Miguel 2 Capítulo 75

Capítulo 75

DANIEL

Despertó cansado porque había dormido muy poco. Después que terminara su horario en la clínica había corrido en busca de Nelly para que volviera a arreglar todo lo que se estropeaba en su disfraz de Ray Salazar. Los minutos se convirtieron en horas y llegó de vuelta a casa de madrugada, escoltado por sus guardaespaldas. Estaba tan exhausto que, por una vez, no le importó viajar con ellos.

María iría a ver a Coque hoy.

Lo mejor sería que diera parte de enfermo y no se apareciera por la clínica… eso sería lo más sensato… pero nada de lo que estaba haciendo era lógico ni razonable.

Se arregló de prisa y partió a su trabajo. Ver como Coque mejoraba cada día era motivo de alegría y orgullo. Cada paso que Coque avanzaba en su recuperación se convertía en una droga que lo dejaba temblando de alegría y satisfacción… necesitaba estar con él aunque su pecoso no tuviera idea. Ahora, que trabajaba junto con el médico, estaba seguro de que progresaría más rápido y pronto podría dejar ese lugar. Se reencontrarían…  Dios!!  Alimentaba esa ilusión cada vez que la ansiedad por besarlo, tocarlo y mimarlo se apoderaba de él.

El horario de visitas estaba predeterminado; de 4 a 6 de la tarde. Esa era la hora en que llegaría María.

El día había sido magnífico. Coque estaba animado, asistió a sus horas de terapia en la mañana acompañado de Ray, habían hecho juntos los ejercicios y almorzaron por primera vez en el comedor con el resto de los pacientes. Durante las primeras horas de la tarde, Ray puso música y abrió las ventanas hacia el jardín permitiendo que aire, fresco a primavera, entrara en el cuarto.

-. Cuéntame más de tu familia

Se había vuelto una frase típica de Coque cuando buscaba conversación y compañía de Ray.

Daniel sonrió sintiendo algo cálido en su interior… “te gusta mi compañía pecoso… me amas… lo sé”

Esta vez fue el turno de hablar su imaginario primo Vicente… Supuestamente, se había alejado de sus padres a pesar de tener solo 15 años y había comenzado a trabajar con unas personas que no agradaban a sus tíos… eran traficantes y aunque ganaba buen dinero, no estaban seguro de que fuera una buena vida para su primo…

-. No lo es – interrumpió Coque – deberían llevarlo de vuelta a casa antes de que sea demasiado tarde.

-. No sé… – rebatió Ray dudando – tiene solo 15 y gana más dinero que yo… es difícil competir con eso

-. Va a morir antes de los 20… o le van a  pasar cosas malas y no le importará más la vida-

Daniel se daba cuenta que tocaba fibras sensibles en Coque… intentaba abrir las ventanas en su mente y que liberara todas las emociones profundamente enterradas. Coque tenía miedo de volver a sentirse asustado e inseguro… se refugiaba en el silencio…

-. ¿Cómo sabe que le pasará eso?  Puede ser que trabaje unos años, junte mucho dinero y luego decida seguir estudiando.

-. No. No podrá. Una vez que entras no vuelves a salir…- había un leve tinte de desesperación en la voz de Coque

– Si. voy a conversar con mis tíos cuando vaya

-. No Ray. No entiendes. Tienes que sacarlo ahora mismo… no puedes permitir que tenga esa vida.. si quieres a tu primo, sácalo de ahí.. por favor.. sácalo!!!

La explosión de Coque tomó por sorpresa a Daniel…

-. Lo van a dañar!! Entiendes? Dile a sus padres que se lo lleven a casa y lo cuiden!!- gritaba mirándolo con los ojos llenos de lágrimas.

Daniel se levantó de un salto y lo protegió en un abrazo

-. Lo haré- prometió calmando el cuerpo tembloroso de Coque – lo sacaré, se lo juro. Lo traeré de vuelta hoy mismo-

Permanecieron abrazados en silencio hasta que Coque se calmó…

-. Lo siento…  es que nada bueno puede resultar si tu primo Vicente se une a los traficantes

Daniel dudo… si seguía hablando del tema era posible que lograra el objetivo que el doctor le había propuesto. Pero hacerlo era volver a sumergir a Coque en temas dolorosos… Maldición!!… mejorar requería superar el dolor…

-. ¿Cómo es que sabe de esto? – preguntó enterrándose las uñas en su propias manos…

Coque suspiró mirando por la ventana hacia ninguna parte en especial… un gesto de sufrimiento en su rostro… Luego del último suspiro comenzó a hablar, abriendo puertas y ventanas mentales y vaciando parte de su aflicción. Habló de su padre, de los hombres rudos y violentos que había conocido y temido desde niño, de los chicos que comenzaban a trabajar para su padre y nunca más volvían a ser libres… De pronto, estaba hablando de él mismo… de una niñez y adolescencia marcada por el temor a un padre autoritario y violento, de las cosas terribles que hacía a otras personas… tenía miedo de su propio padre pero tuvo que disimularlo en admiración y seguridad cuando la verdad era que le habían temblado las piernas y sentido nauseas cada vez que su padre lo llevaba consigo a ver como castigaban a alguien que había cometido un error…

-. No me gusta la violencia y él me obligaba a mirar. Me decía que tenía que aprender para que nadie pasara por encima de mi… algunos eran chicos casi de mi edad y ellos… ellos… – no podía seguir

Daniel desconocía esta parte de la historia de Coque. Su cara de sorpresa y pena era genuina. Fue inevitable que su mano se posara en el antebrazo de Coque. Era un duro esfuerzo contenerse y no encerrarlo entre sus brazos para protegerlo y calmarlo.

-. ¿Sabes por qué estoy aquí? – Coque preguntó repentinamente

Ray asintió moviendo la cabeza. Era estúpido negarlo cuando se suponía que había visto su ficha médica muchas veces. Además, Coque estaba abriendo la ventana mental más cerrada de todas, a la que el médico no lograba llegar.

-. Si. Lo sé – respondió casi con miedo

Coque agachó la cabeza en señal de vergüenza…

-. Es una de las muchas cosas malas que le pueden pasar a tu primo

Daniel no supo que responder… estaba abrumado por la necesidad de consolarlo y protegerlo y por la horrible verdad que Coque exponía… su cuerpo gritaba por lanzarse sobre él y cubrirlo de besos y amor… su pecoso… sufría tanto…

-. Era un hombre grande… enorme y violento…- las lagrimas caían sin control por la cara de coque que no intentaba limpiarlas, demasiado sumido en sus horribles pensamientos – El… quiso hacerme el mayor daño posible… me gritaba que era mi culpa y que yo me lo había buscado… me golpeaba y decía que me gustaba…

Daniel hiperventilaba a punto de perder el control… se llevó bruscamente las manos a la cara para cubrir sus lágrimas y evitar gritar. Imaginar lo que le había hecho ese animal a Coque… su dulce niño pecoso…

-. No es cierto… yo no hice nada… no hice nada…- Coque se defendía entre sollozos. Su fragilidad extrema rompía en pedazos el corazón de Daniel

-. Basta. Ya basta!!- gritó Daniel

Lo rodeó con su brazos y su cuerpo… el llanto sacudía el cuerpo de Coque y no se dio cuenta de los pequeños besos que Daniel dejaba en su pelo mezclado con sus propias lágrimas… lo acariciaba olvidando toda contención. Esto era más de lo que podía soportar… el odio intenso se agitaba junto a la más profunda pena… lo estrecho tan fuerte, queriendo arrancarle el dolor… liberarlo del sufrimiento.

Justo cuando Daniel estaba a punto de mandar todo al demonio el sonido del teléfono lo obligó a detenerse. No pudo contestar de inmediato. Lo tomó cuando volvió a sonar y ambos se habían calmado

-. Hola

-. La hermana del paciente está aquí– avisó Carmen

María!!

Daniel se limpió las lágrimas y recompuso sus emociones

-. Su hermana está aquí – le habló suavemente mirándolo a los ojos.

-. No quiero que me vea así

En el baño lavaron sus rostros y por unos instantes compartieron una sonrisa secreta de complicidad. Coque estaba nervioso por la visita y apretó la mano de Ray cuando escuchó los golpes en la puerta. Lo miraba pidiendo ayuda sin atreverse a decirlo…

Ray respondió con otro suave apretón en la mano pequeña y delgada… Solo sonrió para darle seguridad.

aquí me quedo contigo aunque se nos venga el mundo encima, pecosito mío”

María entró sonriendo con su perfecta cara de niña/mujer, colorina, pecosa y femenina, saludando con cariño a su hermano y dedicando apenas una mirada al auxiliar.

Esteban entró detrás.

Daniel no había contado con ese detalle.

Saludó a Coque afectuosamente y luego extendió su mano para saludar al auxiliar. Daniel rehuyó la mirada agachando la cabeza.

La sonrisa desapareció y Esteban le dedicó una mirada más larga de lo necesario… sostuvo la mano apretada, ladeo la cabeza estudiándolo… tenía el ceño fruncido

-. Con permiso – Daniel habló muy bajito… nervioso. Retiró su mano forzándola y se dirigió a la puerta…

No esperaba a Esteban…

María estaba impaciente por ver a su hermano y era esperable que no le prestara atención debido a su preocupación por Coque… no estaría alerta en el dormitorio de su hermano…

Pero Esteban nunca bajaba la guardia… Demonios!! había estado a punto de reconocerlo… ¿O ya lo había reconocido?… Mierda!! le había prometido a Coque quedarse con él pero no podía volver a entrar al dormitorio arriesgándose a que Esteban echara todo a perder… Daniel golpeo la pared en un gesto de frustración… la mirada de ayuda de Coque lo perseguía.  Pasaron unos cuantos minutos en que se debatía sin saber que hacer…  súbitamente cerró los ojos, respiró profundo y tomó una decisión.

-. Su medicina de las 4:30 – anunció Ray sosteniendo el vaso con agua y la pastilla.

-. Gracias – Coque la recibió con una sonrisa que le hizo olvidarse de todo lo malo y la puso en su boca, tragándola.

María  estaba sorprendida de los cambios que veía en su hermano. Había una mejoría notable, tal como le había dicho el doctor.  Casi se parecía al Coque de antes… Quizás era cosa de días para poder llevarlo de vuelta a casa.  Se sintió contenta de haber tomado una buena decisión al traerlo a este lugar aislado. Siguió hablando con él, entusiasmada, preguntando y escuchando atentamente cada palabra de su hermano.

Esteban se había alejado. Observaba fijamente a Daniel desde el otro extremo del cuarto.

Luego de unos minutos, el escrutinio al que era sometido comenzó a resultar insoportable para Daniel.  Busco a Coque con la mirada y lo vio tranquilo hablando con María. Sintió que podía abandonar el cuarto sin faltar a su petición.

Cerró la puerta y caminó despacio hacia la estación de enfermería

El fuerte apretón en su brazo lo asustó y resultó doloroso. Esteban lo empujaba hacia un rincón solitario

-. Dame una buena razón para no matarte ahora mismo, Daniel

El choque de su cuerpo contra la pared fue brutal…

Esteban respiraba encima de él y tenía claras intenciones de violencia.

-. ¿Lo viste?!! ¿Viste como ha mejorado?!!! – habló apresurado antes de que lo golpeara

-. María te advirtió que te mantuvieras alejado. Te va costar muy caro

-. Es por él!! Esta mejor conmigo cuidándolo. No sabe que soy yo. No puedes decirle. Echarías todo a perder y está mejorando de prisa!! Me necesita!!!

Vio a Esteban dudar. Siguió hablando. Su complicidad era lo único que podía salvarlo ahora

-. Lo estoy ayudando. Hasta el doctor lo reconoce. Te juro que no le he hecho nada malo. Solo quiero cuidarlo…

Esteban liberó el fuerte agarre.

-. Necesita compañía y cariño. Esta solo y asustado. Es casi un niño!! Por favor no le digas a María. Coque me necesita. Yo lo sé!!

Esperó en tenso silencio mientras Esteban cambiaba las expresiones de su rostro, fruncía las cejas… pensando… se podía notar como estaba debatiéndose… dudando…

-. ¿Desde cuándo estas aquí?

-. Más de una semana…

Otro silencio mientras pensaba…

-. ¿En verdad no sabe que eres tú?

-. No. Lo juro. Cree que soy Ray, el auxiliar

-. Ray…

Esteban repitió su nombre inventado varias veces… cuando vio que movía la cabeza asintiendo, Daniel supo que lo había convencido

-. Si le llegas a hacer algún daño…

-. Lo amo!! No voy a dañarlo!!! Créeme

-. ¿Gonzalo sabe que estas aquí?

-. Si

-. Y el médico de Coque?

-. Estamos trabajando juntos para ayudarlo. Por favor no lo eches a perder. Está mejorando

Daniel suplicaba con fervor… necesitaba de su complicidad.

Esteban movía las cejas en señal de asombro y se tomaba su tiempo para pensar. Cuando decidió, levantó el dedo índice, golpeando a Daniel en medio del pecho.

-. Ray. Esta conversación nunca existió – su voz era oscura y amenazante pero Daniel estaba demasiado feliz para asustarse

-. No. Nunca – negó rápidamente

Esteban se alejó rumbo al dormitorio.

Daniel se tomó unos instantes para calmarse… se arregló la ropa y no volvió a entrar al dormitorio hasta que se fueron.

Coque lo recibió con una sonrisa y eso bastó para que Daniel se sintiera recompensado por todos los inconvenientes del día.

-. Cuéntame más de tu familia – pidió Coque con una leve sonrisa. Se alegró de ver aRay entrar.

 

GONZALO

 

Hablar con Gonzalo resultó liberador.  Una vez que Lidia empezó a destapar los problemas de su corazón no pudo detenerse y dejó salir todo. Gonzalo escuchó en silencio con el ceño fruncido en un gesto de preocupación.

-. No puedo prometerte que Andrei terminará su trabajo temprano– fue el primer comentario de Gonzalo

-. Lo sé

-. ¿Te interesa Karina?

-. Es una buena persona. Siempre está ahí para mí

-. No fue eso lo que pregunté. ¿Te interesa como pareja?

Lidia se levantó y comenzó a caminar por la oficina. Jugando con las manos y  haciendo gestos con su cara… no podía responderle a su hermano porque ni ella misma sabía lo que quería…

-. No sé

La respuesta sorprendió a Gonzalo. Lidia siempre había estado enamorada de Andrei y para él eran una pareja incuestionable. No los podía imaginar por separado.

-. Solo asegúrate de que no sea enviada a ninguna parte – ordenó Lidia para luego suavizar el tono al recordar con quien hablaba – por favor

-. Veré que puedo hacer

A solas, Gonzalo le dedicó bastante tiempo a lo que había escuchado de Lidia.  Andrei era una de las pocas personas especial para él.  Su amigo. Se entendían con solo mirarse y tenían una complicidad única… se conocían desde niños y le resultaba imposible imaginar el funcionamiento de la familia sin Andrei… pero tampoco podía defraudar a su hermana. Dos de sus personas cercanas estaban enfrentadas y eso también le ocasionaba problemas a él.  Tenía que permitir que Lidia y Andrei resolvieran sus diferencias por si solos…

Respecto de su padre… Demonios!! Lidia tenía toda la razón del mundo para sentirse despreciada por el viejo. La trataba de manera diferente y contra eso no había nada que pudiera hacer. Su papá nunca dejaría de pensar en Lidia como en un ser inferior a ellos por el hecho de ser mujer.  Gonzalo se alegró de haber hecho bien su parte al tratarla en igualdad de condiciones y darle a ella tanto poder como el que tenía Daniel.

¿Qué más podía hacer para resolver este problema de la mejor manera posible?…

Pensó en Karina como pareja de Lidia y no le gustó la idea. No porque Karina fuera una mujer sino porque era una mujer que no guardaba relación con la personalidad chispeante y alegre de su hermana… Lidia necesitaba a Andrei. Alguien más fuerte que ella en quien apoyarse. No era bueno que pasara a convertirse en el apoyo de Karina.

 

El problema siguió revoloteando en su mente todo el resto de la tarde mientras “visitaba” clientes y trabajaba en su oficina.

La respuesta le llegó de forma inesperada poco antes de la hora de retirarse.

Jorge entró a dejar la información que le había pedido sobre el escritorio y preguntó

-. ¿Algo más en que pueda ayudarlo?

Gonzalo levantó los ojos de los papeles y se sorprendió de lo que vio. En el corto tiempo que llevaba con la familia, Jorge había experimentado grandes cambios. Aun quedaba algo del encantador chico tímido y un poco torpe de los primeros días, sobre todo cuando se hallaba frente a Gonzalo, pero tras esa primera mirada se podía ver a un hombre que comenzaba a posesionarse del rol que Gonzalo le había entregado en la familia. Un tipo con mucho potencial… alguien que amaba el poder casi tanto como él y que, eventualmente, podría secundarlo…

-. Siéntate. Hablemos un rato

La invitación sorprendió a Jorge. Reapareció algo de su timidez. Era innegable que Gonzalo lo atraía y estar cerca de él o tener su atención lo alteraba

-. ¿Cómo te has sentido trabajando conmigo?

Gonzalo se sentó a sus anchas en el sillón frente a Jorge.

-. Muy bien. Me gusta mucho. Nunca imaginé todo lo que se podría hacer aquí

Los ojos huidizos y los gestos nerviosos de Jorge resultaban encantadores, más aún cuando Gonzalo sabía que él era la causa. Su ego agradecía la atención.

-. ¿Ya tienes una clara idea de lo que hacemos?

-. Si señor. Son muchos negocios muy interesantes. He pensado que tal vez deberíamos clasificarlos de acuerdo a cierto orden que yo podría llevar en un sistema… verá, todo funciona por separado ahora, como unidades individuales y es imposible de manejar con precisión… pero si agrupamos por área o productos, podemos tener todo controlado y no habría posibilidad de fugas, pérdidas o atrasos… es un sistema seguro que no se puede rastrear y al que nadie puede acceder sin las claves…

Jorge se dio cuenta que estaba nervioso porque hablaba mucho y en forma atropellada. Gonzalo tenía la culpa por mirarlo tan fijamente con esos ojos oscuros y esa media sonrisa…

-. ¿Tienes ideas para mejorar el negocio de la familia?- estaba sorprendido y se le notaba abiertamente

-. Si. Muchas ideas. ¿Quiere que se las cuente ahora?

-. No. Mañana me contarás todo- respondió Gonzalo viendo que Miguel se acercaba por el pasillo – nos reuniremos a las 10. Quiero escuchar todo lo que tengas que decir

Gonzalo estiró su mano hacia Miguel. Se saludaron con un leve movimiento de cabeza y un apretón cariñoso. Nunca mostraban su relación frente a los demás. Las muestras de afecto y pasión eran privadas.

Gonzalo pudo sentir la tensión en Miguel de inmediato. Sabía que estaba agradecido con Jorge por haberlo ayudado pero también sabía que no le gustaba que se reuniera con él ni que trabajaran a solas…  en palabras simples, Miguel tenía celos de Jorge… lo que divertía mucho a Gonzalo.

-. ¿Mañana temprano entonces? – se puso de pie para despedir a Jorge

-. Si. Mañana temprano – Confirmó antes de retirarse y dejarlos solos.

Quedaron solos en la oficina, unidos por las manos pero el ambiente estaba algo tenso.

-. Lo haces a propósito, ¿verdad?- Miguel sonaba molesto

-. ¿Qué hago a propósito?- no aguantaba las ganas de molestarlo un poco y hacerle pagar por su descaro en el teléfono unas horas antes.

– Olvídalo – se soltó de su mano

-. Quiero escucharlo – pidió Gonzalo con firmeza volviendo a atraparlo esta vez de la cintura y con firmeza

-. “Mañana temprano entonces”…- repitió Miguel imitándolo y burlándose de la forma en que Gonzalo había hablado con Jorge.

Por unos segundos Gonzalo se mantuvo serio pero la risa le fue ganando de a poco. Miguel era la cosa más adorable cuando estaba celoso. Peligroso pero adorable.

-. No lo hice a propósito. Tengo que hablar con él mañana temprano

-. Bien – se encogió de hombros como si el tema no le importara aunque escocía por dentro.

–  Bien – confirmó Gonzalo decidiendo que ya no era agradable el tema.

Los celos eran una cosa maldita. Miguel no recordaba haberlos sentido antes excepto con los amigos de Nali… pero esto era diferente. Ese hombre le despertaba instintos asesinos. No tenía dudas del amor de Gonzalo por él… pero ese… ese… ¿Por qué mierda tenía que venir a meterse justo en la oficina de Gonzalo cuando no había nadie más cerca?… podía ver en sus gestos nerviosos que tenía interés en Gonzalo…  mierda!! No podía evitar sentir lo que sentía y lo enojaba. Era una muestra de debilidad y él no era débil.

Miguel no se daba cuenta que los pensamientos en su mente se reflejaban en los gestos de su cara

-. Vamos a casa – pidió Gonzalo tirando de él.

Ghiotto andaba ocupado encargándose de Clemente así es que Gonzalo manejó su propio vehículo seguido de cerca por su protección.  En el camino hablaron sobre el problema que había encontrado Miguel. Dineros sin cobrar… atrasos y algunos pequeños desajustes que se arreglaron con una “amigable conversación”.

 

Justo de lo que Jorge había estado hablando…

 

La mente de Gonzalo ya estaba en funcionamiento. Mientras más lo pensaba, mejor le parecía la idea. Era la única forma en la que podía aportar al problema de Lidia.

Muy a su pesar tomó el teléfono para hablar con Andrei. No le gustaba pasar sobre su autoridad pero si Karina se iba, el problema con Lidia iba a empeorar.

-. No hagas cambios todavía – ordenó sabiendo que a Andrei no le gustaba lo que escuchaba

– Mañana temprano tenemos que hablar de algo importante. Un cambio mayor

-. ¿Qué cambio? – preguntó Andrei sorprendido.

-. Puedes desvelarte pensando. Mañana hablaremos- le gustaba jugar al misterio.

 

Gonzalo y Miguel habían vuelto al departamento. Se sentían cómodos en la privacidad de su propio lugar. Poder cenar juntos, ver televisión, hablar de cosas importantes y otras triviales y, sobre todo,  dar rienda suelta a las pequeñas y grandes expresiones de amor que contenían durante el resto del tiempo en que había más gente. No todas eran con contenido sexual. A veces solo era pura ternura o necesidad de hacerle saber al otro el amor que sentía, una sonrisa especial al momento de entregarle un café, seguida de un beso suave en los labios. Necesidad de exteriorizar los sentimientos entre ellos.

 

Miguel salía de la ducha cuando Gonzalo decidió abordar el tema que llevaba rato dando vuelta en su cabeza. Mejor terminar de prisa con lo complicado, pensó antes de abrir la boca.

-. ¿Qué te parecería si Jorge trabajara más de cerca, conmigo?

Miguel se quedó quieto y lo traspasó con la mirada. Estaba cubierto solo con una toalla en la cintura y Gonzalo pudo ver como sus músculos se tensaban. La pregunta fue como si le hubiera caído un balde de agua congelada.

-. ¿Por qué? – ya estaba a la defensiva. Desde que los había visto juntos en la oficina.

-. Necesito ayuda – Gonzalo odiaba justificarse. No lo hacía frente a nadie pero Miguel era… bueno… Miguel.

-. ¿”Tú” necesitas ayuda?

Miguel no lo creía… las alarmas mentales y los celos comenzaron su trabajo

-. Se trata de algo diferente – Respondió Gonzalo algo cortante. Sabía que estaba pisando terreno delicado.

Miguel permaneció en silencio observándolo… buscando alguna señal nueva… ¿Acaso le interesaba Jorge?.. Dios!! Su respiración se agitó y su cuerpo se sacudió con un leve temblor. Pudo sentir un aguijonazo en el pecho… los celos le eran desconocidos hasta que Jorge apareció en escena. A sus 19 años y con el carácter que tenía, los celos resultaban destructores e infernales.

-. ¿Qué tiene de diferente? – estaba a punto de comenzar a gritar…

-. Necesito alguien de confianza

-. Me tienes a mí, a Andrei y a tus hermanos. Tienes un montón de gente más calificada y de probada confianza!! Está Daniel, Ghiotto, Lucio y…

-. No me sirven. Tiene que ser Jorge 

¿Cómo le explicaba que estaba pensando en un reemplazo para Andrei? Que las ideas de Jorge eran buenas e innovadoras… Demonios! Estaba resultando más complicado de lo que pensaba. Miguel estaba molesto

-. ¿TIENE QUE SER ÉL???!! – gritó Miguel furioso – ¿Por qué?!! No está preparado. No sabe bien cómo funcionamos, acaba de llegar!! – Los celos lo volvían peligroso… la mirada en los ojos de Miguel destilaba fuego – Ni siquiera sabe manejar un arma!!!

Gonzalo lo observaba, admirándolo. A pesar de la situación no podía dejar de deleitarse con los movimientos de su piel húmeda y expuesta, la vehemencia de su actitud. Verlo así era  excitante y, a la vez, un poco intimidatorio…

-. Cierto. No maneja armas. Pero sabe cosas que ninguno de nosotros entiende

-. Cualquiera puede aprender!! – hasta ahora, Miguel no veía ninguna razón válida para incluir a Jorge

Gonzalo se aproximó a Miguel.

-. No. No tengo tiempo. El es la persona que necesito

Gonzalo vio el destello de  furia brillar en la mirada de Miguel… parecía una fiera salvaje dispuesta a defender su territorio… Mierdaaa!! Era hermoso sentir sus celos, verlo volverse territorial, dispuesto a despedazar a quien quisiera acercarse mucho a él. Tenía ganas de comérselo ahí mismo…

-. Lo estas defendiendo mucho. ¿Te gusta? – preguntó  Miguel acercándose agresivamente…

Gonzalo lo esperó ansioso… le gustaba cuando Miguel sacaba las garras y se volvía posesivo. Volvía a ver al mocoso de los primeros días… orgulloso, terco y belicoso…  Lo siguió con la mirada y entonces pudo detectar que había más que solamente celos…

Miguel estaba sufriendo. Eso no era bueno.

Suficiente.

Ya se había dado en el gusto de sentirse amado y necesitado. Ahora era el momento de calmar la tormenta entes que estallara en su cara.

Sujetó las manos que Miguel mantenía en alto y lo calmó con sus palabras.

-. No. No me gusta.

-. Entonces ¿de qué mierda se trata?

-. Voy a permitir que Andrei maneje por su cuenta una parte de los negocios. Eso le dará independencia

-. ¿Andrei?!! ¿Qué?!! ¿Por qué?!!

-. Necesita crecer y está preparado. Tiene asuntos que arreglar con Lidia y esto lo ayudará

-. Que asuntos?

Le explicó brevemente lo que había conversado con Lidia en la tarde

-. ¿Jorge ocupará el puesto de Andrei? – la pregunta surgió temerosa y sorprendida… estaba claro que la idea descolocaba a Miguel y no era de su agrado.

Con cautela, Gonzalo rodeó la cintura desnuda de Miguel. Movió su nariz entre el pelo aspirando con agrado el aroma del shampoo mezclado con el suyo. Demonios…  No había pensado en como su decisión afectaría a Miguel… simplemente no pensó que le importaría tanto. Solo Miguel era capaz de despertar en él gestos de ternura y palabras que nunca imaginó que diría. ¿Cómo podía Miguel creer que era sustituible? ¿No se daba cuenta de lo mucho que lo amaba?

-. Mocoso, esto es trabajo. Mi corazón ya tiene dueño

Miguel odiaba lo que estaba pasando. Jorge y los celos que sentía, venían dando vuelta en su mente desde hacía días como un ruido de trasfondo, cargante y molesto al que no quería prestar atención. Ahora estaban haciendo explosión… No lo quería cerca de Gonzalo… no tan cerca al menos. Confiaba en Gonzalo pero no era estúpido. Jorge resultaba atractivo luego de estudiarlo un rato y si lo iba a tener encima, ofreciéndosele todos los días, inevitablemente terminaría… … NO!!

Se sentía tonto por estar celoso, como una de esas viejas histéricas de la televisión… pero no lograba evitarlo… eso agravaba aun más lo molesto que estaba.

La idea de que a Gonzalo lo tocara a otro hombre era intolerable y profundamente dolorosa. Gonzalo era suyo. Lo amaba con  locura. Era la única persona en el mundo con quien se quitaba las caretas y podía ser quien realmente era… Necesitaba sus besos y pasión, su amor. Gonzalo era la mitad que formaba su todo. Sin él no tenía nada. Era su pilar, su base y fortaleza. Imaginarse solo nuevamente hizo que gran parte de su orgullo cayera en pedazos al suelo…

De pronto sintió que un acceso de pánico le nublaba el cerebro…

Un gemido adolorido le brotó desde el corazón

-. Miguel, no

Gonzalo no esperaba esta intensa reacción. El rostro contraído de Miguel expresaba lo mucho que estaba sufriendo.  Por nada del mundo quería causarle algún tipo de dolor. Ya sabía lo que se sentía hacerlo y no podía perdonarse.  Lo estrujó entre sus brazos cubriéndolo de besos y decidiendo inmediatamente terminar con todo esto.

-. Olvídalo. Por favor olvida todo lo que dije

Miguel recibió el abrazo porque lo necesitaba más que su estúpido orgullo. Se cobijó en el cuerpo sólido de Gonzalo sintiendo que no había mejor lugar en el mundo. No estaba preparado para perderlo, ni ahora ni nunca.

-. No sabría que hacer sin ti… – gimió despacio

-. Miguel – levantó la barbilla de Miguel para buscarle los ojos -. Déjalo ya, mocoso. No sufras por algo que no vale la pena

-. Lo sé… es que pienso que…

-. No pienses nada. Solo abrázame… bésame

No fueron besos lentos y tranquilos. Había un hambre feroz por el otro de parte de ambos, ganas de reafirmar su amor y demostrarse sus deseos de pertenencia

-. Hazme el amor – pidió Miguel gimiendo en su boca abierta, necesitando confirmar la fortaleza de su vínculo.

Gonzalo respondió con un gruñido ronco y un movimiento brusco con el que lo inmovilizó de cara contra la pared

-. Soy tuyo. No me interesa nadie más – le hablaba encima mientras lo despojaba a tirones de la toalla y no perdía un instante de chupar su piel y correr su manos a lo largo de la espalda

-. Si. Eres mío… tan mío como tuyo soy yo – Miguel se restregaba contra él…

Quizás eran los sentimientos nuevos que los celos habían hecho aflorar pero había algo distinto en Miguel. Gonzalo pudo percibirlo en su forma de hablar y de entregarse esta vez… dejándolo completamente al mando, subyugándose… sometiéndose a sus deseos.

La idea de que así fuera inflamó el deseo en Gonzalo.

-. Me perteneces, mocoso – lo sujetó por el pelo aún mojado, tirando su cabeza hacia atrás con poca delicadeza y atacando su cuello expuesto… no era el momento para caricias tiernas. Quedarían marcas visibles pero por esta vez no le importaba en lo más mínimo. La piel húmeda y olorosa de Miguel era incitante y atractiva

-. Si. si… – gemía y pedía más

Dios… Miguel había cerrado los ojos y le cedía el control… Se estaba abandonando por completo… el golpe de calor en sus genitales fue potente, casi doloroso…

-. No te muevas – gruñó Gonzalo

Se quitó la ropa en un par de segundos.

Miguel lo esperó en la misma posición en que lo había dejado, manos abiertas sobre la pared, piernas separadas  y culo expuesto… jadeando expectante.  A Gonzalo le gustaba tanto mirarlo… se extasiaba en la contemplación del cuerpo joven y hermoso de Miguel. Se pegó a su culo apretando su firme erección contra la hendidura.

-. Aaahh Miguel…

Acto seguido, fue bajando por la columna dejando un rastro de besos y lamidas… lo sujetó de las nalgas, separándolas y atacando con su boca y su lengua el fruncido anillo rosado. Miguel dio un respingo y gimió lastimeramente. Sus piernas tambalearon de momentánea debilidad

-. Gonzalo…- su nombre pronunciado en un sonido estrangulado

-. Quieto ahí, mocoso

Gonzalo apretó su rostro contra la piel, lamiendo, chupando y penetrándolo con su lengua. Un beso negro, intenso y anhelado. Nada sabía mejor que Miguel en todas sus formas y sabores. Su lengua se adentraba más con cada embestida. Miguel llevó su mano hasta su adolorido miembro y comenzó a frotarse… no estaba pensando, no podía coordinar… solo sentir y llenarse de amor y placer.

-. Por favor… Gonzalo…- echó su culo hacia atrás pidiendo y desarmándose ante las atenciones de las que era objeto. Gonzalo entendió. Usó lubricante en su miembro y se estremeció anticipando lo que vendría. Sin quitar su firme agarre de las caderas dirigió su pene a la entrada de Miguel y se perdió en su interior de una sola profunda y brutal estocada

-. Gonzalo!!

Miguel gritó su nombre en un suspiro desgarrador… había dolido… los mordiscos en su espalda y la forma casi violenta en que lo sujetaba contra la pared también estaban doliendo pero aquello solo aumentaba el placer que sentía. Era un objeto en manos de ese hombre bruto y que sabía tan bien como llevarlo al éxtasis.

Gonzalo retrocedía y lo volvía a embestir hasta que sus bolas chocaban contra sus glúteos y su polla quedaba completamente envuelta por el calor húmedo dentro de Miguel… la sensación era fantástica…

Miguel sintió que dolía y era taaaan placentero al mismo tiempo…  por una vez no estaba conteniéndose ni controlando nada de lo que sucedía… había apagado su mente y se abandonaba por completo a los deseos de Gonzalo, entregándole toda su persona. Estaba siendo dominado y amado según la voluntad de Gonzalo… y le estaba gustando mucho… la siguiente embestida lo tomó por sorpresa y envió un concentrado de placenteras descargas eléctricas hacia su miembro. Lloriqueó de placer y el líquido perlado brotó caliente en largas pulsaciones. Gonzalo lo fue conduciendo a través del orgasmo, besándolo y lamiendo, dejando su polla intensamente clavada en Miguel y sobando su pene hasta sentir que se descargaba por completo y las ondulaciones de sus músculos internos se calmaban

-. Eres lo más sexy que he visto cuando te corres, mocoso – le ladeó la cabeza hasta encontrarle la boca y reanudo las duras embestidas buscando su satisfacción mientras mantenía el labio inferior de Miguel apretado entre sus dientes.

 

 

Había sido un encuentro emocionalmente diferente y ambos lo habían percibido, algo que iba mucho más allá de la satisfacción de sus cuerpos.

Estaban en la cama. Como siempre, Miguel reposaba sobre el pecho de Gonzalo. Los brazos fuertes lo rodeaban y la barbilla de Gonzalo reposaba sobre su pelo… su respiración le hacía deliciosas cosquillas.  Había tanta paz en sentir la piel tibia bajo su mejilla, escuchar el fuerte latido de su corazón y los brazos de Gonzalo rodeándolo protectoramente.

La mente de Miguel era un torbellino de pensamientos.

Se había entregado como nunca antes…

Sin miedo…

Se había terminado el temor…

Confiaba plenamente en Gonzalo y era capaz de  abandonarse en él con la seguridad de saberse amado y protegido.

La forma en que Gonzalo lo había mirado… desnudándole el alma con tanto amor…

Dios!!… no tenía miedo… y eso daba miedo…

-. ¿Por qué lloras? – preguntó Gonzalo alarmado al sentir lágrimas mojar su pecho

-. Porque te amo, idiota – respondió sin moverse de donde estaba

El movimiento de los músculos del pecho le indicó que Gonzalo estaba riendo y el estruje en el abrazo lo confirmó

-. Lo sé

– ¿Lo sé?!! ¿Eso es todo?!! 

Ahora si se levantó para mirarlo y encontrarlo sonriendo, tranquilo, con un aspecto de complacido y satisfecho que no le había visto antes. Gonzalo era un hombre feliz. Verlo así lo emocionó.

Gonzalo levantó la mano y con increíble ternura, le limpió las lágrimas, le acarició el pelo, el cuello… bajó lentamente hasta el hombro antes de decir

-. No dudes de mi, Miguel. Volvería a mover montañas por ti – le tomó la mano y la puso sobre su corazón cubriéndola con la suya

– Este late solo por ti… eres todo lo que quiero. Te amo, mocoso

Un beso dulce y tierno corroboró la declaración. Le acarició la lengua y los labios hasta suspirar satisfecho.

Miguel volvió a adoptar su posición favorita sobre el pecho de Gonzalo…

-. Está bien. No me importa si Jorge trabaja contigo

Y efectivamente, algo había cambiado. Sentía que ya no era tan importante. Tenía claro que a Jorge le interesaba Gonzalo pero había entendido que él nunca miraría a nadie más. Era suyo y se lo había demostrado muchas veces en el tiempo que llevaban juntos. Sería molesto pero aprendería a superarlo.

-. Igual puedo matarlo si te toca- dijo Miguel antes de cerrar los ojos y acomodarse.

Gonzalo respondió con una breve sonrisa,  una caricia sobre la parte baja de su espalda y un beso callado en el hombro.

 

Su mente seguía maquinando cuando Miguel se durmió sobre él.

 

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