Capítulo Cuarenta y uno

Raimundo estaba en medio del bosque… se deslizaba de un árbol a otro … ¡Dios! ¡volaba tan liviano que casi parecía flotar! estaba rodeando la laguna de los alerces y se sentía tan feliz.. podía oler el aroma de la naturaleza virgen y sentir las hojas húmedas mojando su rostro… esos añosos troncos parecían felices de recibirlo en sus ramas… respiraba libertad y calma…  De pronto, Fernando estaba en su camino e interrumpía su deslizamiento

-. Tienes que irte de aquí – ordenaba sin miramientos

-. ¿Por qué? – respondía Raimundo dolido

-. Yo te llamaré. No te preocupes

¿Qué?.. ¿iba a llamarlo?.. ¿Qué estaba pasando?

-. Raimundo… ¡Raimundo!

La suave voz del capitán lo despertó del mal sueño. Tenía lágrimas en los ojos y el corazón palpitando muy rápido

-. Despierta. Estas soñando

Apenas distinguía a Fernando en la oscuridad del cuarto, pero sabía que era él. Reconocía por instinto su aroma y su textura

-. Tuve una pesadilla horrible – gimoteó Raimundo aun dormido, apretándose a Fernando. Los brazos del capitán lo rodearon, pero no dijo nada

-. ¿Dónde estamos?

Raimundo presintió que algo no estaba bien

-. Despierta y vístete. Tenemos que volver – le dejó un beso en la boca antes de separarse

Fue el tono de voz que Fernando empleó para hablarle… solo eso fue suficiente para que recordara lo que había pasado… ¡Dios!… noooo… El dolor lacerante volvió a clavarse en su pecho

-. No es una pesadilla…- susurró Raimundo abriendo los ojos al dolor

Solo escuchó un largo suspiro de Fernando

-. Ya va a amanecer – respondió el capitán iluminando el cuarto con una linterna y comenzando a vestirse. Raimundo lo imitó y buscó su ropa. Hacía frío…por fuera y por dentro

-. No tienes que trabajar hoy si no quieres – declaró el capitán sentado en la cama abrochándose los botines

-. ¿Por qué no iría a trabajar?

Vio a Fernando quedarse inmóvil… dudando de la respuesta

-. Pensé que… tal vez quieras dar vueltas por el bosque… o hacer otra cosa. No estás obligado a trabajar en lo que te queda de tiempo

-. Pero…

-. Me dijiste muchas veces que querías conocer el bosque, visitar la villa más arriba y recorrer el área. Ahora puedes hacerlo, antes que… – otro largo suspiro… – solo… no tienes que trabajar si no quieres

La voz de Fernando sonaba molesta. Raimundo sintió que dolía un poco más. ¿Estaba enojado con él? No era su culpa tener que irse… tampoco era del capitán… ¿acaso no quería que anduviera cerca?  ¿Qué le molestaba?

la hipersensibilidad de ambos les jugaba en contra.

Terminaron de vestirse en silencio. Justo cuando dejaban el dormitorio, Fernando se volvió repentinamente hacia Raimundo y lo abrazó con toda el alma y el cuerpo. Rai, devolvió el abrazo con igual pasión.

Las palabras atragantadas en la garganta de Fernando… quería soltarlas… dejarlas caer suavemente en los oídos de Raimundo… “te amo.. te amo”… pero ¿Qué sentido tenía agrandar el sufrimiento?… a los diecinueve años, pedirle que esperara tres años por él … demasiado… un sueño al que iba a apegarse porque no tenía nada más…

Raimundo pudo sentir que algo pasaba… Fernando estaba emocionado… necesitaba de él…  lo sabía por su respirar agitado… Sonrió suspirando y llenándose los pulmones del olor de Fernando… “No me voy a ir…no me vas a dejar partir… yo sé que no me voy a ir”… ciegamente obstinado

-. Después de almuerzo tenemos que bajar a la ciudad – anunció el capitán mientras conducía de vuelta al campamento – Hay una cena en el regimiento esta noche y el general pidió verte

“Pero yo no quiero verlo a él”

-. No me siento bien… no quiero ir – respondió Rai, sacando a relucir al niño mimado y rebelde que aun habitaba en los rincones de su mente

Fernando movió la cabeza…

-. No es opcional, soldado.

-. No. Me estoy dando cuenta que aquí nada es opcional

-. Raimundo – la llamada era de advertencia

Fernando no esperaba la respuesta que recibió… sin palabras, sin ningún sonido… solo lágrimas calientes cayendo lentamente de los preciosos ojos de cielo…

¡Demonios¡ ¿Por qué tenía que ser tan difícil? ¿Por qué se había enamorado tan perdidamente?…

Detuvo el vehículo… estaban tan cerca del campamento que era muy arriesgado, pero no pudo evitar sus deseos de abrazarlo.  No tenía palabras para consolarlo… ¿qué podía decirle que le quitara la tristeza?

Los primeros rayos de sol comenzaron a asomar tímidamente dibujando el perfil escarpado de las montañas nevadas al final del camino. Vieron juntos el amanecer… en silencio cómplice

Fernando, con el dolor en su alma, pensaba que cada instante eran menos las horas que le quedaban con Raimundo…

Rai pensando en que los amaneceres allí eran tan bellos… sobre todo si estaba al lado del capitán… ¡ja! Tal vez no era tan mala idea bajar a la ciudad y hablar con el general. ¡No pensaba irse ni de broma!!! ¡Conchesumadreee!! ¡Pero claro!… ¿Cómo no lo había pensado antes?

-. Está bien. Lo siento. Iré contigo a esa cena

-. Buen soldado -. Dijo el capitán, besándole la frente

.

Parecía un día normal como cualquier otro. Ingresaron al campamento antes que comenzara el movimiento matutino. El capitán no le debía explicaciones a nadie así es que Raimundo fue directo a su cuarto, se duchó y esperó, tirado en la cama, la hora del desayuno.

Pero solo parecía un día normal…

Tenía mucha pena… dolor… impotencia

Era injusto que otras personas decidieran que hacer con él sin preguntarle siquiera

Si, si, si… Estaba en el ejército (gracias, Papá) Lo sabía, lo entendía… pero… ¿su opinión no importaba para nada? Se sentó en el borde de la cama y por la pequeña ventana que el teniente Moreira y sus hombres habían construido de prisa, Raimundo contempló el paisaje que se mostraba frente a él… el árbol donde había comenzado a enseñarle a López… era casi como un amigo con sus grandes ramas estiradas que parecían llamarlo… el cerco de madera… ya sabía dónde estaba más firme o más débil y cómo cruzarlo, sin tocarlo siquiera… conocía el camino para transitar por entre los troncos caídos y la vegetación salvaje.  ¡Ja! Lo conocía mejor que el jardín de su mamá… o que la calle dónde estaba la casa de sus padres… o que cualquier otro lugar en el mundo. ¡Rayos! Conocía los olores, sonidos y caminos del bosque… ¡este era el lugar donde se sentía en casa!! Era culpa del capitán que le había hecho sentir que allí estaba protegido, seguro, cómodo… tan a gusto que no deseaba irse. López y Sánchez también habían contribuido… Siempre fueron amables con él, a su manera brusca o tímida, pero lo acogieron…  ¡Rayos! ¡Si hasta habían comenzado a gustarle las comidas de Sánchez!…  y el resto de la unidad… antes de lo del subteniente también habían vivido buenos momentos.

-. No me voy a ir… no puede dejar que me marche

Se levantó bruscamente y se manoteó las lágrimas. No quería que nadie viera su cara triste mientras tomaba desayuno. Trabajaría como un día normal hasta que fuera hora de bajar.

.

Fue la primera sorpresa de la tarde.

No iba a ser un viaje placentero de enamorados. No podrían tocarse ni hablarse.

-. El teniente Moreira está invitado también – anunció el capitán mirandolo con expresión de disculpa. Él también lo había olvidado hasta último momento.

Iniciaron el viaje a la ciudad a las dos de la tarde. El teniente Moreira conducía, Fernando estaba en el asiento del copiloto y Raimundo, justo detrás.

-. Supongo que trae un uniforme limpio, soldado – preguntó Fernando cuando iniciaban el viaje

-. Sí, señor- respondió Rai algo irónico… A su cabeza acudió la imagen de sus padres pidiéndole que vistiera “decente” para saludar a sus amigos

Moreira se giró a medias para dedicarle una mirada de reproche, pero Raimundo no lo vio. El teniente no había preguntado nada sobre la presencia del soldado, pero se notaba que intentaba encajar las piezas en su cabeza y “algo” no cuadraba. Lariarte era un soldado raso… ¿Por qué estaba invitado a una cena formal?

-. Capitán ¿Va a asistir mucha gente a la cena? – preguntó Raimundo interesado. Quería hablar con el general. Necesitaba su atención por unos minutos.

-. No sé nada sobre la cena, excepto que es para agradecer la visita del general – respondió Fernando, formal

Agradecimientos, mi culo” pensó Rai mirando el paisaje.

-. Capitán – Moreira no se aguantó la curiosidad – ¿el soldado Lariarte asistirá como invitado?

“¡Y a ti que te importa!!!”  quiso gritar Raimundo

-. El soldado Lariarte fue invitado a esta cena por una razón especial – respondió Fernando, alterando sobremanera a Raimundo

“¡No! “no se lo digas”  “No lo comentes con nadie”  “Fernando, no va a pasar”.. “No le digas” se enderezó en el asiento y miró al capitán muy exaltado… pero Fernando no alcanzaba a verlo

-. El general quiere incluir la práctica del parkour para algunos oficiales de elite. Le ha pedido a Lariarte que sea instructor

¡Oh por Dios!… Raimudo casi se atraganta aguantando la risa. Tuvo que llevarse ambas manos a la boca y resistir.  Casi le perdonaba a Fernando que lo hubiera contado… La cara de asombro de Moreira valía la pena el sufrimiento de escucharlo hablar de lo que NO iba a pasar…

-. ¡¿Lariarte va a entrenar a los comandos del general?!!!

¿eeehhh?.. ¿De qué comandos hablaban? Rai abrió los ojos

-. No sé exactamente a quienes va entrenar – respondió Fernando cambiando al malhumor. No era agradable imaginar a Raimundo entre los comandos del general… Hombres grandes, especializados en el arte de la guerra… ¿Qué iba a hacer Raimundo entre ellos?… Apretó los dientes hasta que crujieron…

La ciudad se abrió ante ellos una hora más tarde.

-. Moreira, déjeme en el regimiento y vaya a comprar lo que le ha encargado Sánchez

-. Si, capitán. ¿y el soldado Lariarte?

Fernando se tomó unos segundos antes de preguntar

-. ¿Soldado?

-. Voy a visitar a Don Hernán

Fernando apretó las manos y endureció el rostro, aunque Raimundo no pudo ver ninguno de sus gestos.

-. Procure llegar antes de la hora de inicio de la cena, soldado – recordó Fernando en un tono de voz que le dejó escuchar a Raimundo la poca gracia que le hacía al capitán que él fuera al mismo lugar donde le habían llenado la cabeza de tontas historias la última vez que estuvo allí

-. No se preocupe, Capitán. Llegaré a tiempo – respondió, ignorando la advertencia.

Siempre caminaba de prisa y con buen ritmo. Era una costumbre que había adquirido gracias a la práctica constante del deporte… por eso resultaba muy extraño ver a Raimundo avanzar cabizbajo y a tranco lento.

No se iba a ir… No… no.… y no.

Lo había estado pensando durante el día. Ciertamente era descabellado todo lo que se le había ocurrido… pero acciones idiotas como querer llevárselo del campamento, requerían de respuestas más idiotas aún. Y si en algo él era bueno, era en hacer idioteces.

Quebrarse un brazo o una pierna seguramente retrasaría o anularía su trabajo de instructor. Tendría que ser una caída importante… pero no solo era muy arriesgado, sino que podía causarse daño permanente si caía de mala forma. Descartado.

Decirle al general que no quería ser instructor era tal vez lo más directo y sincero… solo que al oficial le importaría un comino su opinión y lo más probable era que consiguiera caer en desgracia con el general, pero no eliminaría su interés por que él fuera instructor

Solo quedaba una opción…

Loca

Arriesgada

Peligrosa

Nadie quiere en sus filas a un rebelde, bebedor, deslenguado, irresponsable, maleducado e insolente.

Él podía ser todo eso en cuestión de minutos… tenía años de práctica en ser insoportable cuando se lo proponía

Era un buen plan…. Aunque tendría consecuencias. Confiaba en que una de ellas fuera el cambio de idea del general respecto a llevárselo a la capital. Cuando viera la clase de imbécil que podía ser, dejaría de creer que podía ser un buen instructor.

También era probable que lo sancionaran… quizás incluso lo tuvieran castigado. Pero aguantaría cualquier cosa si con ello conseguía quedarse donde estaba

Lo otro era ya un poco más complicado… y eso le estaba arañando el alma porque no encontraba solución para esa parte del problema. Dejaría al capitán en ridículo frente al General.  Fernando había informado que él era respetuoso, obediente y un buen soldado… ¿Qué tanto se enojaría el general cuando viera que Fernando le había mentido?… bueno… no le había mentido, pero él haría parecer que si…  

Raimundo suspiró… el viento de la tarde le llegó al rostro… Helado… punzante… como la idea de marcharse lejos de Fernando

-. Conchesumadreeeeee!!! – gritó enrabiado en medio de la calle, atrayendo la mirada de quienes caminaban cerca y olvidando que vestía el uniforme militar.

.

Siempre era bien recibido en la casa de Don Hernán.

-. Pasa, pasa hijo. Bienvenido.

Fue don Hernán en persona, quien lo recibió. A simple vista era el mismo hombre de antes; sonriente, animado, recuperada su energía. Raimundo sonrió con alegría genuina

-. Que gusto verlo de pie y tan bien, señor

-. Ya estoy de vuelta.  En cinco días más volveremos a trabajar juntos

-. ¡Raimundo!!

El resto de la familia fue apareciendo de a poco y todos lo abrazaron y se alegraron. Mención especial para Nano que lo abrazó con cariño sincero

-. Que gusto verte, niño lindo – dijo estampándole un beso en la mejilla

-. Igual… 

Pasaron a la sala de estar y se sentaron cerca de la chimenea. Muy pronto había dulces y leche con chocolate caliente en las manos de Raimundo

-. ¿Qué haces en la ciudad un viernes a esta hora? – preguntó Don Hernán

-. Pues… hay una cena en el regimiento más tarde. Estoy invitado

La expresión de Don Hernán era la misma que había puesto el teniente Moreira…

-. Hay un general de visita – aclaró Raimundo – estuvo en el campamento ayer

Sobre lo otro no iba a hablar. Muy pronto quedaría en el olvido.

-. ¡Vaya novedad! Mira de lo que me pierdo por culpa del doctor

-. No empieces. Te faltan cinco días papá

Raimundo se acomodó mejor en el asiento. Volvía a sentirse bien en casa de Don Hernán, frente al fuego y conversando con la familia

-. Ay Raimundo. Llegas justo a tiempo. ¡Mira lo que tengo!

Nenita abrió una caja que tenía cerca y le enseñó el contenido. Raimundo miró las hojas de papel sin entender. Alzó las cejas en señal de pregunta

. ¡Llegaron hoy en la mañana! ¡Las importé directamente! ¡Ya aprendí a hacerlo! – anunció Nenita orgullosamente como si eso pudiera aclararlo todo – ¡Ahora puedo traer lo que quiera!

Ella esperaba ansiosa una respuesta… un gesto… algo, pero Raimundo continuaba mirando las hojas de papel, totalmente confundido

-. ¡Pero Rai! – se quejó ella como si estuviera hablando con uno de sus hermanos – te conté todo cuando estuviste aquí la vez anterior. Es papel de seda… el de las tarjetas de matrimonio ¿recuerdas?

¡Ay no! Mierda…

¿Iban a seguir con la misma historia?

-. Esta bonito – respondió Raimundo por educación, devolviendo las muestras como si le quemara los dedos

-. Nano y yo íbamos a mostrárselo a Cecilia ahora mismo. ¿Quieres acompañarnos?

El frío que silbó por su espalda le hizo sentir que volvía a estar a la intemperie…

-. Vamos. Ven con nosotros – dijo Nano – su casa está a solo dos cuadras de aquí

¿Ir a la casa de esa tal Cecilia?…

Involuntariamente, Raimundo arrugó la nariz y se retrajo en el asiento

-.No… yo… no – negó con la cabeza

– ¡Ay! – saltó Nano riendo – dime si no quieres ver su cara de asombro cuando Nenita le muestre justo el papel que ella quiere

¿La cara de Cecilia…?

¿Que aún seguía pensando que se casaría con Fernando?

¡Menuda tonta!

-. Vamos – dijo levantándose del asiento con repentina energía

Las casas en ese sector de la ciudad eran más o menos parecidas. En algún momento del pasado reciente, había sido el barrio más cotizado. Don Hernán había tenido mucho, pero lo había perdido… Rai se había preguntado muchas veces si los problemas de Don Hernán habían tenido algo que ver con Nano. No sabía la respuesta y tampoco era educado preguntarlo. ¿Le causaría problemas graves a su familia si se supiera lo que él era?…

En pocos minutos llegaron a la casa de Cecilia. Por fuera, se podía notar lo que uno iba a encontrar por dentro. Todo estaba inmaculadamente perfecto, limpio y ordenado. Incluso las plantas del antejardín estaban en línea recta y a la misma altura.

Nenita y Nano subieron las gradas para llegar a la puerta. Raimundo se quedó un poco atrás. Tuvo que avanzar cuando una persona del servicio los invito a entrar y a esperar en la sala. Un cuarto bien decorado, luminoso y elegante, muy al estilo patagónico, maderas nativas, tejidos de lana de oveja

-. Voy por la “señorita Cecilia” – anunció la mujer

“Se quedará señorita…” 

“Con su capitán no se iba a casar”

-. Hola Helena

Raimundo, luego de que el capitán le dejara en claro su relación con ella, no había gastado mucho tiempo pensando en la mujer que tenía frente a él… la que estaba segura sería la esposa de Fernando. “ni lo sueñes” No era una belleza de concurso, pero era una mujer de buen gusto. Su vestido armonizaba con su figura. Sabía elegir la ropa que le sentaba, aunque fuera en colores tan pálidos que parecía fantasma.  Su voz tenía un timbre agradable pero falto de energía… Su mirada era de sorpresa y curiosidad

-. Hola Cecilia. Hemos venido a mostrarte algo – dijo Nenita

-. ¿Cómo están?– Dijo ella dirigiéndose los hermanos… Luego fue su turno.  Cecilia tenía ojos claros… parecían miel. Raimundo la tenía tan cerca que pudo notar su piel suave salpicada de algunas pecas.

. Él es un amigo de la familia – aclaró Nano – Raimundo Lariarte

-. Como estas – preguntó Raimundo por mera educación

Cecilia se quedó mirándolo más de lo que la buena educación permitía

-. Tu rostro me es familiar… ¿nos conocíamos de antes?

-. No – respondió Rai a secas, incómodo por la mirada escrutadora de Cecilia

-. Mira lo que traje

Nenita le acercó el paquete con los papeles y se los mostró… orgullosa a más no poder

El rostro de Cecilia, pecas incluidas, comenzó a mostrar una sonrisa de satisfacción.

-. ¡Son preciosos!

Levantó los papeles, uno en cada mano y sonrió, educadamente.

-. Tomen asiento, por favor. Vuelvo en un instante.

Se movía con delicadeza. No era una de esas mujeres que gritaban de júbilo por haber encontrado el papel que tanto deseaba. Cecilia no era una persona expresiva.

-. ¡Ay por Dios! – Dijo Nano, imitando los movimientos de Cecilia y causando la risa de Nenita y Raimundo

Volvió a los pocos segundos con toda la corte necesaria para admirar el hallazgo.

. Helena encontró el papel que deseaba – dijo ella, enseñándoselos a su hermana, madre, papá y… vaya, vaya… el señor general, tío de la “novia”, en persona. Al verlo, Raimundo se levantó del asiento de golpe y saludo en posición firme. Su gesto, absolutamente instintivo, llamó la atención de todos

-. Soldado… – dijo el general, tan sorprendido como Raimundo

-. Buenas tardes, general

La conversación fue acaparada por Cecilia y su hermana. Exigían la atención de todos… parecía que elegir el papel adecuado era un asunto de vida o muerte

-. Creo que me gusta este un poco más

-. Sí, pero este es más sobrio

-. Mamá… este es muy delicado

Raimundo estaba sobrepasado por lo que veía y por la presencia abrumadora de todas esas personas, general incluido. Se limitaba a observar… aún incapaz de sacar al chico rebelde y hacer alguna de las suyas. Fue el general quien se acercó a él

-. ¿Conversó con usted el capitán?

Rai se volvió tenso

-. Si, señor

-. Va a ser una experiencia muy interesante, Lariarte. Debo decirle que me dejó bastante impresionado con su habilidad.

-. Gracias, señor

“Puede guardarse su impresión por donde le quepa”

-. Creo que el capitán Ahumada no estaba muy dispuesto a cederlo, pero esto será mucho mejor para usted. Ya verá.

¿Qué Fernando no quería cederlo?…  Pues él tampoco quería irse

-. Ay tío… ya no hables de trabajo. Mejor ayúdame a decidir – Cecilia tomó al general de brazo para obtener su atención

-. Pero yo que sé de estas cosas, sobrina querida… deberías estar decidiéndolo con el capitán Ahumada

-. No seas tan formal, tío. Deberías llamarlo Fernando. Después de todo seremos familia

-. ¿Ya sabes que tu capitán se casará con mi sobrina? – preguntó el general divertido, volviéndose hacia Raimundo

“eso es lo que ustedes creen…”

-. Escuché algo, señor

Sabía que no era cierto. Creía con absoluta fe lo que Fernando le había dicho… pero no podía evitar sentir rabia al escucharlos a todos conversar sobre el matrimonio como si fuera una realidad… ¿Qué se imaginaba esta estirada de mierda? ¿Creía en serio que se iba a casar con SU hombre? ¡pero si ni siquiera se lo había pedido! ¿Que tenía debajo de su pelo color paja? ¿un vacío cerebral?

-. ¿Son novios desde hace mucho tiempo? – preguntó la voz rebelde y mal intencionada de Raimundo, acercándose un par de pasos hacia Cecilia y logrando obtener su atención

-. Fernando y yo estamos juntos desde que llegó a la zona… son casi dos años ya – respondió ella, impávida

“Zorra listilla”

-. Qué bonito. Es lindo enamorarse – Rai logró que su voz sonara como si fuera un chico dulce e inocente y en verdad estuviera contento. Tenía ganas de sacudirla y gritar la verdad  

-. ¿Ya tienen fecha para el matrimonio?

Estaba cruzando la línea de la buena educación… pero simplemente no podía evitarlo ni tampoco quería hacerlo. Si alguien pensaba que era un maleducado le daba igual. ¡hasta le ayudaba en sus planes que el general lo creyera un impertinente desubicado!

-. ¡Ah! Es verdad. Voy a necesitar todos los datos para hacer las tarjetas. El día, la fecha, iglesia y lugar de recepción – dijo Nenita sacando lápiz y papel de su bolso para anotar – Y por supuesto el nombre de los novios y sus padres

Raimundo quiso abrazar y besar a Nenita por su oportuna intervención. La cara de Cecilia era de confusión. No estaba bien, pero Raimundo sentía mucha alegría … Quería seguir haciéndola sentir mal, obligarla a admitir su mentira

Más ayuda llegó de manera inesperada

-. Tienes que avisarme la fecha con tiempo, sobrina. Ya sabes que mi agenda está siempre ocupada y no me gustaría perderme tu matrimonio

“Bien dicho general”

-. Si quieres un “matrimonio de verano” tendré que trabajar de prisa en las tarjetas

-. No te preocupes, Helena. Te haré saber los detalles que necesites dentro de muy poco. Habrá tiempo suficiente

“¿Es que no se daba por vencida nunca?… ¿estaba enferma de la cabeza?”

Raimundo fue por el golpe final… derechamente impertinente

-. ¿Y cómo pidió su mano el capitán? ¿Fue muy romántico?

Rai era la imagen de la ingenuidad… ladeó el rostro para mirar directamente en los ojos de Cecilia… pestañeó y mantuvo la sonrisa, tal como hacía ella… una mueca pintada en el rostro… ¡Aaahh!… por fin tuvo la satisfacción de verla perder la cara impasible y alterarse

“jaque mate, mentirosa”

-. Eso… eso de pedir la mano es… anticuado – respondió ella titubeando, con voz y sonrisa falsa – ya no se usa – dijo acompañando sus palabras con un gesto al aire de su mano

Cecilia rio casi histérica, como si la pregunta de Raimundo fuera graciosa. Todos la miraban atentamente

-. ¡No es anticuado! – saltó Nano desde atrás – Es muy romántico. Todas las parejas lo hacen

Raimundo no dejó de mirar “ingenuamente” a Cecilia, pero de igual modo pudo sentir la tensión crecer en la sala. La mamá de Cecilia tosió inquieta y Mónica lo miró como si quisiera echarlo de la casa, ya mismo. La hermana se adelantó y estaba a punto de decir algo, pero el general habló primero

-. Los chicos tienen razón, sobrina. No me has contado como fue que Ahumada te pidió matrimonio. ¿Cuándo fue? Eres mi sobrina regalona y yo no sé nada ¿Cómo es posible?

Raimundo quiso saltar, gritar y, como no, trepar por las paredes y muebles. «!punto para el general!»

Cecilia se sonrojó al máximo y miró a todos lados buscando una respuesta que no tenía

-. Yo… – jadeos… restriegue nervioso de manos – pues… Te lo voy a contar después tío. Nos estamos desviando del tema

Cecilia levantó los papeles junto enfrente de la cara de Raimundo de manera de borrarlo de su rango de visión

Raimundo retrocedió sin poder ocultar una sonrisa enorme de satisfacción.  Respiró profundo, adoptó la cara de inocencia y volvió a atacar

-. Aaahhh – suspiro exageradamente…como si estuviera lleno de romanticismo – El capitán Ahumada debe estar feliz con su futuro matrimonio

El silencio en la sala fue total… se podía escuchar el crepitar de los leños en la chimenea

“el capitán Ahumada no tiene idea de tus planes ¿verdad zorra estúpida?”

Los papeles que Cecilia tenía en las manos comenzaron a temblar violentamente… los fue bajando de a poco hasta que volvió a tener a la vista la mirada “dulcemente ingenua” de Raimundo. Estaba enojada… enojada de verdad. Respiraba tan agitada que Rai creyó que iba a gritar o desmayarse o algo.

-. Fernando está feliz – replicó ciertamente irritada – Yo me encargaré de que sea un matrimonio perfecto. Supongo que usted, soldado, ya sabe que a su capitán le gusta la excelencia. Es un hombre exigente y perfecto

¿Estaba intentando tirarle encima los grados del capitán? ¿se ponía ella las estrellas de SU hombre? ¡Ay Dios!

“Tú no tienes idea de lo exigente que es… mi culo si lo sabe”

-. No te creas sobrina. Tu capitán ya dejó de ser perfecto. Acaba de manchar su historial – comentó el general con gravedad

¡Zaz!.. se sintió como una palmada directo al rostro. A Raimundo se le terminó la sonrisa y las ganas de molestar. Golpe bajo y bien dado. Recordarle los problemas que Fernando tenía era una buena forma de volverlo a su lugar

-. ¿A Fernando? ¿pero qué pasó tío?

El general relató sin grandes detalles el problema del subteniente y Martínez, los golpes y como aquello iría a manchar su historial. Omitió mencionarlo, pero Raimundo sintió que ya quería irse. La visita dejaba de ser agradable. Incluso molestar a Cecilia comenzó a parecerle una pérdida de tiempo.

-. Voy a ayudarlo – dijo el general captando la atención de Raimundo – pondré una nota positiva en su historial para equilibrarlo, pero debe tener mucho cuidado con su conducta de ahora en adelante. En el ejército basta una mancha para perder la credibilidad

Vaya… ¿Así de rápido se pasaba de la satisfacción a la preocupación? Fernando volvería a tener posibilidades con la ayuda del general, pero le habían dejado una espada colgando sobre su cabeza y cualquier mal comportamiento podría hacer que cayera y le cortara la cabeza… la carrera… cualquiera de las dos sería lo mismo para el capitán.  Se retiró de vuelta hacia el rincón alejado de la sala donde estaba Nano.

Todo terminó bruscamente. La hermana de Cecilia intervino

-. Helena ¿Puedes dejarnos una muestra de los papeles? Cecilia te hará saber cuál es su decisión mañana – pidió casi ordenando, secamente.

Dejaron las muestras, Rai se despidió formalmente del general y abandonaron la casa, escoltados hasta la puerta por una desagradable Mónica.

Caminaron en silencio por la calle varios minutos…

Nenita comenzó a hablar de las tarjetas y bodas y llenó el silencio mientras caminaban de vuelta.  A Raimundo, tan concentrado en lo que había pasado, no le llamó la atención que Nano lo mirara fijamente. Solo se dio cuenta que algo pasaba cuando entraron a la casa y Nano lo agarró de un brazo y lo tiró hasta su cuarto. Cerró de un fuerte portazo y se plantó frente a Raimundo

-. ¿Quieres explicarme de que se trata el numerito de celos que montaste en casa de esa tonta?

.

4 comentarios sobre “Capítulo Cuarenta y uno

  1. Mil gracias por el capítulo, está On fire la historia ❤️

    Me encanta Fernando 💙

    Yo no se si podría haber ido a la casa de Cecilia, es que me enveneno….

    Tiene que contárselo a Nano! 🙈 Y que lo asesore un poco, porque lo de portarse mal en la cena… no me termina de encajar el plan … yo tb había pensado lo de romperse algo pero claro y si no queda bien?

    Qué incertidumbre! 😝

    1. Hola Rous!
      Gracias <3
      Fernando está empecinado en que debe cumplir la promesa que le hizo de cuidarlo y protegerlo siempre y, si uno analiza bien la situación, esta posibilidad es un sueño para Raimundo aunque él quede destrozado en el proceso.
      La casa de Cecilia??.. mmhhh.. creo que Raimundo no lo pensó sino que simplemente esta enrabiado, desilusionado, asustado... mala combinación para el rebelde inseguro que habita dentro de el y que ha vuelto a salir a la luz con este "cambio de escenario". "Ese" fue el que partió para casa de Cecilia sin pensarlo mucho y una vez allá decidió enfrentarla como pudiera... jajajajaa. creo que ella debe estar odiándolo a muerte y aun tienen que volverse a ver ...
      Nano... tiene mucho más experiencia que Raimundo así es que estoy de acuerdo contigo en que debería contarle y escuchar lo que el diga.

      Muchas gracias por tus comentarios enc ada capítulo. Un abrazo muy grande!!!

  2. Esto está que arde! 😈 ¡CAT FIGHT!

    Sigo sin adivinar qué va a pasar con ellos, pero creo que no va a ser lindo y tranquilo… Chance me equivoco y todo termina saliendo bien y con flores, pero luego me acuerdo que eres Nani y se me pasa… Jajajajajaja

    1. Hola Itzel… Jajajajaaa me dio muuuucha risa tu comentario. gracias! necesitaba reírme porque hoy ando algo triste. Me encanta que no sepas como se va a desenredar esta madeja. Esta bien complicada. Pero por suerte yo lo tengo claro, ya sabes, desde el inicio de la historia siempre sé hacia donde va. Supongo que no quieres que te cuente nada… no podría hacerlo tampoco, solo te digo que recuerdes que soy Nani y te asustes un poquito.. un poquitito no mas. Grracias!! Saludos cariñosos.

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