. Cuando se trabajaba para la familia tenían que estar disponibles las 24 horas. Entregó los pocos datos que tenía.

-. Habla con Gonzalo mañana temprano.

No importaba si Jorge lo encontraba o no. Daniel no obtendría la información sin la aprobación de Gonzalo.

 

Daniel despertó temprano. Los medicamentos para dormir y para el dolor se habían terminado hacia dos días y no quería volver a tomarlos. No descansaba bien y andaba ansioso y preocupado… pero no importaba. Estaba aprendiendo a manejarlo. Sabía bien cuál era la razón de su malestar y creía que estaba en sus manos resolverlo para terminar con la ansiedad y volver a dormir como un bebe.

Salió de la cama y con algo de dificultad, se vistió. La casa estaba en silencio. El dormitorio que ocupaban temporalmente Gonzalo y Miguel  estaba casi frente al suyo. La puerta estaba cerrada… lo pensó solo unos segundos… No. No quería esperar más. Gonzalo y Miguel eran madrugadores. Seguramente estaban despiertos y él necesitaba hablar con su hermano con urgencia.  Golpeó la puerta un par de veces. Al no escuchar respuesta la abrió despacio y entró.

Solo una persona dormía en la cama… Miguel, por el tamaño. Gonzalo no estaba en el dormitorio. Escuchó el agua de la ducha corriendo…

-. Hola… Daniel? 

Miguel abría los ojos, se estiraba como un gato y lo miraba como si fuese una visión extraña

-. Hola. Disculpa pero necesito hablar con Gonzalo- se explicó Daniel sin dejar de mirarlo… se veía lindo Miguel amaneciendo… todo despeinado y con cara de profunda satisfacción… una sonrisa boba se pintó en el rostro de Daniel… pensó en lo que seguramente hicieron la noche anterior… Tenía suerte su hermano.

-. Está en el baño. Espéralo – dijo Miguel indicando el sillón

Daniel se sentó sin dejar de sonreír… era una situación por demás extraña… la tensión entre él y Gonzalo a causa de Miguel había terminado hace tiempo… Miguel y él eran buenos amigos… pero aún así se sentía raro…

-. ¿Qué diablos haces aquí?

Gonzalo salía del baño con una toalla amarrada en la cintura y otra frotando su pelo húmedo…

-. Necesito hablarte

-. ¿Y no podías esperar a que nos vistiéramos, al menos?

-. Bah… No hay nada aquí que no haya visto ya…- las palabras salieron de la boca de Daniel antes que pudiera pensarlas…

La mirada de Gonzalo sobre Daniel fue asesina…

Solo la risa de Miguel logró hacer que la situación no se convirtiera en un drama

-. No pasa nada… tu hermano quiere hablar contigo– a Miguel le había resultado graciosa la frase de Daniel… la mirada de Gonzalo… era un momento tan irreal…

-. Lo siento…  – había pena en la voz de Daniel a la vez que algo de risa por la seria indiscreción

-. ¿Cuál es la urgencia? – dijo Gonzalo retomando el control en el cuarto e ignorando la risa de ambos

-. Mi urgencia es Coque…

Comenzó a hablar y a explicarles. Gonzalo escuchaba atentamente al tiempo que terminaba de secarse y se vestía.

-. Tengo que encontrarlo – fue la frase con la que Daniel cerró su explicación

Ahora sí tenía toda la atención de Gonzalo quien estaba silencioso, analizando y pensando…

-. Tal vez María tiene razón… tal vez Coque necesita estar solo y tranquilo después de lo que ha pasado.

-. No lo dices en serio??!! – la voz de Miguel sonó fuerte y clara. Su mirada intensa sobre Gonzalo – ¿entiendes cómo se siente? Sin poder ver a Coque… sin ver a la persona que ama y que lo necesita???

El primer pensamiento de Gonzalo había sido exactamente el mismo de Andrei… mantener la buena relación entre las dos familias y la fortaleza que eso significaba para ambas… las palabras de Miguel y el sentimiento con que las expresó lo hicieron aterrizar. Buscó los ojos de su hermano… impaciencia… pena… desesperación… ansiedad…  conocía esos síntomas… los había vivido y Daniel había estado al lado suyo apoyándolo con todo. Entendió que su hermano era mucho más importante. Se acercó a Daniel

-. De acuerdo… Lo buscaremos hasta encontrarlo. Hay que pensar bien lo que haremos para no enemistarnos con María. Pero te prometo que vamos a encontrarlo-

Daniel se puso de pie… todo iba a salir bien. Dentro de poco sabría donde estaba y correría a buscarlo… tenía el apoyo de su familia… creía firmemente en lo que él le decía… el apretón de manos con Gonzalo se transformó en un cariñoso abrazo de hermanos…

-. Vamos a tomar desayuno y a organizarnos…

-. Si… los espero abajo – Daniel salió del cuarto.

Gonzalo se giró acercándose a Miguel… tenía esa mirada que nada bueno presagiaba

-. No es mi culpa!! Yo no lo invité a entrar!! – se defendió Miguel antes de ser acusado

Lo sujetó como si fuera un juguete, lo inmovilizó con su cuerpo y le buscó la boca ahogándolo en un beso posesivo…  se separó sin soltarlo…. Los ojos de Gonzalo eran una mezcla de celos y posesividad…

-. Soy tuyo… – dijo Miguel con ternura… alzando sus brazos para rodear a Gonzalo

-. Lo sé… lo sé… – al fin soltó la sonrisa Gonzalo. Era suyo.

 

Jorge comenzó la búsqueda temprano. Gonzalo había ordenado desocupar la oficina más cercana a la suya y esa era la actual oficina de Jorge. Los comentarios habían sido mucho en las oficinas y las miradas sobre Jorge de sus antiguos compañeros no eran muy agradables… pero estaba claro que Jorge trabajaba con Gonzalo y su posición había cambiado.

La única información disponible para iniciar la búsqueda era la clínica y el nombre de Coque…  en solo minutos logró acceso y revisó la lista de doctores que lo habían atendido. Tuvo el nombre del primer médico siquiatra en pocos minutos.   Amplió la búsqueda y buscó conexión de ese médico con algún centro especializado… dos institutos, uno en el centro en la ciudad y uno en las afueras. Le tomó un poco de tiempo acceder a sus datos. En ninguno de ellos figuraba el nombre de Coque como paciente. Revisó el día de ingreso…

-. Hay dos ingresos el mismo día pero ninguno bajo el nombre real de Coque –anunció Jorge cerca del mediodía -Un paciente masculino fue registrado en este lugar bajo el nombre de Lino Arriaza-

-. Es él – interrumpió Daniel – es el nombre de su padre y su segundo apellido

-. Bien. Está en una clínica especializada en las afueras del puerto.

Las imágenes del computador le mostraron el lugar a Daniel. Un recinto elegante y señorial. Jardines frondosos y buena atención médica. Al menos Coque estaba en un buen lugar…

-. ¿Quiere ver su ficha médica? – ofreció Jorge a Daniel

¿Leer todo lo que le había pasado y cómo estaba Coque?… No. No quería saber aún.

-. No, pero quiero saber sobre el médico que lo trata

-. ¿Qué buscamos? – preguntó Jorge

-. La basura bajo la alfombra

Tenía que haberla… necesitaba encontrar algo malo o ilegal sobre ese hombre. Necesitaba llegar a Coque sin que María lo supiera. Prefería la extorsión a la violencia pero usaría lo que fuera necesario para verlo.

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