CAPITULO 25
Sus días comenzaban más temprano que cuando iba al colegio; entre las fotografías con Joao, los preparativos y ensayos de última hora para el concurso y el tiempo para Bruno, apenas si le quedaba tiempo para darle un beso a su madre en la mañana y caer rendido en la cama en la noche, pero nunca antes se había sentido tan vivo y lleno de energías. Carlitos había tomado consciencia de que estaba esforzándose por su futuro y no importara todo lo que tuviera que hacer: lo haría y con gusto.
-. Pierdes el tiempo saliendo con ese chico. ¿Sabes el peligro que corres si se llega a dar cuenta de quién eres?
Leila lo veía despedirse al atardecer y volver cerca de medianoche. Le preocupaban no solo las ojeras que tendría al día siguiente sino también el riesgo de lo que estaba haciendo.
-. Jamás sospecharía de Carline – respondió Carlitos con una sonrisa maliciosa. Por primera vez sentía que él y solo él, tenía el sartén por el mango.
-. Que haces con ese chico? Estas enamorándote de él?
La expresión de Carlitos cambió de inmediato adquiriendo gravedad
-. Es un idiota. Jamás me enamoraría de alguien así.
-. ¿De qué se trata entonces? – suplicó Leila deseosa de entender
Carlitos accedió resignado. Qué más daba si le contaba a Leila, total, ya tenían tantos secretos juntos que uno más no haría diferencia.
-. Quiero que se enamore de Carline
-. ¿Por qué??!!
-. Porque voy a arruinarle la vida, voy a devolverle todo lo que me ha hecho junto con sus amigos.
Por varios segundos, Leila permaneció en silencio
-. ¿Qué vas a hacer? – preguntó temerosa
Carlitos explicó en detalle su plan de revelar su verdadera identidad durante la fiesta de graduación, dejando a Bruno en ridículo frente a todos sus conocidos y amigos, ante los cuales se había pavoneado con “ella”
-. Pero.. has pensado en ti??!! Tú también vas a caer en medio de la revelación
-. No, yo no tengo nada que ocultar, nada que ellos no sepan. Me han golpeado y abusado todos estos años por ser homosexual.
-. ¿Cómo vas a escapar de la fiesta?
-. Eh??
-. Si.. ¿Cómo vas a escapar?… o acaso crees que Bruno y sus amigos te van a dejar salir caminando tranquilo por la puerta principal una vez que sepan quién eres??
Rayos!… no había pensado en esa parte.
-. Yo… pensaré en algo
Leila pensó que el plan de Carlitos era arriesgado… pero bueno. Tal vez si fuera su madre no pensaría lo mismo pero era su amiga y los amigos están para ayudar… tal vez podría conseguir la ayuda del inspector Jara ya que últimamente, el hombre se empeñaba en aparecer por su salón y en buscar conversación con ella.
-. Está bien. Me llamas desde la fiesta y me avisas cuando vayas a hacerlo. Entraré a rescatarte. – dijo Leila pasando el brazo alrededor de Carlitos – No sé si estoy de acuerdo en lo que haces, pero puedes contar conmigo.
-. Se lo merecen… – dijo Carlitos justificándose sin necesidad
-. Si cariño. Se lo merecen de sobra.
-. No los volveré a ver nunca más. Me iré a la ciudad luego de la fiesta.
– Vas a triunfar y les vas a demostrar lo equivocados que están y lo injusto que han sido– Leila estrechó su abrazo alrededor de Carlitos. A veces parecía un niño frágil y desamparado – Yo estoy contigo.
Bruno pasaba por ella cada tarde al salir del estudio. Carlitos no se arriesgaba a invitarlo a subir al estudio de Joao por miedo a que pudiera sorprenderlo siendo Carlitos. Las fotos de Joao eran variadas; a veces era él y otras veces ella. Su capacidad camaleónica se había incrementado en estos días y asumía ambas personalidades con mucha más rapidez y naturalidad. Carline y Carlitos acortaban la distancia que originalmente había entre ellos. Al verse libre del bullying y siendo constantemente halagado y motivado, Carlitos comenzaba a esponjarse y crecer.
-. Mis amigos nos están esperando – Dijo Bruno bastante reacio a alejarse de su boca, luego de saludarla y besarla largamente dentro del vehículo. Carlitos calculaba fríamente la duración y frecuencia de los besos con mucha frialdad. Cada vez que sentía podía perderse en uno de ellos, recordaba du último día de escuela.
-. ¿Hoy si vamos con ellos?
Bruno asintió. Carlitos se alegró. Era parte del plan. Dejar que Bruno se exhibiera con ella y la mostrara como un trofeo del cual se sentía orgulloso… aún así, la idea de estar con todos ellos al mismo tiempo lo ponía un poco nervioso. Los recuerdos no eran buenos.
Se juntaron en el local de comida rápida donde Carlitos trabajaba hasta hacía unos días atrás. Renunciar al trabajo había sido una de las cosas más definitivas que había hecho. Joao le había asegurado que podía dejar el trabajo de mesero y dedicarle todo su tiempo al modelaje y fotografía. Como prueba de esa confianza en él, Joao le había adelantado dinero.
-. No puedo aceptarlo – dijo Carlitos sorprendido
-. No te estoy regalando nada – replicó Joao autoritario – Lo descontaré de lo que te pagarán cuando te contraten. Ni siquiera vas a notarlo. Tú, chico, vas a ganar mucho dinero.
Joao puso el dinero en sus manos y no se habló más del tema.
En una de las mesas principales esperaban los chicos. Jeffrey abrazaba de la cintura a una chica rubia de la escuela. Había otra chica sentada con ellos. Carlitos las reconoció de inmediato, pero no tuvo tiempo para pensar. Había dado por supuesto que solo serían los chicos, La única forma de expresión que encontró fue apretar la mano de Bruno un poco más fuerte
-. Tranquila – dijo él al sentir el apriete en su mano mientras caminaban hacia ellos – solo son un grupo de locos
Locos… si… bien locos y de los peligrosos
-. Son tus amigos… y amigas – dijo Carline revisando mentalmente su aspecto. Estaba bien. Se había preocupado de cada detalle en el estudio de fotografía. Nadie se daría cuenta – quiero agradarles
-. Tú le gustas a todo el mundo – dijo él con ternura.
Bruno la presentó con cada uno de ellos. Carline repitió el nombre y saludó amablemente. Sintió las miradas de las chicas sobre ella, estudiando cada centímetro de su cuerpo antes de decidirse a aceptarla. Carlitos se irguió y levantó la barbilla como si les diera autorización para escudriñarla. En cambio los idiotas eran otro cuento… una muchacha curvilínea, atractiva, bien vestida y con algo de fama era suficiente para revolucionarles las hormonas, aunque fuera de la mano de Bruno
-.¿Me recuerdas, Carline? ¿Verdad que sí? – preguntó Jeffrey ansioso de demostrar que era el más popular.
“Jamás voy a olvidarte en toda mi vida, pedazo de imbécil”
-. Si. Tu eres Jeffrey – dijo Carline provocando una ola de satisfacción en el aludido y aceptación automática
-. Tu chaqueta es muy bonita – dijo la chica que estaba abrazada a Jeffrey. Carlitos no pudo interpretar si lo estaba desafiando o en realidad era un halago
-. Si. Es hermosa – optó por responder Carline – Es de una tienda local, de la señora Helena, ¿La conoces?
La sonrisa de la chica le dijo que había acertado en la respuesta
-. Es mi tía – dijo ella triunfante, bajando la guardia y aceptando a Carline.
Ordenaron pizzas, preguntaron sobre su vida como modelo, bromearon sobre la relación con Bruno y lo mucho que él hablaba de ella y como había cambiado desde que la conociera. Bruno escuchaba en silencio y asentía sin que le molestara reconocer su cambio.
-. Ya no quiere salir con nosotros! – se quejó uno de los amigos – solo habla de ti todo el día.
-. Eso pasa cuando conoces a la mejor de todas – dijo Bruno abrazándola – ya nada más te interesa– se acercó a su rostro y la acarició con ternura.
-. Aaawww… Bruno está enamorado – suspiró una de las chicas.
Bruno se limitó a sonreír y a mirarla con los ojos grises esparciendo amor.
-. ¿Quién podría evitar enamorarse de esta preciosura? – dijo él orgulloso
Su respuesta fue acogida con risas, burlas y un poco de admiración. Carline les agradaba y podían entender que Bruno estuviera loco por ella.
La cita se fue alargando hasta pasada la medianoche. Bruno no se apartaba de ella. Sus manos parecían tener imán hacia su cuerpo, la tocaba de manera automática cada vez que hablaba o se movía. Siempre había una mano de Bruno sobre ella, su pierna rozando la suya o sus caderas en contacto. Cuando se daba la ocasión, Bruno la besaba en los labios o la acariciaba con ternura.
-. No te pierdas! Eres muy simpática, chica modelo! – dijeron los amigos al despedirse
-. Nos veremos en la fiesta de graduación – respondió Carline – Bruno me ha invitado
La quietud de la noche se notaba en las calles del pueblo. Bruno condujo despacio, siempre reacio a terminar el momento de estar con ella. Detuvo el auto frente a la casa de Leila pero le tomó la mano y se acercó a besarla.
-. Le caes bien a mis amigos – dijo Bruno entre besos
-. Son… – ¿qué palabra usaba para describirlos???- especiales
-. No. Eres tú, Carline. Tú tienes magia – la voz de Bruno se había vuelto ronca e hipnótica. Le hablaba muy dulce y se había acomodado cerca de ella. La envolvió con su cuerpo antes de que pudiera reaccionar.
-. No sé que me has hecho… estoy loco por ti
Bruno reafirmó su frase con un beso diferente, cargado de intensidad. Carlitos sintió la energía de Bruno seduciéndolo. Buscó en su memoria las imágenes dolorosas pero las manos de Bruno se deslizaban por sus brazos y le sujetaba la cabeza firmemente para besarlo a gusto… había algo decididamente excitante en lo que estaba haciéndole y comenzaba a sentir calor. Peligro. Tenía que salir de allí ahora mismo
-. Tengo que…
-. No, no te vayas aún
Aprovechó el momento en que Carlitos habló para tomar el control total de su boca; su lengua lo exploraba tentándolo e insinuando. Carlitos no tenía experiencia. Su cuerpo fue sacudido por una ola de electricidad que terminaba en sus genitales aprisionados cuando Bruno bajó las manos hacia sus caderas. Era incómodo… pero agradable.
-. Quiero estar contigo – confesó Bruno en su oído haciendo que su piel se erizara y el reguero de pólvora ardiera con más intensidad- ¿Quieres estar conmigo Carline?
Rayos! Los besos y la excitación no lo dejaban pensar. La presión de su polla extendiéndose pero confinada en la faja, era placentera y dolorosa a la vez… era como un trance hipnótico que sentía por primera vez y no podía controlar. Bruno se había vuelto todo cuerpo, músculos, caricias atrevidas, besos húmedos, voz seductora y calor y sin saber cómo, él se estaba derritiendo bajo su embrujo, su cuerpo estaba pidiendo a gritos ser tocado y estimulado en mayor medida. Carlitos se retorció en un gemido provocativo que arrancó una sonrisa de satisfacción a Bruno y lo indujo a asaltar su boca con mayor ferocidad. Se acercó más a ella cubriéndola con parte de su cuerpo… suficiente para que Carlitos sintiera la dureza de la erección de Bruno contra su cadera. La sensación lo hizo volver a gemir calladamente y abrir su boca para más besos… ¿cómo era? ¿Qué sentiría al tocarlo? Nunca había tenido uno en sus manos… o en su boca… deseaba saber y sentir… Carlitos, sin saber qué hacía, se movió intensificando la presión de su cadera contra Bruno y se retorció frotándose lentamente contra él, en un gesto lleno de sensualidad. Esta vez fue Bruno quien emitió un sonido gutural placentero y empujó su polla buscando más fricción.
-. ¿Podemos ir a otra parte? – sugirió Bruno lamiendo su cuello y moviéndole la ropa para dejar su hombro al descubierto… Oh rayos… se sentían tan bien los besos y pequeños mordiscos en su clavícula…
-. Quiero quitarte todo esto – Dijo Bruno intentando abrir los botones de su blusa
… Eh?? Quitarle la ropa??
Fue como si del trópico lo hubieran arrojado a la Antártida. Un balde de agua congelada. ¿Quitarle la ropa?!!!
-. NO! – gritó Carlitos retrocediendo, volviendo a tomar el control de su persona y sujetando su blusa en pudorosa actitud.
-. ¿No quieres estar conmigo? – preguntó Bruno que aun seguía excitado y sin darse cuenta del brusco cambio
-. Si… pero no… o sea… si… pero no ahora
La evidente confusión de Carlitos hizo que Bruno descendiera de la nube de excitación
-. Ven conmigo. Vamos a un lugar tranquilo. Te traeré de vuelta en un par de horas. Lo prometo.
Rayos… mil malditos rayos!!!… Bruno no tenía derecho a verse como si fuera el Dios de la sensualidad, con los ojos grises brillando incitadores, el pelo revuelto y la boca henchida de besos, la camisa abierta… era una imagen tan hermosa y tentadora que no lo dejaba pensar!!! Peor aún, cuando comenzó a acariciarlo e intentó retomar los besos
-. Tengo que trabajar temprano!! – casi lo gritó pero logró que Bruno retrocediera unos centímetros. Lo vio suspirar profundamente.
-. Carline… nunca había esperado a una chica por tanto tiempo. Me voy a volver loco de tanto desearte – a pesar del evidente apremio había sinceridad en su mirada
-. Yo… entiendo
-. Entiendes? – preguntó él evidentemente desilusionado, arqueando una ceja.
-. Quiero decir que entiendo porque siento lo mismo
Bruno reaccionó aliviado y la abrazó. El deseo aún flotaba en el aire pero había perdido intensidad.
-. ¿Cuándo? – preguntó Bruno
Cuando?? Pues… nunca… o sea… Rayos!! ¿Cómo podrían?? Estaba “ese” pequeño gran detalle que él aun no sabía… ¿Por qué no había pensado en esto??!!
-. No sé. Está lo del concurso mañana y luego la fiesta de graduación y…
Y luego me perderé para siempre y no volveremos a vernos jamás…
Oh Dios!!!… Algo estaba terriblemente mal
Podía sentirlo con absoluta certeza en el centro de su corazón. ¿Por qué sentía un vacío doloroso en el pecho como si estuviera perdiendo algo importante? Siguió con los ojos a Bruno mientras se abrochaba la camisa y se acomodaba el pelo… no tenía derecho a ser tan hermoso y tan malvado a la vez!!! ¿Qué rayos le estaba pasando? Había deseado a Bruno… se había excitado con locura y la evidencia de eso aún estaba dura, dolorosa y contenida entre sus piernas. ¿Acaso estaba loco?… ¿No se suponía que lo odiaba de muerte?? Si. De eso no había duda… lo odiaba… pero lo excitaba ¿era eso posible?? ¿Odiar y desear? Como si fuera tan solo instinto animal… Quizás porque era el primero con quien llegaba tan lejos… o porque lo besaba de esa manera que lo dejaba confundido… o porque hablaba con él a diario como no lo había hecho con nadie más…
-. Carline, ¿Puedo acompañarte al concurso?
La pregunta descolocó a Carlitos. ¿Qué tenía que ver el concurso con lo que hablaban? Intentó pensar de prisa antes de responder ¿Qué problema podía significar que la acompañara?
-. Eh… No sé si sea buena idea para ti. No podré dedicarte mucho tiempo porque voy a estar muy ocupada. No puedes estar conmigo durante los preparativos. – respondió con la evidente intención de desanimarlo.
-. Eso no importa. Te esperaré lo que sea necesario. Podemos volvernos juntos. Después de todo, luego del concurso quedas libre, no?
¿Volverse con Bruno?… ¿de noche?… ¿en su vehículo?… ¿los dos solos por varias horas?
Rayos!!