¿Cómo era posible que él, un capitán de ejército que hasta hace poco esperaba y cumplía con todos los requisitos para ser el mejor, se encontraba encerrado en su oficina, escondido de todos, a media tarde de un jueves, llorando como un niño?
Tan inesperado y definitivo…
Eran verdaderos sollozos los que Fernando intentaba callar… inútilmente
¿Qué había pasado con él? ¿Cuándo se había vuelto tan… diferente?…
Sabía la respuesta…
Era tan fácil comprenderlo todo… y tan difícil a la vez.
Recurrió a lo que siempre hacia y fue hasta el baño a mojarse la cara con abundante agua fría. Sus ojos oscuros estaban rojos e hinchados… eran el signo visible de su sufrimiento… ¿cómo estaría por dentro? ¿habría algún tipo de hinchazón, moretón o marca en su corazón?… porque dolía tan fuerte que tendría que haberlas…
Raimundo…
Suspiró jadeando y las lágrimas que creía controladas volvieron a caer a raudales
Las dejó correr libres por sus mejillas… no había forma de contenerlas
Creyó que tenían dos años de tiempo…
Pensó que él iba a poder resolver todo en ese lapso de tiempo y seguirían juntos
¡Dios!
No estaba preparado para perderlo
No estaba ni remotamente preparado para dejar de verlo…
Solo le quedaban horas con él…
¡Maldición!! ¿Por qué Raimundo tenía que haber hecho ese maldito ejercicio como si fuera el campeón de saltos y giros? ¿Por qué ninguno de los dos fue capaz de ver el temporal que se les venía encima? ¡Mierda! ¿Por qué demonios le dolía tanto el pecho?… sentía como si una mano le estuviera estrujando el corazón y se lo partiera en pedazos… destrozándolo… moliéndolo… era difícil respirar…
Volvió a mojarse con más agua fría y enderezó su cuerpo hasta adquirir una postura firme.
Tenía que calmarse. ¿Dónde había dejado su maldito autocontrol??
No lo tenía… ya no lo tenía… suspiró volviendo a dejar los hombros caídos
Se lo había entregado a Raimundo… junto con su corazón y todo su ser… Raimundo había ocupado cada espacio abierto y anhelante de sentimientos en él… le había abierto los ojos a su verdadera naturaleza y lo había cambiado, llevándolo a descubrir la ternura, la pasión, las risas compartidas, la complicidad… el amor…
El capitán Ahumada abrió grandes los ojos inundados de lágrimas y miró su reflejo en el espejo… estaba casi perplejo. Acababa de darse cuenta de algo que era más grande que él mismo…
Todo este tiempo había creído que era Raimundo quien se entregaba por completo a él… quién se sometía voluntariamente a sus deseos y aceptaba lo que él decidía para ambos…
Creyó que tenía todo bajo control…
No se dio cuenta cómo había ido cayendo seducido y cautivado por su precioso soldado de ojos de cielo…
Se había entregado por completo a Raimundo…
En el proceso de pedirle todo a Raimundo, no se percató que él, a su vez, le había dado todo su ser…
¡Por todos los cielos!!!… ¡estaba enamorado como un maldito adolescente quinceañero!!
El espejo le devolvió la sonrisa más amarga del mundo…
¿Cuán estúpido era darse cuenta que estaba locamente enamorado justo en el momento en que lo perdería?
Raimundo era su otra mitad… era la parte de él que faltaba para estar completo… no podían arrebatárselo ¡maldición! ¡No podían!!!
Pero lo estaban haciendo…
Sintió que volvía a caer en el espiral de sufrimiento… ¡demonios!… no sabía que podía doler tanto el corazón cuando se quebraba en trocitos
Había recibido una orden que tenía que cumplir…
Por primera vez en su carrera de oficial, Fernando no sabía cómo hacer lo que el general le había ordenado… ¿cómo podría él decirle a su soldado que tenía que irse lejos?
Aire… necesitaba aire…
¿Así terminaría todo?… ¿separados por miles de kilómetros de distancia?…¿llevando vidas diferentes y pasando a ser un recuerdo de lo que pudo ser?
Sabía que sería difícil… pero nunca tanto…
En su mente había hecho planes para ellos… proyectos que se iban al mismísimo tacho de la basura con la orden del general. ¿No podía acaso, conseguirse otro instructor? De seguro habría cientos de personas que practicaban ese deporte ¿por qué tenía que venir aquí a llevarse a Raimundo?
Se dejó caer pesadamente en el sillón del dormitorio… angustiado… no podía pensar. Estaba abrumado por la tristeza… traspasado por el sufrimiento…
¡Dios!… ¿Qué iba a hacer sin él…?
¿Cómo iba a poder volver a dormir tranquilo sin tener a Raimundo cerca? ¿Quién iba a sorprenderlo, acariciarlo… asustarlo? ¿A quién iba a castigar tan gozosamente con palmadas en el culo? ¿A quien abrazaría y cobijaría en las noches heladas?
Nunca iba a volver a estar tranquilo…
Fernando abrió la boca para respirar y tratar de controlar la agitación que lo consumía… por primera vez no podía controlar lo temblores erráticos de su cuerpo empapado de desesperación
Raimundo
Solo pensar en su nombre le evocaba las sensaciones más hermosas y dolorosas
Tenía que decirle que lo amaba… necesitaba hacerlo. Deseaba que Raimundo supiera que se había metido hasta el centro mismo de su corazón, que era el único que había logrado traspasar todas sus capas y se había hecho un espacio cómodo y hermoso dentro de su ser…
Su precioso soldado…
Había aprendido tanto con él…
¡Dios! ¿Y qué pasaría si Raimundo también estuviera enamorado de él? Fernando sonrió con los ojos brillantes de lágrimas que seguían resbalando por sus mejillas… es verdad que nuca le había dicho nada…jamás hablaron de amor… pero sin darse cuenta, se había enamorado de él… de su dulzura y rebeldía… de su impulsividad y alegría… de su belleza y ternura… del entusiasmo con que vivía… su increíble amor por la naturaleza… sus ojos de cielo… su cuerpo desnudo y magnífico donde él había descubierto la felicidad plena y gloriosa…
Raimundo era perfecto y era suyo… se lo había dicho cien veces…
¿Cómo podría entonces cumplir lo que le habían ordenado?
Se llevó las manos a la cabeza y se apretó las sienes con fuerza intentando porfiadamente calmar su agitación
¿Cómo iba a decirle ahora que estaba enamorado si tenía que dejarlo partir?
No… NO.. maldición… noooo
No podía aceptar la idea de no ver la sonrisa de Raimundo cada día, ni escucharlo tocar a su puerta cada noche… No volver a quitarle la ropa dejándola resbalar hasta desnudar su piel… para luego amarlo… volverse una sola carne los dos juntos… buscarse con pasión y locura…
-. ¡Malditos! – gritó a la pared con toda la fuerza que pudo – malditos desgraciados – repitió gimoteando
Maldito el amor…
Como dolía enamorarse…
Como dolía saber que dentro de un par de días Raimundo estaría de vuelta en la capital, a más de dos mil quinientos kilómetros de distancia, con otras personas… con una vida sin él
Aaahhh… se sentía como cuchillos filosos que le arañaban el interior de su pecho… un dolor denso y oscuro.
Imaginó a Raimundo diciendo adiós y tomando el avión con una sonrisa triste. A su llegada a la capital lo estaría esperando el mayor González. No lo conocía, pero seguramente era uno de los pomposos oficiales lameculos del general. Lo llevaría a su nueva unidad en el Regimiento Mayor. Lo conocía. Era uno de los regimientos más grandes y mejor equipados del país.
Instructor…
Lo imaginó deslizándose y saltando en su nuevo uniforme de instructor, tratando de dar instrucciones a gritos a los hombres del grupo especial que estaría enseñando…
¡Pero si a Raimundo ni siquiera le gustaban los gritos…!!!
Además, todos esos hombres del comando especial iban a ser grandes y musculosos. Su soldado parecería un niñito perdido entre medio de ellos…
¿Quién iba a cuidarlo?…
¿Quién iba a evitar que volviera a caer en los riesgos y las locuras de antes?
¿Quién iba a hacerlo sonreír? ¿Con quién compartiría su alegría? ¿A quién iba Raimundo a contarle sus miedos y la angustia que llevaba dentro?
Una nueva sacudida de electrizante tristeza lo hizo tambalearse…
Nadie conocía a su soldado como él…
De pronto, Fernando movió la cabeza de un lado a otro…
Estaba olvidando algo importante. Raimundo volvía a su ciudad, a su hogar… al lugar donde estaban sus amigos y conocidos. Seguramente encontraría alguna persona en quien apoyarse. De seguro no faltarían los interesados en ser su amigo…
Raimundo atraía a la gente como la miel a las abejas…
¿Y él?… ¿Cuánto tiempo pasaría antes que su soldado comenzara a olvidarlo?… ¿meses? ¿semanas?
La perspectiva de los días venideros, sin Raimundo, se presentaba gris, lluviosa, llena del frío de las montañas nevadas…
Se quedaba solo en el paisaje del fin del mundo…
Deseo que todo fuera una maldita pesadilla… volver al día anterior cuando creía tener problemas y no se había dado cuenta de que era feliz tan solo por tener a Raimundo a su lado…
¡No tenía malditos dos años de tiempo sino solamente horas!!
Por más que pensara, sabía que no había ninguna maldita cosa que él pudiera hacer para evitar cumplir la orden más cruel de su vida como oficial
El capitán Ahumada sabía que tenía que ponerse en movimiento… pero simplemente no era capaz de hacerlo. Sus ojos se habían secado… pero tenía la vista fija en un punto imaginario del piso. Su cuerpo demasiado pesado y quebrado para moverlo… destrozado… adolorido en todas partes y en ninguna en especial. A su mente acudió la pregunta que le había hecho Raimundo cuando estaban en la cabaña la noche de la tormenta…
¿A qué le tienes miedo, capitán?
Se dio cuenta que, sin saberlo, le había dado una respuesta equivocada. Su mayor temor no era ahora su carrera ni su hoja de vida manchada ni nada de lo que antes parecía vital. Todo aquello le importaba mucho, pero palidecía en significado comparado con la idea de perderlo… vacío… ante él se presentaba el tiempo futuro como un solitario y oscuro vacío…
Fernando cerró los ojos para contener los sentimientos que amenazaban desbordarlo otra vez…
Sin Raimundo la vida perdía sentido y dirección…
Suspiró cansado…
El futuro de Raimundo sería muy distinto… estaría haciendo lo que más le gustaba en la vida, junto a personas que él no conocía.
¡Oh por Dios!
De un enérgico impulso, Fernando se levantó de la silla y comenzó a caminar por el dormitorio como si le hubieran inyectado adrenalina…
¡El futuro de Raimundo!
Ese era el mayor temor de su soldado…
Se le había dicho con tristeza… que no sabía qué hacer con su vida, luego de que terminara el servicio.
¡Por Dios!… la oferta del general venía a solucionar ese temor para siempre. Le estaban ofreciendo una vida de trabajo remunerado haciendo lo que más le gustaba… sin fecha de término.
Con una nueva carga de pesado dolor, Fernando comprendió que aquel era un lujo que no podía dejar pasar…
¡Era simplemente perfecto para Raimundo!
¿Cómo no lo había pensado antes?
Egoísmo…
Sólo había pensado en sí mismo y en el dolor de perderlo y quedarse solo.
Tenía que abrir los ojos y ver lo que estaba pasando cómo lo que realmente era.
Pensamientos desordenados se atropellaron en la mente del capitán… todos relacionados con esta nueva forma de ver la realidad
Raimundo tenía mucho miedo de su padre y no quería depender de él… trabajar como instructor facilitaría todo para él. Es más… era muy probable que Raimundo se sintiera feliz de tener la oportunidad que se le presentaba…
Fue como una palmada en el rostro… una súbita iluminación…
Fernando doblo la espalda y dejó que su rostro cayera sobre sus manos en una actitud de total abatimiento
¡Por todos los cielos!
Se lo había prometido cuando le pidió obediencia total… Le dijo que iba a cuidar de él … que no iba a dañarlo…
Le correspondía a él hacerse cargo de que Raimundo fuera feliz…
Aaahh que mierda la vida… se había hecho tantas ilusiones de que podrían ser felices juntos… y era, en verdad, tan imposible. Ellos dos eran lamayor locura que Fernando había hecho en su vida
No se arrepentía de nada… volvería a hacerlo una y mil veces. Amar a Raimundo lo abarcaba todo… y ese todo incluía la felicidad de su joven amado.
No podía permitirse ser egoísta cuando había tanto en juego para el futuro de su amado soldado.
El repentino cambio de escenario le provocó zumbidos en la cabeza… mareo… más dolor
Tendría que hacer de tripas corazón y aguantar solo su tristeza.
Él era un oficial preparado… le habían enseñado desde niño a ser fuerte y correcto. Tendría que resistir en soledad la pérdida de no tenerlo cada día. Si amaba a Raimundo, no podía privarlo de la oportunidad que tenía por delante…
Fernando odio ser una persona correcta… en el fondo de su ser, quería ser un egoísta de mierda y secuestrarlo de verdad…
-. No quiero que se vaya… – susurró al aire con voz trémula
Quizás amarlo era permitirle partir… pensó Fernando aceptando la insoportable angustia…
Necesitaba pensar con claridad, pero no podía… su mente estaba nublada de tristeza…
-. Basta. Soy un oficial. Estoy entrenado para tomar decisiones lógicas en los peores escenarios.
¿Cuál era el camino a seguir?
Estaba claro que no podía presentarle esta oportunidad como algo negativo ya que, con el dolor de su alma, tenía que admitir que era una solución perfecta para el resto de la vida de Raimundo… terminaría con su temor al futuro… Raimundo ni siquiera tendría que vivir con sus padres si no quería… siempre había un lugar en el regimiento… Podría llevar la vida que deseara… solo que sin él.
Ahora si comenzaba a extinguirse cualquier esperanza porque era su deber elegir extinguirla… Protegería a Raimundo como se lo había prometido.
Perdería a la persona más maravillosa que había tenido la suerte de conocer y amar…
-. ¿Cuántos años, general? – gritó Fernando a la pared dejando fluir lo que hervía dentro de él – ¿Cuánto tiempo me va a tener construyendo caminos lejos de la capital? ¿CUANTOOOOO??!!!
Su voz hacía eco entre las paredes del cuarto
No importaba… los años que fueran, serían.
Quizás solo fueran dos o tres…
En algún rincón de la mente Fernando había una estúpida llamita de esperanza que se negaba a morir… ¿cómo podía dejar partir lo mejor de su vida??
De pronto, el rostro de Fernando dejó de ser de amarga tristeza para transformarse en urgencia y exigencias… su parte lógica comenzaba a reaccionar… Tenía treinta años y sabía que nunca volvería a encontrar a nadie más como Raimundo… Quizás, si persistía lo suficiente… si lo llamaba cada día… bajaría a la ciudad a diario si tenía que hacerlo, para escuchar su voz y ver su rostro a través de la pantalla. Se haría presente en la vida de su soldado, aunque fuera a la fuerza… y estaban las vacaciones… y los días de permiso que tenía acumulados. Viajaría a verlo, aunque fuera una vez al año…
-. Nadie dijo que iba a ser fácil…
Fernando entró en actividad frenética. Se movió dentro de su cabaña por varios minutos y salió con su mochila a cuestas. Se subió al vehículo y partió acelerando hacia la construcción.
-. Pero que nadie se atreva a decirme que será imposible – gritó como maldición mientras conducía enrabiado y acelerado.
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Casi terminaba la jornada de trabajo cuando Fernando volvió al sitio de la construcción. Detuvo el vehículo bruscamente y caminó en línea recta hacia el teniente Moreira.
-. Teniente, tengo que hacer algo importante y no sé a qué hora volveré. Lo dejo a cargo de la unidad.
Sin esperar respuesta, el capitán giró en redondo, buscando…
-. Soldado Lariarte – dijo dirigiéndose a él cuando lo vio – acompáñeme – ordenó con un tono de voz que no permitía cuestionamientos
Raimundo lo escuchó y dejó lo que estaba haciendo para seguirlo al vehículo.
-. ¿Qué pasa, capitán? – preguntó Rai con la voz dulce y alegre de quien no tiene idea de nada
Fernando se emocionó de escucharlo…
Horas… solo horas
Las iba a aprovechar al máximo y que el mundo se fuera a la mierda porque lo que tenía que hacer era demasiado difícil
-. Pasa que quiero estar contigo – respondió cuando se hubo calmado.
-. ¿Que? ¿Te volviste loco? – pregunto Raimundo riendo a todo dar… tan lleno de vida y alegría…
-. Si, Raimundo. Me volví loco el día que te conocí y todavía no se me pasa – La voz profunda… envuelta de sentimientos
-. Fernando… ¿Pasó algo?
El capitán cogió la mano de Raimundo y se la llevó a la boca… depositó besos y suspiros en ella antes de responder
-. Si. Paso algo muy bueno… tan bueno que vamos a celebrarlo juntos
-. ¿Qué vamos a celebrar?… y ¿adónde vamos? – preguntó Rai sorprendido, viendo como el vehículo pasaba de largo por la entrada del campamento y continuaba el viaje
-. Voy a llevarte de vuelta a un lugar especial, mi soldado
Rai lo miró fijamente… adivinando y asombrándose…
-. ¿Dónde vamos?… dime ¿Dónde?!!! dimeee
Raimundo reía y se abrazaba a él… le dejaba besos en el cuello y revoloteaba como un niño pequeño entusiasmado hasta que logró sacarle una sonrisa al capitán. Lo miró ocultando la tristeza y manteniendo la mueca de la sonrisa…
¿Quién iba a hacerlo reír en el futuro?…
-. Te estoy secuestrando nuevamente. Ya sabes dónde te llevo cuando te secuestro
El grito de alegría de Rai retumbó, escapando por las ventanas…
-. ¿En serio? ¿por qué? ¿Cómo?… quiero decir, me encanta la idea, pero ¿no vamos a tener problemas?
No más de los que ya tenemos, mi soldado…
-. Tú no te preocupes. Yo soy responsable de lo que pase – respondió con extraña calma el capitán. Le importaba una mierda lo que pasara. Nadie iba a quitarle las últimas horas de amor con Raimundo.
-. ¿Cuánto rato podemos quedarnos?… ¿alcanzamos a ver la cascada? Ay no… no tenemos café ni leche para ir a tomarlo en la cascada
-. Tengo algo mejor que café – respondió Fernando con una media sonrisa, señalando la mochila donde había echado algunas de las provisiones robadas a Sánchez, que tenía guardadas en su dormitorio.
-. ¿Trajiste vino? – preguntó riendo a carcajadas
Raimundo lo miraba con los ojos brillantes de entusiasmo y complicidad… era la imagen más hermosa del mundo y Fernando quería grabarla en su mente para siempre… iba a mirarlo mucho esa noche… Tenía que acumular recuerdos que aguantaran los años que iban a estar separados… tendían que ser suficientes para mantener vivo el amor que sentía y no podía confesarle…
-. Traje del mejor vino y lo voy a beber desde tu cuerpo, soldado. Ya te dije que es una ocasión especial
-. Capitán, me estas enloqueciendo con tus misterios. Ya dime que pasa… ¿por favor?
Fernando sonrió ante los pucheros y ruegos de Rai… acarició su cabeza
-. Todo a su tiempo, Raimundo
-. Entonces acelera que ya quiero saber… y quiero que bebas tu vino
Seductor… insinuante… tan precioso que volvía a parecer celestial… irreal…
-. Ya casi estamos llegando.
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Gracias por el capítulo ❤️
Ohhhhhh 😞 Espero que disfruten mucho de su tiempo juntos y a ver qué pasa! Qué penitaaaaa!
Hola Rous! No sé si estan en condiciones de «disfrutar»… espero que si. Es triste lo que les está pasando.. tan triste que me lo lloro todo mientras escribo… soy un poco intensa.
Saludos!!