M&M Capítulo 85

 

CAPÍTULO 85

 

MATIAS

Clara escuchaba a los amigos de Matías con la boca abierta por la sorpresa.

-. Será un paseo corto, señora. Volveremos al día siguiente.

-. Solo una noche.

Los chicos hablaban entusiasmados y parecían rogarle y es que Clara no se daba cuenta que en su afán de sorprenderse por lo que escuchaba, había olvidado responderles. Tobías y Jairo habían llegado minutos antes a su casa. Ella les abrió la puerta y antes de que Matías apareciera, los chicos comenzaron a hablar entusiasmados y a pedir permiso para Matías. Como si ella fuera a negárselo!! Estaba tan dichosa porque su hijo tenía amigos y había sido invitado a un paseo con la familia que no dudo en mover la cabeza afirmativamente y correr en su búsqueda.

-. Mati!!! Tus amigos están aquí. Ven.

Matías abrió la puerta con cautela. Los gritos de Clara estaban muy fuera de lugar. Ella nunca alzaba la voz pero ahora estaba agitada y tomándolo del brazo lo llevó volando hacia a sala. Sus amigos esperaban para darle la noticia.

-. Tenemos una invitación!

-. Nos vamos de pesca!!

-. Mi papá me dice que Tobi y tú pueden venir

-. Vamos a navegar en la lancha del señor Santino!! Será magnífico!

-. Dos días completos! Con mi papá.

Matías los escuchó boquiabierto

-. ¿Cómo es eso de ir de pesca? – preguntó cautelosamente

-. No sé. Nunca he ido pero papá dice que es emocionante cuando va con sus amigos y que lo pasa muy bien. Él sale muchos fines de semana. Nunca me había llevado antes pero ahora nos invitó a los tres.

. Jamás pensé que tu papa nos llevaría!!! – dijo Tobi riendo de entusiasmo y mirando a  Jairo

-. ¿Qué tiene que llevar Matías? – preguntó Clara

Jairo comenzó a darle una corta lista de  simples implementos y ropa.  Tobías se acercó a Mati que aún no había opinado nada y se había quedado pasmado, seguramente impresionado por la noticia.

-. ¿Qué te pasa? No pareces contento – dijo Tobi a Mati

-. Estoy sorprendido – dijo Mati recuperando la voz.

-. Yo también!  – repuso Tobías

-. ¿El papa de Jairo dijo que quería que yo fuera?

-. Si!! No es increíble? Tal parece que le caíste bien porque quiere que tú vayas.

Matías no fue capaz de responder o alegrarse.  Podía ser muy torpe para muchas cosas pero no era tan inocente para creer en una invitación sorpresa de parte del señor Santino. Él podía presentir que detrás de aquello había algo más. Inesperadamente, se sintió lleno de tristeza y recuerdos. Santiago ya no estaba y nunca nadie lo reemplazaría en su corazón.  El vacío que su partida le había dejado lo acompañaría por siempre. Santiago había sido el primero, el único y el mejor… su todo alrededor de quien giraba su mundo, la única fortaleza sobre la cual se había abandonado… Pero lo había abandonado. Ahora su pequeño cuerpo masoquista pedía a gritos algo que él no lograba darle del todo. Un nuevo amo… Matías tenía la casi absoluta certeza de que el señor Santino era un dominante.  Lo que había pasado ese día en casa de Jairo fue muy claro para ellos dos. Se habían reconocido mutuamente en sus roles cuando se cruzaron en el pasillo. Habían pasado meses desde la última vez que Santiago lo hizo volar o lo acarició como solo él sabía. Extrañaba tanto a Santiago, sus caricias, la forma dulce en que lo miraba y arrullaba, el dolor y placer inmenso que le provocaba… dormirse acunado en sus brazos con sus besos dulces y sentirse amado y protegido… pero ya no estaba ni estaría nunca más. Dolía tanto saber que había preferido que se lo tragara el mar que volver a él. Nunca se desprendería de su recuerdo pero tal vez era hora de comenzar a soltar los nudos que mantenían su corazón atado a él.

-. ¿Cuándo vamos? – preguntó Mati al borde de las lágrimas.

 

ADAMIR

Poco menos de 100 horas y sentía que se estaba volviendo loco… no de manera imaginaria sino absolutamente literal. Estaba perdiendo la razón al imaginar donde, con quién y qué estaría haciendo Max. La frustración se tornaba insoportable y no podía pensar en ninguna otra cosa que no fuera Max… se estaba consumiendo de angustia.

-. Tienes que volver a la isla – le recordó Nazir – hay problemas que resolver

-. Ahora no. Después – respondió cortante

-. Adamir, ellos no pueden esperar! – decretó Nazir

-. No me moveré de aquí hasta que aparezca Max!!!

Nazir tuvo que tragarse el coraje. Estaba claro que Adamir había perdido la cabeza y no se daba cuenta del peligro que corrían al tener gente varada en la isla y a un detective tras ellos.  Durante los últimos días había visto lo que jamás creyó ver; Adamir estaba desesperado por encontrar al chico y quizás, la idea romántica que Sergio había imaginado sobre el amor entre su hermano y ese chico no era tan irreal. Nazir temió haberse equivocado al juzgar la relación de su hermano con Max… Pero pensaría en eso más tarde. Lo hecho ya no podía cambiarse. Ahora, lo urgente era que Adamir se enfocara en resolver los problemas que podían involucrarlos a ambos en serias dificultades.   Intentó buscarle de manera más calmada. Lo necesitaba. Era Adamir quien debía solucionar los problemas en la isla ya que él conocía bien su juego

-. Escucha, hay que poner las cosas en orden en  la isla y ayudar a los que están allá – le recordó

-. El piloto y Joel están en eso

A Adamir le importaba un soberano pepino cualquier cosa que no fuera Max.  Nazir suspiro resignado. Le daría un poco más de tiempo antes de tomar medidas extremas.

Los tres habían ido al Club donde Sergei decía haber conocido al comprador de Max.  Nazir lo obligaba a mantener la calma y averiguar con precaución. Las preguntas no eran bienvenidas en los clubes BDSM. Y sucedió exactamente lo que Nazir sabía iba a suceder: nadie sabía nada sobre el nuevo amo de Max ni tenían información sobre él.

-. ¿Qué demonios?? ¿Es un maldito fantasma? ¿Cómo nadie va a recordarlo??!!

Nazir intervino para calmarlo y Santiago se encargó de alejarlo cuando Adamir comenzó a volverse violento luego de varias noches visitando el Club y sin obtener ni una respuesta. Es que la frustración lo hacía perder los estribos. Entre ambos tuvieron que hacerse cargo porque él era un atado de nervios descontrolados que ni siquiera podía razonar con claridad.  Habían pasado casi cinco días que no veía a Max y no tenía ni una pista que lo acercara a él.

-. Voy a volver cada noche hasta que lo encuentre!!! – gritó Adamir cuando se vio obligado a dejar el Club de madrugada.

Santiago se estaba quedando con él en el cuarto de Hotel que Nazir reservó para ellos. Adamir no preguntó porqué no se quedaba en la casa de su hermano. Nazir y Santiago habían comenzado a entenderse con miradas y gestos. Santiago asintió a la pregunta no expresada con palabras; Si. Él se haría cargo de vigilar a Adamir cuando Nazir no estuviera. Era peligroso dejarlo solo; no sabían hasta donde podía llegar en su desesperación.

-. Volveré mañana temprano. No salgas de aquí – ordenó Nazir pero Adamir ni siquiera lo escucho marcharse.

-. ¿Dónde crees que está? – preguntó Adamir abriendo el minibar del cuarto para sacar unas botellitas pequeñas de licor

Santiago frunció las cejas pero lo dejó abrir una de las botellas y que la vaciara por su garganta. No parecía el mismo amo seguro y controlado de la isla.  Estaba ojeroso y descuidado y se movía constantemente, como si no pudiera quedarse tranquilo en un sitio.

-. No sé donde puede estar. Nunca nos habíamos preguntado qué pasa con los esclavos luego de ser vendidos.

-. Max no fue vendido!!! – lo había estado gritando a cada rato durante los últimos días – fue un engaño de Exequiel… maldito Exequiel. Quisiera matarlo con mis propias manos

-. Si. Yo puedo ayudarte pero no vamos a hacerlo ahora mismo así es que ¿qué tal si te acuestas y descansas? Llevas muchas horas sin dormir.

Adamir abrió la segunda botellita

-. ¿Cómo puedo dormir sin saber dónde está Max?!! – le gritó Adamir.

A Santiago le había tomado largo rato convencerse de lo que le estaba pasando a Adamir. Él era otro que jamás había imaginado verlo en este estado… perdidamente enamorado y desquiciado por uno de sus esclavos. En alguna parte de su oscuro corazón sádico, Santiago se alegraba de verlo sufrir y retorcerse de angustia e impotencia. Al fin Adamir estaba viviendo en carne propia lo que él había sufrido… Pero había también un lado humano que estaba disgustado por lo que había hecho Exequiel y aún persistía en su corazón un cierto cariño hacia su amigo y mentor…  Así es que finalmente Adamir había descubierto lo que era necesitar a otra persona y no tenerla.

-. Se puede – respondió Santiago cansado tirándose vestido sobre la cama. –Créeme que se puede volver a dormir

Adamir se dejó caer en la silla sin dejar de observar a Santiago y la clara alusión a Matías.

-. ¿Estás con él? – preguntó con la voz un poco pastosa

Santiago cerró los ojos para suspirar profundamente

-. No – cortante

-. ¿Por qué no? – insistió Adamir. Ahora tenía mucho interés y quería saber de la relación entre Santiago y el chico ese… el chico bonito de ojos verdes. Pero Santiago demostró con un gesto que no tenía ganas de hablar del asunto. Se giró dándole la espalda y preparándose para dormir

-. Acuéstate y descansa – sugirió

-. Vamos… dime por qué demonios no estás con él. Ya qué importa… no voy a quitártelo ni a hacerle nada… solo quiero saber.

Santiago estaba apretando los dientes y conteniéndose.

-. Era un chico bonito… tu dijiste que lo amabas! Explícame entonces para qué lo dejaste escapar si no estás con él

La insistencia de Adamir quebró la paciencia de Santiago. Se daba cuenta que Adamir no estaba plenamente en sus cabales pero él llevaba tanto tiempo guardando dolorosamente el recuerdo de Matías y no pudo controlar sus ganas de gritarle su parte de culpa a Adamir

-. ¿Quieres saber? – Santiago se enderezó en la cama  y subió el tono de voz – ¿En verdad quieres saber? – preguntaba amenazante.

-. Si. Dime – Adamir vació el último trago de la botellita

-. Porque lo amo de verdad – las palabras y la mirada de Santiago era fiera, tanto así que Adamir retrocedió en el asiento y abrió mucho los ojos. Santiago mostraba una ferocidad que no le conocía – aquí dentro tengo intacto mi amor por él – Santiago apretó sus manos sobre su corazón

-. No entiendo. Dices que lo amas pero no está contigo. ¿Qué clase de amor es ese?

-. Amor del bueno. Matías es lo único noble que me ha pasado en la vida. Él está mejor sin mí. Yo le hago daño, entiendes???!!!- Santiago se había puesto de pie

-. Pero no están juntos!! Eso no puede ser amor…

-. No te atrevas a descalificar lo que siento!!- Santiago estaba gritándole – yo.. lo amo tanto que quiero que Matías sea feliz

-. Pero ¿Y qué hay de tú felicidad?

Adamir juntaba el entrecejo como luchando por entender lo que Santiago le decía.

-. Cómo vas a ser feliz tú, entonces?

La mirada de Santiago sobre Adamir fue casi de lástima. Sonrió cínicamente. No había forma alguna en que Adamir lograra entender su sacrificio.

Bah!… que mierda vas a entender tú del amor

Adamir destapó otra botella que se le resbalaba de las manos a cada instante. En la habitación reinó el silencio mientras cada uno recobraba la calma.

-. Yo no sé nada del amor. Solo necesito a Max de vuelta

-. Claro! – Santiago volvió a la cama. Seguir con la conversación no tenía ningún sentido y le estaba haciendo daño

-. Él me tranquiliza… yo no duermo bien si Max no está conmigo.

Santiago ya no quería escucharlo. Sabía demasiado bien lo que eran las noches en vela y la cama solitaria.

-. Lo encontraremos – dijo Santiago con la intención de tranquilizarlo y que se durmiera de una vez

-. ¿No lo extrañas?

Santiago decidió no responder. No podía seguir hablando de Matías. En la memoria se le dibujaba la hermosa carita de ojos verdes y amor incondicional… el rostro de Mati velado por el placer y el dolor que él le causaba, su entrega absoluta, el néctar de su incomparable dulzura. El puñal del suplicio volvió a clavarse en su pecho, directo en el corazón. No era posible olvidar que había dejado partir lo mejor que tuvo en su vida. Santiago apretó los puños y alejó los recuerdos para evitar que el dolor se siguiera expandiendo.  Mantuvo los ojos y la boca cerrada pero no se durmió hasta que vio a Adamir caer pesadamente sobre la cama.

-. Lo extraño cada segundo de mi jodida vida… – le respondió con rabia cuando Adamir ya se había dormido.

 

 

MAXIMILIAN

Se aburría soberanamente.  En la última hora su diversión consistió en contar las gaviotas que veía pasar volando por la ventana cerca del techo… ¿a quién se le ocurría hacer una ventana alargada y angosta que casi rozaba el techo?… duh! A alguien que desea que entre aire y luz pero que desde el interior no se pueda ver ni escapar. O sea, una habitación construida especialmente para un esclavo como él. ¿Qué diablos hacía en este cuarto? ¿Por qué el comprador no bajaba y le mostraba su cara e intenciones de una vez?… ¿Con quién estaba tratando? Max estaba terriblemente curioso por conocerlo. Se había comenzado a formar una opinión sobre él desde el momento en que le llegó el primer mensaje en la bandeja. Luego habían seguido otros mensajes en respuesta a preguntas que él hacía cuando hablaba directamente a la cámara en el techo. Había hecho la prueba de pedir algunas cosas y el comprador lo había complacido en casi todo, excepto cuando pidió salir fuera del cuarto o que viniera de una vez a verlo. En ninguno de esos casos había respondido. El comprador le había escrito que durmiera tranquilo y le aseguró que él no bajaría a aprovecharse de él cuando estuviera dormido.  Esa misiva le dio mucho que pensar a Max. Si lo había comprado y le pertenecía de manera incondicional… ¿Por qué se justificaba y trataba de calmarlo?¿Qué clase de persona era? ¿Por qué el comprador no se enojaba con el por tutearlo y hablarle sin docilidad?  Le había preguntado a la cámara pero no recibió respuesta. Tampoco le respondió el día que se descontroló y gritó como loco que bajara de una vez para golpearlo y escupirlo. Max entendió que el comprador solo se comunicaba con él cuando era amable. Diablos! Eso le costaba mucho… sin embargo, el comprador era la única persona con quien comunicarse y no deseaba perderlo. Estar aislado era desquiciante y podía volverlo loco. Hasta ahora su única queja era el aburrimiento y la soledad. “Enciende la televisión” había escrito el comprador pero Max era mucho más tozudo de lo imaginable y se negaba a prenderla porque no quería darle en el gusto. Eso, y los brazos cruzados sobre su pecho, eran la única forma de expresar la rebeldía que jamás lo abandonaba.  Si hubiera sido más fuerte se habría negado a comer hasta que el comprador se presentara pero la comida era su debilidad, más aun, cuando cada bandeja portaba cosas deliciosas y que acertaban en su gusto.

El cambio de luz en la ventana le indicó a Max que el día llegaba a su fin. Ya pronto le traerían la cena. En los días que llevaba encerrado se había aprendido el horario de la entrada y salida de bandejas.  Max se puso de pie y se dirigió a la cámara

-. Tengo mucha sed – declaró entre queja y petición – ¿no podrías venir a traerme un jugo?

Minutos después se abría la trampilla en la puerta y alguien le dejaba la bandeja con la cena. Había dos Coca cola y un jarro grande de jugo además del plato con su comida. Max agachó la cabeza para que el comprador no viera la sonrisa que curvaba sus labios.

 

  

MIKI

Despertó asustado cuando alguien lo remeció bruscamente

-. Levántate y vístete.

Lanz estaba en el cuarto y esperaba por él. Miki intentó moverse pero el dolor de las marcas en su cuerpo lo obligo a detenerse y a apretar los dientes.

-. ¿Qué debo ponerme? – preguntó deseando saber qué hacer

-. Puedes vestir lo que desees- dijo Lanz indicando con desprecio lo que había en el closet – Tienes que venir a  cenar

Miki tenía más dolor y cansancio que hambre, pero no quiso dar motivo a problemas.

-. ¿Te dormiste con la toalla mojada? – preguntó Lanz entre sorprendido y molesto

-. Yo.. no me di cuenta. Estaba cansado- Miki se disculpaba aunque no sabía bien porque tenía que disculparse

-. No vuelvas a hacerlo. Si te enfermas el amo se molestará mucho. Yo soy el encargado de vigilar que todos ustedes estén bien.

Fue la primera vez que Miki escuchó hablar sobre la existencia de los otros chicos. ¿Había otros? Lanz dijo “todos ustedes

-. ¿Cuántos esclavos tiene el amo? – preguntó Miki

La toalla que sostenía con cuidado para cubrirse mientras se vestía cayó al piso y reveló las marcas en su cuerpo. Lanz no respondió su pregunta. Su mente había quedado impactada mirando las huellas dejadas por Heinrich en el delicado cuerpo de Miki. Su rostro se volvió duro y sus ojos agudos. No podía apartar los ojos de las sombras moradas y rojas en la piel del asiático.

Miki se dio cuenta y tragó saliva sintiendo que algo estaba terriblemente mal. Su instinto lo hizo cubrirse rápidamente con la primera prenda de ropa que encontró a mano. Al cubrirse, Lanz pestañeó como si despertara de una pesadilla

-. ¿Por qué no me informaste de las marcas?!- Lanz no estaba precisamente calmado

-. Yo… no sabía

-. Debes informarme de todo lo que se relacione con tu cuerpo. Es propiedad del amo y es parte de mi deber mantenerlo bien

La última frase fue expresada casi en un grito histérico. Se notaba que el rubio estaba molesto y celoso.  Lanz salió del cuarto caminando a tranco rápido dejando a Miki sin saber qué hacer.  Optó por terminar de vestirse y no moverse, en espera de que Lanz o alguien volviera. Pasados unos minutos escuchó pasos dirigirse a su puerta. Lanz volvió acompañado de otro chico y de un pequeño maletín.

-. Desnúdate – dijo Lanz abriendo el maletín.  Miki dudó. Había dos personas extrañas frente a él y ninguna era el amo… ¿tenía que obedecerlos también? Abrió los ojos grandes suplicando ayuda

-. Hola. Me llamo Rui – dijo el recién llegado. Un chico de igual altura que Lanz, cuerpo atlético, pelo castaño, rostro sonriente, piel blanca y ojos castaños amables. Rui tenía un corte de pelo que dejaba un mechón  que cubría casi la mitad de su rostro.

-. Hola – respondió Miki aferrándose a sus ojos en busca de ayuda

-. No te preocupes – dijo Rui – todos somos propiedad del amo Heinrich y nos cuidamos mutuamente.

-. Yo estoy a cargo de cuidarlos! – corrigió Lanz impaciente

-. Lanz está a cargo – repitió Rui rodando los ojos hacia el cielo – El amo a veces nos deja marcas. Esto ayuda a que desaparezcan más rápido.

Ruí señaló la crema que sostenía Lanz.

Miki decidió que no había escapatoria. Resignado, se levantó la camiseta de manga larga que se había puesto y reveló las marcas de su torso. Sus tetillas estaban especialmente rojas e inflamadas y en casi todas partes de su cuerpo había un recuerdo de las caricias brutas de Heinrich. Sus dedos  estaban marcadas en la estrecha cintura.

La sonrisa de Rui desapareció y la dureza de Lanz se acrecentó. Miki pudo notar como ambos chicos compartían una mirada de sorpresa pero ninguno dijo nada

-. Bájate el pantalón – ordenó Lanz comenzando a aplicar la crema sobre los moretones.

Miki tenía una gran capacidad para aguantar el dolor y enfrentar la dureza… pero no  estaba acostumbrado a recibir cuidados ni mucho menos atenciones. Se sintió tenso y violentado al ser tocado por Lanz y su rostro se contrajo.

-. Déjame hacerlo yo – pidió Rui, empujando a Lanz,  movido por la expresión de sufrimiento y aguante en el rostro de Miki.

-. Pero… es mi deber!

-. Ay, ya Lanz! No pasa nada si lo hago yo esta vez.

Rui estaba demostrando su fuerte personalidad y el poco temor que le inspiraba Lanz. Volvió a sonreír amistosamente a Miki y se acercó a él pidiendo permiso con la mirada. Miki accedió. Si tenía que pasar por esto prefería que fuera el recién llegado que Lanz.  Rui, con delicadeza, esparció crema por las marcas, especialmente en la zona de las caderas y tetillas.

-. El amo se divirtió contigo – comentó Rui sin ninguna mala intención. Tanto él como Lanz estaban impresionados por la cantidad de marcas que Miki exhibía. No recordaba que a ninguno de ellos le hubiera dejado tantas “demostraciones de afecto” a menos que fuera con el látigo o por un castigo. Pero lo que exhibía el asiático no eran muestras de elementos o juguetes, sino de las manos o boca. El amo se había divertido en grande con el chico asiático.

El comentario de Rui molestó a Lanz.

-. El amo puede hacer lo que quiera – gruñó enrabiado.  Rui miró a Lanz y luego sonrió a Miki

-. Ya deja tus celos, Lanz. Miki está recién llegado y no estás cumpliendo tu trabajo de hacerlo sentir bienvenido.

Rui era el único de los cuatro chicos que vivían en la casa que se atrevía a enfrentar a Lanz: Trevor le tenía miedo todo el tiempo y Tavo le obedecía y le reconocía autoridad. Pero Rui era un espíritu demasiado alegre y seguro para prestarle mucha atención a Lanz.

-. Ya está. Vamos a cenar ahora

Rui paso triunfante por delante de Lanz y guardó la crema en el maletín. Miki se subió la ropa y los siguió hasta el final del corredor. Había una sala espaciosa con varios asientos, televisor, juegos, libros y una mesa. Una ventana grande que en ese momento estaba cubierta por una cortina. Era una sala cálida y simple. Otros dos chicos estaban ya sentados alrededor de la mesa. Rui tuvo la gentileza de presentárselos a Miki.  Trevor era el chico que tenía aspecto de bebé grande con el pelo castaño rojizo y grandes ojos color miel. Parecía tímido cuando saludo a Miki.

-. Él se llama Gustavo pero le decimos Tavo.

El chico tenía la piel morena y sedosa, el cabello y los grandes ojos intensamente oscuros, un porte real y ágil, parecía un deportista. Era el más alto de los cinco y el más callado.

-. Este será tu lugar de ahora en adelante – dijo Lanz señalándole un puesto en la mesa e indicándole se sentara.  Miki se sentó y todos aguardaron mirándose en silencio. Un hombre adulto y fornido, vestido con un delantal blanco, entró sosteniendo una bandeja con la cena para ellos.

-. Tú eres el nuevo – dijo a modo de saludo dirigiéndose a Miki y poniendo frente a él un plato de comida. Miki respondió con un gesto educado y puso atención a su cena. El olor era arrolladoramente delicioso y el chico se dio cuenta del hambre que tenía. Comieron en silencio los primeros minutos, con el sonido de la televisión de fondo. Miki miraba de reojo la pantalla de vez en cuando pero no entendía el idioma.

-. ¿Eres Chino o Japonés?- preguntó Rui. Súbitamente, todos los ojos enfocados en él

-. Chino – respondió Miki

-. Yo vengo de Ucrania – dijo Rui

Miki escuchó como cada uno indicaba su lugar de origen. Diferentes países y continentes. La voz de Trevor correspondía a un niño, en cambio la de Tavo era grave y profunda aunque no hablaba bien el idioma. Todos provenían de la isla y muy pronto se encontraron intercambiando frases sobre su tiempo en aquel lugar. Solo Lanz se mantenía en altivo silencio

-. Tú le llevarás el desayuno al amo mañana – dijo Lanz a Tavo

El chico moreno asintió con los ojos alegres.

-. ¿Puedo llevarlo yo alguna vez? – preguntó Miki respetuosamente a Lanz. Recibió una sonrisa irónica de parte del rubio

-. No, tú no puedes

Trevor comenzó a respirar más rápido y emitió unos extraños sonidos de temor. Lanz estiró su mano y cubrió la de Trevor con la intención de calmarlo.

-. Solo los marcados podemos entrar al cuarto del amo – Dijo Lanz mirando a Miki despectivamente para luego volcarse a calmar a Trevor. Al parecer Lanz tenía una buena relación con el chico colorín

Fue nuevamente el turno de Rui de explicarle a Miki.

-. La marca es un privilegio que concede el amo. Solo tres de nosotros la tenemos y somos los únicos que podemos compartir la intimidad en el dormitorio del amo.

Estaba claro que Trevor no tenía dicha marca.

-. ¿Cómo puede yo obtener la marca? – preguntó Miki ilusionado

-. Ttssss. No sueñes con eso  – se apresuró Lanz a responder – te tomará meses o quizás años que el amo decida marcarte… si es que le place.

-. Oh... – Miki estaba desilusionado

-. Yo se lo supliqué durante 5 meses y finalmente él amo accedió

Rui se puso de pie y orgullosamente se bajó el pantalón para mostrar la parte baja de su cadera. Ahí, marcada a fuego en su piel, estaba la cicatriz de una quemadura con forma de H, de unos 3 centímetros de alto y ancho

MIki, instintivamente, retrocedió

-. Después de la marca puedes pasar la noche con el amo en su cuarto y ayudarlo a vestirse y muchas cosas más. Yo he pasado la noche con el doce veces!!!

Miki estaba muy pálido y había perdido el habla.  Eso que Rui lucía en su piel era una marca de hierro caliente, como la que se usaba en su pueblo para marcar los animales. Sin poder evitarlo, Miki desvió su mirada hacia Trevor y vio en el chico el terror que le producía ser marcado… algo parecido a lo que sentía él mismo pero no deseaba revelar.

Miki continuó tratando de comer pero había perdido la calma y el apetito. Una marca de hierro ardiente en su piel… y tenía que rogar por ella… De pronto deseaba arrancar al silencio de la habitación que le habían asignado pero no se movió. Los chicos estaban orgullosos de esa marca y Trevor claramente avergonzado de no tenerla. Rui habló, como si adivinara sus pensamientos

-. Tú estás recién llegado. Tendrás que esperar para poder ser marcado y tener nuestros privilegios.

Miki no era capaz de expresar lo que sentía. Estaba aturdido.

-. Es una marca de fuego – indicó Lanz con idéntico orgullo que Rui – Yo fui el primero en tenerla – se levantó la camisa y mostró la marca en la parte baja de su espalda

-. El amo decide dónde marcarte y a Tavo lo marcó en el culo – agregó Rui con una sonrisa, como si explicara la razón por la cual Tavo no mostraría su marca.

El moreno levantó su rostro para hablar

-. El amo me eligió para llevar su marca y pasar noches con él.

-. Ninguno de ustedes ha pasado tanto tiempo con él como yo – interrumpió Lanz

-. Tú fuiste el primero en llegar – Rui golpeó el codo de Miki para atraer su atención y sonrió con malicia antes de agregar – llevas muchos años aquí. Te estás volviendo viejo

Lanz le lanzó una mirada de furia

-. Estúpido. Ya sabes lo que te va a costar esto, no?

Rui se arrepintió de inmediato de su bravata

-. Lo siento Lanz. Ya sabes que nunca puedo callarme las tonteras que pienso. Discúlpame, por favor

Lanz volteó la cabeza, altivo y sin responderle para volver a concentrarse en ayudar a Trevor.

Ahora sí que Miki tenía millones de preguntas que hacer pero no estaba seguro de a quien ni cuando hacerlas. Decidió esperar hasta saber más.

El hombre de la cocina volvió para retirar los platos y dejar una fuente de frutas sobre la mesa. Al menos, en lo que a alimentación se refería, estaba todo bien. La cena había sido buena, mientras pudo comer, y las frutas eran de las cosas favoritas de Miki. Fue el último en tomar una manzana luego de ver que todos los demás escogían algo, se levantaban de la mesa y se acomodaban sobre los sillones.

-. Ven – dijo Rui invitándolo – A esta hora podemos hacer lo que queramos

-. ¿Cualquier cosa? – se asombró Miki

-. No podemos salir de la casa ni comer a deshora pero aparte de eso, si el amo no te llama a la sala de juegos, a esta hora eres libre de hacer lo que quieras.

-. ¿Y en las otras horas?

-. Ah! Tenemos obligaciones que cumplir y será mejor que lo hagas bien – explicó Rui con seriedad – El amo exige que nos levantemos temprano, limpiemos nuestros cuartos, hagamos ejercicio y cuidemos de nuestros cuerpos. Tenemos máquinas para ejercitarnos en la sala contigua.

Se habían acomodado en uno de los sofás de la sala, alejados de la televisión que miraban los demás.

-. Una vez a la semana viene un peluquero con su asistente para ayudar con el pelo, depilaciones y esas cosas – continuo Rui – al amo le gusta vernos siempre bien

-. Que… que otra regla debo aprender? – preguntó Miki nervioso

-. ¿Lanz no te ha explicado nada??!

-. No. Él… no me ha dicho nada.

Rui exhaló un largo suspiro antes de decidirse a hablar

-. Lanz no es malo; es solo que se pone muy celoso cada vez que el amo trae un chico nuevo, especialmente si es tan bonito como tú.

Miki estaba acostumbrado a que la gente se refiriera a su belleza todo el tiempo. En su pueblo lo habían elogiado desde pequeño, pero él se miraba al espejo y no lograba ver lo que los demás veían así es que consideraba que los cumplidos que recibía eran una muestra de simpatía de parte de los demás. Sin embargo, por quien sabe qué extraña razón, el comentario de Rui y la forma en que se lo dijo, lo hizo sonrojarse. Quiso replicarle que no era bonito pero solo agachó la cabeza y se quedo respirando de prisa

-. Lanz se está arriesgando contigo, sabes?  El amo va a castigarlo si sabe que no ha hecho su trabajo. Tiene que informarte de todo y responder tus preguntas.

Rui miraba a Lanz con pena y molestia

-. ¿Él está enojado conmigo? – preguntó Miki

-. Contigo y con cualquiera otro que toque al amo. Lanz tiene un problema

Rui se acercó a Miki para cuchichear en su oído

-. Él está enamorado del amo.

Vaya! las sorpresas no cesaban

-. Siempre está celoso de alguno de nosotros. Solo con Trevor no tiene problemas

 Ambos dirigieron su mirada a Lanz y Trevor que se habían sentado juntos a mirar la tele. Miki consideró que era seguro preguntar ahora que Lanz le había confesado un secreto

-. Rui… – el nombre sonó gracioso de la forma en que Miki lo pronunció y el aludido no pudo contener una sonrisa que contagió a Miki

-. Es graciosa la forma en que hablas. Suenas como un pajarito – observó el nuevo compañero de Miki

-. ¿Puedo preguntar a usted?

Rui asintió un poco maravillado por la dulzura de Miki

-. ¿Por qué el silencio en el cuarto de juegos?

Se arrepintió inmediatamente de haber preguntado. Rui cambio su rostro por una expresión muy seria y miró a todos lados para asegurarse que nadie había escuchado. Luego respondió susurrando

-. Debes tener cuidado al mencionar este tema. Al amo no le gusta que hablemos de esto. Solo te lo diré una vez y nunca más lo volveremos a mencionar.

-. Si. Lo lamento. Yo no sabía…

-. Escucha atentamente: el amo tiene un problema grave, los sonidos le causan dolor y es por ellos que todo en esta casa es silencioso. Jamás debes hacer ruido cuando estas con él. Nunca. Mejor te muerdes las lengua y te acostumbras a callar, entiendes? – Rui parecía genuinamente preocupado de que Miki captara el problema en toda su extensión

-. Si. Yo entiende.

-. ¿Ves a Trevor? Él es diferente ahora pero antes era como todos nosotros. Él no es muy resistente pero era el favorito del amo hasta que no pudo aguantar y gritó durante una de las sesiones de juego. El amo lo perdonó una vez pero no la vez siguiente. Ahora está castigado de manera permanente. Es por eso que Lanz lo protege, porque sabe que Trevor no es una amenaza para él.

-. ¿Qué castigo? – preguntó Miki susurrando igual que Rui

Rui suspiró y puso expresión de dolor y pesar mirando a Trevor.  Miki ya no estaba tan seguro de querer saber.

-. Hace más de un año que el amo no juega con él y además… nadie puede tocarlo, ni siquiera él mismo puede tocarse para aliviarse… tu entiendes, no? Trevor recibe un medicamento que lo deja como adormecido, sin deseos ni ánimo y a veces se siente enfermo.

Miki entendía. El chico estaba bajo medicamentos y no recibía muestras físicas de afecto ni podía acariciarse a sí mismo.  Levantó los ojos y buscó en el techo y las paredes. Tal y como en la isla todo estaba vigilado por cámaras. Rui siguió la dirección de sus ojos

-. Están en todas partes – dijo mirando alrededor – en los dormitorios y baños, incluso en el jardín

– ¿Hay un jardín?

Miki sentía especial atracción por las flores. Era algo que venía en su delicada naturaleza dado que su madre amaba las flores y vivía de la venta y cultivo de ellas… su madre. Un suspiro largo y tembloroso se le escapó de los labios.

-. Si. Tenemos un jardín donde podemos ir. Ahora es muy tarde sino te lo mostraría pero mañana, luego del desayuno, puedo enseñártelo

-. Si. Eso es bueno.

Lanz se acercó a ellos en ese momento

-. Min Kim, voy a enseñarte las reglas de la casa antes que termine el día. Es mi deber informarte.

Miki saltó poniéndose de pie atentamente y escuchó con atención todo lo que Lanz le indicaba.

 

 

EL COMPRADOR

A través del monitor se podía ver a Max dormido sobre la cama del cuarto. Era la cuarta noche consecutiva que se quedaba mirándolo como si estuviera velando su sueño. Era interesante ver los cambios que se habían producido en Max en tan poco tiempo. La actitud rebelde y belicosa con que despertó cuando recién llegó se había ido suavizando durante los días encerrado para dar paso a una sensación que se parecía más al aburrimiento que a la rebeldía. Suspiró complacido. Eso era lo que esperaba para bajar a verlo. Que el chico se calmara. No quería tener que lidiar con un chico asustado y agresivo; prefería uno cansado y deseoso de cambios, más receptivo y abierto.

Se habían estado “comunicando” a través de las cámaras que lo monitoreaban en el cuarto. Max hablaba y preguntaba. Él le hacía llegar algunas respuestas simples a través de sobres en la bandeja de la comida. No podía responderle cuando Max perdía la paciencia y le gritaba. En verdad eso lo alteraba. De hecho, todo este asunto de tener un esclavo encerrado en el cuarto recién construido en la parte posterior de su casa lo andaba trayendo nervioso pero no importaba porque estaba más que dispuesto a asumir todo lo que implicara tener a Max bajo su techo y control.  Había aceptado correr el riesgo de no instalar espías en el baño pensando en lo que sucedería después, cuando hablaran y se vieran. Había sido un buen acierto. El cuarto había quedado bastante bien considerando que había sido construido a la carrera,  tomando las precauciones necesarias para evitar que escapara pero podía mantenerlo con la mayor comodidad posible. Le gustaba Max; de hecho le encantaba y saber que el chico estaba bajo su techo y que él tenía ahora los derechos sobre él. Tenía buenos planes para Maximilian. Realmente deseaba que todo saliera bien y el chico que había comprado se mostrara dócil y obediente. Si no era así, los resultados no serían prometedores para ninguno de ellos.  Aún no había bajado a verlo aunque se moría de ganas. Se acercaba el instante en que forzosamente tendría que hacerlo. Lo inquietaba pensar en encontrarse cara a cara con Max. No sabía cómo podía reaccionar un chico como él, que ha sido vendido contra su voluntad, porque tenía claro que Max no era un esclavo sumiso y servicial ni él era un amo experimentado y conocedor. Había estado ensayando lo que le diría. Deseaba de todo corazón que resultara bien. Se habían fijado diez días de plazo para analizar los resultados y decidir sobre ellos. No disponía de mucho tiempo… ya casi había transcurrido la mitad del plazo y aún no hablaban. Es por eso que ahora era un momento especial y espera ansiosamente.  El movimiento de la pantalla capturó su atención. Unió sus manos y puso mucha atención a lo que mostraba la cámara.  Vio a Max levantarse de la cama, medio adormilado, y vigilar el instante de la apertura en la puerta por donde ingresaba  su comida. Amplió la imagen para poder ver mejor la reacción de Max, conteniendo la respiración. La cena de hoy era más que especial. Tenía un mensaje oculto muy importante.  Maximilian recogió la bandeja, desganado, y volvió con ella a la cama. Levantó la vista hacia la cámara y por un segundos, él comprador sintió que se estaban mirando a los ojos. Sus ganas de estar con él y abrazarlo aumentaron. Cuanto deseaba estrecharlo!!! Siguió atento el movimiento de Max. El chico levantó la tapa que cubría su cena e hizo un gesto de asombro al ver de qué se trataba.

Max miró fijamente el generoso trozo de pizza en el plato e inhaló el delicioso aroma que despedía. Levantó la pizza con las manos y mordió un trozo.

Al otro lado de la pantalla, el comprador estaba tan expectante que sin darse cuenta repetía los movimientos de Max y esperaba impaciente.  Dios!! ahí estaba la expresión de desconcierto en Max mientras continuaba mascando…Ay Dios!!

Aun con la boca llena luego del primer mordisco, Max miró la pantalla y la pizza repetidas veces, interrogando.

El comprador encogió las manos cerca de su boca y se llenó de una mezcla de pavor y ternura. Había sucedido!!! Max se había dado cuenta!!!

Max era una mezcla de confusión y asombro. No soltó la pizza pero arrojó la bandeja sobre la cama y se dirigió directamente a la cámara mirando con extrañeza y estupefacción. Con los ojos muy abiertos, llenos de incredulidad, dio una última mirada al trozo de pizza en su mano antes de decir

-. Ya sé quién eres

 

 

 

6 comentarios sobre “M&M Capítulo 85

    1. Tu crees??? jajajajaa ya estoy terminando el siguiente cap y ahí saldremos de toda duda (si es que quedara alguna). Gracias! saludos. Nani.

  1. Nooooooo!!! Por el amor de Dios, noooono!! No puedes dejarme así 😱
    Quién eeeeeees?
    Sábetelo que soy muy despistada y olvidadiza, luego entonces, en este momento no tengo idea de quién pueda tratarse jijiji

    Siento ternura/pena por Miki. El quiere ser realmente sumiso, verdad? 😕 Así de realmente lo anela!

    Me quedé con las ganas de leer como Santiago le pateaba las pelotas a Adamir jijijiji 😝

    Mati va a estar bien, cierto? 😖

    1. Hola!. En serio no sabes quien es? yo encuentro que está bien fácil saber quien es… pero calma. si aún no lo descubres e el proximo cap te va a quedar super claro.
      Miki.. si. es un verdadero sumiso… creo.. o sea.. Miki es muy joven y no ha conocido mucho de a vida ni de as relaciones con las personas… tal vez nos tenga guardadas algunas sorpresas… puedes ser. Ya pronto veremos que se trae Miki entre manos con tanta obediencia y sumisión.
      Santiago.. jajajaa esta haciendo uso de toda su paciencia para aguantar a Adamir que está in – so – por – ta – ble. Esperemos que tenga mucha paciencia para tolerarlo.
      Mati… (suspiro profundo). Mati no sabe que Santiago esta vivo y siente que debe buscarse un nuevo futuro, extraña el placer del sexo, extraña a santiago… aún no se recupera del todo. Pero por lo pronto, está bien.
      Gracias!!! Saludos
      Nani.

  2. Es Sergio, verdad? debe ser Sergio, no hay otra opcion y Nazir le ayudo!!!
    Mati, mati…. me pregunto si algún día se reencontrara con Santiago.
    Miki es tan adorable.

    PD: te leo desde….. que comenzo esta historia! lamento nunca dejar comentarios, la mayor parte del tiempo te leo desde el movil y siempre a la carrera, me encanta <3 <3

    1. Hola Nael! Muchas gracias por tomarte el tiempo de comentar. Entiendo que a veces el tiempo no nos alcanza para todo lo que queremos hacer asi es que agradezco mucho tus palabras. Me alegra saber que te gusta la historia y la has estado siguiendo. Gracias por eso! <3
      Sergio??.. tu crees??? jajajaaa en el proximo cap saldremos de dudas y conoceremos a tan extraño comprador.
      Mati esta muy triste y él cree firmemente lo que Max le dijo: que Santiago esta muerto y no volverá a verlo, asi es que una nueva opción de amo es una idea que ronda su cabeza porque después del tiempo que vivió con Santiago y todo lo que le enseñó, es difícil para Mati acostumbrarse a no tener una pareja y él no necesita cualquier pareja, sino uno que sea dominante ya que el es sumiso por naturaleza, y mas encima, masoquista.... sera interesante ver que pasa por ahí.
      la historia de Miki está comenzando. Creo que va a ser bien interesante ya que este precioso sumiso tiene sorpresas guardadas que nos sorprenderan.
      Gracias de nuevo. Saludos cariñosos!!!
      Nani.

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