Capítulo 17

 

CAPITULO 17

 

Entró a su casa en puntilla para no despertar a su madre. En el baño se reencontró consigo mismo al quitarse el maquillaje, la ropa, la  personalidad y movimientos de Carline. Se miró fijamente… ahí estaba él, Carlitos… el que nadie tomaba en cuenta. Rayos!!! Que iba a hacer con los labios hinchados de besos y lo que sentía en el interior???  No podía sacárselo como hacía con la vestimenta y el maquillaje.

Se acostó en su cama, con sabanas limpias, y cerró los ojos con la esperanza de dormirse de inmediato. Estaba exhausto tanto física como mentalmente y no quería desvelarse pensando en todo lo que le esperaba al día siguiente y por el resto de sus días…  tampoco quería quedarse despierto analizando lo que había sido, tal vez, su último día como Carline y el fin de la tan ansiada venganza. Todo el tema de devolverle la mano y hacer sufrir a Bruno perdía perspectiva ahora que su vida daba un vuelco tan horrible… ya no se iría a la ciudad ni estudiaría para desarrollar sus habilidades y hacer cosas interesantes sino que se quedaría pegado para siempre en este pequeño pueblo, sobreviviendo como garzón o vendedor entre la misma gente porque había que pagar las cuentas que significaban la enfermedad de su madre. Había un par de institutos pequeños en el pueblo donde podía estudiar carreras cortas y simples pero sin dinero para pagarle a alguien que atendiera y acompañara a su madre, la responsabilidad recaía sobre él. Su tiempo ya no era suyo… así como ella se había sacrificado por él, ahora le tocaba pagar su parte… y sus sueños se quedarían en eso… sueños nada más.

Tenía que dormir pero el sueño había desaparecido porque tenía la mente sobrecargada de problemas. Mantenía los ojos apretados y trataba de no pensar…  ovejas!!! Eso era… imaginaría ovejas blancas y esponjosas, corriendo por un prado y luego saltando sobre un cerco en un campo con un río y un puente de troncos sobre el cual crecía un bosque mágico…

Rayos!!! No estaba resultando.

Se llevó las manos a los labios…  Aún podía recordar lo que había sentido.  Bruno había besado a Carline hasta que ambos respiraban agitados y sus cuerpos se habían acalorado deseando más. Tenía que admitir que no había hecho nada por evitarlo o controlarse pensando en que esos besos y caricias eran la despedida de Carline. Bruno sabía besar bien y le gustaba lo que sus besos, cada vez más apasionados y exigentes, le provocaban… el dulce cosquilleo que iniciaba en su boca y se expandía como un reguero atacando diferentes partes de su cuerpo y haciendo que su sangre caliente fluyera hacia lugares inapropiados… pero taaaan deliciosos.  Rayos!  Ahora que sabía lo que los besos eran, Carlitos se preguntaba cómo había llegado a los 17 años sin haber besado antes… no es que hubiera tenido muchas opciones ya que ni amigos tenía!! Pero los labios de Bruno sobre los suyos y su lengua recorriéndole la boca por dentro, acariciando y chupando, lo hacían perder el control y le causaban un mareo deliciosos, casi adictivo. Carlitos pensó que podía pasar horas besando sin cansarse…   Por suerte había llegado la mamá de Bruno a buscarlos y tuvieron que separarse antes que las manos de él se movieran por debajo de la ropa de Carline y tuviera que salir escapando para no ser descubierto.

Suspiró y cerró los ojos nuevamente.

Mañana sería un día triste y era mejor dormir. Iba a necesitar toda su energía para tomar decisiones de cambios que afectaban su vida, la de su madre y Leila. Su último pensamiento fue para Leila… que gran amiga era, su corazón siempre abierto para ellos.  Se alegraba de tenerla en su vida y en la de su madre. Se preguntó qué pasaría con el concurso nacional de salones ahora que no podía faltar al trabajo ni arriesgarse a perderlo. Suspiró dolorosamente. Los cambios no pintaban bien. Ojalá pudieran hacer que el seguro los escuchara y les diera una solución.

 

La mañana inició temprano con la llegada de Leila. Carlitos la esperaba ya vestido. Se dirigieron al centro, a las oficinas de la aseguradora donde los recibió una señora mayor y fría que les explicó que no había error. La compañía estaba en su derecho de cancelar la cobertura. Leila intentó razonar con la mujer pero ella no estaba abierta a discutir nada. Era una decisión que no se podía anular. Carlitos le explicó que necesitaban el dinero; la mujer respondió que su madre no estaba haciendo nada por ayudarse a sí misma y el seguro solo cubría si el paciente cumplía con su tratamiento. Carlitos se alteró, Leila se alteró y la mujer terminó alterándose también. Abandonaron la oficina entre gritos sin ninguna solución factible. Ninguno de los dos hablaba mientras caminaban pesarosos por la calle

Carlitos iba pensando en los cambios que tendría que hacer. Dos meses más y el seguro desaparecería. Vender la casa y mudarse a un lugar pequeño y barato era lo primero. Luego… tendría que llevar a su madre  al médico para que volviera a tratarla e intentara mejorarse… ¿Existiría la posibilidad de recuperar a la mujer que había sido antes?  Ya no podrían pagarle a alguien para que la atendiera y acompañara… La escuela terminaba en dos meses más. Buscaría un trabajo de tiempo completo que le permitiera mantenerlos a ambos…

-. Se mudarán conmigo y arrendaremos tu casa – dijo Leila muy seria, rompiendo el silencio. Carlos escuchó la propuesta y apretó los labios. La generosidad de Leila no tenía límites pero no podían aceptar

-. Y no me digas que no porque…

-. No podemos, Leila. Es muy generoso de tu parte pero tu vida..

-. A la mierda mi vida. Ustedes son más importantes!! – se detuvo en mitad de la calle y abrazó a Carlitos sin importarle que la gente se detuviera a mirarlos.

Carlos devolvió el abrazo. Necesitaba el afecto en ese momento.  Leila era una gran amiga… y jamás podría devolverle ni pagarle todo el cariño y atenciones con él y su madre pero no iba a arruinarle la vida metiéndose en su casa.

-. Buscaré un trabajo de tiempo completo al terminar la escuela

-. No! Tú te vas a ir a la universidad a estudiar

La mirada triste y decidida de Carlitos le rompió un pedacito del alma a Leila.

-. Quizás más adelante – respondió él para terminar la conversación.

Reanudaron el camino en silencio. El abrazo y la oferta de Leila lo habían calmado un poco.

-. Señora Leila!

La voz de un hombre saludando a Leila en la calle sacó a Carlitos de sus pensamientos. Oh Vaya! Pero si era el fotógrafo! Le agradaba ese hombre que le había enseñado tanto y tan fácilmente. Carlitos sonrió y se acercó a saludarlo con mucha seguridad.

-. Hola – dijo en tono alegre y familiar. Al segundo siguiente la mirada confundida del fotógrafo le hizo recordar que el hombre no conocía a Carlitos sino a Carline. Rayos!! Se había equivocado!! Retrocedió un paso y sus mejillas ardieron. El error lo hizo sentirse avergonzado. Joao no le quitaba los ojos de encima, estudiándolo, intentando recordar de donde podía conocerlo. El silencio fue muy incómodo hasta que Leila reaccionó

-. Señor Joao, este chico es mi vecino – fue lo único que atinó a decir. Carlitos saludó con un movimiento de cabeza, abochornado.

-. Hola. Me llamo Joao – dijo el fotógrafo estirando al mano para saludar.

Carlitos pensó dar media vuelta y correr, sin embargo…

-. Carlos – dijo respondiendo al saludo, apenas rozando la mano de Joao y retirándola lo más rápido posible

-. Carlos…- Joao repitió el nombre

-. Si. Carlos es hijo de mi mejor amiga. Estábamos haciendo unos trámites en el centro. ¿Cómo está usted?

Leila estaba reclamando su atención para que el hombre dejara de observar a Carlitos. El fotógrafo pestañeó y movió la cabeza

-. Bien… muy bien. Yo, voy camino de mi estudio – el hombre señaló el edificio de la cuadra siguiente que era donde habían hecho la sesión de fotos – ¿y usted, cómo está? – Joao hablaba confundido, turnando sus ojos entre Leila y Carlitos

-. Todo bien

-. ¿Puedo invitarlos a un café?

Carlitos aguantó el aire…

-. Se lo agradezco pero llevamos prisa – rechazó Leila

Carlitos volvió a respirar.

. Ha sido un gusto volver a verlo – dijo Leila despidiéndose. Carlitos ya había echado a andar

-. ¿Y su amiga?… ¿la joven modelo? – preguntó Joao. Leila se detuvo y forzó una amplia sonrisa, antes de responder.

-. Ella está muy bien… tuvo que volver a la ciudad

-. Mis saludos para la señorita. Muy fotogénica.

-. Gracias. Le diré cuando la vea. Hasta pronto.

-. Hasta luego

Leila y Carlitos se alejaron caminando de prisa. Joao parecía tener ganas de extender la conversación y los siguió mirando  sin dar un paso durante varios minutos.

-. Ay Leila! Metí la pata… que torpe soy.

-. No pasó nada. Sigue caminando.

-. Pero el señor Joao…

-. No se dio cuenta. No ha pasado nada – lo tranquilizó ella. Había sido un momento sin importancia.

Leila se fue al salón a atender a sus clientes. En los días que habían pasado luego del concurso su clientela había ido aumentando, incluso había comentado al necesidad de contratar una estilista nueva para que la ayudara a brindar una buena atención a sus clientes.

Carlitos partió a su trabajo. Aún faltaban unas horas para comenzar su horario pero ahora que no podía darse el lujo de perder tiempo ni dinero le pareció importante comenzar lo antes posible. Roger lo recibió bien pues siempre estaban cortos de personal. Las horas fueron avanzando… Carlitos se preocupaba de la urgencia del servicio y llevaba y traía bandejas de prisa; de su mente no podía sacarse los negros pensamientos sobre su futuro; rabia, pena… frustración. Cada cierto rato sentía su teléfono vibrar en el bolsillo pero ya no lo miraba ni mucho menos respondía. Sabía quién insistía en hablarle pero no tenía ánimo de responder. Bruno le parecía un problema enorme en este momento.  No había pensado como iba a terminar esa historia, qué le diría a Bruno o cuándo volvería a verlo para que Carline se despidiera para siempre. Quizás Carline solo tenía que morir y ya… Rayos! Leila contaba con Carline para el concurso, Bruno contaba con Carline para enamorarla y él había contado con ella para que resolviera sus problemas pero no había resultado.  Ya no tenía sentido seguir dándole vida si finalmente no iba a cumplir su venganza, ni se iría a estudiar fuera, ni sería un dibujante. Del concurso no habían hablado  con Leila, pero él no tenía ganas de nada… le parecía una burla volver a vestirse de ella porque su imagen era de triunfos y éxito. Nada más lejos de su realidad.   Sostenía con fuerza las bandejas evitando dar rienda suelta a las ganas locas que sentía de tirarlas al suelo, romper todo y gritar como loco.  Roger preguntó si aún seguía enfermo por la cara de desanimado y muerto en vida que andaba trayendo.  Carlos respondió preguntándole si tenía más horas disponibles para aumentar su carga de trabajo. Necesitaba dinero y prepararse para lo que vendría.

Estaba oscuro cuando Carlitos ayudo a cerrar el local y terminó su horario. Cabizbajo se encaminó de vuelta a su casa. Su cabeza era un embrollo de tanto pensar. No estaba enojado con su madre… o tal vez si lo estaba un poco: entendía que no podía librarse de la enfermedad pero… Rayos!! Era la vida de ambos… su vida, su futuro… maldición!! Se sentía culpable por estar molesto. Su mamá no podía con lo que cargaba.

En cuanto llegó a su casa Leila lo tomó del brazo y lo llevó a la cocina con evidente prisa y secreto

-. Me va a volver loca!! Vino tres veces a mi casa buscando a Carline!!!

Carlos no tenía que preguntar de quien hablaba

-. Lo siento

-. No lo sientas. Haz algo porque dijo que iba a volver mañana temprano. Estaba como loco!!!

-. En serio? – una estúpida llamita caliente y agradable se encendió en el centro de su pecho… una llamita vivaz y chispeante que lo hizo emocionarse…

-. Carlitos!!!

-. Si. Le hablaré

-. ¿Qué vas a decirle?

Carlos se encogió de hombros

-. Que Carline ya no lo verá más

Leila levantó una ceja

-. ¿Y crees que será tan fácil como eso? No lo viste cuando vino…

-. ¿Ahora lo defiendes?

-. NO!! no lo defiendo… ese Bruno no  me importa en lo más mínimo. Lo que me preocupa es que aun tenemos que participar en el concurso final y él va a insistir en ver a Carline

-. Sobre eso…

-. No me vengas con arrepentimientos. Vamos a participar y el dinero que ganemos lo usaremos para tu madre

-. Leila – suspiró con lágrimas en la punta de los ojos – no creo que pueda. Mejor trabajaré más horas.

La actitud enojada de Leila se derritió y en un instante estaba rodeando fuertemente a Carlitos, apretándolo contra su pecho.

-. No te preocupes. Ya descubriremos qué hacer. Todo se va a resolver bien.

 

 

 

 

3 comentarios sobre “Capítulo 17

    1. Gracias! La vida de Carlitos se va complicando más y más. Nada resulta como él deseaba y su futuro se ve tan oscuro ahora. Es triste…
      El próximo cap para el viernes!
      Saludos cariñosos.
      Nani.

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