CAPÍTULO 6
A partir de la decisión de aquella noche, Carlos intensificó las prácticas de Carline con la ayuda de Leila y cientos de videos y lectura que devoraba en internet, sacrificando su descanso. Al levantarse, moría de cansancio pero lograba pasar el día movido por la necesidad de ayudar a Leila, reunir dinero para estudiar y, más que nada, aprender lo que tendría que hacer durante los minutos más angustiantes que tendría que vivir cuando Carline conociera a los idiotas.
Pero no todo era malo. Carlitos había dado vida a Carline en las redes sociales con ayuda de las fotos existentes y un programa de photoshop. Respondía mensajes y se quedaba maravillado y avergonzado ante los comentarios de admiración que recibía y el entusiasmo de la gente con ella.
-. Es increíble! Carline recibe muchas solicitudes de amistad y seguidores. Quieren saber quién es.
Leila no podía negar que estaba preocupada del inesperado cariz que “Carline” estaba tomando. Nunca fue su intención dar vida a un travesti o como fuera que se llamara lo que Carline era. Tenía temor de lo que pudiera pasar así es que no se permitía dejar a Carlitos solo y estaba pendiente de los movimientos de Carline. Sin embargo, ver al chico entusiasmado era una novedad y ella no iba a ser quien le cortara las alas si él quería volar. Su amigo tenía muy pocas diversiones en la vida y le agradaba ver lo exaltado que estaba y la pasión que ponía en aprender.
-. ¿Cómo es ella? – preguntó Leila corrigiéndole el maquillaje
Carlos reflexionó antes de responder. Tenía los ojos cerrados y así era más fácil imaginar. Había meditado mucho sobre cómo era la chica que veía en el espejo. Respondió que “Ella” era todo lo que él jamás sería: hermosa, extrovertida, segura, osada, divertida, simpática. Tenía una familia numerosa, gran vida social y estaba comenzando exitosamente a trabajar como modelo.
-. ¿Qué le gusta hacer a Carline?
Era una completa locura, pero Leila ya no podía detenerse y lo animaba a completar el cuadro sobre Carline.
-. Animales… ella los ama. Le gusta la naturaleza y caminar por los bosques. Se sabe el nombre de las flores. Todos los años acampa con su familia en un parque nacional. Tiene muchos amigos y van a fiestas y bailes. Le encanta la ropa y el maquillaje.
-. Opino que es una chica muy agradable – río Leila leyendo entre líneas las terribles carencias de amor y aventuras en la vida de Carlitos – ¿Donde estudió y que hacía cuando niña?
-. Oh si! ella y sus hermanas…
Carlos continuaba apasionadamente creando a Carline.
El día antes del concurso Carlitos estaba muy estresado pero reunió valor y abordó a los idiotas al terminar la clase. Estaban todos juntos pero se dirigió a Bruno pues sin haber sido nombrado oficialmente, todos lo reconocían como el líder de la manada de animales. Se paró frente al rubio y llamó su atención
-. Mi tía habló con la chica – dijo muy despacio – ella aceptó conocerlos. Le daba rabia que su voz automáticamente bajara decibeles cuando estaba cerca de ellos
Los gritos y chiflidos de aprobación no se hicieron esperar.
-. Ya lo sabía!!! – gritó Jeffrey
-. ¿Dónde?
-. ¿A qué hora?
-. Ella estará en el concurso regional mañana en el auditorio municipal. Los verá durante el receso – Rayos! ¿por qué se ponía nervioso?
-. Si! Iremos a ese estúpido concurso solo para verla!!!
-. Espera! Es la fiesta de Mónica. Se enojará si no vamos.
Mónica era una de las chicas populares de la escuela y desde hacía ya dos semanas andaba transmitiendo sobre la “ma-ra-vi-llo-sa” fiesta de cumpleaños que estaba organizando. Carlos, por supuesto, escuchaba desde lejos porque él no estaba invitado.
-. Podemos invitarla!! Imagínate cómo sería si llegamos con esa preciosura – sugirió Teo
-. Si. La llevaremos y que ella elija con quién de nosotros quiere estar – Jeffrey daba por hecho que sería con él
Todos se mostraron entusiasmados con la idea de competir por la chica excepto Bruno que se mantuvo serio y en silencio.
-. No creo que se pueda. Ella solo dispone de unos pocos minutos – replicó Carlos haciendo caer los ánimos
-. No!!! ¿por qué? – se lamentaron
-. Yo… no sé. Eso fue lo que dijo – Carlitos se encogió de hombros como si no tuviera idea
-. Cambiará de idea cuando me vea – Jeffrey era taaaaan insoportable
-. Seguro que lo hará!!!
Comenzaron a reír y a hacer planes para el día siguiente. Bruno permaneció cerca de él
-. ¿Tú nos vas a llevar con ella? – preguntó bruscamente dejando a Carlitos helado
-. No. Yo tengo que trabajar – mintió – pero ella estará en la sala del segundo piso durante el receso
Bruno clavó en Carlos su mirada gris y se acercó peligrosamente
-. ¿No me estas engañando? Porque si lo haces…
-. No! No te estoy engañando y ya devuélveme mi teléfono
La mirada y cercanía de Bruno lo ponía nervioso. El idiota era tan grandote e intimidante. Quería salir de ahí cuanto antes, pero con su teléfono a cuestas.
-. Pídelo de manera educada
Bruno ladeó la cabeza y sonreía socarronamente
Carlos se sintió confundido y más nervioso aún
-. Quiero mi teléfono de vuelta… por favor – dijo de muy mala gana, tragándose el orgullo.
Presumido, Bruno metió la mano al bolsillo del pantalón y sacó el teléfono de Carlos. Jugó con él en su mano, girándolo y lanzándolo peligrosamente al aire para tomarlo antes que cayera
-. Nah… no lo has pedido con suficiente interés – dijo volviendo a guardárselo en el bolsillo
-. No! Dámelo. Yo cumplí con lo que pediste. Lo necesito, Es importante. Por favor.
-. Tal vez otro día – respondió Bruno con intención de alejarse
Carlitos estaba a punto de perder el control. Le molestaba tanto que se burlara de él con lo del teléfono. Lo necesitaba para saber de su madre así es que sin pensar mucho y aprovechando un descuido de Bruno, se abalanzó sobre él y trató de tomar el teléfono hundiendo la mano profundamente en el bolsillo del pantalón. Sintió algo duro y firme y lo agarró con fuerza. Demasiado tarde se dio cuenta que no podía ser su teléfono porque despedía calor y la textura que sentía a través de la tela era diferente. OH POR DIOS!!!… Carlitos retiró la mano como si se hubiera quemado y esperó congelado, en completo estado de pánico. Miró a Bruno a los ojos y quiso morir. No era su teléfono lo que había tocado sino… Por todos los cielos!! Le había tocado el… el…
Bruno tenía los ojos abiertos de la incredulidad… despedía furia y consternación. No se convencía de que lo que acababa de pasar efectivamente había pasado…
-. Tú.. tú me manoseaste!!! – gritó en un alarido histérico
-. NO! no.. yo quería mi teléfono y tú lo guardaste en… el…
Nunca Bruno le había parecido más intimidante que ahora que lo tenía encima, perturbado y con el puño levantado
-. Maldito marica. Voy a matarte – siseo Bruno
Carlitos cerró los ojos y esperó resignado a que la vida llegara a su fin. Iba a morir porque había metido la mano y le había tocado el pene a Bruno a través de la tela.
-. ¿Qué sucede, Bruno?
Como en una mala pesadilla, Carlos abrió los ojos y vio al director de la escuela y un par de profesores, acercarse a ellos con preocupación
-. Señor, este marica me manoseó !!!
Bruno estaba tan enojado que las aletas de la nariz le tiritaban y la voz le salía atragantada.
El director y los profesores miraron a Carlos con repulsión
-. ¿Qué tú hiciste qué?
Carlitos quería hablar, decir que todo era una tremenda confusión. Él quería su teléfono de vuelta y nunca tuvo la intención de tocar a Bruno… él no quería tocar a ninguno, menos a él porque lo aborrecía y si quisiera tocar a un chico, Bruno sería el último de su lista pero no pudo hablar porque sintió un peso demasiado grande y caliente que subía desde su estómago, Nauseas. Iba a vomitar. Se tapó la boca y se escabulló corriendo hacia el baño y alcanzó a llegar justo apenas.
¿Qué había hecho??!! ¿Por qué le pasaban estas cosas a él??? Era culpa de ese idiota por quitarle su teléfono y… una nueva arcada lo dejó sin pensar. Carlos vomitó hasta que se sintió mareado y débil. Cuando salió del baño había un montón de personas esperándolo afuera.
-. Venga conmigo, joven – dijo el director.
Luego todo fue abucheos, silbidos y gritos obscenos por parte de los alumnos que habían escuchado lo sucedido y se juntaban a curiosear. ¿No podía la tierra simplemente tragárselo y ya?
-. Su conducta perversa es inaceptable. Debe agradecer que no hagamos una denuncia. Abusar de un compañero es intolerable…
-. No fue así. Yo no quise tocarlo!
-. Pero sí lo tocó, ¿no?
Se defendió gritando que no había sido esa su intención, que Bruno le había robado el teléfono, que había soportado el maltrato por años y que esta era una mierda de escuela, que él no sabía dirigir y que estaba harto de todos. Carlitos se fue ofuscando hasta que le resultó imposible contener todo lo que sentía. Estaba trastornado de rabia y aflicción.
-. Una palabra más y no volverá a pisar esta escuela – gritó el director, indignado.
Carlos apretó tanto los puños que se engrifó del dolor.
-. Le permitiré seguir estudiando y graduarse porque sus notas son buenas pero se comportará correctamente y no volverá a tocar a sus compañeros. Ahora váyase a su casa y vuelva el lunes con su madre
-. Mi madre está enferma y no va a venir – respondió encolerizado
-. Entonces ¿Quien cuida de usted?
No respondió. A él también le gustaría saber porque nadie cuidaba de él desde hacía años.
Abandonó la oficina del director y tuvo que soportar la vergüenza de caminar por el pasillo lleno de estudiantes que le gritaban y se reían. La noticia se había esparcido con rapidez. Carlos volvió a sentirse débil y pensó que iba a desmayarse. La vergüenza era demasiada sobre todo considerando que no era verdad. El pasillo se volvió borroso. Se iba a caer en medio de todos los estudiantes… pero entonces recordó los consejos de Leila sobre la forma de caminar de Carline y la personalidad que ella tenía… Carline soportaba lo que fuera y con aire de reina. Enderezó su espalda y se obligó a dar un paso y otro hasta cruzar el pasillo y salir al exterior. El dolor de la injusticia le ardía en el pecho y se le agolpaba en los ojos y la garganta.
Cuando dejó la escuela atrás pensó que quizás estaría mejor si Bruno lo hubiera matado.
No se fue a su casa sino al Salón de Leila. Ella supo que algo malo pasaba apenas lo vio entrar. Lo llevo a la parte posterior. Carlitos parecía anestesiado de dolor… ni siquiera podía largar el llanto y su expresión era terrible
-. No sé qué te hicieron esta vez pero ya falta poco para graduarte, cariño. – le dijo revisándolo en busca de golpes y dándole un abrazo muy apretado
-. Solo unos meses y no tendrás que verlos más, mi niño – Leila lo acunaba y calmaba
Poco a poco Carlitos fue soltando el aturdimiento y dando paso al dolor. Permaneció abrazado a Leila hasta que las lágrimas se le agotaron. No quería volver a hablar de lo sucedido nunca más.
-. Ya deja de llorar. Carline no puede tener los ojos hinchados mañana – le dijo ella con la intención de animarlo
Mañana… Carline… los idiotas.
La mirada vacía y cansada de Carlos se fue transformando. Ya no tenía una razón para verlos porque de seguro jamás recuperaría su teléfono. Pero los idiotas querían conocerla y salir con ella… estaban interesados en la chica linda que creían que era… una chica tan diferente a él, una chica que podía hacer cosas que él no hacía.
-. Carline se habría defendido – comentó al aire – a ella sí la habrían escuchado
-. Cariño, vas a superar esto. Todo estará bien.
Luego de un silencio, Carlitos preguntó
-. ¿Es malo querer vengarme de ellos? – no se dio cuenta que estaba usando la voz de Carline
-. No, cariño.
-. Entonces necesito tu ayuda – dijo decidido, volviendo a sonar como ella.