Capítulo 26

CAPÍTULO 26

 

La locura de un concurso a nivel nacional era de un nivel intimidante. La competencia se llevaba a cabo en los salones de un lujoso hotel de la capital y tanto Carlitos como Leila se sentían algo atemorizados, aunque ella intentaba disimularlo. La compañía y tranquilidad con que Joao se desplazaba entre tanta gente les transmitía algo de tranquilidad. El lugar era un anfiteatro grande dentro del hotel, el lugar más elegante que Carlitos había visto en su vida y estaba lleno de gente que corría de un lado a otro, preparando el evento. Había cámaras de televisión, luces, pruebas de sonido y algunos rostros famosos. Fueron recibidos por uno de los asistentes que les explicó cómo proceder. Cada competidor tenía un sitio específico donde trabajaría. Leila miraba a su competencia de reojo mientras eran guiados hasta su lugar. Algunos de ellos tenían más de veinte personas revoloteando a su alrededor, gran cantidad de maquillajes, ropa y accesorios. Leila agachó la cabeza y empuñó las manos; su equipo estaba compuesto por ella, un ayudante de su salón, Carlitos y Joao quien, poco a poco, pasaba a ser “parte del equipo” con su interés en Carlitos.

-. No importa si no ganamos – dijo Leila a la defensiva– el hecho de estar aquí participando ya es un triunfo.

Para Joao nada de esto era nuevo. Años atrás, había sido “EL” fotógrafo de moda y había estado en desfiles de pasarelas mucho más grandes que esto, con personas realmente famosas e incluso, había fotografiado eventos internacionales. Era el único que se veía cómodo caminando entre luces, cables, espejos, asistentes y modelos. Iba capturando y guardando en su cámara todos los detalles que le parecían interesantes, principalmente las expresiones de Carline y la candidez de su expresión al darse cuenta de la magnitud del evento.

-. Téngase fe, Leila. Usted es muy buena en lo que hace. Trabajé en el mundo de la publicidad por años y no recuerdo haber visto a alguien con su habilidad.

-. Ay Dios! ¿Lo dice en serio?

-. Claro que sí. No tenga miedo. Demuestre lo que puede hacer.

Leila asintió agradecida, pero sus manos seguían temblando.

Le indicaron el área dónde debían trabajar. un espacio demarcado con un sillón, espejo y equipo adecuado, a poca distancia de sus competidores. Se acomodaron y Leila renunció al esfuerzo de observar a la competencia. Solo lograba ponerse nerviosa

-. Leila…

-. No. No digas nada, Carlit.. Carline. – respondió ella con un dedo en alto – Vinimos a competir por un premio y vamos a ganar.

Deseaba sentirse tan segura como habían sonado sus palabras.

Hubo varios ensayos de luces y sonidos, café, galletas y algunos otros bocadillos para pasar el hambre mientras el tiempo avanzaba. De a poco el público fue ingresando al salón. Les presentaron a los jueces y al locutor. Joao tranquilizaba a Leila que a ratos parecía querer perder el control.

-. Es un concurso que se transmite en televisión cerrada. Toma tiempo preparar todo.

Leila asentía, entendía, pero estaba ansiosa por comenzar.

A media tarde todo estuvo a punto, se hizo silencio y el concurso dio inicio. Carline tomó asiento en el sillón de trabajo con el rostro casi limpio. Al mirarla, nadie habría podido decir que no era una mujer. Correspondía a Leila transformarla en una princesa. Curiosamente, Carlitos no estaba preocupado por ser “descubierto”; Había tantas mujeres hermosas y rostros conocidos que resultaba casi imposible que alguien se fijara en él.  Había sido inscrito simplemente como “Carline” y nadie había preguntado si era mujer.

-. Relájate, por favor. Es más difícil maquillarte si tienes el rostro tenso. Todo está bien. Cálmate– La voz de Leila levemente alterada mientras trabajaba en su pelo y maquillaje.

-. Lo siento – Se disculpó Carlitos

Calmarse… Como si fuera tan fácil. Rayos. Tenía que hacerlo. Había pasado muchas horas despierto la noche anterior. Preocupado. Eso no contribuía a que se viera bien. No podía hacerle esto a Leila ni a él mismo. Cerró los ojos y trató de respirar como Joao le había enseñado para serenarse. Un truco de modelos. Escuchaba los sonidos… la gente que había en el salón. Por nada del mundo miraría hacia el público. Sentía a Leila trabajando en su cabello y en su rostro. Las suaves manos de su amiga y el ayudante revoloteaban como mariposas… de pronto en su rostro y al segundo siguiente en su pelo. Claramente ella estaba nerviosa al igual que él, aunque por razones diferentes. Ganar el concurso significaba todo para Leila, expandir su negocio y mantener su nivel de vida… pero para él ya no era la primera prioridad. Carlitos sentía que si ganaba o perdía no significarían gran diferencia en su vida; Joao le había prometido un buen trabajo y con el anticipo que le había dado su vida había recobrado la normalidad. Su madre estaba segura y su futuro inmediato parecía brillante… así es que esos temas tampoco eran causa de preocupación ni desvelo.

El asunto era otro. Era… él.

Rayoooooos!! Estaba loco… lo sabía. Loco perdido.

Solo pensarlo hacia que sintiera olas que subían y bajaban en su estómago y ataques de debilidad que lo hicieron tensarse, apretar los hombros y las manos a los brazos del sillón

-. Carline – reprochó Leila

-. Oh. Lo siento…

Si. Lo sentía… sentía mucho todo lo que le iba a pasar porque seguramente Bruno iba a descubrirlo y él terminaría golpeado y arrojado en una zanja a la orilla del camino… moriría desangrado y abandonado… los puños y la fuerza de Bruno lo harían trizas…

¿Qué rayos estaba pasando por su cabeza cuando aceptó???!!!

Temprano en la mañana, ese mismo día, había hablado con Bruno, antes de salir camino al concurso

-. Está bien. Volveré contigo

-. Cielos Carline, mi hada mágica. Me haces tan feliz!!! – respondió Bruno espantando todo rastro de sueño de su voz y añadiéndole un tinte sensual

-. No te ilusiones demasiado – agregó Carlitos rápidamente

-. ¿Qué quieres decir? – preguntó Bruno

-. Te lo explicaré más tarde. Pero volveré contigo. ¿Está bien?

Bruno aceptó, demasiado ilusionado como para seguir indagando.

Carlitos tenía un plan.

Un plan estúpido… pero un plan, al fin y al cabo.

Lo había fraguado la noche anterior, después de despedirse de Bruno y antes de dormir… mientras daba vueltas en la cama con el cuerpo aún caliente luego de los apasionados besos y caricias en el vehículo. No era su culpa que el idiota fuera tan deseable!! Es que.. él nunca había sentido algo así antes… Bruno era jodidamente sexy. Un idiota, pero innegablemente sexy y le producía sensaciones que… aahh.. eran agradables a pesar de quien se las provocaba. Carlitos estaba desnudo y podía acariciarse para aliviar la tensión. Su mano friccionaba su verga buscando liberar la excitación que había estado conteniendo y que no le permitiría descansar tranquilo si no hacía algo al respecto. Bruno había sido muy convincente y caliente…  Rayos! Era lo más caliente que había conocido en toda su vida… claro que no podía compararlo con nadie porque no tenía experiencia, pero ese rubio maldito, con su intensidad, su cuerpo firme y esculpido y las palabras que le susurraba…  la manera que tenía de tocarlo y decirle cosas… Ah Rayos!… podía entender por qué muchas chicas de la escuela se morían por él.  La imagen excitante de Bruno revoloteando en su cabeza y dejándole claro que era lo más lujurioso que conocía. Carlitos admitió con molestia que el idiota podía dejarlo ardiendo y ansioso… Sus pensamientos derivaron hacia la propuesta que le había hecho… volver solo con él en su vehículo luego del concurso, es decir…   Sexo con Bruno. Rayos!! Su primera vez con alguien… sería con Bruno??… río estúpidamente… nervioso ¿Pero qué demonios hacía pensándolo siquiera si era algo totalmente descabellado e imposible??… no había forma de que pudieran hacerlo sin que él se diera cuenta de que era hombre. ¿Por qué se gastaba en pensarlo? Rayos! Había sentido excitación sexual muchas veces en su vida, pero por primera vez, esa excitación era tan real que tenía nombre y rostro… Bruno… se llamaba Bruno… Su mano friccionó con más fuerza. Imaginó como se sentiría tocarle el hermoso cuerpo, pasar sus manos por la piel firme y tibia, olerlo, lamerlo, delinear sus músculos, escuchar sus quejidos de placer. verlo desnudo y saber cómo era por completo… Ugh…seguro era más hermoso sin ropa que con ella…. Ah!!! quería tocar y ser tocado. Bruno ya le había dejado más que claro que él también lo deseaba…  Rayos!! Era tan caliente… pero era imposible… era… impo… si.. ble.. aahhh…    El roce de su mano surtió efecto y Carlitos se sumió en el placer de la liberación, totalmente concentrado en la imagen de Bruno.. nada más en su mente ni en sus pensamientos… la sensualidad del rubio lo abarcaba todo y anulaba el resto…

Rayos!!

Era delicioso y frustrante a la vez. Jamás podría sentir placer real con Bruno porque él deseaba a Carline…  la chica sexy con pechos y vagina que no existía!!

-. No existe tarado. Soy yo el que te calienta – balbuceó al aire enojado

Era desagradable admitirlo, pero deseaba a Bruno con la misma fuerza con que quería aplastarlo y hacerlo sufrir. Nunca lo tendría. Dentro de dos días sería la fiesta y luego, se perdería para siempre. No volvería a saber de él. Su propia mano era la caricia más cercana que llegaría a sentir en su relación con él…  unos instantes de delicioso placer a solas donde el resto del mundo desaparecía y él podía darse el lujo de masturbarse y dibujar el mundo a su gusto… Minutos en que nada más importaba…

Carlitos suspiró, cansado y comenzó a limpiarse. Eso era todo lo que obtendría en materia sexual. Masturbarse con la imagen del rubio y todos sus sentidos puestos en él, tanto de odio como de deseo

Rayos!… ¿Es que a todos les pasaba lo mismo???

Carlitos se sentó en la cama y abrió los ojos muy grandes

¿ Y si a Bruno le pasaba igual?.. si Carline era capaz de seducirlo de tal forma que no lo dejara pensar ni moverse ni nada… ¿sería ella capaz de manipularlo y enredarlo en el placer al punto de que el no notara nada??

Carlitos permaneció inmóvil mirando al vacío… asustado de sus propios pensamientos

Ay Dios!!.. que locura… pero… Podría resultar, ¿no? Sería como poner a prueba las habilidades de Carline…  Dios! Que miedo.. No!  ¿Qué estaba pensando? Pero…  Era una posibilidad. Solo una vez… y al día siguiente se iría… para siempre… no volvería a verlo.  Oh Rayos!!! Sería increíble poder añadir esto a su venganza… que Bruno supiera que no solo se había enamorado de un hombre y había compartido besos y caricias sino que también habían tenido sexo… había sentido placer…

Respiró de prisa, temblando… y se llevó la mano a la boca como deseando cubrir la risa histérica que le provocaba la excitación y el miedo de lo que acababa de decidir… lo haría!!! Se moría de ganas de saber cómo era Bruno al desnudo y de agregar este ingrediente a su venganza.

-. Tendrás que esforzarte mucho Carline – habló buscando el espejo y deteniéndose a comprobar si se le notaba la locura

-. Rayos.. que poco aprecio mi vida –murmuró bajando la vista y volviendo a la cama sabiendo que no iba a poder dormir.

 

 

De pronto, la voz de un desconocido que hablaba con Leila hizo que Carlitos despertara del adormecimiento que se había apoderado de él. Rayos!  Estaban en uno de los momentos más importantes de su vida y estaba quedándose dormido. Se enderezó y observó a su alrededor.  Los jueces inspeccionaban el trabajo de los profesionales, incluyéndolos a ellos y Leila respondía preguntas mientras seguía trabajando en él.

-. Estamos terminando – le susurró el ayudante.

Carlitos volvió a conectarse con la realidad. Una rápida mirada al público le recordó que entre todos esos rostros desconocidos había uno muy, pero muy conocido, que lo estaba esperando ansioso.

-. Mírate al espejo– susurró el asistente emocionado

La imagen que le devolvió el espejo iluminado hizo que se quedara quieto, al punto de no respirar. Se vio a sí mismo abriendo la boca al admirarse y como sus pestañas se batían de asombro

-. Leila… – dijo en una exhalación

-. Estas magnífica – dijo el ayudante sujetando uno de los bucles al elaborado diseño de moño elevado que caía en una delicada cascada en su espalda; simple, elegante, espléndido.

-. El color…

Su pelo tenía mechas luminosas que lo hacían ver brillante y sedoso. Era su cabello pero parecía otro. Sabía que tenía mucho maquillaje en su rostro, sin embargo, se veía natural y delicada…  ¿Cómo hacía eso Leila?… El jurado se alejó y Leila volvió su atención a él.

-. Vamos a vestirte y terminar el maquillaje.  Solo nos quedan pocos minutos

Carlitos obedeció al instante y siguió a Leila detrás de la cortina que les otorgaba un poco de intimidad.

-. El vestido

Había sido un dilema elegir el vestido adecuado y, por esta vez, Carlitos permitió que la decisión fuera completamente de su amiga ya que era ella tenía clara la idea de lo que quería presentar. Se deslizó dentro de la obra de arte de gasa y muselina en tonos de verde que Leila había conseguido con un diseñador de verdad.

-. Adelgazaste!!! – gimió Leila alzando las cejas al ver las pequeñas arrugas en el frente del vestido. Pues… había comido poco los últimos días y hoy, casi nada.

-. No pasa nada, señora Leila – dijo el asistente tomando aguja e hilo y ajustando la tela con puntadas certeras – ¡listo!

Ninguno dijo nada cuando “la obra” estuvo terminada. Se miraron en silencio y satisfechos, sabiendo que todo el trabajo invertido valía la pena. Carlitos pensó emocionado que siempre, por el resto de su vida, iba a recordar este momento como el instante en que había sido completamente hermosa

El timbre que indicaba el fin del tiempo del concurso hizo que Leila se estremeciera de nervios. Carlitos le tomó la mano y la apretó entre las suya.

-. Gracias. Es un trabajo perfecto. Eres la mejor.

Leila sonrió al punto de las lágrimas.

-. Veamos si el jurado opina igual

Dejaron el pequeño cubículo y salieron a exhibirse para el veredicto final. Carlitos no pudo sino mirar al público cuando escuchó los aplausos. Su estómago se tensó. Levantó la barbilla y caminó como sabía hacerlo directo hacia la pasarela que serpenteaba entre el público. Dios!!  Ahí, entre esas personas que lo aplaudían estaba Bruno pendiente de ella. ¿Qué pensaría al verla así?… Ahora si parecía un hada mágica de su bosque encantado… un hada que iba a tener sexo con él dentro de unas horas… las piernas le temblaron y, temiendo caer estrepitosamente, Carlitos abandonó esos pensamientos y se concentró en su caminar.

Los jueces examinaban los resultados del trabajo de cada profesional; asentían, observaban y anotaban. Los minutos pasaban, hasta que finalmente volvieron a sus lugares y entregaron su decisión al locutor. Carline, juntos a las otras concursantes, se ubicaron al lado de su creadora para esperar los resultados. El locutor anunció el tercer lugar… aplausos y saludos. No eran ellos. Luego el segundo… que tampoco era para ellos. Leila y Carlitos se acercaron y sin mirarse, se tomaron de las manos. Quizás ni siquiera habían calificado, pero igual era un gran premio haber llegado a este punto.

-. Y ahora, los ganadores de la noche.

El rostro de Leila muy tenso.  Entonces, el locutor comenzó a hablar pero ellos no parecían escucharlo… hasta que el hombre dijo el nombre de Leila y la quedó mirando. Por unas milésimas de segundo no pasó nada… Leila no respiraba.

-. Felicitaciones a la ganadora de esta versión…

Oh Rayos.. Rayos!!!

¿Habían ganado??  Los jueces y todos se acercaban hacia ellos sonriendo. Oh cielos!! Si!!! Ellos eran el primer lugar!! El público estalló en aplausos, el locutor se acercó a Leila y todas las luces y atención era para ellos.  Joao reía y tomaba muchas fotos. Gente desconocida los abrazaba y felicitaba… Carlitos veía el reflejo de muchos flash sobre él. Leila recibía flores, un trofeo y un sobre con el premio en dinero.

-. Te lo dije… te lo dije!!! – repetía Leila sobrepasada de alegría, abriéndose paso hacia él entre tanta gente para estrujarlo en un abrazo. Estaba llorando y tenía la emoción viva en sus palabras y gestos

-. Si!. Ganamos… no puedo creer… yo… ganamos.. ganamos!!! – Carlitos finalmente soltó la emoción que estaba conteniendo

Durante varios minutos todo fue lágrimas de alegría, felicitaciones, luces y saludos. Carlitos procuraba mantener intacto su aspecto, peinado, traje y maquillaje. De pronto, una voz conocida susurró muy cerca de su oído

-. Felicitaciones! Sin duda tu tía sabe cómo resaltar tu belleza

Un escalofrío recorrió a Carlitos al sentir la mano de Bruno sosteniendo su hombro y el calor de su voz

Bruno… con quien se iría más tarde… solos…

Tomó aire, antes de volverse hacia él para agradecerle, pero sus palabras se vieron interrumpidas por la sorpresa de encontrar un hermoso ramo de flores frente a sus ojos.

-. Oh por Dios! Son muy hermosas – dijo Carline recibiéndolas – Son Orquideas…- balbuceó un poco asombrada. Bruno le estaba regalando orquídeas??!!! Ja! Lo añadiría a su colección de burlas… aunque las flores eran tan delicadas y preciosas… no tenían ninguna culpa.

-. Nada se compara con tu belleza – suspiró Bruno encandilado. Esa noche, ella lucía perfecta.

El rubio se veía satisfecho y espléndido enfundado en un traje oscuro juvenil y camisa blanca. Incluso, se había puesto una elegante corbata. Carlitos lo escanéo rápidamente con los ojos y sin poder evitarlo, se ruborizó al pensar en que muy pronto, Carline tendría que quitarle la ropa y excitarlo hasta hacerlo perder el control

-. ¿Por qué te sonrojas? – pregunto Bruno deslizando un dedo por su mejilla

-. Yo… nunca había ganado un concurso – respondió Carline, evasiva

-. Nadie más podía haber ganado

Bruno se acercó hasta que sus cuerpos estuvieron en contacto. Curiosamente, todos seguían allí pero Carlitos ya no escuchaba ni veía a nadie más. estaba dolorosamente consciente del cuerpo de Bruno pegado al suyo

-. Gracias – murmuró verdaderamente emocionado deseando poder calmarse.

Con el paso de los minutos, el escenario se fue despejando. Leila conversaba con algunas personas cerca de ellos cuando Joao reapareció

-. Le dije que tuviera confianza en su trabajo, Leila. Felicitaciones!! – dijo estrechando su mano

-. Gracias, Joao!!!

Carlitos pensó que nunca había visto a su amiga tan feliz y emocionada. Parecía iluminada por un brillo interior y sostenía el trofeo apretado contra su pecho

-. Permítame presentarle a Don Nestor Gallardo – dijo Joao señalando a un señor de unos 50 años de aspecto impecable y aún atractivo – Don Nestor es el dueño de la agencia de modelos Zita

Tanto Carlitos como Leila reaccionaron de inmediato al saber quién era el hombre que acompañaba a Joao. Su nombre y fama eran conocidos. Manejaba mejor que nadie el mundo de la publicidad y modelaje en el país.

-. Felicitaciones señora. Excelente trabajo. Deberíamos conversar sobre lo que podría usted hacer en mi agencia

Leila abrió la boca de asombro y antes que pudiera decir algo, Don Nestor se había vuelto buscando a Carline. El hombre, sin disimulo alguno, la recorrió de arriba abajo con la vista

-. Carline, un placer conocerla. Joao me había hablado de usted.

Carlitos sintió la mano grande del hombre envolver la suya para estrecharla. Se preguntó si Don Nestor sabía quién era él en verdad… Joao le había dicho que en la agencia sabían que era un chico, pero Don Nestor lo estaba mirando como si en realidad admirara a una mujer…

-. El gusto es mío, señor – respondió Carlitos intimidado y alegre a la vez, logrando que el hombre se viera a gusto.

-. Y usted es…? – dijo Don Nestor con una sonrisa fría, centrando su atención en Bruno que aún permanecía muy cerca de Carline. Rayos! Eso no era bueno

-. Es un buen amigo – respondió Carline de prisa, distanciándose un paso de Bruno

-. Me llamo Bruno, señor. Carline y yo somos amigos

Don Nestor sonrió apenas cuando saludó a Bruno. Carlitos se fijó en la expresión seria de Joao que claramente desaprobaba la presencia de Bruno allí esa noche.

-. Ha sido un gusto, señorita. Espero verla en la agencia el lunes. Tenemos que discutir su futura carrera.

-. Si, Don Nestor. Yo… allí estaré el lunes.

Ay Dios!!! Demasiadas emociones para una sola noche. El dueño de la agencia de modelos más importante acababa de confirmarle que quería “discutir su futura carrera”, tal como Joao le había prometido que sería y más encima, habían ganado un concurso nacional y compartirían un premio suficiente para no tener que preocuparse del dinero para su madre ni del negocio de su amiga y, como broche de oro del día… Bruno estaba esperándola, sin dejar de sonreír.

-. Tenemos que celebrar este triunfo! – anunció Joao mirándolos a todos – Sé de un club muy bueno cerca de aquí. Los invito a todos a cenar y divertirnos!!!

Había razones demás para celebrar y Leila y el asistente agradecieron la invitación… sin embargo, Carlitos sintió la mano de Bruno haciendo una leve presión en su espalda, haciendo que una corriente fría le recorriera el cuerpo.

-. Le agradezco la invitación Joao, pero no puedo aceptar – murmuró Carline sonrojada.

-. Es mi culpa – dijo Bruno adelantándose hacia ella y cruzando su brazo posesivamente para sostenerla de la espalda – Invité a Carline a cenar e hice reservaciones para nosotros dos. Me disculpo por robarme a su modelo

Joao se veía molesto. Leila taladró a Carlitos con la mirada.

-. Lo siento. Yo me comprometí con Bruno antes de saber…

-. Pero no se preocupen por ella – continuó Bruno dirigiéndose a Leila – Llevaré a Carline de vuelta a su casa. Prometo ser cuidadoso

En un segundo, Leila entregó el trofeo, flores y sobre al asistente y se plantó frente a Carline

-. ¿Cómo que vas a volverte con este chico a casa?

-. Si, Leila – respondió Carlitos rogando para que no se armara una escena. Joao desaprobaba lo que estaba haciendo y Leila también. Ya estaba demasiado nervioso y no quería que nada lo alterara más. Entonces, respondió a su amiga enfatizando cada palabra

Bruno me llevará de vuelta… y mañana iremos a su fiesta de graduación y el lunes estaré aquí en la ciudad para quedarme… ya sabes. Por favor…

Leila estaba entendiendo lo que Carlitos le decía entre líneas. Pasados unos segundos, suavizó su mirada y con cariño y preocupación le acarició la mejilla

-. Estas muy hermosa, cariño. ¿me prometes que te cuidarás? –  preguntó maternal

Rayos!!! ¿Cómo podía prometérle eso si iba derechito a meterse en lo más riesgoso que había hecho en su vida?

-. Claro que sí, Leila. Te prometo que todo estará bien – respondió con calma y una sonrisa que no sabía de dónde salían

Se despidieron de prisa. No se cambió de ropa pero se puso una chaqueta larga que le pasó Leila. Carline escuchaba el sonido de sus tacos altos en el piso del estacionamiento donde avanzaban hacia el vehículo de Bruno. Sonaban casi tan fuerte como los latidos de su corazón.  Bruno le abrió la puerta, acomodó las flores en el asiento de atrás y luego se sentó frente al volante.

-. Iremos a cenar antes – anunció Bruno

¿antes?… ¿antes de qué??!!!

-. Yo no tengo hambre – respondió Carline insegura. No podría pasar un bocado por su garganta ni meter nada en su boca… No. Un momento. Eso no podía ser del todo cierto. Antes de que terminara la noche tendría que meter algo importante en su boca. Solo lo había visto en internet…. tenía una noción de ello, pero nada real… ¿de qué tamaño lo tendría? ¿Cabría en su boca? ¿y si se atoraba y no podía hacerlo?  Rayos!!! No podía acobardarse ahora. Todo estaba en manos de la habilidad de Carline para controlar la situación.

-. En verdad hice una reservación en un restaurant que está en las afueras de la ciudad – afirmó Bruno sonriendo ante el asombro de ella

-. Oh! Vamos entonces

-. Es el restaurant de un Hotel – aclaró él con una sonrisa intencionada.

Un hotel!!… con muchas habitaciones y camas… Carlitos sintió el aire escapar de sus pulmones y una sensación de mareo. En su mente había visualizado el espacio reducido y la incomodidad de hacerlo en el vehículo, pero ¿en una habitación??  Eso no figuraba en su «plan».  Miró a Bruno de reojo y apretó con fuerza el cinturón de seguridad.

La mirada de Bruno era de pura complacencia al internarse con ella por las calles de la ciudad.

 

 

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