M&M CAPÍTULO 80

CAPITULO 80

LA INVESTIGACION

Gonzalo estaba de pie detrás de Jorge y miraba inquieto como los dedos del especialista en computación tecleaban rápido; sus ojos se movían de una a otra pantalla… más de una hora había transcurrido desde que comenzaran…

-. Ya entraste?

Los conocimientos de Gonzalo quedaban sobrepasados por lo que Jorge hacia y tenía que preguntar que significaban el sin número de conexiones, números y luces que parpadeaban en la pantalla

-. Ya casi…

Había sido idea de Jorge. Si los datos que necesitaban destruir estaban en un computador, él podía encontrarlos, borrarlos, anularlos sin que quedara rastro de ellos.

-. Es la policía – rebatió Gonzalo, dudando

Jorge respondió con un gesto, levantando las manos, alzando los ojos al cielo y moviendo la boca…  ppfff! que importaba donde o a quien le pertenecía; si era un computador, él llegaba sin dejar huella de su paso

-. De acuerdo – dijo Gonzalo en un largo suspiro. Adamir agotaba su paciencia con el favor que le había pedido y con la arrogancia que demostraba. Sería lo último que haría por él.

-. Cuantas protecciones…  Crees que me vas a detener??

Jorge hablaba con la pantalla como si de un adversario se tratara… comenzaba a sudar pero no se detenía porque sabía que podía hacerlo…

 

El capitán Molina se retiraba a casa después de terminar la jornada de trabajo.  Le sorprendió ver que la luz de la oficina que ocupaba Cristián aun estuviera encendida. La curiosidad lo llevó hasta allá. Cristián y sus dos colaboradores cercanos estaban de pie, vigilantes, mirando fijamente las pantallas frente a ellos… el silencio era sepulcral

-. Que sucede? – preguntó sin que nadie desviara la vista para prestarle atención. Lo que sucedía en las pantallas era más importante

Cristian levantó una mano como si quisiera detenerlo y hacerlo callar. La ansiedad pintada en sus ojos

-. Tenemos un intruso en busca del archivo – respondió otro de los detectives

-. Cómo?

Las alarmas del capitán se encendieron de inmediato

-. Alguien intenta llegar hasta el archivo

-. 3 minutos!!! – gritó el otro hombre que controlaba algo frente a una de las pantallas

-. Tres minutos y lo tendré en mis manos – Cristian amenazó al aire sin alejar su atención de las pantallas

Molina tragó saliva súbitamente descompuesto…

-. Lo estamos rastreando… es bueno… utiliza muchos servidores pero en tres minutos sabremos donde está el desgraciado – Cristián estaba totalmente enfocado en la espera… la información en la pantalla era un libro abierto para él.

Molina sintió que el aire de le escapaba de los pulmones

-. ¿No se queda Capitán?

-. Tengo una reunión en unos minutos – mintió – pero avísenme lo que descubren a la brevedad

Se obligó a caminar lento mientras daba vuelta y abandonaba la oficina de Cristian. Sus manos ya apretaban el teléfono celular dentro de la chaqueta. Se refugió en la oficina vacía al final del pasillo. Cerró la puerta sin molestarse en prender la luz y tecleó nerviosamente. El sonido de llamada le pareció eterno.

-. Hola

-. Deténganse de inmediato! – Gritó Molina en un susurro desesperado

Gonzalo percibió la urgencia en la voz de Molina pero a su cerebro le tomó unos segundos  entender

-. Los están rastreando!! Los van a descubrir en segundos!!

Gonzalo entendió el mensaje en su totalidad.

-. Mierda!

No perdió tiempo explicándole a Jorge porque Molina había hablado de segundos. Como si se lanzara a una piscina se tiró de prisa contra la pared opuesta desconcertando a Jorge con el extraño movimiento… al caer al suelo, Gonzalo se llevó en la mano todos los cables que conectaban los computadores con la fuente de electricidad.

-. Pero qué..!!! – Jorge se puso de pie de golpe. Sus pantallas oscuras!!!  todo  perdido… Qué diablos había pasado??

Gonzalo tirado en el piso movió los cables, mostrándoselos

-. Apaga todo! Nos están rastreando – gritó demasiado fuerte

Jorge tuvo a bien moverse de prisa y apagar todo en segundos

-. Estuvimos a punto de ser descubiertos – Gonzalo jadeaba

Jorge frunció el ceño,  impactado… había estado seguro de poder franquear todas las vallas pero jamás pensó que alguien lo esperaba del otro lado… no había forma de que lo estuvieran rastreando… a menos que se estuviera enfrentando con alguien tan preparado como él que sabía de antemano que intentarían acceder a su información

-. Por la puta madre – dijo Jorge desplomándose sobre la silla, molesto por no haber previsto esa posibilidad

Gonzalo soltó los cables, se puso de pie ágilmente y estiró su camisa. Su rostro exhibía furia

-. Se acabó – sentenció

Con trancos largos y decididos cruzó la oficina de Jorge y se encerró en la suya a efectuar una llamada telefónica que deseaba hacer desde temprano.

 

 

Molina suspiró, satisfecho de haber podido prevenir un desastre. Fue a guardar el celular en su bolsillo pero la oscuridad le jugó una mala pasada y el equipo resbaló estrellándose en el suelo y repartiéndose en  decenas de piezas y cristal roto

-. Demonios!!!

Juntó de prisa los pedazos sin encender la luz. No quería delatar su presencia en las oficinas. Cuando pensó que ya no quedaba nada, observó cuidadosamente que el camino estuviera despejado y abandonó el lugar.

 

 

Juanfe se había quedado dando vueltas en la oficina con Cristian. No tenía clases ese día y le gustaba observar el trabajo de Cris y sus compañeros, sobre todo cuando él había hecho un gran aporte. Claro que también tenía sueño… no había dormido la noche anterior y al comenzar a caer la tarde sus ojos se cerraban

-. Ven a descansar – le dijo Cris llevándolo a una oficina vacía al final del pasillo y acomodándolo en el sillón de espaldas a la puerta

– Nadie viene nunca aquí. Duerme tranquilo, prometo no dejarte abandonado – Cris sonrió y se tomó unos minutos para agradecerle con besos y caricias el gran esfuerzo que había hecho. Se detuvo cuando su cuerpo comenzó a reaccionar al contacto con el de Juanfe y se puso de pie con desgano.

-. Duérmete, tentación disfrazada de hombre.

Juanfe sonrió con ternura y se durmió al instante. Fueron varias horas de sueño reparador interrumpidas hasta que horas más tarde, alguien abrió la puerta. Juanfe sonrió tontamente a medio despertar. Cris venía por él y se irían juntos a casa. Pero no era así. Alguien más había entrado y hablaba por teléfono en la oscuridad en susurros urgentes. La primera intención de Juanfe fue avisar su presencia… pero la intención murió en el acto cuando pudo identificar la voz y entender la conversación…   Pasó mucho rato desde que Molina abandonó la oficina y Juanfe pudo dejar de temblar y se atrevió a moverse.

 

 

ADAMIR

En la pantalla centelleaban nuevas cifra y mensajes desde hacía rato pero no había quien las atendiera. Adamir se encontraba al teléfono haciendo un esfuerzo supremo por no descontrolarse. Gonzalo le anunciaba que había despachado a su hombre de vuelta en un carguero y que eso era lo último que podía esperar de él; se negaba a continuar involucrándose luego del riesgo que habían corrido pocas horas atrás

-. No puede abandonarme antes de dejar todo aclarado

Adamir estaba no solo molesto sino frustrado y enrabiado por muchas razones. No tenía en ese momento la paciencia ni el tino que se requerían para lidiar con Gonzalo aunque necesitaba de él

-. Cumplí con lo que me solicitó y esto termina nuestro acuerdo – respondió tajante Gonzalo

– Escuche, puede cobrarme la cifra que desee

-. No se trata de dinero– Gonzalo estaba más que ofendido – el detective que investiga su negocio está decidido a encontrarlo. No voy a correr más riesgos por usted.

Adamir se movió nervioso…. No le gustaba nada de lo que estaba escuchando pero estaba fuera de su alcance controlarlo… odiaba no tener el control… odiaba sentirse impotente… Ni siquiera había tenido tiempo de avisarle a Nazir de todas las complicaciones y ahora esto, más encima. Se cambió el teléfono de una mano a otra tratando de ganar tiempo y calmarse.

-. Gonzalo… no puede dejar este trabajo sin terminar

Diablos!! si tan solo no tuviera a Max metido en su mente podría pensar con tranquilidad y mayor inteligencia… el mundo se le venía encima para aplastarlo y él, de lo único que era capaz, era repetir en su cabeza una y otra vez las imágenes de Max atado, gritándole, enojado… culpándolo  negándose a entender y arruinando sus planes.

-. Yo cumplí con lo que usted me solicitó así es que doy por finiquitado nuestro acuerdo. Le haré llegar el costo de esta operación y le recomiendo se cuide del teniente que lo está buscando. Buenas tardes

Y sin más, Gonzalo cortó la comunicación.

Adamir miró atónito el teléfono… abrió la boca para arremeter contra él pero no fue capaz de articular palabras… le había colgado… el desgraciado le había cortado!!! ya no contaba con Gonzalo ni con ninguna conexión en aquella ciudad lejana. Maldición! Mas encima, el imbécil se atrevía a sugerirle que se cuidara… idiota!! Como iba a hacerlo desde la isla?? Por los mil demonios!!Como solucionaría este problema?  Nazir se pondría furioso… tenía que hablarle ya mismo.

La pantalla del computador seguía flasheando actividad desatendida

Adamir dejó de golpe el teléfono sobre la mesa. Su ceño estaba tan fruncido que se marcaban claramente un par de profundas líneas paralelas.  Se obligó a estirar sus puños apretados y se pasó repetidas veces las manos por su largo cabello en un extraño gesto nervioso… miraba fijamente a ninguna parte… No tenía tiempo que perder. Su negocio tambaleaba… estaba en peligro… ese teniente… Max… Ya se entendería con Max… Nazir… la subasta…

-. Llame a Exequiel – gritó a uno de los guardias

No le gustaba tener que pedir su ayuda después del altercado de la mañana pero su situación era agobiante y no tenía tiempo de enseñar a nadie más.

Exequiel llegó con el rostro contrariado y una actitud defensiva. Secretamente estaba feliz de haber sido llamado y albergaba una remota esperanza de que Adamir hubiera recapacitado y diera marcha atrás en su decisión.

-. ¿Puedo contar con tu ayuda para la subasta? – pregunto Adamir sin demora ni amabilidad, más bien siendo brusco y agresivo

Exequiel sintió alivio pero no lo demostró.

-. Si. Te ayudaré

Asintió moviendo la cabeza, también cortante en las palabras pero sin demora se instaló frente al computador a intentar poner en orden todo lo que estaba acumulando.

Bien, suspiró Adamir. Una cosa menos de la que preocuparse por un par de horas. Pensó en decirle algo más pero no tenía cabeza para pensar… Ahora tenía que… Max… no. Max después… ahora era su deber llamar a Nazir… y… Max estaba amarrado y solo…

Maldición. Habían pasado horas.  Necesitaba verlo.

Salió de su casa como si lo empujara el diablo y se dirigió directo al cuarto donde había dejado a Max.  Si no lo veía no podría hacer nada. Empujó la puerta, inquieto y acomodando sus ojos a la oscuridad del interior. Max estaba tendido en posición fetal. Adamir sintió un cierto alivio de verlo. Se acercó despacio pensando que Max dormía y comenzó a distinguir sus formas con claridad… En  el rostro del chico había aun surcos de las lágrimas que había derramado copiosamente… sintió rabia y lástima al mismo tiempo. Se acuclilló cerca de el y entonces vio las manchas de sangre que había corrido por sus brazos manchando parte de su cuerpo.

-. Pero… que te hiciste?!!! – Adamir estaba impactado por la sangre en Max

Max estaba inmóvil pero despierto… quizás el cansancio, el horror del descubrimiento, la impotencia… la rabia que lo había hecho explotar o tal vez la enorme energía gastada en llorar y patalear lo mantenían quieto… exhausto.  Sin duda, escuchó a Adamir entrar pero no se movió ni reaccionó cuando él llamó su nombre, alarmado

Fue en el momento en que Adamir intentó examinar sus brazos cuando Max se recobró y se agitó como pudo, arrastrándose lejos de él

-. No me toques

-. Ya basta, Max. Estas herido

-. No me toques – volvió a repetir con la voz ronca de cansancio

Adamir estaba realmente cabreado.

Las esposas de metal habían dañado la piel en sus manos y muñecas y le dolía verlo, peor que si le hubiera sucedido a él mismo. Adamir entendió al instante de qué manera Max se había hecho esas heridas. Le quedarían marcas en sus hermosos brazos…oh no! Como había sido tan estúpido de su parte no pensarlo… por qué no lo había sujetado con algo menos peligroso?? Qué demonios le pasaba hoy que actuaba como un tarado?? Por qué todo sucedía en un mismo día???

-. Sra Cellis, Venga de inmediato y traiga su equipo de primeros auxilios. – ordenó al teléfono

-. ¿Qué estabas pensando? ¿No te das cuenta que son de metal? No puedes quitártelas

Y sin hacer caso del rotundo rechazo de Max, Adamir tomó uno de sus brazos y lo sostuvo con cuidado, liberándolo para luego hacer lo mismo con el otro. Max se resistía pero con los pies atados, el cansancio y la fuerza que Adamir demostraba, era poco lo que podía hacer.

La enfermera Cellis entró con uno de sus hombres. Max lo recordaba bien. Era quien lo había recibido cuando llegó. Lo odiaba. No quería que ninguno de ellos lo tocara…

-. Vamos a llevarlo a mi casa

– No!! – Max se retorció, agitándose.

A pesar de las protestas, Adamir apresó sus brazos y el hombre lo levantó para cargarlo.

-. En su cuarto – señaló Adamir cuando traspasaron el umbral de su casa, sin prestar atención al asombro de Exequiel.

Max seguía negando y de a poco recuperaba energía

Adamir y el hombre lo sostuvieron por la fuerza mientras la enfermera Cellis le inyectaba un tranquilizante para poder ocuparse de las muñecas y manos. De a poco, Max perdió la batalla, su cuerpo se fue calmando y sus ojos se cerraron.

-. Muy bien. Ya está dormido

La enfermera comenzó a curar las heridas.  Adamir observó todo el proceso atentamente sin darse cuenta de los gestos de dolor que hacía cada vez que la mujer limpiaba y atendía las heridas de Max.

-. Va a dormir varias horas. Es mejor así. Este chico es muy rebelde y podría…

-. Gracias Sra. Cellis. La llamaré si la necesito – cortó Adamir, despachándolos. No quería escuchar que nadie dijera algo malo sobre Max.  No estaba de humor para soportarlo. Nadie podía hablar de Max porque ellos no lo conocían como él…

-. Solo yo te conozco bien – se repitió a sí mismo asombrado… él era el único que había visto a Max de todas las formas en que podía ser, el único. Nadie más había tenido ni tendría nunca el placer de saber cómo podía ser de dulce y alegre… como reía con ganas cuando estaba feliz moviendo la cabeza y el pelo… la suavidad de su piel y el sabor de sus besos… como echaba su cabeza hacia atrás y abría los labios gimiendo cuando lo llevaba al orgasmo… la forma en que se arqueaba su cuerpo… sus caricias… su entrega total cuando se abrazaba a él después del clímax…

Adamir lo observaba fijamente de pie al lado de la cama… no podía volver a atar sus muñecas dañadas… la verdad es que no quería atarlo!!! No… él quería que hablaran y se entendieran…  deseaba abrazarlo y fundirse con él en una caricia… volver a tenerlo aprisionado… escuchar su voz sin gritos… su deseo de tocarlo con ternura era muy intenso… casi una necesidad física de volver a conectarse

Con cuidado, casi con delicadeza, Adamir ató los pies de Max, profundamente dormido, al respaldo de la cama. El resto de su cuerpo permaneció libre.  Retiró todos los objetos a su alcance que pudieran representar un peligro.  Adamir tenía cosas urgentes que atender pero no era capaz de despegar su vista de Max sobre la cama… del rostro que aún dormido se veía sufriendo…

-. ¿Por qué lo haces todo tan difícil?

Adamir retiró unas hebras de cabello del rostro de Max… en el trayecto, su mano rozó el collar que había puesto en el cuello de Max

-. Eres mío… – dijo al aire fijando su vista en el trozo de cuero.

Se disponía a besar su mejilla y empapar su nariz de su olor cuando fue interrumpido por una tos discreta en la puerta del cuarto.

-. Que sucede? – preguntó sin girarse sabiendo que era Exequiel

-. Es tu hermano al teléfono

Adamir sintió la realidad como una bofetada en pleno rostro. Se levantó y en su mente iba imaginando todos los escenarios posibles que explicaran la llamada de Nazir… problemas con los compradores de la subasta o quizás el maldito detective había contactado a Nazir o tal vez Gonzalo… mierda!

-. No tengo buenas noticias – dijo Nazir luego de saludar.

Adamir se puso tenso… algo en el silencio de Nazir lo hizo presagiar más desgracias…

-. Mamá está agonizando. Tuvimos que internarla…

Exequiel vio como Adamir se tambaleaba y su mano buscaba de donde apoyarse… se movió para ayudarlo, pensando que iba a desmayarse o a caer… el amo de la isla estaba mortalmente pálido

-. Adamir?

Adamir miró a Exequiel sin realmente verlo…

No estaba preparado para las palabras de Nazir… su madre… estaban recién volviendo a comunicarse y ella iba a morir…   Adamir sostuvo el vaso de agua que Exequiel le tendió e hizo un esfuerzo para tragar un sorbo. Quería hablar pero había algo muy sólido y doloroso atravesado en su garganta que se lo impedía…

-. El médico dice que no hay nada que hacer… quizás es cosa de minutos… u horas, como mucho.

-. ¿Está consciente? – preguntó cuando pudo volver a hablar

-. No. Realmente se fue hace unas horas… está  respirando con apoyo de máquinas pero… ya no está

Adamir siempre había pensado de sí mismo como una persona fría; una roca con pocos sentimientos así es que estaba teniendo mucho trabajo en entender las lágrimas calientes que le llenaban los ojos pugnando por correr libres y la debilidad que se había apoderado de su mente y cuerpo. No era él mismo y se le notaba hasta en la forma de respirar

Por los sonidos que escuchaba, Nazir pudo deducir el gran impacto de la noticia sobre Adamir y creía poder entenderlo; era su madre, recién volvían a conectarse y ahora ella partía sin que hubieran logrado reconciliarse del todo. Se abría un vacío enorme que Adamir nunca iba a lograr llenar. Nazir no esperaba una reacción tan emocional de su hermano menor, Adamir rara vez daba muestra de sensibilidad, por ello pensó en Max sabiendo que para su hermano era importante y sería bueno que estuviera a su lado.

-. ¿Adamir, estas con Max?

-. Max? – la voz de Adamir sonaba quebrada, lejana

-. Si. Max ¿Está contigo?

-. No… él no está… él se enteró de todo… corrió para avisar a los chicos… tuvimos que dormirlo para poder curarlo… se hirió las muñecas tratando de quitarse las esposas… ahora duerme

Adamir hablaba sin sentido… como si necesitara llenar el silencio y exponer en voz alta lo que lo atormentaba… hablar de algo que no fuera su madre…

Exequiel seguía atentamente la conversación.

-. ¿Cómo? ¿Qué pasó con los chicos? ¿Qué hizo Max?

Resultaba confuso para Nazir entender el parloteo de Adamir pero si entendió que algo diferente había sucedido en la isla y tenía que ver con Max y los chicos. De inmediato se preocupó.

-. Ya está todo arreglado

-. Pero ¿Qué pasó? – insistió Nazir. Después de todo el también estaba involucrado en el negocio aunque de manera distante

-. Nada.  La subasta es mañana – dijo Adamir cambiando de tema.

-. Debes pedirle a alguien que se haga cargo. Tienes que venir.

-. Yo… no tengo a nadie

-. Entonces suspéndela. Tienes que viajar hoy mismo

¿Suspender la subasta? ¿Estaba loco Nazir? Él jamás había suspendido una subasta ni lo haría ahora. Él era una persona seria y su palabra y honor eran lo que sostenía su negocio… él no trataba con gente común sino con personas adineradas y a quienes les gustaba el orden y el control. No podía fallarle a los compradores que ya había arreglado todo para aparecer mañana  desde temprano a llevarse a los chicos…

-. No. La subasta se llevará a efecto

-. Pero no entiendes?.. mamá está muriendo y tienes que viajar aquí y…

-. Llegaré mañana en la tarde. Estaré a tiempo para el funeral

-. Por Dios Adamir! Es una locura. No pasa nada si pospones una subasta

-. No voy a hacerlo. Ya te dije que viajaré mañana después de terminar las negociaciones – respondió firme y decidido

Nazir suspiró vencido y molesto

-. ¿Vas a venir acompañado? 

Nazir estaba pensando en la alegría que le daría a Sergio ver a Max nuevamente.

-. No – Adamir fue tajante  – Llegaré al atardecer. Tenemos que hablar de otro asunto, además

–. ¿Qué asunto?

-. Mañana te lo diré – dijo Adamir misterioso, antes de cortar.

Buscó asiento en el sillón vecino. Se mantuvo en silencio varios segundos, con la vista hacia el piso y los hombros caídos, completamente cerrado en sus pensamientos.

-. ¿Qué ha pasado? ¿Puedo ayudar en algo?

Exequiel mostraba su lado amable. Quizás eso le daría más oportunidades para hacer que el amo cambiara de opinión.

Adamir se demoró en responder. Cuando lo hizo se restregó el rostro con las manos  como queriendo quitarse los problemas y levantó la vista

-. Nada que te interese. Ocupémonos  de la subasta

-. Claro – Exequiel estaba molesto por ser excluido de la noticia que sabía era importante – Hay otra oferta por el asiático. Un comprador nuevo lo quiere – expuso con frialdad mostrándole una nueva cifra en el computador.

-. Otro? Heinrich tendrá que pagar más si lo quiere.

Adamir se movió con un gran suspiro… como si estuviera haciendo un esfuerzo para levantar su cuerpo

Se pusieron a trabajar frente al computador. Había mucho que hacer antes de medianoche que era la hora en que cerraba la subasta y los compradores aún estaban compitiendo. Adamir actuaba con frialdad y Exequiel respondía de igual manera aunque ambos lograban hacer el trabajo demanera efectiva.   Adamir se fue concentrando de a poco en poner orden a los detalles de la subasta. Su pensamiento era interrumpido constantemente por las palabras de Nazir y una sensación de debilidad lo envolvía al pensar que en ese mismo momento, en la ciudad, su madre vivía sus últimos minutos… ¿o ya habría muerto? ¿Por qué no había tomado el avión y volado de inmediato? Demonios! No podía dejar todo botado y partir… Exequiel no estaba calificado para llevar la subasta solo… y por otro lado, estaba  Max? tampoco podía dejar a Max…

-. Ellos llegaran a las tres – repitió Exequiel por tercera vez

Adamir lo miró confundido… no sabía de qué hablaba

-. Dije que ellos llegaran a las tres. Son los últimos

-. Tal vez tengas que atenderlos tú, ¿Podrás hacerlo? Yo debo viajar a la ciudad…

Exequiel levanto el rostro e infló el pecho

-. Por supuesto. Yo los atenderé

-. Bien. Son los últimos y yo debo viajar a la ciudad lo antes posible..

-. ¿Vas a viajar mañana?

-. Es un asunto familiar. Volveré lo antes posible.

Exequiel estaba comenzando a pensar que todo estaba olvidado y la situación volvía a ser la de antes. Durante las horas recién pasadas nadie había mencionado su partida y todo había sido como si nada hubiera pasado. ¿Había recuperado el favor de Adamir? Si no fuera así de seguro no le habría confiado atender a los compradores. Exequiel suspiró de cansancio pero a la vez de tranquilidad. Parecía que todo volvía a estar bien.

-. Puedo encargarme de todo, si quieres

-. No. Solo atiende a los que lleguen a las tres. Yo veré al resto

La subasta había terminado. Normalmente era un proceso que le producía satisfacción a Adamir además de engrosar su billetera, literalmente. La mayoría de los compradores pagaba en efectivo, de esa manera evitaban tener que dar explicaciones de los montos transferidos a los bancos o las oficinas de impuestos en sus países. Sin embargo, Adamir no sentía ningún tipo de satisfacción esta vez. Su rostro se mantenía serio y bajo sus ojos dorados se marcaban líneas oscuras de cansancio

-. ¿Puedes ver que los productos estén preparados? Yo voy a… necesito ir… – Hablaba  torpemente, poniéndose de pie

-. Yo me ocupo de eso – la voz de Exequiel dejaba traslucir satisfacción. Siempre había deseado ser la mano derecha del amo y ahora que Max había caído en desgracia, las puertas volvían a estar abiertas para él.

-. Si… bien… hablamos más tarde.

Adamir parecía mirar a Exequiel… pero la verdad era que sus ojos extenuados observaban la puerta detrás de él… la que conducía al resto de la casa.

 

Eran pasadas las 2:30 de la madrugada cuando Adamir avanzó por el pasillo sin encender la luz. Conocía de memoria donde estaba ubicada cada cosa en su hogar. La enfermera había vuelto hacía poco rato atrás y luego de revisar a Max, le había dado a Max una nueva dosis de calmantes para mantenerlo dormido por otras cuantas horas. No tenía que preocuparse por él. Podía ir a dormir tranquilo en su cama. Y si. Estaba muy cansado… había sido un día malditamente jodido. Pero sin dudarlo, Adamir se dirigió al cuarto donde estaba Max.  Las cortinas habían permanecido abiertas y por la ventana entraba el reflejo de la luna y el paisaje de la playa y las estrellas. Max se veía angelical dormido sobre la cama en posición fetal, apenas cubierto por una colcha liviana. Adamir se sostuvo con una mano del marco de la puerta… la escena era hermosa y el contraste le estaba provocando algo. La tensión acumulada, el dolor almacenado, la molestia y preocupación… todo bullía dentro de su mente creando un caos explosivo que resquebrajaba la coraza que lo mantenía firme y, frente a la belleza y aparente paz de Max, todo se liberaba al mismo tiempo provocando una catarsis.  Adamir se llevó la otra mano a cubrir sus labios para contener un lamento pero no hubo forma alguna de que evitara las lágrimas que brotaron calientes de sus ojos y dejaron su reguero de dolor esparcido por el rostro. Demonios! Era liberador dejar salir lo que tenía atorado en la garganta desde hacía horas. Se sintió extraño tener este momento de debilidad pero estaba bien.  Era una bendición que Max estuviera profundamente dormido. No soportaría que lo viera en un momento de flaqueza tan grande aunque la razón fuera más que justificada; estaba agobiado por la discusión con Max, los problemas sin resolver con el detective, la conversación pendiente con Nazir, el despido de Exequiel, el estress de la subasta y, como broche final, la agonía de su madre.  Si que era un día detestable.

Caminó hasta la cama atraído por una fuerza superior a la razón. Se restregó los ojos quitándose las lágrimas de las mejillas.  El suave movimiento del tórax de Max era tranquilizador y bello… el sonido de su respiración tan sereno. Adamir se dio cuenta que no quería estar en ningún otro lugar en ese momento ni con ninguna otra compañía. Se tendió en la cama, adaptando su cuerpo a la posición de Max. El olor y el calor del chico reavivaron la sensibilidad en Adamir… Se sentía exhausto, confundido y azotado por la tristeza. No le importó que más lágrimas cayeran, al contrario, parecía justo y correcto que derramara su dolor junto a la única persona con quien deseaba estar.  Inevitablemente su mente se pobló de recuerdos de su niñez y su madre, sus hermanos y la época en que había estado rodeado por cariño.   Abrazó a Max y apretó los ojos. Su infancia y juventud habían sido muy cortas y luego… el tiempo había pasado demasiado de prisa. Se había apartado de su familia y de todos aquellos que alguna vez fueron sus amigos. Ahora era demasiado tarde. Si no fuera por Nazir no tendría a nadie cercano en el mundo.

No. Un momento. Eso no era cierto.

Su nariz se hundió en el cuello de Max… su pelo le acarició el rostro. Agradeció tanto que estuviera dormido. No soportaría un grito ni un rechazo en ese momento. Max era suyo y ya no estaba solo. Las lágrimas cesaron.  Con Max a su lado se sentía capaz de resolver todos los problemas del mundo.

-. Vas a entenderlo. Yo sé que con el tiempo aprenderás a aceptarlo. 

Le acarició el cabello enredando su mano en los crespos para atraerlo aun más junto a él.

-. Volverás a estar feliz conmigo – murmuró sobre el cabello de Max, besándolo y dejando que sus ojos cansados se cerraran.  Max, incluso dormido, apaciguaba su ansiedad y le devolvía la calma.

 

 

HEINRICH

Heinrich dio instrucciones precisas desde su fastuoso dormitorio en el yate anclado en la ciudad costera a la cual se había trasladado; le indicó a su asistente que zarparían de madrugada con solo personal de confianza. Quería el helicóptero del yate listo para un vuelo corto. Como siempre, Heinrich esperaba ser obedecido, sin preguntas.  No era hombre de dar explicaciones. Nunca. Había heredado ese rastro de su padre como también su astucia y habilidad para mantener y ampliar los negocios de la familia.  Heinrich consideraba una bendición no tener hermanos ni hijos que perturbaran su tranquilidad.  Compartía con sus amigos y con miembros de la sociedad local, pero  siempre se mantenía educado, distante y lejano lo que, curiosamente, lo volvía más atractivo e interesante.

A estas alturas de su vida, 40 años, tras experimentar en todo tipo de negocios, empresas, deportes, diversiones y decenas de esclavos, negocios, Heinrich sabía bien quién era, de lo que era capaz y con quien le gustaba relacionarse. Era un tanto desagradable poder predecirlo todo con facilidad. Había muy pocas cosas que los sorprendían  o entusiasmaban verdaderamente. Sus negocios funcionaba bien y había dejado gente calificada para atenderlos. El ejército de personas que trabajaban para él tenía a bien hacer su trabajo de manera silenciosa y correcta. Molestar a Heinrich con un problema sin resolver era sinónimo de suicidio laboral. La última vez que el director de una de sus empresas se presentó ante él a pedir disculpas por una equivocación que costó miles de euros, Heinrich le concedió 3 minutos de su tiempo antes de despedirlo, demandarlo y condenarlo al desempleo y la desgracia por el resto de su vida. A veces lo divertían cosas como esas… deseaba que alguien cometiera errores o se rebelara o hiciera algo fuera de la rutina.

Su nombre no era conocido a gran nivel; ninguna de sus empresas era un monstruo gigante con miles de empleados… Heinrich prefería decenas de empresas pequeñas o medianas que funcionaban bajo diferentes nombres o sociedades anónimas que se encargaba de crear. Le gustaba el relativo anonimato en el que vivía. Solo un puñado de personas influyentes e informadas sabía el alcance de sus negocios y el poder de su dinero… y un puñado aún más pequeño y seleccionado estaba enterado de su extrema afición por los chicos jóvenes y atractivos.  Le era difícil mantenerse alejado de ellos. Siempre había más de uno en la casa que consideraba su hogar y donde era imposible entrar sin ser invitado y esperado.   La crueldad era uno de los rasgos que Heinrich mostraba solo en privado con el sumiso de turno. Descubrió el gusto por causar dolor cuando era joven y aún vivía en la casa con sus padres, una estancia tan grande que apenas se encontraban durante el día. Podía hacer lo que quisiera mientras no llamara la atención; muy luego descubrió que los cuerpos masculinos le resultaban más atractivos que los de mujer… había algo hermoso en los músculos y formas de un hombre, en la voz ronca al gemir o llorar y en saber que dominaba a alguien que podía ser tan fuerte como él mismo. Compañeros de clases, hijos de los empleados de sus padres, chicos de la calle… cualquiera servía para hacerlo sufrir y disfrutarlo.  Hasta los dieciocho años se mantuvo bajo relativo control, pero al cumplir la mayoría de edad dio rienda suelta al descontrol en orgías y semanas de perdido desenfreno.

Pero esa etapa también había terminado al llegar la madurez. No podía precisar con exactitud cuándo comenzó su búsqueda pero tal vez fue alrededor de los 30 cuando comenzó a pensar en el resto de su vida. Tenía 40 años y estaba buscando a alguien especial… muy especial… tal vez demasiado especial porque hasta ahora no existía.  ¿Tan difícil era ser sumiso y entregarle el control total?  Muchos le prometían la mansedumbre que anhelaba… y lo cumplían por un tiempo, pero finalmente desobedecían, mentían o se rebelan. Él tenía formas de comprobar su docilidad y  sometimiento. La experiencia le había enseñado. Algunos pasaban varias pruebas y Heinrich se atrevía a dejar que la ilusión se colara por una rendija de su mente… quizás ese chico podía ser el compañero que buscaba… pero no. Solo desilusión tras desilusión que lo volvían más duro y escéptico.  Hasta ahora ninguno de los esclavos que había tenido pasaba todas las pruebas y el encanto desaparecía para terminar siendo solo uno más de los chicos que pasaban por sus manos.

Heinrich no soñaba con el amor porque sabía que era incapaz de sentirlo. Miraba con estupefacción a las personas que se enamoraban y ponían su mundo de cabezas por la persona amada. Esa locura escapaba de su comprensión. Hubo un tiempo en el que soñó con enamorarse pero ya lo había superado y aceptado que a él nunca le pasaría. Sus padres lo habían hecho fallado  y no era capaz de albergar sentimientos amorosos hacia otro ser humano; lo que más se parecía y que le agradaba mucho, era el sentimiento de satisfacción cuando creía haber encontrado al compañero sumiso perfecto. Cada desilusión lo enojaba y a medida que pasaban los años era cada vez más difícil complacerlo.

Heinrich era básicamente, un solitario muy apuesto que se había sentido a gusto en su propia piel hasta que, al cumplir los 40, comenzó a pensar en el futuro; Su condición física era envidiable, sus ojos de un azul frío que provocaba temor, su pelo rubio corto y en orden, vestía bien y era una persona muy agradable al conversar.  Resultaba un hombre bastante atractivo. Sus negocios funcionaban bien. Tenía casas repartidas en diversos lugares y suficiente dinero como para no trabajar nunca más por el resto de su vida…  sin embargo, le faltaba su motivación. No le bastaba con los negocios ni los deportes ni los chicos que había encerrados en su casa. Necesitaba algo más… lo deseaba con ansias.

Había pocas cosas en este mundo que hicieran latir con fuerza el corazón de Heinrich; ni riquezas, ni lujos, ni muchachitos bellos… mucho menos personas queridas pues su mundo familiar se limitaba al recuerdo de sus padres muertos y  a algunos parientes lejanos que no conocía ni le interesaban.

Se movió inquieto en el yate. No había querido compañía esa noche. Deseaba dormir temprano para estar con todos sus sentidos atentos al viajar a la isla y ser el primero en llegar… no iba a correr ningún riesgo…  después de mucho tiempo el esclavo asiático que Adamir estaba subastando lo entusiasmaba un poco. Se había tomado el tiempo para observarlo varias veces al día desde que sus imágenes fueran subidas y todavía no se cansaba de ver su hermoso cuerpo delgado y torneado, su  abdomen plano, sus genitales perfectamente suaves y depilados, la curva del culo redondeado… la  belleza de su rostro angelical le parecía irreal y por ello le había dedicado minutos especiales ampliando la imagen y buscando una imperfección en su piel o en su pelo… algo que lo volviera más humano y real… pero no había encontrado nada y su interés se despertaba sediento.

Cerró el computador y se dirigió a la cama

Mañana el chico sería suyo

El pensamiento se volvió dulce y jugoso en su mente… una ola de excitación le calentó el cuerpo obligándolo a removerse inquieto en la cama. No. No era momento de excitarse ahora. Ya mañana tendría todo el tiempo para examinar y divertirse con su nuevo juguete.

 

MAXIMILIAN

El cuarto aun no estaba completamente iluminado por lo que Max calculó que recién estaba comenzando a amanecer. Sentía la cabeza abotagada a causa del medicamento y el cuerpo pesado, en el limbo entre la realidad y el sueño y necesitaba hacer un esfuerzo para mantener los ojos abiertos. La maldita bruja lo había hecho dormir a fuerza de tranquilizantes. Algún día iba a matarla. Intentó moverse y en ese momento sintió como si alguien estuviera pegado a su espalda. La impresión lo hizo abrir los ojos y moverse nuevamente para comprobar lo que sentía.   Dios!   era verdad!!   Permaneció inmóvil atento a los sonidos hasta que fue capaz de reconocer y entender  ¿Qué hacía Adamir durmiendo junto a él??!!! ¿Cómo se atrevía??!!  Su primera intención  fue girarse y empujarlo lejos. No lo quería ver ni mucho menos sentir! Sin embargo, al ir a volverse recordó las vendas en sus muñecas que le dificultaban el movimiento y, por otro lado, sintió el tirón del collar en su cuello. Abrió la boca sin que saliera ninguna palabra ni sonido. Se llevó las manos al cuello y recorrió el collar con la punta de los dedos. El collar que Adamir le había puesto para hacerle saber a todos que lo consideraba de su propiedad, como a un perro o mascota. Un esclavo. Max se mantuvo quieto y silencioso. No podía hacer ruido mientras encontraba la forma de quitarse esa porquería del cuello.

 

Adamir despertó con un fuerte grito y un empujón que lo arrojó al suelo

-. ¿Qué demonios, Max??!!

-. Aléjate de mí!!! – Max gritaba. Sus ojos duros y su semblante agresivo.

-. Ay Dios! No empieces nuevamente

Adamir se puso de pie y se acomodaba del porrazo. En cualquier otra ocasión lo que Max acababa de hacer le habría costado castigos y corrección pero había sido su error, después de todo. No debió dormirse en la cama con Max sabiendo como era de rebelde, estando el chico enojado y sin restricciones de ataduras. Su error.

Adamir se percató que el cuarto estaba completamente iluminado por la luz del sol. Maldición! Se había dormido al lado de Max sin poner una alarma… seguro era tarde y los compradores debían estar por llegar… y su madre… tenía que hablar con Nazir.

-. Escucha, hoy estaré ocupado y no tendré tiempo, pero mañana…

-. ¿Vas a vender a Miki? – el enojo de Max súbitamente transformado en temor

Adamir se tomó un instante para pensar su respuesta

-. Es un negocio. El chico tendrá un amo que va a cuidar de él

-. No es cierto!!! Exequiel dijo que era cruel y malvado!! No puedes entregárselo

Max subía el tono de urgencia y Adamir podía predecir que se aproximaba una tormenta si no terminaba la conversación de inmediato.  No era propio de él evitar una discusión o poner a un esclavo en su lugar… pero las cosas con Max eran diferentes

-. Tengo que irme. Mañana hablaremos – respondió con aparente calma dirigiéndose a la puerta

-. Por favor… no lo vendas

Adamir no necesitaba mirarlo para saber que Max estaba suplicando. Le bastó escucharle el temblor en la voz. El amo cerró los ojos y apretó las manos…

-. Max, tú no entiendes. No me has dejado explicarte

-. ¿Qué vas a explicarme?!! Lo que haces no tiene explicación!!! Eres un asqueroso traficante de…

-. Cuida tus palabras, Max!!! – volvían a lo mismo del día anterior y Adamir no quería ni mas gritos ni peleas con Max.

-. Te enriqueces vendiendo personas!!! Eres una porquería!!! No sé cómo pude pensar que eras… que tú eras..

-. ¿Que era qué?  – repentinamente interesado

-. Basura!! Eso eres!!! Repulsivo y corrupto!!!

No. No. No quería escucharlo.

-. Ya basta, Max. Si no te callas ahora mismo voy a…

-. Qué?? Qué vas a hacerme???

Max lo desafiaba abiertamente, con los ojos brillantes de ira y la lengua cortante y afilada. Movía las manos incitándolo a hablar, provocándolo.

-. Vas a golpearme o venderme? Vas a amarrarme y arrojarme a la piscina de nuevo?? QUE???!!!

Adamir lo miraba fijamente. Repentinamente no tenía palabras…

Pero Max había tenido tiempo de pensar y prepararse. Se llevó las manos al cuello y tiró del collar que se desprendió fácilmente…

Adamir vio como en cámara lenta cuando le arrojó el collar que voló por los aires en dirección a su rostro

-. Toma tu inmundo collar!!!

No supo si le dolieron más las palabras de Max o el collar golpeando su nariz. Su boca se abrió de asombro…  Un sentimiento caliente de furia lo asaltó. El collar rebotó en el suelo y cayó despachurrado al lado de sus pies. Max lo miraba beligerante desde la cama… ¿Cómo se había atrevido? ¿Qué acaso no entendía lo que significaba?…

-. No sabes lo que acabas de hacer

-. SI LO SE. NO SOY TU PROPIEDAD Y NO QUIERO TU COLLAR!!!

Maldición Max… cállate de una vez. No digas nada mas, por favor. Cállate!!!!

-. Te has ganado un castigo ejemplar, esclavo

-. NO SOY TU ESCLAVO!!!

Debió haber salido del cuarto cuando aún era  tiempo. Ahora ya era tarde. La indignación se apoderaba de él… Adamir la sentía circular quemándole las venas… rabia con Max, con Gonzalo, con el detective, con su madre y con el mundo entero.

-. Si vuelves a decir una palabra, te amordazaré

-. PUEDES AMORDAZARME PERO SEGUIRAS SIENDO ASQUEROSO. TE ODIO CON TODO MI SER!!!

Con esas palabras Max se había ganado toda la atención del amo. El dolor transformado en ira. Adamir lo encaró directo a los ojos y también gritó al hablar, incapaz de contener las emociones contradictorias que sentía y optando por la más conocida.

-. ME ODIAS??

-. SI!!! ERES LA PEOR BASURA DEL MUNDO. TE ODIOOOOOO!!!

-. SI TANTO ME ODIAS ENTONCES TAL VEZ DEBA DESHACERME DE TI

-. NO QUIERO ESTAR CONTIGO NI QUE ME TOQUES NUNCA MAS!!! ME DAS ASCO!!! NO QUIERO VERTE NI ESCUCHARTEEEEEE

Fue como si el cerebro de Adamir sufriera un cortocircuito y se apagara. Todo se volvió negro por unos segundos. Sus ojos seguían clavados en los de Max pero había dejado de pensar y sentir. Estaba vacío por dentro… completamente solo y vacío.

Tuvo que hacer un sacrificio para volver a hablar

-. Quizás te complazca – su tono había cambiado volviéndose frío e impersonal – Después de todo eres una verdadera molestia. El esclavo más complicado que he tenido. Será un problema encontrarte un amo decente

-. CUALQUIER PERSONA VA A SER MEJOR QUE TU!!!

-. Entonces te venderé al primero ingenuo que ofrezca algo por ti

-. Regálame si quieres… solo asegúrate de que no vuelva a ver tu repulsivo rostro nunca más – también Max dejó de gritar para expresar las palabras con igual agresividad y frialdad que Adamir.

El duelo entre sus ojos se alargó por unos breves segundos más… Fue Max el que finalmente tuvo que cerrar los ojos al pensar en Miki. No había podido hacer nada por él… ¿Qué sería de su dulce amigo en manos de un hombre cruel?…. ay Dios!!… Detestaba sentir como se llenaba de lágrimas. No quería llorar justo ahora. Cuando segundos después abrió los ojos, Adamir ya no estaba en el dormitorio.

 

Adamir iba tan alterado por el pasillo que no reparó en Exequiel hasta que se le cruzó enfrente. ¿Qué hacía en su casa? Nadie cruzaba nunca el umbral de la oficina hacia el interior.

-. Disculpa que haya entrado pero era urgente. Vine a buscarte porque el helicóptero de Heinrich esta por aterrizar

Exequiel no lo miraba a los ojos. Había vergüenza en la forma de expresarse, por lo que Adamir dedujo había escuchado la discusión con Max. Maldición!

-. Heinrich… Si. Voy en unos minutos. Recíbelo tú mientras tanto. Necesito una ducha y…

-. Claro. No hay problema

-. Exequiel

-. Si?

-. Escuchaste? – no era necesario aclarar a qué se refería

con la cabeza gacha, Exequiel asintió

-. Max es muy complicado

Exequiel aguantó la respiración. ¿Estaba Adamir confiando en él para contarle sus cosas?… ¿qué debía decir?… ¿Cómo recuperaba su confianza?

-. Siempre fue difícil – dijo en voz baja y con extrema cautela

-. Él es… no quiere entender. Es un problema

El sonido del helicóptero en la distancia interrumpió la conversación.

-. Maldición. Voy de inmediato – dijo Adamir dirigiéndose hacia su cuarto por una ducha y un cambio de ropa.

-. No te preocupes. Yo me encargo

 

Solo breves minutos le bastaron al amo para estar listo. No podía creer que se hubiera atrasado por culpa de Max.  Miró el teléfono al salir pensando en que necesitaba hablar con Nazir… pero el helicóptero de Heinrich ya había aterrizado y no podía desatender su negocio.

4 comentarios sobre “M&M CAPÍTULO 80

  1. YA MUÉRETE, ADAMIR!!! Tírate de un risco, date un tiro, toma pastillas, veneno para ratas o cualquier cosa pero ya desaparece!!!
    Ojalá se acerque el fin de esa cosa horrorosa!!! Max será libre de buscar su vida y felicidad.. o algo así jijiji

    Bueno, descargada la frustración, comento: Que horror! Que nervios! Que miedo! Que coraje! etc. etc. etc. Ya quisiera que acabara esta historia pero al mismo tiempo no quiero jajajaja. Digo, aún falta por saber del resto; qué hacen, qué han hecho y qué harán.
    Por cierto, hablando del resto… Qué ha pasado con las otras historias? Retomarás en el futuro?

    1. Veneno para ratas??? jajajajajaaa pero que imaginación la tuya!!!
      Aun falta un buen resto para que la historia termine así es que relájate: yo creo que vamos en un… 65% o 70% de la historia. La verdad es que nunca pensé que fuera a ser tan larga pero tampoco me pongo límites cuando de contar historias se trata.
      Me imagino que cuando hablas de las «otras historias» te refieres a Miguel y a Diego, si? Pues ambas están aún en proceso. Los capítulos finales de las historia siempre siempre me cuestan muchisimo porque quiero que todo sea perfecto y no dejar cabos sueltos ni nada inconcluso, y eso me ha pasado con Miguel, pero la retomo en cualquier momento. Igual con Diego.
      Gracias!! Saludos. Nani.

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