M&M Capítulo 72

MATIAS Y MAXIMILIAN

CAPITULO 72

MATÍAS

Clara conducía lentamente desde hacía varios kilómetros. El camino que atravesaba los cerros de la costa era un sinfín de curvas pronunciadas y ella no era una experta al volante. Además, era un camino angosto y  poco transitado. El pueblo que había elegido para vivir estaba lejos de cualquier ciudad Mati miraba el paisaje que se abría frente a ellos con el mismo desánimo que había tenido durante todo el viaje. A poca distancia, al lado de la pequeña bahía, se podía vislumbrar un poblado cuyas casas, mayormente blancas y con techos de ladrillos anaranjados, subían encaramándose en los cerros y parecían colgar entre los árboles. Unos cuantos botes pequeños de pesca cerca de la costa y más allá el infinito mar azul turquesa. No había edificios ni grandes construcciones llamativas aparte del campanario sobresaliente de una iglesia antigua.

-. ¿Te gusta? – preguntó Clara – este será nuestro hogar ahora

Matías no respondió…

Hogar… ¿había algún lugar en el mundo que pudiera ser su hogar sin Santiago? Nunca había tenido un hogar… a lo único que Matías podía dar nombre de “hogar” era a Santiago…

El camino de curvas terminó dando paso a callecitas angostas y antiguas, bordeadas de casas blancas sin muchas pretensiones. Avanzaron sin prisa con la seguridad de que en un lugar tan pequeño no iban a perderse. Se detuvieron cuando vieron la palabra “restaurant”. Estaban cansados, hambrientos y habían dormido mal la noche anterior; la pena y la ansiedad del cambio, además de una posada muy discreta, no habían contribuido al buen sueño. No quisieron detenerse en ningún lugar grande y cómodo donde sus nombres quedaran registrados; nada que permitiera saber quiénes eran, dónde estaban o a donde iban. Eran personas nuevas iniciando una vida distinta. Incluso habían hablado de usar nombres nuevos…

Luego de almorzar, Clara se dirigió al propietario del restaurant.

-. Mi hijo y yo buscamos una casa para vivir

-. Están de suerte – dijo el hombre, gordito y amable – En la época de turistas no hay nada disponible pero ahora pueden arrendar algo muy barato. Vaya a esta dirección.

Se quedaron con la tercera casa que les mostraron; no era la más bonita ni la más grande; pero Clara la eligió porque era la más aislada y tenía más espacio. Una casa blanca como el resto, con una acogedora cocina ubicada casi en las afueras del pueblo, lejos de vecinos curiosos. Tenía una vista privilegiada hacia la playa y un amplio patio posterior que, aunque descuidado de momento, Clara imaginó como un lugar donde tener una huerta y cultivar las frutillas que tanto le gustaban a Matías.

. Hay una escuela cerca – dijo el hombre que la arrendaba, mirando a Matías – su hijo podrá ir y volver caminando

Pagaron en efectivo y por adelantado.  Clara firmó el contrato de arriendo con su segundo nombre.

-. Muy bien señora Isabel, es toda suya.

El corredor guardó el grueso fajo de dinero en el bolsillo y muy sonriente, le entregó las llaves.  Ya tenían un techo sobre sus cabezas y paredes para protegerlos.

Descargaron las cajas y maletas pero no les alcanzó el ánimo para ordenar sus cosas en la nueva casa.

-. Vamos a conocer

Clara estiró la mano para invitar a Matías. Desganado, el chico aceptó. Avanzaron con calma. Casas bien cuidadas, sin ostentación, unas cuantas tiendas pequeñas y primorosas y personas sencillas que movieron sus cabezas en señal de saludo a los forasteros. Era un lugar más pequeño que Villa Canela. Pasaron frente a la escuela.

-. Aquí vas a estudiar… tal vez necesiten una maestra – dijo ella pensando en lo difícil que sería trabajar sin revelar su verdadera identidad. Ella no tenía documentos falsos como Matías. Solo podía usar su segundo nombre pero el mismo apellido.

Unas cuadras más adelante el camino desembocó en una playa no muy grande de arenas doradas y suaves. Se quitaron los zapatos para poder caminar mejor. Sin que ninguno de los dos hubiera dicho algo, se acercaron directamente a las olas del mar. Clara fue la primera en permitir que el agua mojara sus pies… miró al horizonte con tristeza y suspiró. Si estaba triste, pero a la vez tenía esperanzas. Matías era su esperanza. Nunca creyó que tendría un hijo… el dulce Mati era su milagro. Este nuevo pueblo se veía amable y recóndito… sería un buen lugar para empezar todo de nuevo. No los encontrarían porque nadie conocería sus nombres reales. Aquí serían otras personas. Matías estudiaría y ella sería su madre; le daría todo el cariño que le faltaba y que Santiago no pudo entregarle… sabía que no podía suplir todo lo que su hermano le había dado al chico pero le ofrecería algo que Mati no conocía: el cariño de una mamá y un ambiente de familia. Ella le enseñaría lo feliz que podían ser, iba a consentirlo y educarlo por el buen camino. No sería fácil. Criar un hijo era todo un desafío y la tarea sería más difícil ahora que Matías le había confesado que él había amado todo lo que Santiago le hacía…¿Qué era ese “todo” que su hermano le había hecho? Recordaba las marcas en el cuerpo de Mati cuando recién llegó… bueno… Tendrían que hablarlo en algún momento… Se armaría de valor pues necesitaba saber para poder ayudarlo. Cumpliría con lo que Santiago le había pedido y mucho más… Los sonidos del llanto de Matías la hicieron volver la cabeza bruscamente.

Mati se detuvo en la arena, mirando el agua ir y venir,  justo antes de tocarla… el mar era inmenso, lo sabía… pero suponía que los cuerpos que quedaban en el mar se disolvían en el agua salada con el paso del tiempo… entonces, en cada gota de esa agua había una minúscula partícula de lo que había sido el cuerpo de Santiago… no pudo contener la emoción y las lágrimas… dio unos pasos muy lentamente, casi de manera ceremoniosa, dentro de la siguiente ola… ahora el agua bañaba sus pies… Santiago volvía a tocarlo… lo acariciaba como antes… era un contacto frío y lejano pero era él que lo tocaba nuevamente… se sintió débil y se dejó caer de lleno contra la espuma, llorando como el niño que era… quería que Santiago lo envolviera completamente… el agua lo cubrió y la fuerza de la ola lo hizo rodar internándolo un poco más… Matías extendió los brazos e intentó inútilmente abrazar el agua… sus brazos se cruzaron y terminó abrazándose a sí mismo… lloraba desconsolado y se hundía en el movimiento de las olas

-.Matías!!!

Clara lo agarró con fiereza, elevando su cabeza

-. No Mati… por favor, no

-. Está en el mar, Clara… él está aquí. Deja que me abrace…

-. No voy a soltarte – respondió ella sujetándolo más fuerte y venciendo la resistencia del menor.

-. Quiero ir con él… – lloriqueó Matías

-. Estas con él!!!- gritó Clara asustada por lo que sucedía- siempre lo llevas dentro tuyo, ¿no lo sabes?!!

Matías dejó de llorar para poner atención

-. Lo tienes aquí!!! – Clara golpeó con su mano el centro del pecho de Matías – aquí adentro guardas a Santiago y eso no se va a ir nunca. Tienes de él más de lo que yo o cualquier otra persona que lo conoció.  Fui su familia pero él te dio a ti más que nadie, te quiso más que a nadie… te dio todo lo que era

Los ojos grandes de Mati la miraban en estado de sorpresa

-. A ti te amó… Santiago se sacrificó para que tu fueras feliz, ¿no te das cuenta?… Tienes que hacer que valga la pena… ahora estas obligado a honrar su sacrificio… debes ser feliz hijo.

Matías, mojado y helado, la siguió mirando fijo hasta que finalmente abrió la boca

-. Él me dijo que tenía que ser feliz

Matías estaba rememorando la última vez que habló con Santiago en el acantilado, antes de dormirse en aquella caja.  Ahora entendía que todos los consejos que él le dio esa noche habían sido una despedida.

-. También me lo pidió a mi.- insistió Clara-  Me dijo que te dejaba todo lo que tenía para tu futuro. No puedes desperdiciarlo. No estás solo. Yo estoy contigo.

Mati suspiraba derrotado…

-. No vuelvas a pensar en irte con él. No  era eso lo que él quería para ti… no pienses en morir.

Matías movió su cabeza para apoyarla en el hombro de Clara. Quería ir con Santiago pero no podía hacerlo porque su amo se lo había prohibido… la última orden que Santiago le había dado era que fuera feliz… Mati estaba insoportablemente triste.

Estaban los dos mojados y abrazados… las suaves olas seguían meciéndolos, el agua los bañaba, como si estuvieran limpiándolos del pasado y preparándolos para un nuevo futuro.

 

ADAMIR

El regreso desde el centro comercial había sido una exigente prueba para Adamir; ver a las personal del salón tocando a Max había exacerbado unos celos injustificados que casi rayaban en una pataleta infantil. El resultado era increíble y Max se veía tan hermoso que rayaba en lo ridículo. Adamir estaba acostumbrado a tomar lo que quería cuando se le daba la gana, sobre todo tratándose de un esclavo. Esperar, cuando lo deseaba tanto, era nuevo y desagradable. Su humor se volvió negro y terminó de hundirlo cuando no hubo persona en el centro comercial que no desviara su vista para fijarla en el chico bien arreglado, de fachoso caminar, lujosa vestimenta y rostro alegre.

-. ¿Cómo me veo?

Había preguntado Max minutos antes, de pie admirándose frente a varios espejos y casi sin poder creer que la imagen que veía era el reflejo de su persona; su pelo brillaba ondeando en suaves rizos alrededor de la piel de su rostro perfectamente limpia e hidratada, como si fuera terciopelo fresco; sus pestañas crespas resaltaban sus ojos chispeantes; la ropa de lujo hacía lucir su cuerpo como un modelo de revistas elegantes.  Su atractivo era innegable.

-. Estas espectacular!! – Aplaudió Sergio y todo el personal del Salón de Belleza coreó su aprobación, alborotado a su alrededor. Max estaba feliz de ser el centro de atención.

Adamir no dijo ni una palabra. Se levantó, pago la cuenta y salió del Salón con los chicos siguiéndolo. Tomó firmemente la mano de Max, pero no lo miró ni le habló mientras avanzaban por los pasillos. Le costaba contenerse y odiaba que eso se notara frente a Sergio y a las personas que los acompañaban. Era una señal de debilidad que no le gustaba exhibir. Max estaba acabando con él… con su juicio, su erección, sus testículos pesados y sus locos deseos de poseerlo ya mismo, de llevarlo de vuelta a la privacidad de su isla, esconderlo y evitar que nadie más volviera a mirarlo o a tocarlo. Cada paso que daba Max, hablando y riendo con Sergio, moviéndose y haciéndole aspirar el exquisito olor que emitía su cuerpo y revelando su piel, aumentaba su deseo y  la molestia. Adamir le apretaba la mano tironeando y apuraba el paso, ansioso de llegar luego a destino.

Sergio intentó llamar su atención indicando que deseaba comprar algo más, un regalo especial para Max, pero Adamir respondió bruscamente y sin dejar de caminar

-. Ahora  no. Nos vamos – gruñó

Ya en el vehículo, Adamir se sentó en el asiento delantero, cosa que nunca hacía, y le indico al chofer el camino más directo a casa de su hermano. Luego enmudeció en taimado silencio.

Sergio y Max hablaban muy bajito en el asiento posterior, pendientes de no perturbar a Adamir

-. ¿Por qué se enojó?… él me llevó al salón… yo no se lo pedí… – susurró Max

-. No es contigo – respondió Sergio, murmurando también.

-. ¿Cómo que no? Está furioso conmigo!!! – Max gritó en su susurro

Sergio había aprendido mucho en sus años de vida junto a Nazir. La reacción de Adamir la había visto unas cuantas veces en su hermano…

-. Está enojado consigo mismo – le dijo casi en secreto

Max retrocedió en el asiento mirando a Sergio con incredulidad y preguntando con un gesto de su rostro. Sergio respondió con una sonrisa y movió su mano para indicarle a Max que pusiera atención a la forma en que lucía. Max frunció el ceño, sin comprender. Sergio repitió el gesto, con su mano extendida señaló a Max desde los pies a la cabeza y, para que el chico entendiera mejor, Sergio se acercó a su oído

-. Estás precioso. Te desea.

Max sintió un escalofrío al escucharlo…

Las piezas rápidamente calzaron en el lugar correcto. Alzó la cabeza, suspiró satisfecho, chupándose los labios con una sonrisa… Si. Tenía sentido lo que decía Sergio… Adamir estaba enojado porque había tenido que aguantar que otros hombres lo tocaran frente a sus ojos… él lo había estado devorando con la vista todo el tiempo mientras lo atendían… y solo al final, cuando ya estaba listo, se había enfadado de la nada… así es que ese era el motivo. No dejó de chuparse y jugar con sus labios con la vista fija en el pasajero del asiento delantero…

Adamir lo deseaba y Max experimentaba un sentimiento nuevo que era embriagador… Poder. Él tenía el poder de enloquecerlo… de ponerlo mal genio por no poder tocarlo… En sus manos, en su cuerpo, descansaba la tranquilidad de Adamir…

-. ¿Por qué sonríes así? – murmuró Sergio

Max desvió la vista de Adamir para fijar sus ojos, brillantes de lujuria, en el dulce rostro de Sergio.  No era necesario que respondiera, Su rostro revelaba lo que estaba sintiendo.  La expresión de Sergio cambió  a preocupación

-. Max, ten cuidado – advirtió suavemente

-. No pasa nada. Estoy bien

Sergio pensó en todo lo que había visto y escuchado durante los días que había compartido con Max. “Estar bien” no era la palabra que el usaría para describir lo que había visto.

-. Adamir es… él no es como Nazir

Sergio se tensó frente al rostro dubitativo de Max; quería advertirle pero sin entrometerse. Veía claramente el peligro pero también recordaba la promesa que Nazir le había arrancado de su boca. No debía intervenir.

-. ¿Qué me quieres decir?

Hacía rato que Max había entendido que Sergio era su mejor fuente de información y la única, por cierto. Su instinto le indicaba que podía confiar en él, con ciertas reservas.

-. Nazir es comprensivo y justo, él trata con mucha gente todos los días y puede ser empático. Es cariñoso conmigo y le gusta hacerme feliz. Adamir es… diferente.

Que difícil era intentar prevenir a Max del peligro sin hablar demasiado!  Sergio estaba en una verdadera encrucijada pero ya llegaban a destino. No había tiempo para seguir hablando ahora. A Sergio le preocupaba la curiosidad de Max por el tema. Y la ignorancia del chico!!! Era tan joven!! No podía dejarlo así.

-. Hablaremos después – dijo  apretando de prisa la mano de Max sin que nadie lo notara. No sabía si luego iba a arrepentirse; no estaba claro donde estaba el límite entre lo que podía o no hablar con Max y definitivamente no iba a preguntárselo a Nazir. Si volvía a tocar el tema, seguro le prohibiría hablar cualquier cosa y tendría que obedecer. Confiaría en su criterio para tratar de hacer lo mejor posible y cumplir con su necesidad de ayudar a Max y no desobedecer las indicaciones de su amo. Algo en Max despertaba la enorme capacidad de ternura de Sergio y el deseo de protegerlo. Max era como una versión mucho más triste y desamparada de él mismo cuando tenía su edad.

El vehículo se detuvo frente a la entrada principal. Adamir abrió la puerta rápidamente.

-. Max, ven conmigo

No esperó a que el chico respondiera y se dirigió hacia la casa seguro de que sería obedecido. Finalmente tenía privacidad.

Entró al dormitorio. Esperó a que Max entrara tras él y cerró la puerta de golpe.  Sorprendió al chico sin darle tiempo a que soltara las bolsas de las compras en sus manos; lo  giró y su boca, por fin, encontró los labios de Max… suaves, dulces, jugosos… como sabía que serían… depósito ambas manos presionando su culo y empujó su lengua abriendo la boca de Max y profundizando el beso… quería sus dientes, su garganta y su paladar… ahogarlo y ahogarse en aquel  húmedo sabor.  Apretó fuerte las nalgas empujándolas hacia adelante y obteniendo, como premio, un gemido de Max…

-. Esto es… mío – su voz sonaba necesitada

Subió las manos enredando sus dedos en la cabellera suave y tironeó de ella para agarrarlo mejor y gruñó desatando la pasión contenida.

Max soltó las bolsas que cayeron al suelo en completo desorden sin que a ninguno le importara. Separó sus labios dócilmente y se dejó tocar sin oponer resistencia. Esperaba una reacción así y, por primera vez, estaba preparado. Su ropa nueva fue cayendo al suelo sin que el amo lo ordenara… Max miraba fijamente a Adamir cada vez que dejaba al descubierto su piel con una mezcla de desafío y coquetería. Estaba exhibiéndose… hoy estaba seguro de lucir bien… notaba como la respiración de Adamir se aceleraba. La manera en que lo miraba casi daba miedo… pero Max acentuaba sus movimientos para excitarlo aun más. El corazón le latía locamente en el pecho. Cuando estuvo desnudo se acercó a él. Adamir lo tomó entre sus brazos y volvió a besarlo. Moviendo sus manos frenéticamente sobre la piel desnuda de Max

-. Estas haciendo que me vuelva loco, Max – su voz era ronca y baja…

Una mano inquieta de Max escapó del abrazo para dirigirse hacia el pantalón del amo que mostraba una clara protuberancia. Ninguno de los dos dijo nada… Adamir levantó levemente sus brazos, autorizándolo.

-. Desnúdame

Max mantuvo la mirada en los ojos dorados de Adamir antes de moverse y se atrevió a sonreír descaradamente… le gustaba esto… le gustaba mucho que Adamir lo deseara tanto. No esperaba lo que sucedió. Aun con las manos en alto, Adamir respondió a la sonrisa de Max… estaban sonriendo juntos, lujuriosamente… excitados… deseándose. Una comunicación nueva.

Max le quitó la ropa y se dio el tiempo para admirarlo… sonreía al ver que al amo le gustaba como él resbalaba las prendas de ropa por su piel y luego lo tocaba con sus dedos finos… la piel de Adamir se erizaba y Max lo besaba sonriendo al mirarlo.

Aaaahhhh diablos!!! Esto era intoxicante para Max.

El poderoso Adamir, desnudo y caliente, estaba rendido a sus encantos y se sentía gigante…

Max, alentado por la bienvenida de Adamir, le acarició el torso, siempre atento a sus reacciones. Besó su pecho y fue bajando, besándolo y lamiéndolo con su lengua húmeda, hasta llegar a la verga erecta. No lo miró ni pidió permiso… sabía que era bienvenido… No por nada Adamir lo había estado enseñando durante tanto tiempo. Sabía lo que tenía que hacer y lo estaba haciendo con gusto.  La polla de Adamir estaba  dura e hinchada. Max lo lamió de a poco hasta que finalmente abrió grande la boca para humedecerlo con su saliva y deslizarla en su interior. Sabía bien y los sonidos de placer del amo sabían mucho mejor… sabían a afrodisiaco poder.

-. ¿Puedo lamer tus bolas, amo? – preguntó Max con los ojos grandes, la boca abierta y mostrando su lengua rosada y ansiosa

Adamir respondió a la pregunta adelantando sus caderas y separando sus piernas para que Max pudiera llegar mejor.

-. Puedes lamerme entero, si quieres – respondió el amo, encandilado por la forma en que Max estaba actuando y sin medir sus palabras

Max agachó la cabeza y volvió a sonreír justo antes de lamer juguetonamente uno de los testículos… lo sostuvo en su mano y lo humedeció con su saliva para luego tomarlo con cuidado dentro de su boca y jugar con su lengua sobre la piel, ahora estirada y suave. Sentía la firme polla de Adamir palpitar contra su mejilla como si exigiera su atención nuevamente. Volvió a tomarla profundamente en su boca, recordando lo aprendido, dividiendo su atención entre las bolas y la verga… procurando mojar, lamer y chupar todo, relajando sus músculos para controlar las arcadas cuando la verga chocaba contra el fondo de su garganta… lo acariciaba con sus manos atreviéndose a tocarlo por todas partes y lo hacía mejor que nunca… era un gran aliciente saber que a Adamir le gustaba…

La mano del amo tirando un mechón de su pelo lo detuvo justo cuando los testículos subían y la dura verga amenazaba con eyacular. Lo levantó de un tirón y lo arrojó sobre la cama. La saliva aun chorreaba de sus labios. Adamir se le acercó como animal al acecho

-. Prepárate, Max. Esto será especial – lamió los restos de saliva y volvió a apoderarse de su boca.

El amo recobraba el control.

-. No te muevas – ordenó

Max permaneció quieto sobre la cama, sin miedo esta vez, pero muy ansioso por lo que iba a pasar… controlando las ganas de tocarse y correrse.

Adamir levantó una de las piernas de Max, depilada y suave, y la acercó hacía él. Le acarició el pie

-. Mío- dijo besando el delgado pie, obsesivamente – me perteneces a mi

Uno a uno lamió los dedos para luego ponerlos enteros en su boca y chuparlos con deleite, alentado por los gemidos que se mezclaban con la risa de Max.

-. Tus pies son hermosos –y no me gustó ver como otro hombre los veía y tocaba”

-. Me haces cosquilla – río Max encogiéndose

-. ¿Quieres que me detenga? – pregunto Adamir

Max mantuvo su boca abierta y lentamente negó moviendo la cabeza y los rizos

-. No

Max levantó su pie hasta ponerlo cerca de la boca de Adamir quien sonrió satisfecho y volvió a dedicarse a la deliciosa tarea de besar y lamer tiernamente el empeine, el arco y el talón de cada uno de los pies

-. ¿Disfrutaste en el salón? – preguntó pasando cerca del tobillo y sin dejar de brindar toda su atención a la tarea de estimular a Max

-. Si…

Nadie recordó la palabra “amo”

-. ¿Te gustó que te tocaran?

Las alarmas de Max se prendieron. Conocía ese tono de voz

-. No. Solo me gusta cuando me tocas tú

Adamir subía por su pantorrilla… labios  y lengua moviéndose por su piel, enviando flujos placenteros…  La respuesta acertada de Max provocó un mordisco en la cara interna de su pierna que lo hizo gritar… la excitación hacía bailar su pene.

-. Solo yo te puedo tocar

-. Si, solo tú

El dolor del mordisco y la mezcla de risas y caricias acercándose a su polla multiplicaban las sensaciones en el cuerpo de Max… se retorcía en la cama… lejos quedaba la sensación de poder que había sentido minutos antes… se perdía en la seducción de Adamir que hoy estaba esforzándose en complacer cada parte del cuerpo de su esclavo con su vasta experiencia. Max estrujaba los cobertores en sus manos como si quisiera sostenerse de ellos para no caer, mantenía los ojos cerrados aunque su cabeza no estaba quieta, su boca abierta emitía gemidos y respiraba jadeando de manera irregular

Adamir continuaba subiendo hacía su objetivo sin perder de vista las reacciones del chico

Si. Max lo enloquecía con su cuerpo, su risa y todo su encanto, pero él era el amo.

Él era el único que sabía cómo hacer que Max cayera rendido. Hoy lo había visto siendo adulado y admirado por otros hombres y no le había gustado… ahora quería verlo sumido en la excitación que solo él podía darle… iba a seducirlo por completo hasta que Max gritara y llorara de placer… que suplicara y gimiera… quería llevarlo al punto donde olvidara su nombre y todo fuera solo éxtasis y gozo… Max era suyo; él había hecho de él lo que era ahora, una criatura admirable, exquisita y apetecible… Hoy quería darle todo el placer posible… castigar su cuerpo con placer y satisfacción hasta que suplicara…

Con ese pensamiento en mente, Adamir fue llegando hasta los genitales de Max…

Se olvidaba de sí mismo… olvidaba que su placer siempre había consistido en que su esclavo estaba para complacerlo…  desaprendía el camino del amo y el esclavo. Hoy su placer era complacer a Max.

 

La cama era un enredo de sábanas y cobertores, la mitad de los cuales estaban en el suelo pero hoy al amo no le importaba nada más que la deliciosa criatura que le nublaba la razón

Max tenía en su boca dos dedos de Adamir que entraban y salían como si le estuviera follando la boca con ellos; su saliva chorreaba por las comisuras pero seguía chupando con deleite, estimulando su boca mientras, en su culo levantado, recibía un beso negro; los labios y la lengua de Adamir besaban su ano, abriéndolo y preparándolo para la penetración.

-. Nunca me voy a cansar de besarte el culo

La mente de Adamir estaba poseída por el anhelo de Max. Su belleza lo agotaba… su estructura perfecta, sus huesos largos… su maldita piel suave… Le había dedicado mucha atención y  sin penetrarlo ninguna vez, había conseguido la rendición y los gimoteos ahogados que deseaba, el cuerpo de Max arqueándose y pidiendo “Por favor” mientras eyaculaba una y otra vez. Y cuando Max creía estar imposiblemente satisfecho, Adamir comenzaba de nuevo sabiendo que la juventud del chico lo haría volver a responder. Max era la cosa más hermosa del mundo cuando se entregaba al sexo con alegría… No sabía por qué le había tomado tanto tiempo descubrirlo…

Pero por más que tocara, lamiera, chupara y mordiera, Adamir seguía sintiendo una necesidad que no podía colmar. Los esclavos eran todos atractivos pero Max crecía ante sus ojos cada día que pasaba, provocándole un apetito diferente que no sabía cómo satisfacer y que lo estaba haciendo perder el control.

-. Por favor… por favor…- volvió a pedir Max completamente entregado a la seducción y al deseo de ser penetrado

-. Sssshhh… ya te voy a dar placer

Lo tranquilizó sujetando con fuerza su rostro con ambas manos y lo besó apasionadamente, buscando la posición adecuada

-. Eres tan hermoso… eres el más hermoso de todos los que he tenido  podría mirarte eternamente – y en un gesto sin precedentes, su mano acarició el contorno del rostro de Max con exquisita ternura y delicadeza

 

¿Se daba cuenta Adamir de lo que estaba diciendo?… ¿de cómo había ladeado su cabeza y sus ojos dorados miraban a Max tiernamente? El rostro sorprendido de Max pasó desapercibido para Adamir… en ese momento estaba preocupado de alzar las piernas de Max hasta sus hombros en un íntimo abrazo de amantes. Max se adelantó y cruzó sus piernas por detrás del cuello, levantó su culo para ofrecerle un mejor acceso; Adamir se movió hacia adelante adentrándose en Max y, estirándose, alcanzó la boca de Max con la suya… Max gimió … la gruesa polla se abría camino en su cuerpo, causándole doloroso placer

-. Sshhh… tómame todo Max, tú sabes cómo hacerlo  – le habló encima de la boca con aire tranquilizador pero sin dejar de presionar dentro de él

Max escuchó y asintió… quería tenerlo dentro… sabía lo que tenía que hacer. Adamir le había enseñado a la fuerza y de manera dolorosa, pero él había aprendido. Respiró profundamente y se concentró en cada músculo de su recto… relajar… respirar.. relajar…

-. Eso es, Max… así está mejor… – se deslizaba con mayor facilidad.. después de tanta risa y placer no quería dañarlo ni forzarlo… estaba demasiado contento

El dolor se desvanecía… la gruesa verga de Adamir le otorgaba la sensación de estar lleno… el cuerpo de Adamir envolviéndolo en su calor era agradable. Max sonrió al haber conseguido alejar el dolor y de su boca escapó una frase impensable

-. Aahh.. se siente bien cómo me llenas…

Adamir se detuvo al escucharlo… enterrado en él hasta el fondo. Lo miró para cerciorarse. Max era pura lujuria…  la más hermosa lujuria del mundo, y le gustaba como él lo llenaba… Jadeo al entender que él no había forzado a Max a decirla…

-. Max, Max… – tampoco había pensado repetir su nombre con ese tono de necesidad y con un sentimiento creciente de alegría. Max era caliente y acogedor por dentro y por fuera… Max era perfecto.

Adamir embestía y escuchaba los gemidos de placer y dolor muy cerca… cada suspiro… cada jadeo…  era un pedacito de paraíso para su propio deleite… su pene estaba completamente dentro de Max y el chico cerró los ojos para disfrutarlo, los risos castaños danzando en la cama, los ojos semi cerrados, la boca abierta gimiendo,  unas suaves gotas de sudor marcando su piel… Adamir reventaba de placer expulsando semen a través de su miembro dentro de Max. En el momento culminante, se abrazó a Max y su ronco gemido de placer fue a morir dentro de la boca del menor

-. Max… Oh Demonios, Max, eres delicioso.

6 comentarios sobre “M&M Capítulo 72

  1. Pobre Mati 😢 No puedo imaginar lo que esta sufriendo ¡Santiago despierta y vuelve con Mati! Ellos necesitan estar juntos.
    Me gusta que Max se este ¿empoderando? Y comenzando a tener conocimiento de quien es el que tiene poder, esta creciendo y madurando y tomando conciencia de su belleza.

    1. Hola! Mati lo está pasando mal pero al menos ya tomó conciencia de la última «orden» que le dio Santiago y está dispuesto a obedecerla. Será trabajo de su «madre» que Mati pueda salir de esto. Sobre Santiago sabremos bastante mas en el capítulo siguiente. Max?.. Ay Dios… Max… empoderado, coqueto, sintiéndose seguro de sí mismo y eso da gusto leerlo, pero como bien vio Sergio, sin ninguna experiencia que le permita saber como afrontar todo lo que le está pasando. Ya veremos como le va.
      Gracias!!! Saludos cariñosos. Nani.

  2. Oooo nani estuvo excitante este capitulo gracias, espero que mati se llene de fuerzas y decida seguir con su vida me pregunto que si en el transcurso de la historia Santiago y mati se encontrarían espero que si .
    Max el que juega con fuego se quema Adamir es fuego y no se puede jugar con el pero maxx sedúcelo hasta qué caiga a tus pies.

    1. Hola Yesenia! Gracias. Me alegra mucho saber que te gustó el cap. Mati esta muy triste pero al menos creo que ya entendió lo que su amo esperaba de él: que fuera feliz. Creo que va a intentar cumplir su orden porque siempre fue obediente
      Max.. uuuffff.. esta jugando con una bomba explosiva.. vamos a ver hacia donde desemboca todo esto. Gracias por el cariño <3
      Saludos, Nani.

  3. Quizás no notes mi comentario, soy una nueva lectora, y puedo decirte que tu trabajo me a encantado, me he enamorado de cada uno de los personajes y sufrido con ellos en cada momento, solo espero Mati pueda estar con Santiago (se me
    Rompió el corazón), muchas gracias por esforzarte en darnos cada capítulo ♥️ De ahora en adelante me veras por acá 🙂

    1. Hola Jessie!!!
      Noto y tomo atención de cada uno de los comentarios que me dejan y los agradezco muchísimo. Son muestras de cariño hacia mis historias y personajes y eso siempre SIEMPRE me hace feliz.
      Bienvenida!!! me hace feliz saber que te gusta esta terrible historia y mis disculpas por romper tu corazón.. créeme que a mi se me resquebraja un poquito con cada capítulo que escribo y siento… el sufrimiento de Max, la tristeza de Mati, la desesperación de Santiago y.. no.. con Adamir no…. jajajajaaaa.
      Gracias a ti por tomarte el tiempo de dejarme cariño en forma de letras. Un saludo muy cariñoso y feliz de verte por acá <3
      Nani.

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